Arzobispo de Zagreb
19. Al final de esta primera carta pastoral dirigida a vosotros queridos sacerdotes y fieles del arzobispado de Zagreb, y a todos los que veneran el Cardenal Aloysius Stepinac, deseo destacar dos mensajes especiales de nuestro Siervo de Díos: el mensaje de la conciencia y la esperanza cristiana.
"Nuestra conciencia es limpia y tranquila". Colocando su conciencia como testigo Stepinac aparece para nosotros y a las generaciones futuras como Tomás Moro de nuestro tiempo y como el hombre de todos los tiempos, como el gran predicador y maestro, el gran educador de la conciencia cristiana de todos los hombres, y especialmente de los fieles de su arzobispado de Zagreb. La conciencia es, como enseña el Concilio de Vaticano II "el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquella.... La fidelidad a esta conciencia une a los cristianos con los demás hombres para buscar la verdad y resolver con acierto los numerosos preblemas morales que se presentan al individuo y a la sociedad. Y por eso £>cuanto mayor es el predominio de la recta conciencia, tanto mayor seguridad tienen las personas y las sociedades para apartarse del ciego capricho y para someterse a las normas objetivas de la moralidad." (GS 16) Es el punto del cual cada renovación espiritual y ética tiene que empezar. La renovación depende en su comienzo y en su continuacién de esa renovacién fundamental de la conciencia de cada uno. A esto nos invita, sobre todo, el centenario del nacimiento del Siervo de Dios Aloysius Stepinac.
20. Además, estamos en el segundo año de las más directas preparaciones para el gran Jubileo de Jesús, en el año del Espiritu Santo. Este año el Santo Padre Ilama a todos los fieles "a redescubrir la virtud teologal de la esperanza". Esta "actitud fundamental de la esperanza" nos conduce por el camino hacia la meta final, la vida eterna. De otra parte, esta esperanza escatológica "le ofrece a cada hombre motivaciones sólidas y profundas para el esfuerzo cotidiano en la transformación de la realidad para hacerla conforme al proyecto de Dios." (49). Y por cierto esto es el mensaje más claro que nos viene desde el interno de la tumba de Stepinac sobre que está escrita el lema episcopal: "-In Te, Domine, speravi! - -En Ti, Señor, he puesto mi esperanza!" Cuando en mayo de 1934 asumió su responsabilidad de obispo, claramente previó el futuro marcado por la cruz. Y en esos momentos de ansiedad desde lo profundo de su fe él firmemente confiaba en Dios. Como Abrahán, creyendo en Dios- esperanza, en esperanza contra toda esperanza (Rom 4,18) iba caminando sin ningún temor por el camino de la vida, a fin de cumplir el deber asignado por Dios. En uno de sus sermones, nos reveló el misterio de su esperanza: "Alguien puede preguntar "sobre qué debe estar fundada nuestra esperanza? Respondió: En la fidelidad a Dios, porque Dios no miente. En la omnipotencia de Dios a quien no se le escapa nada. En la omnipotencia de Dios que está presente todas las circunstancias." (51)
Con esta esperanza cristiana, siendo siempre fieles a Dios, tenemos que asumir nuestra responsabilidad en nuestro tiempo y en nuestra vocación para cumplir el deber dado por Dios a cada hombre, iluminando nuestras conciencias. Por eso quiero repetir las palabras proféticas de nuestro Santo Padre Pablo VI: "-Que Stepinac sea nuestro maestro! Que nos enseñe la confianza y la bondad!" (52)
Queridos hermanos y hermanas!
En preparación para el tercer milenio del nacimiento de Cristo nos guíe la figura del nuestro siervo de Dios el Cardenal Aloysius Stepinac, y por la intercesión de María, la madre del Salvador, a la cual nuestro Siervo de Dios fue profundamente devoto.
Con estos sentimientos imparto a todos mi bendición pastoral.
En Zagreb, en el primer domingo de cuaresma 1 de marzo de 1998
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