Cardenal Stepinac
CARDENAL STEPINAC: Mártir de los Derechos Humanos
M. Landercy
[continuación]

Los perseguidores y la doctrina de la Iglesia

Para que comprendan mejor las razones de nuestra lucha, citaré también tres o cuatro ejemplos de esta pretendida libertad. En los manuales escolares se afirma, contra toda prueba histórica, que Jesucristo no existió. -Sepan que Jesucristo es Dios! Nosotros estamos listos a morir por El, pero ustedes propagan la tesis de que El ni siquiera existió. Si un educador se atreve a decir lo contrario seguramente perderá su puesto. Lo digo francamente, señor Procurador General, que en tales condiciones no sólo niegan la libertad a la Iglesia, sino que lograrán exterminarla en poco tiempo.

Cristo es la base del cristianismo. Ustedes protegen a los serbios ortodoxos. Pero, les pregunto, "Cómo imaginan a los ortodoxos sin Cristo? Es absurdo. "Cómo imaginan a la Iglesia católica sin Cristo? Es totalmente absurdo. En vuestros manuales se afirma que la Madre de Dios era una mujer de mala vida. "Ignoran que Ella era una santa, tanto para los ortodoxos como para los católicos?

Ustedes afirman oficialmente que el hombre desciende del mono. Esto será así para quienes lo crean. Pero, "cómo se atreven a sostener tal tesis de evolución puramente materialista? Según ustedes, el materialismo es la única vía científica, lo que significa que hay que simplemente borrar a Dios y al cristianismo. Si no existe nada más que la materia, entonces les agradezco su libertad. Uno de vuestros altos funcionarios ha dicho: "No existe ningún hombre en este Estado que no pueda ser conducido ante el Tribunal y juzgado."

Las otras acusaciones nos colocan en el rango de asesinos y amigo de los terroristas. Todos los crímenes cometidos en el Estado Croata Independiente no provenían de los domobranes (soldados regulares) y de los ustachis. No eran tiempos fáciles para la Iglesia. Debía abrirse camino a través de numerosas dificultades. Que nadie piense que yo deseo la guerra. Que el gobierno actual inicie relaciones con la Santa Sede. La Iglesia no conoce dictados, pero tampoco se opone a los acuerdos honestos.

Es una posibilidad. En este caso, los Obispos sabrán cuál es su deber y no será necesario, para citarlos ante la justicia, buscar otros sacerdotes como testigos de cargo, como es mi caso.

El Partido Comunista, mi verdadero acusador

Finalmente, quisiera decir algunas palabras sobre el Partido Comunista que es, en efecto, mi verdadero acusador. Si piensan que hemos tomado nuestra actitud respecto de ellos por causas de intereses de orden material, se equivocan, pues nos hemos mantenido firmes, aún cuando nos han empobrecido. No nos oponemos a que los obreros tengan más derechos en las fábricas, pues este es el espíritu de las Enciclopedias Pontificias. No tenemos nada en contra de las reformas justas, pero que los partidarios del comunismo nos permitan gozar de los mismos derechos que ellos, para propagar y confesar lo que creemos. Los católicos han dado su vida por obtener estos derechos, y continuarán haciéndolo si es necesario.

Para concluir: con buena voluntad podremos entendernos, pero la iniciativa debe venir del gobierno actual. Ni yo, ni el Episcopado somos competentes para entablar negociaciones de principios, esto es asunto de las autoridades gubernamentales y de la Santa Sede. En lo que a mi concierne y en lo que respecta a mi proceso, no tengo necesidad de piedad pues mi conciencia está tranquila."

El International News Service del 4 de octubre de 1946 escribía que el heroísmo y la tranquila modestia del acusado destruían todas las acusaciones mentirosas, pero que, su discurso no había sido publicado en ninguna acta oficial.

El 5 de octubre, 58 testigos de cargo desfilaron ante el acusado en el proceso, todos venían de un territorio alejado de la jurisdicción del Arzobispo. Estos testigos describían el terrorismo de los ustachis en el momento de la conversión obligada de los ortodoxos al catolicismo. Pero cuando en consecuencia, los abogados de la defensa quisieron hacer hablar a sus testigos, el procurador se opuso. Pero Politeo protestó fuertemente, pues además de rechazar a sus testigos, él mismo había podido tomar la palabra en contadas ocasiones. "No es posible escuchar sólo a los testigos de cargo. Eso sería insultar a la verdad". Después de una áspera discusión, el Presidente finalmente aceptó. Pero, en lugar de escuchar a los 35 testigos propuestos, sólo escuchó a siete.

En la sala de espera, todos los que habían venido a testimoniar la inocencia de Mons. Stepinac esperaban en vano, durante horas. Allí estaban el actual Cardenal Franjo Seper, profesores ortodoxos de la Universidad: Julije Budisavljevic, Dragisic y Negovetic, médicos, al igual que el Obispo ortodoxo Emilijan y algunos sacerdotes ortodoxos. Pero ninguno de ellos pudo testimoniar ante el Tribunal...

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