1120401
EL
PINTOR CROATA-ARGENTINO ZDRAVKO DUCMELIĆ
BRANKO
KADIĆ, Buenos Aires, Argentina.
Non omnis moriar (Horacio)
Tras
una larga y grave enfermedad falleció el 10 de enero de 1989, al amanecer, en
el Hospital Italiano de Buenos Aires, a consecuencia de un edema pulmonar con
complicaciones cardíacas, Zdravko Dučmelić uno de los más destacados
pintores croata-argentinos de nuestro siglo.
Al día
siguiente sus restos mortales fueron enterrados en la Chacarita, cementerio
principal de Buenos Aires, donde sueñan el sueño eterno muchos de sus
compatriotas que, como él, arribaron a estas lejanas costas después de la
terrible tragedia de Bleiburg, la diáspora croata y el gran éxodo. En este
momento se encontraron muy pocos de sus amigos, sean argentinos o croatas, pues
la muerte lo sorprendió en una época de gran calar y humedad cuando todos se
refugian en las costas marinas o en las montañas. Del gran muerto se despidió
en nombre de sus amigos ausentes y de las redacciones de Studia Croatica
y de H.R. el Dr. Milan Blažeković.
Z.
Dučmelić nació en 1923 en Vinkovci (Croacia), donde terminó los
estudios secundarios. Durante la guerra compartió la suerte de sus compañeros,
pasó el calvario de las atrocidades bélicas, se salvó de la repatriación
obligatoria y de la muerte segura.
Residió
en Roma un breve lapso, donde empezó seriamente el estudio del dibujo y la
pintura. En 1947 se encuentra en Madrid, donde como becario de la Obra Católica
Universitaria Española, se inscribe en la Real Academia de San Fernando hasta
1949. Vigoroso influjo ejercieron sobre él los pintores Francisco Goya y
Lucientes y el destacado pintor de la primera mitad de este siglo Solana
Gutiérrez. Este mismo año emigra a la Argentina donde ya se habían radicado sus
padres y su hermano Željko con su familia.
Mas el
clima subtropidal y la gran humedad de Buenos Aires resultan muy dañinos para
su salud, de modo que, aconsejado por los médicos, se traslada a la ciudad de
Mendoza. Allí el clima le resulta mucho más favorable. Muy pronto y mediante
concurso libre fue nombrado profesor en la Escuela de Pintura de la Universidad
de Cuyo, donde dictó cátedra hasta 1980, cuando quedó jubilado. Por breve
tiempo llegó a ser el director de dicha escuela. En Mendoza realizó, durante
casi treinta años de estadía, la mayor parte de su obra artística.
Studia Croatica, desde su inicio (1960) siguió
con atención y benevolencia la trayectoria de este talentoso pintor,
registrando cada exposición que hizo en forma individual o colectiva y
transcribiendo juicios y valorizaciones de los mejores críticos de arte del
país.
A
continuación extractamos sendas partes de la conferencia que el desaparecido
pintor dictara el 19 de setiembre de 1987 en el Club Cultural Croata-Argentino
de Buenos Aires, ilustradas con numerosas diapositivas. Luego transcribiré al
castellano preguntas y respuestas de mayor interés de un largo reportaje que le
hice a fines de 1987 y a principios de 1988, reportaje terminado el 21 de abril
de 1988, cuyo texto fue conformado por el artista y luego publicado en la Revista
Croata (HR) No. 4/88, pp. 651-668, Barcelona, España. Por último,
reproduciré los párrafos salientes de las notas necrológicas publicadas hasta
el 20-1-89.
Empecemos
con el soliloquio del pintor (por supuesto, en fragmentos) :
"Tengo
el gran honor de pasar una velada entre los croatas en este Club Cultural de
Buenos Aires. No he preparado una conferencia en sentido de una clase; tampoco
soy muy hábil para ello, ni era mi vocación. Yo enseñé el dibujo y la pintura.
Claro, habría que hablar, no podía callarme todo el tiempo. Tampoco en este
caso preparé una charla, más creo que no sería ocioso agregar algunos datos a
mi conocido curriculum, que en cierto sentido es mi curriculum vitae oficial y
artístico, para explicar de algún modo una labor de cuarenta años, o acaso más
de cuarenta años. Un trabajo esforzado para que la explicación de mi arte —como
pude constatarlo últimamente— fuese una excusa.
