STUDIA CROATICA
Año XLIII, Buenos Aires, 2002,
N° 145
Edición especial dedicada a
Marko Marulić
Marko Marulić, poeta latino y croata, moralista cristiano y humanista europeo
Marko Marulić, cosmopolita y patriota
De la institución de vivir virtuosamente según los ejemplos de los santos
Comentario sobre las inscripciones de los antiguos
De la correspondencia personal de Marko Marulić
Marko Marulić y su epístola al Papa: resonancias históricas de un llamamiento sin eco
El Hercules moralisatus de Marulić: sobre la alegoría en el Diálogo de Hércules
Los Versos de Glasgow de Marulić
Marko Marulić en Studia Croatica
Esta
edición especial de Studia Croatica dedicada a Marko Marulić, se ha
realizado bajo la dirección del dr. Francisco Javier Juez Gálvez, profesor de
la Universidad Complutense, de Madrid. Además de los artículos de su autoría y
de la selección del material, el dr. Juez Gálvez ha traducido los textos del
presente volumen, del latín, croata, italiano y francés.
Francisco Javier Juez Gálvez
EL MUNDO ES VANIDAD
Vanidad de vanidades y todo es vanidad,
Este mundo es sombra y niebla y falsedad.
Marko Marulić
Fruto de una larga preparación,
llega a las manos de los amables lectores de Studia Croatica este número
monográfico consagrado al Padre de la Literatura Croata, Marko Marulić de
Split (1450-1524).
Los años 2000 y 2001 han sido
"años marulianos": la celebración en MM de los 550 años del
nacimiento del gran humanista croata, acaecido el 18 de agosto de 1450, y en
MMI de los quinientos años de su obra croata más notable, la epopeya Judit
(terminada el 2 de abril de 1501) no podían dejar indiferentes a la Redacción
de Studia Croatica, y su director, magister Joza Vrljičak,
gentilmente nos invitó a preparar el presente número, que de alguna manera
cierra el bienio maruliano, editorialmente hablando.
Nos propusimos presentar una
serie de materiales sobre Marko Marulić, pero también de
Marko Marulić, inéditos en español en todo o en parte, que arrojaren luz
sobre la figura, personalidad, obra y repercusión del príncipe de los
humanistas croatas.
El estudio "Marko
Marulić, cosmopolita y patriota", escrito por el poeta y comparatista
croata Ivan Slamnig (1930-2001), publicado por primera vez en 1978 y en
traducción inglesa en 1981, aporta una visión panorámica moderna de la vida y
la obra latina y croata de Marko Marulić.
De
institutione bene vivendi per exempla sanctorum es la obra latina que tuvo mayor difusión y dio fama extraordinaria a su
autor en la Europa de los siglos XVI y XVII, ya desde la vida de Marcus
Marulus Spalatensis. Ya es un clásico el trabajo de Leo Košuta (1922-2001)
"Fortuna e infortunios de un libro de Marko Marulić: De
institutione bene vivendi per exempla sanctorum (Venecia 1507)"; presentado
en un congreso científico en la Sorbona en 1983, publicado en francés en 1986 y
1997 y en inglés en 1999, ahora ve la luz en versión española.
De las obras latinas en prosa de
Marulić destaca por su repercusión, como ya hemos mencionado, la Institución,
de cuya traducción española hay indicios, que no obstante todavía no se han
visto confirmados. Presentamos un fragmento especialmente característico, en
español.
El Evangelistarium, cuya
primera edición conocida se publicó en Venecia en 1516, tuvo también un amplio
eco internacional, como segunda gran obra de Marulić. Como de ella sí
disponemos de edición antigua en español (Madrid 1655), descubierta para la
opinión pública en los fondos de la Biblioteca Nacional de Madrid por el ing.
Karlo Mirth en 1950, reproducimos con su ortografía original su prólogo
íntegro.
Las Quinquaginta parabolae,
obra menor de Marulić, vieron la luz en Venecia en 1510. La edición en
español tiene el privilegio de ser la única traducción vernácula antigua (en
italiano no se publicó hasta 1881, en Génova); apareció en el mismo volumen del
Evangelistario en Madrid en 1655. Aquí presentamos las primeras de esas Cincuenta
parábolas.
In
epigrammata priscorum commentarius es
una de las obras de Marulić que, aún conocidas desde antiguo, todavía no
se ha publicado por entero. El Comentario sobre las inscripciones de los
antiguos, dedicado a su amigo Dmine Papalić, espera su edición
definitiva en el volumen XVII de las obras completas de Marulić que se
preparan en el Centro "Marulianum" del Círculo Literario de Split. En
esta pequeña antología traducimos parte del prólogo dedicatorio y pasajes que
tratan sobre las ruinas de Salonas, la ciudad más importante que fue de Iliria,
y Split.
Para entender algo mejor el
perfil humano de Marulić, en su ambiente familiar, amistoso y personal,
sus cartas son el texto más ilustrativo. En ellas se refleja su trilingüismo
artístico, pero también vital, y de ellas provienen datos que han ayudado a
reconstruir su cursus vital. Traducimos de sus lenguas originales
(latín, italiano, croata) las once epístolas que conocemos, ordenadas
cronológicamente en lo posible, desde su primer texto conocido, la carta
humanística encomiástica a Juraj Šižgorić en latín, que escribió a los 15
o 16 años, hasta las destinadas a sus amigos y a Katarina Obirtić,
compañera de su hermana Bira en el convento.
De muy otra índole es la Epístola
al papa Adriano VI, que presentamos en traducción española completa e
introducida por un breve y espléndido trabajo de Grytzko Mascioni. Escrita y
publicada en Roma en 1522, saca a la luz la desesperación de Marulić ante
la amenaza osmanlí que se cierne sobre su ciudad natal, ante la discordia mutua
de los príncipes cristianos que guerrean entre sí en vez de aliarse frente al
enemigo común.
Un solo texto poético pudo
competir en popularidad con las grandes obras prosaicas: se trata del célebre Carmen
de doctrina Domini nostri Iesu Christi pendentis in Cruce. Incluido por
primera vez como apéndice en la primera edición que conocemos de la
Institución (Venecia 1507), se publicó con este tratado, pero también en
ediciones sueltas, e incorporada a otras obras: por ejemplo, traducida al
español, en el Memorial de la vida cristiana de Fray Luis de Granada
(1504-1588), ya desde su primera edición "ampliada" (Lisboa 1565).
Nosotros lo presentamos en la edición más antigua que hemos podido consultar
(Salamanca 1567).
De las pocas ausencias de
Marulić de su Split natal nos consta que en 1509-1511 se retiró a la isla
de Šolta para evitar los conflictos entre patricios y plebeyos de su ciudad, y
desde allí invita a sus amigos a visitarlo en epístola poética dirigida a
Franjo Božićević-Natalis, que traducimos íntegramente al español.
Cerramos la selección de la
poesía latina de Marulić con la traducción de dos tiradas representativas
de su epopeya bíblico-virgiliana en catorce cantos Dauidias. Escrita en
hexámetros dactílicos, se ignora la causa por la que la Davidíada no se
imprimió ni en vida del autor ni más tarde, hasta su editio princeps de
1954 en Zagreb.
Tampoco está del todo claro por
qué su epopeya croata Judita tuvo que esperar veinte años desde su
terminación en Split en 1501 hasta su publicación en Venecia en 1521, aunque,
quizá como compensación, se reeditó otras dos veces en menos de año y medio. De
la Judit destacan los estudiosos, por el valor estilístico de su prosa
croata, pero también por su contenido de arte poética, la dedicatoria de
Marulić a su padrino Dujam Balistrilić. Presentamos al lector
hispanohablante esa dedicatoria, así como los demás textos introductorios en
prosa, más un pasaje fundamental del libro V de la epopeya de un centenar de
versos, en traducción directa.
Un opúsculo maruliano, el
conocido abreviadamente como Dialogus de Hercule, no pudo verlo
publicado en vida su autor, pues salió de las prensas seis meses después de su
muerte, en junio de 1524, en Venecia. Es un tratadito que ha dado mucho que
hablar y que escribir en los dos últimos decenios, al descubrirse la epístola
dedicatoria a su amigo el obispo Toma Niger, en que Marulić expresa su
admiración por Erasmo de Rotterman. El magister Bratislav Lučin,
director del centro "Marulianum", expone en el extenso y documentado
trabajo que traducimos las vinculaciones de Marulić con los humanistas
italianos y europeos y su actitud ante la disputa entre "paganos" y
"cristianos".
Entre los varios hallazgos de
novedades marulianas en la década de 1990, ha supuesto una revolución
fundamental en la marulología el manuscrito de los "versos de
Glasgow": lo descubrió en Escocia en 1995 Darko Novaković,
responsable de su editio princeps en Colloquia Maruliana en 1997,
y de su primera edición en forma de libro, con traducción, comentario,
bibliografía, índices, estudio... El estudio que traducimos presenta brevemente
la significación de esa colección de poesías desde diversos puntos de vista.
Mirko Novaković, autor de
numerosos estudios marulológicos, es el responsable de la monografía
imprescindible sobre Marulić: Marko Marulić Marul, Zagreb -
Split 1999 (segunda edición muy modificada de Zagreb 1989). De su pluma también
ha salido la primera reseña de la pequeña monografía, primera hasta ahora en
español, sobre el humanista de Split: Marko Marulić (1450-1524),
Madrid 2000. Como la recensión del Prof. Tomasović se ha reeditado en
distintos medios croatas, a veces de forma incompleta e incluso anónima, nos
hemos decidido a incluirla aquí en versión española completa, dado su interés
para el público hispanohablante.
No podíamos dejar fuera de este
volumen un pequeño apunte "metaliterario": Studia Croatica,
como meritoria revista croatística de temas políticos y culturales en español,
se ha hecho eco de diversas conmemoraciones marulianas, ha reseñado
publicaciones importantes, ha publicado diversos estudios sobre la obra del poeta
latino y croata, moralista cristiano y humanista europeo, antes de este número
monográfico. A todo ello dedicamos unas pocas líneas para orientación de los
lectores entre los miles de valiosas páginas de esta revista.
Ivan Slamnig
Una imagen completa y perfecta
de Marko Marulić como artista sería posible si conociéramos exactamente
todo lo que escribió, y todo lo que es indudablemente suyo de cuanto se le atribuye.
Sin embargo, insistir demasiado en ese aspecto no debe impedirnos investigar
sus propias obras como creaciones artísticas. Además, sabemos de un número
considerable de obras significativas que son suyas con certeza. Yo preferiría
destacar lo siguiente: hay que "peinar" las bibliotecas del mundo
para poner en evidencia cuantos más ejemplares se pueda de las obras de
Marulić, pues sus obras impresas están garabateadas de notas que en manos
de los expertos podrían ser interesantes. No sólo las obras latinas, sino
también las croatas fueron conocidas por el mundo, al menos hasta cierto punto;
así, por ejemplo, en la Biblioteca Laurenciana de Florencia se guarda un
manuscrito con algunas obras prosaicas y poéticas de Marulić, descrito por
Carlo Verdiani (el manuscrito procede de bibliotecas inglesas)[1].
En el catálogo de la Carolina Rediviva de Uppsala consta una obra croata
[perdida] de Marulić, unas meditaciones sobre la pasión de Cristo [Venecia
1632][2].
Aunque el asunto sigue abierto,
y crece el interés por el gran poeta, los trabajos clásicos sobre Marulić
aparecidos en estudios específicos y manuales, y en fechas más recientes los
trabajos de Cvito Fisković, Vjekoslav Štefanić, Marin
Franičević, Mirko Usmiani, y de algunos otros autores más jóvenes, nos
permiten hacer un balance de todo lo que sabemos de la vida y la obra del
escritor que coronó el medievo croata y del padre del renacimiento croata.
Cuando nació Marko Marulić
Pečenić (1450-1524), Split llevaba treinta años bajo el poder de la
Serenísima República de Venecia. Hasta 1420 la ciudad pertenecía a la comunidad
estatal húngaro-croata, pero ya antes de 1358, año en que cayó bajo el rey de
Hungría, intentó que los venecianos le reconocieran ciertos derechos reales.
Durante cierto tiempo (1403-1416) Split estuvo bajo la autoridad de Hrvoje
Vukčić-Hrvatinić, duque de Bosnia, bogomilo, para quien se copió
e iluminó en Split u Omiš un precioso misal glagolítico. El poder de los
magnates croatas, súbditos o aliados de los húngaros, debía estar fresco en el
recuerdo de los mayores de la época de Marulić. Todo esto es visible en el
rico vocabulario de Marulić. Las formas štokavianas, de las que está
entretejida el habla čakaviana de Marulić, y que no pueden tener sólo
una artificial justificación por mor de la rima o de la métrica, pues se
encuentran en prosa y en cartas privadas, dan testimonio de su prestigio: esas
formas štokavianas quizá fueran insólitas, pero en modo alguno ridículas. El
prestigio de las formas del dialecto de fuera de casa es germen de la lengua
literaria común; aquí no sólo quiere significar el vínculo con Dubrovnik, sino
también con las hablas bosníacas.
Sabemos bien que en Split
funcionaba en torno de Marulić un círculo de literatos que tenía contacto
con escritores de fuera de la propia ciudad. La reciprocidad y la colaboración
estimularon sin duda a Marko, así como también la existencia de un público
heterogéneo: en parte era docto, en parte travieso, y en buena parte se aburría
piadosamente. Afanándose por contentar a ese público agradecido y variado,
Marulić trabajó en distintas vías, funcionando también en el círculo más
amplio de los latinistas croatas. Sus textos latinos, especialmente el
comentario de la Davidíada, ligados con numerosas pero breves
observaciones sobre poética en sus textos croatas, nos ayudan a llegar hasta
los principios teórico-literarios de Marulić. También nos ayuda en ese
aspecto la lista de obras de su biblioteca, sus lecturas preferentemente
latinas. Es especialmente interesante su doble vida literaria: existe un
paralelismo parcial de sus obras latinas y croatas (por ejemplo, las
meditaciones sobre Cristo en la cruz en diversas variantes), pero existe
también una clara contraposición en el destino y en el fondo.
Las fuentes de datos principales
sobre la vida de Marulić son dos: la biografía panegírica de Franjo
Božićević-Natalis, amigo y admirador del poeta, y el informe sobre
los documentos que se refieren al iniciador del libro croata, publicado por
Cvito Fisković por primera vez en la revista Republika en 1950.
El padre de Marko se llamaba
Nikola, la madre Dobrica (de Albertis); el origen de la familia no está
enteramente comprobado, pero en época de Marko la familia estaba completamente
croatizada. El segundo apellido, Pečenić, es eslavo. Marko era el
hijo mayor, y además tenía cinco hermanos y dos hermanas. Bira (Elvira) estaba
desde chica en un convento. Parece que no gozaba de buena salud. Marko le
dedicó y regaló bastantes escritos croatas suyos, como nos atestigua Natalis.
Sobre los años mozos de Marko se
han formado dos opiniones antitéticas: de un lado se ha conservado el cuento de
que vivió desenfrenadamente, y que frecuentaba a la misma muchacha que su amigo
Papalić, quien murió en este lascivo asunto, y Marko, conmocionado, se convirtió;
mientras que el otro punto de vista sostiene que nuestro poeta vivió desde el
principio más o menos como un ermitaño. El cuento debe de ser inventado, pues
Marko no fue ermitaño, participó activamente en la vida de la ciudad, en
asuntos administrativos relacionados con la administración de la justicia,
tenía su propia pandilla, en la que era bienquisto, se vestía elegantemente, y
debió de tener algunas peripecias "de este mundo", como escribe él
mismo en una carta a Katarina Obirtić: "Nosotros en nuestra juventud
pescamos por la noche, en la oscuridad de este mundo, cegados por el temporal
engaño del deleite y de las vanidades diversas, que están al lado
izquierdo". Después de la muerte de su padre salieron a la luz algunos
fraudes de Nikola Marulić; Marko defendió en el tribunal a su difunto
padre y a la familia, pero perdió al menos un proceso. No hay duda de que la
superficialidad moral del padre hizo que Marko fuera distinto, y como momento
de la conversión Usmiani aduce la muerte de su querido hermano Šimun (1482).
Marko vivió cierto tiempo como ermitaño en Nečujam ("Vallis
Surda"), pero no como monje, pues allí no había monasterio alguno. Tenía
una rica biblioteca, no sólo la lista precisa de libros conservada, donde hay
también libros renacentistas profanos, así como de escritores latinos de
Dalmacia, de Matija Andreis de Trogir, de Nimira, arzobispo de Rab, y de Bona
de Dubrovnik, de manera que Marulo no estaba ligado culturalmente sólo a los
humanistas italianos y a la ciudad de Venecia.
Y cuando Split, después de
resistirse, consiente en entrar en el estado veneciano, los aledaños más
cercanos siguen siendo territorio del estado croata, atacado entre tanto
ininterrumpidamente por los turcos (a los que había invitado precisamente
Hrvoje, antaño duque de Split). Split, como ciudad veneciana, colaboraba
oficialmente con los turcos, a lo que hace amarga alusión Marulić: "A
las solas ciudades, pues, se respeta, todo lo demás está expuesto a saqueo y
rapiñas. Con todo, sin embargo, ese pérfido sin duda se dispone a irrumpir
también en las propias ciudades, y a nuestros señores los venecianos, de los
que ahora se finge amigo, a declararles la guerra abiertamente, habiendo
oprimido los reinos de otros. ¿Pues cómo puede ser amigo de cristiano alguno
quien se opone a Cristo, quien ni en religión, ni en leyes, ni en costumbres
concuerda con nosotros? Ciertamente donde hay tamaña diferencia de cosas, allí
no puede mediar nunca amistad sino fingida" (Epístola al papa Adriano
VI).
Especialmente activo en ayudar a
los príncipes croatas contra los turcos estuvo Toma Niger, el amigo de
Marulić. También los propios llamamientos de Marulić a la lucha
contra los turcos tienen un elemento de patriotismo croata. Los croatas son
para él los principales representantes de la lucha húngara contra los turcos,
de suerte que a los húngaros ni los menciona por su nombre en su Oración
contra los turcos.
La supremacía veneciana
significaba mejores contactos con el ámbito de lengua italiana. Muchos dálmatas
estudiaban en Padua, en tierra firme veneciana, aunque no tenemos confirmación
de que el propio Marulić estuviera allí. Entre sus maestros en Split
estuvo Tideo Acciarini, humanista bastante ilustre. Venecia, que de año en año
tendía a un mayor centralismo, seguramente posibilitaba la rápida adquisición
de textos humanísticos. Y así Split, ciudad bastante pequeña para los conceptos
actuales (se estima que en la época de Marulić, antes de la peste, tenía
unos cinco mil habitantes), participaba en los acontecimientos literarios del
Mediterráneo, ligada al mismo tiempo con los acontecimientos del interior.
Marulić tenía entre sus libros la traducción de Platón de Marsilio Ficino,
llevada a cabo por este eminente humanista italiano en su gabinete de la Villa
de los Médici de las cercanías de Florencia, lo que es el comienzo de la
Academia, y esa popularización de los textos griegos significa el comienzo de
una nueva fase del Renacimiento, que con ello deja de ser sólo una empresa
toscana, y se hace europea, universal. La tendencia a unir el tesoro literario
de la antigüedad con el cristianismo, que había nacido ya a finales de la Edad
Antigua, adquiere ahora un nuevo ímpetu, y la ortodoxia cristiana, enfatizada
ya desde antes, es de especial actualidad precisamente en Split por el ataque del
Islam, y quizá aún más por la vecina apostasía en el marco del propio
cristianismo: el germen de las ideas reformadoras posteriores se encuentra en
la vecina Bosnia, el propio duque de Split fue patareno, y seguramente también
al menos algunos de sus representantes en la propia ciudad. Esto deja huella
visible en la obra de Marko: "Irritado hacías que a tu pueblo / bajo el
poder lo pusiera la mano patarena; / el manso pueblo, pues, a ti rogaba, / y tu
diestra fuerte lo liberaba" (Oración contra los turcos). En Carnaval
y Cuaresma dice que bajo el señorío de la Cuaresma "no tiene sitio el
cisma", y en la carta a Katarina Obirtić, que es sumamente
interesante, menciona el poluvirstvo ('herejía') local, y dice:
"sino porque me admiro de que entre nosotros se encuentran otros herejes,
gente sin juicio, cegada en sus mientes para peligro suyo". Los textos
religiosos de Marulić están estimulados por la cercanía del bogomilismo,
quizá también de la ortodoxia, y sus libros latinos alcanzan especial éxito
universal por el aumento general del interés por las obras ortodoxas católicas
por causa de la reforma: Lutero entra en escena con sus tesis en 1517.
Fama universal aportaron a
Marulić ante todo dos de sus obras latinas: De institutione bene
vivendi (La institución de vivir virtuosamente, Venecia 1506 = 1507)
y Evangelistarium (Venecia 1516). Son compendios de moral católica e
indicaciones sobre cómo observar esa moral, ilustradas con ejemplos del
Evangelio y de las vidas de santos. Por esas obras, que tuvieron innúmeras
ediciones y se tradujeron a muchas lenguas, Marulić se convirtió en
escritor de voz universal. Es sabido que su libro De institutione bene
vivendi, entretejido de citas de las Sagradas Escrituras, de las obras de
San Jerónimo, San Gregorio Magno, San Eusebio, San Casiano y otros escritores
eclesiásticos, en la edición coloniense de 1531, lo llevó consigo a la India
San Francisco Javier, único libro junto con el breviario. Por sus concepciones
y accesibilidad al exponer los principios cristianos son afines a esos
compendios sus obras latinas menores De humilitate et gloria Christi (De
la humildad y gloria de Cristo, Venecia 1519), Dialogus de laudibus
Herculis (Diálogo de los loores de Hércules, Venecia 1524), Quinquaginta
parabolae (Cincuenta parábolas, Venecia 1510). Tradujo al croata la
obra de Tomás de Kempis De imitatione Christi (Od naslidovan'ja
Isukarstova), creyendo -como antaño también otros creían- que era obra de
Jean Gerson; esta traducción, como ejemplo de prosa croata desarrollada, ha
atraído mucha atención en los tiempos más recientes. En manuscrito tenía una
especie de vocabulario personal, Multa et varia ex diversis auctoribus
collecta quae maxime imitatione digna videbantur (Muchas y varias cosas
recogidas de distintos autores que parecen dignas de la mayor imitación)[3].
Marulić dejó también otros escritos latinos: el más importante para
nosotros es el In epigrammata priscorum commentarius (Comentario
sobre las inscripciones de los antiguos), donde reunió inscripciones de
Roma y otras ciudades, seguramente a partir de otras colecciones, pues no hay
pruebas de que Marulić se moviera de Split, salvo para ir a la isla de
Šolta[4].
Al final nuestro humanista agrega inscripciones salonitanas -lo que es para
nosotros especialmente interesante-, sacadas de la colección de su amigo Dmine
Papalić, que las había recogido in situ. Dichas inscripciones las
publicó Iohannes Lucius (Ivan Lučić) con el título de Marci Maruli
Inscriptiones repertae Salonis, en la obra Inscriptiones Dalmaticae,
Venecia 1673. Papalić, entusiasta historiador, persuadió a Marulić
para traducir al latín la "Crónica Croata", variante croata de los Anales
del preste de Dioclea, con el título de Regum Dalmatiae et Croatiae
gesta, que Lucius publicó en su célebre obra histórica De regno
Dalmatiae et Croatiae (Amsterdam 1666), de manera que esta traducción de
Marulić adquirió popularidad europea. En la misma obra también publicó
Lucius la obra polémica de Marulić In eos qui beatum Hieronymum Italum
fuisse contendunt (Contra los que afirman que San Jerónimo era italiano).
Se han perdido muchos escritos
latinos de Marulić; sólo conocemos por su título la obra Psichiologia
de ratione animae humanae (Psicología de la razón del alma humana),
por la que conoceríamos mejor su cosmovisión, y donde, por lo que sabemos, se
utiliza por primera vez la palabra 'psicología'. Esto no se sabe en el mundo,
de suerte que se considera que esta expresión la usó por primera vez R.
Godlenius en el título de su obra Psychologia (escrita con letras
griegas) hoc est de hominis perfectione, animo etc. (Marburgo 1590). En
ese año Marulić llevaba muchos años muerto.
Persuadido por su amigo Toma
Niger, secretario del ban Petar Berislavić, que le había enviado a
Marulo un reloj de oro para estimularlo en la actividad literaria antiturca, y
especialmente por influjo del predicador dominico Dominik Buća,
Marulić escribió su carta al papa Epistola domini Marci Maruli
Spalatensis ad Adrianum VI Pont. Max. de calamitatibus occurrentibus et
exhortatio ad communem omnium Christianorum unionem et pacem (Epístola
del señor Marko Marulić de Split al papa Adriano VI sobre las desgracias
que nos golpean y exhortación a la unión y paz comunes de todos los cristianos),
publicada, seguramente por el celo de Toma Niger, en Roma en 1522.
Se ha conservado
proporcionalmente poco de su poesía latina, que, según la biografía del autor
escrita por F. Božićević-Natalis, debió de ser bastante copiosa[5].
La mayoría de los textos conservados son de meditación religiosa; son más
interesantes sus pequeñas poesías de ocasión, epigramas, epístolas y endechas
como In somnum diurnum (Contra el sueño diurno), In Marcum
Suitarizam, uxori odiosum (Contra Marko Svitarić, odioso a su
mujer). Marulić también tradujo al latín algo de Petrarca y Dante.
Su obra latina más importante, Davidias,
fue descubierta en 1924 en la Biblioteca Nacional de Turín; se había perdido y
pasado inadvertida para los eruditos croatas, hasta que fue
"redescubierta" en 1952 y publicada en Zagreb en 1954 y en Mérida
(Venezuela) en 1957. El primer canto de una Davideis se había
descubierto en Split en el archivo de la familia Alberti. Se pensó que
problablemente esa obra era una versión del primer canto de la Davidíada
de Marulić, pero no es seguro; el Prof. Josip Badalić piensa en la
autoría de Nikola Alberti, latinista de Split[6].
La Davidíada elabora en
6.765 hexámetros distribuidos en catorce cantos la vida del rey
paleotestamentario David. Obras como ésta, en que se unen el humanismo y la
Biblia, tienen una larga tradición, y no están ligadas sólo a la época de
Marulić, aunque entonces vuelven a ser populares por oposición al
entusiasmo exagerado por lo pagano. La paráfrasis de historias de las Sagradas
Escrituras con técnica virgiliana no es en modo alguno idea de Marulić.
Los latinistas habían visto en el Antiguo Testamento una "figura" del
Nuevo Testamento; el propio Marulić lo expone bellamente al principio de
su Tropologica Davidiadis expositio (Exposición tropológica de la
Davidíada), como anejo de su epos: "Que bajo las historias del
Antiguo Testamento laten misterios del Nuevo lo atestigua el Apóstol diciendo: Todas
estas cosas les sucedieron a ellos en figura (1 Cor. 10, 11).
Emprenderé, pues, con la ayuda del Espíritu Santo, mostrar con un breve
compendio de palabras, adónde miran las gestas de David, que hemos abarcado en
nuestra poesía como pudimos, o qué tipos me parece que tienen en sí del Nuevo
Testamento. En casi todo creo que David representa (gerere) la persona de
Cristo. Saúl, por su parte, significa (significare) a los judíos, que
perseguían a Cristo. Entonces bajo los dichos y hechos de los profetas se
contiene la autoridad de ambas Leyes."
En el anejo el escritor compara
canto por canto la vida de David con la de Cristo, encontrando una completa
coincidencia: uno es "figura" del otro. Al Jonás paleotestamentario,
comprendemos en la carta de Marulo a Katarina Obirtić, se le conoce como
símbolo, signo de Cristo: "Dejemos ahora que Jonás señalaba al Hijo
de Dios ... para al tercer día resucitar."
Al mismo tiempo, los latinistas
también sabían comprender la mitología clásica como "figura" del
cristianismo. Esto lo expone teóricamente el latinista italiano Albertino
Mussato (1261-1329): "Lo que el Libro del Génesis cuenta con claras
palabras sobre los comienzos, la Musa mística lo interpreta con mayor
misterio". Encontramos el paralelo de las figuras bíblicas con las
mitológicas griegas ya en la epopeya De spiritalis historiae gestis (Las
gestas de la historia espiritual), tratamiento de la Biblia escrito por
Alcimo Ecdicio Avito (siglos V-VI), y esos paralelos se extenderán durante
muchos siglos, de manera que el croata Jakov Bunić, cuya obra De raptu
Cerberi (El rapto de Cérbero, impreso en Roma ca. 1490) tenía
Marko Marulić en su biblioteca, dice que Hércules le había sido figura de
Cristo: en ediciones posteriores esta obra se llamó Sub figura Herculis
Christi praeludium (Preludio de Cristo bajo la figura de Hércules) y
Herculis labores et gesta in Christi figuram (Trabajos y hazañas de
Hércules en figura de Cristo). Así los latinistas insistían en establecer
un vínculo más profundo con la antigüedad, que imitaban en la forma, aunque a
menudo renegaban explícitamente de la inspiración pagana. En el fragmento citado
de la Exposición tropológica Marulo se encomienda a la ayuda del
Espíritu Santo, y no quizá de alguna divinidad pagana. Al final de la epopeya
reniega de Apolo y de las nueve hermanas (XIV, 417-424): "Esto a mí para
cantarlo no me ayudó el docto Apolo, / no el Helicón, no la célebre turba de
las nueve hermanas, / mas el Espíritu sacro, que bajó del etéreo baluarte, /
colmó nuestras mientes con la luz divina / y me dio versificar prodigios no
moldeados / de poetas ni varias figuras de hombres y dioses, / mas lo que
nuestra fe, apoyada por escritos antiguos, / bebió de ellos e intentó exponer
con ingenioso canto."
El mismo pensamiento, con
palabras semejantes, lo expresa en la invocación de Judit (I, 13-16:
"Dios mío verdadero, / tú das el cantar dulce ... / y no el coro de los
tres por tres corros de doncellas, / añadiendo aún al número, con la cítara, a
Apolo"). Más de una vez diríase que los críticos literarios croatas han
contemplado este fenómeno como un rasgo peculiar de Marulić. Sin embargo,
tales invocaciones se encuentran desde el principio del trabajo de fusión del
procedimiento virgiliano con el material cristiano. Invoca al Espíritu Santo el
hispano Juvenco (ca. 330) en el prólogo de su epopeya Christi vitalis
gesta (Gestas de la vida de Cristo), vinculando metódicamente el
contenido cristiano con la forma antigua. Su colega más joven, Sedulio, que
tratará los milagros de Jesús en su poema Paschale carmen, subrayará su
inexperiencia denominándose "novato en una barquita" (esto es,
principiante en el oficio literario) y atacará en la invocación a la poesía
antigua, afirmando que cantará "al modo de David"; así se le
encuentra a la labor poética en general un origen bíblico. La reelaboración del
Evangelio en poesías en hexámetros es, por consiguiente, una práctica que
proviene de la Edad Antigua. Otras partes de la Biblia también se reelaborarán:
así, el lígur Arator vertió los Hechos de los Apóstoles en hexámetros.
Marulić poseía libros de estos tres autores, lo que destaca Vodnik:
"En la Judit se refleja, por tanto, el conocimiento de Marulić
de la poesía de los trovadores y de los antiguos clásicos, pero él se había
separado por espíritu de unos y de otros, al seguir los pasos, como
representante del renacimiento eclesiástico croata, de los poetas latinos
medievales, de los cuales se menciona en su testamento a Sedulio, Juvenco y
Arator." También habían tratado historias del Antiguo Testamento poetas
latinos anteriores a Marulo, así que él no habría sido "the only one who
chose his hero from the Old Testament" (Usmiani)[7],
en tanto en cuanto lo incluimos en la comunidad de los poetas latinos
medievales precursores de los humanistas. Así, por ejemplo, en el siglo XII, en
que se llega a una peculiar renovación de las actividades poéticas latinas (los
autores se llaman a sí mismos modernos), el latinista, poeta y
tratadista poético francés Matthieu Vendôme adquiere fama por la elaboración en
dísticos elegíacos (2156 versos en total) del relato paleotestamentario de Tobías.
Sin embargo, en algo debe de ser excepcional la obra de Marulić, dado que
no recibió el visto bueno de la censura y no se imprimió hasta las ediciones
científicas del siglo XX. En el siglo XVI, cuando Lutero ya se había
manifestado (la Davidíada surgió en torno a 1517), se observa que los escritores
neolatinistas católicos sin distinción cantaban la vida de Cristo, por
consiguiente el Nuevo Testamento (Sannazzaro, Vida), mientras que los
escritores protestantes, y en general los septentrionales, escogían con más
frecuencia temas paleotestamentarios (Du Bartas, Hans Sachs; en el siglo XVII
John Milton y Abraham Cowley, que escribe una Davideis en inglés).
Diríase que la iglesia católica hubiera enfocado oficialmente la vida de
Cristo: el papa León X le encarga a Girolamo Vida (1485-1566) que cante en
latín el Nuevo Testamento, lo que hace en su Cristíada (1535), siguiendo
en la técnica a Virgilio, que es "fundamento y medida de todo", como
dice Vida en su poética (De arte poetica, 1527), quien influirá
significativamente en el desarrollo ulterior del epos virgiliano.
Sannazzaro catoliciza al bucólico Virgilio en su epopeya neotestamentaria De
partu Virginis (El parto de la Virgen, 1535): quizá en aquel momento
no les convenía a los censores una epopeya neolatina que con su concepción
figurativa identificaba el Antiguo Testamento con el Nuevo, y con ello la fe
judía con la cristiana (Marulić dice en la Davidíada que la nación
judía -Gens Iudea- "non inscia verae religionis erat", 'no era
ignara de la religión verdadera'), y se manifiesta la exigencia de que la
epopeya no fuera alegórica, sino que cantara acontecimientos concretos, lo que
se vería más tarde en una serie de epopeyas. Finalmente, quizá alguien se
reconocería en alguna figura de la Davidíada, o existía la duda de que
Marulo aludiera a alguien, porque las figuras de David, Saúl, Absalón y
Ajitofel eran adecuadas para alegorías críticas transparentes.
La obra croata más importante de
Marulić, Judit, también expone una historia del Antiguo Testamento,
así como su Susana. Quizá también la tardía impresión de la Judit
(terminada en 1501, publicada en 1521) estuviera motivada por las sospechas de
algún censor, aunque el libro croata seguramente atraía menos la atención de
las autoridades eclesiásticas. Ambos temas eran populares antes y después de
Marulić, especialmente entre los escritores de las naciones
septentrionales, anglosajones y alemanes.
La historia de Judit está
incluida entre los libros históricos católicos de la Biblia, mientras que no
entra (como tampoco la historia de Tobías) en el canon hebreo ni en el
protestante. Judit, devota viuda judía, salva a su ciudad, Betulia (también
conocida como Betylua) de Holofernes, general de Nabucodonosor, hechizándolo
con su belleza y cortándole la cabeza mientras duerme. "Parece que el
autor se alejara intencionadamente de todo contexto histórico y geográfico para
destacar más fácilmente el verdadero sentido del libro. El libro magnifica la
religión judía y el patriotismo. La religión es tan nacional, legítima y
práctica que realmente se iguala con la vida misma de la nación y el
patriotismo", se dice en la nueva edición croata de la Biblia. El Libro
de Judit surgió entre 100 y 50 a. C., más o menos en los tiempos en que
Pompeyo conquista los países orientales. El texto más antiguo conservado está
en griego, y el original estaba escrito en hebreo o arameo. La Vulgata
presenta la historia de Judit conforme al texto arameo.
¿Con qué conocimiento previo por
parte del público podía contar Marulić, qué textos bíblicos populares
circulaban por Split, cuánto contacto tenía nuestro poeta con la tradición
glagolítica? Sabemos indirectamente que en la época de Marulić se habían
traducido las Sagradas Escrituras también a la lengua "ilírica", pues
el obispo Bernard Zane las prohibió explícitamente en 1511. Marulo era un gran
admirador de San Jerónimo, lo mismo que los glagolitas. Hoy nos inclinamos a
pensar que la poesía An'jelske kriposti (Virtudes angélicas),
incluida en el Tránsito de San Jerónimo glagolítico (Senj 1508), es suya[8].
Algunos rasgos al escribir los nombres bíblicos en la Judit y en otros
textos vinculan a Marko con la tradición paleoslava (itacismo periódico, v
en lugar de la b habitual en palabras como Vagav por Bagoa,
'Bagoas'). Una palabra peculiar de la Judit nos podría servir para
sondear el substrato eslavo eclesiástico. Es el sustantivo femenino dobar,
que entra en escena cuando los enfurecidos asirios deciden dejar a Aquior a los
moradores de Betulia; él vivirá mientras "viva siga su dobar",
y junto con ella "terminará, se secará". Entonces, según la Biblia,
llevan a Aquior "a las fuentes que están por debajo de Betulia".
Petar Skok interpreta esta palabra como "barranco, garganta", y su
forma correcta sería dbar, dabar (m.). Esa palabra también puede
significar 'agua', y en ruso antiguo, según Sreznevskij, la encontramos en esta
forma y contexto: "Na debri i na vody pitija ih" (Éxodo VII,
19. Es la historia en que las aguas de Egipto se convierten en sangre). Según
las nuevas traducciones de la Biblia la palabra original correspondiente
significaría 'estanques'. La palabra cuadra perfectamente en el contexto de
Aquior y la ciudad sitiada, de suerte que este arcaísmo, con otros indicios,
nos confirmaría el vínculo de Marulić con los textos bíblicos eslavos
antiguos. (La inserción de la vocal o puede interpretarse porque
Marulić, por otro lado, tiene o caduca: kolonda - klonda
'pilar' y similares). Existía también una pronunciación local, doméstica, de
los nombres bíblicos, que no respondía al italiano (como también existía la práctica
de croatizar los nombres, como Arceslav por Arcesilaus en
Marulić). Así el enigmático "rey Xara" de la Oración contra
los turcos (que es sin duda obra de Marulić) es en realidad el etíope
Zerac de 2 Paralipómenos (14, 8): coincide el número de tropas y
de carros, y la intervención del Terror de Dios, pero lo que en la
pronunciación de Split era con ž, y se escribía con x, en fecha
más reciente se leyó erróneamente. Algo más en el mismo lugar: nuestro poeta
menciona el pueblo de "Izrail" ('Israel'), pero se trata del pueblo
de Judá: es difícil creer que Marulić se equivocara, sino que se trata o
de libertad poética o de otro modelo que le pudiera ser más conocido al pueblo
de Split.
El libar ('libro') de
Marko sobre Judit, destinado a distintos estratos y grupos sociales, tiene por
prólogo una interesante dedicatoria al padrino del poeta, Don Dujam
Balistrilić: en este modelo de vigorosa prosa croata se explican
brevemente algunas opiniones poéticas. Leyendo en latín la historia
paleotestamentaria de Judit, dice Marulić, "me vino a las mientes
traducirla a nuestra lengua, para que también la entendieran los que no son
duchos en libros italianos o latinos (knjige latinske aliti dijačke)".
¿Se podía empezar con que en Split había gente -bastantes compradores de un
libro- que no conocía las Santas Escrituras, que ni siquiera tenía acceso a
ellas? No: hay autores que, también antes de Marulić, interpretan de
manera semejante su obra en lengua vulgar (al propio Marko el croata le es
"vernaculum", respecto al latín, "dijački"); más o
menos así se expresa en su obra el poeta español Gonzalo de Berceo (ca.
