STUDIA CROATICA
Año XXVII – Octubre – Diciembre 1986 - Vol. 103
¿Por qué los croatas luchan para independizarse?
Viviente presencia croata en las letras chilenas
Bicentenario de la visita del General Miranda a Croacia (1786-1986)
Algunas notas sobre la República de Dubrovnik que conoció Miranda
Los anfitriones de Miranda en Dubrovnik
Los inmigrantes en Magallanes (Chile) y la cuestión croata (1919-1939)
Crónicas - Glosas - Comentarios
Visita pastoral del Primado de Croacia, Cardenal F. Kuharić a la Argentina, al Perú y Venezuela
Participación croata en las actividades de la Unión Paneuropea
Decimotercer
Congreso del Partido Comunista Yugoslavo
Yugoslavia,
exportador mundial de armamentos y subversivos
Grandes
manifestaciones croata-albanesas en Detroit
Trigesimo aniversario del Club Cultural Croata Argentino
Congreso Mundial de
la Medicina y la Biología Nuclear
Presidente del
Consejo Nacional Croata visita Australia
Matthew
Meštrović distinguido con la medalla de "Ellis Island"
Deceso del shakespearólogo Josip Torbarina
En defensa de los derechos humanos
Crónica de torturas y vejamenes de Dobroslav Paraga en cárceles yugoslavas desde 21-XI-80 a 21-XI-84
Aclarando el carácter étnico e histórico de Bosnia y Herzegovina
El disidente croata Marko Veselica en libertad
Yugoslavia se tambalea en la cuerda ideológica
Cosas raras están ocurriendo en Kosovo
Sonado caso del albanes Pjeter Ivezaj, naturalizado
norteamericano
Diciéndoles verdad a los servios
Nikola Čolak: "Regesti Marittimi Croati - Hrvatski Pomorski Regesti"
Mate Meštrović: U borbi za Hrvatsku (En la lucha por Croacia)
"Peticion: Amnistía de todos los presos políticos en Yugoslavia"
Sobre la colaboración de Moreira de Castro
Dos libros de escritores chilenos de origen croata
"No olvidamos lo nuestro pero nos integramos
aqui"
Manifestaciones de la Juventud Argentino-Croata en Buenos Aires
Ivo Korsky, Buenos Aires
Es esto la
pregunta que se hacen muchos extranjeros, aún aquellos que tienen simpatía para
la causa croata. No entienden por qué un pueblo relativamente pequeño lucha
para independizarse, en vez de bregar hacia uniones más amplias con la idea que
la unión es la fuente de la fuerza. Contra los modernos intentos paneuropeos,
panamericanos y de mundo único, por qué este pueblo sin libertad trata de
revertir la historia y de salir de una comunidad estatal que representa para
gran parte de la opinión pública del mundo un peldaño en la progresión hacia la
deseada unidad de todo el mundo.
Las ideas, aceptadas como verdades en un momento histórico dado, aunque no sean tales, deben refutarse con una serie de argumentos que son muy difíciles de sintetizar. Es por ello que mis esfuerzos resultarán sólo un esbozo y mis argumentos truncos. Existe, efectivamente, una gran dificultad en intentar la trasposición de ideas y conceptos bastante claros e inteligibles en un ambiente político determinado, el croata, pero muy ajenos en el ambiente latinoamericano, con sus fórmulas consagradas y aceptadas muy distintas y, más todavía, totalmente ajeno a los hechos subyacentes que han provocado la corriente de ideas, actualmente dominante, en el pueblo croata.
Las tres
proposiciones básicas que formulo a continuación y que trato de fundamentar,
son mi respuesta a este reto.
1
Si la
nacionalidad es el conjunto de valores tradicionales de un pueblo, su
conservación no es sólo un derecho, sino también un deber.
Los valores culturales son, realmente, fruto de un grupo de seres
humanos, pero esto no significa que lo sean sólo como resultado de una raza,
que razas puras no existen en el mundo histórico —del prehistórico no podemos
hablar— sino que nos encontramos con mezclas y cruzas raciales y etnicas mas o menos
estabilizadas, cuyos valores culturales no pueden considerarse como producto de
sus genes sino como resultado de sus relaciones con otros hombres o grupos
humanos. La cultura, pues, es la conciencia y la experiencia y historica de un
grupo determinado, cuya expresión más evidente es el lenguaje. Si nos atenemos
a la experiencia histórica como fundamento de nuestras
definiciones acerca del origen de los pueblos, podemos decir que ellos son
grupos de humanos formados por la historia, en un territorio más o menos
determinado, resultado de esfuerzos y luchas comunes, derrotas al igual que
victorias.
Con el andar de los tiempos, esta conciencia
colectiva, portadora de un haz coherente de valores culturales y éticos, llega
a formar sociedades complejas que nada tienen que ver con manadas de seres
unidos sólo por su origen y sometidas a la fuerza bruta de sus individuos más
potentes. Son grupos morales, portadores de valores espirituales. Son pueblos
históricos.
Entre guerras y migraciones, estos grupos históricos
intercambian experiencias y valores, absorbiendo los más fuertes a los más
débiles pero transformándose aún los victoriosos debido a la influencia de los
vencidos, formándose nuevos pueblos y desapareciendo algunos de ellos. En un
devenir constante, pero sin grandes sobresaltos; como en un proceso muy
complejo, se formaron los pueblos modernos que conocemos y que actualmente ya
tienen cierta constancia, fruto de su experiencia en estas luchas.
*
* *
Nadie puede dudar de que los croatas son un pueblo
con conciencia nacional, con sus tradiciones y sus valores espirituales, un
pueblo formado por su historia a lo largo de los siglos.
Sin
adentramos en la prehistoria, ni tratar de hurgar en el pasado no histórico con
medios filológicos y afines para desentrañar el lejano pasado de los croatas y,
más aún, el origen del mismo nombre croata, nos atendremos a los hechos
documentados. Según la historia escrita por el emperador de Bizancio
Constantino VII Porfirogeneto bajo el título "De administrando imperio",
los croatas llegaron a sus tierras actuales como pueblo guerrero formado,
dividido en siete tribus, desde allende los Cárpatos, muy probablemente de lo
que ahora es Polonia meridional, la comarca alrededor de la ciudad de Cracovia.
Su llegada ocurrió durante el reinado del emperador Heraclio, quien los habría
llamado para que liberasen de los Avaros las provincias balcánicas de Ilírico y
Dalmacia. Dice el Porfirogeneto que para compensarlos por la tarea bien
cumplida, el Emperador les concedió el derecho de ocupar estas tierras.
Conociendo
el estilo ampuloso de la corte bizantina, en cuyos documentos oficiales hasta
las derrotas se transforman en victorias y tierras arrebatadas por fuerza al
Imperio en dádivas del Emperador, bien podemos poner en duda les pormenores de
esta historia. Pero, en grandes rasgos, sabemos que entre los años 620 y 630 de
la era cristiana los croatas ocuparon la parte noroeste de la península
balcánica y la región meridional de la llanura panónica, y en seguida formaron
entidades políticas, lo que no hubieran podido hacer si no venían como
guerreros organizados. Las tierras estaban en gran parte despobladas por las
continuas guerras e invasiones. Desde hacía casi tres siglos toda Europa hervía
a raíz de la gran migración de los pueblos, al desplazarse hacia regiones más
cálidas primero las tribus germánicas y después las eslavas. Los pocos
pobladores autóctonos de las regiones más castigadas se refugiaban en pequeñas
ciudades-fortalezas, pero, rodeados por los invasores, paulatinamente se asimilaban
en la masa del nuevo pueblo dominador.
Muy pronto, en el tiempo del papa Juan IV (640-642)
se establecieron los primeros contactos de los croatas con el cristianismo y
sin grandes sobresaltos, la cristianización iba avanzando, en su mayor parte procedente
desde su polo occidental, romano, hasta que durante el papado de San Agatón
(678-684) se firmara el pacto de no agresión entre los croatas y la Sede de San
Pedro, el primer tratado internacional concluido por el pueblo croata del que
tenemos noción fidedigna.
Entre el Imperio Oriental, el Bizancio, y el Imperio
Occidental restablecido en el año 800 por Carlomagno, rey de los francos, los
principados o ducados croatas mantuvieron un alto grado de autonomía, pero no
la independencia formal, la que alcanzaron recién cuando el duque de la Croacia
blanca (es decir occidental) Tomislav ocupó y sometió la Croacia panónica y fue
coronado en el año 925 primer Rey de Croacia por el legado del Papa, recibiendo
al mismo tiempo del emperador de Constantinopla, con el título de procónsul, el
gobierno de las ciudades e islas dálmatas, resto de la antigua provincia de
Dalmacia que aún conservaba el Bizancio, por cuanto todo lo que se hallaba
fuera de las murallas de estas ciudades ya formaba parte de Croacia.
Este Reino de Croacia, con unos 120.000 km2.
se extendía por las actuales regiones y provincias de Istria, el Litoral
Croata, la Croacia septentrional, Dalmacia, Bosnia, Herzegovina y Eslavonia
(las que, en su mayor parte, aún no llevaban estos nombres) y constituía
substancialmente lo que quedó, hasta el día de hoy, el territorio étnico y
nacional croata.
Durante casi dos siglos, hasta que desapareciera la
dinastía de Trpimir (duque de Croacia y abuelo del primer rey Tomislav), este
reino, luchando cntra sus vecinos al igual que los demás, se mantuvo entre el
poder naciente de Venecia al oeste, el Reino de Hungria al norte (cuyo primer
rey, San Esteban, recibió la corona real años más tarde que el primer rey de
Croacia), el Imperio Bizantino al este y al sur y, por un tiempo, contra el
poderoso pero efímero Imperio Búlgaro, que reemplazó durante cierto tiempo a
los bizantinos.
En 1102,
las doce tribus croatas, o sea sus nobles hereditarios, eligieron como rey de
Croacia a Koloman, rey de Hungría, y lo coronaron con la tradicional corona
croata en la ciudad Biograd na moru. Así se inició una unión que empezó como
mero nexo entre dos países bajo el mismo rey, quedando independientes ambos
reinos, para transformarse paulatinamente en una confederación, en la cual mermaba
constantemente la autonomía croata. Las tierras croatas eran objeto de intentos
imperialistas primero de Venecia y, luego, cuando empezó la invasión turca, de
las fuerzas del Sultán, lo cual debilitaba a la nobleza croata portadora de la
idea nacional croata.
El debilitamiento del Reino de Croacia provocó la
secesión de su parte meridional más alejada del centro del poder, formándose
ésta como Estado autónomo bajo el nombre de Bosnia, el cual, luego, fue
reconocido como independiente, asumiendo su virrey el título de Rey de Bosnia.
Este se hizo tan poderoso que durante cierto tiempo podía luchar contra los
reyes de Hungría. Sin embargo, no pudo resistir a las invasiones otomanas y fue
derrotado y sus dominios anexados por el Imperio Otomano.
Se transformó, en el Imperio Otomano, en una
provincia autónoma sumamente importante, ya que gran parte de su nobleza y de
los propietarios libres, cansados de invasiones húngaras y la lucha de los
húngaros contra los herejes bosníacos, se convirtió al Islam reconociéndosele
los privilegios de nobleza, caso único en el Imperio Otomano que desconocía
títulos de nobleza hereditarios. Al dominio del bajá de Bosnia, los emperadores
turcos añadían sólo las tierras croatas arrebatadas a los cristianos, mientras
que las tierras no croatas iban anexadas a otras provincias del Imperio.
De esta época data el dualismo croata: por una parte
las tierras que, ante el debilitamiento de Hungría, se plegaron como ésta, pero
separadamente, a los Habsburgo, eligiendo al Archiduque Ferdinando en 1527 como
rey de Croacia, y por otra parte la Croacia musulmana, bajo el dominio turco,
pero gobernada por el bajá o el visir de Bosnia y luchando como vanguardia del
Islam. El trágico destino de Croacia fue que de un lado caían los croatas católicos
en defensa del Oeste como "antemurale Christianitatis", mientras que
por el bando contrario otros croatas, como "espada del Islam",
trataban de ampliar la zona del Emperador de Estambul. Y en estas luchas,
heroicas por cierto, pero altamente dañinas para la integridad del pueblo
croata, éste se desangraba perdiendo su autonomía y sus riquezas biológicas y
físicas.
Cuando en 1878 Austria recibió el mandato de ocupar
Bosnia, lo hizo por cierto con tropas croatas, pero no la incorporó al resto de
Croacia, sino que intentó mantenerla como provincia separada, bajo el dominio
austro húngaro, con lo cual perdió las últimas simpatías de Ios croatas por la
dinastía de los Habsburgo.
Hasta el año
1918, cuando concluyó la primera guerra mundial, Croacia seguía formando parte
del Imperio de los Habsburgo, pero con su integridad territorial gravemente
menoscabada por la Corte de Viena y su autonomía constantemente cercenada tanto
por el germanismo de Austria como también por el nacionalismo húngaro surgido
al despertar el siglo XIX. Con todo, hasta el final de esta larga unión y
pasando por todas las vicisitudes, Croacia achicada, truncada, empobrecida, con
su nobleza destruida y por ello políticamente debilitada en el viejo imperio
feudal donde sólo la nobleza, el clero y los comerciantes adinerados eran
considerados portadores del poder político, esta Croacia se mantuvo como reino
y siguió reivindicando sus derechos perdidos. Fue así que en esta constante
defensa, dividida tanto tiempo entre la católica Viena y la islámica Estambul,
O sea formó su personalidad histórica que ostenta en la actualidad: sumamente
tenaz en la defensa, apegada a sus derechos, conservadora tanto en su parte
católica como en su parte islámica, y con su pueblo profundamente arraigado al
terruño.
Estas características constitutivas del alma popular
croata, permearon su vida pública y las nuevas corrientes migratorias que se
iban asimilando en la etnia croata —no hay guerras sin migraciones y las
guerras habían sido un fenómeno constante en aquellas partes del mundo-
llegaron a conformar un pueblo indomable en su oposición a los que intentaban
doblegarlo, resistente a las presiones extranjeras, de grandes calidades
guerreras, pero poco adiestrado en el gobierno y aún menos en la diplomacia. Un
pueblo de curas y de guerreros, con intelectuales románticos, pero pocos
gobernantes realistas, y una masa campesina fiel pero explotada— para dar una
definición sucinta y sencilla. Como todas las definiciones que han de explicar
situaciones complejas, es inteligible pero no del todo exacta porque pasa por
encima de las excepciones tan importantes en la vida.
Este pueblo templado en la lucha por sus derechos
menoscabados, fue llevado en 1918 de una confederación vetusta, anacrónica,
injusta, pero conocida, a un nuevo Estado crudo, inculto, injusto y
desconocido.
El nuevo Reino de los Servios, Croatas y Eslovenos,
pese a las ilusiones filoeslavas que albergaba parte de los intelectuales croatas,
se mostró brutal y opresor igual como los húngaros antes, explotador Como lo
fueron los austriacos, pero falto de gracia y de modales culturales que a estos
les conferian los siglos de ejercicio del poder. Los servios resultaron la
decepción más grande en la historia croata: un pueblo hablando un idioma muy
parecido, campesino como el croata, relativamente pequeño pero que quería jugar
el papel de dueño de los demás pueblos formadores de un Estado supuestamente
común.
Es en este nuevo reino, rebautizado Reino de
Yugoslavia por Decreto Real al derogar el Rey la Constitución vigente, que el
despertar croata, iniciado en 1860 por el Dr. Ante Starčević y en lo
social en -1919 por Esteban Radić, recibió su sello revolucionario y
moderno, gracias a la brutalidad servia.
Este
pueblo histórico, con una gran experiencia en la vida compartida con otros
pueblos dentro de marcos estatales comunes, decidió definitivamente que, para
defender su identidad, sus valores, su pasado y sus sueños para el futuro,
necesitaba tener su propio Estado ya que todos, repetimos, todos los ensayos
anteriores habían fracasado y terminado con tragedias de distintos grados de
intensidad.
2
Si
en el mundo moderno, el Estado libre y democrático es el único marco político
que permite a un pueblo la conservación de sus valores específicos y la
transformación de los mismos en un programa de acción politica realista, cada
pueblo tiene el deber de conservar su Estado nacional si lo tiene o de
establecerlo o restablecerlo si no lo tiene o lo ha perdido.
Croacia representa, en su historia contemporánea, un
caso clínico de un pueblo cuya vida pública, política, económica y social, ha
sido varias veces truncada debido a la falta de su propio Estado. Ninguna forma
de Estado multinacional ha resultado adecuada para que el pueblo croata pudiera
desarrollarse como conjunto orgánico de hombres y mujeres libres.
En esto fracasó la forma tradicional, feudal,
formalmente cristiana, de los Habsburgo, como había fracasado una sociedad
igualmente conservadora, pero islámica, que mantenía en su poder la parte
croata que se llama Bosnia y donde los intentos desnacionalizadores de los
turcos en su etapa de decadencia provocaron la resistencia armada de los
musulmanes croatas.
Pero la Yugoslavia monárquica derechista, al igual
que la actual Yugoslavia republicana comunista, el centralismo rígido de los
reyes, al igual que el seudofederalismo de Tito, todas estas formas resultaron
ineptas para la modernización y democratización de la vida croata, dominada
casi siempre por minorías étnicas no croatas, privilegiadas por los dominadores
del momento y ayudadas en sus tareas por oportunistas que surgían entre los
mismos croatas. La hegemonía de los distintos pueblos dominadores —el
austríaco, el húngaro, el servio y, en la parte occidental, el italiano—cortaba
los brotes democráticos en la vida croata truncándolos y provocando una
oposición y un endurecimiento de posiciones en vez de un trabajo común para el
progreso del país.
En las postrimerías del siglo XIX, cuando en Europa central se
desarrollaba una gran transformación económica y social debido a los adelantos
técnicos, tales como la industrialización, los buques de vapor y los
ferrocarriles, las crisis resultantes de estos cambios fueron superadas en los
pueblos que vivían en sus propios Estados nacionales con medidas de sus propios
gobiernos. En los Estados multinacionales, estas medidas favorecían sólo a los
pueblos dominantes, tal como el austríaco y el húngaro en la Monarquía de los
Habsburgo.
En los demás, y por ello también en el pueblo croata, sometido a la
doble dominación germano-húngara, la industrialización provocó un terrible
éxódo de la población rural (campesinos, viñateros, pescadores y marineros)
totalmente desprotegida por las autoridades que hasta veían con agrado este
éxodo, en la esperanza no disimulada que el mismo permitiría colonizar las
comarcas así despobladas con elementos de los pueblos dominantes y formar así,
por un lado, un Estado austríaco alemán y, por el otro, un Estado húngaro
unificado, como se decía, desde los Cárpatos hasta el Mar
Adriático.
Las minas
de carbón y los frigoríficos estadounidenses, las comarcas meridionales de
Chile y parte de la zona de salitre del norte del mismo país, el Chaco
paraguayo y argentino, los bosques del Brasil y partes de la pampa húmeda
argentina, para mencionar sólo algunas regiones que se llenaron con estos
croatas desposeídos, hablan del fracaso de una administración considerada
civilizada, pero que aprovechaba su civilización para levantar palacios en Viena
y en Budapest a costilla de las lágrimas y el deterioro de la vida en las
regiones explotadas.