Tengo
que excusarme constantemente, ¿por qué ocurre eso? Si pudiera explicarlo con
pocas palabras, sintéticas y precisas, me sentiría muy aliviado. ¿No debería
entonces excusarme ante todo el mundo? Por ello, decidí agregar hoy a ese
curriculum mío lo que sucedía en mi fuero interno durante el tiempo de estudios
salteados, de los premios y distinciones y de las obligaciones profesionales,
etc. En general, eso hacía una vida difícil, pese a los honores aparentes y a
los "aplausos". Por supuesto, había que seguir en Ia profesión.
Reiteradas veces, en situaciones muy críticas, afortunadamente no abandoné el
arte, pues hubo sobradas razones de hacerlo varias veces en mi vida, sino que
cambié por razones tácticas mi trabajo, mi estilo, buscando algo nuevo para
ganar tiempo. Así verán si repasan la totalidad de mis obras que en cierto
período pasaron dos o tres años, que no fueron del todo vacuos, pero fueron
dedicados, digamos, a la pintura abstracta. Eso ocurrió en 1962. Entonces, de
golpe, verán que hacía pequeñas piezas de escultura. Me ocupo de la pintura
desde hace veinte años, pues me salva de lo que podría llamarse saturación,
hartazgo y decepción.
Con
anterioridad a mi primera muestra oficial en Madrid expuse en el campo de
refugiados en Fermo (Italia). De hecho, ésta fue mi primera exposición. La de
Madrid fue la primera exposición individual. Desde 1949 hasta hoy no hubo
muchos cambios en mi pintura. En líneas generales, los colores quedaron iguales.
Formé mi "paleta" en España. Esta "paleta" española con
colores negros, son colores verdes; esos ocres son los paisajes naturales de
España, lo que mantuve siempre. Desde mis primeros óleos sigo fiel a esta
"paleta", a este registro de colores, acaso diez o doce y no más...
Prácticamente
podría decirse que mi estudio tuvo efecto en las ciudades, en las calles, en el
asfalto, en los museos, en compañía de estudiantes de mi misma condición, que
como yo carecían de hogar y de posibilidad de estudiar normalmente. Vivía en
Zagreb y me inscribí en la Academia de Artes, rendí el examen de ingreso y
asistí a varias clases. Pero, era el estado de guerra y yo tuve que abandonar
la Academia. Ahora pueden imaginarse qué contrastes eran éstos. Estudiar,
digamos, el dibujo y al mismo tiempo cumplir con la obligación militar. En Roma
tampoco era fácil y recién en Madrid empiezo a estudiar seriamente, dentro de
una organización, donde quisieron ayudarme ...
La
sugestión espiritual de mis cuadros proviene de mi subconsciencia, en primer
lugar como una herencia, como una ambición para crear algo. Además, las
impresiones exteriores. Sironi en Italia, Goya y Solana Gutiérrez en España,
además de la pintura universal y de la historia del arte contribuyeron a que no
me convirtiera en un imitador ciego. Eso no. No encontré ningún artista a quien
pudiera seguir, lo que no significa nada malo...
Ahora
pasamos a analizar la temática. Mis primeros cuadros fueron espacios, ruinas,
figuras, figuras humanas. Me parecían unas apariciones posbélicas, aldeas
incendiadas, gente refugiada. Luego esta visión de la gran tristeza se elevó y
se escapó fuera de las ruinas al mar. Yo no pude conocer el mar. Lo vi en Sušak
(litoral croata); yo no soy dálmata, de modo que no sé de dónde llegó el mar a
mis cuadros. Esta fue una tabla de salvación. Eran mar, caballos y figuras. A
ello contribuyó algo Italia y algo la necesidad de salvarse. Esta etapa era la
más floja, la que algunos críticos denominan: "pinta al estilo
italiano". De hecho era así. Esa etapa duró alrededor de tres años y luego
volví a los desiertos puros. A los desiertos puros por muchas razones.
En
general, el desierto implica un significado muy hondo. El desierto siempre fue
un lugar que transitaban los profetas —entre los cuales no me incluyo— para
poder comprender algunos problemas nimios. El desierto no es sólo para Cristo
ni para los grandes profetas; el desierto nos sirve también a nosotros que no
somos profetas. Allí se resuelven ciertos problemitas, sentados sobre una
piedra, en un determinado espacio donde nadie te molesta ni uno molesta a nadie
y el espacio en el cual nadie puede distraer al pensador. Quiere decir que uno
se siente doblemtnte protegido, está solo y sin ser perturbado.
