CROACIA:
MITO Y REALIDAD
C.
Michael McAdams
[continuación]
Los aviadores y la baronesa
El conocer la realidad de lo que sucedió con los aviadores norteamericanos en Croacia durante la Segunda Guerra Mundial demostró ser aún más interesante que descubrir la fuente de la mitología. Entre los años 1973 y 1979, este autor investigó el tema en fuentes primarias y secundarias. Esta investigación produjo una monografía, con el título Allied Prisioners of War in Croatia 1941-1945. Menos de cien aviadores norteamericanos, británicos, rusos, sudafricanos y partisanos estuvieron retenidos por el gobierno croata durante la guerra. El mito de que "docenas" o el 25 por ciento fueron ejecutados, era significativo.
Durante el curso de los años, el autor pudo localizar a diez norteamericanos que fueron prisioneros de guerra en Croacia. Ellos fueron entrevistados y encuestados, así como guardias que los custodiaban, el sacerdote nacido en Estados Unidos que les celebraba la Misa y otros que estuvieron presentes en la mansión propiedad de la baronesa Nikolic que fuera utilizada como campo de prisioneros de guerra, ubicada en las afueras de Zagreb.
Según averiguamos, la propiedad de la calle Pantovcak 203 no tenía rejas. Los visitantes eran bien recibidos, y algunos prisioneros frecuentaban una taberna cercana, hasta que los soldados alemanes comenzaron a ir al mismo establecimiento. Los prisioneros de guerra tenían una radio, con la cual escuchaban la emisora de las fuerzas armadas de Estados Unidos, y el campeón de tenis era Frank Ryan, oriundo de Sommerville, New Jersey. Irónicamente, el mismo lugar fue cercado y bien guardado durante la guerra de 1991-1995 como residencia oficial del Presidente de Croacia.
La baronesa Nikolic consideraba a los aviadores como sus huéspedes y les daba el mejor tratamiento y alimentación disponibles, dadas las condiciones de la guerra, incluyendo una generosa ración de vino. Varios prisioneros trabajaban en los viñedos de la villa y se llevaban registros de todas sus labores, para poder pagarles después de la guerra, como lo establece la Convención de Ginebra. Dado el estado caótico al final de la guerra, a los aviadores se les entregaron cupones en vez de dinero. Un ex-prisionero que fue huésped de honor en la celebración del Día de Croacia en 1979, todavía tenía su cupón y juró que lo iba a cambiar por dinero cuando Croacia fuera independiente.
La Cruz Roja croata proveía con frecuencia a los aviadores de lujos tales como chocolate y cigarrillos, que no estaban disponibles para el soldado croata común. Mientras que los soldados croatas heridos o enfermos no podían esperar más magro abastecimiento en los puestos de primeros auxilios en el frente, los aviadores norteamericanos eran atendidos en los mejores hospitales de Zagreb, y existe evidencia fotográfica de visitas que les efectuaran el entonces jefe de Estado croata, Ante Pavelic, y otros funcionarios.
Edición
electrónica de Studia Croatica, 1998