Además de
la explotación directa, la colonización interna fue la mejor prueba que, para
poder progresar en el mundo moderno, un pueblo debe tener su poder político
para encauzar lo económico y lo social. Esto vale con prescindencia del sistema
económico o modelo que se elija, ya que gobiernos supuestamente liberales, de
libre mercado, encauzaban la colonización de los elementos dominantes de modo
igual como lo hacían luego gobiernos dirigistas en la Yugoslavia realista y, en
mayor escala aún, el gobierno comunista que en cuarenta años duplicó o triplicó
el número de los croatas desarraigados en comparación con los que tuvieron que
dejar sus hogares en los tiempos austro-húngaros.
Frente a esta experiencia, que el pueblo croata
vivió en sólo cien o ciento veinte años. ¿de qué sirven las teorías de la
ventaja de cuerpos estatales más grandes? Se puede argumentar que cambiando de
régimen las políticas podrán mejorar. Pero si después de pasar una gama
completa de regímenes politicos, económicos y sociales, el resultado es siempre
idéntico, el éxodo del pueblo croata de su tierra hacia otras regiones donde,
naturalmente, ha de desaparecer como tal, no hay más teoría que valga.
Contra los planes y las teorías militan los hechos y
es la experiencia la que tiene la voz cantante. Ella demuestra con meridiana
claridad que en Estados multinacionales. siempre hay —y siempre habrá— un grupo
étnico dominante y que todas las palancas del poder serán usadas para
favorecerlo. Sean estos grupos ingleses respecto de los irlandeses, rusos
respecto de los ucranianos, armenios, georgianos o los distintos pueblos
bálticos, checos respecto de los eslovacos, o actualmente rumanos respecto de
los húngaros, como anteriormente lo fueron los húngaros respecto de los
rumanos, siempre vemos el mismo resultado y las mismas consecuencias. Sólo que
en el caso croata, la gama de combinaciones fue mayor, los ensayos más
numerosos y los resultados más nefastos que en los demás casos.
En sólo cuatro años de su
independencia nacional en los tiempos modernos, de 1941 a 1945, durante la
mayor conflagración bélica de los tiempos actuales, sin organización estatal
anteriormente establecida y con una guerra interna y ocupación tenuemente
encubierta, Croacia ha demostrado que el Estado Nacional más débil resulta más
favorable para los intereses del pueblo croata que la comunidad —federación o
confederación— más potente, ya que en sus cuatro años de vida, el Estado croata
pudo elevar la cultura y mejorar las relaciones sociales en mayor grado que
Yugoslavia lo hiciera durante sus 22 años de monarquía y sus 40 años como
república socialista.
3
Sin
su propio Estado Nacional, un pueblo no puede asegurar su futuro ni podrá
desarrollarse libremente según sus propios valores y en la realización de sus
propios intereses.
Esta es la única conclusión válida que podemos sacar
de la breve re-seña de la vida pública croata que hicimos.
Hablemos
primero de lo cultural y no de lo político y lo económico, porque es en lo
cultural que más luce eI alma de una comunidad que llamamos el pueblo.
¿Dónde se habrá visto que la cuestión de reglas
ortográficas sea un problema político, que ha de conmover a las autoridades y llevar
presos a los que tratan de normar las reglas ortográficas de su idioma? Lo
vemos en Yugoslavia, desde que se formó en 1918, y, después del breve lapso de
independencia nacional croata de 1941 al 1945, se restableció en su forma
comunista en mayo de 1945.
La ortografía es un conjunto de reglas
convencionales que permiten unificar la forma de escribir de un idioma. En
Francia, es la Academia Francesa, en España, la Real Academia Española, y en
otros países distintas instituciones más o menos representativas, las que
codifican estas rreglas. Sólo en Yugoslavia es el Gobierno del día que impone
las reglas ortográficas y sanciona a los filólogos que se atreven disentir de
la politica oficial.
Porque en Yugoslavia, se trata de moldear por fuerza
un solo pueblo, usando como material varias entidades nacionales ya formadas,
con sus valores culturales fijados y su expresión oral y escrita propias: Y
como es de esperar, esta unificación favorece a las expresiones del pueblo
domínante, en el caso de Yugoslavia del pueblo servio, cuyos valores han de
suplantar a los autóctonos en otras regiones culturales: la macedonia, la
eslovena y la croata.
Pero, como el parecido lingüístico entre el servio y
el croata es el más pronunciado y estos dos grupos étnicos tienen tradiciones
nacionales más enraizadas y más fuertes que los otros dos, la lucha por la
unificación se redujo a doblegar al pueblo croata para que la alcanzada unidad
nacional entre los servios y croatas permitiera la formación de un núcleo lo
suficientemente fuerte para destruir las particularidades de los otros grupos
étnicos que forman él Estado yugoslavo y asimilar con más facilidad las
minorías étnicas que viven en el marco de este Estado.
La
ortografía, que cambia constantemente desde que se ha formado el primer Estado
yugoslavo en 1918, en Yugoslavia no es nada más que un arma para la destrucción
de las conciencias nacionales propias y separadas de sus pueblos históricos,
una expresión tan ridícula que a los extranjeros les resulta poco inteligible.
Pero tratemos de entenderlo con un ejemplo similar. ¿Cómo se comportarían los
pueblos sudamericanos si en nombre de la unidad sudamericana se impusiera a
todos ellos el idioma del más fuerte, el brasileño, y se empezara, ante las
resistencias de los de habla hispana, a modificar la ortografía castellana para
ajustarla a la portuguesa? Lo mismo valdría si la situación se revirtiese a
favor del castellano con respecto al portugués o se impusiera, en nombre de la
unidad, un "portuñol" hablado por gente inculta ensalzándolo al
pedestal del idioma oficial. No deseo seguir desarrollando este ejemplo, porque
las analogías son siempre un arma de doble filo, aunque sirven para explicar
ciertos hechos poco inteligibles.
La cuestión idiomática, cuyo aspecto más visible era
la cuestión ortográfica, provocó fuertes reacciones croatas en la Yugoslavia
monárquica, donde la "unidad nacional" había sido proclamada como el
bien supremo. Provocó también violentas reacciones que hemos de lamentar en el
breve lapso de la independencia croata, que no tuvo tiempo de asentarse y
cicatrizar las heridas del pasado.
Es por ello que los comunistas, que luchaban en la
guerra contra el Estado croata y por el restablecimiento del Estado yugoslavo,
con un régimen comunista reemplazando al capitalismo primitivo que existía
antes, proclamaron la igualdad de los pueblos supuestamente hermanos y como
idiomas oficiales del país pusieron el servio, el croata, el esloveno y el
macedonio, admitiendo que el segundo y el tercero tuvieran su escritura latina
y el primero y el cuarto su escritura cirílica. Pero, pese a esta proclamación,
que constitucionalmente fue consagrada con la disposición que los textos
legales deberían publicarse en los cuatro idiomas oficiales, ya en el año 1956
volvió a forzarse la unificación del servio y el croata considerándolos como un
sólo idioma con dos variantes.
En la práctica, el ejército, los medios masivos de
comunicación, el partido único, la Liga de los Comunistas Yugoslavos, usaban
una "lingua franca" basada en el idioma servio tal como se habla en
la ciudad de Belgrado, destruyendo, con su famosa neohabla comunista, no sólo
el croata como expresión cultural de una nación, sino desvirtuando hasta el
servio que era el idioma que deseaban proteger y que de un idioma vigoroso y
claro se transformó en un "colage" de extranjerismos, barbarismos y
neologismos, que los campesinos servios difícilmente podrán reconocer como
propio. El afán de un pueblo en destruir los valores y las expresiones de otro
pueblo, a la larga se revierte en contra de los dominadores, los que
finalmente, al ganar, pierden también lo que tenían de valioso.
Si hemos visto que un régimen materialista
como es el comunista, confiere tanta importancia a destruir en nombre del lema
"fraternidad y unidad" todo lo que no era servio, ¿qué podemos
esperar del mismo en el campo económico y social que es su dominio preferido?
En cuarenta años, Yugoslavia que, como conjunto, era
un país con una agricultura y ganadería bien desarrolladas, exportadora de
granos y de carnes, se ha transformado en importadora neta de productos
alimenticios, lo que financian los Estados Unidos de América, en nombre de su
lucha contra el bloque soviético, y que ha provocado un éxodo de los campesinos
no sólo a la industria, cuyo rendimiento es ahora mucho más pobre que antes de
la guerra, sino como mano de obra barata para los países industriales del
occidente. En estas migraciones, el mayor porcentaje corresponde a los croatas,
cuya pesca marítima, agricultura, ganadería y minería se vieron destruidas, a
fin de quebrar su poderío económico y hacer el país más maleable para los
intentos unificadores yugoslavos, por una parte, y la estructuración del
comunismo, por la otra.
Un régimen comunista croata ciertamente no hubiera
resuelto todos los problemas políticos o económicos, porque ciertos errores son
inherentes al sistema comunista, como lo vemos en los demás países de Europa
Oriental. Pero tampoco hubiese exportado mano de obra barata y provocado la
destrucción sistemática de los bienes existentes como lo hizo Yugoslavia en las
comarcas croatas. Hubiera tratado de reforzar la economía socialista
tambaleante con aquellas ramas que en sí eran productivas y rendidoras, tal
como lo hizo el régimen comunista húngaro o lo tratan de hacer, con menos éxito,
el polaco y el rumano.
Un régimen comunista croata no hubiese destruido su
propio ejército por cuestiones étnicas y nacionales, sino hubiera tratado de
mantenerlo como baluarte de su defensa, contrariamente al régimen yugoslavo.
que usaba, por ejemplo, soldados de la minoría albanesa, junto con unidades
servias, para sofocar en 1971 el descontento popular en Croacia, y soldados
croatas mezclados con los servios, para aplastar el levantamiento de los
albaneses en la Provincia de Kosovo, en 1983 y 1984.
Un régimen que trata de reducir la autonomía
eslovena, colonizando otros grupos étnicos en un país hasta entonces
étnicamente puro y sin problemas raciales o étnicos, ya habla claramente qué es
lo que se puede esperar de Estados multinacionales. Nuevos problemas, más
graves y más insolubles, en vez de soluciones a los existentes:
*
* *
¿Hace
falta agregar más para explicar por qué los croatas desean independizarse? Creo
que de lo expuesto, resulta claro que los Estados multinacionales en los cuales
han vivido sólo les impidieron un desarrollo normal y en nombre de intereses
superiores, los llevaron de una dictadura a otra.
Dicho en
términos positivos: Los croatas desean independizarse para poder vivir
normalmente, como los demás pueblos, desarrollar sus propios valores, organizar
su propia vida y alcanzar, con el tiempo, un régimen político de libertad, una
economía racional y sin trabas, y un orden social justo, acorde con sus
intereses nacionales.
Ernesto Livačić Gazzano, Santiago, Chile
Es un
hecho reconocido, cierto hasta la evidencia, el gran aporte de los
descendientes croatas a la cultura en Chile, principalmente en la actividad
literaria. Y los hechos evidentes, de suyo, no necesitan ser demostrados. Pero,
cuando la comprobación llega por alguna vía, sobre todo si no se ha procurado
expresamente lograr tal confirmación, resulta bienvenida en alto grado.
Así
sucedió. en marzo de este año, con la Feria del Libro en el Estadio de la colectividad
en Santiago de Chile. Domingo Mihovilović, su entusiasta promotor y
organizador, imaginaba que concurrirían con sus libros unos treinta escritores
chilenos de procedencia dálmata. ¡Se alcanzó a un centenar! Había novelas,
poemarios, ensayos, obras dramáticas, tratados científicos, todo ello reunido
en menos de un mes de preparación.
El público
adquirió una notable cantidad de volúmenes y participó en diversos actos
realizados en el marco de la Feria, entre ellos dos conferencias: una de quien
escribe estas líneas, acerca de "Escritores magallánicos de origen
dálmata", y otra del Director de la Academia Chilena de la Lengua y Premio
Nacional de Literatura, Roque Esteban Scarpa, titulada "Algunos rasgos
eslavos en mi obra poética". En la primera de ellas, se aludió a la
"faz eslava" (expresión de Mateo Martinić) que, en los últimos
sesenta años, ha adquirido la Literatura Magallánica, por la contribución de
más de una cincuentena de inmigrantes y descendientes. Los nombres y la obra de
Luka Bonačić-Dorić, Roque Esteban Scarpa, Desenka
Vukasović, Mateo Martinić, Francisco Brzović, Nicolás
Mihovilović y Eugenio Mimica (actual Presidente de la Sociedad de
Escritores de Magallanes) merecieron particular comentario, ilustrado, en
algunos casos, con la lectura de pasajes selectos de sus escritos.
Hay
también una importante producción literaria de escritores de apellidos croatas
en la zona norte de Chile (región de Antofagasta), sobre la cual es de esperar
se presente una conferencia en una próxima Feria, ya que el amplio éxito de la
primera ha dejado la motivación de organizar periódicamente análogos
acontecimientos.
Los
escritores perduran a través del mensaje y de la belleza de sus libros, aun
después de que su estructura temporal ceda al paso del tiempo y a la visita de
la muerte. Por eso, su presencia prosigue viva, aun cuando lleguen al término
de sus días en esta tierra.
Queremos
rendir homenaje a tres escritores fallecidos en estos meses, quienes
concurrieron también con sus obras a la Feria que comentábamos.
Por los mismos días en que ésta se inauguraba, murió
Pepita Turina, magallánica de nacimiento, cuya vida transcurrió
principalmente en Valdivia y en Santiago. En su juventud escribió dos novelas y
una decena de cuentos, para convertirse más tarde en una ensayista, en una
cultora de la Literatura de ideas, a través de una estructura muy original: la
de los "multidiálogos", en los que desarrollaba temas de permanente
interés con apoyo en el pensamiento de filósofos y escritores de diferentes
culturas y épocas. Demostraba, así, la anchura de su saber y la vastedad de sus
inquietudes espirituales.
Autodidacta en su formación, se preocupó
permanentemente de nutrir su espíritu y de promover el pensamiento. Promovió
muchas actividades culturales, poniendo en todo lo que hacía una alta cuota de
sinceridad y de responsabilidad.
En ese marco, no olvidó la difusión de los
escritores de nuestra colectividad. En una antología que expresamente les
dedicó, publicó cuentos de seis de ellos: Francisco Brzović, Zlatko
Brnčić, Simón Eterović, Antonio Skármeta, Domingo Tessier
(Mihovilović) y ella misma.
En
síntesis, marcó una honda huella, que ojalá otros prosigan.
En junio nos dejó Vicente Borić Crnašija, a
quien la muerte visitó en Punta Arenas, ciudad a la que tan ligada estuvo su
familia, desde la llegada de sus padres desde Europa. Entre sus hermanos estuvo
don Vladimiro, el primer Obispo diocesano de la más austral ciudad del mundo.
Vicente
fue un hombre múltiple y, en medio de todas sus actividades, principalmente un
hombre bueno. Así lo destaca, muy merecidamente, la publicación "Male
Novine" en el homenaje que le dedica en su número de julio de 1986.
Fue educador, dirigente deportivo (muchos años,
Presidente del Club "Sokol") y animador de numerosas instituciones
sociales y de bien público.
Como escritor, debutó con un libro a la notable edad
de 77 años. Charlador ameno y chispeante, solía hacer gratas evocaciones de
muchas de las ricas experiencias de su vida. Amigos a quienes nos deleitaba con
sus relatos (Mateo Martinić, yo mismo) lo instamos reiteradamente a
escribirlos. Tras larga resistencia, lo hizo, inicialmente como colaboración a
los periódicos locales. Después fue más fácil dar el siguiente paso: su
compilación en forma de libro, que apareció en 1984, con el título de
"Puñado de recuerdos". con prólogo de Mateo Martinić
y con generoso mecenazgo de Jorge Matetić.
Saludé oportunamente la calidad de su obra en dos comentarios que le dediqué en "La Prensa Austral". Esa calidad se apreciará aún mejor en la medida en que, con él, se va también una época sin cuyo conocimiento se haría imposible seguir la real trayectoria histórica del pueblo magallánico, cuyas costumbres y rasgos de comienzos de siglo deja delineados con particular acierto.
Un mes más tarde, partió a la eternidad Nicolás
Mihovilović, también magallánico. Apenas unas semanas antes, la
Academia Chilena de la Lengua lo había distinguido como su Miembro
Correspondiente en la quinta Región, donde residió estos últimos años.
En el
número 72-73 de Studia Croatica dediqué una amplia reseña a su labor
narrativa, iniciada ya en la cincuentena de la vida, tras haber desempeñado
actividades comerciales, societarias, deportivas y políticas (fue Gobernador de
Tierra del Fuego entre 1946 y 1950).
Lo nuclear de su producción está constituido por una
trilogía de novelas de ambiente magallánico: la que, en marco urbano,
inmortaliza la acción del inmigrante dálmata; una segunda, ambientada en la
pampa, cuyo protagonista es el ovejero; finalmente, la novela del mar, cuyos
personajes son loberos, pobladores, pescadores, misioneros, aventureros, las
mil razones para ser navegante.
Por cierto, cabe destacar entre ellas, muy
señaladamente, la primera. Su elocuente título, "Desde lejos para
siempre", refleja muy bien su sentido, no otro que el de simbolizar
—tipificados en su propio padre— a los croatas venidos al sur de Chile,
fundidos luego en abigarrado crisol con otros ancestros y, en definitiva,
incorporados de modo indisoluble a la que ha pasado a ser su segunda Patria,
donde se prolongan a través de ya varias generaciones. Reeditado, ha pasado a
ser un libro clásico, y se anuncia su próxima traducción en Croacia, donde su
lectura, ciertamente, arrancará en el silencio muchas lágrimas emotivas.
Más
recientemente, Mihovilović había publicado "Estampas magallánicas.
Cuatro hombres de ayer y de siempre", en homenaje a algunas de las altas
cumbres que se destacan en la cordillera de forjadores del territorio austral
chileno y su grandeza. Entre ellos, está el Obispo Borić, de quien traza
un admirable retrato.
La prensa santiaguina, al dar cuenta de su
fallecimiento, informó que Mihovilović había dejado inédita una novela
intitulada "El retorno del Tehuelche". Sería un hermoso homenaje a su
labor el darla a luz.
Las cenizas de Nicolás volvieron en agosto a su
tierra natal. Los escritores magallánicos, en cortejo encabezado por su
Presidente, recorrieron con el ánfora las principales calles de la ciudad de
Punta Arenas, hasta dejar en el camposanto lo que de él quedó materialmente.
Pero su presencia seguirá viviente porque, como dice uno de los personajes de
su novela "En el último mar del mundo" —Juan, venido desde
Brač—, "yo hice esta casa para vivir en ella".
Santiago,
septiembre de 1986.
LA VISITA DEL GENERAL MIRANDA A CROACIA
Zdravko A. Sančević y Boris Široki, Caracas, Venezuela
En uno de
sus viajes por el Viejo Mundo, Miranda visita la República de Dubrovnik, entre
el 1° y el 23 de abril de 1786, pequeño reducto y baluarte de la Croacia libre
e independiente del siglo XVIII. En el segundo tomo del Archivo del General
Miranda, Viajes y Diarios, está descrita detalladamente su estadía de 23
días en Croacia.[1]
Aun cuando
hay ciertos indicios de que ha habido contactos entre Venezuela y Croacia con
anterioridad a la visita de Miranda en 1786, este viaje de Miranda es el primer
lazo documentado entre las dos naciones. Por esto los venezolanos de origen
croata consideran el bicentenario de la visita de Miranda a Croacia también
como bicentenario de las relaciones entre las dos naciones.