1195-post 1246), y por lo demás, también Dante en la epístola
dedicatoria de su Inferno al "Can Grande della Scala":
"se al modo di parlare, è dimesso ed umile, perchè volgare, nel quale pure
comunicano le femminette" ("en cuanto al modo de hablar, es modesto y
humilde, pues que vulgar, en el que se comunican hasta las mujerucas"). No
es, por lo tanto, esta decisión algo específicamente maruliano, como podemos encontrar
escrito en más de una ocasión, pero de todos modos no podemos dudar de su
sinceridad: escribir en lengua vulgar se comprende como una determinación
consciente de democracia, y la mayor parte del público eran
"mujerucas" que, numerosas en los conventos, eran un público
conveniente para la lectura en lengua vulgar. Con esta actitud Marulić no
demuestra ninguna originalidad, es más, habría sido una originalidad demasiado
superficial. Entre tanto, lo mismo que Dante no tenía en vistas con su obra
sólo a las "femminette", tampoco Marulić, a pesar de que su
hermana Bira tenía en el convento "muchas obras literarias y cartas que la
animaban a la vida buena y virtuosa, escritas en lengua vulgar por el propio
Marko", como escribe Natalis; no obstante, está claro como el agua que
Marulić le envía la Judit para leerla al propio Balistrilić,
"bien diestro en ambas lenguas". Escribir "vernaculo
sermone" significa un "modo di parlare" especial en el que el
poeta se pone a prueba armado de todos los requisitos de su arte, y el énfasis
del objetivo práctico es un tópico de la modestia. El procedimiento que Marulo
describe después es un ornato "ingenioso", en harmonía con la actitud
de la antigüedad de que la labor poética es embellecimiento de la sencilla
historia fundamental. La manera en que versifica es conocida, dice, desde
antes: "esta historia la he reducido a versos, según la usanza de nuestros
aedos (začinjavci)". Comparemos con el título principal:
"... historia de la santa viuda Judit compuesta en versos en croata";
la historia está reducida: compuesta en versos según la usanza de nuestros
aedos: en croata. En la continuación de la frase el poeta habla de "la ley
de los poetas antiguos" y de la acción ("cómo pasó el asunto"),
tal como en el título en unas cuantas palabras ha expuesto la acción
("cómo mató ella ..."). A los poetas antiguos no les bastaba con
exponer la historia edificante -"el asunto"-, sino que a guisa de
"cocinero fastuoso" los sazona "con azafrán y pimienta y otras
especias semejantes para que les sean más sabrosos a los que han venido a
comer". El procedimiento de embellecimiento, por tanto, pertenecería a los
poetas clásicos, e incluso el propio símil del poeta con el cocinero, como el
que compara la labor literaria con la navegación ("la barquita mía
nueva"), son medios constantes de los poetas clásicos, así como de toda la
latinidad medieval. La palabra "ley" en el croata glagolítico que
precedió a Marulić significa muy a menudo 'manera, usanza' (las regulae
son 'ley y orden'), de manera que ley y usanza no estarán en
oposición, sino sólo serán variedad por causa del estilo. La estructura métrica
croata de la Judit es, por lo demás, más rígida y complicada en su
exigencia que el hexámetro. La usanza de los aedos se referiría sobre todo
a la forma, que es "croata", y luego a una provisión distinta de
metáforas. Ya no es una determinación lingüística, sino también poética.
Sobre los aedos (začinjavci)
Marulić no dice ni una palabra de si serían poetas religiosos, o autores
de vidas de santos, "nuestros poetas espirituales de hasta entonces",
como dice Mihovil Kombol. El verbo začinjati - začeti tiene
significado profano sin distinción: los oficiales de Holofernes
"pronuncian" brindis, en la conclusión de la Susana el autor
dice que conviene evitar las canciones de las mujeres con las palabras:
"ne sliš ča začinje" ("no escuches lo que
dicen"), y Petar Skok advierte de que en Marin Držić un turco
"začinje turski" ("habla turco"). Es difícil, por lo
demás, hablar de alguna diferencia entre poetas eclesiásticos y profanos:
escriben poesías religiosas hasta poetas conocidos por su lírica amorosa
(Vodnik considera que ésos son precisamente los "aedos" de
Marulić, lo que otros historiadores de la literatura rechazan), tienen esquemas
de rima semejantes o iguales a los "marulianos", y por último
mencionan en sus poesías, seguramente antes que él, a Judit y a Susana y a
David, como en la poesía nº. 100 de Šiško Menčetić según la edición
del Cancionero de Ranjina de Milan Rešetar, donde el nombre de la devota
viuda está escrito con minúscula, como escapado de su atención:
"¿Qué la señora Judit, cabe
tu beldad, / a quien alaba mi conciencia, no tiene virtud / ... / Creo que todo
Israel no tiene figura, / Susana ni Raquel de tanta hermosura."
Es un pequeño catálogo de
mujeres donde también se menciona a la Micol de David (en Marulić
'Michola'). La historia de David con Betsabé también aparece:
"Oí donde se cuenta que con
bellos cabellos / así a David Betsabé fascinó" (nº. 297).
También Menčetić, por
tanto, no sólo conocía estas historias bíblicas, sino se sirvió literariamente
de ellas, además, de manera semejante a Marulić, en un detalle del
catálogo.
En la dedicatoria del comienzo
de la Judit Marulić resalta tres momentos de su obra: el bíblico,
el clásico y el "aédico" (začinjavski). Si partimos de
que cada uno de esos momentos nos significa un conjunto de elementos
específicos en la obra, entonces lo "aédico" sería lo que no es ni
bíblico ni clásico ("de los poetas antiguos"), en otras palabras, lo
"aédico" sería lo que distingue la Judit de la Davidíada
(que es un híbrido bíblico-clásico), y eso no es sólo la lengua, como ya hemos
mencionado, sino también el verso, la rima y la distribución de las rimas, los
lugares literarios universales individuales, como el de la aurora (bella, con
la descripción del mar matutino, pero también libresca, porque todas las cosas
importantes suceden al amanecer). Es "aédico" en este contexto
también el aderezo de la señora, y la descripción, con expresiones técnicas de
la vida marinera ("mango y timón"), campesina ("cerca de
piedras", "segur", "carnero sin esquilar"), escolar
("se quedan quietos como niños cuando el maestro dice "Quitto!",
/ y cogiendo el látigo grita enfadado"). Es especialmente expresiva la descripción
del ejército y de los soldados, y ese ejército tiene todos los elementos de la
milicia caballeresca: los caballeros tocan el laúd, beben en público (lo que no
harían los turcos), su estandarte es rojiblanco, que son los colores húngaros y
croatas, y los de Hrvatinić, y no turcos o venecianos, los dignatarios
feudales se llaman "barones", igual que en la épica caballeresca
francesa, los duques cabalgan con "tumbat" ('turbante'), como el
propio Hrvoje en la ilustración del Misal. Ocías, cuando ve que la moral
había abandonado a los asirios, ordena levantar las espadas por los lugares,
anunciando que hay que atacar; y una espada expuesta era señal de alzamiento
general (según las Aportaciones de Vladimir Mažuranić).
Marulić es más fuerte en la
Judit justamente donde se aparta del relato bíblico y da la imagen de su
tiempo; "su ojo de pintor", escribe Petar Skok, "llega a su
plena expresión también en las partes descriptivas de su epos, en la
representación de los movimientos del ejército, del sitio, de los banquetes,
del vestido, etc. En sus descripciones se siente frescura y espontaneidad, como
en las comparaciones. La parte descriptiva del epos está entretejida de
un pintoresquismo copioso y fresco". Al contrario de todo lo que hemos
expuesto aquí, Skok ve la calidad de začinjavac de Marulić
exclusivamente en que "relató con fidelidad los acontecimientos bíblicos
[...] y permaneció fiel a la tradición eclesiástica". Esa fidelidad es,
sin embargo, relativa, y se refiere sólo a la osamenta de la epopeya. El propio
Marulić dice en la dedicatoria a su padrino que no lo regala "con el
manojo de trigo que mejor encontráis en vuestros libros" (fijémonos en ese
"mejor"). Esa historia "mejor", aprobada oficialmente,
"ha cambiado de rostro", y eso por intervención "aédica",
como se ve en la continuación del texto de la dedicatoria. Las descripciones de
acción, y especialmente del ejército, son lugares comunes de la poesía
caballeresca; esas descripciones no son bíblicas ni clásicas. Los cuadros y tapices
de aquel tiempo también presentan escenas de las Sagradas Escrituras en una
escenografía feudal. Marulić, por tanto, transformó la contribución de los
poetas antiguos, del paganismo, y a la "usanza" de los aedos, que
ennobleció con su propia innovación creativa, en el pintoresquismo caballeresco
dio una historia devota, creó una epopeya cristiana. En la Judit vemos
dos mundos claramente perfilados: uno condenado a la perdición, aunque
aparentemente poderoso, y otro al que le está garantizado el éxito, aunque es
aparentemente débil. En el lado asirio están la rudeza, la enfermedad, la
suciedad, la lascivia, la ira, la embriaguez, la voracidad, la gula, el
imperialismo, la agresión, las tinieblas y los valores materiales; en el judío
la devoción, la modestia, la mesura en la comida y la bebida, la continencia
carnal, la limpieza, el patriotismo, la autodefensa, la luz y los valores
espirituales. Disciplinadamente, con recapitulaciones que son didácticas y no
aventureras, Marulić funde todo lo que desarrollará más tarde en una
epopeya de renovación católica; pero la historia es del Antiguo Testamento. Por
ello las escenas de los brutales asirios son más impresionantes y más fuertes
artísticamente que las de los devotos.
Consideremos ahora por un
momento el propio verbo začinjati; el sustantivo začinjavac
('aedo') lo encontramos sólo en Marulić. Muchos consideran que el
significado originario del verbo začinjati / začeti es
'ponerse a hablar, empezar a cantar', significado que puede tener el verbo
correspondiente en algunas lenguas eslavas. En croata obtiene este significado
el verbo počinjati / početi 'empezar'. El propio Marulić
en Judit VI, 285: "Otvorite usne, počnite hvaliti"
('Abrid los labios, empezad a alabar'). Začinjati seguramente
corresponde al concipere latino en el sentido del acto espiritual (lo
que es más probable, de manera que este verbo latino podría ser el modelo por
el que začinka sería 'conceptio, conceptus, concetto'). El
significado que satisface la mayor parte de los usos de este verbo en la literatura
croata antigua sería "inventar y ejecutar poesías rimadas en lengua
vulgar, en formas que no son clásicas", de manera que correspondería al
latín medieval contropare (en Berceo controbar, controbadura
'začinka'), y el začinjavac ('aedo') correspondería al
trovador, que al principio se distinguía cuidadosamente del ejecutante público
de poesías, juglar, jongleur, menestral, leutaš, siervo.
En Marulić también aparece la expresión siervo en el contexto del
servicio a la Señora (en este caso la Virgen María), y ese siervo evidentemente
también canta. En Petar Hektorović el siervo canta explícitamente una pisan
'canción': "ante él el siervo canta una canción". Sin embargo,
Marulić, a diferencia de los poetas croatas más tardíos, tanto en Judit
como en la nota a VI, 285, explica esta palabra como "Kantika ili pisan
Juditina" ("Cántico o canción de Judit"), y en la Susana
es sinónimo de pisan "kanat ... / od Božjih oltari"
("canto ... / de los altares de Dios", 777-778). Sólo se
"začinje" en situación "mundana". Con el uso general
de la palabra pisan 'canción' quizá fue a la par también la
popularización de la expresión pisnivac y semejantes para el que compone
poesías, de manera que así se puede interpretar la pérdida de la forma začinjavac.
Marulić trabajaba en ambas
disciplinas, como compositor y como ejecutante, y actuaba en las plazas
públicas de Split, como informa a Venecia el comes et capitaneus de
Split en 1518: después de la siega la juventud de Split jugaba a los dados
("todo el día agitando la mano / sentados y cubileteando", dice
Marulić en Anka) y se gastaba el dinero ganado sin tener en cuenta
"las paternales advertencias del muy docto señor Marko Marulo [...], que
les comunicaba oralmente y en inscripciones en las plazas, añadiendo amenazas
terribles y horribles imágenes"; de esta breve descripción comprendemos
que Marulić intervenía junto a algunos pasquines suyos, donde seguramente
había dibujado escenas de los castigos del infierno y de la monstruosidad de
pecados y pecadores. Con paneles con una serie de escenas actuaban, y todavía
hoy actúan en algunos lugares de Italia, los cantastorie, cantores
populares ambulantes. Fijémonos aún en que Marko en algunas poesías invoca al
público: "Y vosotros ahora, vana juventud, / reconoced vuestras
obras" (Anka), "No penséis, cristianos, que hablo
chanzas", "Digamos aún..." (Carnaval y Cuaresma). Los cantastorie
solían elaborar material caballeresco francés, pero ya en el siglo XIII
aparecen monjes poetas de temas moralizantes a la manera de los poetas populares
profanos.
El verso del que se sirve
Marulić continúa la versificación preexistente, pero él introduce algunas
innovaciones, que podemos seguir en su propia labor: en las primeras tentativas
no distingue los octosílabos simétricos de los asimétricos (se trata de la
posición de la cesura), lo que sí hará después.
El verso de la Judit, la Susana
y de la mayoría de las poesías de Marulić es el dodecasílabo isosilábico
de rima doble, afín al alejandrino francés antiguo, en el que están escritas
las epopeyas más señaladas de la literatura franco-italiana, que seguro era
conocida en Dalmacia. El dodecasílabo de Marulić (que siempre, tanto en
los textos manuscritos como en los impresos, se divide en dos hexasílabos con
algún signo gráfico) se distingue del mismo verso de los poetas de Dubrovnik,
en que los hemistiquios raguseos se descomponen regularmente en dos partes
trisílabas. El hemistiquio ternario aparece también en el alejandrino francés
como frecuente variante. Hoy me inclino a pensar que la insistencia de
Marulić en la integridad del hemistiquio (hexasílabo) es un acto
consciente suyo que responde al carácter narrativo de sus poesías. La
regularidad de la distribución ternaria de las sílabas en los poetas líricos de
Dubrovnik se considera una innovación de Šiško Menčetić, que
corresponde al carácter lírico de su poesía.
Justamente por el carácter
lírico de los poetas recogidos en el Cancionero de Ranjina es rara la
rima de tipo maruliano. Marulić lleva la rima en Judit y Susana
del final de la pareja de dodecasílabos a la mitad de la pareja siguiente. Si
observamos sólo los hexasílabos, la distribución de la rima es la siguiente:
ABAB, BCBC, CDCD... y cada uno de los libros de la Judit termina así:
XYXY, YZYZ, YZ. Esa disposición de las rimas no es desconocida en los
tetrásticos (la encontramos en poetas de otras naciones), mientras que en los
tercetos ese principio da a Dante la terza rima: ABA, BCB, CDC... Una
estrofa se liga a otra, lo que es apropiado para poemas narrativos largos como Judit
y Susana. Los líricos de Dubrovnik, cuando se sirven de él, deben
encontrar soluciones especiales para adaptar esa distribución a la poesía
breve; así Menčetić en la poesía sobre Jesús (nº. 502 de la edición
de Rešetar) repite al final de la poesía la rima de la pareja hexasílaba del
principio de la poesía.
Susana elabora la historia de la judía de Babilonia Susana (el
nombre significa 'azucena') y de Daniel. También esta historia es apócrifa para
los protestantes. Es la breve e intrigante historia de la hermosa mujer de
Joaquín, a la que el niño Daniel, inspirado, salva de la calumnia. Dos ancianos
observan a Susana pasearse por su huerto y bañarse en él: se inflaman por ella,
revelan el uno al otro su deseo y deciden chantajearla. Le salen al encuentro y
le dicen que la difamarán diciendo que estuvo ante sus ojos con un joven, si no
se les entrega. Susana no puede aceptar y los ilustres ancianos efectivamente
la calumnian. Susana es condenada a muerte, se la llevan a lapidarla, pero
Daniel, con la exclamación "Limpio estoy yo de esa sangre" confirma
que Susana es inocente; interroga por separado a cada uno de los ancianos y les
pide detalles: ¿Bajo qué árbol del huerto cometió Susana adulterio?. "Bajo
un árbol de monte" (o "bajo un lentisco", dice la nueva traducción
de la Biblia), respondió el primero, y el segundo: "Bajo un pino, que da
sombra a lo ancho" (o "bajo una encina"). Los ancianos son
descubiertos y condenados a muerte.
La parte más hermosa de la Susana
es la descripción de su maravilloso jardín: es el tópico del locus amoenus;
encontramos una descripción semejante en la Davidíada, pero en el huerto
de Susana, en la sucesión de flores y árboles, comprendemos que podría
acontecer "en algún viejo jardín de Split" (Tin Ujević).
Es interesante que al final
tanto de Susana como de Judit Marulić menciona los libros
croatas: el final de Susana puede entenderse como que después de la
entretenida lectura sobre Susana hay que pasar a otra cosa, a un cancionero
devoto croata (seguramente glagolítico): es como si con ello el autor nos
indicara que debemos comprender su obra como distinta de los libros
eclesiásticos que tan bien conoce. Susana, que es más breve y liviana
que Judit, debió de servir como distracción y descanso durante las
sesiones de oración que Marko dirigía.
Además de estos cantos mayores
Marulić nos ha dejado varias poesías croatas breves. La Oración contra
los turcos y el Lamento de la ciudad de Jerusalén advierten de la
amenaza otomana: en el Lamento, como en la epístola latina al papa
Adriano VI, apela al Papa para que "reúna a los señores cristianos" y
libere la ciudad de las manos paganas. Algunas de sus poesías devotas continúan
las endechas medievales, mientras que unas cuantas poesías en honor de la
Virgen recuerdan, al menos en la dicción, a las poesías amorosas trovadorescas:
el ángel Gabriel "encendido de amor" como un menestral "tocando
la viola dulcemente cantaba", y se le juntan otros ángeles: "déjame
verte, que tu siervo goce mirando ese rostro por el que el cielo
resplandece". Las poesías más interesantes de Marulić son las
satírico-didácticas: firma la Confesión de las monjas sobre los siete
pecados mortales, y podemos estar seguros de que son suyas Anka y Carnaval
y Cuaresma: se conservan con su nombre (o iniciales), y por la fuerza de su
expresión y la riqueza del vocabulario están de acuerdo con sus obras firmadas.
La conversación de Anka y su abuela Rada se desarrolla en la época en que es
costumbre que las muchachas se casen ("¿por qué, señora, no te casas? ...
Esposita sé ya", "Muchos ... se darían a ti, / y cuanto en su casa
tienen"), y eso en la época en que los jóvenes "cubiletean"
(juegan a los dados). La boda se solía acordar después de los trabajos del
campo, y antes del Adviento, por tanto en la época en que Marko intervenía en
las plazas con sus advertencias a la juventud, así que podríamos considerar que
Anka es precisamente una sucesión viva de imágenes adecuadas para la
ilustración; era una de las poesías que ejecutaba, y al mismo fin también
respondería perfectamente la poesía Carnaval y Cuaresma. Ambas poesías,
ligadas con la época del año en que las monjas jóvenes sentían con más dureza
su aislamiento, lo mismo que la Confesión de las monjas, recuerdan, por
su caracter de instrucción entretenida y por la destreza al juntar lo trivial y
la enseñanza moral en una lectura agradable, a las cartas a Katarina
Obirtić (¿de Albertis?), escritas seguramente para ser leídas por las
demás monjas del convento.
La expresión prosaica croata de
Marulić está lejos de la torpeza, y su obra da testimonio de una tradición
más antigua de escritura en croata: seguramente alguno de sus amigos escribían
poesías también en lengua vulgar, pero no hay duda de que le dio la plenitud a
esa expresión su figura, que se nos hace más interesante con cada nuevo
documento y cada nuevo análisis, y nos impone cada vez más.
Hay que destacar la variedad de
la actividad de Marulić: en sus obras latinas estudiaron durante siglos
los estudiantes la moral cristiana; de otro lado, el buen hermano y amigo
escribía para satisfacer la necesidad perentoria de sus allegados con una
lectura agradable y erudita.
BIBLIOGRAFÍA
SELECTA
Franjo Božićević:
"Vita Marci Maruli a Francisco Natale conscripta", en: Daniele
Farlati, Illyrici Sacri tomus tertius, Venetiis, apud Seb. Coleti, 1765,
pp. 433-435. F. Božićević, contemporáneo y paisano de Marulić,
ofrece en este texto datos sobre la vida de Marulić y cita sus obras, y
aunque algunos de sus datos no han sido confirmados, este texto ha sido punto
de partida de todos los estudiosos posteriores de la vida y obra de
Marulić.
Vatroslav Jagić:
"Predgovor" ("Prólogo"), Stari pisci hrvatski (Escritores
croatas antiguos), knj. 1, Zagreb 1869, pp. 1-12. En este estudio Jagić
expone los principios sobre los cuales demostrar la autoría de Marulić
sobre obras sueltas, y da una serie de datos textológicos sobre obras sueltas.
Milivoj Šrepel: "O
Marulićevim latinskim djelima" ("Sobre las obras latinas de
Marulić"), Nastavni vjesnik, knj. VII, Zagreb 1899. Šrepel
publica cierto número de poesías latinas de Marulić y en brevísimos trazos
habla sobre los motivos y el estilo de esas poesías.
Petar Kasandrić:
"Marko Marulić. Život i djela" ("Marko Marulić. Vida y obra"). Prólogo a Judit, Zagreb 1901,
pp. XI-LXXI. En este estrudio Kasandrić da un panorama histórico-literario
sistemático de la vida y la obra de Marulić.
Milivoj Šrepel: O
Maruliću. O četiristogodisnjici Marulićeve "Judite"
(Sobre Marulić. Sobre el cuarto centenario de la Judit de
Marulić), Rad JAZU, knj. CXLVI, Zagreb 1901. En este estudio de
historia literaria Šrepel habla desde un punto de vista comparatista de las
obras de Marulić, especialmente de las latinas, poniéndolas en relación
con la poesía mística latina del medievo.
Franjo Fancev: Nova poezija
Splićanina Marka Marulića (La nueva poesía de Marko
Marulić de Split), Rad JAZU, knj. CCLV, Zagreb 1933. En este tratado
Fancev desmiente, por un lado, la autoría de Marulić de obras consideradas
suyas hasta entonces, y por otro aporta dos nuevas fuentes que considera
contienen obras de Marulić.
Cvito Fisković:
"Prilog životopisu Marka Marulića Pečenića"
("Aportación a la biografía de Marko Marulić
Pečenić"). Republika, god. VI, knj. 1, br. 1, Zagreb
1950. En este estudio el autor reexamina una serie
de datos de la vida de Marko Marulić y aporta nuevas fuentes para
investigar su biografía.
Mihovil Kombol: "O Marko
Maruliću. Povodom 500-godisnjiće rodjenja" ("Sobre Marko
Marulić. Con motivo del V centenario de su nacimiento"). Republika,
god. VI, knj. 1, br. 4, pp. 177-185, Zagreb 1950, y como prólogo a la edición
de la Judit de Marulić, Zagreb 1950. En este artículo analiza
Kombol los valores poéticos de la Judit de Marulić.
G. Novak: Split u
Marulićevo doba (Split en la época de Marulić), Djela
JAZU, knj. 39, 1950. En el estudio G. Novak da un análisis exhaustivo del
entorno político, económico y cultural del Split de la época de Marulić.
Petar Skok: "O stilu
Marulićeve Judite". Zbornik Marka Marulića ("Sobre
el estilo de la Judit de Marulić". Volumen Marko
Marulić), Djela JAZU, knj. 39, 1950. En su estudio Skok expone los
fundamentos lingüísticos del estilo de Judit, y después analiza el
estilo y habla del papel del verso y de la rima en la lengua y el estilo, de
los símiles, las perífrasis independientes, los catálogos y la relación
personal del escritor con el relato de Judit.
Mate Hraste: "Crtice o
Marulićevoj čakavstini". Zbornik Marka Marulića
("Rasgos del habla čakaviana de Marulić". Volumen Marko
Marulić), Djela JAZU, knj. 39, 1950. En su estudio Hraste expone las
características de la fonética, la morfología, el léxico y la sintaxis del
habla čakaviana de Marulić.
Vjekoslav Štefanić:
"Još Marulićevih stihova". Zbornik Marka Marulića
("Más versos de Marulić". Volumen Marko Marulić),
Djela JAZU, knj. 39, 1950. En su tratado Stefanić trata el problema de la
autoría de algunas poesías atribuidas a Marulić.
Josip Badalić:
"Bibliografija Marulićevih djela te radova o životu i djelima
Marulićevim". Zbornik Marka Marulića ("Bibliografía
de las obras de Marulić y de los trabajos sobre la vida y las obras de
Marulić". Zbornik Marka Marulića), Djela JAZU, knj. 39,
1950. El texto presenta una bibliografía exhaustiva de los manuscritos de las
obras de Marulić, así como de sus obras impresas, latinas o croatas,
originales o traducidas. En la segunda parte se encuentra la bibliografía de
los trabajos sobre la vida y la obra de Marko Marulić.
Mirko A. Usmiani: "Marko Marulić". Harvard
Slavic Studies, III, 1957. En este
estudio Usmiani aporta una biografía de Marulić exhaustiva y bien
argumentada.
Marin Franičević:
"Marko Marulić i naša književna historija" ("Marko
Marulić y la historia de la literatura croata"), en: Cakavski
pjesnici renesanse (Poetas čakavianos del Renacimiento), Zagreb
1969. En este estudio Franičević presenta y discute ampliamente la
bibliografía sobre Marko Marulić.
Carlo Verdiani: O
Marulićevu autorstvu Firentinskog zbornika (Sobre la autoría
maruliana de la Miscelánea de Florencia), Split 1973. Verdiani aporta una edición
crítica de la miscelánea čakaviana de la Biblioteca Mediceo-Laurenciana de
Florencia, con un amplio estudio introductorio sobre los textos, su
proveniencia y sus características lingüísticas, intentando demostrar la
autoría de Marulić.
Traducción del
croata y notas de F. J. Juez Gálvez
Revisión y
notas complementarias de Bratislav Lučin
Original publicado con el título
de "Marko Marulić, kozmopolit i patriot" en Hrvatska
književnost u evropskom kontekstu (La literatura croata en el contexto
europeo). Uredili Aleksandar Flaker, Krunoslav Pranjić (Edición de
Aleksandar Flaker, Krunoslav Pranjić). Zavod za znanosti o književnosti
Filozofskog fakulteta Sveučilišta u Zagrebu / Sveučilišna naklada
Liber (Instituto de Teoría de la Literatura de Facultad de Filosofía y Letras
de la Universidad de Zagreb / Editorial Universitaria Liber), Zagreb 1978, pp.
153-166.
Leo Košuta
De todos los escritores croatas
que, poco después de la difusión de la imprenta, pudieron afirmarse por medio
de sus escritos, Marko Marulić es sin duda alguna el único que conoció
cierto renombre en Europa. Esta celebridad, relativa por otra parte, no se la
debe el autor dálmata, nacido y muerto en Split (1450-1524), evidentemente, a
sus poemas escritos en su lengua materna, sino a sus obras latinas de
inspiración religiosa y moralizante, que, por la propia lengua, pudieron llegar
al público cultivado de su tiempo. Se trata de los títulos siguientes: De
institutione bene vivendi per exempla sanctorum (De la institución de
vivir virtuosamente según los ejemplos de los santos, Venecia 1507), Carmen
de doctrina Domini nostri Jesu Christi pendentis in cruce (Poesía de la
doctrina de nuestro Señor Jesucristo pendiente en la cruz, Erfurt 1514), Evangelistarium
(Evangelistario, Venecia 1516), Quinquaginta parabolae (Cincuenta
parábolas, Venecia 1517), De humilitate et gloria Christi (De la
humildad y la gloria de Cristo, Venecia 1519), Epistola ad Adrianum VI
(Epístola a Adriano VI, Roma 1522), Liber de laudibus Herculis (Libro
de los loores de Hércules, Venecia 1524) y Animadversiones in eos qui
beatum Hieronymum Italum esse contendunt (Observaciones contra los que
afirman que San Jerónimo era italiano, Amsterdam 1666). Según una de las
bibliografías más recientes[9],
estas publicaciones totalizan, sólo para los siglos XVI y XVII, cincuenta y
ocho ediciones. De todas estas obras, el mayor éxito lo tuvo De institutione
bene vivendi per exempla sanctorum, no sólo en Europa, sino en el mundo
entero. Por esta razón nos disponemos a evocar su fortuna y algunos infortunios
que, por su contenido, hubo de conocer.
Veamos primero los datos
bibliográficos[10]: la primera
edición latina, impresa en Venecia por Franciscus Lucensis, chantre de la
iglesia de San Marcos, está fechada el 10 de febrero de 1506, more Veneto
('a la usanza véneta'), es decir, el 10 de febrero de 1507; siguen diecisiete
ediciones, a menudo con diferente título: Venecia (1509), Basilea (1513 y
1518), Colonia (1530, 1531, 1536), Solingen (1540), Basilea (1555), Amberes
(1577 y 1584), París (1585 y 1586)[11],
Amberes (1539), Colonia (1599), Amberes (1601) y Colonia (1609 y 1686). Y a
éstas se añaden: una traducción italiana, Venecia (1563), seguida de once
reediciones (1569, 1574, 1580, 1583, 1586, 1593, 1597, 1601, 1606, 1610), todas
de Venecia, salvo una de Bérgamo (1583); una traducción alemana, Colonia
(1568), seguida de seis reediciones (1583, 1594, 1602, 1614, 1694, 1697); una
traducción portuguesa, Lisboa (1579), con una reedición conocida[12];
una traducción francesa, Douai (1585, y no 1604, como se creía por el único
ejemplar conservado en la Biblioteca Nacional de París), seguida de cuatro
reediciones (1595, 1596, 1599 y 1604), todas de Douai[13];
una traducción checa, Praga (1621); en fin, una traducción española, señalada
por los diccionarios de Pierre Bayle y de Christian Gottlieb Jöcher, pero
inencontrable. Tenemos en total, en dos siglos, cuarenta y cinco ediciones impresas
en seis lenguas europeas.
¿Qué es el De institutio bene
vivendi per exempla sanctorum? Como indica su título, es un tratado en seis
libros que, en unos setenta capítulos, desarrolla cierto número de temas que
atañen a la moral cristiana, ilustrados por ejemplos sacados de la Biblia, de
los Padres de la Iglesia y de las vidas de los santos. Un libro piadoso, pues,
con sus exempla, ciertamente medievales, pero presentados con una
originalidad cuyo secreto sólo conocía el autor croata. Se trata de que
Marulić, después de sus estudios de derecho en Padua y de su repentina
conversión[14], decide muy
en serio enseñar la moral tradicional a los hombres del Renacimiento. ¿Pero
cómo? Muy fácil. Sabiendo que los ejemplos estimulan a obrar más que la
palabra, sustituirá por imágenes ligadas a los héroes cristianos las imágenes
de los dioses y de los héroes paganos difundidas por los Facta et dicta
memorabilia de Valerio Máximo. Así adaptará la enseñanza de los místicos y
de la devotio moderna a la vida cotidiana de sus contemporáneos[15].
Una obra concebida así, escrita
por un autor de Dalmacia, que evocaba a los lectores cultivados la patria de
San Jerónimo, un libro que además glorificaba a los santos, no podía dejar de
convenir a los tiempos de la Contrarreforma. La Institutio -así la
llamaremos en adelante- fue aceptada y difundida en el mundo entero.
Aunque la obra se había
reeditado en vida de Marulić (Basilea 1513 y 1518), son los sacerdotes
llamados reformados de Ignacio de Loyola los primeros en descubrir el valor de
la Institutio. En efecto, desde 1542, apenas dos años después de la
aprobación papal de la Compañía de Jesús, el P. Polanco elegiría ciertos
capítulos de la Institutio para servir de lectura a sus hermanos. El P.
Nadal renovaría en 1652 las instrucciones de Polanco, y en un 1567 otro jesuita
célebre, Pedro Canisio, recomendaría la obra a los católicos de Baviera. De
1564 a 1578 la Institutio será igualmente lectura cotidiana de los
jesuitas en sus colegios de Loreto, lugar de formación del clero destinado a
ser enviado en misión a los Balcanes[16].
Libro de lectura casi cotidiana
para los jesuitas, la Institutio sería libro de cabecera de San
Francisco Javier. Es bien sabido que este primer compañero de San Ignacio, al
marchar de Venecia hacia Portugal y las Indias, no tomó consigo más que su
breviario y un ejemplar de la Institutio, exactamente la edición de
Colonia de 1531[17]. Es algo
menos sabido que durante todo su viaje por las Indias, el Asia Oriental y
Japón, San Francisco Javier no leía más que esta obra. Uno de sus compañeros,
el P. Bago, dejó sobre este punto un testimonio formal: "...el P. maestro
Francisco no lee ny studia sino en su libro", escribe desde Goa en 1549.
El ejemplar que perteneció al santo se conservó en Madrid hasta 1931, fecha en
que ardió con la biblioteca de los jesuitas durante la Batalla de Madrid [18].
Propagada por los jesuitas, la Institutio
no fue por ello privilegio de ellos. Por iniciativa de Jacopo Nardi, el
historiador florentino que abrazó los ideales de Savonarola y las ideas
republicanas contra los Medici, otro florentino, el dominico Remigio Nannini[19],
tradujo la Institutio al italiano y la imprimió en Venecia en 1563, con
la intención de divulgar entre los legos el contenido de esta obra, que unía la
enseñanza tradicional y el pensamiento de Santo Tomás en las nuevas condiciones
de la reforma católica. Pues Marulić, hay que decirlo, es el representante
exacto del humanista cristiano, tal como lo define Étienne Gilson[20].
Si los traductores alemanes, a
lo que parece, tenían en 1568 la preocupación de preservar la fe de sus
compatriotas ante la ofensiva protestante (y los exempla de los santos
tuvieron su papel, pues Marulić no enseña a rezar a los santos, sino
aconseja imitarlos), el fraile menor Marcos de Lisboa, muy conocido en su
patria, pensaría más bien en la edificación y el perfeccionamiento de los
fieles venidos al catolicismo por obra de San Francisco Javier.
O livro, el libro por antonomasia, era no menos popular en las
colonias portuguesas; de suerte que, además de las dos ediciones conocidas de
1579, debió de conocer otras, al menos una después de 1566[21].
Única en su género es la
traducción checa de la Institutio del escritor Šimon Lomnický z
Budče, que no escogió para su edición de 1621 más que algunos capítulos
referentes a las virtudes de la paciencia y del martirio: en efecto, en la
batalla de la Montaña Blanca su patria había perdido su independencia bajo el
asalto de las fuerzas imperiales católicas[22].
El éxito de dos traducciones
alemanas, las de 1568 y 1582, empujó a Paul Dumont, funcionario de la ciudad de
Douai, excelente en la traducción de diversas obras de espiritualidad[23],
a traducir también la Institutio de Marulić a "nuestra lengua
belga" ("notre langue belge"), como escribió él mismo en el prefacio
de su primera edición de 1585[24].
En efecto, y no ha de olvidarse, Douai se encontraba en ese momento en los
Países Bajos españoles, y no se reintegraría a Francia hasta 1667. Pero desde
hacía cierto tiempo Douai albergaba, además de una imprenta, una universidad
francesa cuya Facultad de Teología, particularmente brillante, haría pronto la
competencia a la de Lovaina. La atmósfera religiosa de los Países Bajos
españoles no era la de Francia, de suerte que las publicaciones católicas
impresas en Douai, como ha escrito Albert Labarre[25],
pasan sin controversias y están consagradas a la edificación. La obra de
Marulić que Dumont publicó con el título de Le Thésor des faictz et
dictz mémorables des hommes saincts et illustres (El Tesoro de los hechos
y dichos memorables de los hombres santos e ilustres), "pour s'en
seruir comme d'vn Valere le Grand entre les Catholiques" ("para
servirse de ella como de un Valerio Máximo entre los católicos"), conoció
un éxito enorme. Tanto que en veinte años se reimprimió en Douai cuatro veces
más.
Aunque las ediciones de Douai
estén hoy poco representadas en las bibliotecas francesas (con la excepción de
Douai y Amiens, sólo Burdeos, Lila, Nantes y París conservan un ejemplar de la
edición de 1604)[26], el mayor eco
lo encontró la Institutio entre las élites francesas. Y así entró
la Institutio en edición latina, con otras obras de Marulić, en la
Biblioteca Real (Bibliothèque Royale), donde estas publicaciones se registran
en el catálogo impreso de 1742[27].
Según Miodrag Ibrovac, la Institutio se leyó en Port-Royal y Racine la
habría tenido entre sus manos; pero no parece que haya ejercido una influencia
real en la célebre abadía[28].
A decir verdad, hicieron célebre
la Institutio en Francia y Europa Pierre Bayle y su Dictionnaire
historique et critique (Diccionario histórico y crítico). Se sabe
que Bayle consagró en la segunda edición de su Dictionnaire una reseña
particular a Marulić[29],
no para ensalzar la obra, sino para echar la culpa a su traductor Dumont, que
había modificado el texto original de la Institutio en un capítulo
particularmente delicado: aquel en el que Marulić afirma que en ciertas
circunstancias mentir está moralmente permitido. Y citando una frase del famoso
jesuita Martín del Río, que, rechazando la doctrina de Marulić, aprueba la
conducta de Dumont[30],
Bayle añade su exclamación indignada de filósofo: "¡Oh, la mala
moral!" ("Oh. la mauvaise morale!").
Como la reseña no agota el tema,
Jean Dayre analizó en su momento la obra de Marulić, comparando el original
con la traducción de Dumont, y llegó a la conclusión de que el traductor se
había pasado de la raya[31].
Desgraciadamente su análisis tampoco es completo, pues no explica cómo pudo
perpetrar Dumont una falsificación tan a la ligera, y además en un caso tan
importante. En realidad, si Bayle hubiera podido consultar la primera edición
de la traducción de Dumont -y parece no haber consultado ninguna-, habría
podido leer en el prefacio que el original latino había sido sometido
previamente a la censura de los teólogos de la Universidad de Douai[32].
Así al menos habría sospechado que el capítulo modificado por Dumont había
resultado de esa censura. Y avanzando en la pesquisa, habría podido comprobar
que la doctrina sobre la mentira, tal como la expone Marulić, fue
condenada completamente por la Iglesia. El hecho es inédito, pero no menos
seguro: el capítulo en que Marulić habla de la mentira había sido puesto
en el índice por la Inquisición para ser expurgado. Dejemos a Bayle y
abordemos la segunda parte de nuestro propósito, pues aquí comienzan los
infortunios de nuestra obra.
¿Cuándo, cómo y en qué
condiciones se puso la Institutio en el Indice? En el estado
actual no es fácil responder a todas estas preguntas. El caso Marulić está
enmarañado y no todos los documentos que se refieren a él se han podido
verificar. Se trata de las actas del Santo Oficio y de las de la Congregación
del Índice, conservadas sólo en parte e inaccesibles al público. Parece, en
todo caso, que la Institutio entró en el Índice de la Inquisición en
fecha bastante tardía. En efecto, no la encontramos entre los libros prohibidos
por el Concilio de Trento, ni en los demás índices impresos en el siglo XVI[33].
Es importante señalar que Marulić no se encuentra en ningún índice impreso
en el siglo XVII surgido de la Congregación del Índice, fundada en 1587 para
aliviar de trabajo al Santo Oficio, ni tampoco en particular en los publicados
en 1607, 1624, 1632 y 1640 [34].
Sin embargo, encontramos en ellos una larga lista de compatriotas de
Marulić: Matthias Flacius Illyricus (Matija Vlačić Ilirik),
Matthias Garbitius (Matija Grbac), Marcus Antonius de Dominis (Markantun
Gospodnetić-de Dominis) e incluso Mauro Orbini, este último por haber
mencionado en su Il Regno degli Slavi (El Reino de los Eslavos) algunos
nombres de herejes cátaros de Bosnia; pero Marulić no aparece en absoluto.
Es, sin embargo, cierto que la Institutio se encuentra en el índice
del inquisidor español Bernardo de Sandoval y Rojas, cardenal y arzobispo de
Toledo, publicado en Madrid en 1612, después reimpreso en 1619 en Ginebra por
un editor calvinista, con el fin de sembrar la confusión entre los católicos.
