BOSNIA Y HERZEGOVINA


Bosnia y Herzegovina

LA CUESTION DE BOSNIA Y LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

IVO BOGDAN

VII. LA EQUIVOCADA POLITICA REFERENTE A SERVIOS EN EL SIGLO XV[l


2. El fracaso del movimiento unionista católico en los Balcanes

Transcurrieron varios siglos antes que Rusia pudiese echar mano a la herencia política de Bizancio. Hasta entonces la lucha contra los turcos la libraron los cristianos occidentales, con frecuencia contra ejércitos integrados en parte por cristianos orientales.

La rayeh turca en los Balcanes empezó a levantar cabeza recién cuando los ejércitos del imperio de los Habsburgo, al cabo de 150 años de defensiva, pasaron a la ofensiva. Durante esos 150 aciagos años, gran importancia tuvo la ayuda marítima de Venecia, España y del Estado Papal, y terrestre de Polonia.

La ofensiva contra el Imperio osmanlí coincide con la descomposición interna del aparato turco militar y administrativo, con el surgimiento en Occidente del Estado moderno y de tendencias centralistas de Viena, con el problema de nacionalidades en Austria y con el ascenso del poder y las pretensiones del Imperio ruso. Tuvieron impacto negativo la lucha de Francia contra la supremacía de los Habsburgo y las guerras religiosas, desencadenadas a raíz del cisma occidental. Bajo la influencia de la Contrarreforma, en la época del vigoroso movimiento cultural del barroco, se manifiesta a veces el espíritu misionero con el afán de compensar, mediante la Unión religiosa en el Oriente cristiano las pérdidas sufridas por el catolicismo en los países septentrionales de la Europa occidental. En efecto, en esa época considerable número de los ortodoxos en Galicia, Transilvania y Croacia aceptó la Unión. Hubo tentativas curiosas en ese sentido en la misma Rusia moscovita.

Mientras la Unión se mantuvo en Galicia y Transilvania hasta el término de la segunda guerra mundial -cuando la exterminaron los regímenes comunistas de Rusia y Rumania, considerándola una suerte de traición-, en Croacia fue desvirtuada mucho antes.

La habían aceptado los ortodoxos, principalmente los descendientes de los antiguos arumanos, emigrados del terrítorio turco. Ese movimiento iba progresando hasta la radicación en Croacia y Hungría de un elevado número de serbios, que no sólo se negaron a abrazar la Unión, sino que en circunstancias muy propicias para ellos lograron que pasasen a la ortodoxia los arumanos unidos. En eso los ayudaron, ni más ni menos, los mismos círculos militares de la monarquía católica de los Habsburgo, que los serbios y los rusos tildarán como un peligroso representante del proselitismo religioso.

Al fracasar ese esfuerzo unionista en el límite occidental de los Balcanes, Austria perdió la única posibilidad real de actuar con éxito entre los cristianos balcánicos, salvando el abismo secular entre Bizancio y Occidente bajo el signo de la reconciliación cristiana. Al mismo tiempo fueron creadas las condiciones de la posterior acción subversiva serbia contra la monarquía de los Habsburgo, que conducirá al atentado de Sarajevo y a la primera guerra mundial.

Esa derrota del catolicismo y de la monarquía danubiana en su función del portavoz principal de la influencia occidental en los Balcanes constituye un evento tan trascendental que merece nos ocupemos de ella.

El fin del siglo XVII y el comienzo del XVIII es el período de la epopeya de los cristianos occidentales en la contención de los turcos osmanlíes. A iniciativa del papa Inocencio XI se formó la Santa Liga de las potencias cristianas, apoyada incluso por Rusia, que esperaba tomar parte en el reparto del botín de guerra.

Al movimiento se unieron muchos cristianos balcánicos y se levantaron contra los turcos. Tras los primeros éxitos siguió una fuerte contraofensiva turca al mando del capaz gran visir Mustáfá Kopruli.

