Cardenal Stepinac
CARDENAL STEPINAC: Mártir de los Derechos Humanos
M. Landercy
[continuación]

El Buen Pastor

Mons. Stepinac ofrendó su vida como ejemplo. Cuando era estudiante en Roma, ya tenía la intención de entrar en la Orden de los Cartujos. Si no lo hizo, fue porque el Arzobispo Bauer no se lo permitió. Tiempo después, como Arzobispo Coadjutor, entró en la Tercer Orden de San Francisco de Asís, abrazando así la humildad de esta Orden y rogando a San Francisco que lo ayudara a cargar con el duro peso de sus obligaciones pastorales. Esto ocurrió en 1934, en forma pública, ante sus fieles, para dar el ejemplo. Su vida entera se desarrolló bajo el signo de la humildad profunda y de una profunda caridad.

Sostén de las comunidades religiosas

Mons. Stepinac sentía un gran aprecio por las comunidades religiosas en las cuales las personas están completamente consagradas a Dios. Velaba por aquellos que tenían a su cargo la mayor cantidad de iglesias y conventos. Se interesaba también y velaba por el progreso espiritual de los religiosos y religiosas.

A principios de siglo, había en Zagreb sólo un convento de franciscanos y otro de jesuitas. Mons. Bauer había establecido allí, además, cinco conventos de diversas Ordenes o Congregaciones, a los cuales confió cinco nuevas parroquias. Por iniciativa de Mons. Stepinac, este número fue aumentado a trece con cerca de 120 religiosos de los cuales, 20 eran profesores de religión. Esta actividad se extendió también hacia las otras regiones de Croacia.

En las escuelas privadas mantenidas por las Hermanas, se tomó gran cuidado de la formación religiosa del cuerpo docente, dándoles cursos a cargo de profesores de la Facultad de Teología de Zagreb. Stepinac ayudaba financieramente a estas escuelas al igual que a numerosos conventos y monasterios femeninos.

En enero de 1945, viendo la confusa situación política, envió una circular a todas las religiosas, explicándoles cómo reubicarse fuera de los conventos en la vida civil, si las Congregaciones eran disueltas o se suprimían los conventos. Lamentablemente fue lo que ocurrió con numerosos conventos, como consecuencia de la supuesta "liberación" comunista. Pleno de comprensión, como siempre, Mons. Stepinac decía respecto del error humano en el que cualquier hombre puede caer: "Allí donde se construye una casa, hay polvo. También hay polvo cuando se construye una Iglesia. Cuando la gracia de Dios comienza a entrar en el alma, puede encontrar allí errores. Pero esto no debe ser una razón para detenerse, pues no hay en la tierra un hombre tan tonto que no pueda llegar a una sólida pureza de alma y a un alto grado de gracia si él está munido de buena voluntad; quien quiere, puede". A menudo se dirigía a las religiosas para alentarlas. Como consideraba a los conventos contemplativos como oasis de oración y sacrificio que atraen la gracia de Dios sobre todo el pueblo, hizo construir cerca de Zagreb, en Brezovica, un convento para las Carmelitas. Durante todo el tiempo de la construcción, vigiló de cerca los trabajos, poniendo manos a la obra el mismo y bendiciendo los ladrillos. Stepinac solía decir: "Las oraciones son las puertas abiertas por donde Dios otorga su gracia. Si se le cierran las puertas ¿Qué nos queda?"

En abril de 1944, cuando los trabajos estuvieron terminados, el Arzobispo Stepinac, con el rostro radiante, bendijo el nuevo convento. Repetía que la obra de su vida consistía sobre todo en la apertura de nuevas parroquias, y ante todo, de aquellas que le eran particularmente caras: las Carmelitas.

Dio a las Carmelitas una gran estampa en el dorso de la cual había escrito su deseo: que ellas contribuyeran con todas sus fuerzas, a través de sus oraciones, a la renovación religiosa del pueblo croata: "que todos, sacerdotes y fieles, estén plenos del Espíritu de Dios".

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