En efecto, habiéndose difundido el índice español en pocos ejemplares, y
el de Ginebra vendido barato, algunos autores creyeron que las dos
publicaciones eran una chanza de los protestantes[35].
La Institutio de Marko Marulić se encuentra, en todo caso, entre
los libros prohibidos de la llamada segunda clase, esto es, entre las
publicaciones de las que sólo debían suprimirse o expurgarse (expurgandi)
algunos pasajes. Estos últimos están indicados en la segunda parte del Index,
y conciernen al capítulo sobre la mentira que Dumont había modificado en su
traducción francesa. La frase en que Marulić resume su doctrina:
"Haec sunt quidem iustae atque interdum etiam (ut diximus) necessariae
fingendi et mentiendi cause" ("Éstas son las causas justas y a veces
-como hemos dicho- necesarias del fingimiento y la mentira"), ha sido
censurada, por supuesto[36].
Observemos que el ejemplar del
que se sirvió la Inquisición es el editado en Amsterdam en 1584, que la
redacción del Index se terminó el mismo año y que la autorización para
su impresión no la recibió el cardenal Sandoval del Papa Paulo V hasta el 26 de
enero de 1612.
Puesto en el Índice,
todos los ejemplares de la Institutio debían ser expurgados de los
pasajes heréticos, bajo penas muy graves: suspensión a divinis,
confiscación del libro, fuerte multa o prisión. Así fue expurgado el ejemplar
del que se sirvió San Francisco Javier con tinta negra; lo sabemos gracias a
Georg Schurhammer[37],
pues los otros hagiógrafos del santo prefieren -a lo que parece- no mencionar
tal hecho. Fue expurgado, asimismo, otro ejemplar de la Institutio, la editio
princeps hoy conservada en la Biblioteca Universitaria de Coimbra[38],
lo que prueba que también la Inquisión portuguesa puso la obra en el Índice.
¿Sería la inclusión de
Marulić en el Índice en España y en Portugal, precedida por la autocensura
en los Países Bajos españoles, obra del celo de algunos inquisidores? ¿O habría
sido ordenada como consecuencia de la petición de los teólogos de Douai,
respaldados o no por el jesuita Del Río, que desaprobaba, con algunos matices,
la doctrina de Marulić? Parecería probable, si no supiéramos que la Institutio
había sido blanco de los inquisidores mucho antes de 1612. Hace poco que
Giuliano Catoni descubrió en los Archivos Diocesanos de Siena un documento que
prueba que un ejemplar de la Institutio (precisamente la edición de Venecia)
le había sido requisado por la Inquisición en 1564 a un librero sienés, y
quemado junto con las obras de Maquiavelo, que se le hallaron por azar al mismo
librero[39].
Las razones por las que la Institutio
se encontraba en el índice local son desconocidas, pero las actas del proceso
indican que el desdichado librero prefirió huir de Siena antes que sufrir los
constreñimientos de la Inquisición.
La Institutio fue, pues,
requisada y quemada en Siena, mientras que en el mismo momento, justo en 1563,
Remigio Nannini, el ilustre teólogo encargado por el Papa Pío V de la edición
crítica de las obras de Santo Tomás, publicó la traducción italiana en Venecia
con todos los pasajes incriminados sobre la mentira, que, no lo olvidemos,
figuran en todas las reediciones hasta 1610.
¿Hace falta insistir sobre que
lo que sucedió en Siena pudo pasar en otras partes? Sicilia, Nápoles, Milán
formaban parte entonces del Imperio Español, y no sabemos nada sobre lo que
otros inquisidores diocesanos hubieran podido decidir en otras regiones y en
otros países. ¿Cuántas requisas más, cuántos autos de fe más podría relatar la Institutio?
Habent sua fata libelli: la obra de Marulić tendrá quizá un destino
particular en la historia de la circulación del libro impreso[40].
Sea como fuere, la Institutio
no se recobró del golpe recibido en 1612. Los jesuitas la abandonaron a
principios del siglo XVII. Aquí y allá aún sería reimpresa, y no sabemos si con
los pasajes censurados o sin ellos; otras ediciones contendrían solamente extractos,
etc. Digamos, en suma, que la Institutio no sobreviviría al Siglo de las
Luces.
¿Qué conclusión podríamos
extraer de nuestras investigaciones?
Cae por su propio peso que hay
que proseguir y profundizar en estas pesquisas. Habrá que explorar mejor los
inventarios de las bibliotecas de los conventos y de los personajes célebres,
no sólo para seguir la difusión de la Institutio, sino también para
verificar en qué medida se siguieron las instrucciones de la Inquisición. Es
probable que se encuentren los nombres de otros personajes ilustres que
poseyeron la obra de Marulić y que quizá la hayan citado. Pero en conjunto
se percibirá pronto que este libro de piedad no influyó a una corriente
particular del pensamiento católico, aunque parcialmente -pero no en el sentido
querido por Živojin Boškov- sirvió al movimiento católico en la lucha contra la
Reforma[41].
En efecto, la Institutio no es una una enciclopedia moral de su tiempo,
como pretende Marin Franičević, sino un libro que, como demostró San
Francisco Javier, quiere enseñar a sus lectores cómo pasar sin libros. Con toda
lógica, Erasmo desconocía a Marulić, aunque este último había saludado con
entusiasmo la aparición de la obras del ilustre humanista de Rotterdam[42].
En cuanto al lugar de
Marulić en las letras croatas, deberá insistirse menos en su llamado
"espíritu medieval" y buscarse más sus fuentes de inspiración en el
Antiguo Testamento y en los autores de la Antigüedad Clásica: deberá pensarse
en su Susana, su Judit bíblicas (¿de dónde le viene a un croata el sueño de un
héroe femenino allí donde entre los serbios Miloš Obilić es ya una
realidad?); se deberá analizar mejor su poema Davidíada, cuya
inspiración bíblica -como bien presintió Mirko Tomasović[43]-
no favoreció su publicación; en fin, se deberá estudiar su Institutio,
que le valió la condena de la Inquisición.
Traducción
del francés de F. J. Juez Gálvez
Original publicado por primera
vez en Les croates et la civilization du livre: Actes du Ier Symposion
International de'Études sur l'Aire Culturelle Croate... publiés par Henrik
Hegger et Jeaninne Matillon, París, Presses de l'Université de Paris-Sorbonne,
1986, pp. 55-66 ("Fortune et infortunes d'un livre de Marko Marulić:
le De institutione bene vivendi per exempla sanctorum (Venise, 1507)").
Agradecemos al magister
Bratislav Lučin el habernos facilitado el texto de la nota, según la
indicación del propio autor en comunicación epistolar en croata al Sr.
Lučin de fecha 15.VII.2000.
Marko
Marulić
LIBRO PRIMERO
CAPÍTULO VII
Del evitar la
avaricia
[...] Cirilo, obispo de
Jerusalén, después de la dormición en el Señor de San Jerónimo, cuenta
escribiendo a Agustín que hubo cierto monasterio en las partes de la Tebaide de
casi doscientas mujeres, ciertamente santas, si no hubieran mancillado la
belleza de la santidad con la fealdad de la avaricia. Había arraigado en ellas
la pésima costumbre de no admitir en el convento a ninguna que no trajera
cierta suma de dinero. A una de ellas, cuyo ánimo, consagrado a Dios, repugnaba
de tan profano negocio, se le apareció en sueños Jerónimo, ordenándole que se
apresurara a anunciar a las demás que si, arrepintiéndose, no dejaren en el
acto esa exacción, se cerniría sobre sus cabezas el castigo ya dispuesto por
Dios. Y habiéndoseles contado esto en la comunidad de todas, se lo tomaron a
risa, considerando que era un delirio de una mujeruca que desvariaba como las
viejas y que no contaba las verdades como eran. Repitiendo ella la noche siguiente
e igualmente una tercera las mismas visiones ante todas de nuevo, enconadas con
ella, la echaron, escarneciéndola con oprobios, disponiendo Dios para ella que
no desapareciera, claro, como Lot con Sodoma, justo con pecadores. Y en efecto,
apenas había cruzado la mujer la cerca del monasterio cuando el propio
monasterio, sacudido hasta los cimientos por un terrible fragor, aplastó a las
demás en su hundimiento, de suerte que de tamaño número ni siquiera una fue
hallada tomando el último aliento al borde de la muerte después de aquel
suceso. Y así machacados miserablemente sus miembros, de una vez todas en tan
breve momento perecidas, definitivamente dieron fin tanto a su avaricia cuanto
a su vida.
Traducción
del latín de F. J. Juez Gálvez
Original tomado de: Marko
Marulić, Institucija, I, Split 1986, pp. 338-339.
EVANGELISTARIO
DE MARCO MARVLO
SPALATENSE.
Traducido de
Latín en Romance por Bartolomé
Fernández de Reuenga Presbytero, natural,
y Preceptor de Gramática
de Siruela.
Dirigido
à la Excell. Señora Doña Ana María de Velasco y de
la Cueua, Condesa de Siruela, Señora de Roa,
y su tierra, &c.
CON
PRIVILEGIO.
En Madrid, por Iulián de Paredes, Año de 1655.
A costa del dicho Impressor: véndese en su casa en la calle
de la Concepción Gerónima.
***
PRÓLOGO
DE MARCO MARVLO
sobre su Euangelistario
De la manera que se juzga
auentajarse en estimación y precio entre las piedras preciosas el diamante,
entre las marmoleñas la Ophites serpentina, entre los metales el Oro, y assí
como el Sol es tenido por la más resplandeciente y hermosa de todas las
estrellas, assí también tiene eminencia y excelencia sobre todas las ciencias
aquella que llaman Éthica, que es la parte de Philosofía que pertenece y trata
mucho del adorno de las costumbres y vida. Pues como ninguna cosa aya en el
hombre más loable que la virtud, ni más abominable que el vicio, ¿qué cosa deue
parecer más excelente y más digna de abraçarse que aquella doctrina que
instruye y enseña al mismo hombre de qué manera se aparte de la malicia y sea
estudioso de la bondad? Mas aunque en este tan esclarecido género de enseñar se
digan muchas cosas sabia y agudamente inventadas y tratadas de los Filósofos,
¿quién con todo esso es tan insipiente y temerario que se atreua por alguna
parte a comparar aquellas cosas con estas que a nostoros diuinamente se nos
entregaron? Ciertamente que pudieron errar los Filósofos mismos, como erraron
en muchíssimas cosas, porque eran hombres; mas Dios, porque èl solo es de
sabiduría consumadíssima y perfectíssima, de ninguna manera puede engañarse o
errar. Deste Señor Dios, pues ninguna cosa ay más verdadera, ninguna más sabia
que èl, nos proponemos en este Tratado auer de recebir las Leyes y preceptos de
viuir, y amonestamos a los demás a que los reciban. A los quales preceptos y
Leyes si procuráremos obedecer, no serà el precio la misma virtud, como dixeron
los Estoycos, mas la paga que se allegarà y darà à la virtud, serà por
mortalidad inmortalidad, por corrupción incorrupción, por miseria bienauenturança,
y finalmente serà lícito gozar del mismo Dios, auiendo cumplido sus mandatos; y
nos alegrarèmos con la perpetua vista de aquel que con su luz alumbra todas las
cosas, con su sabiduría las gouierna y con su potencia las sustenta. Ninguna
cosa nos podrà faltar para consumada, y perfecta felicidad, quando fuéremos
recebidos de su Magestad y gloria, la qual ninguno puede hablar, ni aun pensar.
Pues para que finalmente podamos llegar à tan inmenso y incomprehensible bien,
escudriñamos las Instituciones y hechos del viejo y Nueuo Testamento, de los
quales es Dios el Autor. Tres cosas principales son las que se nos mandan
guardar en estos, Fè, Esperança y Caridad. La Fè, para que creamos ser cosas
muy verdaderas las que Moysés y los Profetas y las que Christo y sus Apóstoles
inspirados por el Espíritu Santo hablaron. La Esperança, para que cumpliendo
las cosas que se nos mandan, de ninguna manera desconfiemos auer de recebir
aquellos premios que nos fueron prometidos. La Caridad, para que ninguna cosa hagamos
ni digamos si no es lo que creemos auer de ser agradable a Dios y que ha de
aprouechar à los hombres. Y porque qualquiera cosa que se nos manda auer de
hazerse o huirse pueda harto cómodamente referirse à estas tres, declararèmos
vnas cosas de las que emos de escreuir debajo del título de la Fè, y otras
debajo del título de la Caridad: afirmando ninguna cosa totalmente agena del
sentido y autoridad de las Escrituras. Assí que ninguna cosa que enseñare serà
mía, sino diuina, y sacada fiel y sencillamente del mismo tesoro de los santos
y sagrados Libros, para que lo que aquí dixere sea tan verdadero como la misma
verdad. Porque he determinado y propuesto de no apartarme en ninguna parte de
la Ley ni del Euangelio, sino yendo discurriendo por los espacios de vna y otra
Escritura, ir cogiendo à cada passo las cosas que nos parecieren más
necessarias, y disponiéndolas y ordenándolas en siete libros, declararlas con
la mayor diligencia que pudiere, y ofrecerlas à los que quisieren leerlas y
aprenderlas. Ninguna cosa estrangera se engerirà en estas, porque no parezca
que tenemos necessidad de la agenas: tan solamente saldràn à luz y dirèmos las
que son nuestras, pues son bastantes para darnos abundantemente à la mano lo
necessario en tratar toda materia de costumbres. No iràn vntadas ò embarradas
con algún afeite de color peregrino y estraño, sino contentas con sola la
pureza de sí mismas. Demás desto esta obra se intitularà con nombre de
Euangelistario, aunque contendrà dichos y exemplos no solamente del Euangelio,
sino también de la Ley. Porque quantas vezes que queremos que se entienda y
señale el todo por la parte según la figura que llaman Synéchdoche, deue
imponerse el bocablo de aquella parte que parece más insigne y principal. Por
lo qual leemos en muchos Autores algunas vezes Popa (que es la parte postrera
de la naue) por toda la naue, y ánima por todo el hombre. Y también cómo se
auentaja el Euangelio à la Ley, porque en la Ley estauan las señales de las
cosas futuras que vemos cumplidas en el Euangelio. Allí estaua la figura y las
sombras; aquí està la verdad y la luz deseada, que deshaze y desvanece la
obscuridad de las sombras. Allí nos habló Dios por sus sieruos, aquí por su
mesmo Hijo. Y entonces estáuamos muertos en Adán, aora vivimos en Christo. Explicada
finalmente la proposición de las cosas que acometemos y emprendemos tratar, y
mostrada la razón del título ò sobreescrito, lo que resta es que ayudándonos el
Espíritu Santo, y dándonos su soplo y viento fauorable, abramos las velas para
nuestra nauegación, y començemos la obra propuesta desde la Fè que deuemos à
Dios.
[Evangelistario (1655),
pp. XI-XIII.]
SÍGVENSE
CINQVENTA PARÁBOLAS
de Marco Marulo.
*
PARÁB. I.
De la Fè Christiana
Avía tres mozas cuyos nombres
eran éstos: Verdad, Duda, Falsedad. Encontrándose con éstas cierto hombre que
quería caminar azia Ierusalén, las rogò le mostrassen el camino para no errar,
por ser dèl ignorante. La Verdad le mostró el camino, que era muy derecho y muy
cierto; auisándole que ni se apartara a la diestra ni a la siniestra, si no
quería andar descarriado y apartado del camino que deuía tener. Mas la Duda le
dixo con cara vn poco suspensa, y temblándole los labios, que dudaua si por
ventura fuesse assí como la verdad afirmaua. Pero la falsedad negò totalmente
ser assí, y le mostraua otra senda mucho diferente. El hombre, no sabiendo a
quál de las tres que tan variamente sentían diera crédito, después que
preguntando supo los nombres de cada vna de ellas, juzgò prudentemente auerse de
creer a sola la Verdad. Entrando, pues, en el camino, llegó allà donde quería.
Esta Parábola de la Fe nos
demuestra que los que creen en Christo no yerran, porque Christo es la Verdad (Ioan.
14.). Mas el dudar es de los Philósofos, que ninguna cosa cierta afirman. Y el
sentir cosas contrarias fue de Gentiles, que confessauan y adorauan no a vn
solo Dios, sino muchos. Assí que sólo aquél tiene el camino de lo recto y
bueno, que cree a la Verdad, que es Christo. Creyendo en Christo se llega a la
celestial Ierusalén, a donde èl subió (Ioan. 12.). Donde yo estoy, dize,
allí estarà también el que me sirue. Mas de qué menera [sic] serà sieruo
de Christo el que duda, o el que no cree? En verdad que este tal es ministro de
infidelidad, no de Christo.
PARÁB. II.
Del que duda en la Fè
Estando vn hombre edificando vna
torre, puso parte del fundamento sobre piedra firme, y parte sobre arena.
Echado ya el fundamento, como ya huuiesse leuantado bastantemente alto el muro
con piedra quadrada de cantería, aquella parte que auía sido fundada en suelo
muelle y blando, aplanándose y cayéndose todo el edificio, se arruinò, de tal
suerte que también la otra parte, que auía sido fundada al parecer muy fuerte y
maciça en piedra, cayò juntamente con ella: porque todo lo que se apega à cosas
que están para caer, siendo tocado con la ruina de ellas, no puede estar en pie
ni permanecer. Entonces aquel hombre, como huuiesse gastado casi todo lo que
tenía en hazer la dicha torre, faltándole el dinero, no pudo reparar las cosas
que se auían caído. Finalmente puesto en mucha pobreça, y caída su ánima
grauemente de dolor, començò à acongojarse, porque huuiesse hecho poco
prudentemente en poner el fundamento de la dicha torre.
Tal es aquel que se persuade que
las cosas que son de la Fè Christiana en parte son verdaderas y en parte las
duda. Porque aunque en el entre tanto ponga mucho cuydado en èl hasta el fin de
la vida, y juzgue que ha aprouechado muy mucho, y confíe que ya ha de ir à
recebir los premios de la bienauenturança, con todo esso después passando de
esta vida à la otra, echarà de ver auer sido en gran manera engañado; y le
pesarà tarde de no auer creído perfectamente todas las cosas que fueron
recibidas de la Iglesia. Porque la Fè entera da à las virtudes el mérito del
galardón eterno, no aquella Fè que està corrompida con algún escrúpulo de duda.
Porque los árboles fructuosos también auiendo sido heridos en alguna parte de
la raíz, echa à tierra sus frutos antes de madurarlos. La raíz de las virtudes
es la Fè: y si en ella alguna cosa alguien titubeare, en valde se espera el
fruto de la bienauenturada inmortalidad, como està escrito (Prou. 10):
La esperança de los malos perecerà.
[Evangelistario (1655),
pp. 705-707.]
de Marko
Marulić para Dmine Papalić
Como tú, interesado por la
antigüedad de manera admirable, queridísimo Dmine, me preguntabas muchas cosas
sobre las letras y las inscripciones antaño en mármol esculpidas y escuchabas
lo que entonces se me ocurría, no contento todavía me pediste además que te
entregara aquello mismo, expuesto con más detalle en papel. Y aunque esta
empresa parecía desigual a las fuerzas tanto de mi capacidad como de mi
conocimiento, puesto que hay que explicarla más por conjeturas que por un seguro
conocimiento de la verdad, acepté sin embargo hacer lo que pedías, para que no
haya nada en que te negare mi aplicación a emprenderlo y realizarlo a ti, que
estás unido a mí por estrecha cercanía y que mereces lo mejor de mí. Así pues,
procuraré escoger de lo mucho lo poco que parezca más digno de recuerdo. [...]
Intentaré enseñar qué indican
las palabras truncadas y las letras sueltas. Por eso cualquier cosa que
necesite de más apropiada explicación la aclararé como pueda.[...]
Tú, empero, querría que al leer
atendieres a cuánto valoraron aquellos varones de la antigüedad, que aún
veneraban a ídolos vanos, no al Dios verdadero, la virtud ya del alma, ya del
cuerpo. Y en efecto, quienes estaban dotados de aquélla acostumbraban
dedicarles imágenes, erigirles arcos y columnas, construirles magníficamente
sepulturas y ornárselas con elegías, para que a los difuntos no les pereciera
junto con la vida la gloria de sus hazañas, sino que también a los
descendientes les fuera conocida. Sepas, sin embargo, que eso fue glorioso sin
duda para los que se afanaban no por la gloria, sino por la virtud, esto es,
para los que se ocupaban más de ser que de parecer probos, modestos,
constantes, pudorosos, sencillos, justos, perfectos y cumplidos en todos los
aspectos. No ha, pues, de buscar la gloria el magnánimo y proclive a la
eternidad en los hombres, sino en Dios; ha de deleitarse no en las estatuas, no
en las pinturas, no en los rótulos, que son sin duda frágiles y efímeros, sino
ha de anhelar sólo lo celeste, que no tiene fin. [...]
EN SALONAS
(SOLIN)
Hasta ahora te he interpretado
los monumentos extranjeros, queridísimo Dmine Papalić, ahora abriremos los
de nuestros mayores, que, caídos por doquiera, contemplé cuando vagábamos por los
escombros y ruinas de Salonas, y entre tanto, revolviendo en mi ánimo cuán
grande fue un tiempo la gloria de nuestro suelo patrio, repetía yo gimiendo el
verso virgiliano: "Fuimos troyanos, fue Ilio e ingente / la gloria de los
teucros" [(Virg., Eneida II, 325-326)]. Ahora, nada. Cuál, pues, y
cuán grande se había erguido esta ciudad, que dejó de ser, igualada con la
tierra por los godos, no sólo lo atestiguan sus reliquias, sino también lo
revela la autoridad de la historia antigua y de sus autores. Pues el propio
Estrabón en su libro de Geografía declara que Salonas es un emporio de
los dálmatas, y de los propios dálmatas: "Ese pueblo -dice- muchos años
hizo guerras contra los romanos" [(Estr., Geogr. 7, 5, 5)]. [...]
A esto se añade que el emperador
Diocleciano, natural de Salonas, se ganó por su valor y sus hazañas ser elevado
al imperio de los romanos. Depuesto luego el imperio, vivió vida privada en su
patria chica. Y cuando hubo devuelto a Roma a su dignidad original, prefirió
envejecer aquí como un ciudadano particular que imperar en Roma; hasta ese
punto lo había cautivado la amenidad del lugar, así como el ocio tranquilo en
el retiro. Subsiste su edificio cercano a Salonas, que nuestros mayores
comenzaron a habitar después de la caída de la Ciudad; ahora es nuestro solar
natal, que llaman Espálato (Split). Pero realmente está semiderruido y en parte
destruido; sin embargo por la belleza de sus murallas y torres y por el ornato
de sus puertas elegantemente construidas muestra cómo era hasta lo que se
arruinó por antigüedad o por daño de los enemigos. Yérguese aún el templo un
tiempo consagrado a Júpiter, ahora dedicado a Domnio mártir -arzobispo de
Salonas-, como una gran torre de forma redonda y angulosa. Y su muro, como ves,
consta de una piedra cuadrada y de una construcción reticulada; dentro está
apuntalado por ocho columnas ingentes, en las que se asientan otras menores,
cuatro de las cuales, de mármol purpúreo, se levantan junto con otras hasta la
bóveda del techo. Por fuera tiene a su alrededor un peristilo de veintidós
grandes columnas, y éste de noble mármol sinádico. Además, ante el umbral del
templo y del propio vestíbulo se extiende un atrio espacioso, rodeado de
grandes columnas, también talladas en mármol frigio, con las que se apuntalan
arcos impuestos, de suerte que en ninguna parte de Roma encontrarás tantas,
tamañas y tales columnas dispuestas en un solo lugar. [...]
Ve, finalmente, cuán grande es
la mudanza de las cosas humanas, cuán grandes los giros o más bien juegos de
fortuna, nunca sencillamente complaciente. Nada se tiene siempre firme en la
tierra, nada es estable, nada permanece en el mismo estado, ni ciudades, ni
imperios. Así pues, fuera de la tierra, fuera de las sendas del año y del sol
debe buscar el hombre la felicidad que a los que viven en piedad y justicia con
largueza les dispensa, perenne y perpetua, Dios todopoderoso sobre el cielo.
Traducido del
latín por F. J. Juez Gálvez
Original en: Marci Maruli Opera
Omnia, XVII, Split (en preparación; por cortesía de Bratislav Lučin).
I
Marco Marulo
Adolescente Dálmata al poeta Juraj Šižgorić
Desconocido te escribo una
carta, y aunque nunca te haya visto, no obstante te amé antes de verte. Ésto lo
ha hecho, sin duda, el mérito de tu ingenio, que nos vuelve amables no sólo a
los que no vemos, sino también a los que fueron mucho antes que nosotros.
Querría, sin embargo, dulcísimo Juraj Šižgorić, que no desdeñaras
abrazarme, a mí, tan admirador tuyo, con recíproco amor. Pues si te es la
humanidad par a tu erudición, esto, por cierto, lo que me es más grato de todo,
lo he alcanzado. En efecto, veo qué fuerza de agudeza de ingenio hay en ti,
siendo joven, y cuán poderosa. Y en efecto algunos de tus metros, que ya se
divulgan por toda Italia, que destacan por cierta increíble y casi singular y
divina erudición, han llegado también a nosotros. Y así, examinando en éstos
disposición tan artística de las palabras, pensamientos tan robustos y nuevos,
nadie me parece que se haya acercado más a los vates antiguos y santos.
Y a ti no te prefiero sólo a los
poetas de nuestra edad, sino muy semejante te juzgo también a Nasón, Propercio,
Tibulo. Pues éstos se considera que escribieron la elegía con más perfección y
elegancia.
Tú, pues, amabilísimo Juraj
Šižgorić -que los dioses te lo vuelvan todo bien-, haz para que del mismo
modo que el nombre de tu ingenio, así el de tu mansedumbre y humanidad florezca
y tu celebridad, esto es, muéstrateme ya tal cual me ves a mí respecto a ti. Y
si me presentare quizá demasiado temerariamente en lo que he osado decirte,
disertísimo joven, con mi seco discurso, me defenderé por el anhelo de
amistarme contigo.
¡Vale!
II
Marco Marulo
saluda al venerable presbítero de Brač Marko Prodić
Gratos me han sido los regalos
traídos por un queridísimo amigo, tu hermano Jerónimo, pero lo más grato me ha
sido oír que te muestras solícito en educar a tus sobrinos en el temor de Dios
y en formarlos en las letras más humanas. Ninguna otra obra puedes realizar más
acepta a Dios y más útil a la república cristiana. Sigue pues, amable
condiscípulo, con ánimo fuerte para que el linaje de los salonitanos no se
separe de la virtud de sus mayores. Pues vosotros provenís de la ciudad de
Salona (Solin), porque, aunque después de su desdichado desastre muchas
familias nobles de allí se establecieron en esta ciudad, muchas de la misma
manera se detuvieron en esa isla. Pero esto lo conoces tú perfectamente por los
monumentos leídos en nuestra adolescencia, que existirían también entre
vosotros, de no haber sido consumidos por el fuego provocado por los almisanos
(de Omiš) el año 1277 en la casa municipal.
Por los regalos recibidos y por
el propio celo de tu ánimo te doy las gracias debidas. A tus propios sobrinos
saluda en mi nombre y exhortación y a tu amigo Marcos ayúdalo con oraciones. Vale!
En Split, a día 10 de mayo del
año 1496.
III
Al Reverendo
en Cristo señor padre Jerolim Ćipiko, ilustre doctor de ambas leyes, y dignísimo
canónigo del Arcedianato de Split, y señor mío, con los mayores méritos
En Venecia
Reverendo señor:
Queriendo escribiros estos días
pasados me lo impidió la muerte de mi hermano Zuane (Ivan), Dios le dé paz a su
alma. A su partida de aquí enfermó de fiebre en la galera, le pedimos gracia al
rector para llevarlo a tierra para curarlo, y entre tanto que nuestro Valerio
(Valerije) estuviera al gobierno de la galera. Esto sólo no lo pudimos
impetrar, sirviéndonos todavía de los que tienen poder cabe el rector. Ha usado
demasiada crueldad, Dios le dé arrepentirse de su pecado y salvarse al fin.
Amén.
Piero (Petar), también mi
hermano, está en cama, gravemente enfermo. Había hecho yo venir al médico Siva
de Šibenik, el cual, me parece, no tiene buena opinión de su salud. Qué
seguirá, no lo sé, pero siga lo que siguiere, Dios sea en todo alabado. Asaz me
encuentro consolándome de que uno se ha ido de la vida presente con todos los
sacramentos eclesiásticos y bien contrito en mis manos, como conviene a un fiel
cristiano. El otro, también confeso y contrito, está aparejado para seguir la
voluntad de Dios, en cuyas manos está nuestra vida y muerte.
Yo, entre tanto, siento en mí
combatir la pasión con la razón, aunque al principio un tanto el duelo ocupa el
corazón, mas tanto que finalmente no da lugar a la razón. Et hoc est donum
Dei altissimi ("Esto es también don del altísimo Dios", Ecl.
5, 18), al cual doy gracias por ser mucho menores sus flagelos hacia nosotros
de lo que merecen nuestros pecados. Misericordiosamente nos castiga, no para
hacernos daño, sino para salvarnos in aeternum. Todas las adversidades
que nos manda siempre son con el fin de nuestro bien, por eso por todas las
cosas debemos rendirle alabanza, y a Él solo por todo agradecerle.
Nuevamente pensando entre mí la
opresión de los cristianos por los infieles, y en la fantasía buscando la
causa, vínome a las mientes hacer sobre ello un tratadillo, espero que no
inútil a los que quieran leerlo con mente sana, y con razón considerar la cosa.
Os lo mando con esta carta, escrito está en sermón vulgar, para que todo el
mundo lo pueda entender. Si os parece que se pueda hacer algún fruto espiritual
entre los cristianos, lo haréis dar a las prensas. Y en cuanto puedo indicar
yo, verdaderamente creo que es así, y que así será como en él se contiene. Esto
es, que la cosa irá bien si los prelados eclesiásticos y los señores mundanos
quieren proveer mediante sus censuras y penas que los súbditos se corrijan de
las públicas perversidades que hacen. Aliter, actum est de nobis
("De otro modo, se acabó con nosotros"), siempre la ira de Dios será
contra nosotros, la cual es más estimulada por la negligencia de los
presidentes que por la falta de los pueblos. Iam securis posita est ad
radicem ("Ya el hacha está puesta a la raíz", Lucas 3,9), y de la
ofensa de Dios nadie se da cuenta, hasta que su venganza no se extienda más
allá. Oh, qué vana es la credulidad de los que creen con la fuerza de las
gentes poder contristar contra la ira de Dios.
Nuevamente aquí, en las partes
de Croacia, como ya antes habéis oído, habiéndose juntado quinientos caballos
húngaros y croatas y estradiotes, todos valentísimos hombres y bien armados,
fueron rotos y quebrados por trescientos turcos, mal armados y mal a caballo,
sobre la bella llanura. En tanto que aquellos escapaban, no sabían decir por
qué causa escaparon, ni por qué no tenían ánimo para resistir a tan pocos,
teniendo en todas las cosas gran ventaja. Y ni siquiera todavía nos damos
cuenta de que no es la fuerza del enemigo la que nos oprime, sino el furor
divino.
Hoy llegó la nueva confirmación,
para los que la han visto, cómo tres mil caballos de Skender bajá han depredado
el país de los Slovigni (Eslavonia) hasta Zagreb, sin obstáculo, en
tanto que llevaban prisioneros gran número en rebaño, como animales, de bueyes,
pécoras y jumentos, tantos cuantos podían llevar. Que si el rey no puede cuidar
de su dominio, no sé cómo cuidará del de otro. Manifiestos son los signos de la
ira de Dios, y pocos son los que la consideran, incluso esperando en la ayuda
de las fuerzas humanas. La cual esperanza, empero, es vana, leyendo la obra lo
podréis conocer. Opto te bene valere in Domino ("Te deseo buena
salud en el Señor").
M. Marulus
tuus ("Tuyo, M. Marulo")
Desde Split, 1501, día 19 de
julio.
Recomendadme a la Señoría del
Reverendísimo Abad de Bergognoni, nuestro, por su humanidad, amicísimo. Si soy
bueno para alguna cosa, estoy a las órdenes de su Señoría. Jesucristo lo
mantenga en su gracia. Amén.
He hecho una obrita en nuestra
lengua materna, en rima, dividida en seis libros, en la cual se contiene la
historia de Judit y Holofernes, hícela esta cuaresma pasada y se la dediqué al
micer Primicerio nuestro. Está compuesta more poetico ('a la usanza
poética'), venid a verla, diréis que también la lengua eslava tiene su Dante.
Me hacer presumir demasiado el atrevimiento que tengo con vos. Iterum valete
("Otra vez adiós").
IV
Al Reverendo
en Cristo Señor Jerolim Ćipiko, ilustre doctor de ambas leyes, dignísimo
Canónigo y Arcediano de Split, y señor mío, con el mayor honor
En Venecia
Reverendo señor:
Escribí por otra mía de la
prematura muerte de mi hermano Zuanne (Ivan). Ahora, sin dar descanso al
cálamo, os anoto también de la muerte de Piero (Petar), otro hermano mío, el
cual junto conmigo habiendo atendido a Zuanne (Ivan) mientras estuvo enfermo,
creo que de él cogió la enfermedad; era una fiebre, como dijo el médico,
pestilencial, al entrar el decimoquinto día echóle el alma del cuerpo. A tiempo
hícele confesar y comulgar, murió como buen cristiano. Esto es lo que me hace
estar un tanto consolado, aunque sea el caso muy desdichado. En el espacio de
veintitrés días privarse de dos hermanos jóvenes, gallardos y de bien, cuya
conversación cada gran hastío fácilmente me lo aliviaba. Así ha sucedido, así
ha sido la voluntad de Dios, sit nomen Domini benedictum ("Bendito
sea el nombre del Señor", Job 1, 21). Él los había dado, Él los ha
quitado, cuando a Él le plugo. Quicumque patimur peccata meruerunt
("Todo lo que sufrimos lo han merecido los pecados"), mejor nos trata
la divina clemencia de lo que merecemos. De toda cosa doy gracias a su
Majestad, siendo cierto que todas las adversidades que nos manda nos las manda
con el fin de nuestro bien, para que castigados nos enmendemos, enmendados nos
hagamos dignos de la eternal salvación y beatitud preparada para nosotros a
constitutione mundi ("desde la creación del mundo"). Non vult
Dominus mortem peccatoris, sed ut convertatur et vivat ("No quiere el
Señor la muerte del pecador, sino que se convierta y viva", Ezeq.
33, 11). Aunque no me lamento de la fortuna, sino doy gracias a Dios, y si esto
es poco, vengan sobre mí cuantas miserias hay en el mundo, sólo que nunca esté
yo privado de la gracia de Jesucristo nuestro Salvador. Teniendo la cual los
santos mártires, cuanto más graves suplicios sufrían, más gozaban. Si Deus
nobiscum, quis contra nos! ("Si Dios está con nosotros, ¿quién contra
nosotros?", Rom. 8, 31).
Con tales y semejantes razones,
a los alientos suelo resistir a las pasiones del presente duelo, ni tampoco me
siento tan fuerte que no tenga necesidad del consuelo de otros, máxime de
vuestras cartas, a mí siempre gratísimas. Así que os ruego no os sea tedio,
cuando podáis, escribirme alguna cosilla de vuestra salud y bienestar. Bonum
vestrum nostri infortunii temperamentum est. Valete feliciter.
("Vuestro bien es templanza de nuestro infortunio. Id con
felicidad.")
M. Marulus
tuus ("Tuyo, M. Marulo")
Desde Split, 1501, día 26 de
julio.
V
Al Reverendo
en Cristo padre señor Jerolim Ćipiko, ilustre doctor de ambas leyes,
dignísimo mío, con el mayor honor
En Venecia
Reverendo señor en Cristo:
Escribí la última mía por micer
padre Tomás, arcipreste nuestro, de nuestros infortunios, cuyo cúmulo en el
presente ha crecido con la enfermedad de nuestra señora madre. Ha caído en
gravísima fiebre, de tal modo que sólo Dios la puede librar de ella y
devolverle la salud. Todos los demás remedios le han hecho en vano, de ningún
modo para mejorar, sino las fuerzas vitales van menguando, ni siquiera puede
masticar la comida, tanta debilidad siente aún en las quijadas, pero con
alimentos sorbidos le sostenemos la vida como mejor podemos. Dios sea alabado.
Ved ahora en que condición me
hallo. He perdido dos hermanos en un mes y ahora estoy a punto de perder
también la madre, si Jesucristo no la sana milagrosamente. Y si esto me
ocurriese en algún otro tiempo, sería menos malo, pero ahora que me he quedado
solo en el gobierno de la casa, lo cual hasta ahora no me había pasado, y cosa
no usada me da mayor pesadumbre. Si no esperara el regreso de Valerio
(Valerije) <...> lo dejaría todo y atendería a mis cosas, pero por amor
suyo me conviene atender al asunto de la casa. Y en esto me ha faltado la ayuda
de la madre, para mayor molestia y fatiga mías, así que me hallo embarazado por
todos los cantos, como el que se halla en una gran tempestad con la madera
frágil y desarmado. Mi sola esperanza está en Dios, Él por su piedad y
misericordia liberándome de tantas tribulaciones, me conducirá al puerto del sosiego
espiritual. Y yo, expedito de embarazos mundanos, consumiré el resto de mi vida
en cosas que serán para loa de su Majestad y la salvación del prójimo, y la
purgación de mis pecados. Por los cuales, en cuanto pienso que me conviene
confersarlos, las antedichas adversidades me han sucedido merecidamente. Iustus
es Domine et rectum iuditium tuum. ("Justo eres, Señor, y recto tu
juicio", Salmos 118, 137) Sed forsan et hec olim meminisse
iuvabit, cum animum revocabimus in Deo consolati ("Pero quizá
convendrá recordar también esto un día (Virg., En. 1, 203), cuando
llamemos de nuevo al espíritu consolados en Dios").
Os escribí de aquella obra
nuestra ejemplar. Si no se ha comenzado a imprimir, mandádmela por algunos
días. Si así hacéis, en seguida os la mandaré de vuelta, mejor corregida y
enmendada. Y si no se puede, paciencia, responderemos a los lectores de ella, o
a nosotros, los autores, con las palabras del poeta Marcial a Avito, diciendo: Sunt
bona, sunt quedam mediocria, sunt mala plura que legis hic, aliter non fit,
Aviter, liber ("Hay cosas buenas, hay algunas mediocres, hay muchas
malas, / las que lees aquí: de otro modo no se hace, Avito, un libro", Mart.
1, 16).
De nuestro Antonio d'Alberti,
creo que ya habéis sabido por otros cuántas oscuras traiciones ha usado contra
nosotros antes de la muerte de nuestro hermano Piero (Petar), y después cuánto
odio manifiesto sin culpa ni razón, sólo porque le parece que a él no le puede
hacer bien alguno si a otros no les hace mal. Yo le perdono cada ofensa por
amor de Dios, aunque más de una vez me he turbado entre mí, pero los estímulos
de la ira los he rebatido con el dicho divino: Mihi vindicta et ego
retribuam, dicit Dominus ("A mí la venganza, yo haré justicia, dice el
Señor", Rom. 12, 19). Y así cada cosa he llevado con paciencia,
como también he descrito en sonetos, de los que, pues que creo tendréis algún
placer, os mando, junto con ciertos otros, los cuales he hecho, al no saber de
otro modo aliviarme el hastío que padezco. Y a fin de poder ser mejor en tales
angustias consolado, hice algo hermoso que no había visto antes; haced que os
vea, aunque tendré ocio de poderos ver, entre tantas ocupaciones que aquí y
allá me distraen en el presente, y no me dejan reposar. Rogad a Dios que pronto
de ellas me libre, et me mihi restituat, ut et tuus esse possim, quem semper
opto. Bene valere ("y me restablezca en mí mismo, para poder ser
también tuyo, lo que siempre deseo. Te deseo salud.").
Desde Split, el año del Señor de
1501, el día segundo del mes de noviembre.
