Cardenal Stepinac
CARDENAL STEPINAC: Mártir de los Derechos Humanos
M. Landercy
[continuación]

Pío XII afirmaba: "Debemos reconocer y respetar la dignidad humana que nos ha sido dada a todos por Dios". La violación de los derechos del hombre sólo acarrea graves consecuencias; por el contrario la Iglesia Católica defiende los derechos esenciales del hombre. Mons. Stepinac, al hablar con jóvenes universitarios sobre la posición de la Iglesia Católica sobre la teoría nazi de las razas, rechazaba este punto de vista injusto, que se arraiga en pasiones malsanas... De todas formas, decía, con la muerte, todas las diferencias de raza se desvanecen. Una de las reglas de la Iglesia es: "Lo que tú no quieres que te hagan, no lo hagas a tú prójimo".

Elevó su voz en la lucha contra el racismo y el nazismo atacándolos severamente en una predicación el 25 de octubre de 1942. Luego de su prédica, los fieles se acercaron a agradecerle que hubiera logrado tocar el fondo de sus almas hablando de esta forma. El 31 de octubre de 1943, al finalizar la procesión de penitencia, Stepinac elevó su voz contra los atentados a la moral, contra los ataques contra Dios; y habló del mal que se incrusta por todas partes: "Y sin embargo, decía, Ħel alma humana bella y límpida es tan agradable a Dios!. Los pecados reclaman venganza al cielo. No se puede forzar a nadie a actuar según las leyes de Dios, pero cada hombre cuenta con una voluntad libre y responderá algún día por sus actos. La Iglesia invita a la observancia de los diez mandamientos de Dios, a guardar fidelidad con la conciencia en cada acción, pues la conciencia es la voz del Dios vivo. A los padres, a los superiores, y a la patria, les debemos amor, obediencia, y si es necesario, sacrificio. Nuestro prójimo, cualquiera sea su nombre, es el libre hijo de Dios, nuestro hermano en Jesucristo. Por ello debemos respetar sus derechos a la vida, a la propiedad y a la dignidad humana. Este caos terrible que vivimos es un castigo merecido por todos aquellos que desprecian el Evangelio de Cristo. Y si la humanidad no quiere reconocer la autoridad de Dios, seguramente el castigo divino será más severo".

Este sermón que era también una acusación al nacional-socialismo alemán, a su moral de razas, provocó la cólera de los personajes poderosos de Croacia. Se amenazó con la cárcel a Stepinac. Pero éste continuó levantando su voz contra los crímenes de la guerra cada vez que se presentaba la ocasión.

Frente al comunismo

Mucho antes de que Croacia sucumbiera al poder de las ideologías materialistas, Mons. Stepinac había expuesto a los fieles los principios católicos. En agosto de 1940, ya recordaba cómo en el curso de los mil trescientos años del pasado croata, muchos eran los que habían intentado robar al pueblo, sacarle pedacito a pedacito todo el país; pero, agregaba Stepinac, a pesar de todo, los croatas se mantuvieron espiritualmente ricos pues supieron conservar su santa Fe.

"Los principios de la Iglesia Católica no pueden estar de acuerdo con el comunismo. En principio porque el objetivo del comunismo es la destrucción de la religión: quiere arrancar el alma a su Dios; además, la doctrina comunista reduce al hombre a la pobreza de su vida terrenal, pues sin ideales religiosos, el hombre pierde también el sentido de la patria y de la vida. La vida sin Dios es un infierno. Un proverbio del pueblo croata dice: "Si alguien planta calabazas con Satán, las calabazas acabarán por partirse sobre su cabeza". Cristo, el Salvador dijo: No teman a aquellos que matan el cuerpo, pues ellos no pueden matar el alma, pero temed a aquellos que puedan hacer caer el alma y el cuerpo en el infierno".

El 31 de octubre de 1943, el Arzobispo Stepinac expuso en Zagreb la posición de la Iglesia Católica respecto del comunismo: "La Iglesia Católica ha sobrevivido a una gran cantidad de regímenes y de estados. No puede estar de acuerdo con el sistema que quiere sacarle al campesino su tierra, al artesano su casa, al particular su propiedad ganada con el sudor de su frente, al obrero el fruto de su trabajo, y a todos los hombres su alma. No puede estar de acuerdo con el sistema que rechaza la enseñanza del catecismo incluso para los niños pequeños. Pues, si el mundo entero fue hecho por Dios, y lo ha sido, hay que respetarlo en toda la vida pública. El mundo no es el resultado del azar, pues el azar es el dios de los locos".

Para concluir una serie de conferencias espirituales dirigidas a la juventud universitaria, en marzo de 1943, Mons. Stepinac comenzó contando la historia de Diógenes, filósofo griego que caminaba a plena luz del día por Atenas con una linterna y a aquellos que le preguntaban que buscaba, él respondía: "ĦBusco un hombre!". Hasta los más bellos programas se desvanecen si no se sabe bajar humildemente la cabeza ante el Creador del mundo. La responsabilidad de los jóvenes no ha sido nunca tan grande como hoy. La sociedad de antaño conocía al menos el respeto por la familia. La nueva sociedad se adora a sí misma hasta lo repulsivo en lo que ella cae al favorecer las oportunidades de acoplamientos casi animales, carentes de dominio de sí. La sociedad de antaño reconocía al menos un cierto derecho a los hombres, la sociedad moderna sólo conoce la fuerza como fuente única del derecho."

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