Aquí
empieza la primera serie de una treintena de paisajes desérticos, esta parte
más elemental del desierto. Luego vemos algunas paredes, piedras distribuidas
en este espacio de una forma muy ordenada. Esas piedras en mis cuadros fueron
constantemente desplazadas de un ángulo al otro para obtener cierta armonía.
Cada uno de mis cuadros acusa un proceso largo de desplazamiento de enormes
masas terráqueas y pétreas hasta llegar a un espacio misterioso y protegido.
Eso podría considerarse la búsqueda de la armonía.
¡La
búsqueda de la composición! Creado el espacio, apenas una figura humana, una
figura vertical en un paisaje construido horizontalmente, en varios horizontes.
Me preguntaban en Zagreb: "porqué yo vivo encerrado como en una
cárcel", me decían: usted está rodeado constantemente por montañas altas,
por muros grandes, por horizontes grandes. Usted se halla encerrado
permanentemente. Entonces les contesté: "No, allí yo edifico para mi estos
horizontes y obstáculos altos; los creo para defenderme. No estoy encerrado,
estoy fortificado, son fortalezas"...
El
rasgo esencial de mi pintura consiste en eludir el tiempo actual y en saltar
permanentemente al pasado o al futuro. El momento actual es doloroso, o es un
estado de impaciencia o un gran desencanto. El hombre anhela y busca espacios
protegidos, los que no son reales. Quiere decir que todo esto es un trabajo
artificial, que los espacios son artificiales. No hay modelo vivo ni existen en
ninguna parte las personas que figuran. Es una cosa ilusoria. Si no existiera
una vida ilusoria paralela, esta vida real sería muy difícil y por ello se
puede explicar porqué existe una de-terminada poesía y una clase de
pintura".
* *
Después
de esta charla consideré oportuno llevar un diálogo "estético" con el
pintor para posibilitarle explicar en forma más íntegra y fiel sus criterios
estéticos y teóricos, sus sentimientos e inclinaciones, sus convicciones
filosóficas sobre los problemas fundamentales del arte y en general para conocer
su cosmovisión. Lo visité en su taller, situado casi en la esquina de la Plaza
San Martín —la más hermosa plaza de Buenos Aires—en el corazón de esta
metrópoli suramericana, que tiene rostro y alma de la Europa mediterránea de la
preguerra, y de la elegante calle Florida. El taller, de hecho, es un
departamento chico, en el 7 piso, protegido del ruido y del tránsito urbano,
como asimismo del fuerte sol subtropical. Un auténtico refugio, rincón de paz
donde el maestro puede, sin ser molestado y, concentrado, dibujar y pintar,
pero también por momentos abandonarse a sus hondos e intensivos pensamientos o
vivir los momentos dolorosos que acompañan a cada acto creador.
Al
entrar uno tiene la impresión de un desorden calculado. Por todos lados atriles
y estantes, cuadros colgados en Ias paredes, y en los estantes, canapés y las
sillas telas y dibujos, terminados e inconclusos. También se ve envases
repletos de distintos pinceles, lápices, muchos pomos de todos los colores,
óleos, luego el instrumental pictórico y pequeñas herramientas para piezas
escultóricas menores. Orden en desorden. El taller de un verdadero bohemio,
quien, sin embargo, sabe dónde está lo que necesita.
Desde
Ias paredes a uno le miran imperturbables sus figuras y bestias petrificadas,
atemporales e impasibles. El pintor ya pasó 64 años. La salud no le acompaña
muy bien. Es alto, delgado y ascético, rubio y paliducho. De rostro sufrido,
exhibe un perfil espiritualizado con ojos profundos y sagaces, habla con calma
y prudencia, sin gestos especiales, con naturalidad y sencillez, pero con
sabiduría y concentración...
A
renglón seguido transcribiré algunas de las respuestas a muchas preguntas que
le he planteado. El método era el siguiente. Le presentaba una o dos hojas con
las cuestiones respectivas y después de dos o tres días, previa discusión y
retoques, las retiraba, y así seguido hasta mediados de abril de 1988:
P.
Creo que el fin último de todo arte es la belleza. Por ello nada más natural
que dirigirnos al gran adorador de la belleza y al esteta Charles Baudelaire.