Recomendadme al reverendísimo
nuestro monseñor abad Borgognoni, si algo puedo por su Señoría, estoy siempre a
sus órdenes, de lo poco que puedo, pero también poco asaz le debía ofrecer
todo.
Marulus tuus ("Tuyo, Marulo")
VI
Al reverendo
en Cristo presbítero Giacomo Grassolario, varón dotado de virtud y erudición,
amantísimo de mí y carísimo para mí.
En Venecia
A Giacomo Grassolario,
presbítero, lo saluda Marco Marulo
Mucho de mí te (ha dicho) el
Jerolim mío, e igualmente tuyo. Pero así siente él de mí, cuanto de tu carta
enviada a mí colijo, como quien ama con vehemencia. Y sucede ciertamente que la
loa de tales es mayor que la verdad. Tú me consideras tanto cuanto él mismo se
ha convencido. Por consiguiente, has comenzado a amarme y deseas ser
correspondido. Y en ello reconoces ciertamente qué clase de varón eres, que te
muestras partidario de todo lo mejor. Eres digno, pues, tú, a quien yo a mi vez
ruego que, aunque encuentres en mí menos de lo que has oído, no te enfríes en
tu propósito de una amistad en la que me esforzaré por responderte con todas
mis fuerzas. Este afecto ferviente tuyo o lo venceré o lo igualaré. ¿Pues qué
me es más agradable, qué más grato que la benevolencia y la humanidad de tales
cual tú eres? Amen otros las riquezas, los honores, los placeres, a mí nada me
puede ser más caro que poseer amigos, y sobre todo los amigos a los que une el
común culto de la verdadera y sincera devoción a Dios. De tu carta descubro
fácilmente cuánto te deleita la contemplación de las cosas divinas. Mientras
nuestro amor dependa de eso, será perpetuo. Y en efecto siempre aman los que
continuamente meditan cosas sempiternas. "Éste es mi precepto -dijo el
Señor-: que os améis unos a otros". Y para que no juzgáramos suficiente el
amor vulgar con el que se aman entre sí los hombres del siglo, añadió:
"como yo os he amado" (Juan 15, 12). No nos introduce en el
amor de la carne, sino del espíritu, no de los cuerpos, sino de las almas. Del
amor, pues, de este modo, nace la concordia santa y salutífera de la que el
mismo dice: "Si dos de vosotros conviniereis sobre la tierra en pedir
cualquier cosa, os lo otorgará mi Padre, que está en los cielos. Porque donde
están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de
ellos" (Mat. 18, 19-20). Así pues, congreguémonos, carísimo
Giacomo, no por hacerse encontradizos nuestros pasos, aunque ello también me
sería gratísimo, sino más bien por voluntad par e igual de nuestros corazones.
Y Cristo estará en medio de nosotros. Nuestro amor nos enderezará no a otra
parte sino al amor de Dios. De éste la absolutamente ignorante antigüedad de
los gentiles eleva y celebra con jactancia a no sé qué cuatro pares de amigos.
¿Pero qué son ellos a nuestra caridad? Sea, se amaron ferviente, fiel,
constantemente, ¿pero hasta dónde, pregunto? Ciertamente no más allá sino hasta
donde vivieron, lo que fue brevísimo. La pronta muerte trajo la discordia a los
que descendían a los infiernos, donde no mora amor alguno, sino un sempiterno
horror. Pero en la pía caridad de los que creen en Cristo incluso después del
final de esta vida persevera continuamente, nunca cesa, nunca se termina.
Entonces empezamos a amar sobremanera, cuando de esta redondez de la tierras,
en que somos peregrinos y advenedizos, nos mudamos a la patria celestial.
"La fe, la esperanza, la caridad -estas tres-; pero la más excelente de
ellas es la caridad" (1 Cor. 13, 13). Puesto que aquellas dos
cesarán cuando, es sabido, lo que se espera se posea y lo que se cree se vea. Pero
ésta perdurará eternamente. "Dios es amor, y el que vive en amor permanece
en Dios, y Dios en él" (1 Jn. 4, 16). Seremos, pues, amigos
perennes y perpetuos y de verdad, si amándonos mutuamente nos encendiéramos uno
al otro con asiduos coloquios y con frecuente intercambio de cartas a amar al
único que "antes nos amó" (1 Jn 4, 10) y "dio la vida por
nosotros" (1 Jn 3, 16).
Al pie de la carta, considerando
sobre la presente nulidad de los hombres, que ha crecido hasta el colmo, me
preguntas cuán cercana creo que está la venida del Anticristo. Ningún creyente
discute que vendrá el Anticristo. ¿Pero cuándo vendrá? Podemos conjeturar, no
podemos discernirlo, diciendo el Señor: "No os toca a vosotros conocer los
tiempos y los momentos que el Padre ha fijado en virtud de su poder" (Hch.
1, 7). Y en otro lugar: "De aquel día -dijo- y de aquella hora nadie sabe,
ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sino sólo el Padre" (Mat. 24,
36). No porque el Hijo sepa algo menos que el Padre, siendo el Padre y el Hijo
una sola cosa (cf. Jn. 10, 30), sino que el Padre porque le
comunica al Hijo, y el Hijo no sabe, porque a nadie se lo revela. No obstante,
los signos que precederán al Juicio se evocan en el Evangelio, y parte de ellos
creemos que han acontecido, parte esperamos que acontezcan. Arrecian las
guerras, campean las pestes, aprietan las hambres (cf. Lc. 21,
11). Pero aún no aparecen las demás cosas que predicen lo venidero en el sol y
la luna y las estrellas (cf. Mt. 24, 29; Mr. 13, 24-25; Lc.
21, 25). Entre tanto no nos conviene saber más de lo que debemos saber. El
arcano de Dios, que está oculto, dejémoslo oculto. Pero su Juicio siempre
temamos. "Ni siquiera sabe el hombre si es digno de amor o de odio" (Ecl.
9, 1). Es por eso estúpido vivir demasiado negligentemente porque Cristo
retrasa su Juicio. Aunque viniere Él después de muchos miles de años, la
muerte, sin embargo, no puede estar lejos de nosotros; aunque invadiere la
vejez extrema, se apresura, corre, vuela, está a las puertas. Pues breve et
irreparabile tempus / omnibus est vite ("breve e irreparable el
tiempo / para todos es de la vida", Virg. En. 10, 467-468). Y
entonces somos juzgados por primera vez, cuando de aquí salimos. Y ya que ni
una hora siquiera podemos añadir a nuestra vida, vivamos así hoy, como si
mañana hubiéramos de morir. No te relato esto por la razón de enseñarte algo a
ti, a quien todo es más conocido que a mí, sino para que tú a tu vez me
despiertes con tus exhortaciones, para no entorpecerme nunca seducido por
alguna tentación de ternecito asueto. Si me amas, cuídate de hacerme mejor, no
añadirme más loas. Y no sólo te amo como óptimo varón, sino también como óptimo
sacerdote te honro. Soy todo tuyo, porque tú todo de Cristo. ¡Vale!
Año de la Salvación Cristiana
1502, 3 de marzo. En Split.
VII
Al reverendo
en Cristo Señor Giacomo Grassolario, señor mío carísimo
En Venecia
Venerando señor:
Te doy la gracias por nuestra
obra recién impresa por cuidado tuyo. Y si por redactarla algo mereció mi
labor, ruego a Dios que me sea común contigo.
Y de lo que ahora está en mi
mano ayúdame con tus preces para poder terminarlo. Puesto que no es de modesta
reflexión querer escribir de la imitación de Cristo y ocuparse de la doctrina
de una vida más perfecta. Si el Señor, en cuya loa se desarrolla tal cosa, me
ayudare y favoreciere, espero en el espacio de un año satisfacerte en eso, como
me pediste; y ya bastante -según creo- habría hecho, si no me lo hubiera
impedido, por ausencia de mi hermano, el cuidado de las cosas de la casa.
Ahora, liberado al llegar él de este incomodo, me ceñiré a acabar la obra que
había interrumpido, y de mejor grado porque me animas tú, que, aunque aún no me
has visto, me amas.
Entre tanto te enviaré la vida
del beato Jerónimo, escrita estos días por nosotros, en cuanto que la pueda
tener de aquellos a los que se la pasé para que la copiasen. Algo más en ella
encontrarás que lo impreso con sus obras. Y para que no parezca que recomiendo
lo mío, hablo no de la belleza del decir -pues yo soy hombre sencillo-, sino de
la historia. Y si te gustare, procurarás que se imprima. Pero si no, ahórrate
el gasto; quizá alguien, a quien, como dice Horacio, "le dio con boca
redonda la Musa hablar" (Arte poét. 323-324), provocado por nuestro
ejemplo, hará lo mismo con estilo más exquisito y pensamientos más graves.
Entonces yo soportaré de grado que se destruya lo nuestro. Pues nada en la vida
deseo tan deseosamente como que alguien escriba algo de este santo, de quien
soy muy aficionado, digno de él, lo que confieso que yo de ningún modo he
conseguido. En efecto, conocerás que al escribir me faltaron facultades, no
voluntad. ¡Vale!
En Split, el 4 de abril del año
del Señor de 1507.
Tuyo, Marco Marulo
Da las gracias en mi nombre al
reverendo presbítero Francesco [de Consorti], de Lucca. Ocho códices de nuestra
obrilla, impresa por cuidado tuyo, me envió como regalo, cumpliendo lo dicho en
el Eclesiastés: "Da de lo tuyo a siete y aun a ocho" (Ecl.
11, 2). Déle Dios que, terminado el tiempo de esta vida, que se cuenta con el
número siete, alcance el ocho de la vida eterna (cf. Salm. 90,
10). Nada hay que pueda desearle mayor o mejor. ¡Valed ambos en Cristo Señor
siempre! Amén.
VIII
Al venerando
presbítero y jurisconsulto pontificio Giacomo Grassolario, señor mío, el mayor
honor. En Venecia
A Giacomo Grassolario,
jurisconsulto pontificio, Marco Marulo lo saluda.
Al regresar de ahí mi hermano
Valerio (Valerije) me contó que nuestra obra De la imitación de Cristo
quedó contigo, para imprimirse por obra tuya (como tú mismo propusiste). Por esta
causa ciertamente me alegro grandemente, porque por ti, hombre egregio y
doctísimo, saldrán finalmente a la luz mis desvelos. Espero, en efecto, que más
les llegará de estima y gracia por tu prestigio que por mi labor, aunque
prolongada. ¿Pero quién será quien desconfíe, habiendo encontrado tal patrono,
de no ver al punto satisfecho su deseo? Aunque yo no deseo que esto sea, como
deseoso de alcanzar gloria alguna de los hombres, porque buscarla es vicio de
arrogancia, sino como afanoso de servir a los más, lo que es propio del
cristiano. Pues Cristo, el caudillo y señor nuestro, todo lo que dijo, todo lo
hizo, todo lo destinó a la salvación de otros. Y como en la obra que recibiste
propuse al mismo como digno de imitación para todos los doctores de nuestra
religión, para encaminarse a la virtud y alcanzar la beatitud perenne, no dudo
de que muchos leerán con más avidez tales cosas escritas por nosotros, después
de haber sabido que también a ti, varón de juicio preciso y de fe sincera, te
pluguieron.
Por eso me será gratísimo si me
informas cuanto antes de cómo está la cosa, esto es, si la obra antedicha se ha
empezado ya a imprimir, si ya en breve volverá a nosotros, de donde partió.
Puesto que no pocos de los nuestros, que la leyeron antaño, la desean ahora
copiada y completa de los impresores, y ciertamente más porque esperan tenerla
enmendadísima por tu ciudado y tu diligencia. Si entre tanto tu Marulo pudiere
serte útil en alguna de tus cosas, sírvete de él libremente; lo hallarás
obediente a tus palabras. Vale.
Desde la plaza de Split, el año
del Salvador de 1515, 26 de abril.
IX
Al reverendo
en Cristo Señor Giacomo Grassolario, señor mío, máximo honor. En Venecia.
A Giacomo Grassolario Marco
Marulo lo saluda.
Como en estudioso de mis escritos,
óptimo varón Giacomo, te ocupas ante todo con tus impresores para que aquéllos
salgan a la luz, me pediste que también te enviara los comentarios cuyo título
es De la imitación de Cristo. Tú, si juzgares la obra digna de pública
impresión -pues tengo en muchísimo tu juicio-, cuídate de que se imprima. Y si
merezco alguna merced del Señor por la labor, la compartiré contigo. Pues es de
ley y justicia que, así como los que escriben la disciplina de la vida virtuosa
y beata esperan alguna recompensa de Dios, así lo mismo también esperen para sí
los que se cuidan de publicarla.
Los arquétipos nuestros que
ahora envío, devuélvenoslos después de copiados por los tipos de los
impresores, al mismo tiempo envíame también algunos ejemplares de nuestro Evangelistario
y recomiéndame muchísimo a nuestro Francesco de Consorti, a quien hace ya
tiempo envié como regalo el Evangelistario mismo y quien me reenvió más,
para no parecer ingrato. ¡Vale, y cuando se haya impreso esto, espera más
cosas!
25 de agosto [de 1516].
X
(A Katarina Obirtić)
[perdido el principio de la
carta]
[...] sean pacientes en la
adversidad, sumisas en la comodidad, obedientes a las mayores, humildes para
las otras, clementes para las más jóvenes, amables para todas, sencillas en el
vestir, dóciles en los usos, mansas ante el reproche, quedas en el hablar,
razonables en todo, agradecidas en la oración, voluntariosas en el ayuno,
atentas en toda obra espiritual, y sobre todo fuertes en la fe, firmes en la
esperanza, fervientes en el amor. Serás de cada una espejo de bondad y
santidad, si llevas tal vida en salud, cual prometes en la enfermedad. ¿Ves
cuánto aprecio hago de tu enfermedad? ¿Y tú, sin embargo, quieres que le ruegue
a Dios salud? Ya al terminar yo de hablar, sin querer en ello apartar por
completo tu amor, ruego su gracia para que -sin mirar los pecados del que le
ruega, sino la bondad de aquella por la que se ruega- que te dé salud, y como a
la salud tal fortaleza que no sean dignas de menor salvación las obras de tu
salud, sino que sea bastante la paciencia de tu enfermedad; eso lo conceda
quien con el Padre y con el Espíritu Santo vive y reina Dios por los siglos de
los siglos.
Amén.
Y ahora te ruego, si en este
hablar mío callas a alguna el consuelo de tu enfermedad, que ni tú dejes de dar
consuelo a tus hermanas, que se sentirían un tanto flojas en su cuerpo,
especialmente a sor Jerónima, de la que realmente estaría triste de oír que
está mal. Consuela también a su hermana Dobrica, que, también enferma, no es
tan cuidadosa consigo misma como con ella. El Señor Dios sea consuelo de ambas
y de todas vosotras.
Todavía os ruego a todas que
oréis, no por mi salud, porque no sé cuánto me favorece, ni por la prolongación
de mi vida, porque toda vida sobre la tierra es breve, ni por ningún bien de
este mundo, porque todo es vanidad, sino sólo que él sea clemente y
misericordioso con mis pecados. Pues bienaventurados aquellos a quienes le son
perdonadas las injusticias, y bienaventurado el hombre a quien no le reprochó
el Señor pecado. A Bira, hermana mía y vuestra, confortad amablemente, para que
no cese de afanarse junto contigo y con todas las demás al servicio de Dios
hasta el día final. Pues dice el Señor: "El que perseverare hasta el fin,
ése será salvo" (Mc. 13, 13). El tiempo corre, los días pasan
veloces, la muerte se acerca, ya está en la puerta, llama y nos dice: Estad
preparados, voy por vosotros. "Dichosos los siervos a quienes, cuando
viene el Señor, hallare en vela" (Lc. 12, 39).
A la señora abadesa, como a una
madre estimada en Jesucristo, recomendadme humildemente, pidiéndole la gracia
de que ella también se digne alguna vez a mentarme en sus oraciones, y como a
los pobres agracia con la limosna, que así agracie al pecador con la oración,
tanto más cuando es más pobre quien no tiene buenas obras, sino quien no tiene
buena vida.
La paz y la gracia de Jesucristo
nuestro Señor con todas vosotras siempre. Amén.
XI
A la estimada
señora Katarina Obirtić, monja de la orden de San Benito, escribe Marko
Pečinić con humilde reverencia y cortés saludo.
Estimada en Jesucristo y por la
santa orden y los honrados sentimientos digna de todo honor señora Katarina:
Muchas gracias por el pescado
que ayer me enviasteis, y tanto más porque al comérmelo no sólo robustecí el
cuerpo, sino aún el alma. Y ello porque me acordé, como se lee en el Génesis,
en el primer capítulo, que los peces fueron creados el quinto día (Gén.
1, 20-21). Después de ese quinto día medité los cinco sentidos de nuestro
cuerpo, cuánto es de necesidad que los guardemos del pecado y los dirijamos a
las virtudes y bondades espirituales, si no queremos quedar atrapados en el
lazo del diablo como pez en la red. Y la primera mirada debemos separarla de
las cosas que nos conducen al mal y al peligro. Pues dice el Señor en el
Evangelio: "Si tu ojo estuviere enfermo, todo tu cuerpo será
tenebroso" (Mt. 6, 23). Por eso el rey santo David en el salmo
rezaba diciendo: "Señor, haz que pasen sin ver la vanidad mis ojos" (Salm.
119, 37). Hemos, pues, de volverlos a las cosas que nos arrastran a buen fin,
como mirar y reflexionar las criaturas de Dios, cuánto cada criatura en su ser
es perfecta, con qué orden están todas las cosas ordenadas, con cuánta belleza
ornadas, con cuánto poder y razón regidas y mantenidas. Y así reflexionando
sobre las criaturas subiremos con nuestras mientes arriba hacia el Creador, y
pensando su poder, sabiduría y bondad, nos guardaremos, cuanto nos sea posible,
de pecar contra él, si nos esforzáremos en obedecerlo y complacerlo sobre todo.
También nuestro oído hemos de dirigirlo a escuchar las buenas doctrinas, y las
obras de los santos, y las palabras de Dios, y apartarlo de escuchar la
vanidad, y las palabras deshonrosas y las calumnias de las lenguas maledicentes.
Pues en el Eclesiástico está escrito en el capítulo veintiocho: "Cerca tus
oídos de espinos y lengua malvada no escuches" (Eclo. 28, 28). Aún
debemos poner nuestro olfato en cosas necesarias, que por su olor se conocen
cuánto favorecen o perjudican nuestra vida, y hemos de apartarlo de los olores
vergonzosos y vanos, como son el almizcle, la algalia, el ládano y demás
semejantes a ellos, que no huelen a hombre sino a animal, porque de animal se
recogen esos aromas. Aún nuestro gusto esté en la comida y la bebida
razonables, y eso cuanto es suficiente para la vida, y no cuanto codicia la
voracidad de la garganta, por cuyo pecado Adán y Eva fueron expulsados del
paraíso (Gén. 3), Noé escarnecido por su hijo (Gén. 9, 18-27),
Lot engañado por sus hijas (Gén. 19, 30-38), Esaú vendió a su
primogénito (Gén. 27, 1-45), muchos del pueblo israelita perecieron en
el desierto (Núm. 11, 4-34), los hijos del preste Helí fueron muertos
por sus enemigos (1 Sam. 2, 11-4, 22). Al final de tales está dicho por
boca del juez celestial Jesucristo: "¡Ay de vosotros, los que ahora estáis
hartos, pues tendréis hambre!" (Lc. 6, 25). Aún nuestro tacto hemos
de evitar, cuanto sea posible, para no tocar ni cuerpo ajeno ni nuestro donde
tocando se puede prender la chispa de la lujuria corporal. Y en verdad dicen
que robusto es el que no siente tocándolo: no se puede llevar el ascua en el
regazo sin que arriba alumbre.
A estos cinco sentidos semejaban
los cinco reyes a los que Josué sorprendió en la caverna y allí los mató y enterró
(Jos. 10, 16-27). Y después de éstos reinó en la tierra de promisión. Y
nosotros si no abatimos a nuestros cinco sentidos en la caverna de nuestro
cuerpo y allí los enterramos, para que fuera entre sí no yerren buscando
deleites externos, no podremos nunca reinar con Josué nuestro Jesús en la
tierra de promisión, que está en la Jerusalén celeste en el reino eterno. Son
cinco ventanas por las que los ataques pecaminosos entran en el alma para
derrotarla mortalmente.¡Oh alma mísera, que estás por doquier abierta a tus
enemigos! De eso se quejaba el profeta Jeremías diciendo: "La muerte ha
subido por nuestras ventanas, y penetró en nuestras moradas, acabó con los
niños en las calles, con los mancebos en las plazas" (Jer. 9, 20).
Y si ponemos una guardia cuidadosa y buena en esas ventanas, créeme, no entrará
el enemigo en nuestra ciudad ni podrá tomar la fortaleza de nuestra alma, sino
estará y vivirá segura y libre, acompañada de compañía de virtud. Los sentidos
corporales son como naves, y el alma es
[faltan probablemente dos hojas
de texto]
así por fin llegó a Nínive, y
predicó como se le había ordenado. Dejemos ahora que Jonás señalaba al Hijo de
Dios enviado por Dios Padre para predicar al mundo, y para morir para salvar a
otros, y al tercer día resucitar, y después darnos a conocer que nosotros
también aún hemos de resucitar. Ahora veamos de esa obra de Jonás qué enseñanza
podemos alcanzar; y expresando respecto al significado espiritual, diré para
enseñanza nuestra cuanto con mis pocas mientes pueda apreciar. Jonás es un
pecador que huye ante el rostro de Dios cuando accede a sus santos
mandamientos, y sin preocuparse de dar a otros buena enseñanza ni de palabra ni
de obra, se embarca a Tarsis. Tarsis se interpreta como busca de diversión. Se
embarca, por tanto, y viaja el pecador buscando y recogiendo diversión de los
deleites mundanos, de la lujuria de la carne, y fastos de vanidades pasajeras,
y mientras se opone y resiste contra la voluntad de Dios, se yergue en la
tempestad: de allá le sopla un viento de soberbia, de ahí de vana gloria, de
acá de gula, de acullá de deseo de honor y dignidades, y así de distintos
vientos de muchos pecados es asaltado, pues a ellos se somete. Y consintiendo a
tales ataques cayó en pecado, y en seguida que pecó mortalmente, fue tragado
por el diablo infernal. Tres días le estuvo al diablo en el vientre, porque hay
tres cosas en el pecado: consentimiento, obra y deleite. Después el pecador,
volviendo a la razón de su juicio, se arrepiente de la mala obra, y por la misericordia
de Dios liberado de las manos del diablo vuelve a Dios obediente a sus
mandamientos, de quien alejado se había en su desobediencia, y entonces
aprovechó no sólo a sí mismo, sino también a otros más, que estimulados por su
buena enseñanza volvieron a la penitencia de sus pecados. Y así Nínive, y el
alma que por su pecado había de perecer, se salvó por la penitencia. Los que
estaban en el barco con Jonás también tenían tempestad y peligro de perecer,
pero cuando de entre ellos lo hubieron echado, quedaron en quietud, éstos son
gente justa y buena, que, al acoger en su compañía a algún mal varón de feos
sentimientos, se encuentran en la tempestad de muchos ataques y en peligro de
pecar. Pues como dice el Apóstol Pablo: "Las conversaciones malas estragan
las buenas costumbres" (1 Cor. 15, 33). Y alejándose esa buena
gente del mal hombre, quedan en la paz de la vida virtuosa y encomiable.
Apartémonos, pues, de la mala compañía, si no queremos caer en el mal, y
asociémonos con la buena gente, cuyo solo rostro es suficiente para guardarnos
de toda indecencia, y no sólo su ejemplo.
Así, aún mirando ante mí el
pescado, y el misal de la Escritura trashojando, llegué al Santo Evangelio, y
me puse a pensar que los pescadores, que eran pescadores pobres y sencillos,
predicaron la fe de Jesucristo, y por ellos se convirtió el mundo, de modo que
los pescadores fueron honrados por los césares, los pobres por los ricos, los
sencillos por los sabios de este mundo. Ninguna fe fue más perseguida, y
ninguna más se multiplicó. Los romanos sometieron bajo ellos el mundo, pero no
pudieron someter la fe cristiana. ¡Oh cosa grande y extraña! Los santos
mártires muriendo vencieron, y los que los mataron quedaron vencidos, porque al
final se sometieron a la fe que habían perseguido. ¿Quién es tan terco e
incrédulo para, valorándolo, no dejar toda duda de herejía alguna, y después de
esa experiencia no conoció que es la fe nuestra verdad, es más, purísima
verdad, y ya perfectamente creyente no se afanará y será fiel? No digo que dudaría
yo ni un poco de que dudáis vosotras, que día y noche alabáis a Jesucristo y su
fe, sino porque me admiro de que entre nosotros se encuentran otros herejes,
gente sin juicio, cegada en sus mientes para peligro suyo.
Y en cuanto atañe a ti y a mí y a
todos los fieles, hermana honrada en Jesucristo, igual a la comparación de
vuestro pescado aún me acordé de la parábola que dice: "Es semejante el
reino de los cielos a una red que se echa en el mar, que recoge peces de toda
suerte; y llena la sacan sobre la playa, y los peces buenos los recogían y
ponían en canastos, y los malos peces los arrojaban fuera. Así será, dice, al
final: los buenos serán separados de los malos, y aquéllos serán guardados en
el canasto de la dicha celestial y eterna, y éstos arrojados al fuego eterno
del ardiente infierno" (cf. Mt. 13, 47-50).
Nosotros, pues, para no ser
condenados y arrojados en tan terrible juicio, afanémonos -acábete yo mi charla
a propósito de vuestro pescado- en cumplir lo que dice el beato San Juan
Evangelista en el postrer capítulo, donde dice que, cuando Pedro y algunos
discípulos fueron a pescar, y en toda la noche no pescaron nada, se hizo de
día, y vieron a Jesús en la playa, que les dijo: "Echad la red al lado
derecho y hallaréis". Cuando así hicieron, no podían las redes, tan llenas
estaban de peces (cf. Jn. 21, 3-6). Nosotros en nuestra juventud
pescamos por la noche, en la oscuridad de este mundo, cegados por el temporal
engaño del deleite y de las vanidades diversas, que están al lado izquierdo. Ahora,
habiéndose ya hecho de día, alumbrados por el juicio de nuestras mientes,
complazcamos a nuestro Salvador, comencemos ya a tirar las redes al lado
derecho en nombre del buen Jesús, y con la ayuda de su gracia llenaremos las
redes de nuestro corazón de obras justas, buenas y santas, y Él dirá:
"Traed los peces que habéis pescado, id y comed, id benditos de mi Padre,
gozad del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo" (cf.
Mt. 25, 34).
Si yo comí con tales y tan
dulces sabores los pescados que me regalasteis, os pido por el amor de Dios
que, bromas aparte, [faltan dos o tres palabras] hagáis que esta pesca mía no
sea en vano, y que vosotras os acordéis a menudo de tales sabores, que gustados
espiritualmente, realmente cada dulzura de este mundo os parecerá amarga.
La paz y la gracia de Jesucristo
con vosotras y las demás vuestras. Amén. A Bira, mi hermana, saludad
amablemente de mi parte y confortadla en Jesucristo, que sea paciente en sus
enfermedades, esperando la salud eterna en el reino de los cielos ante el
rostro de Dios, y que lo haga el que todo lo puede. Amén.
Traducción
del latín (I, II, VI, VII, VIII, IX), del italiano (III, IIII, V) y del croata
(X, XI) de F. J. Juez Gálvez
Originales publicados en:
I: Hrvatski latinisti / Croatici auctores qui Latine
scripserunt. I. Iz latiniteta 9-14.
stolječa. Pisci 15. i 16. stolječa / Ex monumentis Latinis saec.
IX-XIV. Auctores saec. XV et XVI, Priredili / Diqesserunt [sic] Veljko Gortan i
Vladimir Vratović, Pet stolječa hrvatske književnosti, knjiga 2,
Matica hrvatska - Zora, Zagreb 1969, pp. 234 y 236 (tomado de: Juraj
Šižgorić, Elegije i pjesme, tekst priredio V. Gortan, u izboru preveo i
uvod napisao N. Šop, JAZU, Hrvatski latinisti 6, Zagreb 1966, pp. 76-77
(originariamente publicado en Elegiarum et carminum libri tres, Venecia 1477)).
II: Bratislav Lučin,
"Marulićevo pismo bračkom svečeniku Marku
Prodiću", Colloquia Maruliana IIII (Split 1995), p. 110.
III-IX: Marko Marulić,
"Sedam pisama" (pisma na talijanskom priredio, preveo i bilješkama
popratio Miloš Milošević; pisma na latinskom priredio, preveo i bilješkama
popratio Branimir Glavičić), Colloquia Maruliana I (Split
1992), pp. 34-52.
X-XI: Josip Bratulić,
"Poslanice Marka Marulića Katarini Obirtić", Colloquia
Maruliana VII (Split 1998), pp. 30-33; Marko Marulić, Duhom do
zvijezda. Izbor i predgovor: Bratislav Lučin. Mozaik knjiga,
Biseri hrvatske književnosti, Peto kolo, svezak 27, Zagreb 2001, pp. 478-486.
Grytzko
Mascioni
1520: La agresión turca acecha
Split, las correrías se hacen tan frecuentes que pueden considerarse un
verdadero sitio. La amenaza es feroz y cotidiana, y los habitantes están abandonados
a su suerte en una lucha angustiosa por la supervivencia. En otra parte
conflictos de poder, luchas dinásticas, intrigas diplomáticas, la otra cara de
la medalla luminosa del Renacimiento, distraen a los poderosos y a los pueblos
de una Europa que hace caso omiso de las llamadas desesperadas y de las
peticiones de ayuda que llegan desde una ciudad al límite. Siglos después la
situación se repite. Y la indiferencia vuelve a responder a la desesperación.
Merece la pena establecer un
contraste: el contexto histórico del primer cuarto del siglo XVI, en sus trazos
esenciales, se refleja y reproduce en la fin de siècle del XX. ¿Hasta
qué punto se tocan las semejanzas? ¿Hasta qué punto se pueden señalar
diferencias conspicuas? Bajo la superficie rutilante de la postmodernidad
triunfante y globalizante, estas últimas más bien parecen escasear. Cuando se
sabe vislumbrar la esencialidad de los fenómenos, saltan a la vista las fuertes
analogías entre la explosión mediática de hoy y la invención y difusión de la
imprenta, el uso de armas cada vez más sofisticadas y la adopción de la
artillería por parte de los ejércitos de las grandes potencias, la conquista
del espacio y el descubrimiento de nuevos continentes y nuevas rutas oceánicas,
los flujos migratorios y la presión de las masas orientales que se mueven de
Este a Oeste.
La cultura aparece inerme,
ahogada por la Realpolitik, estrangulada por los intereses económicos.
Aparentemente en plena lozanía, capaz de maravillas, pierde toda influencia
efectiva cuando se sale de su propia esfera, del papel decorativo que le asigna
incluso quien, entre los grandes mecenas, sufre su fascinación. Afortunadamente
encuentra un premio en sí misma: la certidumbre de existir, de retomar un
pasado revisitado con instrumentos afinados, de prolongar en el tiempo una
aspiración de valores ecuménicos que enraizan en la más antigua tradición que
ha visto confluir en las aguas manantías grecorromanas la revolucionaria
aportación judeocristiana. Es la cultura que registra el asomo de una primera y
verdadera autoconciencia nacional, que junto al latín de los Humanistas
ejemplarizado sobre modelos áulicos y franqueado del uso corrupto medieval
cultiva y ennoblece el propio hablar materno ofreciéndole la dignidad de la
escritura.
Marko Marulić es un ejemplo
insigne y al mismo tiempo velado de una nobilísima discreción civil: lego de
hondísima fe religiosa, ciudadano sin otra ambición que su propio progreso
intelectual, artista de honda sensibilidad humana, se ilustra en el latín podado
de las escorias combatidas por su contemporáneo Erasmo, pero a diferencia de él
da voz a su propia gente en el croata que también el pueblo puede percibir,
frecuentando además la lengua amiga que desde la península italiana se ha
impuesto a toda Europa. Pero aquí ha de subrayarse la fuerza del grito de dolor
que le rasga la visión vivida de su patria amenazada y violada. Por desgracia,
no sabe que el martirio está destinado a renovarse en los siglos, y de modo
quizá aún más feroz hasta anteayer. Esto basta para invitarnos a una meditación
severa sobre la persistencia de la inhumanidad en el corazón humano, del
egoísmo en el concierto disonante de las naciones.
Traducción
del italiano de F. J. Juez Gálvez
Original publicado en Marulićevi
dani 2001. Znanstveni, književni i izdavački program (22-25. travnja),
Književni krug Split - Marulianum, Split 2001, p. 60 ("Marulić
e la lettera al Papa: risonanze storiche di un appello senza eco").
EPÍSTOLA DEL
SEÑOR MARKO MARULIĆ
DE SPLIT AL PAPA ADRIANO VI
SOBRE LAS DESGRACIAS QUE NOS GOLPEAN
Y EXHORTACIÓN A LA UNIÓN Y PAZ COMUNES
DE TODOS LOS CRISTIANOS
†
***
Al reverendo padre Dominik
Buća de Kotor, de la Orden de los Predicadores, profesor de Teología,
Marko Marulić lo saluda en el Señor
Habiendo asistido con bastante
frecuencia a tus sermones ante el pueblo -pues me deleitaban muchísimo-, me
pediste, y además con empeño, que explicara por carta al Papa las desgracias de
sus cristianos, que sufren a diario por los infieles, y asimismo que le
suplicara como cabeza de la iglesia toda que no tolere al menos que las
reliquias sean oprimidas de los mismos enemigos, sino que a nuestros reyes y
príncipes, traídos a la concordia por su autoridad apostólica los empuje a
preparar una campaña contra los infieles.
Al exigirme tú esto, no poco
estuve con el ánimo en suspenso, dudando si debía cumplírtelo o rehusar. La
exigencia de los acontecimientos mandaba que lo cumpliera, la dificultad de
escribir que rehusara. Las lágrimas de muchos y el desdichado aspecto de los
vecinos refugiados entre nosotros me empujaban a escribir, pero la conciencia
de mi insignificancia me apartaba el ánimo de escribir. Pues me parecía
temerario que yo, que ni soy robusto por la fuerza del decir ni por la
autoridad, osara convencer de algo a un varón de más alta dignidad, tanto más
de cosas que intentadas antaño con más frecuencia por otros habían ido a parar
a nada. Además, habiendo considerado conmigo mismo en silencio que de ningún
modo reclamarías sin la anuencia divina lo que yo desconfiaría de poder
cumplir, acepté por fin hacer lo que me rogabas, confiado no en mis fuerzas,
sino en la ayuda de Dios. Así pues, ayudado por el Espíritu Santo realicé la
obra; y realizada te la envío, para que, si la aprobares, al punto la mandes
enviar a Roma. Y si esta cosa que emprendimos llegare a término tan
favorablemente cuanto deseamos, en nada querría que los atribuyeras a mi
escrito, sino dale gracias a Él solo, que te inspiró a ti para que rezaras para
que nos guardara, y a mí me ayudó para realizar lo rogado.
Vale y reza por mí.
A cinco de abril del Año de la Salvación de 1522.
***
AL PAPA
ADRIANO VI
M. MARULIĆ DE SPLIT
SUPLICA HUMILDEMENTE
Sabedor, Santísimo Padre, de que
soy, a lo sumo, de escasa autoridad o de ninguna en absoluto, y no ignorante,
empero, de que te sientas en la cumbre más alta de todas las dignidades y
honores que hay en la tierra, vacilaba ciertamente en mandar carta mía alguna a
un varón de tamaña grandeza. Mas al que dudaba y vacilaba largamente lo empujó
a escribir por fin la propia exigencia de los inminentes acontecimientos y lo
convenció la mansedumbre de tu alma, propagada por doquier.
Y así empecé yo en silencio a
razonar conmigo mismo: ¿si aquella mujeruca samaritana no temió conversar con
Cristo, el hijo de Dios, por qué he de temer yo hablar a su vicario humilde y
sumisamente? ¿No invocamos también a Dios Padre cada día para que se apiade de
nosotros y Le exponemos y explicamos como si estuviera presente y nos escuchara
las adversidades por las que nos vemos oprimidos? Decidí, por tanto, por esta
epístola, aunque menos digna para tus oídos, para nosotros empero necesaria,
explicar primero los males que sufrimos nosotros, luego el peligro que amenaza
a todos los que se han encomendado a tu fe, temible no más para nosotros que
estamos cerca que para los que están lejos. Y que esto no acaezca sólo en ti
confiamos que puedes cumplirlo, si no cesares de ofrecer, como debes, todo tu
afán y cuidado.
Éstos son los males que nos
oprimen: Nos hostigan los ataques diarios de los infieles turcos, nos destrozan
sin cesar; unos son degollados, otros marchan al cautiverio; saquean las
posesiones, roban el ganado, prenden fuego a alquerías y aldeas; los campos,
con cuyos cultivos sustentábamos nuestra vida, en parte son devastados, en
parte -desaparecidos los labradores- germinan desiertos y cubiertos de espinas,
no de frutos; sólo con las murallas defendemos nuestra existencia, y tenemos
bastante con que las propias plazas de nuestra Dalmacia todavía no son sitiadas
y expugnadas por intercesión de no sé qué pacto de difusa paz. A las solas
ciudades, pues, se respeta, todo lo demás está expuesto a saqueo y rapiñas. Con
todo, sin embargo, ese pérfido sin duda se dispone a irrumpir también en las
propias ciudades, y a nuestros señores los venecianos, de los que ahora se
finge amigo, a declararles la guerra abiertamente, habiendo oprimido los reinos
de otros. ¿Pues cómo puede ser amigo de cristiano alguno quien se opone a
Cristo, quien ni en religión, ni en leyes, ni en costumbres concuerda con
nosotros? Ciertamente donde hay tamaña diferencia de cosas, allí no puede
mediar nunca amistad sino fingida. El pacto, por tanto, que reconocemos tener
ahora con él, abriga el miedo de que llegue a cosas más penosas que las que
dijimos sufrir, la razón no lo aprueba. Soportamos, pues, males, y fingimos que
no nos vemos forzados a sufrir cosas peores. Hemos reseñado brevemente nuestras
miserias presentes; en seguida bosquejaremos a la carrera también las
desgracias ajenas.
No hablo de cuántos reinos en
los tiempos pasados quitó a los cristianos esta despiadadísima nación de
anticristos todos, cuántas provincias, cuántas plazas sometió, iglesias
destruyó, altares profanó, lo que, puesto que es más que bien conocido de
todos, no es menester repetir ahora. Antaño lloramos, antaño acompañamos con
lamentos y lágrimas a los monasterios desolados, a las doncellas violadas, a
los niños recién purificados por el sacro bautismo, y luego por la costumbre de
la perfidia mahometana circuncidados y de fieles hechos infieles. Pero de los
males pasados casi nos vemos empujados a olvidarnos, oprimidos por las
angustias presentes, no por más graves, sino por más recientes. Pues apenas
ningún día cesan las bestias horribles e infieles en cualquier injusticia que
puedan causar a los adoradores de Cristo. Los templos en que
ininterrumpidamente se sacrificaba a Dios se convierten en establos de
acémilas; los cuerpos de los santos, que eran de veneración para los fieles,
los pisotean los pies de los infieles. Las imágenes y las estatuas de los
santos, incluso de nuestro propio Salvador y de la Virgen María, su madre, son
o destrozadas o arrojadas al estercolero. En fin, los impíos juzgan pío no
desaprovechar nada que piensen que será de escarnio para nuestra religión. Y
tales cosas sufrimos ya antes y sufrimos también ahora.
