Croacia: Mito y Realidad

 

CROACIA: MITO Y REALIDAD

C. Michael McAdams

[continuación]

Norteamericanos ayudan a croatas

A comienzos de 1945 se hizo un intento de evacuar a los pilotos norteamericanos de lo que pronto iba a ser una zona de guerra. El general de la Fuerza Aérea Croata Rubcic se ocupó de que doce pilotos norteamericanos fueran instruidos en el uso de aviones croatas, en lo que representaba la última esperanza para la defensa aérea de la capital de Croacia, Zagreb. Después de familiarizarse con la colección de aviones de manufactura alemana, francesa y británica, catorce aviadores norteamericanos y un oficial croata de enlace volaron a Italia. Allí trataron de convencer a las fuerzas estadounidenses de la conveniencia de desembarcar en la costa dálmata y encontrarse con el Ejército Rojo en el río Drina.

En 1943 el teniente coronel Ivan Babic voló en una misión similar a Italia, que estaba ocupada por los norteamericanos, para sugerir a éstos que una invasión así no encontraría ninguna resistencia y que el ejército croata hasta establecería una cabecera de playa para ellos.

El comando norteamericano sabía que la costa dálmata era el punto más débil de Hitler, y que un ataque de ese modo podría lograr dividir a las fuerzas alemanas. Ni los comandantes croatas ni los norteamericanos sabían que Yugoslava había sido designada para que cayera en la órbita soviética. Las fuerzas aliadas continuaron luchando y muriendo a medida que avanzaban hacia arriba por la bota de Italia. Babic, quien trabajaba secretamente para el Partido Campesino Croata, fue enviado a una prisión británica como premio a sus esfuerzos.

Otros norteamericanos ofrecieron sus servicios a los croatas para tratar de salvar a sus tropas de los comunistas. El teniente Edward J. Benkoski, piloto del caza P- 38 "Butch" se unió al inglés Rodney Woodx y el escocés John en un intento de negociar por los croatas en mayo de 1945. Otro oficial norteamericano acompañó a funcionarios croatas en negociaciones en Bleiburg, Austria, al final de la guerra, para evitar que croatas fueran enviados por la fuerza a una muerte segura en Yugoslavia. Fracasaron. El sacerdote nacido en Estados Unidos Theodore Benkovic, que frecuentemente celebraba misa para los aviadores prisioneros, escribió:

"A pesar de los constantes bombardeos estadounidenses, los croatas no odiaban a los norteamericanos porque pensaban, de una forma fatalística que ésos eran necesarios. Vi a mis conciudadanos estar cautivos en Mostar, cómo la gente los trataba bien, ofreciendo frecuentemente a los aviadores norteamericanos los pocos cigarrillos que poseían; vi cómo ellos rogaban que hiciera conocer a mis conciudadanos de su esperanza de liberación por los estadounidenses".

Ninguno de los aviadores entrevistados o encuestados recordó algún caso de maltrato y algunos proveyeron evidencia documenta y fotográfica de relaciones personales muy estrechas con oficiales croatas y con miembros de la Cruz Roja croata. El estudio no pudo encontrar el nombre de ningún prisionero de guerra aliado que haya sido ejecutado, ni encontró alguna "política oficial" de ejecutar aviadores. Algunos aviadores recordaron que se les había advertido, en reuniones previas, que serían ejecutados si fuesen capturados por los croatas. Esa información fue provista por los cetniks de Mihajlovic, a quienes se les pagaba con oro por cada aviador devuelto a los aliados.

En enero de 1966, la baronesa Nikolic visitó Estados Unidos para presenciar la exposición de sus obras de arte. Varios de sus antiguos "prisioneros" le dieron la bienvenida en Cleveland. Uno de ellos, Gene Keck, de Washta (Iowa), viajó 900 millas (1500 km) para verla nuevamente. Según manifestó, "ella es mi segunda madre... Yo era su bebé cuando estábamos en su finca en Zagreb". Frecuentemente, la mitología es diametralmente opuesta a la realidad.

 

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Edición electrónica de Studia Croatica, 1998