Mateo Martinic: La inmigración croata en Magallanes LA INMIGRACION CROATA EN MAGALLANES
MATEO MARTINIC
[continuación]

Inmigrantes empeñosos con fibra de pioneros emprenderían al filo de los años 30 la conquista de terrenos marginales de la precordillera oriental, en zonas como la cuenca del río Rubens y sectores interiores del fiordo de Ultima Esperanza, con el afán de incorporarlos a la producción económica, siguiendo la huella del luchador tenaz que era Vicente Kusanovic, cuyos esfuerzos pobladores en la zona del seno Skyring fueron proverbiales. Entre otros cabe mencionar a Esteban Domic, colono en la zona del Rubens, desde los comienzos de la década de 1920. Allí lo sucedió a partir de 1929 Nicolás Mladinic, quien sería el iniciador en su estancia Monte Alto de una actividad forestal, industrial y comercial que ganarla proporciones regionales pasada la mitad del siglo XX, evolucionando progresivamente de primitivo aserradero hasta transformarse en la más moderna y grande factoría maderera de toda la Patagonia. De igual modo merecen mención Antonio Kusanovic Kusanovic, Antonio Kusanovic Jercic y Marcos y Vicente Kusanovic Salamunic cuyo afán incansable hizo surgir estancias groserías y aserraderos, multiplicando el trabajo, la riqueza regional y valorizando terrenos antes improductivos.

Pero donde la laboriosidad croata se hizo definitivamente manifiesta fue en el terreno rural, a partir de 1916-18, sector hasta entonces virtualmente privativo de las grandes compañías ganaderas. Los inmigrantes convertirían en realidad con su esfuerzo meritorio el sueño subdivisionista agrario que agitaría al civismo magallánico por varias décadas.

En efecto, la tenacidad y el eficaz trabajo desarrollado por los agricultores croatas en los campos vecinos a Porvenir hizo de ellos los hombres aptos para acometer el desafío técnico y económico que significaba la subdivisión rural.

Empeñadas, desde los inicios de la década de 1910 especialmente, todas las organizaciones cívicas y sociales, en lucha frontal contra los poderosos intereses ganaderos y en favor de la terminación del gran latifundio fiscal del que usufructuaban las grandes sociedades anónimas, se obtuvo en 1916 el primer fruto con la entrega voluntaria en subarriendo de 33.646 hectáreas de campos en el sector de Boquerón (Tierra del Fuego).

Se formaron entonces 41 unidades que se adjudicaron a otros tantos colonos; de ellas 25 correspondieron a croatas con un total de 21.659 hectáreas. Fue allí donde éstos pasaron a demostrar, a mayor escala, la eficacia de su capacidad agrícola-ganadera. El resultado económico por ellos obtenido, alentó al Gobierno a realizar en 1918 la primera sudivisión predial, sobre la base de los terrenos devueltos por las sociedades, 66.316 hectáreas, divididas en 46 unidades o parcelas.

Los rematantes fueron 42 personas naturales siendo de ellos 19 croatas, quienes subastaron 25 lotes con 34.209 hectáreas.

Así para 1918 de 99.962 hectáreas libradas a la sudivisión rural, 55.868, esto es el 56%, se encontraba en manos de inmigrantes croatas.

Tal sería el terreno real donde estos genuinos pioneros de la pequeña ganadería lanar, otrora mineros, comerciantes, artesanos o campesinos, demostrarían prácticamente el éxito económico de la pequeña explotación agraria como factor índesmentible de progreso social y de desarrollo general, estimulando consecuencialmente, según ellos mismos fueron prosperando, el movimiento subdivisionista.

Desde 1918 hasta 1957 las sucesivas divisiones de terrenos fiscales recuperados al latifundio, verían incorporadas en las consiguientes nuevas explotaciones a cantidad de emprendedores croatas que darían reiteradas pruebas de la laboriosidad de su raza, contribuyendo siempre al adelanto regional (24).

En el terreno ganadero-industrial a partir de la tercera década del siglo la iniciativa y capitales croatas pasaron a participar en modo progresivo en las faenas de beneficio de los excedentes pecuarios. Para mediados de los años 30 esta fase económica de la actividad fundamental de la Provincia de Magallanes era desarrollada por cinco grandes frigoríficas pertenecientes a sendas sociedades anónimas, organizados desde antiguo y vinculados a o dependientes del capitalismo regional, los que concentraban anualmente entre el 80 y el 90% de las faenas. El resto de los excedentes era beneficiado en establecimientos menores - graserías - de los que existían siete para dicha época en la región, perteneciendo cinco de ellos a firmas constituidas por empresarios croatas residentes: Stipicic y Cía., N. Balic y Cía., V. & A. Kusanovic, lvelic y Cía., Antonio Kusanovic y Cía. Estas industrias faenaban a su turno las tres cuartas partes del saldo del ganado beneficiado en Magallanes. Al hacerlo cumplían un rol apreciable en la producción y ocupación fabriles de la región, circunstancia que se mantendría vigente hasta la gran crisis de la industria pecuaria magallánica al iniciarse la segunda postguerra mundial.

La actividad industrial referida, en conjunto con el mediano y principalmente con el pequeño comercio de ramos generales, con la agricultura menor y contadas actividades pequeño-industriales y artesanales (imprentas, panaderías, talleres metalúrgicos) expresarían al promediar el siglo la participación empresarial de la inmigración croata en la economía urbana y suburbana. En lo rural tal participación estaría tipificada en forma fundamental en la pequeña ganadería lanar y en casos singulares en actividades forestales, mineras y de pesquería industrial.

Y tornando a lo social, finalmente, en lo religioso y humanitario, un capítulo honroso en el secular historial eslavo de Magallanes ha sido llenado en favor de la comunidad con la obra meritísima de algunas religiosas y religiosos de origen esloveno.

Estos, que no fueron propiamente inmigrantes, llegaron hasta la región por razón de obediencia y permanecieron por décadas en ellas y algunos hasta su muerte, sirviendo siempre al pueblo, en particular a los necesitados, a la juventud, a los enfermos y ancianos. Ellos también en la medida de sus ocupaciones supieron convivir con sus connacionales, contribuyendo a la conservación y cultivo de la fe religiosa de los antepasados, como a la preservación de valores socio- culturales tradicionales.

Es de toda justicia recordar en esta reseña a sacerdotes como el P. José Malic y P. Martín Marosza, de memorable labor pastoral, aquél en Porvenir y éste en Punta Arenas. También a religiosas de la Congregación de los Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, como las Hermanas Andrina Vozelj y María Camloh, quienes por espacio de casi medio siglo, desde 1936 y 1937 respectivamente y en forma abnegada y silenciosa junto con otras once religiosas, han prestado un valioso, humanitario y sacrificado servicio a los enfermos, los ancianos y los huérfanos en los establecimientos de salud y asilo.

(24) En 1932 la ganadería desarrollada en los terrenos de la subdivisión representaba la existencia de 204.706 cabezas lanares, lo que significaba el 21 % de la masa existente en la isla grande de Tierra del Fuego. De la indicada cantidad el 81 % es 164.618 ovejas pertenecian a pequeños ganaderos croatas.

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Edición electrónica: Studia Croatica, 1998
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