Resumen de la alocución de Mons. Kuharic, Arzobispo de Zagreb
10 de febrero de 1977, en ocasión del decimoséptimo aniversario de la santa muerte del Cardenal A. Stepinac:
.."Desde una tal situación donde fueron burlados los Derechos del Hombre, llegan a nosotros los gritos de la conciencia de ese gran profeta de los Derechos del Hombre que fue el Cardenal Stepinac. Pues nosotros podemos considerar, a través de su testimonio, sus obras y sus palabras, que nuestro Cardenal es verdaderamente un profeta de la libertad de conciencia, de la dignidad de las personas y de los derechos de todo hombre.
En nombre de la verdad, en nombre de la justicia y de los derechos fundamentales de los hombres, todo acusado tiene derecho a ser escuchado, como también todos los hombres tienen derecho a conocer la verdad. "Por qué, en la documentación (sobre el proceso a Stepinac) que se da a conocer al público y que se repite constantemente, no se publica jamás el alegato de la defensa del arzobispo? Nosotros no conocemos las convicciones personales de su defensor en el proceso pero su abogado, a pesar de todo, lo ha defendido no a causa de su deber profesional que se impuso, no por simpatía religiosa, sino porque tenía la certeza de defender la verdad. Defendió al ser humano con una firme conciencia. Es por ello que la fuerza de su defensa permanece como un testimonio inapreciable que la Historia reconocerá. Sus defensores no lo han defendido simplemente por mandato oficial, ni para salvar la cara del proceso, sino por convicción de conciencia de hombres que querían ser fieles a la verdad.
"Por qué se ha silenciado esta verdad? Cuando se transgrede la verdad, el ser humano también es herido. Es por esto que considero como un derecho elemental del hombre en nombre de la verdad, en nombre de mi conciencia, que si las acusaciones se vuelven a difundir constantemente, será necesario, una buena vez al menos, revelar la defensa delante de la opinión pública, o, si se ha acallado a la defensa, será necesario hacer callar a la acusación. Porque nosotros estamos profundamente ofendidos en nuestra humanidad por esta acusación tendenciosa y falsa. La repetición constante de esta acusación hiere no solamente la persona y la memoria del Arzobispo de Zagreb, sino también a todos aquellos que quisieran conocer la verdad, toda la verdad de sus obras y de sus palabras.
Jamás, tanto en el mundo ni en cualquier momento de la Historia, algún proceso jurídico puede ser considerado como objetivo y justo, si no se deja hablar al acusado y si no se permite a los abogados de la defensa ejercer su oficio.
Esto toca a los derechos elementales del Hombre, derechos con los cuales nace y muere, y de los que debe gozar tanto durante su vida como después de su muerte. Estos derechos que el hombre no recibe como una limosna sino que posee por naturaleza. Si hay un hecho a destacar en la conducta de Stepinac, es que fue consecuente con su conciencia de creyente hasta la muerte. Fue fiel a ella a cualquier costo, hasta el de estar listo a morir por sus convicciones.
Es por ello que era adversario de todas las ideologías que reniegan de Dios y del destino inmortal del hombre. Estaba por el ser humano y contra toda opresión. Estaba contra todo aquello que, en este momento tan trágico de la Historia, llevaba el nombre de Hitler o de Stalin. Millones de seres humanos sin defensa pagaron con su vida el simple hecho de no estar de acuerdo con los poderosos de turno.
Mons. Stepinac ha tenido el coraje, precisamente en aquel momento, de levantar su voz contra el atropello a los Derechos del Hombre y contra la opresión a los seres humanos.
Pero no son solamente las torturas y las masacres, crímenes contra los Derechos del Hombre. Lo es también toda esclavitud por la cual se burla la dignidad humana. Hablo sinceramente, porque el lenguaje sincero es siempre honesto. Obedezco a la voz de mi conciencia. Todos los pueblos del mundo aguardan no solamente la Proclamación de los Derechos del Hombre, sino también su aplicación efectiva.
Los procesos judiciales se inscriben en la Historia de una manera irremediable. Allá donde se ha juzgado o condenado a hombres íntegros e inocentes, se ha condenado la conciencia. Ese grito de la conciencia no puede ser acallado por falsos rostros, pues sale de la profundidad del ser humano.
El Arzobispo Stepinac no ha tenido méritos para ser, hoy y en público, considerado como criminal. Es él que estaba listo a morir por el hombre y ha mostrado su amor por el hombre. Bien lo saben los numerosos testigos que han sido beneficiados con su ayuda, sus intervenciones y su protección. El no hacía ninguna discriminación, no separaba a los hombres por nacionalidad, ideologías o color de piel. Estaba siempre listo a defender a todos los perseguidos y acudir en su ayuda. Es por ello que tiene el derecho a ser rehabilitado".