En la
literatura publicada sobre los viajes de Miranda por el Viejo Continente, los
autores dedican mucha atención a su estadía en Holanda, Alemania, Austria,
Hungría, Turquía y Suecia, por tratarse de estados o imperios poderosos de
aquel tiempo. o a su estadía en Italia y Grecia por tratarse de cunas de las
civilizaciones clásicas griega y romana, aun cuando en aquel tiempo la primera
era un mosaico de pequeños estados mientras la segunda estaba bajo el dominio
de los turcos otomanos. Los insignes estudiosos de Miranda han considerado un
tanto extraña e inexplicable la insistencia del Precursor en visitar la pequeña
república independiente croata de Dubrovnik (Raguza)[2]
En sus viajes Miranda revela
multiplicidad de intereses: avidez por conocer importantes monumentos
("iglesias, museos, conventos, bibliotecas, colegios, fábricas y ruinas
históricas"),[3] así como
costumbres de pueblos y naciones, ideas políticas, tipos de gobierno, artes militares
y "chichisveo de la vida social, que consiste en los galanteos a las
mujeres casadas".[4]
Podemos decir que el diario de Miranda, escrito durante los 23 días de su
estadía en la ciudad y alrededores de Dubrovnik, refleja todos estos intereses
en menor o mayor grado, pero uno en especial que es sin duda el que lo impulsó
a visitar la diminuta república independiente de Dubrovnik: su estructura
estatal y su organización republicana.
Describiendo su viaje de
Viena a Trieste, Miranda menciona en su conversación con el cónsul de
Inglaterra en Trieste, Nathaniel Green, el 9 de noviembre de 1785, su interés
en buscar una embarcación que lo llevará inmediatamente para Dubrovnik
(Raguza). Una embarcación acababa de partir y "...no havia ninguna pronta para
el parage donde lo solicitaba... lo que me hizo resolver de pasará Venecia á
buscarla; ó sino seguir primero el Viage de la Ytalia...".[5]
Al encontrarse el mismo día en Trieste con el capitán Simpson, un inglés al
servicio de los monarcas de Habsburgo, éste le dio "...varias noticias
relativas á la Grecia, ruinas del Palacio de Domiciniano, y Amphiteatro
de Spalatro en Dalmacia & c..." .[6]
Lo anterior demuestra claramente que la intención de Miranda era de viajar
primero a Croacia, Grecia y Turquía y de visitar a Italia en otra ocasión.
Simpson le informa sobre el "Palacio de Domiciniano y Amphiteatro de
Spalatro" que están en su ruta a Dubrovnik. La información suministrada no
es enteramente correcta sobre estos dos monumentos importantes de Croacia, ya
que se trata obviamente de los muy bien conservados monumentos romanos; Palacio
del emperador Diocleciano en Split (Spalato/Spalatro) y Anfiteatro de Pula
(Pola) en las costas de la península de Istria.
Al no
encontrar la comunicación conveniente y directa tampoco desde Venecia hacia la
costa croata, Grecia y Turquía, Miranda sigue su viaje por Italia: Bolonia,
Verona, Viterbo, Mantua, Parma, Modena, Florencia, Pisa, Livorno, Roma y
Nápoles. Cruza luego la bota italiana y los Apeninos llegando el 20 de marzo de
1786 a Barletta en la costa occidental del Mar Adriático. Aquí, una vez más,
está "...solicitando embarcación para pasár a Raguza" y descubre
"...que no la havia hasta el principio del mes próx. que partiría la Regia,
ó Correo, que lleva todo los meses las cartas de Nápoles, para
Raguza, y Constantinopla" .[7]
Después de
nueve días de espera, mal acomodado, critica esta parte de Italia, se
entretiene leyendo las obras del barón de Tott sobre los turcos y tártaros, y
la de Guys sobre Grecia. Logra embarcarse el 30 de marzo en una pequeña barca
para cruzar el Mar Adriático dirigiéndose a Dubrovnik. El 1° de abril al
anochecer divisa, "... las rocosas costas de Dalmacia; que aridez por
todas partes!... ".[8]
El deseo de Miranda en
salir de una vez de Trieste para Dubrovnik, dejando el viaje por Italia para
otra oportunidad, sus notas sobre el Palacio de Diocleciano en Split y el
anfiteatro romano en Pula, luego su travesía del Mar Adriático en una minúscula
barca hasta las costas meridionales croatas de la República de Dubrovnik,
demuestran que tenía un interés especial en conocerla y muy particularmente a
su antiguo centro cultural, la capital de la pequeña república independiente:
Dubrovnik. Seguramente no le era desconocido el ejemplar ordenamiento del
gobierno republicano de Dubrovnik, ya que llevaba cartas de recomendación para
el conde Toma Basiljević (Tomaso Bassegli)[9].
Son interesantes sus
primeras impresiones al observar el paisaje cárstico de la costa croata
("...que aridez por todas partes!...") y las lujosas vestimentas de
los habitantes croatas de las islas Eláfitas ("...que escandalo
verdaderamente el vér tanta mugér de oficiales de arar, y de simples marineros
con peinados, Polbos, Cofias, sintas, galones y quanto luxo es posible de
imaginarse en medio de la Pobreza, y la escazéz!... ".[10]
Aun cuando Miranda no identificó
la isla de las mujeres lujosamente vestidas, seguramente debe haberse tratado
de Šipan, Lopud o Koločep, islas ubicadas en la cercanía de Dubrovnik, ya
que luego de asistir los tripulantes a la misa dominical, demoraron muy poco
tiempo para llegar a tierra firme. Es probable que la isla en cuestión haya
sido Lopud, que se encuentra a 14 km de Dubrovnik, cuyos habitantes se
dedicaban a la navegación y que posee un vistoso convento franciscano en el
puerto. La crítica de Miranda al mencionar las vestimentas de las isleñas que
asistían a misa se debe, probablemente, a sus actitudes clericales y al hecho
de no poder encontrar explicación lógica al contraste entre la aridez de
paisaje rocoso calcáreo del litoral y el bienestar de sus habitantes. Estos
comentarios que-darán ampliamente rectificados después de conocer más de cerca
a los croatas de Dubrovnik y sus alrededores, expresándose de esta manera:
"...viven con comodidad y luxo en medio de estas rocas — véase aquí las
ventajas de un gobierno republicano... ".[11]
Después de desembarcar, Miranda
busca a Tomás Basiljević (Tomasso Basegli), un aristócrata de ideas
revolucionarias para quien llevaba una de las cartas de recomendación. Aun
cuando no lo encuentra por haber éste viajado a Viena, es característico que en
primer lugar desea verlo a él, porque Toma Basiljević (1756-1806)
"... es un erudito. Tomando como modelo a los partidarios de la ilustración
y los enciclopedistas franceses, itatianos y alemanes, quería
reformar la constitución de la República de Dubrovnik, para permitir la
continuación de su progreso económico y cultural y para que Dubrovnik se
convirtiera en el núcleo alrededor del cual, con la ayuda francesa, se formaría
una Croacia reunificada, una 'República Ilírica' (véase el mapa de Croacia en
tiempos de la visita de Miranda). Varios manuscritos y obras publicadas de
Basiljević se encuentran en el Archivo de Estado de Dubrovnik y en la
Biblioteca Nacional Universitaria de Zagreb. Su obra máxima es `Plan de réforme
de la Constitution de la République de Raguze".[12]
Miranda encuentra la República de Durobnik
recuperada económicamente desde la mitad del siglo XVII, después del gran terremoto
que sufrió, y antes de una nueva y difícil situación creada en 1797. Esta
última fue consecuencia de los cambios políticos ocurridos en la cuenca del Mar
Adriático a raíz de la conflagración bélica entre las potencias europeas. La
República de Dubrovnik experimenta un período de decadencia física de su
aristocracia, que queda reducida a una veintena de familias apenas. Esta
nobleza seguía aferrada a la antigua constitución republicana y vivía en gran
parte de sus posesiones de tierras, de los cargos gubernamentales y en menor
grado del comercio y navegación. Los cambios sociales se caracterizan por las
conquistas cada vez más relevantes de ciudadanos comunes en la vida económica
de la república, llegando a dominar casi en su totalidad el comercio marítimo.
A pesar de su creciente poder económico, esta clase social estaba contenta con
su rol y no tenía aspiraciones políticas, ni era partidaria de cambios en la
administración republicana aristocrática. La nobleza, sin embargo, al seguir
extinguiéndose sus antiguas estirpes, recurría periódicamente a la
incorporación y asimilación en su seno de las más distinguidas familias
plebeyas. La dependencia de los nobles de sus posesiones de tierras ejercía sin
embargo presión sobre el campesinado, del cual se exigía hasta 3 meses de su
renta laboral anual.
La vida cultural de la
República de Dubrovnik en los tiempos de la visita de Miranda era muy activa,
pero estaba lejos de la cúspide de creatividad literaria del siglo anterior
(Ivan Gundulić, Ivan Bunić-Vučić, Junije Palmotić).
Dubrovnik es la cuna de la literatura croata renacentista, de contrarreforma y
barroca, que florecieron en el litoral adriático, y por eso le dieron el nombre
de "Atenas Croata". El nuevo espíritu de la ilustración penetra y se
propaga en las vísperas de la Revolución Francesa, quedando afectada por las
nuevas ideas también la nobleza, como lo demuestra el caso de Toma
Basiljević. En estos tiempos se inician las luchas de fracción entre los
grupos de nobles ideológicamente antagónicos: entre los
"salamanqueses" y los "sorboneses", entre los Francezi (los
francófilos) y los Tudeski (los austrófilos) .8
De lo anterior se desprende
el por qué Miranda, como prócer y propulsor del nuevo espíritu de los enciclopedistas
franceses, trata de relacionarse con sus coetáneos y correligionarios
ideológicos como Toma Basiljević. Existe además entre los dos un cierto
paralelismo en sus ideas emancipadoras. Mientras Miranda sueña y planifica la
independencia de la América Hispana, Toma Basiljević sueña y planifica una
Croacia reunificada, para ese entonces repartida en su gran parte entre
Austria, Venezia y Turquía, eucourranaose maependiente y libre tan sólo el
minúsculo territorio de la República de Dubrovnik.
La acogida y las atenciones
que Miranda recibió durante los veintitrés días que estuvo en Croacia, tanto
por parte del padre de Toma Basiljević, el conde Jakobica (Jacobo)
Basiljević, como por lo mejor de la nobleza de Dubrovnik: los Rojnić
(Roini), los Ranjina (Ragnina), los Sorkočević (Sorgo), los
Natalić (Natali), los Rastić (Resti), los Durdević (Georgi) y
los Gučetić (Gozze), conquistan a Miranda. Para él, Jakobica
Basiljević era un "hombre atentísimo... que me acogió con sumo agrado
y procuró quanto lo necesitara ... me tuvo spre. compa. hasta el mismo muelle
[de despedida], con la afección de un hijo propio".[13]
La esposa de Toma era para Miranda "sujeto amabilisimo". Tanto el
conde Miho Rojnić como Jakobica Basiljević lo acompañan enseñándole
los monumentos de Dubrovnik. Miranda visita al senador conde Frano Ranjina,
propietario del barco con el cual Miranda siguió el viaje, cuya
"generosidad y política ...me ofreció toda [la nave] a mi disposición de
una manera más obligante».[14]
En casa de los Sorkočević "...pasó la noche en compañía de
aquella familia y alguna otra nobleza del País en sociedad..."' y en la
bellísima casa de veraneo de los Sorkočević en Gruž le brindaron un
almuerzo los Rojnić.
El coronel
Pere Natalić "...que fue en servicio de Russia me entretuvo con
descripciones de aquel País". Lo visita Kersto Bašić
"... Consul de esta Republica que vá á Torea, y me ofreció su Compa y
cuantos servicios estuviesen en su poder ... bonisimo hombre...".[15]
Del 7 al 22 de abril, acosado con males de cabeza Miranda tuvo
"...ratos de alivio en compañía de amabilissima familia de Bassegli
[Basiljević], y de su hija la Contessina Gozze [Gučetić],
y de sus amigas Mada Resti [Rastić], Georgi (Durdević] & c
que formavan un sirculo bello y amable".[16]
A pesar de su notable anti-clericalismo, Miranda recibe del "buen
guardian" del convento franciscano invitación a tomar café y considera
que el convento y la iglesia de Jesuitas "su arquitectura,
distribución. y Librería indican el conosimiento, y el mejor gusto de aquella gente...".[17]
Todos estos comentarios de Miranda
favorables a los croatas que conoció durante su visita al litoral adriático
contrastan un tanto con las frecuentes críticas y censuras expresadas, en
ocasión de sus viajes por algunos otros países. En Croacia, Miranda no dice ni
una sola palabra de censura sobre las costumbres e higiene y no menciona para
nada el fanatismo religioso o la falta de instrucción y cultura que siempre
merecieron su máxima atención.
Miranda visitó los
monumentos arquitectónicos de Dubrovnik y sus alrededores: iglesias, palacios,
conventos, bibliotecas, acueducto, arsenal de naves mercantes en Gruž, murallas
y fortificaciones, Cavtat con las ruinas del antiguo Epidauro. De los monjes
Benedictinos consigue la información económica y política de la república,
concluyendo que "... esta república paga al gran señor[18]
cada tres años 28.000 pesos fs cuio tributo si se considera como un
equivalente a los privilegios que goza en los puertos turcos es mas bien una
Estipulación de comersio que otra cosa — el numero de sus embarcaciones
mercantes aún no llega á 200 y con todo eso viven con comodidad y luxo en medio
de estas rocas — Vease aquí las ventajas de un govierno republicano...".[19]
Con estas conclusiones Miranda rinde tributo a la diminuta república
croata de Dubrovnik y a su sistema de gobierno, aun cuando, probablemente, no
estaba de acuerdo con todos los aspectos de su régimen conservador y
aristocrático. Miranda deja Dubrovnik satisfecho y agradecido a sus anfitriones
en esta pequeña república marítima, último reducto de libertad y
constitucionalidad, atrapado entre las grandes potencias que dominan el resto
de Croacia.
Para los países de América
Latina y en particular para Venezuela, esta visita de Miranda a Dubrovnik puede
considerarse como el inicio de las relaciones con Croacia, para la fecha, ya
bicentenarias. Mientras que los sueños emancipadores de Miranda sobre la
independencia de los países hispanoamericanos empiezan a realizarse 25 años
después de su visita a Croacia, y son completados por los Libertadores Bolívar
y San Martín después del deceso de Miranda, para los croatas el camino de
independencia siguió siendo hasta hoy día tortuoso y lleno de obstáculos.
Napoleón acabó en 1808 con
los cinco siglos de independencia de la República de Dubrovnik instituyendo las
"Provincias Ilíricas" (1809-1814), que es el primer intento de
reunificación de Croacia después de su disgregación y repartición entre Turquía
y Venecia en los siglos XV y XVI. Alrededor de Ios restos el reino autónomo de
Croacia dentro de la monarquía de los Habsburgo, empieza en el siglo pasado la
lenta amalgama de las diferentes partes de Croacia. Hoy día el territorio
étnico e histórico de la nación croata está dividido entre las repúblicas
socialistas (autónomas) de Croacia y de Bosnia-Hercegovina dentro de la
federación sureslava. Croacia, sin embargo, no ha logrado todavía su
independencia como la logró Venezuela y la América Latina de Miranda, hace ya
175 años. Los esfuerzos y los sacrificios de Miranda, luchador abnegado y
persistente en pro de los ideales de libertad, de los derechos del hombre y del
derecho de autodeterminación de los pueblos, siguen siendo ejemplo de
inspiración para todas las naciones que añoran la independencia.
Estos ideales y principios de Miranda son recordados
por los venezolanos de origen croata y por los croatas libres y democráticos
esparcidos por el mundo en el bicentenario de la visita de Miranda a Croacia.
Son recordados sus largos años de emigrante y desterrado y su texto de
juramento para los iniciados: "Luchar por la independencia con la vida
y bienes; no reconocer en América otro gobierno que aquel que sea elegido por
la libre voluntad de los pueblos, dentro del sistema republicano ... "
Ivo Kisić, Caracas, Venezuela
Durante su
peregrinar por el Viejo Mundo, en las postrimerías del siglo XVIII, el entonces
coronel Francisco de Miranda mostró mucho interés por visitar la pequeña
República de Dubrovnik (Ragusa), enclavada en la costa oriental del Mar
Adriático.
Aparentemente,
lo que despertó en mayor grado su interés fue el sistema de gobierno de la
República de Ragusa y su capacidad de mantenerse neutral e independiente
durante siglos en medio de continuas guerras y conflictos, y pese a estar
rodeada de poderosos y codiciosos vecinos. Si bien es cierto que en esa época
había en Europa otros estados, regidos por el sistema republicano de gobierno,
tales como Suiza y las repúblicas "marinaras" de Venezia y Génova, no
cabe duda que la República de Dubrovnik constituía un caso peculiar, digno de
atención y estudio por parte de un hombre como Miranda.
La ciudad
de Dubrovnik fue fundada en el año 614 por los sobrevivientes de la vecina
ciudad romana de Epidaurus, que había sido destruida por las hordas de Avaros y
eslavos. En su nuevo asentamiento los pobladores romanos e ilirios fueron
asimilados paulatinamente por los croatas, que a mediados del siglo VII había
terminado de ocupar el territorio actual de Croacia, de tal manera que para
fines del siglo XIII en Dubrovnik ya no quedaban vestigios de la población
autóctona.
Primero
bajo la soberanía del Bizancio (hasta 1204) y luego bajo la soberanía ducal
veneciana (hasta 1358), Dubrovnik se desarrolla gracias a la tesonera labor de
sus hombres de mar, constructores, artesanos y comerciantes, llegando a
adquirir con el tiempo el carácter de una potencia mercantil y marítima.
Durante los siglos XVI y XVII su esplendor alcanza el auge, siendo su flota
mercante una de las más grandes del Mediterráneo en esa época. A partir de 1358
la ciudad-estado de Dubrovnik elige a sus príncipes y obispos sin intervención
foránea, y su insignia blanca con la efigie de San Blas. protector de la ciudad
desde el año 972, se hace presente en todos los puertos del mundo conocido
hasta entonces. Sin embargo. Por la evidente necesidad de lograr protección
contra sus enemigos, entre los cuales Venecia ocupa el primer lugar, Dubrovnik
reconoce la soberanía, de carácter más bien simbólico, de los reyes de Croacia y
Hungría, por lo que a partir de 1358 su territorio queda incorporado
jurídicamente al Reino de y Dalmacia. Este lazo permanecerá vigente en el
tiempo y se extinguira, pero solo de facto, al ocupar los turcos la mayor parte
del territorio croata a consecuencia de su victorioso avance y las batallas
como la de Mohács (1526) en la que pierde la vida el rey Luis II.
A partir de este momento. la República de Dubrovnik
goza de independencia total. Acepta sólo ciertas injerencias simbólicas del imperio
otomano y paga al Sultán un tributo anual que es más bien el precio de la paz y
de la garantía de libre comercio y circulación de ciudadanos
"raguseos" por los dominios de Turquía. Este "modus vivendi"
con el poderoso vecino otomano, que nunca llegó a amenazar seriamente la
independencia del pequeño estado, permanecerá en vigor por más de cuatro
siglos, lo que permitirá a Dubrovnik establecer colonias mercantiles y
factorías en puertos y ciudades bajo dominio turco. tener allí sus iglesias,
así como representaciones consulares y diplomáticas. A pesar del intenso
comercio con Ios "infieles" musulmanes, la República de Dubrovnik
siguió comerciando con el mundo cristiano y ni siquiera las guerras, que la
Santa Liga (Austria, España, Venecia y el Papa) emprendió contra Turquía en la
segunda mitad del siglo XVI. impidieron que sus barcos mercantes siguieran
surcando las aguas a lo largo y ancho del Mar Mediterráneo.
