Stepinac poseía una gran fuerza, tan preciosa y tan necesaria para luchar contra el caos de la vida cotidiana "para resistir" y sobrevivir. Sucedía a veces que al final de sus sermones, los fieles aprobaban y aclamaban a su Arzobispo en voz alta durante la Misa, lo que no era habitual en las iglesias de Croacia.
¿Por qué tenía tanta influencia? ¿Por qué provocaba tanto entusiasmo? Seguramente no se debía a la forma en que predicaba; no tenía ese don particular del orador que puede seducir a las multitudes. Predicaba tranquilamente, a veces severamente, con gran dominio de sí.
Tampoco empleaba grandes frases elegidas, agradables y placenteras al oído. A pesar de esto, tanto los campesinos como los intelectuales degustaban sus palabras, intentando incorporar a sus vidas el buen ejemplo de su pastor. Sus frases eran cálidas pero duras. Sus palabras que eran tan claras como agua de manantial, reflejaban su rectitud y evitaban todo compromiso o ambigüedad frente al Dios vivo. Se lo escuchaba, se percibía en su rostro el reflejo de su vívida y profunda fe, logrando así obtener una respuesta de todos aquellos que lo escuchaban. Sus alocuciones abordaban también temas de actualidad.
A menudo, Mons. Stepinac utilizaba comparaciones y tomaba imágenes de la vida de la naturaleza o de la vida de los campesinos. Por ejemplo la abeja o la mariposa que tienen a su disposición una misma flor, pero que no la aprovechan de la misma manera. Así los hombres que tienen el mismo conocimiento de Dios, no saben utilizarlo de la misma manera. Una horda de animales salvajes le servía de ejemplo de la contradicción humana. El odio entre las personas es como una mala hierba que envenena todo un campo. Un naufragio era la imagen del pecado. Y muchas más. El Arzobispo predicaba también la penitencia en reparación de las impurezas y de la "peste blanca" que es el aborto. Exhortaba a un cambio de vida radical. Consideraba que la crisis moral y material de la gente tenía diferentes causas: la avaricia, el abuso de bebidas alcohólicas, el dinero, la ambición de poder y de honores.
"Las parejas casadas no respetan más los deberes conyugales; se practica el adulterio, no se ocupan de los hijos, en una palabra, se hace cualquier cosa para borrar el nombre de Dios de la faz de la tierra. Se destruyen todos los valores morales. Entonces, no es sorprendente, continuaba Stepinac, que Dios se dirija ahora a las multitudes por el único lenguaje que pueden comprender... ¡el caos sobre la tierra, el horror de la guerra, la destrucción de todo! ¡Este es el fruto de un inmenso egoísmo! ¡Ojalá comprendamos esta advertencia antes de que sea demasiado tarde! Por todas estas razones, la Iglesia católica no puede estar de acuerdo ni con el liberalismo, ni con el marxismo ateo. Es necesario que el proletariado y aquellos que lo explotan vivan en la fe para que la vida mejore."
Mons. Stepinac proclamó al año 1942, año de penitencia, de retorno de la humanidad toda a Dios; la humanidad encontrará entonces la paz, el bienestar y la satisfacción que busca.
Es el camino más rápido y el único a seguir para que Dios ayude a los hombres a utilizar su libertad en pos de una vida mejor.
"Los hombres íntegros no se arrodillan delante del demonio de la mentira", afirmaba el 28 de noviembre de 1940. De todas formas la victoria esta del lado de Dios. Recordaba continuamente a sus fieles el gran valor que tenían los peregrinajes, sobre todo a Marija Bistrica. Justamente, en 1944, durante un peregrinaje de pobladores de Zagreb a este destacado lugar mariano, clamó desde el fondo de su alma, a la Madre de Dios:
"¡Perdónanos! ¡Consuélanos! ¡Ayúdanos!". Mons. Stepinac pasaba gran parte de su tiempo redactando o traduciendo. Durante su detención en Lepoglava, redactó y tradujo 17 vidas de Santos y preparó gran cantidad de predicaciones tanto sobre la vida de los santos como sobre los más variados temas: la Santa Virgen María, San José, homilías sobre el Evangelio... Preparó también esquemas de sermones para que los sacerdotes que no tuvieran demasiado tiempo para prepararlos, los utilizaran.
En 1945, en Krasic, preparo sus sermones inspirándose principalmente en la Biblia, intentando adaptarla al lenguaje de la población campesina del lugar. Sólo lamentaba no haber podido comenzar antes con este trabajo. "¡Qué tesoro oculto!, decía, ¡Qué riqueza! ¡cada palabra, cada nombre tienen tanta significación! ¡Es una fuente inagotable! ¡Qué lástima que tantos adeptos a las sectas deformen y propaguen una mala interpretación de la Biblia!". Ni los malestares, ni las enfermedades le impidieron predicar en Krasic. Hubiera sido necesario, por razones de salud, que paseara más... Amaba tanto estos paseos en media de la naturaleza con la cual comulgaba intensamente. Pero, a menudo prefería quedarse preparando sus sermones, diciendo simplemente: "¡Esto es más importante!"
Dado el gran valor de las predicaciones del Cardenal Stepinac, sería interesante hacer un estudio profundo y meditar sobre ellas. Todos aquellos que lo han escuchado coinciden en declarar que sus predicaciones han tenido gran influencia sobre los fieles a quienes ha marcado profundamente. La fuerza del alma y el optimismo del Cardenal eran contagiosos: su auditorio extraía de allí la fuerza necesaria para sostenerse en medio de la tormentosa vida de aquella época.