El ejército cristiano tuvo que replegarse a la línea Danubio-Sava. Los cristianos balcánicos amotinados se refugiaron en un éxodo masivo en territorio de Hungría y Croacia. De Rasa fugaron más de 30.000 familias encabezados por el patriarca serbio Arsenio III, quien se arrogó el apellido principesco montenegrino de Crnojevic (nota 41). En 1690 ó 1691, Austria les acordó privilegios, reconociendo entre otros derechos la jurisdicción del metropolitano al seudo-Crnojevic, no sólo en la zona turca que Austria pensaba conquistar sino también en Croacia y Hungría. Esos privilegios y la presencia de los fugitivos de Rasa durarían hasta tanto volvieran a su tierra. Sin embargo, la nueva ofensiva no se produjo debido a la crecida resistencia turca y a la necesidad de destacar fuerzas militares en otros frentes. La frontera entre la monarquía de los Habsburgo y el Imperio turco se estableció ahora sobre la línea Danubio-Sava. Los fugitivos de Rasa se radicaron permanentemente en Hungría y Croacia, con precisión en Voivodina, y sus inhóspitos solares balcánicos fueron ocupados mayormente por los albaneses que constituyen la mayoría del actual territorio autónomo Kosmet en Yugoeslavia (nota 42).

(nota 41) Ilarion Ruvarac, Odlomci o Brankovicu i Crnojevicu, Ed. de la Academia Serbia, Belgrado 1896. Ruvarac, caso respetable entre los historiadores serbios, busca la verdad histórica rompiendo con la práctica establecida de falsear y embellecer los hechos.

(nota 42) Con el tiempo, los serbios empezaron a considerar a Voivodina como parte de Serbia, aunque la mayoría absoluta de la población la constituían alemanes, húngaros y croatas. No obstante, después de la primera guerra mundial, Voivodina fue incorporada a Serbia a pesar del principio nacional. Durante la última conflagración bélica una parte fue reintegrada a Hungría y después los serbios, para crear su mayoria étnica en Voivodina consumaron el genocidio sobre más de 500.000 de los integrantes de la minoría alemana. (Véase: Exterminio y expulsión de la minoría étnica alemana de Yugoeslavia, Studia Croatica, Buenos Aires 1963, Edición especial-La Tragedia de Bleiburg, pp. 186-191 ).- Con todo pese a que los serbios en Voivodina constituyen menos de la mitad de la población total, esta provincia, junto con la parte de Croacia (Srijem), fue anexada a Serbia como provincia autónoma. Tal proceder es característico de la mentalidad granserbia. Se anexaron los territorios que por derecho histórico pertenecen a Hungría y Croacia, pero retuvieron a Kosmet en nombre de ese mismo derecho, aunque en virtud del principio nacional debería pertenecer a Albania. En Voivodina consumaron el genocidio y en Cosmet lo intentaron sin consumarlo del todo porque los comunistas quisieron granjearse las simpatías de los albaneses de Albania, propiamente dicha, con el propósito de hacer de ella una colonia serbia y adueñarse de esa manera de su importante Posición estratégica de la entrada del Adriático.

La Unión no pudo tener éxito entre los refugiados de Rasa, centro de la monarquía nacional serbia de la Edad Media, por cuanto ellos llegaron con su clero y su patriarca, y ya sabemos que fueron estos quienes mantuvieron la tradición del antagonismo bizantino frente al cristianismo occidental. En tal ánimo los fortalecieron sus lazos cada vez más íntimos con Rusia. Empero, el factor principal fue el deseo de Austria de ganarse a los ortodoxos balcánicos para sus planes imperiales. Al comienzo, se creía de veras que los fugitivos de Rasa retornarían a sus hogares en los Balcanes y no se quiso indisponerlos contra los Habsburgo. De esa manera, pese a las protestas de los húngaros y los croatas, los ortodoxos conservaron su organización particular, que en muchos aspectos se parecía a un Estado dentro del Estado.