Después de esto expondré el
peligro común, inminente y temible incluso para los que no han tenido parte
alguna de éstas. Pues es uno solo el propósito de este lobo insaciable, nunca descansar
hasta someter a su imperio todo lo que sabe que queda de dominio cristiano y
obligar a todos a obedecer a su ley, a negar a Cristo, a adorar a Mahoma,
entregar a la muerte a los remisos, si prevaleciere. Y como piensa que ya sus
fuerzas bastan para ejecutar tamaño empeño, habiendo creído que el solo reino
de Panonia le es obstáculo en lo principal para realizar lo que planea, reunido
un ejército enorme lo invadió hace muy poco. Y ya en el primer ataque tomó
varios castillos situados a orillas del Danubio, acampado luego entre el Sava y
el Drava devastó toda la región, ordenó matar a los cautivos hasta el último. Y
no mucho después él mismo conquistó Belgrado, plaza fortificada por la
naturaleza del lugar cuanto por la fuerza de las armas, que antaño su bisabuelo
no había podido tomar. De ahí, dejada allí una guarnición, ya que el invierno
se acercaba, se retiró a los cuarteles de invierno, dispuesto a volver en
primavera para apoderarse, si pudiere, de todo aquel reino. ¿Perdido el reino
mismo, qué resto de esperanza, por favor, quedará a los cristianos para
defenderse a sí y a lo suyo, o qué confianza para trabar combate con enemigo
tan fuerte? No hay remedio, créeme, respecto a la república cristiana, si todos
los que son de igual pensamiento, de la misma fe, de concorde propósito no unen
sus fuerzas y poder y aliadas sus tropas e invocado el nombre de Cristo no
marchan juntos a la guerra y no prefieren la muerte a ser jamás esclavos de la
bárbara perfidia. Así pues, juzgo que todos han de mandar ayuda lo antes
posible a aquel reino, del que si se apoderare el enemigo -Dios lo evite-, se
le habrá abierto el camino para irrumpir en Germania e Italia, para someter a
toda Iliria, para subyugar, en fin, el resto del orbe de los cristianos.
Aquí, pues, hay que enfrentarse,
aquí hay que luchar con toda fuerza y esfuerzo, para que por casualidad por la
desembocadura abierta aquí la inundación de desmesuradas amenazas no se derrame
a lo largo y a lo ancho y se apodere de lo que queda de las tierras. El peligro
común hay que rechazarlo con armas comunes. Nadie se tenga por seguro porque
del territorio de los impíos lo separe mucho intervalo de lugares. El incendio
que tememos, si no se apagare al punto, como destruya lo más cercano,
extendiéndose penetrará hasta lo más extremo. Nadie, además, confíe en sus
propias fuerzas si al hermano rodeado por los enemigos no hubiere ofrecido
ayuda: él mismo perecerá también de manera semejante. Es el más poderoso de
todos si lo comparares con todos por separado. Para vencerlo a él solo hacen
falta las fuerzas de tantos reyes, de tantos príncipes, cuantos reinos
arrebatados antaño a los cristianos y recientemente a los sirios y medos posee
y gobierna. Pocas mientes paran a esto nuestros gobernantes y reyes: si
hubieran parado mientes, de ningún modo combatirían y lucharían entre ellos,
sino contra él solo. Ahora pues los hispanos miden sus armas con los galos: los
ítalos están divididos entre ellos, unos apoyan a unos, y otros a otros; así
pues, ardiendo en odios mutuos provocan contra ellos la ira de Dios. En efecto,
no ha mucho se luchó en Italia; hasta ahora los campos de Ausonia rezuman de la
sangre de patrios y forasteros, ahora volverán a rebosar si no se detuviere la
irrupción de la presente locura con la llegada oportuna de la paz. Y si del
tiempo recién pasado, cuando se luchó en Italia, contáramos los cadáveres de
los caídos, no podríamos acaso gritar:
"¡Ay,
cuánto de tierra pudo y de piélago proveerse
con esta sangre que manos ciudadanas apuraron!"
[Lucano, Farsalia
1, 13-14]
Lo cierto es que habían podido
ser pares al poder de los turcos si, mientras vivían, unidos se hubieran
arrojado contra los impíos tal cual separados habían luchado entre ellos. Y sin
embargo -¡qué impiedad, qué fechoría!- ahora me parecen dispuestos a perpetrar
este mismo crimen que entonces se cometió. Yérguense pertrechados los
destacamentos armados para batirse con tan hostiles ánimos que los más piensan
que la batalla no puede dirimirse si no muertos los más de ambas partes. ¿No se
harán, pues, presa de los impíos, castigándolos Dios a ellos, que con tanta
maldad disputan entre sí y con odio tan mortal se persiguen unos a otros? ¿Pues
qué es más inicuo que obrar hostilmente contra los que deberíamos ser de ayuda
en toda necesidad? ¿Marchar con matanzas, digo, contra aquellos por cuya
salvación Cristo no dudó morir? ¡Asesad por fin, asesad, necios! ¿Hasta cuándo
huirá de vosotros la razón, hasta cuándo desconoceréis vuestra destrucción? ¡No
lucháis para vosotros, no vencéis para vosotros, sino sólo al que se prepara
para devoraros a todos le proporcionáis la ocasión de una victoria venidera
sobre vosotros! Pues cuando os hayáis destruido unos a otros recíprocamente,
aquél, atacando a los privados ya de toda fuerza, os reducirá fácilmente a su
poder, y vencidos sin sacar la espada -como se dice- os obligará a observar su
ley, a someteros a su impiedad. ¡Dejad ya por fin, cristianos, de hacer guerras
contra cristianos! ¡Dejad de ensañaros en matanzas entre vosotros! Os llamáis
con el mismo nombre, profesáis la misma religión; con boca unánime reconocéis a
un solo padre que está en los cielos, a uno solo invocáis. Si por todo, en
efecto, sois hermanos, ¿por qué pues lucháis unos con otros con ánimos
discordes, olvidados de la fraternidad, es más, incluso de la humanidad? ¿No se
enoja acaso Dios con vosotros más que nada por esto y para castigaros por este
crimen favorece y socorre a los infieles?
Y por ello en verdad ninguna
otra manera de apaciguarlo me parece más eficaz sino que esa ira que
concebisteis uno contra otro la convirtáis en clemencia y benevolencia, y ya
unánimes y concordes por la fe, por la religión, perseveréis contra los
enemigos de Cristo Dios nuestro Señor. Y así por fin el que ahora os es hostil
discordantes, reconciliados se apaciguará y os asegurará la palma y el triunfo
sobre los mahometanos infieles. Que, por consiguiente, con la ayuda de Dios,
esto se haga y resulte, será misión tuya, Padre santo, que eres cabeza de todos
los cristianos, conciliar a los discordes, reducir a la indulgencia y a la
benevolencia mutua a los que batallan entre sí. Actúa pues, sin ningún titubeo
quita a los que presides los funestos disensos, calma a los revueltos, apacigua
a los enloquecidos, exhórtalos, retornados a la gracia, para que hecha una
alianza y juntadas las tropas rechazen la fuerza de la gente barbárica que
amenaza al mundo, y a los cristianos, quebrados y en peligro, asistan, y a la
entera iglesia de Dios, que la perfidia mahometana maquina destruir, la ayuden
al mismo tiempo. Pero tú también, Santísimo señor, si entre los príncipes
cristianos cuentas con algunos que obedecen poco la palabra de la iglesia de
Dios, y en alguna parte recibes afrentas para la situación de ella, aplaza la
revancha, te lo ruego, y reserva ejecutar el justo castigo a los delincuentes
para otro tiempo, como atestigua la historia sagrada hizo antaño el
prudentísimo rey David [(2 Sam. 16, 5 y 19, 16; 1 Re. 2, 5-9)].
Pues al jefe Joab y a Semeí hijo de Guera no los quiso castigar entonces,
cuando pecaron: y el uno había incluso matado con engaño a dos de sus iguales
por rivalidad de gloria, el otro había maldecido al propio rey. Y después de
haberse servido largo tiempo, al sobrevenir las guerras, de sus servicios,
domeñados ya los enemigos, encomendó a Salomón, cuando lo sucediera en el
reino, que los castigara. Según su ejemplo, Santísimo Padre, la pena que
merecen los que ofendieron a la iglesia, reténla por un momento, y cuando, con
la ayuda de Dios, hayas sacudido al enemigo común de nuestra cristiandad de
nuestra cerviz, entonces podrás finalmente castigarlos e infligirles el
suplicio de que sean dignos. Pero ahora más que nada conviene que te afanes en
hacer volver a todos por igual a la concordia, los obligues a hacer pactos de
paz, para que ellos mismos los odios, la locura que habían concebido contra sus
compañeros de religión, los viertan contra la bestia mahometana, temible para
toda la iglesia. No es ésta la hora -créeme- de acordarse de afrentas
domésticas ni de querer luchar encarnizadamente entre sí, no sea que quizá
demos lugar a la fábula del ratón y la rana. Pues mientras en el medio del lago
la rana arrastra al ratón, atado de ella, a lo profundo para hundirlo y el
ratón se esfuerza en lo alto para escapar, el milano, más alto que ellos, habiéndolos
observado rodando en la superficie del agua, los agarró a ambos con las uñas y
los desgarró con el pico. Así creo les sucederá a esos, que ahora pelean entre
ellos, si no dejaren ya de pelear. Pues mientras unos les preparan la perdición
a otros, mientras se muerden mutuamente, divididos y debilitados el bárbaro,
aprovechada la ocasión, arremetiendo los vencerá fácilmente. Pero si, unidos
los ejércitos y concertadas las tropas, se defendieren del peligro inminente,
como dijimos antes, perecer no podrán, vencer podrán. Pues como a los ahora
desunidos por la sedición Dios los odia y detesta, así después a los unidos
amistosamente los ayudará para que venzan antes que sean vencidos y triunfen
del que, vencido finalmente, nos es a todos igualmente hostil.
Asuman, pues, bajo tu
exhortación, tu jefatura, la paz, y como dice el Apóstol: "El Dios de la
paz será con ellos" [(Fil. 4, 9)]. ¿Quién es ese dios de la paz si
no Jesucristo Señor nuestro, que descendiendo del cielo trajo la paz, porque
reconcilió a los creyentes en Él con Dios padre? Pues por el pecado éramos
hijos de la ira, pero por la cruz de Cristo nos hicimos hijos de Dios. El mismo
entonces quiso nacer en carne, cuando el orbe de las tierras, depuestas las
armas, reposara en paz. Entonces también a sus ángeles, gozosos por la
salvación de todos nosotros, mandó cantar: "Gloria a Dios en las alturas y
en la tierra paz a los hombres de buena voluntad" [(Lc. 2, 14)].
Además, cuantas veces saludaba a sus discípulos, solía decir: "La paz sea
con vosotros" [(Lc. 24, 36; Jn. 20, 19 y 26)]. Y les
encomendó también que, cuantas veces entraren en algún alojamiento, dijeran
"paz a esta casa". Por último, dispuesto a ir al cielo de donde había
descendido, les legó la paz como tesoro de toda jovialidad y dulzura, diciendo:
"Mi paz os doy, mi paz os dejo" [(Jn. 14, 27)]. Pues como al
Dios y Señor nuestro es evidente que la verdadera paz le es tan grata, tan
acepta, no es acaso manifiesto cuánto odia las discordias, rivalidades, las
iras, riñas, las guerras, sobre todo entre quienes creen una sola cosa sobre lo
celestial, una sola cosa sienten, por el mismo bautismo han renacido, quienes,
por fin, no niegan ellos mismos ser hermanos, mientras al rezar reconocen a un
solo padre, que está en los cielos. Ya que, en efecto, son hermanos por la
participación del Espíritu Santo, haz que vivan fraternalmente y que se armen
unánimemente sólo contra el que maquina aniquilar su hermandad, se lancen en
concordia, tengan por suyo propio el daño de cualesquiera fieles.
Por lo demás, si fueren sólo
espectadores de la desgracia y matanza de sus hermanos, y no vengadores, no hay
remedio para nadie. Uno hoy, mañana otro, pasado mañana otro, finalmente se
uncirán al yugo del enemigo común. Y como, sencillamente unidos, con la ayuda de
Dios podrían ser superiores, separados y por esto malmirados de Dios serán
machacados uno por uno. Es voz de verdad la del Evangelio: "Todo reino en
sí dividido será desolado y toda ciudad o casa en sí dividida no
subsistirá" [(Mt. 12, 25)]. Uno es el reino, una la iglesia de los
creyentes en Cristo. Si, por consiguiente, perseveraren en estar divididos,
ciertamente su reino será derribado. Pues no puede hacerse que no sea verdad
cualquier cosa dicha por la verdad. Si alguien, poco crédulo en el Evangelio,
duda de que esto sucederá, escuche también al gentil que dijo: "Por la
concordia crecen los estados pequeños, por la discordia los más grandes se
deshacen" [(Salustio, Jugurta 10, 6)]. Escuche también a otro
pagano, de nombre Esciluro, que piensa lo mismo. Éste -como cuenta Plutarco-
era padre de ochenta hijos [(Plut. 174 F (Reg. et imp. apophth.) y 511 C
(De garrul.))]. Convocados éstos, les ordenaba que cada uno rompiera un
haz de varas atado. Al no tener ellos fuerzas, él, desatado el haz, cogiendo cada
una de las varas por separado, fácilmente las rompió todas, y vuelto hacia
ellos: "Ved", dijo, "mientras estéis unidos a la vez,
permaneceréis; pero si divididos, os expondréis vosotros mismos a las afrentas
de todos".
Así pues, tu sabiduría, Padre
Sacrosanto, y tu dignidad han de velar para que los reinos de los cristianos
uno a uno, mientras luchan obstinadamente entre sí, no perezcan aplastados por
el tirano infiel, para que los que discuerdan entre sí vuelvan sin indecisión a
la concordia, perdonen las injusticias, prefieran la paz a la guerra y unidos
de consuno se defiendan a sí mismos y lo suyo del lobo más voraz de todos los
lobos, que no se sacia de beber toda nuestra sangre, socorran a los que padecen
con magnanimidad y presteza, se afanen en recobrar lo perdido, y conseguido con
la ayuda de Dios lo protejan y guarden.
Y para no parecer que usando yo
de más palabras desconfío o de tu prudencia o de tu virtud, pondré fin; si, sin
embargo, todavía añadiere unas pocas, no es por causa de exhortarte a ti, que
confío estás preparado para todo, sino por condescender con mi deseo, por el
que ardo.
Así pues, ruego que te muestres
guía de tantos pueblos cuantos tienes encomendados a tu protección por el
Señor, esto es, de todos los cristianos. Exhorta a todos a la paz y la mutua
benevolencia como padre, oblígalos como señor. Ciertamente dice bien esta tarea
con el óptimo Pontífice y de ánimo excelso Adriano, más dispuesto -como yo
mismo lo veo- contra los lobos infieles de lo que puedo decir. No dejes, Padre
Santísimo, de ayudar a los que están en sus confines con armas, dinero y todo
lo necesario, para que más fácilmente puedan persistir en su propósito de no
entregarse a los impíos y de no retirarse de su posición. Tu liberalidad en
este empeño la pregonarán las plazas de Croacia que sobreviven hasta ahora y
todos los dinastas de Liburnia y prefectos de las fortalezas. Pero mucho más
gloriosamente en el reino celestial en presencia del Señor, cuyas veces haces
en la tierra, celebrarán los espíritus angélicos, si constriñeres a los
príncipes cristianos a sancionar un pacto de paz y los incitares a emprender
una campaña contra los infieles y te ocupares entre tanto de que se enviara al
punto la ayuda conveniente a la amenazada Panonia.
Nada puedes hacer en este tiempo
más saludable para tu iglesia, nada más loable para ti, nada más grato a Dios.
Vale siempre en el Señor, a quien no cesamos de suplicar día y noche que sea
benevolente y propicio a ti y a tu grey.
***
Oración a
Cristo de M. Marulić
por el papa Adriano VI
Da a
tu Pontífice Adriano, Cristo, lo que te pido.
Provechos pido apropiados para él y para tus pueblos.
Gobierne tu Iglesia aquél con un gobernalle tal que
"No pueden mejor" diga ella misma "regirme".
Y a las greyes a él encomendadas así las dirija que
lejos constriña a tenerse del redil a los ansiosos lobos.
Que por su estro se levanten del fiero Marte las luchas
y ya el amor de la paz ligue los pechos fïeles.
Que por su mando vencidos los impíos y domeñados
so las leyes se pongan de nuestra religión.
Enseñándoles aquél el camino al cielo luego fieles,
dejadas las tierras, se encaminen a los dichosos reinos.
Si tales dieres, Cristo, no al solo Adriano,
sino a todos darás los que seguimos tus signos.
Bien es común cualquier cosa que concedieres a él solo:
Todos miembros somos, de todos él la cabeza.
FIN.
***
Termina
felizmente la Epístola elocuentísima del noble varón señor
Marko Marulić de Split a nuestro señor santísimo,
señor Adriano VI Pontífice Máximo, exhortativa
para procurar la unión
y la paz de todos los cristianos.
Impresa en Roma
por B[ernardino de] V[italibus]
El año
del Señor de
1522 a los treinta días del mes de abril.
Traducción
del latín de F. J. Juez Gálvez
Texto
original publicado en Marko MARULIć, Epistola ad Adrianum VI. P. M. /
Poslanica papi Hadrijanu VI. / Epistle to Pope Adrian VI. 1522., Zagreb - Split
1994, pp. 53-68.
Segundo
volumen del
Memorial de la vida Christia-
na: en el qual se contienen los tres
Tratados postreros que pertene-
cen a los exercicios de la de-
uoción, y del amor
de Dios.
Compuesto por
el R. P. Fray Luys de Granada, de la orden de sancto Domingo.
EN SALAMANCA,
En casa de Andrea de Potonarijs, Impressor
de su Cathólica Magestad.
1567
CON
PRIVILEGIO
Está tassado en cinco blancas el pliego.
***
Versos
de M. Marulo, en que
se tocan quasi todas las materias del
Vita Christi, deste presente Tratado: preguntando
el Christiano, y respondiéndole Christo brevemente
dende la Cruz
Piadoso y clementíssimo Señor,
¿por qué te vestiste de carne humana, y quisiste baxar del cielo a la tierra?
-Para que el hombre terreno (a
quien su culpa había derribado) pudiesse con mi favor y ayuda subir dende la
tierra al cielo.
¿Quién a ti (que eras inocente,
y estabas libre de peccado) forçó a padescer muerte y dolores por los peccados?
-El amor grande que tuve al
hombre: para que lavado él con mi sangre, se hiziesse hábil para morar en el
cielo.
¿Por qué tienes los braços
tendidos en esse madero, y los pies juntos y traspassados con un clavo?
-Porque de una parte y de otra
llamo las gentes del mundo: y las vengo a juntar en unión de una misma fe.
¿Por qué, estando en esa Cruz
tienes inclinada la cabeça, y los ojos húmilmente baxos y puestos en tierra?
-Porque con esta figura enseño a
los hombres a no levantarse con soberbia: sino a bajar húmilmente la cerviz, y
ponerla debaxo de mi yugo.
¿Por qué estás en essa Cruz
desnudo? ¿Y por qué está esse rostro y esse divino cuerpo tan consumido y tan flaco?
-Porque con esto quise enseñarte
a despreciar las riquezas y bienes del mundo: y a padescer hambre y pobreza
comigo.
¿Por qué tienes cubiertos los
lomos con un velo de lienzo? ¿Qué es lo que me significa essa cobertura real?
-De aquí quiero que aprendas que
me agradan los cuerpos limpios y castos: y que aborrezco toda torpeza y
fealdad.
¿Qué quieren decir estas
bofetadas, salivas, açotes, corona de spinas, y los otros tormentos de la Cruz?
-Que tenga paciencia en las
injurias, y no quiera dar mal por mal, el que dessea sobre las estrellas del
cielo vivir en perpetua paz.
La vida es breve, el trabajo
pequeño, el galardón grande: y que durará para siempre.
Mas si alguno hay que no sienta
la grandeza del premio, a lo menos muévalo el miedo, y el horrible tormento y
horrible compañía de aquella cárcel infernal.
Y aquellos fuegos que nunca se
apagan: y aquellas tinieblas que nunca resplandescen: y aquel gusano que
siempre muerde: y aquella miseria que nunca cessa.
Porque tales cosas están
guardadas para los que agora tiene captivos la vana honra, el fugitivo deleyte,
engañándolos con diversos halagos.
Ofresciendo riquezas a los
avarientos, descanso a los perezosos, torpes passatiempos a los carnales, vino
precioso a los amigos del vientre, pompa y fausto a los soberbios, y despojos a
los esforçados.
Con estos cebos engañado el
pueblo miserable, olvidado de su propria salud, camina derecho y corre a su
perdición.
Y, ni oye mis amonestaciones, ni
hace caso de mis exemplos, y finalmente no tiene cuenta con mi juyzio.
Pues cuando venga este horrible
juyzio este día será día de ira, día de tinieblas, y de torbellinos.
Cuando los cielos se
estremescerán, y sacudirán de sí las estrellas, que caerán del cielo en la
tierra.
Entonces espantará al mundo la Luna
con su cara sangrienta: y el Sol se escurecerá, y esconderá los rayos de su
luz.
Todas las cosas temblarán, y el
mundo se acabará, y hasta los coros de los Ángeles se estremecerán.
Una llama de fuego abrasador
volará por el mundo, y la mar y la tierra quedarán hechas una foguera.
Entonces vendré yo con gran
poder y majestad, asentado en una nube resplandesciente.
Al derredor de mí vendrán
millares de Sanctos gloriosos y millares de espíritus bienaventurados.
Luego una trompeta dará un terrible
sonido de lo alto: el qual rasgue las tierras, y llegue al profundo de los
infiernos.
Y luego sin tardança
resuscitarán todos aquellos que perdida la lumbre de la vida, nuestra gran
madre la tierra recibió en su grande gremio.
Y estará toda esta compañía
resuscitada delante de mi justo tribunal, esperando con temeroso coraçón la
terrible sentencia de mi juyzio.
Ninguna cosa secreta ni
escondida passará sin examen, aunque sea lo que el hombre pensó dentro de su
coraçón.
Y según los méritos se dará a
cada uno su galardón: a unos vida perpetua, y a otros muerte que nunca morirá.
O pues, hombres miserables, que
estáys enredados con tantos engaños, mientras tenéys poder agora, sacad
vuestros pies dessos lazos.
Abrid los ojos y velad: porque
el día escuro deste tiempo no os tome desapercebidos, y cargados de sueño.
Mirad con quánta ligereza huyen
y se passan los tiempos, y cómo las horas apressuradas no saben sentir
tardanza.
Dichoso aquel, que emplea bien
los días de la vida: y piensa que el fin dél, o será hoy, o será mañana.
(fol. 248-250v)
(Biblioteca Nacional de Madrid,
signatura R-32300)
RESPUESTA DE
MARKO MARULIĆ, QUE RESIDE EN NEČUJAM, A FRANJO BOŽIĆEVIĆ
Grata me llegó de ti tu carta saludadora,
oh Franjo, cultivador de la amistad mía y tuya.
Ésta me enseñó así cuán dolorosa es mi ausencia
para quienes siempre fui en la ciudad compañero.
Ahora que de la tristeza el cúmulo se añade a éste,
mientras ven cómo se llevan en botín rebaño y hombres.
Soportar estos dos males y aliviar tu doliente ánimo
yo te intentaré decir de qué modo te conviene.
Una isla me retiene, que -lo sabes- no está más
de diez estadios diez veces distante de tu ciudad.
Y si quisieren conmigo juntos estar mis compadres
y desearen gozar de nuestra rusticidad,
una barca remera en menos de siete horas
los traerá a este lugar en donde resido yo.
A los visitantes ledo recibiré, los brazos al cuello
les echaré, a los labios los labios, y a las mejillas mejillas.
Luego echados a la sombra del olivo verdeante,
sosegados cabe los muelles murmullos del freo,
dulces alternaremos unos y otros coloquios,
mientras los mozos las mesas y el almorzuelo preparan.
Llamados luego, marchamos a tomar no el festín
que se dice devoró la mesa de Antonïo,
ni las cazuelas, Luculo, tuyas ni capones pingües,
ni de puerca pechugona gratas tetas,
sino una cena, a la que Serrano, dejado el arado,
querría haber puesto las honradas manos,
y de la que contento de los samnites despreciara el oro
Curio, varón eminente por valor y fe.
Con viandas saciar el hambre y aliviar con bebida
más sencilla la sed créese ser suficiente,
y de loa tan digno: que del todo torpe se juzga
ser siervo y esclavo de la propia gula.
La cena, empero, compadres, más vasta se os dará,
de nuestro campo riquezas, acelga, garbanzo, col,
y de nuestro vecino mar los peces recién pescados:
mena, mújol y cazón, jibia, pescada y lobo.
Y vasos no faltarán del rojo Baco repletos,
ni la linfa que suele domeñarlo al vino puro.
Por fin lo que a la segunda mesa da Pomona
daré, o peras o higos o manzanas de miel.
Si alguna preocupación a mis amigos aflige,
y si algún deseo tienen de visitarme ahora mismo,
di, Franjo, que vengan -no es fatigoso el camino-,
y con ellos, si me amas, tú mismo debes venir.
No se alegró antaño así de la llegada de Ulises,
dícese, Alcínoo, de huertos cultivador,
Ni con tamaño amor del pastor Molorco recibido
fue el Anfitrioníada, según cuenta la fama.
Yo mismo, que a vuestro encuentro jovial os recibiré,
y concederé sin más toda mi hospitalidad,
todo lo que Dios me da con mis amigos deseo
compartir y disfrutar como buenos compañeros.
Consolar, en tanto, Franjo, a los del maligno Marte
por desgracias abatidos puedes con esta razón:
que ni abatirse por lo adverso ni confiar en lo alegre
tengan por nada excelente ni magnífico.
Nada del orbe de las tierras se tiene firme o fijado,
todo lo lleva y lo vuelve con la rueda insegura.
Como Iro pasa a Creso, así Creso a Iro:
de miserable a opulento, de opulento a miserable.
La servidumbre oprime al que recién tenía el cetro,
reina teniendo el cetro quien un instante ha era siervo.
Finalmente de todas las cosas son grandes las vueltas
y varias agita la suerte orgullosa la vicisitudes.
Allá, pues, nuestras mientes y deseos viajan,
donde está del perpetuo bien la firme morada,
donde a los fieles cristianos alegran los inmensos gozos,
gozos que ningún día perecerán.
Nada enemigo temen, ni nada triste asusta
a quienes han merecido del Dios sumo la mirada.
Él mismo incluso nos manda que en la celeste luz
la sede esté, no el suelo que ahora habitamos.
Por eso cualquiera que lamenta la pérdida de la tierra,
se engaña, si piensa que ésta patria es suya.
Aquí hay, empero, que deplorar las fechorías de depravadas mientes,
para que ese dolor ablande a Júpiter airado.
Aquí las culpas conviene llorar, para trepar allá,
allá donde la tristeza no tiene ningún lugar,
allá donde la salud leda, la paz blanca, la vida perenne,
y el sosiego sin disputa, y el día sin noche.
Hasta aquí esto. Ahora salúdelos a ellos nuestra Talía,
a los que nos une profunda amistad,
a Jerónimo preclaro por la cítara, a Marino hombre de peso,
a Alvisio con sus cultivos del agro y de los campos,
a Nicolás de risa fácil, pero mandemos que en persona
antes se salude a Bárbaro siempre mío.
Aquél, aunque por las Musas y la sangre de sus mayores destaque,
sin embargo no de mal grado lee nuestras poesías.
Traducido del
latín por F. J. Juez Gálvez
Original tomado de: V. Gortan - V. Vratović, Hrvatski
latinisti, I, Zagreb 1969, pp. 209, 301 y 303.
Marko Marulić Dálmata
Libro VI,
74-127
[Saúl, vencido. Muerte de Jonatán. Amor de los siervos a los señores.]
Pero del rey Aquis en derechas carreras el ejército
siguiendo las espaldas hostiles entró a los campos
de Jezrael. De Saúl se retiraron las falanges
y a los dispersos en la huida las cimas más cercanas
del monte Gélboe los acogen. Pero la turma vencedora, siguiéndolos
y con ardor acosándolos, a derribar a aquéllos con lanzas
había comenzado, a éstos con espadas y a otros a herir con saetas.
Son abatidos a cada paso, los cerros retumban del griterío
y del sonido de armas, la sangre se derrama por doquier en ríos.
Luego al pelotón de Saúl una legión compacta con feroz
ataque destrozan. En contra se irguió el valiente en armas
y amor de David, Jonatán: vuelto hacia el enemigo
cúbrese con ingente escudo y al tiempo blande la espada.
Luego, empero, rodeado aquél por hostil corona,
se derrumba traspasados los ijares por el hierro infligido.
El infeliz joven muriendo a David llamaba,
a su David ausente. De la muerte nada de
dolor tendría, de poder salvo al amigo
ver con sus ojos antes que abatido por triste hado.
Junto a aquél sus hermanos, el nacido antes Abinadab,
después Melquisúa, abatidos huyeron bajo las sombras.
También Saúl, su propio padre, por letal golpe herido,
mientras huye ruega a su propio escudero que a la herida herida
añada con el hierro, para que vivo no lo recoja el enemigo
y feroz lo arroje cautivo a los infames grilletes.
Sin embargo esto y sus órdenes temió acometer el siervo.
Aquél, impaciente de la demora, sobre la lanza vuelta hacia sí
derechamente se arrojó. Pero mientras miserablemente se arroja, otro
acudió huyendo y el alma aún en la carne
viviendo y vacilando expulsó repitiendo el golpe
obligado por las preces del rey. Luego aquel escudero,
queriendo hacerse compañero de la muerte del amo, también él,
él mismo su cuerpo atravesó vuelta la punta
y acompañante de aquél descendió al negro Orco.
Tal era de Graco Filócrates -si la verdad
refieren los fastos-, de tamaña nombradía digno.
También fue tal aquel Pándaro, del cual Casio usó,
se dice, cuando, vencido, de Augusto las cadenas temiera.
Estos dos a sus señores la vida quitaron, suplicados,
para que no los cogiera vivos del enemigo el cruel poder
y la hostil mano. Luego en sus vísceras el hierro
envainan no deseando sobrevivir a ellos, perecidos.
Grande esta piedad de los siervos, pero mayor de amor
el ejemplo del escudero: para con la sangre del rey su diestra
no manchar, entonces se guardó de ejecutar sus órdenes,
y sin embargo, matado aquél, no quiso vivir sobreviviéndolo.
Y si algún azar diere que nos pase un caso tal,
una impresión habrá de regir con justa causa
entonces y las manos de apartar del crimen nefando
que la santa ley veta. Pero tampoco se permite a nadie
contra sus hados usar de sus fuerzas con violencia.
¿Acaso no es aún mayor el valor y más fuerte aquel
que vencer prefiere, lo más duro soportando,
que temiendo algo alcanzar una muerte inane?
***
Libro XIII,
311-339
[Descripción de la peste]
Y dicho esto, la fuerza más horrible del morbo comenzó
a marchar contra pueblos y a vaciar de ciudadanos
las ciudades, las lagunas de marinos, los campos de colonos.
Desplómanse los desdichados, tal cual talado por un hacha
cae el frondoso bosque, para darlo en combustible a las llamas,
o en barcos al piélago, o en vigas para casas venideras.
La negra peste a nadie en derechura perdonaba, contra toda
edad y sexo al tiempo furiosa se lanzaba.
Llanto por doquier suena y triste alarido por doquier.
De funeral no careció ninguna casa. De padre huérfana
la turba gime, protesta el padre de prole privado
contra el sino divino, pues no murió, más viejo,
antes que sus niños. De hijos privada los cabellos
se mesa la madre, aráñase el rostro con sangrientas uñas,
se golpea con los puños el pecho y como loca
con violento grito truena, mientras llama por el nombre
a todo muerto, mientras a las prendas mudas con palabras
vanas habla y vida busca en la muerte.
Llora infeliz al hermano la hermana, y aquél a ésta
tierra da entre lágrimas. Quienes al túmulo a enterrar se llevan
los cuerpos, de la misma languidez luego quebrados perecían
y por doquier por los caminos yacían enfermos y difuntos.
Manos faltaron para que tantos cadáveres a la tierra
pudieren devolver y meterlos en las cavadas fosas.
Extendido tamaño este desastre a lo largo y a lo ancho
por los confines del reino, de la soberbia gente por los techos,
dícese que setenta millares de hombres perecieron,
del Sol desde la salida hasta que ocultó su rostro,
huyendo con su cuadriga so las llanuras del mar.
Traducción
del latín de F. J. Juez Gálvez
Textos
originales tomados de: Marko Marulić, Davidijada, Split 1984, pp.
338-339 y 435.
LIBRO
DE MARKO MARULO DE SPLIT
EN QUE SE CONTIENE LA HISTORIA DE LA SANTA VIUDA
JUDIT
COMPUESTA EN VERSOS EN CROATA
CÓMO MATÓ ELLA AL GENERAL HOLOFERNES
EN MEDIO DE SUS HUESTES
Y LIBERÓ AL PUEBLO DE ISRAEL
DEL GRAN PELIGRO
***
AL REVERENDO
SACERDOTE
EN JESUCRISTO Y PRIMICERIO DE SPLIT,
SEÑOR PADRE DUJAM BALISTRILIĆ,
PADRINO SUYO,
MARKO MARULIĆ
ESTE HUMILDE DON
CON CORTÉS REVERENCIA
DE CORAZÓN OFRECE
En estos santos días
cuaresmales, reverendo señor en Jesucristo y padrino mío querido, padre Dujam,
revolviendo yo los libros del Antiguo Testamento, topé con la historia de la
honesta y santa viuda Judit y del soberbio Holofernes, al que ella mató,
librando a toda la tierra de Israel del peligro ya inminente.
Leyendo esta historia me vino a
las mientes traducirla a nuestra lengua, para que también la entendieran los
que no son duchos en libros italianos o latinos. Y queriendo de este asunto
ofrecer un don a tu paternidad, bien diestra en ambas lenguas, decidí emular el
ingenio de los niños que, regalando por año nuevo a sus mayores, revisten
naranjas de hierbas aromáticas -mejorana, romero, ruda-; con destreza componen
su regalo para obtener con travesura un mayor aguinaldo. Yo no me encamino a su
travesura, mas sólo al ingenioso ornato; pues otro aguinaldo de vos no busco
sino el que hace ya mucho encontré: el recto y perfecto amor en Jesucristo que
me traéis, por cierto, más de lo que soy digno, y de cuanto conviene a vuestra
nobleza, que es a todos favorable y grata. Emulando, pues, este ingenio -como
digo-, me esforcé en componer dicha historia así que fuere engalanada de
algunos ornatos externos y con refinamiento y lustre y aplicación de distintos
colores; y eso para que no digáis que os regalo con el manojo de trigo que
mejor encontráis en vuestros libros. En verdad es manojo, mas de muchas flores
adornado. Cuando lo examinéis bien, diréis: Ha cambiado su rostro como los
árboles frutales en primavera, cuando florecen en la mayor alegría.
Aquí, pues, esta historia la he
reducido a versos, según la usanza de nuestros aedos y aún según ley de los
poetas antiguos, que no se contentan con relatar cómo pasó el asunto, mas se
sirven de muchas maneras para que les sea más grato a los que leyeren, emulando
el diestro orden de un cocinero fastuoso, que a la mesa señorial no pone sólo
platos cocidos o asados, mas los sazona con azafrán y pimienta y otras especias
semejantes para que les sean más sabrosos a los que han venido a comer. Sin
embargo, aunque mi don no es de tanta dignidad, estoy confiado en vuestra
bondad que lo acogeréis gentilmente por la sincera amabilidad y cordial amistad
que hay de antaño entre nosotros.
Hela que va hacia vos Judit, mi
señora, altamente honrada, quizá no con menor ornato que cuando se mostró a
Holofernes, no para engañaros con él como a aquél, sino antes para confortaros
en la observancia de la santa pureza, habiendo traído y puesto ante vuestros
ojos toda la hermosura, belleza, virtud, honor y gloria suya, con las que se ha
adornado mucho más noble y elegantemente que las que se ornan de seda, oro y
perlas; y sabiendo que podrá morar tan honrosamente bajo vuestro techo como una
vez moraba en Betulia bajo el suyo propio. Cuando hayáis conversado con ella
amablemente, sostengo que la alabaréis no menos que el sumo sacerdote Eliaquim,
que fue desde Jerusalén con todos sus levitas para verla, habiendo oído de la
audacia de su corazón, de la valentía de su obra y de la maravillosa santidad
de su vida. Por eso le dio gracias extraordinarias, honores dignos, exaltación
alta y amor puro, espiritual, devoto, no profanado por ninguna brizna de deseo
indigno, como se debe a los santos y conviene a los siervos de Dios. Y vos, por
tanto, acogedla cortésmente, alojadla de buena gana, y a la que siempre alabáis
de obra, alabadla también con la boca, porque es ducha en ser alabada,
especialmente de vuestro santo orden sacerdotal. Acogedla a ella, y ordenadme a
mí: a vuestras órdenes mi servicio está siempre presto para realizar lo que
digáis, cuanto le fuere posible. La paz y la gracia de Nuestro Señor Jesucristo
esté siempre con vos. Amén.
Del nacimiento de Jesucristo en
carne el año primero después del mil y quinientos, a los veintidós días del mes
de abril. En la ciudad de Split.
***
TODA LA
HISTORIA BREVEMENTE
QUE SE CONTIENE EN ESTOS LIBROS
Nabucodonosor, rey de Babilonia
y de Asiria, rigiendo entonces la ciudad de Nínive, batió a Arfacsad, rey de los
medos, cabe el río Eufrates. Envió
Asedió Betulia, desvió el agua
que corría a la ciudad, hizo vigilar los pozos de los arrabales. A Aquior, su
general de los amonitas, pues había dicho que no podría vencer a los judíos si
no hubieran pecado contra su Dios, lo hizo conducir encadenado y entregarlo a
los betulianos, prometiendo exterminarlo junto con ellos. Faltó el agua en la
ciudad, quisieron entregarse. Ocías, rector de la ciudad, les rogó que
esperaran otros cinco días la ayuda de Dios. Judit, viuda santa y noble, les
riñó por haber puesto plazos a Dios. Ella misma oró a Dios aquella noche, se
aderezó, marchó con su sierva Abra hacia Holofernes y al cabo del cuarto día,
cuando se durmió borracho, le cortó la cabeza con el cuchillo de él, la puso
sobre la ciudad, las huestes se asustaron, los ciudadanos los echaron,
golpearon, cautivaron, ricos regresaron. Viendo esto Aquior, acogió la fe de
ellos y moró con ellos en Betulia. De Jerusalén vino el sumo sacerdote Eliaquim
con todos sus sacerdotes a ver a Judit: a Dios glorificaron, a ella la
alabaron. Ella con los suyos fue a Jerusalén. Se inclinaron en el templo, dones
ofrecieron, y habiéndose alegrado allí tres meses, volvieron a casa. Judit,
después de su primer marido Manasés, no tomó a otro. Vivió ciento cinco años.
Yació en la tumba de su esposo. Siete días la lloró el pueblo. Durante su vida
no sintieron la desgracia de guerra alguna. Y el día de su victoria cada año
fue festejado y honrado por todo el pueblo de Israel, mientras resistieron en
su estado. Amén.
QUÉ SE
CONTIENE EN CADA LIBRO
Libro primero. Nabucodonosor,
habiendo vencido a Arfacsad, envió a Holofernes con las huestes a conquistar
estados, queriendo dominar todo el mundo.
Libro segundo. Por dónde pasó
Holofernes con las huestes; a quiénes sometió; llegó a Gaba; hubo miedo en
Jerusalén; difamaron a Aquior los visires porque habló la verdad sobre la
nación de Jerusalén.
Libro tercero. Holofernes metió
a Aquior encadenado en Betulia, queriendo exterminarlo junto con los ciudadanos
cuando los conquistare. Ocías llamó a Aquior y a los sacerdotes a cenar.
Holofernes asedió Betulia. Hubo sed en la ciudad, hasta el quinto día se
querían entregar. Judit los riñó.
