Cardenal Stepinac
CARDENAL STEPINAC: Mártir de los Derechos Humanos
M. Landercy
[continuación]

Delito grave - Capellán del ejército

Me reprochan como delito grave el hecho de haber ejercido el cargo de Capellán del ejército. El presidente del Tribunal me ha preguntado si no consideraba como acto de traición hacia Yugoslavia el hecho de haberme relacionado con el Estado Independiente de Croacia. Ocurre que yo ya era Capellán militar bajo el antiguo régimen yugoeslavo.

Durante los ocho o nueve últimos años, he intentado regular la situación de la Capellanía militar. Pero no pude encontrar una solución definitiva.

Finalmente la situación fue jurídicamente regulada en Yugoslavia, por un Concordato obtenido con dificultad, pero este reglamento no fue efectivizado pues, después de su ratificación en el Parlamento, caducó en las calles de Belgrado.

Hacia fines de la guerra Yugoslavia-Alemania, yo debía procurar ayuda espiritual tanto a los soldados católicos del antiguo ejército yugoeslavo, como a los soldados del Estado Independiente de Croacia, recientemente creado. Pues si un estado se hunde, los soldados permanecen y nosotros estamos obligados a tener en cuenta su situación.

Los derechos del pueblo croata

Por lo tanto, no he sido persona grata ni a los alemanes ni para los ustachis. No he formado parte de los ustachis y no les he prestado juramento como lo han hecho algunos de vuestros funcionarios, aquí presentes. Por plebiscito el pueblo croata se declaró a favor del Estado Croata, y yo no sería nadie si no hubiera sentido latir el pulso de mi pueblo, cuyas condiciones de vida eran las de esclavitud bajo el antiguo régimen yugoeslavo. En efecto, he afirmado que los ascensos en las carreras militares o diplómaticas no eran posibles para los croatas si éstos no cambiaban de religión, o si no se casaban con ortodoxos. Esta era la base y la sustancia de mis sermones y de mis cartas pastorales.

Cuando hablé del derecho del pueblo croata a la libertad y a la independencia, lo hice en concordancia con los principios esenciales de los Aliados señalados en Yalta y en la Carta del Atlántico. Si de acuerdo a tales conclusiones, cada pueblo tiene derecho a su independencia, "Por qué este derecho le sería denegado únicamente al pueblo croata? La Santa Sede ha señalado en múltiples oportunidades que las pequeñas naciones y las minorías nacionales tienen derecho a la libertad. Entonces un Obispo o un Metropolita católico "No tienen derecho a recordarlo? Moriremos, si es necesario, en el cumplimiento de nuestro deber. Si ustedes creen que el pueblo croata está satisfecho de su suerte, o si eventualmente, ustedes le dan otra ocasión de manifestarse, no pondré obstáculos. He respetado y respetaré siempre la voluntad de mi pueblo.

Autoridad legal

Me acusan de ser enemigo del Estado y de las autoridades nacionales. Entonces, les ruego que me digan "quién representaba a la autoridad para mi en 1941? "El golpista Simovic en Belgrado, o los traidores -como ustedes los llaman- en Londres, o los de Jerusalem, o quizás las autoridades de la guerrilla, o finalmente, la autoridad de aquí, de Zagreb? Mejor todavía, en 1943 y 1944, la autoridad "se encontraba en Londres o en la guerrilla? Ustedes representan para mi la autoridad desde el 8 de mayo de 1945.

"Podría yo obedecer a la vez, a ustedes que estaban en la guerrilla y a los que estaban en Zagreb? "Se puede servir a dos patrones a la vez? No es posible, ni católica ni moralmente, pero tampoco es posible de acuerdo con el derecho internacional, ni siquiera tampoco de acuerdo con el derecho humano simplemente. No podemos ignorar la autoridad suprema del Estado, incluso aún cuando ésta emanara de los ustachis, puesto que dicha autoridad se había instalado aquí.

Ustedes tienen derecho a interrogarme sobre mis actos y de juzgar mi responsabilidad, pero sólo a partir del 8 de mayo de 1945.

Ustedes no tienen ninguna prueba de mis actos "terroristas" y, por otra parte, nadie podrá dar fe de lo que ustedes afirman. Si Lisak, Lela Sopijanec y otros venían a verme bajo un falso nombre, o si recibía cartas que apenas podía leer, si es mi delito que la gente viniera a verme, entonces, espero tranquilo vuestro veredicto. Si di un salvoconducto al sacerdote Maric, no tengo nada que reprocharme, mi conciencia está tranquila, pues no tenía ninguna intención de hacer nada contra el Régimen; podría morir con el alma en paz. No tiene ninguna importancia que ustedes me crean o no. El acusado, Arzobispo de Zagreb, sabe no sólo sufrir, sino también, si es necesario, -morir por sus ideas!

Incluso el Presidente del Gobierno, Vl. Bakaric, había dicho al sacerdote Milanovic: "sabemos que detrás de todas estas acciones se encuentra el Arzobispo, pero no tenemos ninguna prueba." Para mi está claro.

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