BOSNIA Y HERZEGOVINA


Bosnia y Herzegovina

LA CUESTION DE BOSNIA Y LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

IVO BOGDAN

V. CUESTION DE ORIENTE EN EL PENSAMIENTO DE LOS PROCERES CROATAS

Cuestión de Oriente en los tratados de Rachki y de Starcevic

Rachki reacciona como amigo de Strossmayer, muy vinculado éste con las figuras internacionales, particularmente con Gladstone. Rachki también, al igual que los liberales ingleses, se asombra de cómo la diplomacia de las naciones cristianas europeas puede sustentar el imperio islámico turco contra los pueblos cristianos en los Balcanes. Aunque dignatario eclesiástico, no le es molesto que esos pueblos pertenezcan a la Iglesia oriental. Las grandes potencias están equivocadas si, con el fin de mantener el equilibrio europeo, prolongan artificialmente la vida "al enfermo del Bósforo", pues "cuanto más se aplace la solución de la Cuestión de Oriente, peor será para la paz y el orden europeos". El imperio turco no se presta a reformas, "puesto que las reformas prestadas de los Estados cristianos no pueden enraizar en un Estado con principios mahometanos, diametralmente opuestos a los cristianos". El equilibrio europeo no peligrará si se deja a los pueblos balcánicos terminar por sí solos, solidariamente, la obra de la liberación de la dominación turca. Las potencias europeas no deben intervenir sino sólo reconocer el hecho consumado.

Opuestamente a esta confianza en la capacidad de los pueblos balcánicos de resolver solidariamente sus problemas, típica expresión de optimismo liberal de la época, el Dr. Ante Starcevic, si bien exponente de la izquierda liberal y como tal calificado como el Mazzini croata, opina que el Imperio turco era un mal menor que las rivalidades entre las grandes potencias, intrigas e intolerancias entre los cristianos balcánicos. Estos son incapaces de arreglar con cordura sus relaciones mutuas. Enemistados a causa de sus afanes imperialistas, están predestinados a ser presa e instrumento de la expansión rusa. De ahí que el realismo político dicta mantener a Turquía. Si ésta no fuera capaz de emprender reformas sustanciales, entonces su lugar deben ocuparlo pueblos capaces como el croata y el búlgaro (nota 28). Tocante a la cuestión de Bosnia, trátase de una provincia de la parte europea del Imperio turco en la que, a diferencia de otras posesiones otomanas (excepción hecha de Albania), junto a la mayoría cristiana vive un elevado número de musulmanes aborígenes, étnicamente puros croatas. Por eso es mejor que ellos sigan gobernando que entregar Bosnia a la administración de la Austria-Hungría dualista. Pues Starcevic no cree en su capacidad de resolver la cuestión de Bosnia conforme a los postulados del derecho histórico y constitucional croata.

(nota 28) Starcevic niega a la Serbia, reaccionando así ante la negación granserbia de los croatas. Su tesis sostiene que tanto la población de la Serbia moderna y más aún les ortodoxos en Austro-Hungría, que se dicen serbios, son una mezcla étnica de origen muy heterogéneo. Se llaman serbios por enseñarselo así los sacerdotes ortodoxos. El serbio no es un nombre nacional sino religioso. Aunque más tarde se comprobó que la conciencia nacional serbia caló hondo, las teorías de Starcevic en aquel entonces no carecían de todo fundamento científico. En ese entonces el proceso de formación de la conciencia nacional entre los cristianos balcánicos estaba en sus comienzos, y con raz6n podía esperarse que los ortodoxos en Croacia, cuyo origen en su mayoría no es serbio, abrazarían la idea nacional croata. Como sabemos, ocurrió lo contrario como resultado de la influencia de la Iglesia ortodoxa al servicio de la propaganda serbia de acuerdo al programa Nacertar2i je. De ahí la vigorosa reacción del nacionalismo contemporáneo croata contra la Iglesia nacional serbia, reacción de origen político y no confesional.

Como agregado, las provincias croatas divididas en dos partes serían repartidas después de la ocupación en tres distintos territorios administrativos como Polonia. (Así sucedió en efecto).

