Cardenal Stepinac
CARDENAL STEPINAC: Mártir de los Derechos Humanos
M. Landercy
[continuación]

Carta de Juan XXIII al Cardenal Stepinac en ocasión del 25 Aniversario de su Consagración Episcopal

En ocasión de sus 25 años de Episcopado, Juan XXIII hizo llegar al Cardenal Stepinac, Arzobispo "impedido" de Zagreb, que vivía bajo régimen de libertad vigilada en su pueblo natal de Krasic, la siguiente carta:

A Nuestro querido Hijo Aloysius Stepinac, Cardenal de la Santa Iglesia Romana, Arzobispo de Zagreb. Juan XXIII, Papa.

Querido Hijo. Mi saludo y Bendición Apostólica. En el momento en que celebráis el 25 aniversario de vuestra consagración episcopal, querido hijo, pensamos aún más atenta y vivamente en ti, y la caridad exige que para un acontecimiento tan feliz, el consuelo de Nuestras felicitaciones y de Nuestros votos no te falten. Hecho que cumplimos con agrado, en razón de la gran estima que tenemos por vuestras cualidades, vuestra piedad, vuestro vigilante sentido católico, vuestra firmeza inquebrantable.

Tres años después de haber sido consagrado Obispo y nombrado Coadjutor con derecho de sucesión del Arzobispo de Zagreb, fuiste investido con el cargo de pastor de esta sede y bien pronto confirmásteis las esperanzas que habían sido puestas en vos. Vuestro celo y vuestra actividad se manifestaron particularmente en el aumento de la cantidad de parroquias, el amplio desarrollo de la Acción Católica, vuestra misericordiosa solicitud hacia los pobres y desdichados y vuestra valiente y decidida defensa de la doctrina cristiana.

Circunstancias dolorosas os han obligado, lamentablemente, a abandonar vuestras obras y a separaros de los fieles confiados a vuestro amor y a vuestra autoridad, para manteneros en la soledad. Mantened fuerte vuestro corazón, sufrís a causa de vuestra virtud y no por una falta; que de vuestra tristeza nazca una austera alegría, que es mejor ser víctima que causante de una injusticia. Para poner en evidencia los méritos que habéis adquirido por vuestra acción y por vuestros sufrimientos, Pío XII, mi predecesor de bienaventurada memoria, os revistió de insignias de la santa púrpura romana.

En ocasión de vuestro feliz aniversario, pedimos a Dios todopoderoso, eterno, que permite el mal para que de él nazca el mayor bien, que atienda Nuestras súplicas paternales, que por efusión de su misericordia, lo que sembráis aquí participando en la Cruz de Cristo, produzca una abundante cosecha de frutos y de esperanza, y que en medio de vuestras duras pruebas, una fuente secreta de piadosas alegrías mantenga vuestra resolución de merecer altamente la Iglesia.

Deseando de todo corazón que esto se cumpla, Os otorgamos con complacencia de ti, querido hijo, a vuestra Arzobispo Coadjutor, a vuestros Obispos Auxiliares, al clero y a los fieles de la arquidiócesis de Zagreb, la Bendición Apostólica, plena de auxilios celestes.

En Roma, ante el Santo Padre, el 14 de junio de 1959, de Nuestro Pontificado la primera. (s) JOANNES PP XXIII.

En abril de 1959 el Cardenal recibió una carta del Padre Jesuita Grafenauer que le rogaba que aceptara coronar la estatua de Nuestra Señora de Fátima, destinada a Bieljima. La cuestión ya había sido prevista en vida de Pío XII, quien había particularmente autorizado al Cardenal a dar su bendición y coronar a la "Reina de la Paz".

El 31 de mayo, el Cardenal Stepinac celebró la Misa en su habitación ante la estatua de Nuestra Señora de Fátima coronándola. Fue una fiesta modesta, silenciosa, pero única. El Cardenal llevaba la mitra que le habían ofrecido los habitantes de Krasic en ocasión de sus veinte años de Episcopado, y el anillo que le había regalado el Papa Juan XXIII.

El 3 de junio, por la tarde, la estatua fue llevada tan discretamente como había sido traída de Zagreb.

Ultima batalla con las autoridades comunistas

Dos meses antes de su muerte, otro acontecimiento doloroso se impuso al Cardenal Stepinac. Desde principios de 1959, quizás antes, UDBA había sustraído algunas de sus cartas. Su contenido había sido completamente deformado en el sentido que convenía al Gobierno.

Este último continuaba con sus ataques, acusando al cardenal de escribir contra el régimen gubernamental.

Un día de octubre de 1959, 50 agentes de policía rodearon el Seminario de Djakovo requisándolo a fondo. Encontraron allí dos cartas al Cardenal que confiscaron y, al partir, llevaron con ellos al Director Ciril Kos al igual que a sus dos prefectos y a algunos seminaristas.

Al enterarse el Cardenal dijo: "... No se detendrán si Dios mismo no dice `Con eso basta'". En la tarde del 3 de diciembre, el cartero llevó al Cardenal una convocatoria a presentarse en el puesto de policía de Krasic para testimoniar allí en el juicio contra el Director del Seminario de Djakovo y de sus colegas detenidos. El cura anunció la noticia al Cardenal con mucho cuidado, pues temía por su desfalleciente salud. Por otra parte, el Cardenal debía guardar cama. A pesar de todo, Monseñor recibió la noticia con calma y dignidad.

"Gracias a Dios, dijo. Hace mucho tiempo que esperaba la ocasión de llegar hasta el final y decirles una vez más lo que pesa en mi corazón. Ya que me dan la ocasión, voy a decirles todo. Sólo ruego a Dios que me dé la gracia de estar en buen estado y de no dejarme llevar... In Te, Domine, speravi. Dios no va a abandonarme ahora y no cederemos. No puedo ir allí, continuó el Cardenal, pero voy a responderles, voy a decirles porque no iré".

Al día siguiente, el policía de guardia ante la casa, estaba aún más atento que de costumbre para ver cuál sería la actitud del Cardenal, pero este último no salió en absoluto de la casa.

Entonces los policías espiaron cada movimiento del cura, por si este último salía del presbiterio y ver si se enervaba, viéndolos vigilarlo desafiantes. Querían denunciarlo como la habían hecho ya antes.

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