BOSNIA Y HERZEGOVINA


Bosnia y Herzegovina

LA CUESTION DE BOSNIA Y LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

IVO BOGDAN

IX. LA CUESTION DE BOSNIA EN RELACIONES ENTRE AUSTRIA - HUNGRIA Y SERVIA DEL CONGRESO DE BERLIN HASTA LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL


4. La cuestión de Bosnia en el pensamiento político serbio

Abandonados por Rusia y forzados a buscar el apoyo de Austro-Hungría, los serbios de la época de los Obrenovic tampoco renunciaron a sus planes de expansión en Bosnia y Hercegovina. Sus protectores austríacos no les oponían una resistencia sistemática.

Considerando a Serbia como pivote principal de su política balcánica, los circulos oficiales de la doble Monarquía no se preocupaban mucho de la enseñanza escolar y la prensa nacionalista que sostenían rotundamente que Bosnia y Hercegovina eran provincias robadas a Serbia. Tampoco daban mucha importancia a análogas acciones en Bosnia misma si no adquirían carácter terrorista. La diplomacia austro-húngara nada hizo para justificar ante la opinión pública internacional la posesión de Bosnia en virtud de su pertenencia histórica, geográfica y étnica a Croacia. Esta política, únicamente viable, no concordaba con el fondo del sistema dualista al que se oponían enérgicamente los croatas.(80).

(nota 80) L. v. Sudland, op. cit., p. 260-270.

Aun en el período en que no podían contar con la ayuda rusa, los nacionalistas serbios insisten en el programa esbozado en Nacertanije, que atribuye a Serbia el papel de principal potencia balcánica. En este sentido es característico lo que escribió en francés Stojan Boskovic, ex ministro de educación, explicando que el Imperio medieval serbio era un intento de organizar los Balcanes en bases federales (sic!) Boskovic concluye que en ese sentido debería actuar también la Serbia moderna y ante todo reunificar todas las comarcas serbias, por supuesto, Bosnia y Hercegovina (81).

(nota 81) St. Boshkovitch: La mission du peuple serbe dans la Question d'Orient, 1866 separata del artículo publicado en Revue Internationale de Florence.

Al apartarse Rusia de Bulgaria y al formalizarse la alianza franco-rusa, el político serbio M. Milanovic, quien desempeñará un destacado papel durante la crisis de anexión de 1908-9 como ministro de relaciones exteriores, en una serie de artículos reclamó sin rodeos la protección rusa (82). Para él, Serbia y otros Estados balcánicos son criaturas de la política rusa.

(nota 82) Dr. Milovan Dj. Milanovic, Istocno Pitanje, "Delo", 1894, Libro LI, III.

Por ello, Serbia debe empeñarse "en integrar todas sus fuerzas, todo su progreso, toda su misión nacional al programa de la política rusa en lo concerniente a la solución de la Cuestión de Oriente, para que sea imprescindible a Rusia establecer que sus intereses y sus fines coinciden totalmente con los de Serbia en la Cuestión de Oriente y que Rusia siempre pueda contar con Serbia como un auxiliar seguro para su política y la política eslava en general. De otro modo Serbia pronto sucumbirá. La acción ruso-francesa está muy cerca de aquí".

La alianza ruso-francesa estimuló también a Miroslav Spalajkovic, becario del gobierno serbio en París y luego enviado plenipotenciario serbio en Petrogrado y yugoeslavo en París, sucesivamente, a publicar en la capital de Francia un libro bajo el título "Bosnia y Hercegovina, estudio de historia diplomática y de derecho internacional (83).

(nota 83) Spalaikowitsch, M. J., docteur en droit: La Bosnie et l'Hercégovine étude d'histoire diplomatique et de droit international (Couronnée par la Faculté de Dróit de Paris), Paris 1899.

El autor anticipa las mismas tesis que sostendrá oficialmente Serbia tras la liquidación de los Obrenovic, de modo que le dedicaremos un comentario apropiado.