En su conocido poema La Beauté (Je suis belle, o mortels!) Baudelaire (quien
tuvo fuerte influjo sobre la lírica croata a través de Matoš y sobre todo de
Tin Ujević) dice en la primera estrofa:
Je suis belle, o mortels! Comme un rêve de pierre
Et mon sein, où chacun s'est meurtri tour à tour .
Est fait pour inspirer au poète un amour
Eternel et muet ainsi que la matière
Et jamais je ne pleure et jamais je ne ris.
P. ¿Es
que con parecido fuego "eterno y sordo" arden también los cuadros de
Z. Dučmelic.?
R.
Este hermoso poema sobre Ia belleza nos explica nuestras dudas e inseguridades
subconscientes.
P.
Arthur Rimbaud, este brillante meteoro poético, apagado prematuramente, uno de
los alumnos predilectos de Ch. Baudelaire, admite: una tarde puse la belleza
sobre mis rodillas y la encontré amarga (Une Saison en Enfer).
Qué
sensación, qué estremecimiento y qué gozo sintió Z. Dučmelić en su
contacto, en la convivencia diaria con la belleza?
R. La
belleza está incluida en el proceso de una obra artística, distribuida en la
composición, en relaciones opuestas a las sugestiones, que carecen de belleza.
Mí contacto diario con la belleza crea en mí una armonía inexplicable,
misteriosa. Estas relaciones conforman armonías invisibles y arcanas. En mi
opinión, esta armonía crea en nosotros una integración ilusoria, con algo más
sublime.
P.
Volvamos un poco a nuestras fuentes estéticas y artísticas europeas y
anteriores. Para Baudelaire existe la religión del arte que confiere el valor
supremo a la belleza subyacente en la riqueza de las imágenes del mundo que
concebimos. ¿Cuál es su punto de vista y cuál su experiencia respecto a esta
actitud filosófica vital?
R. La
religión está presente constantemente en el arte como el arte lo es en la
religión. Nos dan respuesta, resignación y protección. Nos infunden la fuerza
para seguir viviendo rodeados de peligros y misterios.
P. A.
Rimbaud, César Vallejo y S. T. Elliot se encuentran entre los representantes
principales de la poesía moderna y contemporánea. Aquí habría que agregar al
poeta lírico praguense Rainer María Rilke, quien "murió herido de una
espina de rosa", poeta de la vida y de la muerte; el que humildemente pide
a Dios que "a cada uno le dé su propia muerte"; fue por muchos años
secretario del riguroso escultor A. Rodin. Rilke afirma que el arte es, en
pacte; resultado de un trabajo obstinado y riguroso: Me gustaría saber su
opinión sobre este tema.
R.
Estoy de acuerdo. En mi caso es tal cual.
P.
Buena parte de su obra respira la serenidad (Heiterkeit) y amplitud,
universalidad (Allgemeinheit); por lo tanto, trátase de los ideales clásicos de
serenidad, mesura y universalidad, promovidos tanto por Winckelmann, que ejercieron
honda influencia en Gõthe y Lessing. Aparentemente las pasiones quedan
relegadas y reprimidas. Como es sabido, F. Nietszche, en el siglo pasado, se
opuso con vigor a esta tesis y la confrontó con sus nociones acerca de lo
apolíneo y lo dionisíaco en las realizaciones artísticas, o sea, con el
espíritu y los principios fundamentales que sostenía Winckelmann y con las
pasiones humanas nunca apagadas.
P. ¿Es
que debajo de la impasibilidad superficial y de la aparente inmortalidad no se
vislumbran en sus obras, además de un dolor condensado, muchas pasiones
reprimidas, deseos ocultos y sueños irrealizados?
R. Lo
mismo percibieron mis críticos más sagaces. Además, salto el presente y con
ello todas las pasiones humanas, dentro de lo posible.
P. Nos
aproximamos al principio del tercer milenio de nuestra era. ¿Qué formas, qué
corrientes y expresiones prevé usted para la pintura del siglo XXI?
R. Vea
usted, el arte puede ser cualquier cosa, mas nunca mera imitación de lo pasado.
Por lo tanto, cada generación buscará su propia y adecuada expresión y forma.
Como las distancias geográficas y temporales están achicándose cada día, es de
prever que en el tercer milenio el aporte del continente americano será más
grande y que se sentirá especialmente la contribución de muchos pueblos
asiáticos y africanos, recientemente incluidos en la comunidad mundial. También
espero que el aporte de los creadores artísticos croatas al patrimonio cultural
del mundo cobrará una dimensión mayor.