La libertad y la paz, fruto de la sabia conducción
política de los gobernantes "raguseos", trajeron la riqueza y
prosperidad a la pequeña república de San Blas, y, tal como nos enseña la
historia, a la sombra de la abundancia florecieron las artes. Favorecida por la
estabilidad política, por la influencia de las letras italianas, y en general por
los frecuentes contactos de la nobleza "ragusea" con las fuentes de
inspiración del arte renacentista la lengua vernácula tuvo un desarrollo
extraordinario, convirtiéndose Dubrovnik en cuna de la literatura croata. por
lo que con razón recibió el nombre de "Atenas croata". Artistas
nativos y extranjeros, sobre todo italianos, dejaron en la ciudad obras de arte
valiosísimas, muchas de las cuales se perdieron a causa del desvastador
terremoto, y posterior incendio, que estremeció a la ciudad en 1667. Dubrovnik
quedó prácticamente en ruinas y más de la mitad de sus habitantes pereció bajo
los escombros.
No sólo florecieron las artes en
Dubrovnik. También, junto con el excepcional desarrollo cultural, la ciudad fue
siendo dotada de obras públicas e instituciones civilizadoras, tales como el
sistema de cloacas (fines del siglo XIII), la cuarentena (1272), una de las
primeras que se estableció en Europa, los servicios médicos (1302), la farmacia
(1317), el asilo de ancianos (1347), el orfanato (1432) y el acueducto (1436).
Esta evidente preocupación por el bienestar de la ciudadanía no era más que el
reflejo del espíritu humanitario y respeto por la dignidad del hombre que
abrigaban. los aristócratas 'raguseos'. No debe extrañarnos, por lo
tanto, el hecho de que mucho antes del descubrimiento de América, la República
de Dubrovnik ya había prohibido (Ley del año 1416) el comercio y transporte de
esclavos, tanto en su territorio corno en sus barcos, haciendo de esta forma
honor a la leyenda "Libertas" que adornaba su insignia.
En cuanto a las normas de gobierno, los
"raguseos" las establecieron en base a un profúndo conocimiento del
hombre. Sabiendo que el poder corrompe a los hombres, y que un poder ilimitado
lleva a los hombres a una corrupción total, trataron siempre de perfeccionar al
máximo los mecanismos de vigilancia y restricción del poder. No querian que
ningún ciudadano hiciese méritos suficientes como para que la República quedara
en deuda con él, pero no permitían tampoco que nadie le quedase debiendo. Asimismo
no exigían a nadie que hiciese más de lo que era su deber, pero tampoco eximían
a nadie de cumplir con el suyo propio. Gracias a esta filosofía, que sabios
aristócratas supieron aplicar con éxito durante siglos, ejerciendo las
funciones públicas "con precisión de un farmacéutico'' —según las palabras
de un historiador, Dubrovnik nunca conoció el terror de un tirano ni el
fanatismo de los rebeldes, y su historia carece de relatos sobre héroes,
traidores, mártires o prevaricadores. Respecto a esto, un estudioso observa que
"el estudio de la historia de Dubrovnik resulta aburrido para los alumnos,
porque los sucesos históricos allí relatados no están relacionados con ningún
personaje histórico importante", pero advierte que "¡Pobre de aquel
país, sobre todo si es pequefio, cuya historia no es aburrida!". En
Dubrovnik perderiamos inútilmente el tiempo buscando monumentos, erigidos en
honor a gobernantes o políticos distinguidos. En toda la historia de la
República sólo un hombre mereció ese honor: Miho Pracat (1522-1607), insigne
marino y comerciante, ejemplo de perseverancia, de origen plebeyo, que dejó su
enorme fortuna a la ciudad y cuyo monumento fue colocado en el patio del
Palacio del Príncipe ("Kneževski dvor").
La ley básica de la República de
Ragusa data de 1272, año en que fue aprobada por una Asamblea Popular. Se trata
del Liber statutorum civitatis Ragusii, que consta de ocho tomos y cuyo
ejemplar más antiguo (del siglo XIV) se conserva en el Archivo de la Ciudad. A
partir de 1394 dejan de celebrarse las Asambleas Populares, a las que acudía
toda la ciudadanía, y se instaura un rígido orden aristocrático. El Consejo
Mayor ("Veliko vijeće"), que cuenta con más de cien miembros, es
el depositario de la Constitución ("Statut") y el garante del régimen
aristócrata, y por lo tanto legisla y elige a los demás órganos y funcionarios
más importantes de la República. El Consejo Menor ("Malo vijeće")
ejerce las funciones de gobierno propiamente dichas, pero es en el Senado ("Vijeće
umoljenih") donde se toman las decisiones de mayor
trascendencia. El Príncipe ("Knez") es el brazo ejecutivo de la
República, pero sólo por el período de un mes. Sabia medida, porque se trata de
un lapso demasiado corto para poder alcanzar la gloria, y a la vez no suficientemente
largo para poder cometer errores irreparables. Con el fin de vigilar mejor y
restringir aún más su poder, durante esos treinta días al Principe no le es
permitido abandonar sus aposentos, ubicados en el Palacio del Príncipe, donde
reside sin familiares ni allegados, y recibe únicamente informaciones atinentes
estrictamente a los asuntos del estado. De este amdo se evitaba la posibilidad
de que sus decisiones pudiesen ser influenciadas por intereses ajenos a los de
la República. Tal era el celo y la obsesión de que los intereses particulares
pudieran interferir con los del estado, que se había considerado oportuno
esculpir en la entrada de la Sala del Consejo, en el Palacio del Príncipe, la
siguiente exhortación en latín "Obliti privatorum publica curate"
(Olvidando los intereses particulares ¡cuidad de los asuntos del estado!).
La
delicada situación geopolítica de la República de Dubrovnik exigía no sólo una
política exterior atinada por parte del gobierno de la ciudad, sino también un
cuerpo de funcionarios debidamente instruidos y de gran ingenio personal para
poder llevar exitosamente a cabo esa política. Por este motivo los diplomáticos
'raguseos' merecieron siempre la mayor atención de parte de las autoridades
máximas de la República. Al designar a un diplomático para una determinada
misión, se le convocaba con el fin de entregarle las instrucciones pertinentes,
pero en esa reunión él ni siquiera tenía derecho de palabra. Tenía que
limitarse a escuchar, y sus familiares o allegados, aún cuando fuesen miembros
del gobierno, no podían asistir a la reunión. Pese a la estricta jerarquía
establecida por el régimen aristocrático en la ciudad-estado, el diplomático
—escogido sin excepción entre los miembros de la nobleza— era acompañado
siempre por un plebeyo, que ejercía las funciones de contable-tesorero, y al
regreso de la misión tenía que rendir cuenta hasta el último "perper"
(unidad monetaria de Dubrovnik) gastado.
En materia
judicial había cierta igualdad porque, aún cuando todos los jueces eran
miembros de la nobleza, los plebeyos podían acudir a los tribunales en demanda
de justicia, y de hecho en muchas oportunidades les ganaban el pleito a los
aristócratas. No cabe duda que, de acuerdo a los parámetros de nuestros días,
el régimen de la República de Ragusa no era del todo justo y democrático, pero
se puede afirmar que era excepcional para esa época, sobre todo si se toma en
consideración el hecho que la pequeña República se encontraba rodeada por
regímenes caracterizados por la esclavitud y el fanatismo religioso, y donde
—en medio de incesantes guerras— reinaba la barbarie generalizada.
Han pasado
doscientos años desde aquel entonces y el pueblo croata aún gime bajo la
despiadada tiranía del opresor, añorando aquella LIBERTAD que uno de sus más
insignes poetas, Ivan Gundulić (1589-1638), ensalzó durante la época
dorada de su nativa Dubrovnik con estos inmortales versos:
!Oh
libertad bella, querida y dulce!
la
esencia de todos los tesoros,
obsequio
eres del Supremo Dios,
fuente
única de toda nuestra gloria,
singular
adorno de esta Dubrava,
toda
la plata, todo el oro, las vidas humanas todas,
no
pueden ser recompensa
por tu pulcrísima belleza!
Mladen Beg, Caracas, Venezuela
Entre los viajes
de Miranda, ocupa un lugar destacado su visita a Dubruvnik (Ragusa), en aquel
entonces una república independiente en la costa oriental del Adriático.
Miranda,
espíritu lleno de nuevas ideas que se propagaban en la Europa de finales del
siglo XVIII, no podía dejar de visitar Dubrovnik, ciudad-estado famosa desde la
Edad Media, tanto por su opulencia e influencia comercial como por la forma en
que prosperaban en ellas las ideas liberales, pese al gran terremoto de 1667
que señaló el comienzo de su declinación política y económica y pese
también a que su forma de gobierno era la de una república aristocrática.
No nos
debe extrañar, por lo tanto, que el Precursor haya encontrado espíritus afines
entre los miembros de las familias raguseas de los Basiljević (Bassegli),
Rojnić (Roini). Sorkočević (Sorgo), Ranjina (Ragnina), etc. Lo
realmente lamentable es que no haya podido encontrarse con Toma Basiljević
para quien traía la primera carta de presentación y que, sin duda, era la persona
más destacada en Dubrovnik desde el punto de vista cultural en aquel tiempo.
Pero,
veamos de qué clase de persona se trataba. Toma Basiljević (1756-1806)
provenía de una antigua familia, de cuya ascendencia tenemos noticias a partir
de 1314. Sus antepasados se han destacado en todos los campos del quehacer
humano, tanto en Dubrovnik como en el exterior. Se sabe que un antepasado suyo,
de nombre Basilio, había salido de Sevilla hacia el Perú en 1537, con una flota
comercial, presumiblemente de su propiedad. Toma se educó en el Collegium de
Dubrovnik con el latinista A. Perić, y posteriormente desempeñó diversas
funciones públicas, tales como Camarlengo y miembro del Consejo Mayor. Por
recomendación del naturalista e itineratista italiano A. Fortis, estudió
también derecho en Berna (Suiza) y Gottingen (Alemania), y aprendió varios
idiomas. Sin embargo, su mayor atención la dedicó a las ciencias naturales y a
las corrientes filosóficas de su tiempo.
Por ese
tiempo estableció contacto con el célebre físico Volta, el mineralogista polaco
G. Razoumowsky, M. Cesarotti, E. C. Turu, J. S. Ith, J. S. Wyttenbach, etc.,
quienes tuvieron influencia en su formación. Fue miembro de varias Sociedades
de Ciencias y viajó por Suiza, Italia, Alemania, Bohemia y Austria. Fue
recibido por Federico El Grande en Berlín y por el Emperador José II en Viena.
En esta última ciudad, el naturalista Ignacio Von Born lo introdujo en los
círculos josefinos, partidarios de las ideas del emperador austríaco. En Viena
se casa con la hija de Von Born, precisamente en el tiempo en que Miranda
visitaba Dubrovnik. Los siguientes años los pasó entre Dubrovnik, Nápoles y
Viena. Como partidario de la Revolución Francesa, en la que el propio Miranda
jugaría un papel destacado, se muestra muy activo en la propagación de ideas
liberales en Dubrovnik.
La última
actuación pública de Toma Basiljević fue en mayo de 1803 (falleció dos
meses después), cuando se entrevistó con el general francés Lauriston con el
fin de impedir la caída de la República de Dubrovnik, en lo que no tuvo éxito.
Con la "conquista" de la pequeña República, Napoleón dio término a la
ocupación de las regiones croatas, que no estaban bajo dominio turco,
constituyendo con ellas las Provincias Ilíricas y encargando de su gobierno al
célebre mariscal Marmont. En todo caso, la caída de Dubrovnik se debió a
la Paz de Presburgo, que Napoleón impuso al Imperio Austríaco después de la
batalla de Austerlitz. De esta forma el Corso no sólo obtuvo el control del
Mediterráneo oriental, sino también de los "Confines Militares"; el
principal distrito militar del Imperio, pues de estas tierras croatas se
reclutaban los mejores soldados del ejército austríaco.
La mayor
parte de la obra de Basiljević quedó inédita. Primero, las guerras de
aquel tiempo impidieron la publicación de sus obras, y luego, el absolutismo
austríaco, al que se oponía precisamente Basiljević, hizo imposible su
edición. En esas obras y dentro del espíritu romántico de la época,
Basiljević aboga por los sectores populares, considerando, de acuerdo con
los fisiócratas, que los agricultores son los primeros ciudadanos de una
república. Además de Filles de Garderobe, Filies de Chambre, Discours sur
l'utilité publique, Des causes de la pauverté et de la medicité dans notre pays
et des moyens d'y remédier y Avantages pour la France, dejó
inconclusa su obra más importante: Plan de Reforme de la Constitution de la
République de Ragusa. Además de formular una constitución según el modelo
revolucionario francés, Basiljević plantea la creación de la República de
Iliria, que abarcaría la mayor parte de los territorios habitados por croatas y
cuyo centro sería precisamente Dubrovnik. Como producto típico del siglo de las
luces, Basiljević representa la avanzada de la ilustración en Europa
sudoriental, y fue sin duda eso lo que llamó la atención a Miranda.
Jacobica Basiljević, padre de Toma, introduce a
Miranda en los salones de su esposa Kata Apolonija Sorkočević de
Basiljević, de su hija Desa (Terezija, 1759-1804), y de la condesa
Sorkočević. ¿Cómo era la vida social en los salones de las familias
aristocráticas de Dubrovnik en aquella época? El más destacado era el salón de
la "Contessina Gozze", como Miranda llama a Desa de
Gučetić, esposa del conde Baldo. Ella era una mujer muy culta y
mantenía una intensa correspondencia con el sabio italiano Alberto Fortis. En
los archivos de las familias Basiljević y Bizzarro todavía se conservan 49
cartas de Fortis a Desa, correspondientes al período 1780-1787, de las cuales
22 fueron publicadas por Muljačić[20].
Sería interesante saber si Desa describe la visita de Miranda en alguna
de ellas.
Josip
Bersa, en su interesante obra sobre Dubrovnik[21]
describe
estos salones y las reuniones sociales de aquel tiempo. La recitación de
poesías y ejecución de obras teatrales, o la lectura de creaciones literarias
en croata, latín e italiano eran interrumpidas por discusiones, debates,
conversaciones, lecturas de epigramas o adivinanzas, repaso de acontecimientos
del día o juego de barajas.
Las
reuniones se efectuaban de noche en la "kamara od posjeda" (salón de
visitas), sin la cual no se podía concebir una casa culta de Dubrovnik.
"Tenía que ser atractivamente cómoda, apta para la conversación y
diversión en la cual —como si fuera un terreno neutral— convergían tan
diferentes caracteres, puntos de vista y principios. Un alto lukijenar
(lucerna, alto candelabro de aceite) con tres llamas, hecho de bronce amarillo
—orgullo de toda ama de casa— reunía alrededor de el los distinguidos
visitantes."[22].
En la casa
de Desa la "kamara od posjeda" tenía muebles y decoraciones hechas
con exquisito gusto. El mismo Bersa describe así una "kamara"[23]:
"... su atractivo provenía de la nobleza de la forma y de
los materiales, escogidos con el más refinado gusto... para mencionar el salón
de Mara Matova Natalić. Las paredes eran cubiertas con el bellísimo
damasco rojo, en un rincón hacia la puerta principal se encontraba un gran
canapé, cuya madera era pintada en oro y blanco, mientras alrededor había un
gran número de poltronas cómodas que concordaban en su forma con el canapé;
unos grandes floreros de Sévres se reflejaban en. los viejos
espejos. En un ambiente señorial como el descrito se preparaban todos los
inviernos por lo menos dos fiestas, a las cuales concurrían todos los
ciudadanos que se distinguían por su espíritu o linaje. Durante estas fiestas
se abrían a la concurrencia también otros locales ricamente amoblados. También
se producían famosos 'cuadros vivos' sobre un pequeño escenario. Por fin venía
el baile."[24]
No sabemos
si Miranda asistió a alguna de estas fiestas, pero sí sabemos que se sentía a
gusto en los salones y reuniones de las señoras Basiljević,
Gučetić y Sorkočević.
Sirva la
presente reseña como homenaje, en ocasión del bicentenario de la visita
mirandina, tanto al Precursor como a aquellos hombres y mujeres que hicieron
agradable su estadía en Dubrovnik, un faro de la cultura croata en el
Mediterráneo.
LITERATURA
Y REFERENCIAS
referentes
a las colaboraciones sobre Miranda
1. Crisanti,
Angel, Indice del Archivo del Gral. Miranda, Caracas, 1928.
2. Crisanti.
Angel, Miranda y la Emperatriz Catalina la Grande, Caracas,
1928.
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del General Miranda, Viajes, Diaries, Tomo II, Editorial
Sur-América, Caracas, 1929, págs. 7, 108-110.
4. Nucete
Sardi, José, Prólogo, Archivo del General Miranda, Tomo I, Editorial
Sur-América, Caracas, 1929.
5. Dávila,
Vicente, Introducción, Torno II, Archivo del General Miranda, Viajes,
Diarios 1785-1787, Editorial Sur-América, Caracas, 1929.
6. Horvat,
Josip, 1000 godina hrvatske kulture (Mil años de cultura croata), 14
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(Instituto bibliográfico-editorial croata), Zagreb, 1910-1945.
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Dubrovnik, 1800-1880), Matica (Ateneo) Croata, Zagreb, 1941.
9. Grisanti,
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10.
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12.
Studia Croatica, Revista
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13.
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leksikon (Léxico Biográfico Croata), Instituto lexicográfico, Zagreb, 1983.
40.
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Precursor. Personajes Ilustres de Venezuela, Ediciones Edime,
Caracas-Madrid, s.a.
Mateo Martinić B., Punta Arenas, Chile
Al concluir el año 1918, los inmigrantes dálmata-croatas de Magallanes
y en particular quienes ejercían el liderazgo intelectual sobre la comunidad,
tenían motivos sobrados para sentirse satisfechos. La conclusión del sangriento
conflicto bélico europeo había acarreado el fin del principal obstáculo
histórico del nacionalismo croata, la monarquía de los Habsburgo, y con ello el
desmoronamiento del imperio austrohúngaro, que por siglos había sojuzgado a los
pueblos eslavos del centro y del sur de Europa. Luego, la proclamación de la
efímera restauración del antiguo estado nacional (29 de octubre) y por fin la
unión con Servia, que hizo posible el surgimiento del Reino de los Servios,
Croatas y Eslovenos, cara aspiración original del ilirismo romántico (19 de
diciembre).
La satisfacción era justificada, por cierto, pues durante dos décadas
los inmigrantes arribados a la Patagonia chilena se habían esforzado hasta
conseguir regionalmente la afirmación del hondo sentimiento de individulidad
nacional, contribuyendo además, como tantos otros grupos de la diáspora croata,
a la lucha por la liberación de los pueblos sojuzgados y por la unificación
política de los territorios dominados por Austria-Hungría[25].
Todo permitía suponer entonces que la comunidad formada por los
inmigrantes, o, a lo menos sus conductores intelectuales que tan destacado
papel habían cumplido en el reciente pasado en la formación y orientación de la
opinión mayoritaria, pasarían a seguir con no menor interés y preocupación los
sucesos que habrían de darse en el nuevo estado multinacional en el que —es
menester destacarlo— habrían de verse realizados en su totalidad los viejos
ideales y aspiraciones croatas sobre la base del cumplimiento honorable de lo
pactado en Corfú en 1917[26].
