Mateo Martinic: La inmigración croata en Magallanes LA INMIGRACION CROATA EN MAGALLANES
MATEO MARTINIC
p> [continuación]

Vida y actividad de los inmigrantes dálmatas en la primera época. La integración social.

Cuando se produjo el arribo masivo inicial de los dálmatas, la antigua Colonia de Magallanes se hallaba en pleno proceso de expansión económica, en particular la colonización pastoril, y por su influencia la navegación y el comercio. De esta forma para 1890-92 el antiguo establecimiento penal-militar apenas si conservaba reminiscencias de su deplorable y mal afamada condición de antaño. En los comienzos de la década final del siglo XIX el auge era tan vigoroso que literalmente faltaban brazos para tanta actividad y empresa que cotidianamente desarrollaba y promovía el ímpetu pionero. Quienes animaban el proceso eran aquellos habitantes de largo arraigo en Punta Arenas, y lo habían hecho y hacían mediante la inversión de los capitales pequeños o medianos logrados con anterior esfuerzo, a veces asaz rudo. Así habían establecido comercios, adquirido y armado naves; levantado factorías madereras, habilitado empresas mineras y poblado cantidad de estancias ovejeras.

De ese modo entonces, los recién llegados desprovístos de todo recurso que no fuera su vigor físico, su espíritu de laboriosidad y de esfuerzo que se harían proverbiales, pasaron a ser los voluntarios indispensables que virtualmente coparon tanta demanda laboral como la que se registraba sin cesar por aquellos años. Los recios dálmatas fueron desde el primer momento los trabajadores y artesanos apreciados para cien faenas distintas. Entre tantos quienes en el terruño natal habían picado piedras, resultaron ser los mejores albañiles y constructores de los primeros edificios de mampostería que señalarían la novedoso faz urbana de Punta Arenas, que así de modesta aldea mutaba a ciudad. Quienes, a su turno habían nacido y criado entre redes y botes, o fueron los marineros indispensables primero y armadores después de tanta embarcación que se movía incesante en las aguas patagánicas y fueguinas, cuando no los eficientes carpinteros de ribera; o los introductores en los playas del Estrecho de novedosas aunque ancestrales técnicas de pesca artesanal, tarea en que sobresaldría Juan Milosevic (14).

Pero pronto hubo quienes con algún capital producto de su ahorro y dotados de mayor iniciativa y capacidad que otros, dieron comienzo en forma independiente a actividades propias como pequeños empresarios. Tales los casos de Francisco Tomsic y Santiago Jelisei que instalaron ya en 1892 la primera fabrica de ladrillos que existiera en Magallanes, con los que se construyeron los primeros edificios importantes de la antigua colonia. En idéntico rubro se iniciaron Simón Pizzulic y, con más éxito Natalio Foretic, ejemplo éste de creatividad industrial, pues además puso en explotación la primera cantera y estableció el primer horno para la fabricación de cal en Tierra del Fuego (1897). Posteriormente este pionero instaló en 1900 la primera carpintería a vapor que se conocería en el Territorio. Como maestro de obras y constructor, correspondería a Foretic levantar durante más de dos décadas los mayores edificios de mampostería erigidos en Punta Arenas. No menos ejemplar fue el empeño empresarial mercantil de José Covacevich (15), cuyo establecimiento comercial y la variada actividad conexa fueron de surgimiento y afirmación socio-económíco de Porvenir, el primer poblado de la Tierra del Fuego chilena. En el ramo de construcciones y reparaciones navales pronto destacaron Antonio Damianovic, fundador en 1895 del primer varadero del Estrecho; también Juan Violic y Juan Sturiza, ambos de Dubrovnik, quienes trabajarían asociados o entrarían en leal competencia con hábiles maestros italianos como Jerónimo Donatti, Eduardo Doberti y Esteban Garese. Los hermanos Carlos y Daniel Bonacic, originarios de Milna, Brac, en sociedad con Juan Depolo, natural de Dubrovnik, fundaron en 1896 el primer astillero propiamente tal que existió en Magallanes, para la reparación y construcción de las naves y embarcaciones que requería el creciente movimiento marítimo regional y de ultramar. la construcción de embarcaciones, como artesanía calificada, sería uno de los más valiosos aportes fecnóiogicos de los maestros carpinteros de ribera dálmatas. El correspondiente estilo de fábrica naval sería adoptado y generalizado con los años en toda la región magallánica.