P. T.
S. Elliot anota: "En cuanto un artista se vuelve más perfecto, más se
separa en él el hombre que sufre y el artista que crea".
¿Se
refleja eso en sus figuras petrificadas, hieráticas y atemporales, y en sus
antiquísimas ruinas?
R.
Traducir la dignidad en un lenguaje plástico artístico me llevó a las personas
semipetrificadas y a las ruinas pétreas.
P. ¿Es
que el arte plástico moderno posee su escatología y su teología?
R. Por
supuesto, están invisibles, casi ocultas en la composición, pero existen.
P.
Valorizando sus lienzos y dibujos —este ascenso esforzado y obstinado durante
más de cuarenta aćos— me parece que en lo que a la técnica y a la factura
se refiere usted es totalmente independiente, sin maestro o modelo inmediato,
pero también sin discípulos, imitadores o sucesores?
R. Mi
pintura parece independiente, comparada con las expresiones plásticas de este
siglo. Mi técnica de pintar y dibujar se remonta a los procedimientos y métodos
antiguos, casi olvidados.
P. En
un extenso reportaje, publicado en el diario Mendoza el 11/5/1986, es
decir, en la ciudad donde usted pasó casi treinta años y donde produjo la mayor
parte de su opus, usted manifestó al periodista entrevistador Andrés H.
Gabrielli, que no pertenecía a escuela, estilo, corriente o moda alguno, por
cuanto su pintura sería anónima en lo que concierne a su elaboración clásica.
Entonces
le ruego me diga ¿en qué ciudad misteriosa vive el artista Z.
Dučmelić, retirado en su soledad, en su torre de marfil, en su
bullente fantasía?
R. En
toda mi obra se da un ambiente peculiar. Trátase de la búsqueda de una antigua
terapia, de una vieja necesidad del hombre en cuanto al desierto, una necesidad
biblica milenaria. El hombre se retira al desierto por varias razones. Primero,
cuando quiere hacer algo, aunque sea cosa nimia, o desea ordenar sus
pensamientos y sus pasiones, le hace falta soledad. Empero, para llegar a la
soledad hoy en día —lo que no quiere decir huir al desierto— hace falta
crueldad. Heidegger sostiene que debemos abolir todo lo que no está relacionado
con el caso que analizamos o solucionamos. Entonces para que no maltrate a
nadie uno debe retirarse al desierto.
P. ¿Se
considera usted genio?
R. No,
no por Dios no. Todo lo que hice en el arte me costó gran esfuerzo.
P.
¿Pero, por lo menos, se cree un artista de talento?
R. No
sé. Sé únicamente que tengo muchos defectos y pocas virtudes... Necesito de
seis a siete horas de una soledad absoluta cada día; a menudo trabajo de las
dos a las cuatro de la madrugada. Son de veras las horas durante las cuales
pude hacer algo, descubrir, reordenar o mejorar. En las horas en que todo el
mundo duerme, cuando no hay ruido ni molestia alguna. De ese modo viví durante
añares en Mendoza.
P.
¿Habría sido usted artista de haber estado totalmente feliz?
R. Es
muy difícil que hubiera sido artista ¿Por qué una vida artificial cuando existe
una vida llena y auténtica?
P.
¿Qué hubiera podido ser entonces? Acaso no un mártir como lo deseaba G. Mahler
cuando tenía cinco años?
R.
Cada uno tiene un deseo inalcanzable, esos deseos ardientes de la infancia para
llegar a algo. Yo deseaba ser capitán de un barco ballenero en el siglo pasado.
P.
¿Adhiere a alguna divinidad especial?
R.
Nací y me crié en una familia católica, de modo que adherí a este credo con mi
mente y mi corazón. Pues no considero necesario buscar a un Dios aparte. Lo
acepté tal como lo han pintado Leonardo Da Vinci o Miguel Angel, con la barba y
todo lo demás?
P.
¿Cómo definiría usted su temática pictórica?
R. Mi
temática es sencilla: mujeres en medio de ruinas o en un paisaje desétrtico
arqueológico; un rostro de mujer en el primer plano, algún perfil. Eso es mío
desde siempre. Desde la primera impostación del grupo de los refugiados o de
los prisioneros de guerra o de los perseguidos hasta actuales escenarios
desérticos de sabor antiquísimo. Entonces se agrega lo que podría ser una
determinada afinidad con las imágenes de Borges, que me dieron mucho trabajo:
tigre, espejos, laberintos, arena y... ¿qué más? Inmortalidad, infinidad y
atemporalidad...