Sin embargo, nada de ello ocurrió. Por el contrario, un progresivo
sopor cognoscitivo respecto de los acontecimientos que habrían de sobrevenir en
la antigua patria, o, si se prefiere, un indiferentismo cómplice, haría
que pasaran ignorados virtualmente, si no desfigurados, sucesos trascendentes que
agitarían a la Croacia de la postguerra y que tendrían su origen en el
desconocimiento factual del solemne compromiso mencionado, en cuanto decía con
el status de igualdad de los croatas en el nuevo estado —cláusula esencial— y
que pasaría a ser genéricamente conocido como la "Cuestión Croata".
Este artículo busca explicar el por qué de semejante
sinrazón, como fuera la del olvido de la vieja causa por parte del liderazgo
croata magallánico, y la consiguiente indiferencia de la gran masa inmigrante.
En primer término está el hecho determinante de ser
el nuevo estado yugoslavo la continuación virtual del Reino de Servia, que
había estado en el bando de los vencedores de la Gran Guerra Europea, sin olvidar
que ante el mundo el mismo había aparecido como la primera víctima del
atropello que daría origen al conflicto. Las simpatías internacionales,
partiendo por aquéllas de los países que habían integrado el pacto de la
Entente, estaban pues por el nuevo estado cuya personificación exclusiva para
el exterior estaba
dada por la dinastía Karageorgević y los políticos servios.
Estas simpatías pudieron llevar a ignorar o a
subvalorar los acontecimientos derivados de la acomodación inicial de las
distintas nacionalidades en el seno del nuevo estado (máxime sí, como en el
caso de los croatas, éstos habían estado forzados a combatir por las potencias
centrales); y aun a excusar con indulgencia las acciones de progresivo
ordenamiento desarrolladas por el gobierno real de Belgrado, que pasaron a
entenderse como legítimas y de su exclusiva incumbencia.
Esto hubo de significar que la resistencia croata a
las medidas discriminatorias y hegemónicas granservias de Belgrado, que se hizo
sentir ya durante 1919, fuera tratada con sordina por las agencias
internacionales de noticias y, por consecuencia, llegaran retaceadas y
desleídas a los distinto: diarios locales, única fuente de información popular
de la época.
Así, en Chile —en Magallanes en especial— no se supo
en profundidad sobre la emergencia del partido Campesino Croata, cuyo
carismático líder Esteban Radić, enarbolaba la bandera de los derechos
históricos y de las aspiraciones justicieras de su pueblo, atropellados por el
granservismo en acción. Menos todavía se supe sobre la declaración del 2 de
febrero de 1919 producida en una asamblea nacional partidaria, por la que se
proclamó el derecho a la creación de una futura república de Croacia y la
consiguiente incorporación de esta aspiración en la plataforma política del
movimiento. Tampoco se supo sobre el desconocimiento que se hiciera de la
legitimidad dinástica de los Karageorgević, lo que llevó a Radić a la
cárcel. Estos acontecimientos y otros sucesos sobrevinientes internos con los
que culminaría una agitada década fueron desconocidos o simplemente ignorados
por la gran masa de los inmigrantes croatas en el mundo.
En segundo
lugar, ha de consignarse la habilidad con que se manejó desde un comienzo la
diplomacia del nuevo estado yugoslavo, al conseguir la afirmación de la adhesión de
personalidades de la migración mediante homenajes publicitados y la distribución generosa de distinciones. Los
casos abundan y para el chileno es suficientemente ejemplarizador el de Pascual
Baburizza, riquísimo inmigrante croata que recibiera especial reconocimiento
del gobierno real por su contribución a la causa yugoslavista durante el
periodo de la Gran Guerra. En el caso de Magallanes tuvo lugar la designación
de Cónsul del gobierno de Belgrado, amén de ulteriores honores, en la persona
de Vicente Kusanović, acaudalado empresario ganadero. A su tiempo, en
1920, Jorge Jordan y el doctor Mateo Bencur, principales dirigentes del
croatismo local, recibieron la condecoración de San Sava, que les hiciera
llegar el Príncipe Regente Alejandro.
Estos personajes, así doblemente comprometidos, contribuyeron de
variada manera a difundir una imagen apropiada y conveniente de un nuevo estado
democrático y justo, que buscaba la felicidad de sus pueblos bajo la conducción
de su soberano Karageorgević. Pedro I, cuya figura merced a la propaganda
había adquirido ribetes de heroicidad legendaria.
En tercer término y en grado de especial importancia estuvo la
sensibilizadora cuestión de las pretensiones italianas sobre las tierras
croatas de Istria y Dalmacia, asunto que tocó hondamente en el sentimiento
patriótico de los inmigrantes. Esta cuestión fue asimismo manejada con
habilidad por los agentes del gobierno real, consiguiéndose concentrar la
preocupación externa sobre ese aspecto, con olvido de otros que agitaban a la
nación croata dentro de los limites del nuevo estado yugoslavo. Así el absurdo
irredentismo italiano favoreció sin quererlo, a lo menos en el exterior, el
proceso consolidador del granservismo de Belgrado.
En efecto, la delicada situación que pasó a vivirse entre Italia y el
Reino de los Servios, Croatas y Eslovenos a raíz de las pretensiones
expansionistas de aquella sobre históricas tierras croatas y eslovenas, tanto
sirvió al gobierno real internamente, como y más todavía le aprovechó externamente
para concitar el apoyo patriótico de los súbditos y de la migración en favor de
su justa postura de defensa territorial. Es en este contexto que debe
entenderse la organización de la entidad Jugoslavenska Matica i Jadranska
Straža (Madre Patria Yugoslava y Guardia del Adriático) nacida al promediar
los años 20.
Tan oportuna circunstancia sirvió para ocultar otros sucesos de signo
no menos ominoso para la convivencia interna que se daban en el seno del nuevo
estado. Tales, la proclamación de la Constitución del Reino de los Servios,
Croatas y Eslovenos (1923), de cuyo articulado habían quedado excluidos toda
disposición de carácter federalista y otros principios que debían garantizar el
autogobierno y la igualdad entre las nacionalidades, según lo acordado en
Corfú; y la creciente oposición de croatas y eslovenos, principalmente, al
indisimulado hegemonismo servio, que llevó a un elevado grado de inestabilidad
y aún de ingobernabilidad a la precaria mancomunidad plurinacional.
Pero más allá de estas razones que pueden estimarse como circunstanciales,
es preciso considerar otra, de evidente mayor fuerza: un yugoslavismo integral
de la dirigencia croata de Punta Arenas, en todo semejante al profesado por la
del resto de Chile y aún de otros países. Ello explicaría para la posteridad el
fervor casi fanático con que se asumió la nueva identidad nacional
(multinacional) yugoslava.
Para
procurar entenderlo, es preciso tener presente una situación histórica que hubo
de afectar originalmente el sentimiento de unidad nacional de los croatas en
Dalmacia. Esta antigua provincia, cuna del estado medieval croata y sede de sus
gobernantes, se vio separada de las otras componentes del viejo reino (Croacia
propiamente dicha, Eslavonia y Bosnia) por
causa de los avatares que se sucedieron en los Balkanes y centro-sur de Europa
durante los siglos XII al XVIII. De tal manera, setecientos años después de la
extinción de la dinastía real nacional, las tierras dálmatas pasaban del poder
secular de Venecia al transitorio de la Francia napoleónica y luego del imperio
austríaco, en tanto que las antiguas tierras de Croacia interior y Eslavonia
permanecían bajo el dominio húngaro, y Bosnia sufría aun el yugo otomano.
Los dálmatas pudieron así perder o sentir disminuida
su antigua identidad nacional croata y pasaron a sentirse únicamente como
tales.
La hábil política del gobierno real de Viena se
empeñó durante el largo siglo de dominio austríaco en mantener y profundizar
esa división histórica, no sin provocar como reacción el surgimiento del viejo
nacionalismo bajo la forma romántica del ilirismo, primero, y del croatismo
después. Así las cosas, qué podía extrañar al fin que la gran masa de los
inmigrantes, cuyos miembros habían nacido bajo tales circunstancias históricas,
se sintiera poco o nada vinculada con el pueblo hermano croata que vivía bajo
la férula húngara pugnando por recuperar su autonomía.
En la nueva realidad política de 1918 pues, hubo de
parecer más lógico que se asumiera, por algunos conscientemente y por muchos de
manera inconsciente, la recién creada identidad nacional yugoslava.
Es en este
contexto de consideraciones que se procura encontrar explicación para la
contradictoria actitud que asumieron después de 1918 los líderes croatas de
Magallanes, en particular de quienes como conductores intelectuales habían
expresado con claridad su pensamiento a través de escritos y discursos.
Uno de
éstos, Lucas Bonacić Dorić, pensador y escritor infatigable, que en
1914 había defendido como posible el régimen federal para la nación croata en
el seno de un núcleo heterogéneo como
era el imperio austro-húngaro, mantuvo un incomprensible silencio durante los
años en que el legítimo autonomismo croata propugnaba el federalismo como
alternativa viable y constructiva
de convivencia entre pueblos de común raíz étnica, y de
mantenimiento de la unidad pactada sobre bases de justicia, equidad y
democracia.
Nada en
efecto hemos podido registrar en cuidadoso rastreo en los diarios de buena parte de los años 20.
Sorprende en verdad comprobar cómo mentes y plumas tan activas y prolíficas
otrora en la defensa del nacionalismo croata avasallado por el poder
austro-magiar, se mantuvieron quietas ante las nuevas circunstancias políticas
internas del estado yugoslavo, que configuraban una nueva y más amarga forma de
opresión para la patria croata. Más que silencio de estupor, aquella quietud
tenía sesgos de complicidad.
Podría conjeturarse ante lo que ocurría entre croatas y servios, que
si el liderazgo intelectual de la diáspora croata hubiese reaccionado con
firmeza ante el gobierno real de Belgrado, tal vez las circunstancias se
habrían dado en distinta forma de lo que históricamente se ha
conocido.
Ese prolongado silencio de la conducción intelectual croata de Punta
Arenas, recién vino a romperse en 1928. No podía ser de otro modo, dados los
dolorosos acontecimientos que culminaron el 8 de agosto con la muerte del gran
líder Esteban Radić, a consecuencia de las heridas sufridas en el atentado
en su contra, producido en la Dieta (Parlamento) de Belgrado el aciago 20 de
junio, circunstancia trágica que agravó la crisis politica llevándola a un
punto de no retorno.
El 10 de agosto de ese año el
prestigiado diario "El Magallanes", propiedad de los hermanos Pedro y
Mateo Hrdalo, publicaba un artículo sin firma en homenaje a Radić, en el
que en parte se expresaba:
La muerte del Jefe del partido de los campesinos croatas, Esteban
Radić, pondrá sobre el tapete de las cuestiones de más o menos
trascendencia internacional que apasionan al mundo, nuevamente de actualidad la
tragedia del Parlamento yugoslavo, de la cual viene a ser una de las víctimas.
No es de extrañar que las cuestiones que motivaron la ostensible
oposición entre croatas y serbios en el parlamento de Belgrado fueran motivo
por parte de los primeros de una tenacidad e insistencia tales, que en muchos
casos llegaran al punto de provocar situaciones de violencia.
La causa que ellos defendían era de tal vitalidad para el
mantenimiento de la unidad propia de la región, que a partir de la terminación
de la guerra vino a incorporarse a un reino antes menguado, como el de Serbia,
y a robustecer. de manera considerable su nacionalidad, que forzosamente debían
provocar en el parlamento del nuevo reino situaciones críticas puesto que de no
insistir en el reconocimiento de su valor como región que asumía todos los
caracteres de una verdadera nacionalidad habrían contribuido a prolongar un
estado de cosas que colocaba a los croatas en una situación inferior a la que
tuvieron que soportar, y contra la cual lucharon con un tesón
admirable durante la dominación de Hungría.
El abanderado, el leader de ese
movimiento que puede con toda propiedad llamarse de reivindicación era el señor
Esteban Radić, persona que unía a su vastísima ilustración las cualidades
de un político cuya actitud en el escenario de los acontecimientos lo hacía
aparecer antes que como político,
como a un verdadero apóstol.
Porque Radić personificaba a
los croatas que, si bien se proclamaban hermanos de los servios cuando se encontraban
bajo la dominación de Hungría y eran entonces los partidarios más decididos de
la unión de todos los pueblos yugoslavos (eslavos meridionales), eran y son
adversarios del gobierno de Belgrado y de los servios en general, desde que fue
realizado su ideal, su unión política con sus hermanos de raza. Es que los
croatas poseían cierta autonomía bajo la dominación húngara, aunque sostenían
que el gobierno de Budapest no respetaba suficientemente sus derechos, y desde
que se organizó el nuevo centro se empeñaban los gobernantes de Belgrado en
establecer un régimen centralizado. Los croatas se resistían, por otra parte, a
su incorporación lisa y llana a un país balcánico, más adelantado que los
servios, que hasta hace poco más de medio siglo eran vasallos del sultán de
Turquía[27].
Lo transcripto conforma una
síntesis cabal ajustada al sentido nacional. a la historia y a la realidad
política que a la sazón vivía el pueblo croata. Ello lleva a pensar que si en
la redacción del artículo no intervino una mano auténticamente croata, hubo
cuando menos una inspiración iluminadora que hizo posible ilustrar a los
lectores de ese origen sobre la verdad de lo que venía aconteciendo en el
interior del estado yugoslavo.
El 14 de diciembre de 1928 se
enteraba el primer decenio del Reino de los Servios, Croatas y Eslovenos, de
tan agitada vida. Fue en tal oportunidad que Lucas Bonacić abandonó su
silencio, para referirse a la efemérides.
Lo hizo en un extenso artículo, que inició recordando que la unión yugoslava había tenido principio en la Asamblea Nacional y en el Sabor Croata. Luego de evocar aspectos de la patriótica lucha anterior a 1918, Bonacić pasaba a ocuparse del punto más candente, como era la divergencia croata-servia, y lo hacía poniéndose claramente del lado croata:
Hoy el pueblo yugoeslavo atraviesa
por una aguda crisis interna, por sus trascendentales consecuencias, cuyo
estandarte se halla precisamente: por los que más contribuyeron contra la
tiranía que contra ellos se habíts' ensañado, los croatas, los serbios y los
eslovenos de la fenecida monarquía dual; la parte occidental del pueblo
yugoeslavo, encabezada por Zagreb, centro intelectual y moral de las
actividades literarias, artísticas y de cultura del yugoeslavismo, que aboga
por la reforma constitucional, en la descentralización legislativa y
administrativa y sostiene una razonable política en la conducción de las
relaciones internacionales, en contra de la absorbente y centralizadora
hegemonía serbia (subrayado por el autor).
El pueblo y la prensa occidentalista
yugoeslava, con una unanimidad jamás vista, exenta de todo particularismo a
interés egoísta yen favor de la comunidad patriótica, sostiene esta campaña de
salvación pública; llegando hasta retirar a sus representantes ante la
Skupština, hasta que no se llegue a la coordinación de los intereses
nacionales, en cuyo fragor de las pasiones, pues no hay lucha sin pasión,
tuvimos que lamentar los acontecimientos del 20 de Junio en el Parlamento
Yugoeslavo, donde se sostenía una nutrida campaña opositora en pro de la
reforma constitucional y una política defensiva internacional en defensa de las
costas yugoeslavas y la frontera occidental y en contra de penetraciones
extrañas, mediante tratados internacionales privilegiados.
La
política sostenida por los occidentalistas yugoeslavos contra el centralismo
oriental (subrayado por el autor), es tradicional y
clásica en la vida histórica de los croatas.
(...) La
lucha, empeñada, si conmueve y halaga nuestros sentimientos, no nos alarma,
porque la misma es saludable y se asomaba desde los primeros días de la
restauración de la independencia. Un pueblo que durante siglos ha sido
tiranizado y que gemía bajo el más negro despotismo, tenía necesariamente que
extraviarse parcialmente en sus sentimientos nacionales, subyugado como se
hallaba bajo tantas administraciones, sostenido únicamente por la añoranza en
la libertad.
Luego de tan expresiva defensa, el articulista
buscaba explicar la causa
de tan seria disconformidad y justificada resistencia, y lo hacía estimando que
las bases constitucionales del nuevo estado eran frágiles y deleznables, elaboradas
al calor del entusiasmo y la sorpresa de la libertad, cuyos fulgores
habían confundido a los administradores y legisladores.
Es esta
una curiosa explicación por parte de quien, líneas atrás, reconocía
paladinamente la existencia de una hegemonía servia absorbente y
centralizadora, y del centralismo oriental, únicos responsables en verdad del
estado de cosas que
tanto se lamentaba.
Tras nuevas disquisiciones sobre la imperfección de
la organización constitucional yugoslava y sobre la acción política
consecuente, discurría Bonacić esperanzado en la reacción del alma
nacional que concentrada y reflejada en sí misma busca el concordante
equilibrio de sus instituciones políticas, para concluir:
El lento y edificante proceso que se está
verificando en el seno del pueblo yugoeslavo, será de saludables efectos;
proceso por el que han pasado otras nacionalidades, en el que el pueblo
yugoeslavo no ha podido hacer excepción a la fatalidad de la regla[28].
Sería, con
todas las
reservas que nos merece parte del contenido, una defensa final y efímera del
autonomismo croata, cual una concesión a sus antiguos postulados, porque dos
años después —golpe de estado del Rey Alejandro de por medio—, Bonacić se
rendiría definitivamente al integralismo yugoslavo.
En
efecto, así escribió el 19 de diciembre de 1930, en un artículo
laudatorio que justificaba el proceder real:
En un lapso de tiempo relativamente corto en la vida de las naciones,
los yugoeslavos han alcanzado el más alto exponente de perfectibilidad en su
constitución nacional. Este sentimiento profundamente arraigado en las
costumbres y fusionado en el alma yugoeslava, fue consagrado y sancionado por
el Rey Alejandro, príncipe de dinastía nacional, quien abrogándose poderes
excepcionales, aconsejado por el espíritu de los tiempos y los movinlentos
sociales disolventes del continente europeo, proclamó la unidad nacional, bajo
la denominación de Reino de Yugoeslavia. Con este sabio gesto de rey y
soberano, fueron abolidos todos los nombres regionalistas, idea acariciada por
los grandes pensadores o idealistas yugoeslavos de todos los siglos. Fue un
sueño hecho realidad, en que la nacionalidad tornó a la fuente de sus primeros
orígenes.
Con este acto patriótico quedaron anuladas todas las mezquindades y
parcialismos provincialistas (subrayado
por el autor), sublimizándose el nombre yugoeslavo, fuente originaria de la nacionalidad,
principio que fuera corrompido por tiranías seculares y por dominaciones
extrañas bajo cuyo yugo el cuerpo nacional se hallaba fragmentado y humillado
en sus sentimientos.
Bajo el régimen de la desnacionalización y la descentralización de los
Habsburgos —para no hablar más que de la época moderna— los yugoeslavos se
hallaban divididos en siete u ocho administraciones distintas, con el fin de
mantener la división y fomentar el distanciamiento entre los eslavos del sur[29].
Duele, ciertamente, leer de quien antaño defendiera con calor y
elocuencia el particularismo nacional croata y el derecho inalineable a su
auto-gobierno, la novedosa y peyorativa descripción de tan cato concepto, ahora
"mezquino y parcial provincialismo". Y ello apenas a dos años de
haberse pronunciado abiertamente contra el centralismo oriental y la
absorbente y centralizadora hegemonía serbia[30].
Curiosa, amén de contradictoria la actitud de este intelectual que,
como otros contemporáneos, parecía haber sacrificado en el altar del
yugoslavismo el milenario anhelo de autoafirmación nacional de su patria
croata.