Libro cuarto. Judit con Abra
salió de la ciudad; Dios le aportó hermosura, aunque era muy hermosa.
Holofernes, viéndola, se apasionó por ella.
Libro quinto. Holofernes invitó
a su corte y a Judit a cenar. Borracho se durmió. Cuán malas son la gula y la
embriaguez. Judit le cortó la cabeza a Holofernes y la puso sobre la ciudad.
Aquior se convirtió a la fe y moró en Betulia.
Libro sexto. Los betulianos
salieron con armas. Las huestes, viendo a Holofernes muerto, emprendieron la
fuga; ellos los echaron y con la victoria regresaron. Eliaquim, el sumo
sacerdote, llegó con los sacerdotes a ver a Judit. Ella con los suyos fue a
Jerusalén; habiéndose inclinado en el templo, con alegría volvió. Vivió ciento
cinco años. El pueblo la lloró siete días. Honraba el día de la victoria. Amén.
***
LIBRO QUINTO
[165-258]
(Embriaguez de Holofernes y los suyos. Judit se dispone a matar a
Holofernes. Muerte de Holofernes. Huida de Judit.)
Holofernes
tenerse en pie apenas
podía; pues tomar cuanto podían dos
tanto él mascó solo y fue presa del sueño.
Bagoas, cerrando, llamó a los otros para que salieran.
Fueron a su tienda, tambaleándose,
pues más de un barril apuraron bebiendo,
por turnos cantando, un vaso circulando,
otro bebiendo, otro trayendo.
Se fueron arrastrando acá y allá los pies,
inclinándose solos, meneando la cabeza;
en sus rostros llamas y en la nariz vapor,
y en los mechones de la barba relucía la grasa.
La tripa como una orza hinchada resaltaba,
palabra que soltaba la lengua la cortaba;
la conciencia no conocía, les brillaban los ojos,
escarnio les surgió y la risa se precipitó;
pues uno con una lancha se dio cayéndose;
uno se meó, uno riñó enfadándose,
uno para tenerse a otros se agarraba,
así que unos con otros para atrás se cayeron;
unos devolvieron, unos se ensuciaban,
y unos yacieron, unos sobre él caían;
y a otros llevaban a ponerlos en la cama;
tanto conocían cuanto un burro muerto.
Quien tenga cuidado de frenar su garganta,
mire a esta muchedumbre y vea si ha muerto
ahí la honra y llegado la tiniebla y la infamia,
que ha hecho, pues, de un caballero un puerco.
Vea ahora cómo afloja de Holofernes la fuerza,
cómo deshácela de sus impuros actos la lascivia.
El lecho estaba en medio de la alcoba
blando, limpio, blanco, de abigarradas cortinas.
En él se derrumbó al entrar Holofernes,
durmióse más profundo que un becerro marino.
Durmiendo así lo vio Judit, y díjole a su Abra:
"¡Ve lenta adelante, y en la puerta ponte!".
Estas dos entonces quedaron en la alcoba
con Holofernes, en ella no se habían dormido;
y de esa cuadra, pues, a la puerta Abra púsose,
si se aquietaron los guardias empezó a avizorar.
Y guardias y gente toda que estaba en derredor,
estaba como muerta; pues todos a esa mesa
comieron como bueyes, y bebieron aún más:
quien velara no había, las guardias no se hicieron.
Quien es sobre los cielos y quien todo lo puede,
ya decidido había a su pueblo ayudar.
Las cortinas del lecho Judit las apartó,
el corazón latiéndole, más cerca se arrimó.
Mano juntó con mano y al cielo las alzó,
de hinojos se postró y en lágrimas rompió;
la voz no levantó, sino para sí oró:
"¡Dame, Dios, alcanzar lo que Te compluguiere;
hazme merced a mí, fortalece a tu sierva,
quítame todo el miedo, levántame la mano,
que realice la empresa que mis mientes engendran,
que te teman a Ti los pueblos y naciones!
Ahora, ahora ven, tu ciudad de Jerusalén
de las tribulaciones libera y a todo tu pueblo, te lo ruego.
Da desastre a los soberbios que se ensalzan,
Sosiego envía a los mejores, que se humillan.
Esto que creo por Ti yo poder,
cuanto necesito, quiéreme ayudar,
de día y de noche a Ti gloria doy,
pues en Tu poder ahora hacerlo confío."
Y dicho esto, levantóse y empezó a caminar,
callando descolgó el alfanje que de un pilar pendía,
desenvainólo, las greñas agarrando de Holofernes a una mano,
y con la otra degolló golpeando y a la vez arrancando.
Roncó y se estremeció echado boca arriba,
y sacudió brazos y piernas, perdió todas sus fuerzas
y expiró; débil fue; por su gaznate la sangre siseaba:
así pereció el bravo, así abajó las cejas.
Con su propia arma mordiólo un gusanito,
mató victoria mujeril a quien humo esparciera
de tomar todo el mundo; y a quien ni Dios pensaba
que a esas sus huestes oponerse podía.
Echado ahí está el pobre, sin cabeza, cual tronco,
pues ayudó a Judit Dios cuando ésta atacólo;
para que su afán no fuera en balde, para dar fe del hecho,
degollólo a su lado y su cabeza llevóse.
Y a Abra dijo: "¡Ten, guarda esto en las alforjas!"
Ella se irguió de puntillas, quitó de la cama el dosel.
Tirado el cadáver de encima, y siguiendo su costumbre
salieron fuera, cual si paseando rezaran.
Sin dar reposo a las piernas, los reales cruzaron enteros,
aunque el sudor las bañaba, la cañada rodearon.
Como cuando el halcón ha pillado su presa,
se arroja sobre las islas, y las alturas alcanza,
sin de las garras soltar el animal que ha cogido,
hasta llegar a la roca donde su nido ha tejido.
Raudo ha volado para que se alimenten
las avecicas, sabiendo que famélicas lo aguardan.
Así no se cansan estas dos, ni se sientan,
mientras miran a los vigías en la muralla.
Traducción
del croata de F. J. Juez Gálvez
Original tomado de: Marko
Marulić, Duhom do zvijezda. Izvor i predgovor: Bratislav Lučin.
Mozaik knjiga, Zagreb 2001, pp. 31-38 y 108-112.
Bratislav Lučin
1
Múltiples son las razones por
las que el Dialogus Marci Maruli de Hercule a Christicolis superato (Diálogo
de Marko Marulić sobre Hércules, superado por los cristianos) atrae la
atención del lector. Es la única obra en prosa de Marulić escrita de forma
dialogada, y tematiza una figura de la mitología de la antigüedad clásica, cosa
que tampoco tiene precedentes en todo el opus del humanista dálmata.
Además Marulić expone explícitamente en él algunas de sus opiniones sobre
la poética, lo que tampoco hace con mucha frecuencia: podemos encontrar
declaraciones de tal naturaleza principalmente en prólogos y dedicatorias, pero
incluso en tales casos de manera muy breve y ocasional, con la excepción de la
dedicatoria de la Institutio. Ha despertado un interés añadido la
epístola dedicatoria a Toma Niger (Thomas Niger), descubierta
posteriormente, en primer lugar porque en ella expresa Marulić su
admiración por la obra de Erasmo de Rotterdam[44].
El encuadramiento tópico y la
simetría saltan a la vista inmediatamente como características fundamentales de
la composición del Dialogus de Hercule. La disposición es sencilla,
pero harmónica, y se aplica de manera consecuente. Los interlocutores -el Poeta
y el Teólogo- se encuentran en un paisaje esquemáticamente esbozado; después de
refugiarse a la sombra, comienzan una conversación que dura desde el bochorno
del mediodía hasta justo antes de la puesta del sol. La mayor parte del texto
-con excepción de los intercambios de réplicas breves de la introducción, el
medio y la conclusión- la ocupan dos monólogos bastante largos: en el primero
el Poeta narra brevemente los trabajos de Hércules y en el segundo el Teólogo
expone en el mismo orden su interpretación alegórica cristiana de ellos.
La parte central del Dialogus
de Hercule comienza con la afirmación del Teólogo de que en la época actual
se realizan trabajos "más valientes, más elevados y más grandiosos"
que las hazañas del héroe mítico, que el Poeta acaba de enumerar. Como el Poeta
expresare una acentuada incredulidad respecto a esa afirmación, en el diálogo
ulterior se establecen en primer lugar los criterios con cuya ayuda se
evaluarán los argumentos contrapuestos: el juicio divino (que es infalible y,
por tanto, superior al humano), la recompensa divina (de cuya grandeza depende
la gloria que merece el trabajo), las palabras de las Santas Escrituras (en las
que un cristiano -y el Poeta se reconoce como tal sin dudarlo- creerá más que
en los textos de los paganos).
Una vez determinados los
criterios y el método, con los que el Poeta está de acuerdo, comienza el
Teólogo su exposición. Pero ya en el mismísimo comienzo, comentando cómo
estranguló Hércules a las serpientes en la cuna, pronuncia en una breve
digresión una frase que puede servir como punto de partida para nuestras
consideraciones. Esta frase es una verdadera clave del entorno tradicional en
que Marulić veía a su Hércules, y sin duda deseaba que los demás
también lo vieran en él:
"Quanuis a poetis plurima
fingantur, sub quibus alegoriam latere uolunt siue nature siue morum siue etiam
adumbrate circa rem gestam significationis."[45]
("Y sin embargo los poetas
inventan muchísimas cosas bajo las cuales quieren que se oculte la alegoría o
bien de la naturaleza o bien de las costumbres o bien incluso de un significado
oscurecido respecto a un hecho real.")
¿De qué se trata, pues?
Justamente de la explicación racional del mito (principalmente de los dioses),
que habían elaborado los estoicos y ampliamente aplicado especialmente los
neoplatónicos, y que ya en la Antigüedad había constituido tres sistemas
principales que más tarde, durante toda la Edad Media y el Renacimiento,
influyeron grandemente en las diversas artes, así como en la filosofía y la
teología. Ya Cicerón los había contrastado los tres en la obra De natura
deorum (Sobre la naturaleza de los dioses); sus principios se
reducen, brevemente, a lo siguiente:
1. Los mitos narran, de manera
más o menos alterada, sucesos reales de un pasado lejano, cuyos participantes
eran personas que, por sus obras gloriosas, fueron después consideradas dioses.
2. Los mitos son expresión de la
vivencia humana de los fenómenos de la naturaleza y de las fuerzas que lo
rodean en el mundo, y los dioses son sus símbolos.
3. Los mitos son ideas morales y
filosóficas encubiertas en algún cuento, y los dioses son alegorías de esas
ideas.
La primera teoría suele denominarse
histórica o evemerística, la segunda naturalística y la tercera moral[46].
Las expresiones de Marulić no dejan lugar a dudas: "alegoría de la
naturaleza" se refiere a la interpretación naturalística, "alegoría
de las costumbres" a la alegoría moral, y "significado oscurecido
respecto a un hecho real" responde exactamente a la interpretación
histórica, que no puede llamarse realmente alegórica.
Está claro que, de las tres
interpretaciones citadas, la interpretación moral es la más cercana a
Marulić, tanto por su perfil espiritual general cuanto por su opinión
sobre el papel y la finalidad de la literatura, pero sin duda también porque
tal interpretación toca uno de los cuatro modos de la alegoría de la Sagrada
Escritura: el hallazgo del sentido tropológico, que aún se llama moral.
En el afán plurisecular de hacer
útil la mitología desde la óptica cristiana, y de harmonizar el patrimonio
pagano con la Revelación, Hércules tuvo un destino privilegiado: desde el
principio mismo del cristianismo fue un adversario respetable para los
propagadores del Evangelio, tanto por su popularidad en el pueblo llano en la
Antigüedad como por su papel destacado en el culto oficial del estado romano[47].
La influencia de Hércules se había desarrollado especialmente en todas las
esperanzas y temores relacionados con el más allá: Hércules dominaba las
fuerzas del mundo subterráneo y, como mártir por su virtud, había alcanzado la
inmortalidad y la apoteosis. En la alegoresis estoica y epicurea sus hazañas
describen la victoria del hombre sobre sí mismo y sobre sus pasiones. La vida
de Hércules se convierte así en imagen de la sabiduría perfecta, y su destino
póstumo despierta en sus seguidores la esperanza en la inmortalidad. Lo ya
citado (victoria sobre el mundo subterráneo, muerte en martirio, ascensión a
los cielos) lleva a la fuerte, inevitable asociación de Hércules con Cristo,
reforzada aún por el hecho de que ambos tienen por padre a un dios y por madre
a una mortal escogida.
A la aparición de tales
analogías los escritores cristianos reaccionarán desde su aceptación
conciliatoria como argumento útil en la polémica con los cristianos (Justino el
Mártir) hasta la discusión vehemente de cualquier comparación (Orígenes,
Lactancio, Arnobio, San Agustín), en lo que destacan varios actos suyos
despreciables, empezando por su suicidio. Como por lo general el mito se
integra en el cristianismo en primer lugar por medio de la alegoresis oportuna
para poder ser aceptado después como partícipe de la Revelación (a decir
verdad, ésta se considera presente en una forma un tanto nebulosa), así también
en la relación del cristianismo con Hércules podemos establecer tres grados
principales de integración: o bien se le echa, junto con las tiradas polémicas
contra los blasfemos subterfugios alegóricos de los filósofos, al trastero de
los demoníacas invenciones paganas, o bien se le acepta con la interpretación
moral alegórica en la que la cantidad de enseñanza que se puede sacar de cierta
fábula es más importante que su origen y que su contenido, (superficialmente)
discutible, o bien se le incluye sencillamente en la relación (tipológica)
prefigurativa "Hércules = Cristo"[48].
No es, pues, extraño, que en la
Edad Media, en que los símbolos y las prefiguraciones se buscaban y reconocían
por todas partes, a Hércules se le dedicara una especial atención. De ahí
también el lugar de prestigio en la iconografía y la literatura, que, como
consecuencia de la persistencia duradera de su alegorización, ocupará aún más
firmemente durante el Renacimiento[49].
2
No se puede establecer en qué
medida le era conocida a Marulić la tradición que acabamos de presentar
brevemente. Respecto al posible influjo del extenso tratado de Coluccio
Salutati De laboribus Herculis o De sensibus allegoricis fabularum
Herculis (De los trabajos de Hércules o De los sentidos
alegóricos de las fábulas de Hércules), habría que tener en cuenta, en
primer lugar, que el texto de Salutati no se conservó, hasta finales de los
años cincuenta del siglo XX, más que en dos manuscritos[50].
Parece, no obstante, que en la
génesis del Dialogus de Hercule tuvo un papel determinante, inesperado
sólo a primera vista, Giovanni Boccaccio. En su enciclopedia mitológica Genealogie
deorum gentilium libri (Libros de la genealogía de los dioses de los gentiles),
eslabón principal que vincula la mitología medieval y la renacentista, así como
en su Trattatello in laude di Dante (Tratadillo en alabanza de Dante),
encontramos puntos de contacto con el Dialogus de Hercule. No es un dato
insignificante que las dos obras citadas están en la lista de libros que se
encontraban en el legado de Marulić (Genealogie deorum quadernus, Johannes
Bocatius super Dantem)[51].
Boccaccio estaba bien avezado en
la tradición de la lectura alegórica del material mitológico, y él mismo gusta
de servirse en la Genealogía de la interpretación moral. Sin embargo, su
presentación del mito de Hércules (XIII, 1) no tiene semejanza con la de
Marulić. El humanista de Split, a lo que parece, leyó atentamente los dos
últimos libros de esta extensa obra, en los que el facundo mitógrafo italiano
no interpreta personajes míticos individuales, sino escribe una apología de la
poesía (XIV) y de su Genealogía (XV). Boccaccio demostrará que no es
inconveniente para un cristiano elaborar temas de la mitología pagana,
sirviéndose precisamente de lo que se descubre con la interpretación adecuada
(esto es, la alegoresis cristiana) bajo el estrato superficial de la fábula.
Una de sus formulaciones está tan cerca de la importante frase del Teólogo de
Marulić ya citada que merece la pena ponerlas una al lado de otra:
Boccaccio:
"... [poete] sub
fictionibus suis naturalia contegunt atque moralia et virorum illustrium
gesta" ("...[los poetas] bajo sus invenciones ocultan las cosas
naturales y las morales y las gestas de los varones ilustres")[52].
Marulić:
"Quamvis a poetis plurima
fingantur, sub quibus alegoriam latere uolunt siue nature siue morum siue etiam
adumbrate circa rem gestam significationis" ("Aunque los poetas
inventan muchas cosas, bajo las cuales quieren que se oculte una alegoría de la
naturaleza o de las costumbres o incluso del significado entenebrecido de un
hecho real")[53].
En dos capítulos del Trattatello
in laude di Dante (XXI: Digresión sobre el origen de la poesía y
XXII: Defensa de la poesía) expone Boccaccio, a veces con las mismas
palabras que en los dos últimos libros de la Genealogia, la
interpretación naturalista e histórica del nacimiento de los dioses, y después
cómo la poesía, según el modelo de la sagrada escritura, ofrece una enseñanza
cristiana válida al lector a través de su fábula, siempre y cuando se
interpretare correctamente, esto es, tropológicamente. Y aquí encontramos,
entre otros, el ejemplo de Hércules:
"Similemente fingono li
nostri poeti Ercule d'uomo essere in dio trasformato, e Licaone in lupo.
Moralmente volendo mostrarci che, virtuosamente operando, come fece Ercule,
l'uomo diventa iddio per participazione in cielo; e, viziosamente operando,
come Licaone fece, quantunque egli paia uomo, nel vero si può dire quella bestia
(...)"[54].
Añadamos a lo dicho que en el
mismo capítulo, en el mismo pasaje del Trattatello, se habla de la
relación de la poesía y de la teología respecto a la verdad; que Boccaccio se
ocupa de la relación entre poesía y verdad en la Genealogia (XIV, 3: Poetas
non esse mendaces ("Los poetas no son embusteros")); que
en la misma obra afirma que la estancia en soledad es presupuesto necesario
para la reflexión profunda y la creación poética (XIV, 11: Ob meditationis
comodum solitudines incoluere poete ("Por la conveniencia de la
meditación los poetas vivieron en soledad")), cosa que también cree el
Poeta de Marulić; que en el Trattatello, unos pocos renglones antes
del lugar citado, del mismo modo que Marulić, interpreta a Juno como un
fantasma[55]: nos permitimos,
pues, suponer razonablemente que esas páginas de Boccaccio son las que
sirvieron a Marulić como brevis summa de la larga y prolija
tradición sobre los temas a los que dedicó un lugar más o menos destacado en su
Dialogus.
3
La interpretación alegórica es
uno de los componentes importantes del opus de Marulić. La differentia
specifica de su Dialogus de Hercule está en que se somete a
interpretación alegórica un material mitológico, y no bíblico. Por eso mismo el
procedimiento es específico, algo diferente del habitual. No se trata de una
imaginación más libre al conjeturar el "significado oculto": en la
exegesis bíblica también se consentía, incluso se deseaba, la inventiva y las
combinaciones, especialmente en los lugares que provocaban dificultades y
vacilaciones. Por lo demás, si se comparan las interpretaciones de significado
tropológico de Marulić en el Dialogus de Hercule con la que se hizo
a lo largo de los siglos en la tradición de la interpretación cristiana de la
mitología desde Fulgencio hasta Boccaccio y más adelante, podemos concluir lo
mismo que se ha dicho sobre sus interpretaciones de la Biblia, sólo
aparentemente insólitas, arbitrarias y forzadas: justamente que las deducciones
tropológicas de Marulić en el Dialogus de Hercule no son en nada
más extrañas que otras numerosas interpretaciones de esos materiales de la
misma índole[56]. Hay que
mencionar otra cosa más en este contexto: en la medida en que nos ha sido
posible establecerlo, la "institución de la vida virtuosa según los
ejemplos de Hércules" en su mayor medida es fruto de la propia invención
del autor: los paralelos cristianos establecidos respecto a los elementos
individuales de la fábula pagana revelan una notable inventiva y destreza, y
además, en la medida en que nos ha sido posible establecerlo, son obra original
de Marulić. Probablemente nuestro humanista no se sintió aquí tan ligado a
la tradición y a las autoridades como cuando analizaba e interpretaba el modelo
bíblico en otras obras.
La particularidad del Dialogus
de Hercule de Marulić sobre la que deseamos llamar la atención está en
que las hazañas de Hércules no se "decodifican" sólo por medio del
procedimiento habitual de la alegoresis, en lo que suele hablarse del sentido
superficial, o literal, y del sentido oculto "bajo el velo de la
letra", o, en otras palabras, de la "corteza" y el
"núcleo", que son metáforas inveteradas de la alegoría. El
procedimiento es aquí diferente, porque también el material es diferente: se
introduce el sistema de la superación. Es decir, primero se establece la serie
más exhaustiva posible de paralelismos, de ecuaciones condicionales entre los
elementos de la fábula mítica y de las actitudes deseables para el modo de vida
cristiano, y después se destaca infaliblemente cómo el significado figurado
(esto es, la actitud cristiana comparada) supera al literal (esto es, el acto
del héroe pagano). Con la aplicación sistemática del tópos antiguo de la
superación[57], modificado
de manera que se pueda insertar en el conocido procedimiento de la alegoresis
del mito, se estructura la segunda parte del Dialogus de Hercule y se
alcanza el fin destacado en el título de la obra: el Hércules de Marulić
no es sencillamente un Hercules moralisatus, sino aún más, es un Hercules
superatus.
Tal estructura de su exposición
de los trabajos de Hércules probablemente la sacó el Teólogo de Marulić
del procedimiento por el cual el apologeta cristiano Lactancio había refutado
la presunta divinidad del héroe antiguo. En el primer libro de su obra Divinae
institutiones, que lleva el título De falsa religione, en el
capítulo sobre Hércules y su vida y muerte (I, 9: De Hercule et eius vita et
morte), el padre de la iglesia citado indica en primer lugar que la
victoria sobre el león y el jabalí, la matanza de las aves con las flechas, la
limpieza de los establos, etc., son obra de un hombre fuerte sin duda, pero
hombre al fin y al cabo. Y un poco más abajo en el mismo capítulo manifiesta:
"Y es que no debe ser
considerado más fuerte quien vence a un león que quien vence a esa violenta e
interior fiera que es la ira; ni tampoco más quien rechaza rapacísimas aves que
quien reprime sus avidísimas pasiones; ni más quien derrota a la luchadora
Amazona que quien lo hace con el placer, destructor del pudor y de la fama; ni
más quien saca estiércol de un establo que quien expulsa de un corazón unos
vicios, que, al ser interiores y propios, son más perniciosos que aquellos que
pueden ser evitados y prevenidos."[58]
¿Hasta qué punto consideraba
permisible Marulić sacar enseñanza cristiana de fabulitas paganas, aun con
la restricción de la "alegorización indirecta", si se nos permite
denominar así el procedimiento de superación descrito? Siguiendo el principio
hermenéutico válido -destacado sin dudas por el mejor conocedor del opus
latino de Marulić, Branimir Glavičić- de que a Marulić hay
que interpretarlo ante todo por medio de Marulić, indicamos aquí en nota
los lugares de sus obras donde habla de la lectura de autores paganos[59].
Su denominador común se expresa quizá de la manera más clara en la Institutio
(II, 5: De scripturarum lectione): "Nobis, si quos aliquando uel
poetice fabulositatis uel mundane sapientie libros euoluere cupido incesserit,
enitendum erit, ut inutili delectatione penitus seclusa id solum exquiratur,
quod pie institutionis disciplinam iuuare possit" ("Si alguna vez se
nos presentare el deseo de abrir libros o de fabulosidad poética o de sabiduría
mundana, nos esforzaremos en escoger, alejado completamente el inútil deleite,
sólo lo que pudiere servir a la disciplina de la pía institución")[60].
Esto hay que entenderlo así: los libros citados no hay que tomarlos en las
manos por el placer que ofrecen, que es inútil, sino que hay que buscar en
ellos sólo lo que tienen de valor educativo para el cristiano. Dejemos de lado
ahora que los autores, Marulić incluido, no se ciñen con total coherencia
a ésos y semejantes principios, expresados como declaración de intenciones. El opus
latino de Marulić está impregnado de lecturas de autores antiguos, de los
que es evidente no tomaba sólo lo utile, sino también lo dulce.
Es importante que el pensamiento citado se expresa en material concreto en la
obra que nos ocupa aquí. El Teólogo, en efecto, dice de Hércules en cierto
lugar:
"Y que llevara al toro por
cuyo amor había sido cautivada Pasífae y lo presentara ante Euristeo, si
considerares la cosa, nada es para que lo elogies grandemente, pero si
examinares el misterio de la cosa, no poco te serviría ello mismo para la
institución de la vida y costumbres. Pero para seguir tal provecho, deberemos
interpretarlo así (...)"[61].
Hay, por tanto, que descubrir en
la fábula su sentido misterioso con ayuda de la interpretación válida, hay que
"comprenderla en su sentido espiritual" ("spiritualiter
intelligere"). Por supuesto, "para la institución de la vida y
costumbres" es competente el sentido moral, así que el Teólogo se ocupará
de tal interpretación. En conclusión: Marulić no descarta todo uso de la
mitología con fines cristianos, mas le repugna la relación tipológica entre
esos dos mundos, irreconciliablemente diferentes para él. Y escoge el camino
del medio: la alegoresis tropológica, con la añadidura de una contención
suplementaria que se evidencia en la señalada insistencia en el esquema de la
superación.
4
Si se interpretan las fábulas
paganas de manera válida, dice explícitamente el Teólogo, éstas pueden ayudar
no poco al cristiano para la institución de su vida y costumbres. Mas el
diálogo entre el Poeta y él había comenzado en torno a la pregunta de cuál es
el objeto de la poesía y quién merece que se canten sus obras. Como los temas
poéticos se discuten en un texto impregnado de alegoresis, no está fuera de
lugar recordar que ésta había sido un arma insustituible en defensa de la
poesía ya desde las lecturas alegóricas griegas de Homero. Este medio lo
retomarán los cristianos, desde los tiempos patrísticos hasta el barroco, para
argumentar la utilidad de la poesía. Enumeremos sólo unos cuantos nombres hasta
la época de Marulić: Lactancio, Fulgencio, Teodulfo de Orléans, Dante,
Petrarca, Boccaccio, Albertino Mussato, Giovanni del Virgilio, Coluccio
Salutati, Cristóforo Landino, Jakov Bunić, Erasmo de Rotterdam. Es
especialmente interesante que la conversación sobre la poesía sobreentiende no
sólo una conversación sobre la alegoría, sino a menudo justamente una
conversación sobre Hércules; así sucede, entre los mencionados, con Lactancio,
Boccaccio, Salutati, Bunić, Erasmo.
La persistencia de tal
aproximación es señal de la duradera indisposición que el cristianismo sentía
respecto al tratamiento de temas paganos, pero también de su tenaz pervivencia,
y para ello la alegoresis era bienvenida como excusa y escudo. Todo el asunto
se extiende al siglo XVI, y es objeto de una de las conclusiones del Concilio
de Trento, válida durante un largo período. En su Índice las obras de
Ovidio no se mencionan en absoluto, mientras que la prohibición explícita va
dirigida a los "Ovidios moralizados": In Ovidii metamorphoseos
libros commentaria sive enarrationes allegoricae vel tropologicae[62].
La finalidad de tal sentencia censora es impedir la utilización de las fábulas
eróticas como vehículos de enmascaramiento de la devoción, así como la busca de
los sacramentos evangélicos entre las aventuras amorosas de los dioses paganos.
Quizá no es casual que el diálogo de Marulić se tradujera en Italia
precisamente durante el Concilio: con su rechazo de la lectura alegórica
inmediata y acrítica del mito podía indicar un camino intermedio entre el rigor
de un Savonarola y el extremo contrario, que podía llevar incluso a la herejía[63].
El Teólogo de Marulić no es
en absoluto contrario a la poesía. Sólo sostiene que la elección de tema del
Poeta está insuficientemente meditada:
"También, sin duda,
nosotros, los que nos dedicamos a la teología, no menos que tú, que eres poeta,
reconocemos, celebramos y acompañamos de dignos encomios cualesquiera obras que
consta se hicieron por cualquier hombre de manera loable"[64].
Según Marulić, la
orientación poética deseable se alcanza cuando la declaración del Poeta sobre
su propensión a la épica es corregida por la indicación del Teólogo sobre las
armas cristianas, que son mucho más poderosas y firmes que las de Hércules, y
de las que también debe servirse el Poeta para mostrarse poeta Christianus.
El resultado de tal conclusión sería una definición aproximada del epos
cristiano-virgiliano, que pertenece a la rama de la épica humanística que
combina la exegesis tipológica de la Biblia con la tradición alegórica de la
lectura de Virgilio: así, por ejemplo, el Supplementum (esto es, el XIII
canto) de Maffeo Vegio a la Eneida de Virgilio, la Crisias del
benedictino Hilarión y la Davidias de Marulić[65].
Con el Dialogus de Hercule
Marulić da a posteriori una legitimación de autor de la poética de
la Davidias. La alegoría crea el eje de composición e ideas del diálogo,
y el propio diálogo nos muestra que es precisamente la alegoría el concepto
cardinal, no sólo de la práctica poética, sino también de la reflexión poética
de Marulić.
5
El Poeta de Marulić es un
verdadero representante del humanismo. Conoce en detalle la mitología
grecolatina y considera que compromete en sentido moral y poético; se remite a
Diodoro de Sicilia con el respeto típico que los auctores despiertan en
los lectores de la época renacentista; en su exposición se sirve dos veces con
discreción de citas de Virgilio, el "príncipe de los poetas"; tiene
en gran estima la laus o gloria y la Fama, pues debe
tender a ellas -¿qué rasgo más claro de espíritu humanístico que éste?- quien
quiera alcanzar la inmortalidad[66].
También son sintomáticos los pequeños excursos eruditos (Aqueloo: origen
de la cornucopia; Éurito: nota geográfica sobre Ecalia y el origen de su
nombre). Por último, su definición del objeto de la poesía épica se asemeja
mucho a la célebre y lapidaria de Horacio:
Marulić:
"(...) me magis delectat ducum
regumque facta suscipere (...)" ("a mí más me deleita admirar los
hechos de caudillos y reyes")[67].
Horacio:
"Res gestae regumque ducumque et tristia bella
quo scribi possent numero, monstravit Homerus"
("Las gestas de reyes y caudillos y las tristes guerras
con qué ritmo pueden escribirse lo enseñó Homero") (Ars poet. 73-74)
Pero también el Teólogo es un
orador culto: su exposición se distingue por la frase pulida y prolija, se
sirve de la sentencia, la interrogación retórica, la ironía, la paradoja, la
antítesis, la metáfora. Además, como ya se ha notado, manifiesta una
considerable tolerancia hacia una cosmovisión diferente, cuyas premisas conoce
bien, y cree en el conocimiento racional de la verdad. La propia presencia de
la alegoresis no lo aproxima necesariamente a la concepción medieval, como su
ausencia, por otro lado, no sería tampoco por sí misma una señal de ideales
humanísticos. Las tradiciones coexisten, lo hemos visto. El propio Erasmo, personificación
del humanismo librepensador, intelectual cuyo principio supremo era el liberum
arbitrium, es gran partidario de la interpretación alegórica[68].
Quizá habría que considerar la
disputa entre el Poeta y el Teólogo desde una visión un poco más afinada que la
que brinda la comprensión de los interlocutores como representantes enfrentados
del humanismo y de la moral cristiana. Preferiríamos hablar, con Mirko
Tomasović, de un monólogo interior del autor[69],
o podríamos ver en el Poeta y el Teólogo a los representantes de dos
concepciones dentro del humanismo: el Poeta representaría una más libre y el
Teólogo una algo más conservadora. En los fundamentos de la primera está el
sistema de educación recomendado por Petar Pavao Vergerije el Viejo, denominado
educazione morale-civile, y en los de la segunda el de la educazione
cristiana, fundado a principios del siglo XV por Coluccio Salutati, y
enriquecido entre tanto por los principios de la devotio moderna. La
adhesión de Marulić a la segunda corriente estuvo condicionada por el
entorno general en que se encontraba su patria chica -inmediata amenaza turca,
tenaz persistencia de una herejía cristiana en el interior-, y por los
principios que adoptó durante su formación en la escuela de Tideo Acciarini,
que estaba muy cerca de las premisas de la educazione cristiana[70].
La elección de Marulić era una de las posibilidades legítimas que se les
ofrecían a sus contemporáneos: más conservadora, pero en sintonía con el tiempo
y las circunstancias, ni mucho menos retrógrada ni retrasada respecto a los
movimientos espirituales de la época.
En conclusión:
-Marulić estaba iniciado no
sólo en la exegesis alegórica de los textos bíblicos, sino también en la
alegoresis cristiana del material mitológico, en el procedimiento de la
"moralización" de los mitos, que proviene de la explicación racional
del origen de los dioses en la antigüedad. También Erasmo, al que por otra
parte une a Marulić una considerable semejanza en sus opiniones, participa
de esta tradición.
-El resumen del legado
plurisecular sobre los temas que trata en su diálogo Marulić lo encontró
en Boccaccio, de quien tomó algunos detalles.
-En la estructura básica de su
exposición (paralelismo sistemático con superación) pudo encontrar estímulo en
Lactancio.
-La Marci Maruli tropologica
laborum Herculis expositio (Exposición tropológica de los trabajos de
Hércules de Marco Marulo) está escrita con un plan compositivo y un punto
de partida ideológico claros, pero también con gran inventiva y arte. En ella
el autor presenta opiniones moderadas: reconoce el valor educativo del mito,
pero aborrece de los atajos tipológicos.
-Marulić también participa
de la ilustre tradición de servirse de la interpretación de los trabajos de
Hércules como contexto (y un poco como pretexto) para exponer sus opiniones en
teoría literaria, con lo que la obra resulta un post scriptum de autor a
la Davidíada.
-Al Poeta y al Teólogo se les
caracteriza adecuadamente no como representantes de cosmovisiones completamente
contrapuestas sino de dos corrientes fundamentales dentro del humanismo.
Traducción
del croata y del latín de F. J. Juez Gálvez
El original es una versión
abreviada, facilitada por el propio autor, del artículo "Marulićev Hercules
moralisatus (O alegoriji u Dijalogu o Herkulu)", publicado en
la revista Colloquia Marulliana II (Split 1993), pp. 16-35 y 122-124.
Darko Novaković
1
En la Biblioteca Universitaria
de Glasgow se conserva un manuscrito del tratado epigráfico In epigrammata
priscorum commentarius, que porta la signatura U. 8. 2. Este texto
prosaico de Marulić se conoce también por otras fuentes, aunque su versión
escocesa sólo se menciona una vez, de pasada, en el tercer volumen de la
monumental colección Corpus Inscriptionum Latinarum, en una nota de
Theodor Mommsen. El gran historiador hace constar secamente que no le fue
posible examinar el manuscrito, lo que en su tiempo (1873) podía querer decir
en primer lugar que no había logrado conseguir una copia. Las cosas no han
cambiado a mejor ni en la época de las técnicas avanzadas de reproducción, de
manera que el manuscrito maruliano se ha pasado un siglo y cuarto sin
microfilmar.
Esta concurrencia de
circunstancias tan poco estimulante es el principal motivo por el que el códice
se menciona por primera vez, una vez examinado, en 1995. Con esa ocasión se
mostró que se habían añadido al texto principal, a guisa de apéndice sui
generis, diversos versos de Marulić con el título de
"epigramas". La sorpresa que causaron no se debe tanto a su número
cuanto a su naturaleza: muchos de ellos ya a primera vista revelaban a un
Marulić desconocido para la historiografía de la literatura croata. El
moralista estricto de la Institutio y el Euangelistarium en los versos
de Glasgow manifiesta comprensión por distintas debilidades humanas, propias y
ajenas; el desdeñoso de la vanidad literaria defiende con vehemencia su obra
literaria ante los críticos; el promotor de la mansedumbre espiritual se
presenta como poeta satírico de cuya mofa no se libran ni los muertos. Pero la
novedad más chocante son seguramente los versos que presentan indudablemente a
Marulić como autor de poesía amorosa, en un amplio abanico que abarca
desde declaraciones petrarquistamente inocentes de insoportable enamoramiento
hasta descripciones directas de diversas manifestaciones de elevada
sensualidad. En el siglo que se nos va se han descubierto textos de
Marulić mayores y más valiosos, pero ninguno ha requerido una
reinterpretación de tan largo alcance de toda la obra maruliana como la
veintena de folios del códice de Glasgow.
El manuscrito U. 8. 2
llevó antaño las signaturas P. 3. 14 y S. 9. 153, y llegó al
lugar que hoy ocupa como parte de la colección del anatomista y coleccionista
escocés William Hunter (1718-1783); de ahí que en la jerga especializada
también se le llame a menudo Hunter 334. El códice atrae la atención por
su apariencia física: encuadernado en tapas de haya forradas de cuero carmesí,
originalmente se cerraba con cuatro broches dorados. Para escribir se usó tinta
negra (para el texto principal) y roja (para los títulos, iniciales, epígrafes
y marginalia). Está ricamente decorado con ornamentos geométricos y
florales, y en una hoja (LXXII) hay un motivo antropomórfico. Tiene 136
hojas, de las que dos de pergamino y el resto de papel; la numeración de autor
en números romanos comienza en el segundo cuadernillo. Sus dimensiones son 144
x 101 mm, y suele estar escrito en un ritmo regular de 26 renglones por página.
En los márgenes se pueden leer notas esporádicas de corrección de una segunda
mano.
Al principio del manuscrito está
la nota sobre el autor y la indicación del contenido (3: M. Mar.
Spalatensis. Contenta in presenti uolumine, benigne lector, modo subsequenti
reperies...), a las que sigue inmediatamente un índice de magistrados,
nombres propios y realia escogidos (3v-6). La obra está dedicada
a Dmine Papalić, amigo de Marulić (I: Jesus. Ad Dominicum Papalem
Marci Maruli uiri eruditissimi In priscorum epigrammata commentarius), y
bajo esa dedicatoria, al pie de la página, se encuentra una invocación en verso
a la Santa Virgen (Adsis principio uirgo beata meo). El tratado
epigráfico anunciado abarca las tres cuartas partes del códice (I-CIII).
En seguida siguen los versos de Marulić, titulados Marci Maruli eiusdem
Epigrammata, que ocupan doce hojas (CIIIv-CXXIIv). El códice termina
con distintos textos, entre los cuales predominan los epitafios. [...]
En el códice no hay indicios
claros que nos indiquen quién lo copió o quién lo encargó. Existen, sin
embargo, datos sobre sus propietarios. Su primer poseedor mencionado en el
códice es cierto Joannes Franciscus Bernardus Geneuensis, uir consularis
(por tanto, ginebrino, aunque es posible que haya error por Genuensis,
esto es, genovés). De sus manos recibió el códice el 19 de enero de 1572 como
regalo el "piadoso y erudito joven" Ioannes a Castolo, del que
se dice explícitamente que era buen amigo y paisano de quien se lo regaló. A la
muerte de Juan su viuda, Maria Godineria, se lo regaló el 15 de octubre
de 1601 en Londres a un amigo íntimo del difunto, Dionysius Perrotus, el
último que escribió su nombre en la lista de poseedores del códice. No hay ni
rastro del que poder deducir de qué modo el manuscrito llegó siglo y medio después
a la colección de Hunter.