Y si entre los inmigrantes hubo quienes fueron cotizados prácticos en artesanías, tales como carpinteros de ribera y expertos labradores en piedra, también hubo algunos profesionales como Magdalena Peric, matrona diplomada, quizás la primera que en tal condición llegó a Punta Arenas y que habría de prestar meritísimo servicio por años; o como Petronila Krzelj y Juana Milostic, también obstetras tituladas en el Instituto Real de Matronas de Zadar. Asimismo el ingeniero mecánico Miguel Subat, quien conjuntamente con Mateo Brncic pondrían en actividad un importante taller hacia 1896-97, el que pocos años después se transformaría en el afamado establecimiento metalúrgico Maestranza y Taller Minerva.

Según avanzaba el tiempo, se fue produciendo la paulatina integración de los inmigrantes a la sociedad que se formaba en Magallanes. Siendo abrumadoramente masculino el contingente croata y dotado de una fuerte voluntad de arraigo, no tardaron en producirse los primeros matrimonios. Para ello algunos hicieron venir a sus novias desde la patria lejano o tomaron por esposas a las paisanas que fueron llegando en creciente número. Otros mozos dálmatas se unieron con mujeres inmigrantes europeas de distinta raza o procedentes de otras naciones americanos, o, en forma mayoritaria, casándose con chilenas expresando de tal manera una voluntad de nupcialidad interracial creciente y no común a otras razas inmigrantes europeas, a lo menos en el período inicial, lo que tipifica desde el comienzo la vinculacíón racial croata-chilena. Para ejemplarizar cabalmente lo expresado, señalamos que de 45 matrimonios registrados entre 1890 y 1900, el 48% de los varones croatas se unió con mujeres de la misma raza; el 37,7% con chilenas; el 6,6% con europeas no eslavas y el mismo porcentaje con americanas no chilenas.

Los hogares así formados constituyeron el medio más eficaz para una incorporación cada vez más intensa al grupo social, que bajo el común denominador nacional se iba plasmando por fusión multirracial al amparo protector y democrático de las leyes, autoridades e instituciones chilenas. Los inmigrantes croatas, gentes sencillas, aunque rústicas en su mayor proporción, amistosas y de sobrio vivir no tardaron en encontrar una favorable acogida en la comunidad, distinguiéndose desde un principio por sus condiciones de respetabilidad, espíritu de solidaridad y de servicio, conforme sus ancestrales tradiciones. Apreciados desde el primer momento como trabajadores rendidores y sufridos, los dálmatas fueron también sumisos, sin ser serviles, y manifestaron un alto sentido de la dignidad del trabajo manual y siempre defendieron los derechos que del mismo emanan. Solidarios y con nato sentido cristiano de justicia, integrarían más tarde las filas del inicial movimiento obrerista magallánico, organizado para reinvindicar mejoras sociales y laborales y en el que se mantendrían mientras fue responsablemente dirigido.

(14) Aproximadamente el 20% de los inmigrantes croatas que fallecieron entre 1895 y 190O tenian como profesión la de marino.

(15) En la grafía de este apellido seguimos la forma chilenizada que este pionero utilizó desde un comienzo y la han mantenido sus descendientes. Fue cosa común por la época y hasta bien entrado el siglo XX la transformación de la letra "C" acentuada también por "Z" o "S", entre otras mutaciones. Ello para facilitar la pronunciación o, casi siempre, por error de escritura en el Registro Civil.

INDICE| HOME

Edición electrónica: Studia Croatica, 1998
______________________________________
Studia Croatica Studia Croatica Blog Croatian Culture Hrvatska Kultura Videos by Studia Croatica Studia Croatica - Facebook Studia Croatica - Twitter www.croacia.com.ar Adriana Smajic Glagol Press