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III. "NACERTANIE" O LAS AMBICIONES IMPERIALES SERVIAS
8. Desengaño serbio con Bulgaria
Los autores de Nacertanije no comprendieron del todo, pero vislumbraron
que, tras el fracaso del movimiento panhelenista y la adopción
de la concepción del Estado griego cuasi-nacional -hecho ese
que preocupará seriamente al perspicaz Metternich-, su plan sobre
la restauración del Imperio bizantino bajo la égida de Serbia
era una ilusión. Fundaban sus esperanzas en la posible comunidad
serbio-búlgara, donde Serbia tendría la parte leonina. A la sazón,
los búlgaros fueron rayeh turca muy dócil, afirman con cierto
desprecio los autores de Nacertanije, y Serbia invoca su presunta
primacía en la lucha contra el domino turco. Si no es factible
un nuevo imperio bizantino-serbio, que abarcaría a todos los
cristianos ortodoxos del sureste europeo, entonces debe crearse
un imperio eslavo desde el Mar Negro hasta el Adriático, incluyendo
la conquista de Constantinopla, eso gracias a la favorable ubicación
geográfica de Bulgaria.
Mas también este cálculo resultó erróneo. Los búlgaros
en muchas cosas superan a los serbios y, además, su idea imperial en forma
de Gran Bulgaria tiene por lo menos tanto fundamento histórico
como la idea imperial serbia. De añadidura, Bulgaria está situada
en el Mar Negro, cerca del estuario del Danubio, no lejos de
Constantinopla y de los Estrechos, y reúne muchas condiciones
favorables para conquistar a la "Ciudad imperial" (nombre eslavo
de Constantinopla). De ahí el gran interés ruso por Bulgaria
y su preferencia por ella hasta hoy frente a Serbia. Por ello
ocurrió lo que justamente temieron los autores de Nacertanije.
Los rusos apoyaron tanto la liberación y la ascensión de la Bulgaria
moderna que paralizaron la influencia serbia. Además, hubo serios
conflictos entre Bulgaria y Serbia, dos pueblos por lo demás
afines. En virtud de la Paz de San Stefano debió crearse la Gran
Bulgaria entre el Mar Negro, el Egeo y el Adriático (Valona y
Drac estaban al alcance de la mano tras la ocupación de Macedonia).
Así todas las esperanzas de Serbia a la herencia bizantino-turca
quedaron truncadas. Sucedió algo todavía peor desde el punto
de vista serbio. La diplomacia rusa, como recompensa, consintió
con anterioridad a la Paz de San Stefano que Austria-Hungría
ocupase a Bosnia y Hercegovina.
No obstante, los autores de Nacertanije tenían razón al prever
que las potencias europeas no permitirían la dominación rusa
en los Balcanes. Resultó exacto, además, que Rusia y Austria
no podían concertar el reparto de sus esferas de interés. Las
potencias europeas, reunidas en el Congreso de Berlín, cortaron
el nudo gordiano balcánico al evitar una vez más que el Imperio
turco se desintegrara. Por cierto, la influencia rusa en los
Balcanes no quedó eliminada del todo, pero Austria-Hungría pudo
ocupar a Bosnia-Hercegovina, y su zona de influencia se extendió
a Serbia, que, ampliada algo territorialmente, fue proclamada
estado intedependiente bajo la dinastía de los Obrenovic. Eso,
conforme lo expondremos en adelante, fue una etapa importante
en la expansión del Estado nacional serbio.
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