Otro articulista de aquellos días, Vicente Palarić, calificaría a
su turno el afán autonomista croata como propio de políticos envenenados (...) en desenfrenado
capricho de mantener el antagonismo
entre los servios, croatas y eslovenos, apreciando como prudentes y atinadas
las medidas puestas en práctica por
el inteligente y patriota rey Alejandro para dar fin al caos interno[31].
En medio
de ese confusionismo yugoslavista deliberadamente creado. se iban abandonando
lentamente las antiguas y queridas conmemoraciones con las que la inmigración
croata magallánica se había preciado de expresar su patriotismo, para celebrar
las más recientes de ajeno origen, según instrucciones de los agentes del
gobierno real[32].
A estas alturas del tiempo interesa conocer cuál era el pensamiento,
si lo había en verdad, sobre tan trascendente materia en el seno de la
comunidad de los inmigrantes dálmatas de Punta Arenas.
De
partida, es menester señalar que para entonces la principal forma de informarse
que aquélla tenía era la prensa, pues la radiotelefonía na habria de alcanzar
una difusión masiva sino hasta entrados los años 30. Pero la prensa en esa
época era leída en muy pocos hogares de inmigrantes, bien porque no se leía el
español o porque simplemente no existía la costumbre de comprar diarios o
periódicos. De allí que la eficacia informativa de los mismos, en cuanto a
extensión en el ambiente social medio y popular fuera más bien escasa.
Quedaba
así, como otra fuente de noticias, la sociabilidad, entendida como concurrencia
habitual al Jugoslavenski Dom (el antiguo Hogar Croata),
que en 1923 había cambiado su denominación original; o al Club Dálmata (antiguo
Club Austriaco). Allí podían obtenerse noticias de variada data sobre lo que
acontecía en la patria lejana y comentarse además Ios diferentes sucesos. Pero
quienes concurrían regular u ocasionalmente eran, asimismo, escasos, teniendo
en cuenta el gran número de inmigrantes radicados. De tal manera. descontando a
una gran mayoría que no se interesaba más que por sus asuntos cotidianos,
familiares, personales o laborales, y apenas si tenía alguna preocupación por
materias de interés local o regional.
únicamente una proporción exigua de la inmigración dálmata hacia 1930
podía tenerse como informada sobre los acontecimientos de Yugoslavia.
Todavía más, de esta reducida cantidad. un sector afín o partícipe de
las actividades del Club Dálmata, era de netas simpatías croatistas, por su
antiservismo anterior a 1918, con lo que de tal modo veía cumplirse sus aprensiones. Con lo que venía a quedar una
porción ínfima de informados, quienes en su mayoría eran yugoslavistas
declarados, tanto por convicción como por influjo del liderazgo intelectual que
tenía vigencia en las entidades societarias.
Entre éstos, se aceptaba y cultivaba la imagen de Alejandro
Karageorgević como la de un monarca bueno y justo, que sólo quería la
concordia en el seno de su país, empeñado, además, en afianzar la unidad
nacional y en fomentar el proceso del reino amenazados, así se afirmaba, por
algunos políticos localistas de viejo cuño. Esta imagen, de cualquier modo, se
difundiría pasivamente y ayudaría más tarde a comprender el sentimiento de
simpatía y de dolor con que se recibió el asesinato del rey en octubre de 1934.
Mayor posibilidad de información habría podido darse naturalmente con
la aparición en junio de 1932 del periódico Jugosloven
u Čile (El Yugoslavo en Chile),
pero no ocurrió así. Este órgano de difusión fundado por Bonacić, no se
ocupó de tan trascendente materia como era la situación de los derechos
nacionales croatas en el estado yugoslavo, sino en forma indirecta, al
referirse de manera dura y despectiva a cuantos en la Argentina principalmente,
y también en Chile, aunque sólo de modo ocasional, propugnaban el separatismo
de Croacia como consecuencia de la amarga experiencia vivida a contar de 1919 [33].
De lo expuesto cabe concluir que la reducida información que pudo divulgarse
localmente en Punta Arenas, estuvo destinada a reafirmar el sentimiento
devotamente yugoslavista que paulatinamente iba e iría asumiendo la masa
inmigrante.
Intérprete cabal de ese sentimiento fue Mirko J. Jordan, hijo del
antiguo y prestigioso dirigente croata, al afirmar, justificando como buena la
por otros censurada política real, a propósito, de la cuestión croata:
Debían hacerse desaparecer por todos los medios posibles las
diferencias relativamente pequeñas, pero hondamente arraigadas, que los siglas
de vida separada habían producido en los pueblos de sangre hermana recién
unidos, enrielar el desarrollo de la cultura nacional por un solo sendero, exclarecer (sic) la visión torpe de los
elementos inconscientes del interés supremo de la nación, cuyos prejuicios
—nefasta consecuencia de la separación secular— podían llevarlos a servir el
egoísmo de algunos grupos disolventes, obstaculizando ahí el progreso de la
obra unificadora, en breve, había que nivelar, no sólo social y económicamente,
tarea de por sí tan dificil en los tiempos que corren, sino también y
principalmente del punto de vista político. A estas grandes finalidades
tendieron todos los esfuerzos que el malogrado Rey Alejandro desplegara con
admirable tino y coraje, apoyado en la lealtad y cooperación que le brindaron
todos sus súbditos de valer, sin distinción de origen, ideología política,
clase, cultura ni religión[34].
Por entonces y yendo más lejos todavía, en asombroso
esfuerzo dialéctico, Lucas Bonacić agregaría:
Mientras que unos ansiaban asentar la constitución del estado, sobre
la base de un centralismo sólido, unitario y homogéneo, con el fin de
neutralizar tendencias de determinadas políticas internacionales, en contra de
la integridad del estado yugoeslavo, otros tienden a contrariar este principio.
Perdiéndose en cohesión y unidad del Estado, en obsequio de la democracia,
opinan por un sistema de descentralización gubernativa y legislativa, de base
federalista, con una dilatada autonomía de las diversas regiones o provincias
del país. Esta política se deriva de cierta autonomía restringida que poseían
dichas regiones antes de la unificación, que, además de poseer sus
representantes en los parlamentos de Viena y Budapest, poseían sus dietas
provinciales, mientras que Croacia y Eslavonia, tenían en Zagreb,
un parlamento propio, con
una amplia y completa autonomía. No debe olvidarse que estas autonomías
aparentes, y que sólo existían sobre el papel sufrían continuos atentados de
parte del poder central. Las dietas provinciales no eran instrumentos del poder
y en las que se fomentaban y anidaban luchas nacionalistas, que con tanto
acierto se manejaban en tiempo de los Habsburgo.[35]
Esta
acomodaticia argumentación, que no resiste el menor análisis, pone de
manifiesto el esfuerzo del articulista para hallar bondad en lo que no tenía
justificación alguna. Pero aunque inconsistente y falso, el discurso no dejaba
de influir de alguna manera en el seno de la comunidad croata de Punta Arenas.
Tiempo después, convertido ya en un corifeo incansable
del yugoslavismo integral, Bonacić añadiría:
Hoy Yugoeslavia se halla empeñada en un
proceso histórico de formación interna, que bien podríamos llamar de movimiento constitucional, en cuya solución hallará seguramente el
equilibrio de sus instituciones de régimen y de gobierno. Mientras que la
mayoría occidentalista del pueblo, que en los tiempos anteriores a la
unificación, gozaba de una dilatada autonomía, no siempre bien aplicada y
violada por los pueblos opresores, aboga por la federalización del país, la
mayoría orientalista, de tradiciones unitarias, preconiza este último sistema
de gobierno. En la solución de esta crisis constitucional e institucional,
ambas tendencias poseen fuertes adeptos en todos los sectores del país y de la
opinión pública.
La solución justa y razonable se halla en el centro de gravitación de
ambas tendencias extremistas y de ambas ideologías que, con el proceso lento
del tiempo, hallará su equilibrio completo, ya bastante avanzado[36].
Entre tanto, los acontecimientos en Yugoslavia no
cedían en intensidad. De tal modo se habían venido sucediendo, a contar de
1932, el manifiesto de todos los grupos políticos opositores al gobierno de
Belgrado, por el que se condenaba a la dictadura y al unitarismo forzado;
luego, la subsecuente prisión del moderado Vladimir Maček, sucesor de
Radić en el liderazgo del Partido Campesino Croata, el atentado que
costara la vida del rey Alejandro; las represiones contra estudiantes, obreros
y campesinos croatas; y las reiteradas victorias electorales del croatismo.
Estos y otros aspectos (salvo el caso de regicidio)
ningún comentario merecieron al liderazgo intelectual yugoslavo de Punta
Arenas. En cambio sí lo hubo de merecer el último punto, para el diario
"El Magallanes", al comentar breve y significativamente, en artículo
de redacción, el resultado de las elecciones del 11 de diciembre de 1938, en
que el poderoso bloque opositor al gobierno de Belgrado (Bloque de Compromiso
del Pueblo) había obtenido un triunfo arrollador:
A la opinión pública no se le ha escapado la observación de que estas
elecciones tuvieron por objetivo determinado, romper el frente unido de los
croatas que luchaban por su autonomía. La victoria aplastante del doctor
Machek, en Croacia y Dalmacia (provincia del Croacia), tomando en cuenta la ley
electoral vigente, significa la reafirmación de la voluntad inquebrantable del
pueblo croata de reivindicar su autonomía; y, por consiguiente, el fracaso de
la política gubernativa[37].
De lo que a partir de aquel suceso pasó a acontecer
en Yugoslavia, la comunidad dálmata croata de Punta Arenas hubo de informarse
bien y oportunamente, gracias a la cobertura que al tema dieron las agencias de
noticias, en medio del tráfago informativo de aquel aciago tiempo.
En efecto, amén de las
noticias ocasionales, los lectores del decano de la prensa puntarenense
pudieron conocer interesantes artículos referidos a la personalidad de
Maček, a su ideario e inteligente conducción política, y a los objetivos
de la tenaz lucha croata[38].
Del mismo
modo pudo conocerse la importante noticia del trascendente acuerdo político,
suscrito en Bled el
26 de agosto de 1939, entre Maček y el dirigente servio Dragiša
Cvetković, primer ministro del reino sudeslavo, en cuya virtud se creó la Banovina Hrvatska (Banato
de Croacia), con lo que en principio se dio satisfacción a las insistentes
reclamaciones croatas[39].
Fue aquel, sin duda, un acontecimiento histórico, no obstante las imperfecciones
y limitaciones del acuerdo, que bien merecía un comentario de la dirigencia
croata de Punta Arenas, y que esta vez por cierto lo hubo y muy oportuno, a
través de la pluma de Lucas Bonacić.
La política interna yugoeslava, manifestó
el conocido escritor, posee
aspectos y características ignorados y mal apreciados y definidos por los mal
informados y legos en la materia. Sentada la premisa que, el movimiento
autonomista croata, llegado a la altura de su más notable expresión, en su
forma integral, afirmemos que la crisis croata no poseía ningún carácter
separatista, ni desintegrante de la unidad yugoslava y de la dinastía
Karagjorgjević; ni fue tampoco una doctrina y una creación espontánea
(sic) de Vladimiro Maček, el actual leader del movimiento reformista, que
recibiera en sucesión.
El movimiento autonomista croata poseía una larga trayectoria, cuyas
raíces profundas y originarias están en el prestigio histórico del pueblo
yugoslavo, y fue de carácter esencialmente económico, administrativo y constitucional.
Este agudo problema neurálgico que obraba psicológicamente sobre el sector
croata del pueblo yugoeslavo no era tampoco un movimiento esporádico
totalitario (...). El croatismo es un problema
interno, es un asunto íntimo de familia, igualmente comprensible a la parte
serbia como a la parte croata del pueblo yugoeslavo, por encima del que está la
unidad nacional.
Basta afirmar paladinamente que en cada campaña electoral los partidos de coalición de ambas fracciones políticas, llevaban en su
programa el estandarte de la solución del problema croata, conducido a feliz
solución, dentro de la integridad absoluta de la unidad nacional, cuestión
dominante en la política internacional, pues se consideraba que el centralismo
se imponía frente a graves acontecimientos exteriores.
Destacaba entonces a continuación Bonacić la legitimidad
histórica de la personalidad nacional croata y la subsecuente aspiración a su
afirmación autonómica en materia de gobierno en el seno del conglomerado
estatal yugoslavo, señalando de paso cómo la idea yugoslavista era de origen
croata, para concluir conciliador, en alarde de equilibrio:
El problema croata, conducido a su completa
solución, figuraba en los programas de todos los gobiernos yugoeslavos, que se
han sucedido en los últimos tiempos, y se hallaba también en el espíritu de
Alejandro, el Rey Mártir; Los autonomistas croatas pedían la reforma
constitucional, administrativa y del sistema electoral, bajo la base del
sufragio universal, y otras regalías, problemas solucionados mediante la
intervención directa del Príncipe Regente Pablo, el Gobierno de Dragiša
Cvjetković, y de Vladimiro Maček, el leader del
cristianismo (sic) (¿croatismo?).
No era, por consiguiente, el problema croata,
un problema de sentido ideológico, sino meramente de carácter político e
institucional, con cuya solución se consolida la nacionalidad yugoeslava dentro
del más estrecho respeto de su unidad nacional, puesta por encima de toda
consideración [40] [41].
Se conoció por aquel mismo tiempo otra
opinión, surgida del seno de la descendencia croata chilena. Fue la de Juan
Jelinčić Katunarić, periodista y hombre de ideas socialistas,
quien obviamente apreció la situación considerándola desde su punto de vista
ideológico, no obstante lo cual lo hizo con ecuanimidad y objetividad.
Así, haciendo referencia al vigor y raigambre
popular del partido liderado por Maček, afirmó:
(...) el movimiento del campesinado croata
así como el de otras provincias, se ha robustecido por el ingreso de importantes
sectores de la clase media e intelectuales de prestigio, transformándose este
movimiento en un auténtico Frente Popular Yugoslavo, con un contenido político
y social de vastas proyecciones históricas. Las últimas resoluciones del
Gobierno yugoeslavo en orden a reconocer los derechos reclamados por
Maček, constituyen una prueba evidente de la solidez de su política, así
como la fuerza que la apoya.
Han resultado estériles los esfuerzos gastados
por los agentes de Belgrado para hacer aparecer tanto a Maček como al
movimiento que dirige, como el resultado de una influencia directriz venida de
las capitales totalitarias.
Si hubiese sido posible
comprobar fehacientemente tales contactos, este movimiento hubiera sufrido
serios quebrantos, cayendo finalmente en el desprestigio, lo cual no ha sucedido hasta ahora, a pesar de los
empeños gastados por la oligarquía serbia y sus propagandistas.
Y en una referencia al republicanismo croata,
agregaba Jelinčić a modo de conclusión:
No hay razón tampoco para escandalizarse si los súbditos de una
monarquía, sea esta constitucional o hereditaria, quieran darse otra forma de
Gobierno, porque no está escrito en ninguna parte que un régimen jurídico debe
ser eternamente igual, y que quienes propician un cambio como el que nos ocupa,
tengan que sufrir persecuciones y vejámenes, como le ha sucedido tantas veces a
Vladimiro Maček, hombre íntegro en todo el sentido de la palabra.
Si las necesidades legales, económicas, políticas y culturales exigen
este cambio, él debe llevarse a cabo porque así lo desea la voluntad
soberana de un pueblo, árbitro supremo de sus destinos. Chile ha dado ya un
ejemplo [42] [43].
Nada más recogerían las columnas de la prensa
puntarenense sobre la cuestión croata. La trágica secuela de acontecimientos
que por entonces sacudían a Europa y al mundo relegarían a un plano secundario
esa materia en el alud informativo.
Sintetizando lo que fueron aquellos dos decenios para la inmigración
croata en Magallanes y su descendencia con respecto al problema, queda a la
vista una actitud deliberada o involuntaria de prescindencia por parte de la
gran mayoría de la comunidad.
En segundo
lugar aparece evidente la inconsecuencia de antiguos dirigentes que habían
adherido de buena fe a los postulados yugoslavistas, manifestada en la falta de
un compromiso visible con la causa nacional croata cuando ésta pasó a ser
avasallada por la prepotencia servia a contar de 1919. Es más, algunos de ellos
se propusieron, en engañoso manejo dialéctico, privilegiar como valores
sacrosantos la unidad nacional y la legitimidad dinástica de los monarcas
servios.
De tal manera la realidad agobiante del
hegemonismo granservio opresor de los derechos del pueblo croata pudo ser
escamoteada y presentada en cambio la imagen ficticia de una Yugoslavia
fraternal, igualitaria, democrática y progresista que logró concitar la
simpatía, siquiera pasiva, de la mayoría de los inmigrantes radicados, quienes
nunca llegaron a conocer la realidad cabal de lo que acontecía en los históricos
lares croatas.
"Llegó al país, procedente de Roma, el cardenal Francisco Kuharić, arzbispo de Zagreb y
destacada figura de la Iglesia Católica en Croacia, quien visitará las
comunidades de la nacionalidad croata en la Argentina, en particular residentes
en la Capital Federal, Gran Buenos Aires y Córdoba, entre otras zonas del Interior...".
Con estos términos el diario La
Prensa (17-X-86) informó sobre la llegada del Primado de Croacia. A
su visita se refirió también el diario La Nación (16-X-86), la
revista Criterio (13-XI-86) y varias estaciones de
radio-difusión de Buenos Aires y de las localidades del interior.
El cardenal Francisco Kuharić, arzobispo de Zagreb y Primado de Croacia, acompañado
por el director espiritual para los croatas católicos emigrados, monseñor
Vladimir Stanković, en su
gira pastoral por los tres países sudamericanos, consignados en el encabezamiento,
llegó el 16-X-1986 al aeropuerto de Ezeiza donde fue recibido por el
nuncio apostólico en la Argentina, mons. Ubaldo Calabresi, sacerdotes,
religiosos, monjas croatas y más de 200 integrantes de la colectividad
croata (mayormente jóvenes, ataviados en vistosos trajes nacionales y portando
banderas y flores).
Durante su estada en Buenos Aires el cardenal croata residió en la
sede de la nunciatura apostólica. La primera visita la hizo al Centro
Católico Croata San Nicolas Tavelić. El mismo día de su llegada se entrevistó' con el
cardenal Raúl Primatesta, arzobispo de Córdoba y presidente de la
Conferencia Episcopal Argentina. El día siguiente, acompañado por mons. V.
Stanković y el rev. padre
fray Lino Pedišić, director
espiritual de los católicos croatas en la República Argentina, realizó la
visita de rigor al arzobispo de Buenos Aires y Primado de la Argentina, cardenal Juan
Carlos Aramburu, con quien quedó en prolongado diálogo.
El acto central de la visita pastoral del cardenal croata consistió en
la misa concelebrada el domingo 19 de octubre, a las 10 horas, en la catedral
de Buenos Aires. Su E.R. subió al altar, precedido de un centenar de jóvenes
croatas de ambos sexos en trajes nacionales que portaban crucifijos,
estandartes, lábaros y banderas, mientras que el coro polifónico Jadran
de la colectividad cantaba la "Plegaria por Croacia", composición
del músico y organista croata, fallecido en Buenos Aires, rev. Mirko
Kovačec.
En nombre de la arquidiócesis de
Buenos Aires le dio la bienvenida el deán del cabildo de la catedral
metropolitana, mons. Daniel Keegan. El cardenal le agradeció en latín y
acto seguido le dirigió palabras de bienvenida en nombre de la colectividad croata en la
República Argentina su director espiritual rev. padre fray Lino Pedišić.
