Mateo Martinic: La inmigración croata en Magallanes LA INMIGRACION CROATA EN MAGALLANES
MATEO MARTINIC
[continuación]

Con la avalancha de buscadores la población de las islas fue creciendo, Si en 1890 los mineros eran estimados en 300, para mediados de 1891 la cuenta los hacía subir a 500 y en 1893 ya alcanzaban al millar, siendo croatas entre los dos tercios y los tres cuartos de dicho total. Tan crecido número faenó principalmente en la rica isla Lennox, pero también se desparramó por las costas de Nueva, de Picton y por las partes oriental y sur de Navarino; además por el Falso Cabo de Hornos y otros lugares del inhóspito Sur de la isla Hoste y por las distintas islas del archipiélago del Cabo de Hornos. Y a los inmigrantes se les vio animando no solamente la prospección minera, sino también la navegación, pues varios de ellos emplearon las primeras ganancias en la adquisición de embarcaciones veleras que destinaron al tráfico de cabotaje entre Punta Arenas y las islas del Sur del Beagie, materia de un provechoso comercio. Así lo hicieron Trebotic, Bilus, Foretic y Zurac, ya mencionados, y también Andrés Svilicic, Antonio Milicic, Marcos Pivcevic, Juan Caglevic y el experimentado capitán que era Pedro Zambelic.

La febril actividad de exploración y extracción aurífera vino a ceder en ímpetu hacia 1893-94, cuando comenzó a manifestarse el agotamiento de los placeres aluviales. Para entonces los mineros habían conseguido extraer no menos de dos toneladas de oro, según los documentos oficiales de la época. Con la declinación consiguiente de la minería del oro hubo de producirse el alejamiento de los buscadores, habiendo quedado no pocos sepultados para siempre en solitarias playas, víctimas de su arrojo o codicia. Pero si se había extraído hasta agotarlo virtualmente al oro milenario, los afanosos buscadores habían realizado con todo una tarea más trascendente que quedaría como legado histórico para la nación chilena. Ellos, como los navegantes del archipiélago austral, habían contribuido a expandir y afirmar la presencia y la soberanía de la República a lo largo y ancho del vasto e intrincado conjunto insular situado en el confín americano (11).

Los que se quedaron

Al producirse el retorno desde las islas del Sur muchos de los aventureros que habían llegado atraídos por el relumbrón del oro sudfueguino, reemigraron con su cosecha abundante o magra hacia el Norte chileno, Buenos Aires o Europa. De tal suerte entonces, la emigración croata en Magallanes daría comienzo a una nueva etapa histórica: la del arraigo definitivo de aquellos que libremente optaron por quedarse junto a las riberas del estrecho de Magallanes. Del importante contingente en gran mayoría dálmata arribado principalmente entre 1890 y 1892, hubo de permanecer la mitad aproximadamente en el Territorio. De ese modo el Censo Nacional de Población de 1895 señalaría sólo la presencia de 359 súbditos austrohúngaros, de ellos 184 residentes en Punta Arenas y el resto en Tierra del Fuego, ocupado mayoritariamente en actividades mineras en los lavaderos vecinos a Porvenir. El descubrimiento de los placeres australes había permitido y permitía por entonces divulgar en medida apreciable el conocimiento de la región magallánica en los sitios de concentración de inmigrantes europeos, como ocurriera con Buenos Aires y Montevideo. De tal manera, la fama superviviría al oro para mostrar un territorio que a pesar de su meridional situación, ofrecía posibilidades ciertas de trabajo y prosperidad. Tal noción sirvió para estimular la marcha de nuevos inmigrantes hacia las costas de Magallanes. Entre cuantos pasaron de las Islas Australes a Punta Arenas para radicarse, cabe nombrar a Natalio Foretic, Mariano Bilus, Francisco Tomsic y muchísimos otros que emplearían la riqueza cosechada fatigosamente, en la creación de nuevas actividades de desarrollo económico y progreso social. De cuantos, a su tiempo, arribaron al puerto del Estrecho sin pasar por los placeres del Sur, se contaron José Covacevich, Francisco Brzovic, Esteban Covacic, Antonio Tafra y Mateo Stanic entre tantos, quienes se transformaron a poco andar en los pioneros impulsores del surgimiento del nuevo pueblo de Porvenir y su zona aledaña, en la Tierra del Fuego.

(11) El día 6 de diciembre de 1978 se inauguró en Caleta Lennox, de la isla homónima, un monolito recordatorio de la presencia de los mineros dálmatas, como parte de los actos conmemorativos del centenario de la inmigracíón.

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Edición electrónica: Studia Croatica, 1998
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