Si, Sí
.. entonces vendría la geometría de Borges.
P.
Manuel Mujica Láinez ve en su formación profesional tres etapas europeas:
Zagreb, Roma y Madrid y opina que la última es la más significativa.
R. En
mi formación y maduración artísticas contribuyó mucho mi vida solitaria que
pasé en Mendoza durante treinta años. Los primeros quince años de mi estada en
la Argentina transcurrieron en cierta búsqueda, mientras que los últimos veinte
años definieron integralmente mi expresión y estilo pictóricos.
P. En
algunos de sus cuadros pareciera como si el tiempo se perdiera, desapareciera y
se extinguiera poco a poco y, al mismo tiempo, se entremezclaran el pasado y el
futuro.
R. Mis
figuras son nuestros ancestros, nuestros antepasados deseados, personas
inteligentes, nada frívolas. Personas que carecen del sentimiento trágico del
ser humano, personas que piensan.
P.
¿Por qué pasa por encima de la actualidad?
R. La
salto por ser un artista que no refleja su tiempo. Realizo el arte para las
necesidades de mi tiempo, pero no soy reflejo de este tiempo.
Lo
actual no es para mi. Me inclino más bien a los deseos y la esperanza del
futuro. Por ello salto el presente.
P. Hay
que concluir entonces que su pintura es algo onírica, ya que los sueños
contribuyen también al equilibrio del hombre...
R. El
arte no es una cosa mágica, capaz de resolverlo todo, pero el arte puede
encontrar una respuesta a situaciones insolubles.
P.
¿Qué es lo que lo trajo a esta parte del mundo?
R.
Para poder salir de Europa entonces, únicamente la Argentina, país de
extraordinaria nobleza, aceptaba inmigrantes. Para todos los demás países había
que hacer trámites largos y complicados. Esa fue la razón práctica. Además,
mientras estudiaba en Madrid sabía poco acerca de la Argentina, pero había
leido algunas cosas de Borges y tenía ciertos contactos con ese país.
R. Eso
sucedió en '48 ó '49, cuando Borges todavía no gozaba de la fama mundial. Me
dije que el país que tiene una personalidad semejante, vale mucho, por cuanto a
un país lo constituyen diez personalidades, lo que usted sabe bien, o veinte;
aquí no hemos de ser inocentes. Así llegué a estas costas, donde encontré buen
lugar para trabajar.
P.
Todo eso me parece muy interesante, pero estimado maestro, no tenemos mucho
tiempo y sobre todo mucho espacio en la revista. Por lo tanto, volvamos a
nuestra vieja, gloriosa, querida y lejana Croacia.
Cuando
usted salió de Croacia tenía veintiún años. ¿Cuáles son sus recuerdos más caros
y más profundos del país natal y las vivencias más duraderas de sus días
juveniles?
R. Si,
tenía veintiún años. A todos nos gusta acordarnos de la juventud. Me gusta
rememorar el vuelo de cuervos y urracas alrededor de las altas cimas de encinas
y de los zambullidos de sollos y de sus saltos por la superficie del río Bosut.
Los recuerdos de los días escolares (aplazos y calificaciones insuficientes en
la escuela secundaria, menos) todavía me dejan la impresión que en esa etapa de
mi vida no cumplía debidamente con mis obligaciones. Pero, en cierto sentido me
enorgullezco de esta desobediencia y "resistencia", ya que de ese
modo defendía mi derecho a divagar y despreocuparme de todo.
P.
Como los artistas por su naturaleza, intuición y misión son en cierto sentido
videntes y vates, ,., qué futuro vislumbra usted para este mundo en general y
para nuestra vieja patria Croacia en particular?
R. En
primer lugar no me considero vidente o "vate". Aunque en mis cuadros
busco armonías, para lograr una buena composición, lo que es la parte principal
de mi quehacer artístico, me quedan tiempo y posibilidades para pensar acerca
de otras cuestiones capitales que oprimen al género humano. Si bien soy por
naturaleza pesimista y resignado, tengo gran esperanza en el futuro de la
humanidad y de nuestra nación croata que en su larga historia superó muchas
vicisitudes.