Durante su
cálida y conceptuosa homilía, dirigida a numerosos compatriotas que llenaban el
vasto templo, el cardenal les trasmitió saludos de su vieja y lejana patria,
les recordó la lucha de sus antepasados en defensa de la fe de Cristo y destacó
las virtudes ancestrales del pueblo croata que es imperioso conservar para
enriquecer la nueva sociedad en que se hallan radicados.
Terminada la
misa, una parte de los asistentes se trasladó al Instituto Cardenal Stepinac,
sito en Hurlingham, para compartir el almuerzo con el cardenal Kuharić.
Durante el ágape del alto huésped le dio la bienvenida en nombre de la
colectividad croata el Ing. Tvrtko Vlaho.
Como ese día se
festejaba en la Argentina el Día de la Madre, el cardenal dedicó buena parte de
su respuesta a la madre y no sólo a la madre progenitora. Se refirió a las
cuatro madres: a la madre que
da la vida, a la madre Patria, a la madre Iglesia y a la Madre Celestial.
Durante el picnic, en un ambiente alegre y soleado, la juventud croata bailó
varias danzas populares con el acompañamiento del conjunto de cuerdas Bosna, bajo la dirección de Darko
Mažuranić.
Los días
siguientes el cardenal visitó el santuario mariano argentino, Luján, como
asimismo a las Hijas de la Misericordia en Cortines, cerca de Luján, y su casa
provincial y colegio Cristo Rey en Caseros (provincia de Buenos Aires). Además
del Instituto Cardenal Stepinac en Hurlingham, visitó el convento y la parroquia
de los franciscanos croatas en José Ingenieros, la capellania en Villa Raffo,
la parroquia con el colegio en Sáenz Peña y la nutrida colonia croata, radicada
en San Justo.
El 22 de
octubre asistió a la recepción ofrecida por el nuncio apostólico, Mons. Ubaldo
Calabresi, a personalidades del Gobierno, Parlamento, Poder Judicial o otros
ámbitos de la vida pública argentina, en celebración del octavo aniversario del
papado de Juan Pablo II.
Ese mismo día
el cardenal Kuharić se trasladó al Hogar Esloveno, acompañado por el Mons. VI.
Stanković y rev. fray
Lino Pedišić. Fue recibido por el Dr. Alojzij Starc, representante de los sacerdotes
eslovenos.
Los tres días
siguientes el cardenal y su acompañante los pasaron en Córdoba como huéspedes
del cardenal Raúl Primatesta. Allí bautizó y administró el sacramento de
confirmación a varios hijos de la colonia croata. El domingo fue organizado un
almuerzo comunitario en la sala de las monjas clarisas en Cerro de las Rosas
con la participación de alrededor de 200 personas. El mismo día, a las 19
horas, fue celebrada la santa misa en la magnífica catedral cordobesa a la que
asistieron numerosos inmigrantes croatas, llegados desde las localidades
vecinas, incluso desde San Juan y Mendoza, ciudades asaz alejadas.
El 29 de
octubre el cardenal Kuharić y su acompañante mons. VI. Stanković dejaron el suelo
argentino con destino a la segunda etapa de su gira pastoral sudamericana, al
Perú para encontrarse con los croatas creyentes. Reproducimos
en parte lo que escribió al respecto el difundido rotativo limeño El Comercio (2-XI-1986):
"...
En el día de Todos los Santos, señaló el cardenal, que su visita al Perú
consistía en "reforzar la fe de los croatas para que vivan en una
comunidad de amor y de paz siendo honestos representantes de la historia
cristiana".
La visita del cardenal
croata F. Kuharić del 6 al 17/XI/1986 encontró amplia difusión en la
prensa de Caracas y de las ciudades provinciales venezolanas. Siguiendo el
orden cronológico consignamos: La Religión, decano de la prensa
nacional, Caracas, 2/XI/86, preanuncia la visita pastoral del Primado de
Croacia a Venezuela y entre otros conceptos subraya: "Este trascendental
hecho histórico (la cristianización del pueblo croata hace 1300 años, N. de la
R.), siendo los croatas el primer pueblo eslavo que abrazó la fe cristiana,
marcó su destino que se caracteriza por siglos de duras luchas y sacrificios
'por la cruz venerable y por la áurea libertad' que pronto serán recompensadas
por la anhelada autodeterminación e incorporación en el contexto de las
naciones democráticas europeas, logrando de nuevo su independencia, paz y
prosperidad".
El Diario, matutino caraqueño del 3/XI, informa sobre la
próxima llegada del cardenal croata y anuncia que "el domingo (próximo)
dirá una Misa pontifical en el Colegio San Ignacio de Loyola y el domingo 16 visitará a la ciudad de Valencia". El Mundo, el único
vespertino de Venezuela, del 5-XI publica, junto con la foto, una prieta y substanciosa semblanza del prelado croata. El Universal, prestigioso rotativo liberal de Caracas comentó tres veces la visita
del cardenal Kuharić, publicó su entrevista con el Ministro de Justicia,
doctor José Manzano González, ocasión en la que le regaló un valioso ejemplar
de "Historia del Arte Croata", y a su vez el ministro donó al
cardenal una colección de monedas venezolanas. "Después de la amistosa
charla Su Eminencia el cardenal Kuharić al despedirse felicitó al ministro
Manzano González por las excelentes relaciones que mantiene su Despacho con la
Iglesia católica y el valor espiritual que tiene la libertad de cultos en un
país con una inmensa mayoría católica, deseando paz y prosperidad para todos
los venezolanos". En la gráfica el "Momento de la despedida".
El Universal, 8/XI. El Diario, Caracas, 10/XI, informa detalladamente acerca de la misa que ofició el
cardenal Kuharić a la colonia croata en el Colegio San Ignacio de Loyola. "Durante la misa concelebrada lo asistieron Agustín Agustitinovich, quien hizo la traducción de la misa croata al español, el asistente
que vino a Venezuela con el arzobispo, Vladimir Stanković y el párroco, Miguel Škrinjar, quien oficia en Caracas... El
arzobispo croata al dirigirse a sus compatriotas dijo que están expuestos a
muchas tentaciones y a cierta resistencia a la voluntad de Dios, pero ello se
puede vencer con la fuerza del Espíritu Santo"...
El padre Agustín
Agustinovich quien tradujo el mensaje de solidaridad con la familia, dicho por
el arzobispo Kuharić, es premio "Trípode" de literatura
cristiana y autor del libro "La historia de Jesús"... Un joven
con voz potente entonó el himno de Croacia: Lijepa naša Domovino y todos se
unieron a él". El Carabobeño, 17/XI, Valencia, se refiere a la visita pastoral que realizó por pases
suramericanos "para traer su mensaje de paz y solidaridad con sus paisanos
de la República de Croacia". "En la iglesia de Santa Rosa presidió
misa donde pronunció una homilía en lengua croata. En el templo saludó
amorosamente a niños que fueron vestidos con trajes típicos de su país y expresó
a los periodistas que su mensaje
es el de que los hombres siempre trabajen por la paz y la justicia".
Los diarios citados acompañaron sus despachos con pertinentes
ilustraciones y profuso material gráfico. Por fin, El Universal del
19/XI publica una nota interesante de su cronista Guillermo José Schael
titulada: Casi un doble del Papa. En dicha nota se puede leer entre
otras cosas: "De primer momento la imagen de este prelado guarda
sorprendente semejanza con la del Papa Juan Pablo II. El propio cardenal José Alin Lebrtín dijo
que le impresionó mucho tan extraordinario parecido físico con el pontífice.
Ayer Kuharić abandonó el país..."
Branko Kadić
Jóvenes
croatas de ambos sexos, ataviados con vistosos trajes nacionales, distribuyeron
gran cantidad de folletos y volantes explicativos, escritos en francés y
alemán, a los numerosos asistentes, en primer lugar a los diputados del
Parlamento europeo. procedentes de los 12 países miembros de la comunidad
europea. Los volantes informaban en forma sintética sobre el pueblo croata, su
situación en la Yugoslavia dictatorial y por último apelaban a los
representantes de las naciones europeas libres en el Parlamento europeo a que
sean solidarios, en virtud del derecho a la autodeterminación nacional, a los
reclamos de la libertad e independencia nacional del pueblo croata.
El acto
central de esta magna manifestación paneuropea tuvo efecto el 12 de julio en el
Parlamento Europeo. El Dr. Aigner, presidente de la Unión Paneuropea
para Baviera y a la vez miembro del PE, dio bienvenida al grupo croata. La
señora Ivona Dončević agradeció en nombre del Consejo Nacional Croata
la invitación recibida y presentó al Dr. Aigner a los
representantes de dicha organización los Sres. Petar Hinić e Ing. Pavičić,
como también, a los integrantes de la juventud croata. La srta. Kristina
Kolić y el estudiante Jure Vujić tuvieron dos
entrevistas en Radio France, explicando el sentido de su presencia en
Estrasburgo y recalcando el derecho y la voluntad del pueblo croata a ser
independiente y a transformarse en un miembro igualitario de la comunidad de
las naciones libres europeas.
Antes de
inaugurarse el acto central, en el recinto principal del parlamento europeo,
fueron introducidas en forma solemne y con aplauso de todos los asistentes
junto con la bandera paneuropea también las enseñas nacionales de Estonia,
Croacia, Letonia y Lituania, izadas junto con las banderas de las naciones miembros
de la Comunidad europea.
Inaugurado
el acto, usaron de la palabra el presidente del Parlamento Europeo, Pflimlin (Francia), el presidente de la
comunidad parlamentaria del Consejo Europeo, Jung, el alcalde de Estrasburgo, Rudloff, el presidente de la
Unión Paneuropea Internacional y miembro del Parlamento europeo, Otto v. Habsburgo, vicepresidente de la Unión
Paneuropea Int. y ayudante del ministro de relaciones
exteriores de Gran Bretaña Ferguson y por último el Dr. Aigner. Este orador se refirió al deber de todos los
europeos a forjar y consolidar
la unificación de Europa y en
ese sentido destacó la presencia de la bandera croata en el Parlamento europeo,
pasaje largamente aplaudido por la asistencia.
Todos los
oradores pusieron de relieve que la Comunidad europea es sólo el comienzo, el
núcleo de una Europa futura que tiene que consolidar, crear y extender las
instituciones europeas, sin perder de vista el objetivo final: la patria
europea (Otto v. Habsburgo), una comunidad de pueblos libres e iguales de
la Europa entera.
Por la
noche, durante la función realizada en el palacio del Congreso de Estrasburgo,
otro vicepresidente de la Unión Paneuropea Int., el diputado alemán en el PE, Ingo
Friedrich nuevamente saludó al grupo croata en su calidad de representantes
de un pueblo que no puede participar en los trabajos de la Comunidad Europea
por no estar libre.
¡A pesar
de los rayos y truenos, la tendencia del status
quo claramente continúa!
Dr. Matthew Meštrović (CNC Report, No 13, agosto 1986)
Asimismo,
dejó de ser un secreto la ayuda yugoslava a los movimientos terroristas árabes,
ya sea convirtiendo su territorio en "santuario" o también como punto
de apoyo para la penetración y realización de acciones terroristas en Europa
Occidental. Tras el secuestro de la motonave "Achille Lauro", el jefe
del operativo, Abu Abbas pudo zafar de Italia huyendo a Belgrado, donde tuvo
una recepción de nivel diplomático. Otro ejemplo clarificante es el de los
cuatro guerrilleros palestinos que la pasada Navidad desataron un absurda e
indiscriminada orgía de sangre en el aeropuerto de Roma. Estos terroristas
habían partido desde el Líbano hacia Belgrado; de allí en tren hasta Trieste y
prosiguieron a Roma, donde llevaron a cabo el atentado. En la embajada libia en
Belgrado, aprovechando su por demás espaciosa planta, existe, entre otras
instalaciones, un minihospital de 20 camas dotado del más moderno material
sanitario disponible. Su única función, como es obvio, estriba en brindar
auxilios médicos a todo terrorista herido en el curso de sus atentados y que
logre acercarse a las fronteras yugoslavas.
La base militar de Divulje
Finalmente,
la tercera parte de este gran enclave militar coresponde a la armada, la cual
cuenta con una sección dedicada al entrenamiento de futuros terroristas. El
personal militar del ejército y la armada que vive y trabaja en Divulje suma en
conjunto unos 5.000 soldados y marinos.
El
entrenamiento de los soldados y otros elementos destinados a acciones de
sabotaje y terrorismo se realiza de modo tal que puedan llevar a cabo sus
acciones en cualquier circunstancia y condición, tipo comando.
A esta
base tan particular arriban todos los años los "novatos" de Libia y
Oriente Medio, previo ingreso disimulado a Yugoslavia y un exhaustivo
interrogatorio en Belgrado. El curso para los "novatos" árabes tiene
una duración de tres meses, mientras que para los soldados yugoslavos es de 1
año. La presencia de estos elementos extranjeros en Divulje es mantenida en
secreto, estándoles terminantemente prohibido en los momentos de ocio salir de
la base, frecuentar lugares aledaños e, incluso, intimar con los soldados
locales.
A pesar de
la prohibiciones no es difícil establecer contacto con ellos, pues la mutua
curiosidad supera las disposiciones en contrario. Así pues nos enteramos que
todos ellos son voluntarios, que se consideran a sí mismos "combatientes
por la liberación". que los presentes son el fruto de una estricta
selección, los "mejores entre los mejores", y que la base de Divulje
les resulta particularmente apta por el tipo de clima y terreno. Finalizado el
curso, muchos de ellos se reintegran como instructores en las bases militares
árabes de las cuales provienen.
Este es un
mundo hermético en el cual todo se halla subordinado a la enseñanza intensiva
del terrorismo en todas sus facetas; los conocimientos que aquí se brindan
serán divulgados posteriormente por expertos egresados en sus países de origen,
que aprecian estos conocimientos más que a las municiones y armas que les puedan
vender las fábricas militares yugoslavas.
Nova
Hrvatska, Londres, 15 junio 1986
Traducción de Ante Stier
(Vol. 39 -
No 3, marzo de 1986)
"El
empresario Malcolm Bricklin ha recibido una extraordinaria publicidad en los
Estados Unidos, al prometerle al público un auto llamado Yugo por la suma de
3,990 dólares. En otras palabras, este nuevo modelo tiene un valor de 1,200
dólares menos que cualquier otro auto nuevo que se pueda comprar en ese país,
incluidos los económicos modelos japoneses desprovistos de accesorios.
Argentina
El 20 de septiembre de 1986 fue celebrado con una reunión social adecuada el trigésimo aniversario de la constitución del Club Cultural Croata-Argentino, la institución cultural de mayor envergadura que posee la colectividad croata en la República Argentina y en Sudamérica.
A continuación y en prieta
síntesis expondremos su origen, misión, función y logros.
Al terminar la Segunda
Guerra Mundial, en los campos de refugiados de Italia, Austria, Alemania y Francia
había decenas de miles de fugitivos de los regímenes comunistas en los países
ocupados por las tropas soviéticas que buscaron nuevos horizontes de libertad y
seguridad en ambas Américas. Entre esa multitud de las "personas
desplazadas" había nutridos contingentes de croatas y entre ellos buen
porcentaje de profesionales y gente con títulos universitarios.
La República Argentina fue
el primer país que con generosidad abrió las puertas a numerosos refugiados
polacos, húngaros, croatas, eslovenos, ucranianos, etc. Gracias a la
intervención de la Santa Sede y luego a la ayuda de la Comisión Internacional
para los Refugidos, hasta 1950 se establecieron, mayormente en el Gran Buenos
Aires, cerca de 20.000 inmigrantes croatas, sumándose a casi 130.000 de sus
connacionales, radicados con anterioridad en la patria del General San Martín.
Entre el nuevo grupo se
sintió muy pronto la imperiosa necesidad de disponer de un punto de reunión y
de un centro de información para facilitar una fluida comunicación recíproca e
intensificar la vinculación con los medios culturales de su nueva patria.
Con tal propósito fue
creado el Club Cultural Croata-Argentino (en lo sucesivo usaremos sólo la sigla
CCCA). El punto dos del Estatuto pertinente define y determina su misión y
función con los siguientes términos:
"Su objetivo es
fomentar el espíritu de asociación y vincular a los croatas con los argentinos
y, de un modo general, con los extranjeros residentes en el país, promover las
legítimas aspiraciones del pueblo croata a la libertad e independencia
nacional, facilitando a los asociados el conocimiento de la vida artística,
literaria y musical y la difusión de la cultura social, intelectual y física,
mediante conferencias, recitales, exposiciones, etc., prescindiendo de toda
actividad político-partidaria de cualquier índole. A los fines expresados la
Asociación tendrá un local con las mayores comodidades posibles, inclusive una
biblioteca..."
Por decreto N° 16.327, el
Presidente Provisional de la Nación Argentina, don Pedro Eugenio Aramburu
concedió personerfa jurídica a la asociación Club Cultural Croata-Argentino,
constituida en Buenos Aires el 3 de mayo de 1956. (De hecho, la Asamblea
Constituyente se reunió el 22-IV-1956).
La primera Comisión
Directiva fue integrada como sigue: Presidente: Dr. Milan Prpić;
Vicepresidente: Dr. Rodolfo Baričević; Secretario: Dr. Mladen
Petrić; Tesorero: Dr. Marinko Sunjić; Vocales: Ing. Ivo
Radulović, Prof. Ivo Degrel, Ing. Tomislav Kopšić, y el Dr. Velimir
Radnić; Comisión Inspectora: Dr. Junus Mehmedagić, Dr. Josip Cabas e
Ivo Rojnica; Tribunal de Honor: Dres. Félix Poljanić, Ivo Hühn y Božidar
Latković.
Todos los componentes de
esta primera Comisión Directiva se cuentan, a la vez, entre los principales
promotores y fundadores del club de marras.
Durante los treinta años transcurridos ocuparon la presidencia de la
entidad: Dr. Milan Prpić, Prof. Tonko Gazzari (en forma alternada ejerció
la titularidad durante 18 años, cumpliendo 9 mandatos electorales y es
presidente actual), Dr. Ferdo Bošnjaković, Dr. Radovan Latković, Dr.
Ivo Gaj e Ing. Ante Turica.
A mediados de 1958, apenas
dos años después de haber sido fundado, el Club cuenta con su sede propia, sita
en la calle Venezuela 4207 (Buenos Aires) y nueve años después se traslada al
barrio residencial Belgrano, calle Matienzo 2532, donde funciona actualmente.
Al arreglo, refacción y decoración de ambas sedes contribuyó la empresa
especializada IDECO, propiedad del socio Dr. Radovan Latković.
Como la nueva institución
por sus estatutos no es una sociedad anónima ni una cooperative, su sostén
económico se basa, además de la cuota societaria —por cierto, siempre exigua—,
dada la tendencia inflacionaria y la crisis económica prevalecientes en las
tres últimas decadas, en los aportes voluntarios de sus socios y en las
contribuciones periódicas extraordinarias, contándose con el generoso mecenazgo
de varios socios. Merece destacarse el asiduo empeño de Casimiro
Kovačić (activo y dinámico vicepresidente durante 26 años) y de Ivo
Rojnica, uno de sus propulsores de relaciones públicas más activos.
En cumplimiento de los
objetivos prefijados el Club, desde el primer momento, organizó reuniones
culturales, conferencias, disertaciones, mesas redondas, exposiciones de
cuadros, conciertos y veladas musicales, recitales de poesía, presentación de
libros, cursos del idioma y la literatura croatas, lo que reseñaremos muy
sintéticamente.
