Cardenal Stepinac
CARDENAL STEPINAC: Mártir de los Derechos Humanos
M. Landercy
[continuación]

Por su parte, el rey Alejandro que residía en Belgrado, pidió también informes. De tal forma supo que Stepinac había sido voluntario yugoeslavo después de la caída del Imperio Austro-Húngaro. Juzgando que tales informes eran favorables, el rey aceptó su candidatura sin dudar.

Pero, poco tiempo después, retiró su acuerdo sin dar ninguna explicación. El Arzobispo Bauer, quien se recuperaba en ese momento de una grave enfermedad, inquieto por su sucesión, pidió una audiencia al rey. Se trasladó hasta Belgrado. Allí, recordándole su acuerdo y posterior rechazo, dijo simplemente al rey Alejandro: "Nuestro pueblo sabe que cuando se empeña la palabra real, ésta no puede ser retirada". Sin comentarios, el rey aceptó definitivamente la proposición del Arzobispo. Cuando Mons. Bauer pudo finalmente reunir todos los documentos y los acuerdos necesarios, dijo a Aloysius Stepinac: "Ud. será mi coadjutor y sucesor". Stepinac rió pensando que se trataba de una broma. Pero viendo que Mons. Bauer continuaba hablando con seriedad, comprendió que no bromeaba. Stepinac, temeroso ante una tarea tan importante y tan grave, se preguntó si, en razón de su juventud, estaría a la altura del nombramiento. "Hay otros sacerdotes más meritorios..." repondió al Arzobispo. Mons. Bauer le concedió un tiempo de reflexión. Stepinac dedicó todo ese tiempo a meditar y rezar día y noche. Mientras tanto, el Arzobispo Bauer escribió al Santo Padre, rogándole que intentara convencer a Stepinac, quien dudaba en aceptar. La respuesta llegó rápido. El Arzobispo Bauer se la mostró a su candidato. Llegaba a término el período de reflexión. Stepinac aceptó intuyendo ya las atrocidades de la nueva guerra que se preparaba, al igual que las dificultades que ella suscitaría, pero afirmando en su alma toda su confianza en Cristo.

Después, como si nada pasara, continuó humildemente cumpliendo sus deberes cotidianos, esperando la consagración. El Arzobispo Bauer afirmó una vez, en el curso de una conversación, que preveía el advenimiento de tiempos muy duros, pero que estaba seguro de tener en la persona de Stepinac, un hombre de coraje, capaz de conducir la Iglesia en tiempos difíciles.

El 29 de mayo de 1934, un telegrama de Roma nombraba oficialmente a Stepinac Arzobispo Coadjutor de Zagreb con derecho de sucesión. El 31 de mayo, día de la Fiesta de Dios, todos los diarios croatas, impresos el 30, publicaron la noticia.

Recibió felicitaciones de todas partes. La respuesta del nuevo Arzobispo-Coadjutor era simple y siempre la misma: "In Te, Domine Speravi" (En Ti, Señor, está mi esperanza). El Rector del Germanicun, Konstantin Nopell, junto con dos presidentes del Instituto y ciento veintiocho seminaristas, enviaron a Mons. Stepinac una carta de felicitaciones en latín, señalando que ni el Alma Mater "Gregoriana", ni el "Germanicun", habían tenido hasta el presente, en el curso de su larga historia, ningún alumno tan joven que hubiese sido promovido a un rango tan alto en la jerarquía. Así, está escrito en el Libro de los Reyes: Dios eligió a David, el más joven entre todos sus hermanos, para vencer a Goliath y reinar sobre el pueblo de Israel.

La carta recordaba su primera Misa celebrada hacía sólo cuatro años y su posterior partida a Roma el siguiente año. Recordaba también el lema de su ordenación sacerdotal: "Tu eres la luz del mundo". Lo alentaba a no temer el duro peso de la Cruz que lo esperaba, confiando en el Señor que está siempre con quien lo elige: "Estoy contigo". La carta colectiva lo invitaba a no olvidar lo que había hecho imprimir sobre la estampita de su primer Misa: "Qué Dios me guarde de glorificarme de otra cosa que no sea la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo está crucificado por mi y yo, por el mundo" (Gal. 6-14).

En conclusión, la carta deseaba a Mons. Stepinac la gloria y la gracia de la Cruz. En la Fiesta de Dios, aquel 31 de mayo de 1934, el cura de Krasic anunció la novedad en su predicación. A la salida de la Misa, un periodista le preguntó a la madre de Mons. Stepinac: "No es éste el mejor momento de su vida?". La madre, digna y simple a la vez, enjugándose las lágrimas, lamentando que su marido, muerto el 1º de julio de 1933, no hubiera vivido hasta ese glorioso día, comentó: "El me había asegurado que yo vería el momento en que nuestro hijo fuera Obispo".

Luego, contó sobre sus ayunos y ruegos para que su hijo fuera sacerdote. En Zagreb, como en todas partes, se recibió la nominación de Mons. Stepinac con mucha alegría y confianza. Esta confianza estaba bien fundada pues todos conocían al joven sacerdote por su devoción por los pobres, su bondad, su entereza y su fe. Toda la población recibió con particular alegría la novedad. Los artículos de la prensa se regodeaban de la juventud y de la energía vital de Mons. Stepinac que lograba todo lo que se proponía. En aquel tiempo de crisis mundiales, se necesitaba un hombre de su entereza y Fe.

El Arzobispo Bauer llevó a su Coadjutor primero a la ciudad de Duga Resa, donde Stepinac colocó la primera piedra de la nueva Iglesia de San Antonio, luego a Krasic, para que saludara a su madre. Del 1º al 23 de junio, Mons. Stepinac realizó un retiro espiritual de tres días para prepararse para su consagración, su lema episcopal fue: "In Te, Domine Speravi". Quería manifestar así que Dios era el objetivo de todos sus proyectos y sus actos y por otra parte, la fuente de su fuerza. Su escudo estaba compuesto por una Cruz sobre fondo azul, y, a sus flancos, el símbolo de Cristo, Alpha y Omega.

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