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I. SIN ENFOQUE CORRECTO DE LA CUESTION DE BOSNIA NO ES POSIBLE
DILUCIDAR LAS RESPONSABILIDADES DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
Apreciación errónea del problema de las nacionalidades de Austro-Hungría
Pese a imprecisiones y oscuridades que envuelven la Cuestión
de Bosnia y sureslava, incrementadas aún más dada la incapacidad
de los círculos oficiales de Viena y Budapest para afrontar los problemas
nacionales
conforme a la realidad y las aspiraciones legítimas de la población
directamente interesada, la agresiva propaganda nacionalista
serbia adquirió el cariz de la lucha por los derechos de los
pueblos pequeños contra un conglomerado multinacional dinástico,
que, en efecto, no supo cumplir, en los tiempos modernos una
misión análoga a la que cumplió durante largo período como dique
a la expansión otomana.
La monarquía danubiana de los Habsburgo se constituyó a principios
del siglo XVI con la finalidad de detener las arremetidas turcas
en la zona de la sociedad accidental, con el apoyo de la Casa
de Austria, cuyo jefe Carlos V fue emperador romano-germánico
y rey de España. Cuando los turcos osmanlíes, asumiendo la herencia
política de Bizancio y estableciendo en el ámbito originario
de la civilización bizantina la Pax Ottomanica, en lugar de circunscribirse
a su papel histórico, se desgastaron en inútiles agresiones contra
la Cristiandad Occidental, la Rusia zarista, formada en este
lapso, asumió la dirección del mundo de la tradición bizantina.
Guiada por la idea de la Tercera Roma, Rusia propendía conscientemente
a expandirse, amenazando, entre otros, a los pueblos danubianos,
blanco durante siglos de los ataques turcos. En la moderna época
nacional la Monarquía danubiana podría cumplir una nueva misión
histórica de defensa de los valores occidentales en la zona expuesta
de Europa Centro-oriental, pero únicamente con la condición de
reestructurarse en una comunidad de naciones libres en lugar
de aferrarse al principio del derecho histórico y de la legitimidad
dinástica. En cambio, Viena y aún más Budapest trataron de suprimir,
para mantener su predominio, los movimientos nacionales de los
pueblos rezagados por el predominio de los austríacos y magiares.
En Austria, país del habla alemana se vigorizaba la lealtad hacia
Alemania unida, y los húngaros concebían su mitad de la monarquía
como su Estado nacional, si bien constituían apenas la mitad
de la población involucrada.
Serbia, respaldada por Rusia, a su vez una monarquía plurinacional
de carácter imperial que no respetaba las libertades políticas
ni nacionales de sus súbditos, esa Serbia que en todo imitaba
el gran modelo ruso, consiguió mistificar a la opinión pública
occidental. A causa de la confusión creada en torno a la cuestión
sureslava, presentada como un problema de liberación y unión
de los croatas, serbios y eslovenos, oprimidos nacionalmente,
las ambiciones desmesuradas de Serbia adquirieron el cariz de
la lucha por un nuevo, moderno y más justo status geográfico
y político en el sureste europeo en una época en que el principio
nacional invalidaba y desvirtuaba la legitimidad dinástica. Caída
la Rusia zarista, y cuando el presidente Wilson afirmó el derecho
de la autodeterminación nacional como uno de los objetivos de
las potencias vencedoras, semejante argumentación y la evolución
en los frentes de batalla desfavorable para Austria-Hungría conducían
directamente al desmembramiento de la Monarquía danubiana.
Tanto más cuanto que durante la crisis provocada por el asesinato
de Sarajevo, no sólo los gobiernos de París y Londres, sino los
órganos influyentes de la opinión pública de las naciones neutrales,
aceptaron la tesis rusoserbia que el famoso punto 6 del llamado
ultimátum austríaco a Serbia era incompatible con la dignidad
nacional e intereses del Reino de Serbia (nota 5).
(nota 5) Sir Edward Grey expresó ese criterio en su carta del 23/7/1914 al sir M. de Bunsen, embajador británico en Viena.Argumentando que las reinvidicaciones de Serbia a costa de Austria-Hungría se fundan en el principio nacional y en el derecho de no ingerencia en los asuntos internos de los países soberanos, muchos aprobaron la actitud de Serbia. Así, en forma indirecta, se tomó buena nota de los conspiradores, organizadores y autores del atentado de Sarajevo y se llegó a sostener que se trataba de un asunto interno de Austria-Hungría, por cuanto los autores fueron, en efecto, sus súbditos. De esa manera el carácter del atentado de Sarajevo fue reducido a un deplorable incidente, aunque el mundo civilizado presentía que ese crimen formaba parte de un plan premeditado del terrorismo político serbio y que los gobiernos de la Entente únicamente por motivos de oportunismo político-la ley suprema en la hora de los choques bélicos- aceptaron la tesis, por ser la más cómoda, de que el atentado fue obra de jóvenes fanáticos revolucionarios, exclusivamente responsables de su acto (nota 6). La opinión culta internacional se limitó a repudiar los métodos, mas no los motivos de los atentadores de Sarajevo.
(nota 6) Cuatro días después del atentado contra el presidente Kennedy, la agencia noticiosa United Press, desmintiendo los rumores según los cuales detrás de Oswald se ocultaban ciertos intereses políticos, corroboró su punto de vista señalando que también el atentado de Sarajevo fue obra de un solo hombre. Ese enfoque erróneo del atentado de Sarajevo por parte de United Press, que tiene a su disposición todas las fuentes de información, demuestra cuán profundo era el impacto de la propaganda que nos ocupa. "Ellos -dice United Press- olvidan que el asesinato más famoso en la Europa moderna fue obra de un solo hombre, perpetrado en 1914 por Gabrilo Princip, sin intención de ponerse a la cabeza de un gobierno. Princip mató al archiduque Francisco Fernando, desatando la primera guerra mundial porque no quería a los austríacos ni húngaros" (Buenos Aires Herald del 26/11/1964). ContinúaPrincipio de Artículo
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