BOSNIA Y HERZEGOVINA


Bosnia y Herzegovina

LA CUESTION DE BOSNIA Y LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

IVO BOGDAN

II. LA CONFUSION ACERCA DE "LA CUESTION SURESLAVA EN EL IMPERIO DE LOS HABSBURGO"


Paneslavismo y sureslavismo derivación del racismo linguístico

Recién en la época moderna de importantes cambios políticos en el sureste europeo a causa de la decadencia del Imperio otomano coincidente con los movimientos nacionales bajo el impacto del romanticismo europeo y de los estudios filológicos, se confunde y exagera la problemática política y nacional, ya por sí compleja, en toda Europa Centro-oriental, del "mundo eslavo", denominado así en base a los criterios linguísticos.

Bajo el influjo de los estudiosos alemanes en primer lugar se fraguan teorías sobre el eslavismo como una comunidad cultural, política y hasta racial en base a la similitud idiomática de los pueblos del grupo linguístico eslavo (nota 14).

(nota 14) "El racismo linguístico alemán está fundado en el perjuicio que encadena raza, lengua, cultura y pueblo como si se pasara de uno a otro por un camino sin interrupci6n", aunque "el estudio de las lenguas muestra fácilmente que éstas se forman, evolucionan y se extienden obedeciendo a causas independientes de la raza", que es un fenómeno biológico y la lengua un fenómeno social. J. T. Delos, La nación, I, Sociología de la nación. Buenos Aires 1948, p. 40.

La lucha por el idioma nacional en Europa Centro-oriental tuvo gran importancia en la formación de la conciencia nacional en el siglo XIX, dando auge al racismo linguístico. Con todo, es un hecho comprobado que el idioma no es un criterio seguro para determinar una nacionalidad y todavía menos para trazar fronteras políticas. Sostener, exempli gratia, ese criterio linguístico en América hispana sería el colmo de lo absurdo.

No obstante, respecto a los pueblos del grupo linguístico eslavo, si bien divididos en dos campos antagónicos de civilización -la de Occidente y la de Oriente europeo-, se pretendió que los eslavos constituyen una comunidad cultural que en la época de los movimientos nacionales debe hallar su correspondiente expresión política.

De ese modo surgió la concepción del paneslavismo como lealtad patriótica obligatoria hacia las potencias conductoras eslavas.

Quienes se oponían a tal evolución fueron tildados de incursos en el crimen de traición a los supremos intereses nacionales.

A principio del siglo pasado pregonaron esas ideas los poetas, luego las aceptaron los políticos, convirtíendolas en instrumento de su agitación.

Aunque más tarde fueron los alemanes quienes más insistieron en el peligro paneslavo, huelga reconocer que el paneslavismo surgió precisamente en base de las teorías de los linguistas germanos que sustentaban "que la unidad linguística debería servir de criterio a la unidad nacional", y, más aún, que... "gracias a la equivalencia que el siglo XIX ha planteado entre las naciones y el Estado, las delimitaciones linguísticas han sido consideradas como determinantes de las fronteras políticas y se han fundado en ellas las reinvindicaciones anexionistas" (nota 15). Esas reivindicaciones se derivan, por lógica, del principio nacional, definido por Mazzini como derecho de cada pueblo en el sentido étnico a tener su Estado nacional, del que se infiere el derecho de autodeterminación nacional en consonancia con las concepciones democráticas. Cuando, al terminar la primera guerra mundial, ese principio presidió el criterio para la creación de un nuevo status político y geográfico, las fronteras fueron fijadas en base a las estadísticas linguísticas sin consultar a la población interesada. Se suponía que el idioma determina la pertenencia política.

(nota 15) J. T. Delos, op. cit., p. 113.

El derecho a cambiar Estado y fronteras en base al criterio linguístico se convierte en demanda imperativa allí donde se puede invocar el derecho histórico. No sólo en los países que, además del derecho natural, pueden invocar su ininterrumpida y multisecular continuidad estatal, sino también en el caso de los pueblos balcánicos, cuyas formaciones políticas fueron absorbidas a lo largo de los siglos por el Imperio otomano.

Visto retrospectivamente, no cuesta, pues, comprender las dificultades con que tropezaron políticos y científicos europeos al figurar en el orden del día la famosa Cuestión de Oriente, es decir un problema de pertenencia nacional de la población del Imperio bizantino y su sucesor el Imperio turco en disgregación. El problema de mantener el equilibrio europeo y los intereses encontrados de los jóvenes y agresivos nacionalismos constituían hueso duro de roer para los estadistas europeos, sumado a la falta de datos históricos y antropológicos fidedignos sobre una región multinacional, y donde, por el colmo, se encuentran y chocan tres grandes civilizaciones: la bizantina, la islámica y la occidental. Se abrió la puerta de par en par a errores y mistificaciones planeadas, que no eran una excepción, sino casi norma, principalmente en los países de netas tradiciones bizantinas (nota 16).

(nota 16) Numerosos autores percibieron ya hace tiempo el gran interés del mundo bizantino en los problemas políticos y su obstinación en defender criterio e intereses propios. Se llega así a que "cuando Bizancio y Occidente están en desacuerdo, Bizancio siempre tiene razón y el Occidente se equivoca siempre" según lo notó A. J. Toynbee, eximio representante del estudio comparativo de civilizaciones. Advirtió Toynbee que ese modo de pensar es muy congénito en los rusos, principales depositarios de la herencia cultural y política bizantina (La civilización puesta a prueba, Buenos Aires, 1949, pp. 210-212).
Quien siguió las alternativas de la "guerra fría" pudo convencerse de ello. Los observadores occidentales también notaron hace tiempo que en el ámbito de la tradición bizantina la verdad científica no es verdad en sí, sino subordinada a los intereses políticos a que debe servir, incluso la religión. Ya Jacob Fellmayer (Gesammelte Werke, Leipzig 1861, III, 381) notó "que la religión y la ciencia no eran en Rusia fin en sí como en los países occidentales, sino mero instrumento de la pasión humana más perdurable y fuerte: el ansia de poder y el deseo de extender su autoridad". (Citamos de acuerdo a la obra de L. V. Sudland: Die Sudslawische Frage und der Weltkrieg, ed. croata, Zagreb 1943, p. 182).

Cuando la ciencia europea empezó a ocuparse de dichos países, inevitablemente se atuvo a las ideas prevalecientes, la disposición romántica y el racismo linguístico. Además se creyó que también en el ámbito de la civilización bizantina la ciencia debe servir a la verdad y por ello, a la ligera, se aceptaron las teorías seudocientíficas supeditadas a los intereses políticos. Muchos científicos cayeron víctimas de las mistificaciones que en parte rigen todavía en la ciencia occidental. Las obras fundamentales y colecciónes de documentos a que tuvieron que recurrir los investigadores europeos fueron ajustados al racismo linguístico, si no falsificados a propósito como instrumento de los intereses políticos.

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Studia Croatica, año 1965
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