P. El
año pasado se cumplió el cuarto de siglo de la muerte del gran escultor croata
Ivan Meštrović. Relegado y en parte abandonado, casi olvidado después de
la guerra debido al predominio del arte abstracto y de otros motivos de índole
mercantil y política, y teniendo en consideración la exitosa exposición
itinerante de sus obras el año pasado en varios centros europeos (Viena, Berlín,
Zurich, Milán, Venecia) me parece que nos hallamos en vísperas de su
reactualización y "rehabilitación" artística, como en general de un
nuevo "renacimiento" en el arte figurativo, unto en la pintura como
en la escultura. ¿Qué opina usted?
R.
Creo que estamos recién al comienzo de una afirmación grande y universal del
arte de Meštrović. El entusiasmo que acompañó grandes y audaces búsquedas
en la escultura de este siglo —que no incluyen a Meštrović- creo que ese
entusiasmo aflojó y desapareció. Ahora podemos con ecuanimidad evaluar los
valores de los obras de Brancusi, Meštrović, Moore, Giacometti, de
escultores cubistas, etc. Por lo tanto, ya no hay puja: ¿Quién dio algo nuevo,
quién inventó algo, quién es la avanzada y quién la retaguardia? Sólo quedan las
obras con sus valores artísticos y creo que en ese terreno Meštrović es el
primero y el más profundo.
P.
Leonardo Castellani, jesuita argentino, hondo filósofo contemporáneo y
perspicaz ensayista literario, ya en 1933, impresionado por la exposición de
Meštrović en el museo parisino Jeu de Paume advirtió que Meštrović
como artista religioso pertenecía más a la edad media y que el escultor y
tallador sería comprendido íntegramente recién en el siglo XXI.
P.
¿Comparte usted este juicio del jesuita "rebelde" y casi excomulgado
de las orillas del Rio de la Plata?
R. Vea
usted, eso para mí es una novedad agradable y me alegra que un excelente
escritor de la noble tierra argentina penetró y definió en forma tan tajante,
ubicándo en el justo contexto histórico, la obra y el valor del arte religioso
de Ivan Meštrović.
P. Su
conocido Roque Esteban Scarpa, destacado poeta chileno contemporáneo, de
estirpe croata (su padre emigró a Magallanes desde la isla de Hvar, Lesina) y
actual presidente de la Academia Chilena de la Lengua, concluye su poema
simbólico Camarero de la Soledad, con los siguientes versos:
Silencio
deja la silla ante esta duna interminable, muchos años tendida,
Ningún
comensal llega. Yo, sin embargo, camarero de la soledad, a la esperanza sirvo.
P. ¿Es
que Dučmelić también, "el camarero argentino-croata de la
soledad", no sirve con lealtad y constancia a la esperanza de su obra
total?
R. Si,
Si. Ese es el fin supremo de cada creador y además la máxima satisfacción el
hecho de que un artista enciende el rayo de la esperanza en su prójimo.
P.
Usted habla con frecuencia del silencio y de la soledad. Eso me recuerda el
precepto y la norma escolástico-mística de todas las instituciones monásticas
católicas (como también de las demás religiones): In silentio et solitudine
proficit anima devota.
R. Lo
entiendo perfectamente. Para mí el silencio y la soledad son una necesidad
imprescindible, conditio sine qua non para ordenarme, tranquilizarme,
concentrarme, para concebir y realizar algo.
P.
Quisiera conocer su opinión sobre el máximo pintor naif Ivan
Lacković-Croata, tanto más por cuanto el dinámico y múltiple empresario
chileno Jorge Razmilić Vlahović (como un humanista renacentista que
se dedica al negocio y al ocio creador) tradujo del croata los cuentos de Ivana
Brlić-Mažuranić al español y piensa imprimirlos tan pronto le lleguen
las ilustraciones prometidas de Ivan Lacković-Croata. Eso será una
importante afirmación de la cultura croata —literatura y pintura— en el mundo
de habla española (más de trescientos millones de personas).
R.
Krsto Hegedušić, abrevando en primer lugar en las fuentes de Jan
Bruegel y de Hieronymus Bosch, y en los temas medievales
campestre-idílicos, renovó la pintura naif, llamada en Croacia pintura
primitiva o campesina. En la Escuela de Hlebine, después de la última ,guerra,
sobresalió Ivan Lacković -Croata por haber logrado incorporar a sus
concepciones gráfico-estéticas gran riqueza cromática y producir peculiares
sensaciones líricas.