Las deducciones de dos calificados exponentes de la política croata de aquel tiempo en torno a la Cuestión de Oriente, tan grave e inmensa, reflejan en buena parte las ideas de su época, pues las encontramos en otros autores europeos que abordaron el mismo problema. Desde luego, intuyen con más claridad que los círculos gobernantes de Austro-Hungría, que la monarquía plurinacional de los Habsburgo, -regida por el principio de legitimidad dinástica y sin tener en cuenta el derecho histórico y natural de sus pueblos en la solución de la Cuestión de Oriente-, no puede ser la contrapartida de Rusia. La Rusia zarista fue por cierto, un imperio plurinacional, además de autocrático, pero a los ojos de los cristianos balcánicos y particularmente eslavos, aventajó a Austria por ser potencia ortodoxa y eslava. El prestigio de que gozó Austria en el mundo mucho mayor que él de Rusia, como país adelantado, muy bien administrado, donde regía el imperio de la ley, no imDresionaba tanto a los pueblos balcánicos y, por tanto, no bastó una buena administración en Bosnia si no se supo encarar correctamente el problema nacional en concordancia con el espíritu de la época.

Los croatas del año revolucionario 1848 creyeron, igual que los demás eslavos de Austria, que el Imperio de los Habsburgos era capaz de encontrar en los tiempos nuevos su razón de ser como instrumento de sus pueblos contra la amenaza pangermana y la paneslava, encarnadas en Prusia y Rusia. Tal seria la nueva misión de la comunidad danubiana en beneficio de sus pueblos y de la humanidad. Sin embargo, con la implantación del absolutismo (1849-59) y el dualismo (1868-1918) debilitó la fe de los croatas en el porvenir de la monarquía.

Rachki, todavía partidario del "austroeslavismo", imbuido del optimismo liberal, aun creía en la posibilidad de Austria y en la capacidad de los pueblos sometidos para tomar, una vez liberados, la senda de paz y de progreso por sí solos, sin tutela de grandes potencias. El deber de Austria, potencia occidental más próxima, es no oponerse a su liberación, sino ayudarlos altruisticamente y de ese modo promover su influencia. Y la misión de los croatas consiste en mediar entre los eslavos meridionales, atrasados a causa del dominio turco, y la civilización europea. A tal fin, Zagreb debe convertirse en centro cultural de los sureslavos.

Por ello, Strossmayer y Rachki, al fundar la Academia de Ciencias y Artes en Zagreb la denominan yugoeslava, aunque fue y es una institución cultural croata. En cambio, los serbios fundaron luego instituciones culturales de carácter nacional exclusivamente serbio.

Starcevic, como doctrinario político que analiza fríamente los hechos políticos, tuvo que ver forzosamente por un lado la incapacidad de AustroHungría para enfrentar acertadamente el problema nacional, y por el otro el atraso, el chovinismo e intolerancia de los pueblos balcánicos. Aunque en su juventud fue influido por las ideas de la solidaridad eslava, pregonadas por el movimiento nacional croata en pleno romanticismo europeo, se coloca en la línea de sus adversarios del partido "Croata-húngaro", quienes desde el principio advertían que todo eso "olía a Rusia". Entonces ya era obvio que Rusia aspiraba a realizar sus planes bizantinos y a tal fin utilizaba a la ortodoxia y a los pueblos eslavos en los Balcanes. Obrando así, provoca la reacción de las potencias europeas, obligadas a prolongar la vida al Imperio Turco. Starcevic, no cabe duda, a veces se muestra violento e injusto para con los serbios, y lo hace en primer lugar porque ve en ellos al agente potencial del expansionismo ruso que desconoce el derecho a la vida de los eslavos de cultura occidental y de credo católico.

Lejos del optimismo de Strossmayer y de Rachki -figuras representativas del catolicismo liberal, llevados por el ideal del universalismo-, percibe que el expansionismo es una constante de la política rusa y serbia y que en su interpretación la solidaridad eslava significa el panrusismo y panservismo. Por consiguiente, el movimiento de la solidaridad eslava y sureslava es una ilusión peligrosa, aprovechable a los fines de la expansión rusa y de su sucursal balcánica, Serbia. Starcevic y Kvaternik-llamados dióscuros del Partido del Derecho Constitucional Croata-confían en la ayuda de la Francia de Napoleón III, que apoyaba los anhelos emancipadores de los pueblos de la monarquia plurinacional danubiana, y no en ayuda rusa en la lucha contra las pretensiones pruso-germanas y granmagyares. Desvanecidas esas esperanzas, Starcevic, prosigue en su posición antiaustríaca y antiserbia y cree que Croacia también fará da se.

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Studia Croatica, año 1965
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