El gran jubileo de la Iglesia en Croacia
En la fidelidad al sucesor de Pedro Por Mons. Paul Poupard, obispo auxiliar de París, rector del Instituto Católico
Con una repercusión excepcional y un gran fervor comunicacional, la Iglesia de Croacia acaba de festejar los once siglos del cambio de cartas entre el príncipe croata Branimir y el Papa Juan VIII. Como bien escribe Mons. Franjo Kuharic, Arzobispo de Zagreb y presidente de la Conferencia Episcopal: "Esta época era para nuestra Iglesia y nuestro pueblo el tiempo de la opción decisiva entre Oriente y Occidente, entre Constantinopla y Roma. El pueblo croata, guiado por su príncipe Branimir y por el Obispo de Nin, Theodosio, efectuó la opción definitiva por Roma. La fidelidad al sucesor de Pedro fue entonces fortificada y no fue jamás puesta en cuestión".
Bendecidos por el Papa Juan VIII en 879 en la fiesta de la Ascensión, los croatas han querido, a once siglos de distancia, recibir nuevamente del Santo Padre la bendición apostólica para la Iglesia y el pueblo croatas. Hecho emocionante y significativo, es un hijo de Polonia, pueblo hermano de Croacia, quien los ha recibido en la Basílica de San Pedro. Juan Pablo II presidió la misa concelebrada con los obispos en lengua croata y los bendijo para el futuro.
2 de septiembre: un pueblo alrededor de sus obispos
El 10 de junio, la fiesta de la Santísima Trinidad fue marcada por una celebración excepcional. En todas las catedrales e iglesias parroquiales, así como en conventos de religiosos y religiosas, fue el día de reconocimiento por la fe en la unión con la Iglesia de Roma.
El domingo 2 de septiembre estas celebraciones encontraron su grandiosa coronación, en la ciudad de Nin, antigua sede del obispo croata Theodosio y del príncipe croata Branimir.
Desde la víspera, innumerables peregrinos habían literalmente invadido la villa histórica de Zadar, recorriendo en grupos pintorescos las calles de la vieja ciudad, de iglesia en iglesia, donde habían tenido lugar las celebraciones, a cargo de numerosos clérigos. El sábado por la tarde, en la bella catedral romana de Santa Stosija (Anastasia), los representantes de los episcopados alemán, austríaco, francés, húngaro, italiano y polaco presentaron sus felicitaciones a la Iglesia de Croata, en presencia del cardenal Franjo Seper, antiguo arzobispo de Zagreb y primado de Croacia, actual prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe en Roma, y del cardenal Macharski, arzobispo de Cracovia, sucesor en esa sede episcopal del cardenal Karol Wojtila, actual Papa Juan Pablo II.
Todo un pueblo estaba allí aglutinado alrededor de sus obispos y sus sacerdotes, con numerosos religiosos y religiosas, y respondía espontáneamente a las palabras pronunciadas, con repetidos aplausos. Cuando se presentaron el cardenal Seper, designado oficialmente Legado Papal, además arzobispo de Cracovia, hubo poderosas ovaciones, a través de las cuales se manifestaban de manera tocante los sentimientos de fidelidad renovada de todo un pueblo al sucesor de Pedro.
Este fue el tema de la tarde, que prosiguió más tarde, por la noche. Vimos, en premiére, la representación de un Oratorio titulado La fe de mi pueblo, creado para esta circunstancia histórica. Las decenas de jóvenes hombres y mujeres que lo interpretaban, así como el centenar de cantantes que formaban el coro, con sus rostros bañados por el sudor, y miradas brillantes de fervor, afirmaban con su intrepidez su fe en el porvenir, celebrando el pasado.
Momentos de intensa emoción marcaron el canto del Sanctus antiguo creado en Zadar en el siglo XI, así como emocionantes cantos a la Virgen, y el Tu es Petrus fue entonado con una fuerza impresionante delante de los obispos y fieles, de pie y unidos, cubriendo hasta el mínimo rincón. Todos se levantaron finalmente para entonar el Himno Nacional, incluidos los representantes oficiales de la República Socialista, de pie ellos también, en el primer lugar.
Croacia semper fidelis
El domingo por la mañana, el vehículo que transportaba a los obispos -que sumábamos una veintena- debió efectuar su camino a través de todo un pueblo, acompañado por más de 800 vehículos y una nube de autos privados, que avanzaban con dificultad en medio de las multitudes de peregrinos a pie. Los agentes de la Policía yugoslava abrían el camino, sin desprotegernos! Entonando cánticos desde la mañana sobre una inmensa explanada improvisada sobre la colina que domina el mar, bajo un sol de plomo, la multitud, estimada en más de 200 mil presonas, aplaudía sin cesar el cortejo de obispos precedido por varios centenares de sacerdotes.
Nuevamente ovacionado, el cardenal Seper concluyó su larga homilía haciendo aclamar a la multitud tres Amen particularmente vigorosos a las consignas: Polonia semper fidelis, Croatia semper fidelis, siempre fielk a Dios, a la Iglesia, a la Virgen María y al Papa.
Después vino el interminable desfile de ofrendas llevadas por fieles de toda Croacia al cardenal legado, de enormes canastos con frutos y productos del país, productos del campo y corderos vivos, pasando por múltiples productos artesanales, presentados por paisanos y pastores, en traje local.