Su enigmática fortuna
internacional no impide, sin embargo, la conclusión de que el manuscrito debió
de surgir en Split. El nombre de la ciudad natal de Marulić y la mención
de la catedral de San Domnio se destacan subrayándolos en el texto principal y
sacándolos honorariamente a los márgenes, en un cuadro artísticamente elaborado
(LXXVII); el amanuense, que por otro lado es proclive a faltas
triviales, muestra mucha mayor seguridad en los pasajes en que predomina el
material "doméstico". El manuscrito no está datado. Una poesía, la
felicitación inaugural al papa Clemente VII (CXX-CXXv), demuestra que no
pudo terminarse antes del final de 1523, lo que en la práctica significa antes
de la muerte de Marulić, el 5 de enero de 1524. En virtud de una serie de
indicios menores cabe conjeturarse que el códice de Glasgow surgió como una
especie de guía de referencia a la colección museística de la familia
Papalić, en cuyo círculo, por otra parte, el interés por las antigüedades
está sobradamente confirmado. Sea como fuere, es evidente que los versos de
Marulić se introdujeron en el manuscrito como appendix a su tratado
en prosa no por cercanía temática, sino gracias a un ardid terminológico: las
inscripciones memoriales de la antigüedad (epigrammata) a alguien le
parecieron un buen motivo para conservar para la posteridad también los epigrammata
literarios de Marulić.
Quien pusiera manos a la obra de
expresar de esa manera su respeto al conciudadano, y probablemente amigo, muerto,
lo hizo sin duda por nobles impulsos. No obstante, el piadoso gesto no puede
ocultar el carácter caótico de la selección, en la que no puede descubrirse
ningún principio firme ni tras una lectura reiterada: ni todos los
"epigramas" son verdaderamente epigramas, ni se han juntado conforme
a un criterio de valor, ni están clasificados por sucesión cronológica ni por
grupos temáticos. En la colección de Glasgow se encuentran en contacto
inmediato poesías antológicas y composiciones escolares, versos de los días de
la adolescencia de Marulić y epístolas escritas al final de su vida,
bromas lascivas y felicitaciones a los papas. Esta redacción insólita comprende
141 poesías, con un total de 738 versos. De una u otra manera, hasta ahora se
conocían 11 textos: nueve con el nombre de Marulić, uno como inscripción
pública anónima, y de otro hasta ahora se pensaba que el autor era Franjo
Božićević. Como balance del descubrimiento de Glasgow quedan 596
versos, un centenar más de lo que tiene de media un canto de la Davidíada.
La enorme mayoría de las poesías
están compuestas en dísticos elegíacos. De las siete excepciones, cuatro están
en hendecasílabos faleceos, una en estrofa sáfica, otra en la segunda estrofa
arquiloquea, y un dístico es un hexámetro dactílico doble. La datación de una
parte de las poesías puede determinarse con gran seguridad: algunas provienen
de los últimos años de vida de Marulić, otras se pueden datar porque
conmemoran acontecimientos conocidos, de algunas se puede fijar el terminus
ante quem o post quem, de otras se conoce el marco cronológico
aproximado. Unas quince poesías aluden a personajes históricos, de los que
existe la esperanza de que investigaciones futuras los harán menos
impenetrables biográficamente. Sobre las demás poesías ya se puede decir que la
última palabra la tiene el close reading filológico. Así, no hay duda de
que los bosquejos mitológicos en dísticos, en que se retrata a distintas
figuras de las Metamorfosis de Ovidio, provienen de los días escolares
de Marulić. La colección de Glasgow, por tanto, nos ofrece una visión de
casi medio siglo de creación latina del padre de la literatura croata, lo que
es la documentación histórico-literaria cronológicamente más amplia que
poseemos de cualquier humanista croata.
A diferencia de la clasificación
métrica formal y de las referencias de datación aducidas, la interpretación
temática de la colección de Glasgow difícilmente puede contar con un acuerdo
general por anticipado. El grupo mayor y menos disputado lo conforman las paráfrasis
ovidianas citadas, al que pertenencen dos quintas partes de los títulos y un
sexto de los versos. Junto a estos ensayos escolares se distingue en primer
lugar una serie de composiciones dedicadas a amigos y conocidos, en las que se
evocan diversos sucesos de su selecto círculo privado. En visible contraste con
esos versos de cámara están los epigramas que deben su origen a un motivo
público, conocido. Forman un grupo especial las ocasiones en que el poeta actúa
como portavoz de la comunidad urbana. Algunas poesías son fruto de mayor
compromiso político, como las dos en que llama a la unidad de los cristianos
(18, 19).
2
Pero lo que hace del códice de
Glasgow un hallazgo excepcional no son las composiciones que ora confirman los
conocimientos anteriores, ora deforman mínimamente los modelos interpretativos
establecidos. Como ya se ha aludido, en el manuscrito escocés Marulić se
manifiesta por primera vez como firmante de versos amorosos y como poeta
satírico inmisericorde; la historia de la literatura debe contar desde ahora
con una novedad más, menos perceptible pero igualmente interesante: el amor de
Marulić por los animales.
"Así como para los vestidos
y el paño no hay nada más enemigo que la polilla, así nada hay más peligroso
para las castas mentes que el trato cercano con el sexo contrario. Es bueno no
ver a la mujer, porque quien la viere y deseare, ya cometió adulterio con
ella en su corazón. Es bueno no tocar a la mujer, porque, quien toca la pez, se
manchará con ella." El lector que aun vagamente recuerde tan estricta
exhortación del Evangelistario (IV, V), sostenida por un collage
de tres citas bíblicas, o cualquiera de los numerosos pasajes semejantes de las
grandes obras prosaicas de Marulić, leerá con extrema incredulidad el
epigrama 37. En él el "yo" epigramático se queja amargamente de que
un competidor borracho le toca los brazos y el cuello a la amada a la vista de
todo el mundo, por lo que amenaza desencantado con que se desdirá del Amor. A
ninguno de los dos personajes le importa un bledo la exhortación de San Pablo a
los Corintios con la que un día reforzará Marulić su recomendación de
continencia extrema respecto al bello sexo. La tentación sensual no sólo no
provoca ningún reproche, sino que es motivo de una erupción de celos:
"¡Mísero de mí! Ha hecho lo que a mí más me compluguiera hacer."
El incidente que provoca el
borracho Pesquio es sólo uno de los ejemplos que muestran que en el mundo de
los epigramas de Glasgow impera una moral desconocida en los demás textos
marulianos. La prostituta local Margarita no merece ni la menor reprimenda por
el oficio que profesa, sino sólo su burla por no poder encontrar marido y parir
bastardos sin parar (59). Al seductor Franco, que arruina matrimonios ajenos,
se le alaba implícitamente por su rico balance (56). El rufián es miembro
legítimo del personal epigramático, e incluso las breves paráfrasis míticas
pueden dar motivo para claras alusiones eróticas. En sus bromas obscenas
Marulić demuestra un conocimiento envidiable del léxico tabuizado latino.
Teniendo de fondo estos ejemplos se leen con más cautela los epigramas en que
personas de sexo contrario, al parecer, sólo se tratan.
Para un autor que contra los
deslices del cuerpo recomendaba las mortificaciones más duras, como cortar leña
o cavar en el huerto (Evang. V, V), el epigrama más increíble de la
colección de Glasgow es el último (141). Está dedicado a Priapo, el hijo
proverbialmente libidinoso de Dioniso y Afrodita. En la obra de Marulić
tal como la conocíamos hasta ahora el solo dirigirse a esta divinidad de falo
grotescamente hipertrofiado habría sido motivo de escándalo. En el manuscrito
de Glasgow, sin embargo, Priapo no se presenta sólo como destinatario sin
facultades que no sirve más que para un apóstrofe superficial, sino como interlocutor
que puede responder con competencia a una pregunta escabrosa sobre los cambios
de hábitos sexuales. Es significativo para toda la colección de epigramas que
la última réplica que contiene pertenezca al archilibidinoso.
A diferencia de los versos
amorosos, sobre los que no se podía ni pensar, sobre Marulić como poeta
satírico existían algunos indicios antes del hallazgo de Glasgow. Pero sólo la
colección de epigramas ha mostrado con cuánta pasión y cuánta extensión el
poeta de Split les cantaba las cuarenta a las personas y figuras que no le
gustaban. A la manera de los poetas satíricos jurados, Marulić también
está convencido de que en su época se había alcanzado el colmo de la
depravación: si se levantaran de la tumba los cinco grandes del género,
Lucilio, Horacio, Petronio, Persio y Juvenal, escribirían tanto que les
faltaría el papel (49). Los objetivos del poeta satírico son diversos, y la
agresividad cómica varía desde un humor clemente hasta la pura invectiva. En
pos de la práctica literaria antigua, y de acuerdo con el espíritu aún vivo del
clima, Marulić no duda en burlarse de la deformidad física. Los poetas
malos y prometedores son un tema casi obsesivo. La sociedad mundana local
incluye al caballero demente, al adúltero en serie, la prostituta, el borracho,
el jugador. Algunas taras son intemporales, y sus portadores protegidos con
pseudónimos de la antigüedad, de suerte que no es fácil deducir si se expone a
los golpes a contemporáneos vivos o a fantasmas salidos de las lecturas. Por otra
parte, a algunas víctimas se las menciona con precisión, con nombres y
apellidos, para evitar error alguno, como su rival literario Jakov Jakotin o
Bartolomeo Averaldi, arzobispo de Split, sobre los que se vierten los peores
insultos. De cuánta vehemencia satírica había en Marulić quizá hable mejor
que nada que no pudo refrenar sus observaciones mordaces ni en los epitafios:
un político local se ganó un reproche póstumo por su codicia (21), y en el
epitafio a un pariente joven el poeta pidió en nombre del difunto que a su
insidiosa mujer la enterraran en otro lugar (139). El último texto, surgido en
el último año de la vida de Marulić es prueba coronaria de que el
humanista de Split incluso al final de su curso vital sentía la indignación de
un Juvenal y creía que es difícil no escribir sátira.
Tres poesías del códice de
Glasgow revelan el profundo amor de Marulić por los animales. El literato
que en sus grandes obras tardías expresaba repetidas simpatías por la humildad
y pobreza franciscanas, en el códice de Glasgow expresa la benevolencia
franciscana por la fauna, acompañada por el respeto de la antigüedad pagana
hacia las criaturas con las que de algún modo el hombre está en deuda. El raudo
caballo Dorado podía adelantar a todos, pero no pudo superar a la muerte: su
fin está humanizado en el epitafio en el que se expresa una reflexión más
profunda que en algunos epitafios humanos (31). El amigo cetrero se quedó por
un caso desdichado sin su favorito. El reproche que el final del tetrástico se
le dirige al animal muerto es en realidad el duelo mal disimulado por la
valerosa ave, por la que se lamenta el propio falconiere (32). La
composición más larga y mejor de este grupo, una de las poesías más
impresionantes de todo el legado maruliano, es la endecha por el perro muerto
(22). El guardián y benjamín de la casa sufrió por una mano malhechora, de su
muerte atroz es difícil consolarse. Al contrario de algunas otras poesías, los
ornamentos retóricos y los exempla míticos no debilitan la conmovedora
naturaleza del suceso, sino que destacan su carga dramática. La calidez con que
se mencionan las diversas virtudes del perro (bondad, obediencia, sociabilidad,
valentía) transforma la endecha en una verdadera laudatio funebris, en
que el autor muestra en cada línea que se trata de la pérdida personal más
dura.
3
El lado bueno de la caótica
selección con que está constituida la colección de Glasgow es que nos permite
seguir lo acontecido en el taller poético de Marulić durante más de medio
siglo, en la práctica toda su vida creativa. Se muestra con gran claridad de
qué fuentes aprendió Marulić el arte de componer versos latinos, cómo
evolucionó y qué no llegó a dominar ni siquiera al final de su vida. El futuro
poeta de la Davidíada se presenta al lector en los momentos en que
descubría los secretos del oficio del narrar en verso. Puede vislumbrarse
claramente cómo se formó el usus estilístico de Marulić, qué acogió
con gusto y qué no le atrajo especialmente del repertorio heredado.
El primer gradus ad Parnassum
de Marulić son sin duda sus dísticos elegíacos sobre temas míticos. Además
de confirmar que se ha leído la lectura, deben convencer al preceptor de que el
pupilo promete como versificador, que puede encontrar la forma lingüística
adecuada al contenido adecuado. Los dobletes de los epigramas en la colección
de Glasgow muestran mejor que nada cómo respondía Marulić a esos desafíos
pedagógicos. A un narrador en tercera persona en el mismo trabajo lo sustituye
una figura que habla sobre su propio destino (109: 110); a un narrador en
primera persona lo sustituye un narrador omnisciente, que transfiere el foco
narrativo por medio de un apóstrofe al deuteragonista del relato (136: 140).
Pero la variación no sirve sólo para alcanzar una competencia narrativa
ejemplar. Un par de epigramas vecinos muestra cómo el mismo acontecimiento
puede evocarse sin cambiar el concepto narrativo, incluso con un vocabulario
cercano, pero sí sirviéndose de procedimientos retóricos diferentes (84: 85).
El último ejemplo ilustra bien
la importancia que Marulić atribuía desde sus primeros pasos como
latinista al ornato figurativo. Al igual que el nombre de Atlante enmarca el
dístico elegíaco, así también al principio del hexámetro y al final del
pentámetro se encuentran "Cadmo y Hermíone" (81), y la misma figura
de repetición se encuentra, trimembre, en la endecha por el perro muerto. Que a
Marulić le gustaba permanentemente ese efecto de encuadramiento lo
atestigua la poesía salutatoria al rector de la ciudad, escrita pocos meses
antes de su muerte. [...]
El códice de Glasgow, al igual
que ofrece un examen documentado de la vertical estilística maruliana, responde
también a cuestiones aparentemente más pedestres de su evolución lingüística.
Los epigramas tempranos a veces están cargados de errores en la declinación y
en el género. Algunas prosodias erróneas juveniles logró olvidarlas, pero otras
se le escapaban incluso al cabo de decenios, incluso en empresas tan ambiciosas
como la Davidíada. En la prosodia de los préstamos griegos siguió estando
inseguro: tanto cuanto otros textos suyos nos convencen de que toda la vida
quiso aprender griego, la colección de Glasgow nos muestra sin dudas que no
pudo alcanzar su objetivo. En su juventud no rehuía ostentar su propia
erudición por medio de la elección de hápax, pero con el paso del tiempo
parece haber perdido esa tendencia al exhibicionismo léxico. Como principiante
y como poeta afirmado sabía usar palabras que no están confirmadas en la
latinidad clásica.
Al igual que otros poetas
neolatinos, Marulić creó, leyendo a los clásicos, su propia base de
soluciones versificatorias preparadas, desde fórmulas con las que se empieza o
se termina un verso hasta conectores que vinculan dos unidades narrativas o
argumentativas. De ese thesaurus sedimentado durante decenios a veces se
sacan citas literales multimembres, a veces sólo emergen breves reminiscencias;
algunos de esos vínculos intertextuales son consecuencia de un acto consciente,
otros son producto del amorfo subconsciente poético. El index locorum indica
a dónde conducen las huellas de la colección de Glasgow. Algunas se pueden
seguir con las señales más firmes, en otras hay que elegir entre orientaciones
concurrentes, algunas invitan a una cauta investigación ulterior. Dejando de
lado problemas que sólo pueden resolverse con interpretaciones
individualizadas, en principio hay que llamar la atención sobre que el vestido
literario prestado no significa ni de lejos que la experiencia que se viste con
él no tiene un serio motivo extraliterario. La epístola a Frane
Martinčić (27) sobre las fatigas de la vejez es esporádicamente una
paráfrasis casi servil de la décima sátira de Juvenal, pero desde ese lado de
la memoria se puede pensar cómo se encaminaría a tal labor un joven caprichoso
de salud rozagante.
Con esta reserva mental
necesaria, un vistazo a la lista de los maestros en versificación de
Marulić puede ser de utilidad múltiple. No hace falta preparación
filológica para vislumbrar quienes son los principales mentores de Marulić
en géneros y estilos. Ovidio y Marcial preceden de lejos a los demás, los
siguen Virgilio y los poetas de la llamada Anthologia Latina; están
ampliamente representados el satírico Juvenal, el elegíaco Propercio, los épicos
Estacio y Silio Itálico; Horacio aparece como lírico, como satírico y como
epistológrafo; es significativa la aportación de los poetas tardoantiguos
Ausonio y Claudiano. Los poetas cristianos, como Prudencio, Paulino de Nola,
Juvenco, Draconcio, aparecen pincipalmente en las poesías de datación más
tardía. Pero las relaciones numéricas no pueden ser el único indicador. El
satírico Persio, por ejemplo, aparece sólo cuatro veces, pero de manera tan
llamativa que en una ocasión ocupa cuatro pies y medio de los seis pies del
hexámetro. La expresiones prestadas se independizan completamente de su
contexto original, pudiendo cubrir un contenido radicalmente distinto, y así el
Ars amatoria de Ovidio es tan inspirador para un epitafio como para una
felicitación al dux o para el intercambio de pensamientos en el círculo
de amigos o de la familia.
La mención del manual para
seductores de Ovidio lleva a comparar las fuentes leídas que se adivinan en el
fondo de la colección de Glasgow con los nombres de autores que se encuentran
en el catálogo testamentario de la biblioteca de Marulić. Realmente no es
difícil encontrar confirmación para muchos en la sección Libri zentilium,
pero algunas ausencias nos dejan pasmados: de Ovidio, que está representado en
el códice de Glasgow no sólo con todas sus obras auténticas más conocidas, sino
incluso con algunas apócrifas, en la última voluntad de Marulić no hay
nada. No están los elegíacos amorosos Propercio y Tibulo, no están las odas de
Horacio, no está Catulo. ¿Adónde han ido a parar los poetas de la juventud de
Marulić?
4
Esta pregunta, que a simple
vista sólo sacía el hambre filológica de conjeturas potestativas, está lejos,
sin embargo, de poderse responder como libre de la curiosidad del historiador
de la literatura. Con ella se toca el meollo mismo del enigma biográfico de
Marulić, que hace ya cinco siglos se acumula sobre su legado literario;
por mucho que los intérpretes de su obra lo reconozcan de mala gana. ¿Qué nos
dicen los versos de Glasgow sobre el rostro cívico del hombre que ya en vida se
había ganado fama de dechado de virtudes?
En primer lugar, en un nivel que
no despertará el mayor interés, vuelve a actualizarse en ellos el vínculo
italiano de Marulić. Es sabido que no hay pruebas palpables de la estancia
de estudio de Marulić en Italia y, por todo lo que sabemos, la busca de
ellas entre los documentos de la Universidad de Padua está condenada de
antemano al fracaso. En el manuscrito Hunter no hay, por supuesto, indicios
firmes de que Marulić fuera estudiante en Italia, pero hay una serie de
poesías que difícilmente pueden entenderse bien si no suponemos una ausencia
bastante seria de su ciudad natal. Los ajustes de cuentas con envidosos rivales
literarios y molestos diletantes exigen una arena más amplia que la que trazan
las murallas del palacio de Diocleciano; también el nombre de la bestia negra
de Marulić, Iacobus Iacotinus, orienta hacia una escena extranjera;
es poco probable que su biógrafo y paisano Franjo Božićević hubiera
callado las vehementes polémicas literarias de Marulić, de haberse
producido realmente en Split, ante testigos aún vivos. Que Marulić
conmemore la muerte o la elección de duces es un gesto de súbdito leal
que de ningún modo supone haber salido del terruño, pero la felicitación a un
patricio veneciano por su buen éxito en una campaña militar en el interior de
Italia (29) ya no se entiende tanto por sí misma, y lleva a pensar en un
conocimiento anterior o al menos en una estrecha preocupación por los
acontecimientos de los que se trata. Por último, a pesar de la gran movilidad
de la élite intelectual dentro del estado veneciano, es difícil suponer
que un poeta italiano, autor de un poema sobre la historia italiana reciente,
como fue evidentemente Ioannes Asclepianus (41), llegara a la orilla
oriental del Adriático para presentar su creación al juicio del poeta local.
Aun siendo así, o tratándose de una petición por carta, sólo podría haber
llegado a tal idea alguien que hubiera conocido ya a Marulić como crítico
literario fiable.
Pero el episodio italiano, por
muy interesante que sea para los marulólogos especialistas, no es la conclusión
biográfica de mayor alcance a la que lleva el códice de Glasgow. Al menos ocho
años antes de la muerte de Marulić, en el epílogo de la primera edición
conocida del Evangelistario (1516), el veneciano Francesco Giuliani
(Zuliani) presentaba al humanista de Split como un santo vivo que
"despreció riquezas y honores", "se apartó de todo lo que los
mortales consideran el supremo tesoro", y ahora "vive en una celda
exigua, entre los árboles del bosques, con la sola compañía de las
fieras". No hace falta un aparato argumentativo demasiado fuerte para
demostrar que Giuliano sólo conocía al presunto eremita del pie de Klis
indirectamente, por sus textos. Pero lo más importante es que la figura pública
de Marulić, su imagen internacional, reposaba en ese momento en la Institutio.
¿Quién podría pensar que el despiadado denunciador de todos los pecados era
quizá él mismo un pecador arrepentido?
Según los criterios del siglo en
que nació Marulić, ni un verso del códice de Glasgow debía ser
especialmente vituperable. Pero su autor en cierto momento se volvió más
escrupuloso que numerosos de los literatos contemporáneos y deseó cortar de
raíz con su propio pasado. El manuscrito Hunter no habla de las causas de esa
ruptura vital; sólo marca sus consecuencias literarias. Božićević
habla en su biografía de la muerte de su hermano Šimun como el suceso que
cambió la vida del poeta. El famoso Agostino Santo Pupieni (Giuseppe-Antonio
Constantini, 1732) descubre el cambio en la extraña muerte de su amigo
Papalić, que diz se saltó el turno con la amante común de ambos y murió en
lugar de Marulić. No es difícil descubrir retoques de ficción en un relato
y otro. Pero la verdadera pregunta es por qué al cabo de dos siglos de la
muerte de Marulić aún vivía la leyenda de su sorpresiva conversión,
sostenida por una reliquia tan insólita como es la garrucha con la que diz que
los amigos se izaban alternativamente hasta la alcoba de la dueña de sus
corazones.
El códice de Glasgow no se
pronuncia entre las versiones de la muerte del hermano o del amigo, pero en una
de sus partes descubre sin duda alguna a un Marulić sumergido por completo
en los placeres de este mundo, cómo antípoda moral de sus propios héroes
ejemplares de la Institución y el Evangelistario. El abismo entre
el Marulić de Glasgow y el Marulić que firma sus best-sellers
moralistas internacionales, no puede salvarse con equilibrio interpretativo
alguno. Ninguna llamada liberal a la adaptación al género, la evolución
espontánea del autor o el cambio de temperamento biológicamente condicionado
logra conciliar al creador del obsceno poemita priapeo con el predicador de las
Cincuenta parábolas y del Último juicio de Cristo. El manuscrito
Hunter es una prueba firme del viraje de Marulić hacia lo transcendental,
aunque falta en él una respuesta fiable a las preguntas "¿Cuándo?" y
"¿Por qué?". Después del hallazgo de Escocia es imposible callar el páthos
de la sincera confesión agustiniana que encontramos en la carta a Katarina
Obirtić, en la que dice contrito "en nuestra juventud pescamos por la
noche, en la oscuridad de este mundo, cegados por el temporal engaño del
deleite y de las vanidades diversas".
En el ajuste de cuentas con la
oscuridad juvenil Marulić depuró su propia biblioteca. De sus estantes
desaparecieron Ovidio, Propercio, Tibulo, Catulo, el lírico Horacio, y ocuparon
su lugar Juvenco, Sedulio, Arator, Prudencio. Es más, en su cambio decisivo de
costumbres dejó completamente de escribir versos, como afirma expresamente en
el epílogo de la Davidíada. Pero ni la revisión de la biblioteca ni la
estancia autoimpuesta en el purgatorio poético ayudaron a Marulić a
olvidar lo que había aprendido en su juventud. A igual que en la Davidíada
junto a las cláusulas esperadas de poetas épicos cristianos resuenan las
elegías de Propercio, los Amores o el Ars amatoria de Ovidio, así
en los versos de vejez de Glasgow aparecen codo con codo los corifeos poéticos
paganos y cristianos. Un teólogo experto que lea los epigramas de Glasgow quizá
advertirá que el Marulić temeroso de Dios había exagerado su pecado. Al
filólogo le queda concluir que, pese a su enorme y perdurable afán, no logró
expiarlo hasta el fin de sus días.
Traducción
del croata de F. J. Juez Gálvez
Original publicado con el título
de "Marulićevi glasgowski stihovi", en Marko Marulić, Glasgowski
stihovi (Versos de Glasgow). Preveo i priredio Darko Novaković
(Edición y traducción de Darko Novaković). Matica hrvatska, Biblioteka
Parnas, Niz Književnost (Biblioteca Parnaso, Serie Literatura), Zagreb 1999,
pp. 253-270.
Mirko
Tomasović
MARULIĆ EN ESPAÑOL
Bratislav
Lučin / F. J. Juez Gálvez (ed. esp.): Marko Marulić (1450-1524), Ediciones
Clásicas, Biblioteca del Humanismo 2, Madrid 2000, 96 pp.
Una de las aportaciones más
valiosas a las celebraciones en honor de Marko Marulić nos llegó el mes de
abril del año 2000 de Madrid: Ediciones Clásicas publicaba en la
colección Biblioteca del Humanismo (Director: Tomás González Rolán) un
libro de un centenar de páginas consagrado al "padre de la literatura
croata".
Son autores del libro Bratislav
Lučin y Francisco Javier Juez Gálvez, responsable de la edición española y
de la mayoría de las traducciones. La edición está preparada con cuidado
crítico y gráfico, presentándoles al autor clásico croata a los hablantes de
una de las lenguas más difundidas por el mundo de manera digna y ejemplar.
Es más, retoma la tradición
interrumpida de las versiones españolas de obras de Marulić de los siglos
XVI y XVII, y al mismo tiempo estimula su investigación en las tierras de
Iberia, donde antaño mucho lo habían leído y apreciado ilustres clásicos como
Fray Luis de Granada o Francisco de Quevedo.
En efecto, en los últimos
tiempos han dado un aporte a la marulología estudiosos españoles como Rosa Mª.
Marina Sáez, Jesús López-Gay, S. J., y Francisco Javier Juez Gálvez. De la
recepción de nuestro humanista en España se ha ocupado también el hispanista croata
Karlo Budor, ha investigado su eco en las tierras de misión el padre J.
López-Gay, mientras que la Dra. R. Mª. Marina Sáez centró su atención en dos
artículos en la métrica y los recursos estilísticos de la epopeya Davidíada.
Marko Marulić, pues, es objeto
de estudio entre los investigadores del humanismo europeo también por parte
española, lo que seguro ha coadyuvado en la impresión de este libro y, es de
suponer, continuará con la progresiva internacionalización del "padre de
la literatura croata".
La citada "Biblioteca del
Humanismo" de la editorial madrileña recuerda por su forma, contenido y
distribución a las famosas ediciones didácticas francesas Que sais-je?,
síntesis monográfico-enciclopédicas de un número determinado de páginas y
formato de bolsillo en que autores competentes presentan de manera panorámica
valores confirmados de distintos ámbitos, sobre todo del literario.
Pero, a diferencia del modelo
francés, Ediciones Clásicas aporta, junto con una monografía abreviada
sobre el autor, una selección de sus textos. Ambas cosas las ha realizado en
este caso Bratislav Lučin, con la colaboración del Dr. Juez Gálvez, así
como un cuadro cronológico y una bibliografía selecta de la obra de
Marulić y su destino crítico, en especial en las publicaciones científicas
en lenguas extranjeras.
La pequeña monografía de
Lučin que constituye el capítulo II ("Marulić y su obra"),
dividida en seis apartados, tantos cuantos cantos tiene la Judit, es una
guía excelente para el lector a través del sendero bastante intrincado de los
fenómenos de la literatura maruliana. El primer apartado es un meditado ensayo
informativo sobre los rasgos fundamentales del humanismo croata, con los hechos
imprescindibles sobre las circunstancias históricas del entorno del que surgió
Marulić, mientras que el apartado final de este esbozo es una valoración
del contexto europeo del vate de Split.
Dentro de una ordenación
metodológicamente tan bien enfocada se suceden los apartados sobre los
caracteres y tendencias principales de la obra de Marulić, sobre su obra
latina y croata, así como sobre su prosa croata y sus escritos perdidos. Por su
superioridad cuantitativa y repercusión europea les corresponde un mayor
espacio, por supuesto, a los libros latinos de Marulić, pero en refinada exposición
se señala también el valor excepcional de sus obras croatas en la evolución y
orientación de la literatura nacional croata y de su autoconciencia
lingüística.
El autor, por lo tanto,
respetando el ámbito y la intención del género monográfico, no ha cedido, sin
embargo, al esquematismo, a la brevedad, a la acumulación de datos
heterogéneos. Moderado en las valoraciones y gradual en las informaciones, se
les presenta a los lectores, los usuarios del libro, un literato desconocido
para ellos, de gran energía, plurifacetismo y dimensión europea, perfilándolo
así como autor en su integridad y en sus detalles.
La pregnancia enciclopédica y
las obligaciones genéricas no son óbice para introducir en esta lectura el
análisis y la elaboración ensayística de la factografía confirmada y de los
conocimientos críticos sobre el escritor de un país lejano, cuyas obras
aparecieron y se extendieron por el mapa de Europa en los siglos XVI y XVII,
dejando huella hasta hoy, y no sólo en la literatura de la que es legendario
fundador.
Ese esbozo lo refuerza
meridianamente la selección de textos del enorme tesoro maruliano: fragmentos
de la Institución, del Evangelistario, de las Cincuenta
parábolas, de las Inscripciones de Salona, de la Epístola al papa
Adriano VI, del Diálogo de Hércules.
La poesía latina está
representada por epigramas selectos de los que descubrió en Glasgow en 1995
Darko Novaković, y de dos poesías conocidas ya de antes, de valor
antológico, junto a cinco fragmentos de la Davidíada. El prólogo de la Judit,
su invocación y epílogo, así como cuatro pasajes claves del cantar al final de
la selección son en cierto modo el centro de gravedad, la cima de esta pequeña
antología de los muchos volúmenes de la producción literaria de Marulić.
De ese modo quedan
"cubiertos" todas las directrices y logros sustanciales de su obra, y
los fragmentos de los textos según el criterio de literariedad y estética de su
antologista retratan a Marulić en el condicionamiento de su tiempo y a la
vez a través de la perduración de los mensajes y realizaciones poéticas, tal
como cuadra a un autor modélico, a un clásico.
Respecto al conjunto del trabajo
realizado, puede afirmarse que no es en absoluto labor liviana la del escritor
de un panorama monográfico y compilador de una selección congruente, realizada
de manera que su libro se pueda ofrecer, mutatis mutandis, a editores de
otros países (franceses, italianos, ingleses) animados a incluirlo en sus
programas editoriales, si perseveramos en la promoción de Marko Marulić
como prócer croata y valor europeo.
Por otro lado, en esta valiosa
presentación a la opinión pública española le corresponden grandes méritos al
colaborador del magister Lučin y traductor de la mayoría de los
textos latinos y de los de la Judit, el Dr. F. J. Juez Gálvez, que con
verdadera familiaridad con el mundo literario de Marulić ha seguido su
manuscrito y demostrado verdadera arte traductora, especialmente en la
transmisión de la composición poética de la Davidíada y la Judit.
Con gran acierto ha resuelto
escoger para los fragmentos del Evangelistario y de las Cincuenta
parábolas la traducción española de 1655, y para la célebre poesía de
Marulić Carmen de doctrina Domini nostri Iesu Christi la versión
del renombrado Fray Luis de Granada de la década de 1560. Así se marcan de
manera simbólica los estratos de la recepción de Marko Marulić en la
cultura española.
Por último hay que señalar que
en esta hazaña literaria, hazaña en el verdadero sentido de la palabra, si es
que sabemos algo de la complicación de publicar a escritores croatas en
editoriales extranjeras, merecen reconocimiento el Ayuntamiento de la Ciudad de
Split, que ha subvencionado el libro, y D. Ivo Klarić, antiguo encargado
de cultura en la Embajada de la República de Croacia en Madrid, de quien surgió
la idea originaria y medió en la preparación del volumen. Éste podría ser
ejemplo para otros proyectos semejantes por la senda de Marulić.
Traducción
del croata de F. J. Juez Gálvez
Original publicado con el título
de "Marulić na španjolskome" en el diario Vjesnik de
Zagreb el viernes 10 de mayo de 2000, en la rúbrica "Knjige"
("Libros"), p. 13.
Francisco
Javier Juez Gálvez
En Studia Croatica se han
publicado, ya desde su primer número en 1960, numerosos estudios sobre
literatura croata, tanto antigua como moderna, y no han estado ausentes el
Renacimiento y el Humanismo croatas, ya en general, ya en la persona de su
representante más destacado, Marko Marulić o Marcus Marulus (1450-1524).
Presentamos esos materiales en el orden cronológico de su aparición en Studia
Croatica, acompañando los datos bibliográficos con breves comentarios sobre
el contenido de cada trabajo.
Pedro P. Barnola, S. J., "Anepifanía americana de un
insigne humanista croata", SC 1 (1960), pp. 58-60.
El padre Barnola, profesor de la
Universidad Católica "Andrés Bello" de Caracas, se hace eco de la
edición venezolana de la Davidíada de Marulić (Mérida 1957), cuyo responsable
es el profesor de la Universidad de los Andes Dr. Miroslav Marcovich. Se trata
básicamente de una reseña de la edición, con breves datos sobre el autor y el
editor, acompañada de sendas ilustraciones de la primera y la tercera ediciones
de la Judit.
Ante Kadić, "La literatura renacentista
croata", SC 9 (1962), pp. 287-308.
Interesante y extenso estudio
introductorio, acompañado de ilustraciones (repartidas también a lo largo del
número) del que fue profesor de la Universidad de Indiana. Aunque de
Marulić trata relativamente poco (pp. 293-296), queda perfectamente
encuadrado en su época histórica y entre sus precursores y continuadores.
Hrvatski latinisti (Los autores croatas que escribieron
en latín), Ed. Veljko Gortan y Vladimir
Vratović. Zora, Matica Hrvatska; I-II 742-1204 pág., Zagreb 1969-1970.
[Reseña de Ante Kadić], SC 44-45 (1972), pp. 96-98.
En la sección "Reseña de
libros" apareció esta recensión del Prof. Kadić de la meritorísima y
voluminosa antología en dos tomos de los profesores de Zagreb Veljko Gortan y
Vladimir Vratović, aún hoy en día insustituida. En el caso de
Marulić, todavía hay textos cuya referencia está precisamente en esta
edición, por no hablar de otros muchos latinistas croatas menos estudiados, que
carecen en absoluto de ediciones modernas.
Redacción de SC, "El 450º aniversario de Marko
Marulić (1450-1524). El gran humanista cristiano y el padre de la
literatura croata", SC 54-55 (1974), pp. 161-163.
Abriendo la sección de
"Cultura", el artículo redaccional que conmemora los cuatro siglos y
medio de la muerte de Marko Marulić ofrece una breve presentación de la
vida y obra del príncipe de los humanistas croatas, incorporando las
informaciones sobre la Davidíada publicada por primera vez veinte años
antes, destacando la ubicación de Marulić "en el seno mismo del mundo
occidental" y deteniéndose en la Judit, actualizando su papel:
"Desgraciadamente, el pueblo croata necesita actualmente leer y releer a JUDIT
de Marulić [...]".
Ante Kadić, "Marko Marulić, escritor renacentista
croata", SC 102 (1986), pp. 206-220.
En este artículo el Prof.
Kadić nos ofrece una visión panorámica y puesta al día, para su fecha
(cita publicaciones hasta de 1985), de la vida y la obra de Marulić, con
gran riqueza de datos, apoyados en instrumentos bibliográficos (47 notas a pie
de página en 15 páginas). Incluye además muchas citas de las obras de
Marulić, tanto en original como en traducción. Como "apéndice" sui
generis en la página 262 aparece una ilustración de la tercera edición de Judit.
Ante Kadić, "Davidias de Marulić y
su empleo de símiles", SC 112 (1989), pp. 12-26.
Rematado en su última página por
un facsímil del comienzo del primer canto de la Davidíada según el
códice autógrafo de Turín, este extenso artículo (15 páginas) presenta de
manera muy documentada (46 notas) la problemática general de la Davidíada
en su primera parte (ediciones, teorías sobre la inedición de la epopeya en
vida de Marulić), y en la segunda se centra en los símiles, que expone en
el orden en que aparecen en la Davidíada, citando los versos originales
y su traducción, concluyendo que "Davidias es la obra cumbre de
Marulić, obra que podría colocarlo entre los mejores humanistas y
escritores neo-latinistas".
Destino del poema Carmen de doctrina Domini nostri Iesu Christi pendentis in Cruce Marci
Maruli. Nacionalna i sveučilišna biblioteka - Zagreb, Književni krug Split
- Split, 1994. [Reseña de la redacción], SC 125 (1994), pp. 181-182.
Como principio de la rúbrica de
reseña de libros, esta breve reseña presenta el valioso libro trilingüe (en
croata, francés e inglés) sobre el destino del conocidísimo Carmen de
doctrina DNIC de Marulić, fruto de los afanes del prof. em.
Charles Béné, acompañado de una ilustración del busto de Marulić obra de
Ivan Mestrović, que aparece en la portada del libro reseñado.
Jesús López-Gay, S. J., ""Marcus Marulus"
en la primitiva misión de los jesuitas en Asia", SC 133 (1997), pp.
61-67.
Reproduce el texto de la
conferencia pronunciada el 15 de noviembre de 1994 en la Pontificia Universidad
Gregoriana de Roma, publicado también en Colloquia Maruliana IIII (Split
1995), pp. 73-78 (con resumen en croata, pp. 78-80), a propósito de las
misiones javerianas y jesuíticas en general en el Extremo Oriente, y la
presencia de la Institutio maruliana en ellas.
Branko
Franolić, "Marko Marulić: Vita diui Hieronymi (British
Library ms. add. 18.029)", SC 134 (1997), pp. 179-181.
Desde Londres, el Dr.
Franolić informa brevemente sobre el hallazgo en la Biblioteca Británica de
un códice autógrafo de la vida de San Jerónimo. Informa también de la cita de
Marulić en la obra Sphaera civitatis de John Case (Oxford 1588).
Sigue al artículo una nota de la
redacción en la que se refiere la concesión del Premio INA al marulólogo Charles
Béné, a los Dres. Sanader y Stamač y al propio Dr. Franolić.
Vlatko
Marić, Cahiers Croates, SC 135 (1997), p. 21.
Se trata de la traducción de la
reseña periodística, aparecida originalmente en Glas koncila
(10.VIII.1997), del número monográfico de los parisinos Cahiers Croates
1-2 Printemps-été 1997, titulado "Marulić humaniste européen".
Charles Béné, "Marulić y Europa", SC
135 (1997), pp. 229-238 y SC 136 (1998), pp. 13-22.
El principal marulólogo francés,
Prof. Charles Béné, en su extenso artículo de veinte páginas (por ello
publicado en Studia Croatica en dos entregas, entre 1997 y 1998) y 33
notas permite seguir la trayectoria de las obras mayores de Marulić en su
recepción europea, desde las primeras ediciones venecianas, pasando por las
ediciones baselenses (pre-)protestantes, las ediciones colonienses
antiluteranas, las ediciones inglesas en apoyo del catolicismo en peligro, y
las traducciones de la Institutio, sobre todo francesas y alemanas, pero
también a otras lenguas, en traducciones parciales y utilizaciones. Para
concluir afirmando que Marulić "logró alrededor de su obra una
unanimidad que explica, sin ninguna duda, la excepcional posteridad de su
obra".
Este trabajo había aparecido por
primera vez en el número citado de los Cahiers Croates
("Marulić et l'Europe", pp. 39-62), pero su gran interés hizo
que volviera a reeditarse en francés en el volumen de Charles Béné Études
Maruliennes (Zagreb - Split, 1998), pp. 141-161, con numerosas
ilustraciones.
Charles Béné, "Mirko Tomasović: Marko
Marulić Marul", SC 141 (2000), pp. 76-78.
El Prof. Béné es autor de esta
reseña de la estupenda monografía sobre Marulić escrita por Mirko
Tomasović, reseña que apareció simultáneamente en 2002 en español en Studia
Croatica y en francés en Colloquia Maruliana IX (Split 2000), pp.
