Cardenal Stepinac
CARDENAL STEPINAC: Mártir de los Derechos Humanos
M. Landercy
[continuación]

Relaciones con la Santa Sede

En ocasión de su audiencia con el Santo Padre en mayo de 1941, Ante Pavelic había pedido al Papa que reconociera al Estado Independiente de Croacia, y que enviara allí a un representante diplomático. El Papa había rechazado este reconocimiento precipitado a causa de la guerra; pero descartada la cuestión política, rindió homenaje a la fidelidad del pueblo croata con la Iglesia y se comprometió a enviar, en principio, un Visitador Apostólico. El Santo Padre previnó a Mons. Stepinac de esta visita a fin de que él tomara sus recaudos para recibir a su enviado. Así, en agosto de 1941, el Abate benedictino de Monte Vergine, Italia, Dn. Giuseppe Ramiro Marcone, legado del Papa, y su secretario Dn. Masucci, llegaron a Zagreb. Mons. Stepinac señaló en sus notas que hubo en esto por parte de la Santa Sede un reconocimiento" de facto" del Estado Independiente de Croacia pero no aún un reconocimiento "de jure" (11). Los enviados del Papa Pío XII ayudaban a los católicos informándose, aconsejando y diciendo la verdad con claridad.

Dn. Masucci tenía al día su horario, testimoniaba allí su amor sincero por el pueblo croata y su profunda sorpresa ante la generosidad y el sentido religioso del mismo. Pero la situación política continuaba siendo compleja. El legado del Papa, Dn. Marcone, no regresó a Roma hasta julio de 1945. Dn. Masucci abandonó Zagreb el 20 de marzo de 1946. Al concluir sus anotaciones de viaje, escribió: "ˇZagreb! ˇMi campo de batalla! ˇAdiós o hasta luego ciudad desgraciada!".

En los archivos del Vaticano están depositados todos los informes y documentos concernientes a este período. Consultándolos, se descubre que los hechos y los gestos del Arzobispo Stepinac aparecen con una luminosidad particular (12). Herido en lo interior y en lo exterior, el pueblo croata se ahogaba bajo la presión de una guerra cuya salida aún era desconocida. El malestar era general.

Monseñor Stepinac, defensor de los derechos del hombre

En este período Mons. Stepinac, profundizando su vida espiritual y potenciando su fuerza en las verdades de la Fe, observaba los acontecimientos a la luz de Dios y evitaba cualquier toma de posición política. Un sacerdote que había estado con Aloysius Stepinac en la Universidad Gregoriana de Roma, escribió que consideraba a Stepinac como un hombre de gran entereza, de una vital y profunda fe en Dios, alma de su vida y su trabajo de pastor, al igual que de sus luchas por la defensa de los derechos de Dios. Dios otorgó su luz a Stepinac para permitirle ver, descubrir las intenciones de los enemigos de la Iglesia. Sin ser polémico por naturaleza, lo fue por necesidad. Su carácter y comportamientos eran enérgicos. Vivía la fe católica, o mejor, la fe era su vida. La fe lo iluminaba y le permitía distinguir la verdad del error. Además, su gran modestia contribuía a inspirar sus reacciones en el engranaje de una Croacia sojuzgada y humillada.

En uno de sus discursos, en 1939, en ocasión de la inauguración del hogar: "Gospodarska sloga" en Zagreb, remarcó: "Cristo... sabía bien, frente a todas las acusaciones, que más allá de los bienes materiales que dividen a la gente, existen valores más preciosos que la unen. Sabía que puesta al servicio de estos valores la muerte misma es más útil que la vida.

Sabía que en lo profundo del alma humana, se oculta una sed de verdad y de bien, la necesidad de apoyarse en alguien, en algo, que como una estrella luminosa, expandió su luz más allá de las agitadas olas de las contradicciones humanas, y en el seno mismo de los desgarramientos y las tempestades de las pasiones excitadas." De acuerdo a los testimonios de sus seres cercanos, Mons. Stepinac no hacía jamás política. En 1941, en el momento en que todos esperaban que los alemanes liberaran Croacia, Mons. Stepinac no estaba en absoluto tranquilo. Afirmaba que no se podía esperar una Croacia libre de una Alemania atea, que había que desconfiar de Hitler cuando prometía una Croacia independiente.

En las Pascuas de 1941 el tema de su sermón fue: "Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, danos la paz". Esta paz que tanto se esperaba, que tanto se deseaba para todo el pueblo croata, esta paz que era su derecho primordial, porque, junto con la libertad es un don de Dios. Durante aquellos años de guerra, los medios de transporte eran inseguros e irregulares, cuando no imposibles, por tanto, las Conferencias Episcopales sólo pudieron llevarse a cabo en tres oportunidades y con un número bastante restringido de Obispos. Lo mismo ocurría con las comunicaciones postales, que eran muy inciertas. Por ello, todas las responsabilidades recaían sobre Mons. Stepinac y sobre sus declaraciones. El era el representante real de la Iglesia católica para Croacia toda. Consciente de esta situación, jamás calló y defendió con ardor los derechos de los hombres, de aquellos que pedían su ayuda.

(11)Cf. Fikreta Jelic- Butic: Ustase i NDH, 2¦ ed. Liber, Zagreb, 1978, pág. 217.

(12) Cf. Capítulo XII: Pedido de intervención en favor de 200 huérfanos judíos.

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