En opinión de Spalaikovic, la cuestión bosníaca es el aspecto fundamental de la Cuestión de Oriente y como tal merece la atención de las grandes potencias.

Francia cometería un craso error si dejara de interesarse por la mala suerte que depara a los serbios en Bosnia la política coercitiva de Bismarck y Andrassy".

Bosnia y Hercegovina son provincias serbias, un todo en lo racial y lo nacional. En lo religioso están divididas pero todos los bosníacos sin distingo de religión son "exclusivamente de nacionalidad serbia, o expresado en términos generales, pertenecen a la raza sureslava que lleva el nombre serbio o croata" (p.xv). Al identificar a los croatas con los serbios Spalajkovic a continuación se refiere sólo a los serbios que deberían integrarse én la Gran Serbia. "La parte más vigorosa de la raza serbia, cuya sangre se conservó sin mezcla alguna, se encuentra precisamente en Bosnia y Hercegovina. Por ello, la única y verdadera razón de ser de Serbia y Montenegro en sus actuales fronteras estriba en reconquistar esas provincias (84), pero hay un obstáculo que es la pugna permanente entre dos pensamientos, el pensamiento granserbio y la concepción de Austria como una potencia balcánica" (p. XXVI). Spalajkovie mistifica a sabiendas al afirmar que la mayoria de los bosníacos son ortodoos (p. xxx), para concluir poeo después que todos ellos anhelan "el restablecimiento del imperio serbio", definido en otro lugar como la unificación de todos los eslavos de la peninsula balcánica en torno a Serbia y Montenegro.

(nota 84) En esta disertación "científica" no se prueba cuando Bosnia y Hercegovina pertenecieron a Serbia y a Montenegro. Huelga advertir cómo el autor maneja los conceptos de pueblo y raza. A los croatas, un pueblo definido en lo étnico y lo político, los declara lisa y llanamente serbios. Habla de la raza "sureslava" y a renglón seguido de los bosníacos, (la parte más vigorosa de la raza serbia). Unicamente a causa de la confusión de los conceptos relativos al idioma, la raza y la nacionalidad de los eslavos del Sur pudo prosperar la política granserbia, encubierta más tarde bajo el rótulo del yugoeslavismo.

Exponiendo asi los supuestos sentimientos y aspiraciones nacionales de los bosníacos, el autor sostiene la tesis de que "el principio nacional es el fundamento del derecho internacional contemporáneo" y que la cuestión de Bosnia y Hercegovina debe "solucionarse en forma definitiva de acuerdo al principio nacional". Por consiguiente, las potencias participantes en el Congreso de Berlin cometieron una tremenda injusticia al adjudiear Bosnia y Hercegovina a Austro-Hungria. Si no las pudieron asignar a Serbia, debieron-afirma Spalajkovic-otorgarles autonomia como a la Rumelia oriental, bajo un principe serbio.

El acto "absurdo" y "anormal" de la ocupación pudo consumarse únicamente debido "al complot convenido entre Austro-Hungría, Alemania e Inglaterra" (p. 58). (No olvidemos que entonces todavía no se había creado la Entente Cordiale). Por ello, la ocupación de Bosnia es forzosamente de carácter provisional. Austro-Hungria en Bosnia es un mero mandatario de las potencias europeas. Su mandato es de plazo limitado y provisorio. Bosnia y Hercegovina siguen perteneciendo de facto y de iure al Imperio otomano. El Sultán es su único soberano legítimo. En caso de ver lesionados sus derechos puede defenderlos con las armas y exigir la cesación de la ocupación. Las potencias europeas deben apoyar a Turquia en este sentido.

Spalajkovic trata de probar que el mandato de Austro-Hungria es condicional y que el ocupante "no ha cumplido con la misión que le fue confiada" (p.136, 158). Entre otras cosas persigue a los serbios "quienes, según lo manifiestan, prefieren volver bajo el poder turco" (p.192). La doble monarquía no ha cumplido "con la tarea principal, no ha resuelto el problema agrario que todos los pequeños Estados balcánicos consiguieron solucionar" (pp. 157, 172).