497-499. Siguiendo la estructura del libro de Marulić, Béné demuestra su
dominio del tema, pues la suya no es una reseña al uso, sino que incluye al
mismo tiempo sus comentarios, que ubican al gran Marulić en su contexto
europeo, de la mano de Budé, Dante o Erasmo.
[1] Hoy se suele poner en duda la atribución de esos textos a
Marko Marulic. (BL)
[2] Probablemente se trate de una obra de Fray Marko Marulic,
que nació a finales del siglo XVI. (BL)
[3] Hoy más conocido como Repertorium. (FJJG)
[4] Hoy tenemos constancia de varios viajes comerciales de
Marulic a Venecia, e indicios bastante firmes de estancias suyas en Padua, como
estudiante, y en Roma, como peregrino con motivo del Año Santo de 1500. (FJJG)
[5] Gracias al descubrimiento de los Epigrammata Marci Maruli
en la Biblioteca Universitaria de Glasgow por Darko Novakovic en 1995, poseemos
muchas más de sus poesías latinas, hasta tal punto que ha cambiado su imagen
como poeta latino. (FJJG)
[6] Branimir Glavičic demostró en 1979 que se trata de
una obra del poeta inglés Abraham Cowley. (BL)
[7] "El único que escogió a su héroe del Antiguo
Testamento".
[8] Hoy se suele considerar que no es de Marulic. (BL)
[9] M.
Marulic, De veteris instrumenti viris illustribus commentarium, ed. de
Šime Juric, Zagreb 1979, p. 11.
[10] J.
Badalic, "Bibliografija Marulicevih djela te radova o životu i djelima
Marulicevim", Zbornik u proslavu petstogodišnjice rodjenja Marka
Marulica: 1450-1950, Zagreb 1950, pp. 316-345. [Hoy disponemos de un repertorio mucho más completo que el citado: Branko
Jozic - Bratislav Lučin, Bibliografija
Marka Marulica. Prvi dio: Tiskana djela: (1477-1997), Književni krug Split -
Marulianum, Biblioteka Marulianum 2, Split 1998. N. del trad.]
[11] Ibidem, p. 323. Hay que precisar que aparecieron dos
ediciones casi idénticas en París, editadas por Jérôme de Marnef y la Viuda de
Guillaume Cavellat; la primera en 1585, (24)-631-(35) pp., la segunda en 1586,
(16)-631-(42) pp. Véanse los ejemplares de la Biblioteca Vaticana: Barb.
V.XI.187 y Racc. gen. Teol. V.2129, y el de la Biblioteca Nacional de París
(ed. 1585): D.43569.
[12] Ibidem, p. 328. Véase también: A. J. Anselmo, Bibliografia
das obras impressas em Portugal no século XVI, Lisboa 1926, N. 513, y F.
Leite de Faria, Livros impressos em Portugal no século XVI existentes na
Biblioteca Nacional do Rio de Janeiro, Coimbra 1979, p. 48.
[13] Ibidem, y también A. Labarre, Répertoire
bibliographique des livres imprimés en France au XVIe siècle, t. 53, Douai -
Baden-Baden 1972, pp. 65, 90 y 117; íd., Répertoire bibliographique des
livres imprimés en France au XVIIe siècle, t. 4, Douai - Baden-Baden 1982,
p. 33. Ésta es la descripción de la primera edición de Dumont, según Labarre (op.
cit., p. 65): "LE THRESOR // DES FAICTZ ET DICTZ // MEMORABLES DES
HOMMES // SAINCTS ET ILLVSTRES DV // VIEIL ET NOVVEAV TESTAMENT // pour servir
d'exemple à bien & sainctement viure; // avec vn Traicté tresexcellent du
Iugement dernier; // Recueillys en sis liures Latins, par // MARC MARVLVS,
personnage fort deuot & de // grand sçavoir. // Depuis mis en François par
PAVL // DV MONT, Douysien. // 4 líneas // PROVIDENCE RICHESSE // Marca // A
DOUVAY // De l'imprimerie de Iean Bogart Imprimeur iuré, à la Bible d'or, l'an
M.D.LXXXV. // In 8º, (32) 611, (1), 377 (26) pp. Douai, Biblioteca Municipal (d
15854). El ejemplar contiene: Epístola dedicada a Maximilien Morillon, obispo
de Tournai, Sonetos de Baudoin Delgen, abad de Henin, y de Philippe Broide;
odas de Miches d'Esne y de Jean Le Guillon; elegía de Firment Fourment, gran
vicario de Cambrai.
Reediciones:
-Douay, Baltasar Bellère, 1595. 2 vol. in 8º, según H. R.
Duthilloeul (cf. Bibliographie douaisienne. Nouvelle édition. Douai
1842, nº. 199). De esta edición no se ha
encontrado ningún ejemplar. (Répertoire,
p. 117, nº. 21).
-A Douay, De l'imprimerie de Jean Bogart, 1956. In 8º, (32)-933-(22) pp. La
misma epístola dedicatoria. (Répertoire,
p. 90, nº. 261.)
-A Douay, De l'imprimerie de Balthasar Bellère, 1599. In 8º,
(32)-933-(22) pp. La misma epístola dedicatoria. (Répertoire, p. 126,
nº. 60.)
[14] Sobre Marulic, véase la reseña biobibliográfica de
Niccolò del Re en Dictionnaire de Spiritualité, t.
10, París 1980, p. 742, y J. Badalic, Bibliografija..., pp. 316-345.
[15] Marulic pudo conocer la corriente de la devotio moderna con los benedictinos de la Congregación de Santa
Justina de Padua (cf. G. Picasso, "L'Imitazione di Cristo nell'epoca
della devotio moderna e nella spiritualità monastica del secolo XV in
Italia", Rivista di Storia e Letteratura Religiosa IV (1968) pp.
11-32). La traducción de la Imitación de Cristo de Tomás de Kempis,
hecha por Marulic hacia 1500, quedó manuscrita.
[16] P. de Leturia, "Lecturas ascéticas y lecturas
místicas entre los jesuitas del siglo XVI", (Archivio
Italiano per la Storia della Pietà II (1959) pp. 19, 37, 42 y 50. El P.
Nadal parece, sin embargo, formular algunas reservas al escribir: "Liber
exemplorum item proponatur, ex quo possit etiam desumi de quo agatur, sed in
hoc tamen libro prius expurgantur quae expurgenda videbitur"
("Propóngase asímismo el libro de los ejemplos, pero antes, sin embargo,
se expurgue en este libro lo que parezca que ha de expurgarse") (cf. H.
Nadal, Epistolae, Madrid 1905, p. 451.)
[17] A.
Kadic, "St. Francis Xavier and Marko Marulic", The Slavic and
East European Journal, New Series, V (XIX) (1961) pp. 12-18 [reeditado en
From Croatian Renaissance to Yugoslav Socialism, La Haya - París 1969,
pp. 37-40].
[18] [En realidad se trató de un episodio de la llamada
"Quema de Conventos" por parte de "revolucionarios" durante
la I República Española.] G. Schurhammer, Francisco
Javier: Su vida y su tiempo, t. II, Pamplona 1992, n. 193 de p. 288, y
Documenta Indica, ed. J. Wicki, Roma 1948, p. 554.
[19] Enciclopedia Cattolica, t. 8 (1952) p. 1614.
[20] É. Gilson, Les Idées et les Lettres, París 1955, pp. 171
ss. En su calidad de humanista Marulic es casi desconocido para los lectores
occidentales de hoy. Sin embargo, ya Bartolomeo Merula, editor y comentarista
de los clásicos latinos, que enseñó en Split de 1478 a 1489, había dirigido a
Marulic dos epigramas latinos, que quedaron inéditos en la Biblioteca Nacional
de Florencia (cf. Magl. VII, 1183, ff. 127v y 128, y el artículo de Giovanni
Parenti, "La 'forma Crinito' dell'Urania", Rinascimento,
2ª s., XVIII (1978) pp. 271-283). Por otra parte, como ha señalado Marin Tadin
durante la discusión de esta comunicación, Wilhelm Eysengrein en su Catalogus
testium veritatis (Catálogo de los testigos de la verdad), Dillingen 1565,
f. 197v, describe a Marulic como "princeps suae aetatis Philosophorum,
Poeta gravis et ingeniosus, sacrarum literarum scientia nemini secundo"
("príncipe de los filósofos de su época, poeta grave e ingenioso, que no
le fue a la zaga a nadie en la ciencia de las letras").
[21] En la descripción bibliográfica del ejemplar registrado
por A. J. Anselmo (op. cit., nº. 513) encontramos indicadas las fechas de los
permisos de impresión precedentes, que son del 30 de mayo de 1566, del 26 de
noviembre de 1575, del 15 de enero y del 14 de julio de 1576 y del 27 de
octubre de 1577.
[22] V. Fancev, "Eine böhmische Übersetzung aus
Marulic" ("Una traducción bohemia de Marulic"), Archiv für slavische Philologie 23 (1901) pp. 639-640, y Knihopis
českých a slovenských tisku (Bibliografía de impresos checos y eslovacos)
t. 5, Praga 1950, p. 76. Sobre Šimon Lomnický z Budče, véase Dejiný české
literatury (Historia de la literatura checa), I, Praga 1959, p. 361.
[23] Sobre Paul Dumont (1532-1602), véase Biographie Nationale (de Bélgica), t. 6, Bruselas 1878, pp. 306-307;
Dictionnaire de Spiritualité, t. 3, París 1957, p. 1800, así como el
artículo de A. Labarre, "L'oeuvre de Paul De Mont, douaisien", Ons
geestelijk erf (Nuestro solar espiritual) 58, nº. 4 (1984), pp. 351-373.
[24] Así presenta
Dumont la obra de Marulic en su epístola dedicatoria a Maximilien Morillon:
"Así pues, rumiando y remascando largamente este asunto en mi
entendimiento, como debemos estar todos deseosos de ver estas vidas de los
santos remitidas entre las manos de todo el mundo, & más de los amantes de
libros que mueven la afección & instruyen el entendimiento todo junto que
de los instruyen solamente; habiendo sido solicitado hace varios años de
algunos hombres de autoridad celosos del bien público poner en francés Los hechos & dichos memorables de los hombres santos & ilustres,
recogidos en seis libros latinos por Marc Marvlvs, para servirse de él como de
un Valerio Máximo entre los católicos; considerando que ello podría ser tanto
como un compendio de las vidas de los santos, esperando que algunos de esos
sabios y graves franceses de mejor marca nos habrían satisfecho en este
lugar." Y ésta es la traducción del pasaje en que Dumont menciona a
Marulic: "Marc Marvlvs, noble burgués de la ciudad de Spalato en Iliria,
dicha presentemente Esclavonia, país antaño de San Jerónimo, habiendo vivido en
el año 1480, según que se encuentra en el discurso de sus libros, por razón que
éste fue un personaje muy sabio, & con una piedad así de singular &
admirable, tal como testimonian los que han vivido en su tiempo, & sus
obras también. Pues dejando aquél el mundo con todos sus honores & sus
riquezas, se retiró a la soledad, & vivió en el yermo, donde compuso al
parecer la mayor parte de sus obras, tal como su Evangelistario, sus Cincuenta
parábolas, el otro sobre el menosprecio del mundo, & este presente
libro".
[25] A. Labarre, "L'oeuvre du Paul Du Mont...", p.
351.
[26] A. Labarre, Répertoire
Bibliographique... (XVIe siècle), pp. 65, 90 y 117, e id., Répertoire
Bibliographique... (XVIIe siècle), p. 33.
[27] Catalogue des livres impriméz de la Bibliothèque du Roy,
t. 1, Belles Lettres, París 1750, p. 143, t. 2, Théologie, pp. 30 y 269-270.
Los ejemplares latinos de la Institutio que hoy se encuentran en la
Biblioteca Nacional provienen, para la edición de Amberes (1577), del Convento
de los Capuchinos de París y, para la edición de París (1585), del Convento de
los Monjes Recoletos de París.
[28] Véase el artículo de Mihailo B. Petrovic, "La
littérature serbo-croate en France", Actes du Ve
Congrès de l'Association Internationale de Littérature Comparée, Belgrado -
Amsterdam 1969, p. 695. Al no indicarse las fuentes de tales informaciones, las
afirmaciones de Ibrovac quedan por verificar. Hacemos notar que la Institutio
de Marulic no figura en el inventario, bastante somero por otra parte, de la
biblioteca de Racine (cf. P. Bonnefon, "La bibliothèque de Racine", Revue
d'Histoire Littéraire de France V (1898), pp. 169-219, y F. Balmas,
"L'inventario della biblioteca di Racine", Annali della Facoltà
di Economia e Commercio di Verona dell'Università di Padova, sez. I, parte
I, I (1964-65) pp. 411-472). El nombre de Marulic no se cita en las monografías
que tratan de Port-Royal; está, por ejemplo, ausente de la Histoire de
Port-Royal de Sainte Beuve. Tampoco se le menciona en la Histoire
littéraire du sentiment réligieux en France de Henri Bremond.
[29] P.
Bayle, Dictionnaire historique et critique, 2ª ed., Amsterdam 1702, p.
2078. La misma reseña también figura
en las ediciones sucesivas, así como en la traducción inglesa del Dictionnaire,
aparecida con el título de A general
dictionary, historical and critical, t. 7, Londres 1738, p. 485. Ésta es la
reseña de Bayle, con abreviaciones: "El traductor francés hizo una cosa
[...] bastante singular, como para merecer que se refiera. Yo la he sabido por
Martín Delrío. Este jesuita, que había censurado a Bodin por aprobar que los
jueces mientan para hacer confesar la verdad a los criminales, añade que Marc
Marule es del mismo sentimiento que Bodin; pero que el Autor de la traducción
francesa de la obra de Marule ha corregido esa mala doctrina. Supone que Marule
enseña todo lo contrario, y él le presta la refutación del sentimiento del
Bodin. Fuit in sententia Bodini M. Marulus lib. 4 de Instit. bene vivendi,
c. 4, Sed errore animadversio ejus interpres Gallicus planè contrariam
sententiam tribuit; et multas paginas, quae non sunt Maruli, Marulo inseruit,
dictorum ipsorum Maruli dictis continentes; quam bono exemplo et prudenter ipse
Maruli viderit (Martinus Delrio. Disquisit. Magicar. Tom. III. Libr. V. Sect. X. pag. m. 74). Los traductores se han
excedido tan a menudo en sus privilegios que un lector es desdichado mientras
no pueda enterarse de las cosas en los originales.
Es correr continuamente el
riesgo de ser engañado; [...] Por lo demás, Gabriel Naudé, que ha hecho una
disertación para probar que a los médicos les está permitido decir bastantes
mentiras a un enfermo, no ha dejado de citar a nuestro Marule, que sostuvo que
un hombre que miente en favor de la República, en lo que hace un acto de
prudencia insigne y de piedad singular. Marullus Spalatensis, lib. 4. memor. c. 4 ob Reipublicae bonum vel maiorem
dei gloriam mentiri fore summam pietatis ingentisque prudentiae contendit
(Naudaeus, Pentade Quaest. Iatrophilol., p. 150. Ed. Ginebra 1647). ¡Oh, la mala moral!"
[30] Martin-Antoine del Río (1551-1608) es un personaje muy
conocido, aunque muy controvertido (cf. Biographie
Nationale (de Bélgica), t. 5, pp. 476-491; Dictionnaire de Spiritualité,
t. 3, p. 131, y Dictionnaire de Théologie Catholique, t. 4, p. 262). En
efecto, se supondría que Del Río era sencillamente un "procurador general
de Belzebú", opinión que la Biographie Nationale (p. 478) atribuye
falsamente a Voltaire. En cuanto a Bayle, éste también a imputa a Del Río
pensamientos (cf. nota 21) que el jesuita no había formulado; pues escribió
claramente contra la mentira "útil", condenando a Marulic. Citamos el
pasaje entero: "De aliis mediis veritatem perscrutandi. Maioris momenti
quaestio est, liceatne iudici dolo falsis promissis, vel mendaciis à reo
veritatem elicere? v. q. si fingat eum ab aliis etiam complicibus denunciatum,
si promittat liberationem, quam ei non cogitat, nec vult impendere, nec de iure
potest. Homo praecipitis ingenii et noua ac periculosa amantis Io. Bodin.
haec omnia iudici permitti. In primis dum asserit licere mentiri. Hoc hodie
haereticum est, fide enim tenendum, mendacium (quod nome huiusmodi mereatur)
esse rem simpliciter et per se malam ideoque adeò illicitam, ut nec Pontifex
dispensatione bonam facere possit : quae est sententia non D. Augustini modò,
et Thomae, ut nugatur Bodinus : sed hodie communis Catholicorum qui illam
sacris Scriptura locis optimé confirmant. Fuit in sententia Bodini, M. Marulus Libro de
Institutione bene vivendi capitullo 4. Sed errore animadverso, eius
interpres Gallicus planè contrariam Marulo sententiam tribuit : & multas
paginas, que non sunt Maruli, Marulo inseruit, doctorum ipsorum Maruli
confutationem pro Maruli dictis continentes : quam bono exemplo & prudenter
ipse viderit. Argumenta Bodini ex sacris
litteris facile solvuntur, et nos in tractatu de Mendacio solvimus omnia"
(Disquisitionum magicarum libri sex,
Lugduni (Lyón) 1608, p. 309. La primera edición es de 1593). El interés por la
traducción de Dumont mostrado por Del Río se explica por el hecho de que había
estudiado en Douai y después enseñado filosofía en el Colegio de los Jesuitas
de Anchin (cf. Dictionnaire de Théologie Catholique, t. 4, París 1924,
p. 262, y Dictionnaire de Spiritualité, t. 3, p. 131).
[31] J. Dayre, "Une traduction française de Marko
Marulic", Annales de l'Institut Français de
Zagreb 11 (1939) pp. 221-227. La reseña de Bayle referida por Dayre fue
amputada involuntariamente de una frase y por ello hecha incomprensible.
[32] Dumont escribe en la epístola dedicatoria de la primera
edición: "Por lo demás, en cuanto al libro, habiendo sido éste visitado,
revisado y corregido con mucha diligencia por algunos doctos y duchos teólogos
de esta Universidad, es una obra a la que ellos le hacen gran caso". Entre
los teólogos que enseñaban en 1585 en Douai se encuentra el célebre Guillaume
Estius, que dio el imprimatur a la obra. Sobre
Estius véase Th. Leuridan, "Les Théologiens de Douai", Revue des
Sciences Ecclésiastiques 72 (1895) pp. 121-131, 326-349 y 481-495.
[33] F. H. Reusch, Die Indices
librorum prohibitorum des sechzehnsten Jahrhunderts (Los Indices
librorum prohibitorum del siglo XVI), Tubinga 1886, y J. Hilgers, Der
Index der verbotener Bücher (El índice de libros prohibidos), Friburgo de
Br. 1904.
[34] Entre los numerosos títulos consultados citamos: Index librorum expurgandorum, Tomus primus, A-Z, Roma 1607; Librorum
post indicem Clementis VII prohibitorum decreta omnia hactenus edita, Roma 1624;
Elenchus librorum omnius tum in Tridentino, Clementinoque Indice..., Roma 1632;
Elenchus librorum omnium tum in Tridentino, Clementinoque Indice... usque ad
annum 1640, Roma 1640.
[35] F. Zaccaria, Storia polemica
delle proibizioni de' libri, Roma 1777, p. 175.
[36] Index librorum prohibitorum et expurgatorum Illmi. ac
Rmi. D. D. Bernardi de Sandoval et Roxas, S. R. E. presb. Cardin. tit. S.
Anastasiae, Archiepisc. Toletani Hispaniarum Primatis Maioris Castellae
cancellarii, generalis inquisitoris Regii status consiliarii &c auctoritate
et iussu editus de Consilio supremi senatus Stae. generalis inquisitionis
Hispaniarum, Madriti, apud Ludovicum Sanchez typographum regium, 1612.
Ejemplar de la B. N. [de París] (Q 191). [En la Biblioteca Nacional de Madrid:
2-48297.] En la primera parte : "Index autorum et librorum
prohibitorum", p. 76, encontramos el nombre del autor y el título de la
obra prohibida: Secunda classis: "Marci Marulli Dictorum,
Factorumque memorabilium liber, nisi repurgetur", mientras que en la
segunda parte (Index librorum expurgatorum, p. 611) encontramos los
pasajes que deben expurgarse: "Marci Marvli Dictorvm Factorumque
Memorabilium Libri. Ex Marci Maruli Spalatensis dictorum, factorumque
memorabilium Libris. ex. Antuerpiae, ex officina Aegidii Steelsij, 1584.
Lib. 4, cap. 4 §. Ac semper
quidem, pag. 334. post illa verba, veritas ipse sit, delatur vsque
ad, §. Abraham cùm per spiritum, exclus.
§. Abraham
cùm per spiritum, ead. pagin. 334. post illud, frater patruelis fuit,
dele usque ad, §. Iacob etiam cùm benedictionem, exclus.
§. Iacob
etiam cùm benedictionem, pag. 335. post verba, quia ita remunerabatur,
dele sequentia vsq; ad, §. Ioseph apud Pharaonem, exclus.
§. Ioseph
apud Pharaonem, pag. 336. post illa verba, bonis multis affecit, dele
vsq; ad §. Aegyptiae obstetrices,
exclus.
§. Raab meretrix, pagin. 336.
post illud, Vni ex Principibus iuncta, dele vsque ad, vt inter illas
censeretur, exclus.
§. David secundum, pag. 337.
post illa verba, dimissusque abijt, dele vsque ad, sacerdoti illusit,
exclus.
§. Quid mulier, pag. 338. post
illa verba, prodere interfecturis, dele vsque ad. § Salomon Regum,
exclus.
§. Quis tamen Iudith, in
principio pagin. 339 post verba illa, viduae Sutelas, dele, dolosque
& mera mendacia.
Et inferius vers. Postremo cum ipso collocuta, post verba, cum ipso
collocuta, dele, sermone promissis vultu fallit atque.
Et paulò inferiùs, ibi, nemo dolos
illi vitio vertit, dele vocem, dolos.
§. Caeteris
autem in rebus, p. 341. post dicta verba, caeteris autem in rebus,
dele vsq; ad, D. Hieronymus ad Rusticum, exclus.
§. At neq;
pag. 342. post illa verba, paruo cum labore ponebat, deleatur vsq; ad §.
illius quoque Abbatis, exclus.
§. Haec sunt quidem, p. 346.
deleatur ab initio §. vsque ad, caetera verò mendaciorum, exclus."
Véase la reeedición publicada en
Ginebra con el mismo título por Jacques Crispin en 1619 [Genevae sumptibus
Iacobi Crispini Anno M.DC.XIX], pp. 67 y 677-678. B.N. (Q.
937). [Biblioteca Nacional de Madrid:
R-39751].
[37] G. Schurhammer, Francisco
Javier..., t. II, n. 193 de p. 288: "Y en la tercera página: "Está
este libro expurgado conforme a las reglas del expurgatorio que sacó el año de
1612 la Inquisición; y por berdad lo firmé de mi nombre. Gonzalo de
Albornoz". De hecho se han tachado con tinta negra pasajes molestos de
varios lugares.
[38] Catálogo dos Reservados da Biblioteca Geral da
Universidade de Coimbra, Coimbra 1970, p. 396: "De Institutione
bene vivendi per exempla sanctorum, Venetiis, 1506. 340 fs. 113/73 mm., fol.
336 está em branco, nota: Expurgatos est iusta expurgatorium Lusitanum fol.
886."
[39] G. Catoni, "Processi a librai senesi del
cinquecento" ("Procesos a libreros sieneses del siglo XVI"), Studi di storia medievale e moderna per Ernesto Sestan, Florencia
1980, pp. 521-522. El caso Marulic lo refiere Catoni de manera bastante somera.
De las actas originales resulta que una comisión de dos notarios sieneses y el
franciscano Ludovico Fei de Lucignano, vicario de la Inquisición, haciendo
pesquisas entre los libreros de Siena, encontraron el 14 de noviembre de 1564
en la librería de un tal Antonio María Carroli dos títulos prohibidos: cuatro
ejemplares de las obras de Maquiavelo y un ejemplar de la Institutio de
Marko Marulic. El proceso contra el librero comenzó al día siguiente. A la
pregunta de por qué no había declarado esos libros, el acusado respondió que
los había puesto en una lista precedente y propuso aportar las pruebas.
Emplazado el 28 de noviembre, el librero no se presentó; aunque el tribunal decidió
al día siguiente, en ausencia del acusado, quemar los libros citados. Éste es
el texto original: "Die 14 novembris, una cum praefato D. Inquisitore in
apoteca Antonii Mariae Carroli invenimus infrascripti libri heretici,
videlicet:
4 l'opere del Machiavello in quattro quaterni
0 Marcus Marullus de Institutione bene vivendi
[...] Die 16 novembris comparuit
supradictus Anton Maria citatus et dixit se non credere ob sua retentione
librorum posse condemnari, cum sit, quod ipsum dedit in his scriptis omnia
opera et libros in dicta sua apotheca, et appareat in indice dato RR DD VV; et
in quo ad opera Nicolai Machiavelli et opera Marci Maury [sic] dixit se credere
fuisse posita in primo indice, dato cum sit, postea ex nova diligentia facta,
fuerunt ut supra a patre inquisitore et notariis reperta, quo probandum eius
petit tempus prout DD VV videbitur. [...] Die 28 novembris: citati fuerunt,
etc. Die 29 novembris, visa contumacia, etc., mandat dictos libros
comburi" (Archivo Arcivescovile di Siena, Cause criminali 5505, ff. 2-7v).
[40] En mi artículo "Novi dokumenti o djelima Marka
Marulica" ("Nuevos documentos sobre las obras de Marko
Marulic"), Colloquia Maruliana I (Split 1992)
pp. 57-70 y 166-167, preciso lo siguiente: "Las razones por las que la Institutio
se incluyó en el índice de Sandoval hay que buscarlas en el hecho de que el
problema de la mentira permisible (mejor dicho, la simulación) era inaceptable
en España, donde se seguían encontrando descendientes de numerosos judíos y
moros convertidos a la fuerza. Éstos podían encontrar en el "laxismo"
de Marulic una fácil justificación para la simulación de la conversión, de
manera que pudieran evitar un mal mayor: la pena de muerte o bien el
destierro" (p. 62).
[41] Ž. Boškov, "Marko Marulic", Jugoslovenski književni leksikon (Léxico literario yugoslavo), Novi
Sad 1971, p. 305: "Njegova (Maruliceva) moralistička dela [...] su
tri stoleca služila katoličkoj reakciji u borbi protiv reformacije"
("Las obras moralizantes de Marulic sirvieron durante tres siglos a la reacción
católica en su lucha contra la reforma"). Decir esto nos parece exagerado,
tanto más porque no todos los marxistas han aceptado la tesis de que la Reforma
sería el progreso y la Contrarreforma la reacción.
[42] El elogio que Marulic hizo de Erasmo se ha publicado
recientemente. En la epístola dedicatoria dirigida a Toma Niger, que encabeza
el Liber de laudibus Herculis, Marulic escribe:
"At tunc Erasmo autore ipsa ecclesiae sancte structura, quae per istorum
simpliciter philosophantium negligentiam pene nuda erat, pristinis reclascerit
pigmentis rhetoricisque coloribus linita illustratur. Gaudere igitur et
exultare maxime nos decet, quod nam deo propicio res restitui in integrum
coepit. Rursum sacrarum litterarum schola suos habitura est Hieronymos, suos
Ambrosios, si modo, qui Erasmum emulari voluerint, reperientur"
("Pero ahora, gracias a Erasmo, el propio edificio de la santa iglesia,
que estaba casi desnudo por la negligencia de esos simples filosofantes,
resplandece con sus pigmentos prístinos y reluce ungido de retóricos colores.
Así pues, conviene que gocemos y nos alegremos mucho, porque ya la cosa, siendo
Dios propicio, comienza a restablecerse en su estado primitivo. La escuela de
las letras sacras volverá a tener sus Jerónimos, sus Ambrosios, si por lo menos
se encontrare a quien quisiere rivalizar con Erasmo"). Cf. B.
Glavičic, "O još jednom Marulicevu novootkrivenom tekstu"
("Sobre otro texto de Marulic recién descubierto"), Forum XX
(1981), p. 337, reeditado con el título de "Marko Marulic i Erazmo
Roterdamski" ("Marko Marulic y Erasmo de Rotterdam"), en: M.
Marulic, Latinska manja djela I (Obras latinas menores I), Split 1992,
pp. 9-16.
[43] M. Tomasovic, O hrvatskoj
književnosti i romanskoj tradiciji (Sobre la literatura croata y la tradición
romance), Zagreb 1978, p. 57.
[44] Cf. Branimir Glavičic, "Marko Marulic i
Erazmo Roterdamski" ("Marko Marulic y Erasmo de Rotterdam"), en:
M. Marulic, Latinska manja djela I (Obras latinas menores I),
traducción, comentario, edición del texto latino e índices de Branimir
Glavičic, Split 1992 (citado en adelante como LMD I), pp. 9-16.
[45] Cf. LMD
I, p. 114.
[46] Sobre cada una de estas teorías por separado, así como
sobre la supervivencia de la mitología clásica en general, véase: Jean Seznec, La survivance des dieux antiques, París 1980. Cf. en especial
los capítulos "La tradition historique", "La tradition
physique", "La tradition morale".
[47] Para más información, cf.
Marcel Simon, Hercule et le christianisme, Estrasburgo 1955.
[48] M. Simon, op. cit., pp. 35-36
y 39-40.
[49] En este contexto no parecerá insólita una frase de Erasmo
de Rotterdam en su Enchiridion militis Christiani (Manual
del caballero cristiano), que de otro modo sonaría audaz o artificiosa en
demasía: "Immo fortasse plusculo fructu legetur fabula poetica cum
allegoria, quam narratio sacrorum librorum, si consistas in cortice"
("Es más, quizá se lea con un poquito más de fruto la fábula poética con
ayuda de la alegoría que una narración de las sagradas escrituras, si te
quedares en la corteza"). Para el aserto citado, Erasmo cita brevemente
como ejemplos a los Titanes, a Circe, a Tántalo, a Sísifo y a Hércules. Las
hazañas de éste demuestran, según dice, que se puede alcanzar el cielo con
obras nobles (cf., por ejemplo, en la edición española Enquiridion.
Manual del caballero cristiano, Introducción, traducción y notas de Pedro
Rodríguez Santidrián, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid 1995, p. 147-148).
También recuerda el Diálogo de Hércules de Marulic un pasaje semejante
sobre las armas en Erasmo (cf. LMA I, pp. 123-124, y Enquiridion,
pp. 77-78).
Sin duda la frase de Erasmo citada a Marulic le sonaba demasiado audaz,
pero de todos modos puede decirse que existe una similitud entre las posiciones
de Erasmo en el Enchiridion y las opiniones
de Marulic. Así, Erasmo habla reiteradamente en favor de la necesidad de la
aproximación alegórica tanto a la Biblia como a la poesía, remitiéndose a la
advertencia del Apóstol (2 Cor. 3, 6; cf. también Jn. 6,
63). Advierte además de que al explicar los misterios de las Sagradas
Escrituras no hay que seguir las conjeturas del propio espíritu, sino que se
debe conocer la regla y una especie de método (p. 149). Cf. para la
importancia de la interpretación alegórica en Marulic, Evangelistarium I,
24 (vol. I, pp. 497-498), III, 3 (vol. I, pp. 626-627) y VI, 12 (vol. II, pp. 612-613) (Split 1985, 2 vol.); que
en tal aproximación hay que seguir a autoridades reconocidas lo dice Marulic en
el Evangelistarium, I, 24 (vol. I, p.
499).
En lo que atañe a las obras de los poetas y filósofos paganos, Erasmo dice
que hay que consultarlos moderadamente y de paso, sin detenerse demasiado en
ellos; con la debida cautela pueden encontrarse en ellos muchas recomendaciones
útiles para la vida virtuosa, y deben sobre todo leerse alegóricamente.
Opiniones muy semejantes en Marulic, cf. De
institutione, II, 5 (Split 1986, vol. I, pp. 418-420), Evangelistarium,
III, 7 (vol. I, pp. 639-640), Quinquaginta parabolae 24 (LMD I, p. 414), y
por supuesto el Dialogus de Hercule.
Sin embargo, el pensamiento de Erasmo de que al buen cristiano más le
conviene formarse con el fin de perfeccionarse moralmente que para las disputas
escolásticas (p. 150), Marulic lo confirma con toda su obra.
Según Erasmo, además, los teólogos contemporáneos no pueden compararse con
los antiguos en la alegoresis, sobre todo porque el modo frío de exposición de
los contemporáneos es mucho menos adecuado para ello que la fuerza oratoria y
la harmonía de la expresión que encontramos en los antiguos: "en esto los
antiguos destacaban, y nosotros ni nos acercamos a ellos" (p. 149). Es
bien sabido que Marulic habla de manera semejante en la Epístola a Toma Niger,
pero él a Erasmo (que a sí mismo se incluye modestamente en el "nosotros"
de la frase citada) lo considera capaz de compararse con los antiguos (LMD I, p. 21).
Podría decirse que se trata de
lugares comunes; se sabe que Erasmo, por ejemplo, debe en parte a San Agustín
sus ideas sobre la lectura de los paganos y la alegoría (De doctrina Christiana II, 39-40; cf. Charles
Béné, Érasme et saint Augustin, Ginebra 1969, pp. 143-186). ¿Pero la
elección semejante de ambos autores entre el amplio repertorio heredado de
temas y posiciones no habla acaso de una semejanza de criterios, incluso de un
mismo pensamiento? Sobre la relación entre Marulic y Erasmo, v. B.
Glavičic, op. cit. en n. 1. Sobre algunos puntos de contacto entre
el Enchiridion y la obra de Marulic ha llamado la atención Franjo
Šanjek, "Marko Marulic i duhovna gibanja u doba Restauracije (16/17.
stolječe)" ("Marko Marulic y los movimientos espirituales de la
época de la Restauración (siglos XVI/XVII"), Dani hvarskog kazališta
XV: Marko Marulic (Días del teatro de Hvar XV: Marko Marulic), Split
1989, pp. 63-73. El Enchiridion estaba sin duda entre los libros que
Marulic recibió de Toma Niger (cf. B. Glavičic, op. cit. en
n. 1, p. 13). Hasta el final de 1519 esta obra de Erasmo se había impreso 12
veces: 1503 (¡=1504!), 1509, 1514, 1515 (ter), 1516 (bis), 1517,
1518, y enero y octubre de 1519 (cf. Érasme, Enchiridion militis
Christiani, introduction et traduction par A. J. Festugière, París 1971, pp.
9, 10 y 22).
[50] Cf. B.
L. Ullman, The Humanism of Coluccio Salutati, Padua 1963, p. 26.
[51] Cf. Petar Kolendic, Maruliceva oporuka (El
testamento de Marulic), Split 1924, pp. 31 y 29. Cf. también Franjo
Cale y Mate Zoric, "Boccaccio u Hrvata" ("Boccaccio entre los
croatas"), en: Giovanni Boccaccio, Djela (Obras), II vol.,
Zagreb 1981, p. 831.
[52] Cf. Gen.
XV, 8. Citamos por la edición de
Vincenzo Romano, Genealogie deorum gentilium,
2 vol., Bari 1951, p. 768.
[53] Cf. LMD
I, p. 114.
[54] Giovanni Boccaccio, Trattatello in laude di Dante, Introduzione, prefazione e note di Luigi
Sasso, Garzanti, Milán 1995, p. 54.
[55] Esta interpretación naturalista está, por otra parte, muy
extendida en la antigüedad y el medievo (por ej., en San Agustín, De civ. Dei VII, 16).
[56] Cf. B. Glavičic, "O Marulicevu alegorijskom
tumačenju Davidijade" ("Sobre la intrepretación alegórica
de Marulic de la Davidíada"), Dani hvarskog kazališta XV: Marko
Marulic (Días del teatro de Hvar XV: Marko Marulic), Split 1989, pp.
155.
[57] Cf. E. R. Curtius, Literatura europea y edad
media latina, traducción de Margit Frenk Alatorre y Antonio Alatorre, México
1976, vol. I, pp. 235-239 ("sobrepujamiento", Überbietung,
hyperoché).
[58] PL 6, 156-157 (traducción española tomada de:
Lactancio, Instituciones divinas, Introducción, traducción y notas de E.
Sánchez Salor, I-II, Gredos, Madrid 1990, vol. I, p. 95). Sobre la relación
entre el Dialogus de Hercule de Marulic y los capítulos 9 y 18 del
primer libro de la obra de Lactancio llamó la atención Charles Béné, "Novi
prijevodi Marka Marulica" ("Nuevas traducciones de Marko
Marulic"), Dani hvarskog kazališta XVII: Hrvatski humanizam: Dubrovnik
i dalmatinske komune (Días del teatro de Hvar XVII: El humanismo croata:
Dubrovnik y los municipios dálmatas), Split 1991, n. 6 de p. 230.
[59] Cf.
Evangelistarium I, 24 (vol. I, pp. 497-501, esp. pp. 497-498), III, 1 (vol.
I, pp. 619-622, esp. pp. 620) y III, 7 (vol. I, pp. 637-640, esp. pp. 639-640);
Quinquaginta parabolae 24 (LMD I, p. 414). El modelo de Marulic, y de muchos otros, es la epístola
de San Jerónimo a Magno (epist.
70), donde el santo filólogo demuestra que el cristiano tiene derecho a
servirse de los autores paganos.
[60] De
institutione I, p. 419 (II, 5).
[61] LMD I, pp. 117-118 (subrayado de B. Lučin).
Expresa el mismo pensamiento sobre el valor moral del mito Coluccio Salutati:
"Latet sub fabula mysterium altius" ("Se esconde bajo la fábula
un misterio más profundo") (citado por M. Simon, op. cit. en n. 4,
p. 176).
[62] Cf. Seznec, op. cit. en n. 3, p. 242.
[63] Cf. Curtius, op. cit. en n. 4, vol. I, p. 322,
y Seznec, op. cit. en n. 3, pp. 234 y 93. Las disputas sobre la poesía
siguieron incluso después de Trento. Simon cita una polémica sobre el uso de la
mitología de principios del siglo XVII entre el jesuita P. Coton y el dominico
P. Thomassin, en la que el primero toma como ejemplo (¡por supuesto!) a
Hércules, cuya bajada a los infiernos estima "una parodia blasfema del
descenso de Cristo", mientras que el segundo, con ciertas reservas
semejantes a las de Marulic, afirma, no obstante, que el mito de Hércules tiene
un valor didáctico y religioso indiscutible; esto es, según él, suficiente para
justificar la lectura de los poetas y el estudio de la antigüedad clásica (cf.
Simon, op. cit. en n. 4, pp. 185-186).
[64] Cf. LMD
I, pp. 112-113. El Teólogo,
por lo demás, también conoce bien la mitología: recuerda al Poeta el deshonroso
episodio de Hércules con Ónfale, que éste había omitido (cf. LMD I, p. 119). No le son extraños tampoco
los detalles de los realia de la antigüedad; véase, por ej., el pasaje
sobre el Cinturón de Hipólito (LMD I, pp. 79-80).
[65] Cf. M. A. di Cesare, Vida's Christiad and
Vergilian Epic, Nueva York - Londres, 1964, p. 72 ss.
[66] Cf. LMD
I, pp. 107, 110, 111.
[67] Cf. LMD
I, p. 107.
[68] Cf. n. 6.
[69] Cf. M. Tomasovic, "Marulicev dijalog o
mitologiji i literaturi" ("Un diálogo de Marulic sobre mitología y
literatura), LMD I, pp. 57.
[70] Sobre las opiniones de Acciarini, cf. Francesco Lo Parco, "Tideo Acciarini umanista marchigiano
del secolo XV", Archivio Storico per la Dalmazia, Roma 4 (1929),
vol. 7, pp. 30-31.