Cardenal Stepinac
CARDENAL STEPINAC: Mártir de los Derechos Humanos
M. Landercy
[continuación]

Profundamente sincero, amaba las situaciones claras. Un día, mientras cursaba la escuela primaria en Krasic, su maestro Horvat le encargaba la vigilancia del curso. En un momento determinado y a pesar del griterío de los alumnos, la clase escucha el paso del maestro que se aproximaba.

El pequeño Aloysius había recibido la orden de escribir en el pizarrón el nombre de los alumnos que molestaban. Pero, al ver el temor pintado en las miradas de sus compañeros, borró en el último instante los nombres escritos en la pizarra negra.

A la severa pregunta del maestro: "Quiénes son los culpables del desorden?" Aloysius respondió: "No puedo denunciarlos..."

Mientras Aloysius recibía en su banco el castigo, los restantes alumnos bajaron la cabeza avergonzados. Luego, se acercaron a Aloysius para pedirle perdón. Y los juegos continuaron, pues a Aloysius le gustaba jugar, como a todos los chicos del mundo. En esta época se jugaba preferentemente "a los indios".

Aloysius recibió la Confirmación a los 7 años. Ejerció siempre gran influencia sobre sus hermanos y hermanas: los incitaba a respetar a sus padres, cosa poco común en nuestros días. Su madre, que seguía con gran alegría el sentido religioso de su hijo Aloysius y su profundo respeto hacia la Santa Virgen, esperaba que Dios le diera vocación sacerdotal.

Por esto, y en muestra de piedad, ayunaba, absteniéndose de la carne y comiendo sólo pan y bebiendo agua, tres veces por semana, a pesar de las fatigantes jornadas rurales. Mantenía el ayuno aún los días de fiesta.

Su secreto, el deseo que ella confiaba sólo a la Santa Virgen, era que su hijo se convirtiera en sacerdote.

El joven Aloysius lo supo al regresar de Roma donde había recibido el Sacramento de la Orden. Antes de esto, su madre no quiso hablar sobre el tema para no influenciarlo directamente y permitirle tomar la decisión en total libertad de conciencia. Tiempo después, Aloysius declaró, declinando toda posible influencia en la elección de su vocación: "¡Cuán grande fue el poder de la oración de mi madre! ¡Y su bendición!"

Convertido en obispo reflexionaba sobre su infancia: su madre fue importantísima para él. Al hablar de ella, decía con gran respeto y amor "mi mamá".

Escolaridad en Zagreb

El joven Stepinac entró al liceo de Zagreb en 1909. El liceo era gratuito para las familias de pocos recursos, pero no para las familias acomodadas, como era el caso de Stepinac.

Desde su llegada, el joven se distinguió por un gran sentido de equidad; lejos de crearle problemas, esta actitud le valió rápidamente numerosos simpatizantes.

El juego de bolos era su juego favorito; ganaba siempre, gracias a la fuerza muscular adquirida en el transcurso de una vida sana desarrollada en el campo, vida que exigía a la vez un esfuerzo físico y un dominio de las fuerzas.

De carácter generoso y conciliador, olvidaba facilmente las injusticias que le prodigaba a menudo su mismo medio.

De temperamento modesto, Aloysius Stepinac no pedía nunca nada a nadie. En ocasión de las fiestas religiosas, regresaba a Krasic. Pero nunca volvía con las manos vacías; con sus ahorros, compraba regalitos para sus hermanos y hermanas, aportando otras alegrías además de la de su presencia.

Luego, estalló la guerra de 1914 en todo su horror. El odio estaba presente en todos los sucesos de esta primera guerra mundial.

En 1915, después de haber terminado el segundo curso en el liceo, entró en el seminario de Zagreb. Por su carácter sociable rápidamente se hizo de valiosas amistades que supo conservar más tarde.

La guerra evolucionaba. Era necesario pasar rapidamente los exámenes. Por ello, las pruebas del bachillerato se desarrollaron al mismo tiempo que las de los jóvenes ya incorporados al ejército. Por otra parte, el joven Aloysius, una vez aprobado su examen de madurez, fue obligado a unirse al ejército. Sus amigos bien ubicados efectuaron contactos para evitar que fuera enviado al campo de batalla, pero Aloysius rechazó fervientemente tales procedimientos, respondiéndoles: "Si Dios lo quiere, El me arrancará incluso del infierno".

En el infierno de la Gran Guerra

En los cuarteles, la vida de los jóvenes soldados llegaba a veces a los límites de la debacle, esto disgustaba el joven espíritu de Stepinac. Al escuchar a sus compañeros profiriendo injurias en pleno campo de batalla, no dudaba en calmarlos utilizando aún sus puños, cuando no conseguía hacerlo por la persuasión. De tal forma, ganó la estima de los otros soldados.

Para él, lo esencial, lo más importante era conservar la inocencia de cuerpo y alma.

Todos los domingos, después de la misa que era obligatoria para todos, la mayoría de los oficiales jóvenes se precipitaban a los prostíbulos, mientras que Aloysius saltaba los 561 escalones del célebre Santuario de Nuestra Señora de Trsat. En este lugar de peregrinaje a la Santa Virgen, asistía a otra misa.

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