18. Hermanos y hermanas! Todo esto nos
estimula para que con el entusiasmo
especial aprovechemos la oportunidad y
acepetemos la invitación que nos
ofrece el centenario del nacimiento del Siervo
de Díos Aloysius Stepinac. Este
año debe
ser, también, el año
solemne y el año de
menores o mayores reuniones de fieles.
Pero sobre todo, este aniversario, en la
vigilia de la beatificación
debemos
vivirla como un desafío para
conocer
mejor su vida ejemplar de las grandes
verdades religiosas para cuales l
vivió
y de las cuales se inspiraban. Estas
verdades tienen que ser hoy para nosotros
ejemplo de vivir de manera nueva nuestra
fe en el ámbito de nuestra
vocación y de
nuestra realidad. Y como he dicho el 10
de febrero de este año en la
catedral de
Zagreb "la figura del Cardenal Aloysius
Stepinac sigue siendo el testimonio de un
periodo histórico". El es el signo
del tiempo. El es el guía del camino
de la
salvación y el faro para la
Iglesia del
pueblo croata. El es el bastón de
nuestra
fidelidad a Dios y a la Iglesia
católica
encabezada por el Santo Padre. l es el
ejemplo y la fuerza del patriotismo y del
amor hacia nuestro prójimo. l es
la
inspiración y el ejemplo de un
amor
directo por su pueblo, y leal al respeto
de los derechos de cada persona humana."
(48)
La renovación espiritual del
arzobispado
de Zagreb, y de toda la Iglesia del
pueblo croata, es la misma que nuestro
Siervo de Dios deseó y para la
cual
trabajaba y sufría, siendo
éste hoy
nuestro deber, siempre viejo y siempre
nuevo. Basta simplemente leer
biografías
de Aloysius Stepinac y los estudios sobre
él para encontrar los grandes
temas
pastorales de la renovación de
nuestra
Iglesia. l nos invita a profundizar
nuestro sentido de Iglesia y del papel en
nuestros días, de una justa
relación
entre la Iglesia y la sociedad
contemporánea. Stepinac
sentía la
necesidad de mejorar la
cooperación entre
sacerdotes y los fieles laicos en la
renovación de la sociedad croata,
y
ardientemente promovía cada
aspecto de la
vida consagrada y dedicada a Dios. Desde
lo
más profundo de su corazón
deseó la
renovación del matrimonio y de la
familia, así como la
educación humana y
cristiana de los jóvenes, en la
sociedad
que valora el hombre y su vida
según los
principos de la moral cristiana. En
nuestros días, como en tiempos del
Cardenal Stepinac, tenemos que tomar
parte activa en el trabajo de la
Cáritas
de Croacia, en todos los aspectos, dando
énfasis a la justicia social en
general.
Siendo a la vez nuestro deber la
utilización de la prensa y las
publicaciones católicas para la
promoción
de la nueva evangelización en
todos los
medios de comunicación social. En
las actuales circunstancias tenemos que
adaptar y vivir el testamento de Stepinac
sobre el perdón y la
reconciliación, el
deber dirigido a la Iglesia de Zagreb por
el Santo Padre en su inolvidable homilia
el 11 de septiembre de 1994. La
decisión
vital de Stepinac de quedarse
aquí, en
Croacia, nos invita hoy en día a
tratar de iniciar, sin retórica pero con
toda la serenidad, varios pensamientos sobre la
existencia del pueblo croata. Si
aceptamos los desafíos de los cien
años
del nacimiento de Stepinac no solamente
de celebración sino también
del trabajo,
Díos nos inspiró con muchos
nuevos pensamientos y decisiones, dignos de
nuestro respeto y responsibilidad a su
persona y su herencia.
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