BOSNIA Y HERZEGOVINAINTRODUCCION | |
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Hace 50 años en Sarajevo, capital de Bosnia y Hercegovina,
cayeron víctimas del atentado el archiduque austríaco Francisco
Fernando y su esposa Sofía, condesa de Chotek. El asesinato del
heredero al trono de Francisco José I, emperador de Austria,
rey de Bohemia, Hungría y Croacia, fue obra de un grupo de jóvenes
nacionalistas serbios. Los autores del crimen reconocieron en
el proceso, intachable desde todo punto de vista, 1) que las
armas las recibieron de Serbia, y 2) que se habían organizado
con el propósito de promover, mediante acciones subversivas,
la realización de las pretensiones de Serbia a Bosnia y Hercegovina.
Esas dos provincias, que durante 4 siglos integraban el Imperio
osmanlí, por decisión de las potencias europeas, reunidas en
el Congreso de Berlín ( 1878 ), fueron confiadas en lo administrativo
a Austria-Hungría y en 1908 anexadas por la misma.
En vista de los vínculos obvios de los conjurados con los cómplices
en el Reino de Serbia, no comprobados cabalmente en aquel entonces,
el atentado no era tan solo la secuela de las tensiones políticas
internas dentro de la Monarquía plurinacional danubiana fomentadas
por Serbia de modo que era inevitable una tirantez entre Austria-Hungría
y Serbia, respaldada incondicionalmente por la Rusia zarista.
Esta tirantez diplomática internacional desembocó en la primera
guerra mundial con todas sus horrendas consecuencias, entre las
que figura -según la opinión unánime de historiadores y políticos- la
segunda guerra mundial y en parte las actuales relaciones anormales
de un mundo dividido. El crimen de Sarajevo fue, pues, uno de
los nefastos sucesos históricos que no producen ventajas trascendentales
a los vencedores y si muchísimo mal a todos sin distinción.
Durante las cinco décadas que transcurrieron desde que estalló
la crisis europea y mundial, se ha escrito una gran pila de
libros, estudios y disertaciones sobre los problemas vinculados
con el atentado de Sarajevo, especialmente sobre el problema
de la culpabilidad por la primera guerra mundial, que afectaba
por igual a vencedores y vencidos. Precisamente debido a esos
intereses opuestos, todavía no hay una conclusión unánime respecto
a los acontecimientos fatales de 1914. Las polémicas desatadas
sobre ese tema con motivo del cincuentenario de la primera conflagración
mundial, llaman la atención tanto de los especialistas como de
la opinión pública en general.
Si bien el atentado fue perpetrado en el territorio croata y
sus consecuencias siguen teniendo trágicas consecuencias para
el destino de la nación croata, no queremos tomar parte en tales
discusiones, aportando versiones más o menos ingeniosas sobre
la culpabilidad por la guerra. Este problema será tratado cada
vez con mayor calma y objetividad en la nueva atmósfera de la
colaboración europea y la reconciliación franco-germana. Los
croatas están muy interesados en esos problemas, si bien no fueron
protagonistas de los sucesos referidos. Hasta 1918, Croacia formaba
parte de la Monarquía danubiana, pero sus representantes no pudieron
influir directamente en el desenlace de la crisis internacional,
suscitada por el atentado de Sarajevo. Las grandes decisiones
respecto a la guerra y la paz fueron reservadas a factores constitucionales
fuera de Croacia.
No obstante, según queda dicho, Croacia está sumamente interesada
en que queden establecidos con toda objetividad los importantes
hechos de orden histórico e incluso geográfico, tan falseados
por las propagandas políticas. Así gran parte de la literatura
que se ocupa del desencadenamiento de la primera guerra mundial
toma como hecho incontrovertible que Bosnia y Hercegovina en
el plano histórico y nacional por ser las comarcas serbias debieron
incorporarse a Serbia y no a la Monarquía danubiana. La propaganda
rusa y la serbia trataron presentar a Austria-Hungría como un
conquistador prepotente de la mitad del territorio nacional de
su pequeño vecino balcánico, el reino de Serbia, impidiendo de
esa manera su unificación nacional, el desarrollo económico y
el presunto derecho a la salida al Adriático. Estallada la guerra,
las potencias de la Entente aceptaron oficialmente ese punto
de vista y se consideraron en la obligación de ayudar a Serbia
para, lograda la victoria, "liberar" a Bosnia y Hercegovina.
Desde entonces, y salvo raras excepciones, fue adoptada como
una verdad fundamental en los textos de historia la tesis sobre
el carácter serbio de Bosnia y Hercegovina.
En consonancia con dicha proposición se aprecian los sucesos
previos al atentado de Sarajevo y a la primera guerra mundial.
Una vez aceptada la tesis sobre el rapto de Bosnia, hasta el
atentado de Sarajevo, vale decir la responsabilidad política
y moral de sus autores, inspiradores y cómplices, aparece en
una luz menos negativa. En el mismo sentido se pondera la responsabilidad
política por la resistencia del Reino de Serbia al famoso punto
ó del ultimátum de Austria-Hungría en el que se exigía la investigación
en Serbia con la presencia de sus funcionarios.
Si Bosnia y Hercegovina son comarcas serbias en lo histórico,
étnico y por los sentimientos de su población, entonces Serbia,
aun tomando por establecida su responsabilidad en el atentado,
aparece a pesar de eso ante la opinión mundial, tan sensible
para los derechos de los pueblos pequeños, como un débil David
frente al prepotente Goliat. Los autores, iniciadores y cómplices
del atentado son, por cierto, terroristas, pero se trataría de
unos idealistas nacionalistas revolucionarios que se sacrificaron
para desbaratar los nefandos planes del Heredero al trono de
una poderosa monarquía que amenaza a su pequeña y débil patria,
Serbia.
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