Eucaristía
Durante su episcopado, Mons. Stepinac informaba fielmente a los creyentes de todos los Congresos Eucarísticos llevados a cabo tanto en el país como en el extranjero. De esta forma todos podían participar, ya sea por la presencia o la oración. Señalaba la importancia de la fe en la presencia sustancial y real de Cristo en la Eucaristía, fe opuesta al movimiento ateo del mundo moderno.
Los cristianos tienen el deber de testimoniar, con sus acciones, la importancia de la paz en el mundo, pues la locura monstruosa de la guerra mata toda esperanza alrededor del mismo. La eucaristía es el amor de Dios por el hombre, por todos los pueblos quienes, unidos en torno a la mesa del Padre, se hermanan al comer el mismo Pan. A pesar de todas sus obligaciones y sus actividades, Mons. Stepinac estuvo presente en los 14 Congresos Eucarísticos que se llevaron a cabo en el Arzobispado de Zagreb.
Culto a María
Un día, durante su detención, Stepinac dijo: "Dios me ha otorgado una gracia: desde mi infancia, jamás he olvidado mis oraciones a la Santa Virgen. Ha sido Ella quien ha resguardado mi vida en tantas oportunidades, sobre todo en la guerra. ¡De la leche materna mamé mi veneración por la Madre de Dios!." Infinidad de veces participó a pie en peregrinajes marianos a Marija Bistrica, localidad ubicada a 43 Km. de Zagreb. Mezclado entre los peregrinos, la simplicidad de su presencia daba un áurea particular a la senda compartida. Pero a partir de 1935, la perfidia del régimen dictatorial buscó un motivo para poder acusarlo de explotar políticamente estas peregrinaciones. Bastó que durante una peregrinación algunos jóvenes peregrinos llevaran la bandera croata, para que pudieran acusar a Mons. Stepinac. Sin embargo, su situación era clara: la peregrinación era un acto de amor hacia la Madre de Dios; la política no tenía ningún lugar. Pero, desde aquel día, en signo de protesta, las banderas croatas fueron enarboladas en todo el país: el pueblo croata veía en ella el símbolo de sus libertades oprimidas y de su dignidad ultrajada.
Un proyecto era particularmente caro a Mons. Stepinac. En ningún lugar de peregrinaje en Croacia se reunían tantos fieles como en Marija Bistrica, que es la "Lourdes" de Croacia.
Pero el santuario, por su concepción arquitectónica, no podía ni recibir, ni albergar a todos los peregrinos que eran cada vez más numerosos. Era necesario realizar urgentemente trabajos de remodelación. Para empezar, era necesario construir un refugio-dormitorio para 500 personas por lo menos. Era indispensable un nuevo Calvario. Lugar de peregrinaje desde tiempos idos, Marija Bistrica sigue siendo la Capital moral del renacimiento espiritual del pueblo croata. Se construyó, según los deseos de Mons. Stepinac, un magnífico Vía Crucis: él mismo financió la Primera Estación, Vilim y Antonia Heger financiaron la Segunda y las demás fueron financiadas por diferentes ciudades croatas. Los esposos Heger hicieron aún más por Marija Bistrica al fundar colaborando con el Arzobispo el Comité "Nadasve" para el mejoramiento de los lugares de peregrinaje. Al mismo tiempo, Vilim Heger, a pedido del Arzobispo, intervino hábilmente ante las autoridades nazis, salvando a miles de niños judíos y serbios, en el contexto del Caritas de Zagreb.
Además de sus numerosas actividades, Mons, Stepinac tradujo del francés al croata, en 1943, el libro de Andrés Predel "El rosario, como meditación y ruego en voz alta". Su cálido llamado a las familiar a orar reunida respondía a su deseo de ver que la bendición divina "entre por todas las puertas".
En ocasión de las reuniones marianas de mayo y octubre, se veía al Arzobispo en una u otra iglesia de Zagreb, presidiendo el rezo del rosario y haciendo una vibrante alocución. Tiempo después, durante su detención en Krasic, después de la cena, Stepinac preguntaba siempre al Sr. cura: "¿Tiene aún un ratito para rezar el rosario? ¡Nuestra única esperanza está en este ruego!". Stepinac consideraba que si se lograba introducir en las familias la costumbre de rezar un rosario se habría dado un gran paso adelante para la resurrección de las almas. "¡Mi padre oraba cada día junto a todos nosotros. Esto quedó gravado en mi alma!", afirmaba, recomendando orar cuanto fuera posible.
Predicador
Siempre preparaba sus sermones y homilías por escrito. Después de su muerte se encontraron 51 sermones para todos los sábados del año, 31 para el mes de mayo, 49 relativos a las letanías de la Santa Virgen, 11 acerca del "Magnificat", 28 alocuciones relativas a los milagros de Lourdes, además de una gran cantidad de homilías de domingo.
En 1944, en el momento de la Cuaresma, Mons. Stepinac escribió sobre el culto debido a la Santa Virgen. Explicaba allí a los fieles las razones y la forma de rendirle homenaje, pues la Virgen María puede interceder tanto por el bienestar en la tierra como por el bienestar eterno.