Sucedió, pues, que las autoridades austríacas, ilusionadas en la expansión rumbo a Constantinopla, obraron en su propio detrimento, aunque los croatas y los húngaros insistan en que se trataba de un elemento desleal. Lo confirma también el citado V. Popovic cuaeldo dice expresamente:

"La penetración de las potencias católicas, veneciana y austríaca, en los países ortodoxos de los Balcanes y su deseo de extender la influencia de la Iglesia católica como auxiliadora más firme que la ortodoxa, acarreó gran dolor de cabeza al clero ortodoxo en los Balcanes. Ese clero dirige ahora sus miradas al gran emperador ortodoxo oriental, que hasta ahora con frecuencia había ayudado a la Iglesia y al clero en Turquía, y ahora se ha unido a la guerra de la Santa Liga. Ya a fines del siglo XVI los patriarcas de Pec establecieron vínculos con Rusia y en 1641 obtuvieron un decreto del emperador ruso, fijando zonas donde podía cobrar la limosna. En 1687 llegó a Rusia el metropolita Jevtimije de Skoplje y expuso los peligros que corre la religión ortodoxa ante la penetración austríaca y veneciana y ante la venganza turca. En 1688 arribó de Monte Sacro (Athos) el archimandrita Isaías, como delegado del patriarca de Constantinopla, Jacobo, provisto de cartas del patriarca serbio Arsenio III, del duque válaco y de otros, quienes subrayaban, todos, el mismo peligro, y pedían ayuda militar. Pero los rusos, conociendo sus fuerzas y sus intereses, contestaron que los cristianos se levantaran en armas y ayudaran a Rusia contra los tártaros. Como no cabía esperar ayuda rusa, los serbios se unieron a los austríacos...(nota 43).

(nota 43) V. Popovic, op. cit., pp. 58-59.

Pese a todo, los serbios siguen confiando en Rusia. En 1698, Arsenio solicita de Pedro que intervenga ante el emperador austríaco para que los serbios no pasen a la Unión. También después de la Paz de Karlovci (1699), los serbios refugiados en Hungría ofrecen a Pedro el Grande sus servicios militares. Al estallar poco después la guerra ruso-turca, fuertes contingentes serbios de "Voivodina" intentaron pasar por territorio turco y unirse a los rusos (nota 44). Rusia manda, a los ortodoxos radicados en Croacia y Hungría, maestros y libros eclesiásticos. Bajo la influencia rusa se forma el "idioma eslavo-serbio", mezcla del idioma antiguo eslavo, el ruso y el serbio, que hasta fines del siglo pasado fue usado como el idioma literario y administrativo en Serbia. De ese modo "por intermedio de los serbios en Hungría, aumentó la influencia rusa sobre los serbios en los Balcanes" (nota 45).

(nota 44) V. Popovic, op. cit., p. 62.

(nota 45) Ibid., p. 69 ÿÿ

Durante el reinado de Catalina la Grande, muchos serbios inmigraron a Rusia, porque los fugitivos ortodoxos no se sentían bien en la monarquía católica de los Habsburgo. Tras la Paz de Pozarevac (1711), cerca de 100.000 ortodoxos prefirieron volver de Hungría y Croacia a Turquía que vivir pn Im Smhiente católico. Los serbios, trasladados a Rusia (1751-52), fueron tan numerosos que en el distrito de Jekaterinburgo, en Ucrania, se fundó "Eslavoserbia" y la "Nueva Serbia". La Sublime Puerta protestó por eso en Moscú (nota 46). Esos serbios, con el correr del tiempo, se asimilaron totalmente a los rusos (nota 47).
(nota 46) Ibid., p. 68.

(nota 47) Dr. Aleksije Jelacic, Vojvodjani u Rusiji, "Nova Evropa", Zagreb, 1927, Libro XVI, N.ø 6, pp. 205-8.

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Studia Croatica, año 1965
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