Desde luego, Spalajkovic no dice que los Estados ortodoxos balcánicos resolvieron ese problema recurriendo a la matanza y expulsión de los propietarios musulmanes. "Si en un Estado un pueblo oprime a otro, concluye Spalajkovic, las grandes potencias deberían intervenir" (p. 121).

Por consiguiente, las potencias europeas deberian intervenir contra Austro-Hungria a causa de su política en Bosnia, que es sólo parte del Drang nach Osten alemán. En cambio, según él, Rusia, después de la Paz de Paris, sigue "una política razonable, más conteste con los conceptos contemporáneos sobre el derecho internacional, por cuanto desde ahora está liberando desinteresadamente a los pueblos greco-orientales". Austro-Hungria, por el contrario, nos recuerda el infierno dantesco. Oprime a seis millones de serbios (89) y por eso debe ser desintegrada.

(nota 89) Seton Watson en su obra Die Sdslawische Frage im Habsburger Reich, que por cierto no peca de parcialidad en detrimento de los serbios consigna en vísperas de la primera guerra mundial, es decir, dos decenios más tarde qué Spalajkovic, que en Austro-Hungria vivían 2 millones de ortodoxos, serbios presuntivos, ubicándolos del modo siguiente: 750.000 en el Reino Triunio de Croacia Eslavonia y Dalmacia, 800.000 en Bosnia y Hercegovina y 500.000 en la Hungria meridional (Voivodina, actualmente "provincia autónoma" de la República Socialista Serbia en la República Socialista Federal de Yugoeslavia). L.v. Sudland (Dr. Ivo Pilar), buen conocedor del problema, en su libro Die Sudslawische Frage und der Weltkrieg corrige a R. W. Seton Watson y consigna la cifra de 1.650.000 de ortodoxos en la doble monarquía en la época a que se refiere Spalaikovic, dando el siguiente detalle: 470.000 en Voivodina, 710.000 en el Reino Triunio de Croacia, Eslavonia y Dalmacia y 570.000 en Bosnia y Henegovina.

Spalajkovic llegó a la cifra de seis millones de serbios sumándoles los cuatro millones de croatas. Cuando le conviene declara serbios a todos los croatas y los búlgaros de Macedonia, pero cuando en base a tales falsificaciones llegaron bajo la dominación serbia, se practicó la discriminación nacional con el fin de servizarlos por fuerza.

En el caso concreto, en lugar de considerar la mayoría étnica croata en la parte meridional de Austro-Hungría, invocando además el derecho histórico-constitucional de Croacia, a la posesión de esas provincias, los croatas fueron tenidos por serbios y dichas provincias fueron reivindicadas para Serbia. Luego, en vísperas de la primera guerra mundial, se procederá con mayor cautela y ya no se hablará de millones de serbios en Austro-Hungría sino de millones de integrantes de un presunto pueblo yugoeslavo que Serbia debe "liberar".

Cuando Serbia, a principios de nuestro siglo, gobernada por el rey Pedro Karageorgevic, o mejor dicho por el jefe del Partido Radical, Nikola Pasic, pudo por fin actuar abiertamente contra Austro-Hungría como protegida de Rusia, encontró en el libro de Spalajkovic argumentos para su política agresiva. Dicha argumentación fue compartida por los círculos políticos franceses y rusos, y más tarde por los ingleses, si bien con ciertas reservas. Para ellos Bosnia era una provincia serbia, anexada por Austria, que amenazaba la existencia y el desarrollo de los eslavos meridionales, identificados cada vez más con los serbios. A muy pocos se les ocurría que tanto los eslavos meridionales como otros pueblos del sureste europeo deben temer en primer lugar a Gran Serbia, filial rusa en los Balcanes. En Serbia gobierna entonces Nikola Pasic, hombre ruso, y embajador serbio en Petrogrado, Miroslav Spalajkovic trama con los círculos paneslavos y militares rusos la revancha de Serbia que no puede producirse sin guerra.

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