¨Hay alguien que, teniendo en cuenta la trágica situación de entonces, no haya considerado estas modificaciones como el mayor triunfo que podía alcanzarse en esas circunstancias?
En medio de la alianza de varios Estados y de varios pueblos, de millones y millones de hombres que no podían en forma aislada sino sólo asociándose con otros destruir finalmente a Hitler y a sus aliados, la actividad del Arzobispo Stepinac representó una participación sin duda preciosa.
¨Debo citar aún más sermones del Arzobispo? Si éstos son, en efecto, muy familiares a todos los ciudadanos y fueron el principal consuelo de aquellos que tuvieron la desgracia de encontrarse en Zagreb en aquellos tiempos difíciles de la ocupación, el firme sostén de su fortaleza en la resistencia, la bella esperanza en la caída del ustachismo y del fascismo, la esperanza en un provenir mejor. No sólo los fieles concurrían a escuchar sus sermones sino también aquellos que no tenían el hábito de frecuentar la iglesia. Estos sermones eran cuchicheados por todo el pueblo, de boca en boca transmitidos, reproducidos y expandidos por miles y miles de ejemplares en las masas, y así llegaban incluso al territorio liberado por la guerrilla. Pronunciados públicamente, los sermones del Arzobispo se convirtieron en un medio eficaz de propaganda contra los ustachis, una suerte de suplemento de la prensa clandestina de la oposición.
Relaciones con Pavelic
Si examinamos, a la luz de estos numerosos sermones y de la actividad del Arzobispo Stepinac, la acusación, entonces ésta pierde sus principales armas contra el Arzobispo, presentado como colaboracionista, y se desvanece completamente ante la ideología y la actividad anti-ustachista del prelado de Zagreb. ¨Qué puede significar, por ejemplo, su visita a Pavelic y a Kvaternik al comienzo de la ocupación? Nada más que un banal e inevitable gesto de cortesía, uno de estos gestos que los alemanes llaman "Konvenzionnelle Luegen" (mentiras convencionales), sin las cuales el Arzobispo no hubiera tenido jamás la posibilidad de intervenir después para salvar a tanta gente, hacer tanto bien y desplegar durante la ocupación su generosa actividad. Nadie jamás en ningún lugar sacrificaría una acción y una tarea generosas por evitar un acto convencional de cortesía. Vemos como en la actual Conferencia de la Paz estallan conflictos entre los delegados de diferentes Estados, conflictos no sólo de orden ideológico sino también a menudo de carácter personal. Pero si una delegación invita a otra a un banquete, todos los delegados aceptan la invitación y mantienen con sus anfitriones relaciones personales corteses, sin que esto pueda ser interpretado como el fin de sus desacuerdos o como el reconocimiento de la aceptación del punto de vista de sus rivales, o como el renunciamiento de su propio punto de vista. Los mismos hábitos de cortesía se practican en ocasión del envío de notas de protesta por parte de los gobiernos y de sus respectivas respuestas, tal como hemos podido leer en estos últimos tiempos. Estas notas y sus respuestas resaltan desacuerdos o violentas críticas y no obstante ello comienzan y terminan con las tradicionales frases de cordialidad y cortesía. A menudo los hábitos de cortesía no reflejan el verdadero estado de situación. Por esta razón, generalmente no tienen ninguna significación.
Es verdad que el Arzobispo Stepinac se encontró algunas veces con Pavelic pero, descartada la expresión convencional de cortesía, estas visitas tenían como finalidad intervenir en favor de los perseguidos y poner fin a los crímenes. Aquí no se trata entonces de colaboracionismo ni de acción política sino de contra-colaboración.
El Procurador mismo cita en su acta de acusación (pág. 3) al Secretario de Estado de la Santa Sede, Cardenal Maglione, quien en 1942 habría recomendado al Arzobispo Stepinac "establecer relaciones más cordiales y sinceras con las autoridades ustachistas".
En el transcurso del proceso hemos escuchado de parte del supuesto Mariscal y Jefe del Ejército Kvaternik - quien ha sido citado como testigo por el Procurador y no por mí- que el Arzobispo Stepinac era "objeto constante del odio de Pavelic". Este odio era tan grande que Pavelic jamás puso los pies en el Arzobispado, a pesar de que el Procurador ha mencionado ciertos banquetes. Este odio habría determinado también la actitud hostil de los ustachis hacia el Arzobispo. Esta actitud nunca fue un secreto, pues todo el mundo en Zagreb la conocía, y como si fuera poco, ayer algunos testigos nos han aportado más pruebas, sobre todo el Dr. Hren y el Dr. Loncaric, cuya buena fe y cuyos sentimientos anti- ustachistas han sido reconocidos por el Procurador. Estos testigos, que formaban parte del entorno del Arzobispo, nos han revelado muchos detalles sobre el pensamiento y la actividad de éste, detalles que excluyen cualquier intención de apoyo al régimen ustachista y al régimen de ocupación o cualquier tipo de colaboración política con el ocupante y los ustachis.
Hemos recibido información sobre la actitud del Arzobispo, por parte de nuestros aliados, que contradice completamente a la acusación. He sometido al juicio del Tribunal una cierta cantidad de informaciones brindadas por la Radio de Londres en 1942 y 1943, en las cuales se señalaba la posición tomada por el Arzobispo contra los ustachis y en las que podemos constatar la buena impresión causada en Inglaterra por sus discursos.
He entregado también al Tribunal el informe del servicio de propaganda ustachista dirigido al gobierno ustachista, en el que se llama la atención sobre el hecho de que los Aliados explotaban los discursos del Arzobispo contra este gobierno y contra todo el sistema ustachista.
Entre los documentos sometidos al análisis del Tribunal, hay también una carta de Mons. Svetozar Rittig fechada a fines de diciembre de 1942, en la cual Mons. Rittig reconoce la difícil y penosa actividad del Arzobispo, sus sacrificios y sus buenos actos en favor del pueblo, sobre todo en favor de la población del litoral croata. En esta carta Mons. Rittig, al tiempo que manifiesta al Arzobispo sus deseos en ocasión de las navidades, le desea que pueda franquear con éxito las emboscadas de Charybde y Scylla. Mons. Rittig, que estaba bien informado y era partidario del "Movimiento Nacional de Liberación" (NOP) no hubiera escrito esto sino hubiera estado seguro de la corrección patriótica del Arzobispo y de la utilidad de su actividad en favor del pueblo.