Croacia: Mito y Realidad

 

CROACIA: MITO Y REALIDAD

C. Michael McAdams

[continuación]

Además, en Dayton se llegó a otro acuerdo menos difundido, en el que se estableció un período de transición de uno a dos años para transferir las tierras de Croacia que seguían ocupadas por serbios a control civil croata. Debido a que la transición iba a ser supervisada por la única fuerza de la ONU remanente en Croacia, y no por la OTAN como en el caso de Bosnia, se mantuvo en alto nivel la amenaza de una guerra renovada. La población serbia, que había expulsado o asesinado a miles de croatas, y que redujo a escombros la ciudad de Vukovar, no estaba deseosa de que sus vecinos retornaran. Dada la incompetencia previa de las Naciones Unidas y el abierto apoyo a los serbios, la "transición" de dos años podía fallar. Croacia hizo saber a los serbios que estaba dispuesta a trabajar con una mano abierta. Pero, a diferencia de 1991, la mano abierta de Croacia en 1996 estaba apoyada por un poderoso puño en la forma de Ejército croata probado en combate.

La nueva mitología: culpas iguales o inocencia serbia

Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, se estableció un tribunal internacional en La Haya (Países Bajos), para investigar y enjuiciar violaciones, matanzas, actos de esclavitud y crímenes contra la humanidad. Entre los primeros en ser acusados por esos crímenes, en noviembre de 1995, estaban los líderes "serbio-bosnios" Karadzic, Mladic y más de otros cuarenta. En febrero de 1996, otros dos oficiales serbios de alto rango fueron capturados en Bosnia y extraditados. Aún está por verse, mientras esto escribimos, si será acusado el verdadero arquitecto de la guerra y los crímenes, Slobodan Milosevic.

Quizás nunca sea conocida la verdadera magnitud de los crímenes, ya que se hicieron esfuerzos concertados para ocultar evidencias, destruir documentos y enterrar cuerpos. Un total de más de 8500 hombres musulmanes pueden haber sido ejecutados en un solo lugar después de que las fuerzas serbias invadieran y asolaran la llamada "área protegida" por las fuerzas de paz de la ONU, en Srebrenica, en julio de 1995. El número de muertos fue superior al cuarto de millón. Se estima que hubo entre 20 mil y 40 mil violaciones, y en 1996 todavía había miles de prisioneros en campos serbios de concentración o efectuando trabajos forzosos para el ejército serbio.

Pero aún mientras el mundo entero se enteraba de estos crímenes por informes de primera mano que se sucedían uno tras otro, la campaña serbia de desinformación para ocultar los crímenes ya había comenzado. El New York Times la denominó "una guerra en contra de la memoria". Ya en 1993 el periodista texano Peter Brock, escribiendo en el periódico Foreign Policy, lamentaba el injusto tratamiento que los serbios recibían en la prensa. Escribió sobre la "mínimamente dañada Dubrovnik", de las provocaciones musulmanas al ejército serbio y hasta sugirió que los musulmanes se habían bombardeado a sí mismos para ganar la simpatía occidental. En el mismo artículo, el cronista del diario El Paso Herald-Post desechó los trabajos del periodistas como Roy Gutman del Newsweek, John Burns del New York Times, y otros que llegaron a obtener el Premio Pulitzer sobre investigación de las atrocidades serbias.

A comienzos de 1996 el obviamente film propagandístico Vukovar hizo su debut en los Estados Unidos. La película iba a ser mostrada en las Naciones Unidas a fines de 1995, pero fue rechazada debido a su carácter revisionista y a que fue realizada en violación a resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU. El film fue realizado en la Croacia ocupada por los serbios, y violaba varias sanciones de las Naciones Unidas. A pesar de ello, recorrió las salas de cine norteamericanas con su poco sutil mensaje acusando a los croatas de haber comenzado la guerra y acusándolos de ser responsables de la destrucción de Vukovar.

Al mismo tiempo se presentó el film croata Vukovar - The Way Home, que describía la difícil situación de las verdaderas víctimas en esa ciudad, quienes vivían en cajas de embalaje para automóviles, pero atrajo muy poca atención. Mientras críticos de importantes diarios criticaban severamente al film serbio por su carácter de obvia propaganda, un senador de EE.UU. lo calificó como "profético y lírico", llegando a solicitar su urgente exhibición en la Casa Blanca. Además, el diario Los Angeles Times escribió en marzo de 1996 que a pesar del "claro intento del film de ser objetivo, el gobierno croata bloqueó la exhibición en las Naciones Unidas de este valiente y potente film antibelicista".

A pesar de esta mitología, y al contrario de los crímenes del pasado, Serbia no podrá hacer desaparecer esos crímenes: demasiado al respecto ha sido visto por demasiadas personas.

Es un hecho, reconocido por el mundo entero, que Kosovo, Eslovenia, Croacia y Bosnia-Herzegovina fueron las víctimas de la agresión serbia. Un cuarto de millón de muertos, decenas de miles de mujeres y hombres violados, dos millones de personas quedaron sin hogar, centenares de poblaciones, aldeas y ciudades quedaron destruidas. Pero ni un solo tiro se disparó en Serbia; ni un poco de pasto fue torcido; ninguna ventana se rompió allí. Serbia, sin haber sido tocada, se quedó con la mitad de Bosnia, como premio por las violaciones y el pillaje realizados.

Ninguna cantidad de ficción ancestral o nueva mitología podrá hacer nunca que Serbia parezca la víctima o podrá borrar esos crímenes. De esta guerra, el mito no saldrá triunfante sobre la realidad.

 

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Edición electrónica de Studia Croatica, 1998