P. Al
final, quisiera dirigirle una pregunta concisa y precisa: ¿De qué índole es la
relación Borges-Dučmelić: afinidad espiritual, coincidencia
onírico-fantástica, recreación artística o fuente de inspiración?
R. Mi
'afinidad espiritual' con el escritor Jorge Luis Borges se refiere únicamente a
los temas mitológico-arqueológicos en sus cuentos. Se da una gran e íntima
afinidad y coincidencia humana. En base a dicha afinidad espiritual se llega
necesariamente a la recreación artística, donde el texto de Borges sirve sólo
de estímulo externo.
P. ¿Se
ocupó también de la escultura?
R.
Como no soy un pintor de temática variada, generalmente se trata de cuatro o
cinco temas obsesivos, que vengo repitiendo en numerosas variantes, lo que de
vez en cuando lleva a la saturación e inmovilidad. Son momentos de aburrimiento
y de vacuidad, cuando abandono todo y busco mejor suerte en nuevos géneros
artísticos, como ser la escultura, la ilustración y la gráfica en general.
P. ¿De
qué se ocupa ahora?
R.
Mayormente de ilustraciones. Estoy preparando con Alberto Girri, poeta
argentino moderno, casi surrealista, un libro ilustrado titulado Once
rostros y un poema. Me inspiró más bien su poesía sobre la mujer y la
femineidad: A la expresión de una dama en quien todo va desde su alma al
rostro.
P.
¿Qué planes tiene para el futuro?
R.
Despacio estoy preparando una importante y nueva exposición para Europa.
P.
¿Acaso conoce de memoria el número total aproximado de sus obras?
R.
Claro; realicé hasta hoy de quinientos a seiscientos óleos, mayormente de
tamaño menor; dibujé cerca de dos mil dibujos; tallé alrededor de cincuenta
piezas escultóricas menores (casi todas en bronce), e hice cerca de cincuenta
cuadros abstractos. Mi máximo formato gira en torno a 1,00 por 0,70 cm.
P.
Antes de concluir esta amena "charla sobre la belleza y el dolor",
echemos en la imaginación nuestra mirada a la más alta cadena de los Andes y a
sus estribaciones que en una u otra forma se reflejan casi en cada uno de sus
cuadros. Me acordé de los versos de Gabriela Mistral, genial poetisa chilena,
ganadora del premio Nobel que en el "himno", consagrado a la
Cordillera, dice:
¡Cordillera
de los Ardes,
Madre
yacente y Madre que anda,
que de
niños nos enloquece
y hace
morir cuando nos falta;
..............................
tremendo
amor y alzado cuerno
de
hidromiel de la esperanza!
¿Es
que, junto con la esperanza, esta Cordillera majestuosa y única no es una de
sus musas principales?
R.
Indudablemente, la Cordillera influyó mucho en la composición de muchos de mis
cuadros, pero no estoy de acuerdo con su juicio de que es una de las musas
principales de mi pintura.
* * *
El
reportaje-entrevista está terminado. Estamos por despedirnos. Aunque mi
interlocutor durante la charla estuvo tranquilo y concentrado, aparentemente
resignado, su personalidad reflejaba un constante ímpetu juvenil, una fuerza
creadora y una vida espiritual interior bullente, patente en el brillo y el
fuego de los ojos de este artista talentoso. Echo la mirada a la pared opuesta
y desde allí me miran fijamente ojos de tigre del ciclo Laberintos
(cuentos ilustrados del escritor argentino J. L. Borges). Coloado en un estante
llama la atención un afiche multicolor, elegante y suntuoso, con caracteres
ideográficos japoneses que anuncia la muestra de los cuadros de Z.
Dučmelić en las cuatro ciudades japonesas más importantes. De la otra
pared cuelga una reproducción de un autorretrato ascético, que no hace mucho
fue seleccionado para la colección de los famosos autorretratos de la célebre pinacoteca
florentina Degli Uffizzi, con motivo de celebrarse el cuarto centenario de la
fundación de esta magnífica galería. Retrocedo despacio y con inseguridad hacia
la puerta de salida, vacilando si debo saludar al maestro de modo oriental,
mejor dicho japonés, con una honda inclinación y reverencia, o según mi
costumbre dálmata: Hasta la vista, mi querido šjor (señor).
¡Quede
usted sano y alegre!
Buenos
Aires, 21 de abril de 1988.