Las conferencias son
mensuales con la única pausa veraniega. Su repertorio temático en los tres
decenios transcurridos es muy amplio y variado y abarca los tópicos
concernientes a las relaciones argentino-croatas, a los temas
político-históricos, filosófico-religiosos, literarios, artísticos y
científicos en sus múltiples facetas. Casi todos los intelectuales y
profesionales croatas, asentados en el Gran Buenos Aires, ocuparon una o varias
veces la tribuna del Club. Como la nómina de esos expositores, por razones
obvias, es demasiado larga, brevitatis causa no es posible detallarla.
En cambio daremos la lista de los disertantes argentinos, de Ios de otras
nacionalidades y de los croatas, establecidos en el interior de la Argentina o
en el exterior.
Las sucesivas comisiones
directivas pusieron empeño especial en cultivar estrechas relaciones con los
intelectuales y las figuras descollantes en la vida cultural, política y
artística argentina. De ese modo y gracias a la preocupación especial de
algunos de sus socios, ocuparon la tribuna del Club los siguientes personajes
del medio porteño (tema entre paréntesis): Dr. Martín Aberg Cobo, político y
jurisconsulto (El proceso al inocente Primado de Croacia, cardenal A.
Stepinac); Martín Allica, periodista (El presente y la realidad de la ONU);
Prof. Ricardo Caillet-Bois (M. Belgrano, Padre de la Patria); Prof. Héctor
Calzada Méndez (Artes plásticas en la Argentina); Dr. Mateo V. Jelicic, médico
(La estructura sociológico-antropológica de la sociedad argentina
contemporánea); presbítero Carlos Cuchetti (Croacia: crucifixión y esperanza de
un gran pueblo); Dr. René Dobantón, abogado (9 de Julio, fasto nacional
argentino); Dr. Alejandro Dussaut, médico, catedrático y publicista, primer
socio honorario del Club (disertó varias veces sobre el tema de la libertad y
los derechos humanos y una charla versó sobre: La Constitución argentina a la
luz de las opiniones autorizadas); Dr. Héctor Duggan Torres, médico y
periodista (La prensa internacional y la autodeterminación de los pueblos);
Martín Bor, periodista (disertó dos veces sobre el tema: Derecho del pueblo
croata a la soberanía nacional); Dr. Alejandro Dussaut (h), médico
(Independencia de la República Argentina); Dr. Carlos Alberto Erro, escritor y
presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (El concepto de la libertad a
través de los siglos); Dr. Jorge Fraga, diputado nacional (9 de Julio); Dr.
Enrique de Gandía, historiador y académico (disertó varias veces sobre los
temas históricos); Dr. Eduardo García, ex Presidente de la OEA (La estructura
de la Organización de los Estados Americanos); Prof. Jorge Gulló, historiador,
presidente de la Academia Belgraniana (M. Belgrano y el ideal de la
independencia de América); José Caro, doplomático y cónsul argentino en Croacia
durante la Segunda Guerra Mundial (Mis recuerdos de Croacia, y en Plaza Hotel:
20 años de protección brindada por el mundo libre a los refugiados croatas);
Dr. Juan Ramón de Lezica, Prof. de derecho (Fiesta Patria 9 de Julio); Dr. Luis
León, diputado nacional (9 de Julio y el derecho de los pueblos a su soberanía
nacional); Dr. Rodolfo Luque, redactor en jefe del diario La Prensa (Capítulo
contemporáneo de la lucha por la libertad); Dr. Alberto Maglietti, diputado
nacional (fiesta nacional croata y el derecho a la autodeterminación nacional);
Dr. Roberto Marfani (9 de Julio); Dr. Rodolfo Merlino, etnólogo y arqueólogo
(disertó dos veces sobre: La Argentina actual, colonial y folklórica; La Puna,
un rincón alejado de la historia); Esteban Pejković, periodista (Recuerdo
de mis padres, llegados de la hermosa Dalmacia); Dr. Walter Perkins, politico,
diputado nacional y ex Ministro del Interior (10 de Abril, fiesta nacional de
Croacia); Aldo Ramijak, empresario, Presidente de la Federación Económica de la
Provincia de Buenos Aires (9 de Julio); Dr. Jorge García Venturini, escritor y
filósofo (Corrientes filosóficas actuales); el general Alberto Marini estudioso
en temas estratégico-geopolíticos (Los problemas estratégicos en el Atlántico
Sur. Otra vez sobre: La libertad de los pueblos); Dr. Alberto Gómez Farías,
profesor universitario, traductor del poema Martín Fierro al chino (Reflexiones
sobre democracia); Dr. Darío Vinitzky, secretario general del F.U.C.A. —Frente
Unido Contra Antisemitismo—, hablando con motivo de la fiesta nacional croata
(11-4-1964) formuló, entre otros conceptos: "Nosotros los judíos, siempre
perseguidos, sabemos muy bien lo que quiere decir el dolor y la persecución. De
ahí que les hablo por la experiencia adquirida a lo largo de los siglos.
Tengan, pues, paciencia y luchen sin desmayo por la libertad. Todo lo trágico
en la historia no es duradero... Llegará el día en que también Croacia, vuestra
patria, será nuevamente lo que era antes: libre y soberana. En ese sentido
están comprometidos a actuar todos los hombres libres del mundo…".
En estas palabras se resume
el objetivo histórico-político del CCCA: contribuir a que Croacia recupere su
soberanía nacional y los derechos humanos para todos sus habitantes, sin
distingo de origen, credo religioso o filiación político-ideológica.
Entre los conferencistas
extranjeros huelga mencionar al Dr. Enrique Herzog, ex Presidente de Bolivia
(Países del Altiplano); al Dr. Guillermo Martínez Márquez, ilustre periodista
cubano y corresponsal en Estados Unidos del diario La Prensa (disertó
dos veces acerca de la libertad y los derechos humanos en Cuba y en los países
bajo la férula comunista); al Dr. Esteban Polaković, escritor eslovaco (La
soledad étnica en Martín Kukucin); Miguel Wieckowsky, destacada figura de la
colectividad polaca en la Argentina (Mis impresiones de la Polonia actual); y
al Dr. Demetrio Weblé, político esloveno (La situación cultural, política y
económica de Eslovenia).
La misma tribuna ocuparon
los siguientes conferencistas croatas, radicados en el interior del país o en
el exterior, a saber: Prof. Lucas Fertilio, profesor en la Universidad de
Valdivia, Chile (La realidad croata); Dr. Branko Jelić, político croata
radicado en Alemania Occidental (La lucha por la independencia de Croacia y sus
perspectivas); Prof. Ante Kadić, catedrático de idiomas y literaturas
eslavos en la Universidad de Indiana, EE.UU. (Literatura croata moderna); Dr.
Juraj Krnjević, presidente del Partido Campesino Croata, exiliado en
Londres (La doctrina de los Hnos. Radić y el futuro de Croacia); Dr. fray
Bonifacio Perović, sociólogo, radicado en Roma (Los croatas y el
ecumenismo); Ing. Zdravko Sančević, profesor en la Universidad de
Caracas, Venezuela (La colonia croata en Venezuela); Dr. Aurelio Tanodi,
paleólogo y archivero, profesor titular en la Universidad de Córdoba, Argentina
(disertó dos veces: Nueve siglos del acta de donación del rey croata Pedro
Kresimiro IV al monasterio de San Crisogono en Zadar; y La Paz de San Stefano);
Prof. Mirko Vidović, escritor croata, ex- presidiario y ex Presidente de
la Asamblea del Consejo Nacional Croata, residente en Lyon, Francia
(Conquistadores del Espíritu. Participación de los croatas en la cultura
árabe); Prof. Jorge Šutija, catedrático de finanzas en la Universidad de Miami,
EE.UU. (La crisis económica en el mundo y en Croacia); Prof. Vinko
Nikolić, poeta y director de la revista trimestral Hrvatska Revija,
fundada en Buenos Aires en 1951, actualmente en Barcelona, España (La libertad
y la cultura); Rev. Dr. Rodolfo Hrašćanec, profesor Universitario, EE.UU.
(El nacionalismo croata, la democracia e Iglesia Católica); Dr. Matthew
Meštrović, profesor de historia en Fairleigh University, EE.UU.
(presidente del Consejo Nacional Croata (La fase actual de la lucha por
la independencia de Croacia); Dr. Francisco Pušković, médico establecido
en Paraná (Recuerdos y significado del 10 de abril, fasto nacional croata).
Por otra parte, el salón
del Club cobijó sendas exposiciones de los pintores croatas José Crnobori,
Zvonko Katalenić y Žarko Šimat, de las fotografías artísticas de Augusto
Frajtić, y de la colección Perinić de muñecas en trajes típicos recibidas
de 110 mandatarios de países del mundo entero.
Respecto de las veladas
musicales es menester puntualizar: La rapsodia croata, compuesta por
Antonio Kopitović y estrenada en 1959 por el entonces conocido quinteto
porteño "La Filharmonia"; dos actuaciones de Jadran, coro
polifónico croata de Buenos Aires; conciertos de piano a cargo del Prof. Soler
Biljenski, de la profesora Anita Kokša. Dos conciertos, uno de guitarra y otro
en cello del talentoso artista e integrante de la orquesta estable del Teatro
Colón, prematuramente desaparecido. Ante Jerbić; concierto de violín y
guitarra a cargo del violinista Nicolás Pažur —durante cinco años integrante de
la orquesta estable del Teatro Colón— y de María Isabel Siewers.
El Club Cultural
Croata-Argentino sirvió también de marco apropiado nara la presentación de los
libros siguientes: Bosnia y Herzegovina, aportes documentados al
esclarecimiento del origen de la Primera Guerra Mundial, edición especial
de la revista Studia Croatica; Reseña de la historia argentina y
Aportes de los croatas, obra del socio Ivo Rojnica, presentada por el
historiador y académico Enrique de Gandía; Martín Fierro, traducción al
croata, hecha por Pero Tutavac, presentada por el ensayista, filósofo y
martinfierrista José Isaacson; Croacia y su Destino, compendio sobre el
pasado y el presente de Croacia, edición especial del Instituto
Croata-Latinoamericano de Cultura, presentado por su redactor y autor
principal, el Dr. Francisco Nevistić y por el historiador Enrique de
Gandía; Plitvice, panorama geográfico-literario de la Sra. Vlasta
Franić Orlić, presentado por el Prof. Tonko Gazzari; Susreti y
doživljaji (Encuentros y vivencias), memorias en dos tomos de Ivo Rojnica,
presentación del segundo a cargo del Dr. Radovan Latković; novela
humorística Pustolovine Sebastijana Pikulice (Aventuras de Sebastián
Pikulica) de Ivo Hühn, presentada por el Prof. Tonko Gazzari. Con motivo del 20
aniversario de la revista trimestral Studia Croatica hizo uso de la
palabra, además de su director, el conocido ensayista argentino Raúl Oscar
Abdala. También en el salón del Club se festejaron oportunamente el 10 y 25
aniversario de la revista Hrvatska Revija y el 25 de esta revista. La
última presentación del libro (diciembre 1985) se refiere a voluminosas
memorias del político croata Vjekoslav Vrančić tituladas Branili
smo Državu (Defendimos al Estado) estuvo a cargo del Dr. Mila
Blažeković.
Es necesario poner de
relieve que tanto las efemérides nacionales argentinas (9 de Julio) como
croatas (10 de Abril) se celebran cada año en forma digna y adecuada,
contándose siempre para esa oportunidad con un orador apropiado. Además, otras
fechas memorables de la historia argentina y croata, se rememoran en forma
debida.
Para completar este cuadro
sintético de las actividades culturales, procede registrar que el Club organizó
a lo largo de tres decenios varios cursos de idioma y letras croatas y que
incluso, en sus comienzos, había organizado y costeado la Escuela Superior del
Periodismo.
Los herederos de don Miguel
Mihanović, uno de los fundadores de la flota mercante argentina, legaron
al Club la Biblioteca Popular del Rey Tomislav (Pučka Biblioteka),
organizada con motivo de 1000 años de la coronación del primer rey croata
(1925).
Ultimamente, por iniciativa
de algunos socios del Club, en la sede del mismo funciona la Asociación de
Profesionales y Empresarios Argentino-Croatas, integrada mayormente por los
hijos de croatas.
Esta escueta reseña
histórica pecaría de parcial si omitiéramos destacar el papel preponderante
desempeñado por el Prof. Tonko Gazzari, su presidente durante 18 años
alternados, spiritus movens y motor permanente en la labor diaria de la
institución que preside. Si bien de fibra poética, se reveló dinámico y
perseverante en su conducción, emprendedor e iniciador de nuevas acciones,
además de hábil coordinador de corrientes y posiciones a veces encontradas. El
Prof. T. Gazzari dedicó al Club sus mejores energías y desvelos, sus calidades
humanas y, por último, su exquisito arte culinario, pues es sabido que las artes,
la diplomacia, la vida social y la amistad prosperan mejor en presencia de
buena mesa.
El cronista hace votos para
que siga esta historia menuda en aras de una amistad argentino-croata, duradera
y solidaria.
Branko Kadić
Kadić, Branko, Trigésimo aniversario del
Club Cultural Croata-Argentino, Studia Croatica, 1986, 103, pp 348-53.
Australia
"Comparó la agitación actual entre sendas
repúblicas yugoslavas con la guerra civil norteamericana y conjetura que pronto
pueden estallar serios conflictos. Los ideales de la libertad e independencia,
por los que los croatas luchan, son los mismos ideales por los que combatieron
y a los que adhieren tanto los norteamericanos como los australianos."
CHILE
ESTADOS UNIDOS DE NORTEAMERICA
Con motivo de la entrega del cheque el
presidente de la principal organización croata en los Estados Unidos, Bernard
H. Luketich, manifestó que la suma de 25.000 dólares representa los aportes de
sus afiliados en los Estados Unidos y Canadá, de sus amigos y de la casa matriz.
INGLATERRA
A pedido de nuestros
lectores reproducimos a continuación un resumen del artículo que el perseguido
estudiante croata publicó en un periódico esloveno Nova Revija
("Nueva Revista", N° 48-49, pp. 814-817). A través de dicha
publicación se enteró al menos una parte del público local en Yugoslavia acerca
de los maltratos que se dispensa en los establecimientos carcelarios yugoslavos
a Ios reclusos políticos sobre los cuales nos brinda un testimonio aterrador el
mencionado Páraga.
Esta circunstancia indujo a
un periodista del principal diario de Zagreb, Vjesnik, a admitir lo
siguiente: "En cuanto a los espeluznantes detalles descritos en la nota
publicada en la citada revista eslovena por el ex condenado D. Paraga, nos parece
que ninguna persona honrada podrá reaccionar sino con repugnancia e
indignación. Ello, sin embargo, tampoco justifica ceguera alguna por parte de
todos aquellos que se empeñan en aparecer como espíritus críticos de la
sociedad. Si un décimo de lo expuesto por Paraga fuese cierto y completo, ello
debería constituirse sin más en una señal de alarma v en motivo de una rápida
inquisición, que sólo debería concluir en una condena judicial de los
culpables. Pero, si en cambio todo esto no fuera cierto, ¿cómo podria evadirse
de su responsabilidad el que difundió tales mentiras?"
Ahora uno se pregunta qué
es lo que ha pasado desde que esto fuera publicado el día 10-VII-86 por el
citado diario de Zagreb. Absolutamente nada. La policía sigue actuando como
siempre. Actualmente se está preparando en Zagreb un juicio a un grupo de
jóvenes que fueron, todos, físicamente maltratados en el transcurso de la
investigación. Al mismo tiempo, nos llega la noticia desde Mostar (Hercegovina)
que allí en la cárcel fue asesinado un joven croata durante la instrucción
llevada a cabo en relación con la investigación de la presunta actividad
conspiradora de una organización secreta.
A continuación se reproduce
el resumen de la nota publicada por D. Paraga en la citada revista eslovena:
Inmediatamente después de
arrestarme el día 21 de noviembre de 1980, fui recluido en una fría celda de
cemento (sin frazada alguna), para ser trasladado tres días después a un cuarto
mal aireado donde, -en plena oscuridad y sin probar bocado, pasé en cuclillas
todo el lunes (24-XI) y el- martes hasta el miércoles siguiente al mediodía.
Este cuarto sin luz alguna, es una de las celdas más infames del subsuelo del
calabozo del Juzgado de Instrucción (Petrinjska N° 12, Zagreb). Este cuarto se
emplea exclusivamente para castigar a los infrectores del orden interno, como
así también como excusado para los guardiacárceles. En el lapso entre el 21 y
el 26 de noviembre no he probado un solo bocado; evidentemente, querían
hambrearme sistemáticamente.
A causa de este
procedimiento muy pronto contraje inflamación de intestinos y gastritis.
También rápidamente aparecieron en mi tórax y espalda numerosas ampollas
purulentas.
Además de ser objeto de
continuas amenazas por parte del Servicio de Seguridad del Estado, cuyos
agentes me sacaban del cuarto del Juzgado de Instrucción para conducirme, sin
la presencia de mi abogado y en contra de mi voluntad, por las calles de la
ciudad de Zagreb y a reiterados interrogatorios. A mediados de enero de 1981 un
delincuente recluido, de nombre Slobodan Novković, oriundo de Srbac -
Banja Luka, de repente y sin causa alguna se abalanzó sobre mí tumbándome un
pesado banco de 6 metros de largo sobre mi pierna izquierda, con el resultado
de haberme fracturado el dedo gordo de dicha pierna y los huesos de la
respectiva falange. El peso que me aplicaron sobre esa pierna lo mantuve
durante 45 días sin atención médica alguna, de suerte que, luego de quitármelo,
seguí rengueando durante varios meses de mi estada en la prisión de instrucción
y sufriendo serios dolores durante todo el verano de 1981.
Luego de mi traslado al
Hogar Correccional Penal de Goli Otok (Isla Pelada) —a fines de 1981— fui
nuevamente objeto de continuas amenazas y horribles tormentos por parte de la
administración del Penal, encabezada por el director Anton Silić, el
director suplente Ivoš y el intendente Josip Lopac. En la división recepción
—de acuerdo con la opinión del jefe de dicha repartición, el farmacéutico Askavica—
me incluyeron en el peor grupo criminal de prisioneros. Me asignaron al grupo
de cesteros; en este lugar me encontré con recluidos psicópatas y criminales de
la peor calaña. Se trataba, en realidad, de una sección de criminales
verdaderamente peligrosos. tU tal informante Sanić les dijo en una
oportunidad a mis padres que el régimen aplicado a mi persona era el de prisión
severa y de visitas reducidas.
Aun antes de haberme curado
totalmente, me llevaron ante el director del Hogar Correccional Penal,
Silić, debido a que me había quejado por el hecho de haberme incluido en
el grupo donde constantemente era objeto de provocaciones y donde mi vida
pendía literalmente de un hilo. El director me dijo en tal oportunidad que me
iban a meter en la "jaula" del sub-suelo, donde iba a morir en la
oscuridad, del frío y hambre. "O cumplirás mis órdenes, o aquí dejarás tus
huesos", fueron sus palabras amenazadoras.
En tal oportunidad me
castigaron con diez días de reclusión en la celda del subsuelo, en penumbra y
sin vidrios en la ventanilla. Se trataba de una celda de reclusión solitaria,
ubicada en la infame sección N° 102, destinada a castigos disciplinarios, con
aislamiento completo.
El carcelero, de nombre
Gregor, que me había llevado al despacho del director, en oportunidad de
llevarme de regreso a mi sección, me propinó una tremenda paliza por la
espalda, de suerte que trastabillé y casi perdí el conocimiento. De esa golpiza
me quedaron varias marcas negras en la piel, que con el tiempo palidecieron,
pero sus cicatrices perduran aún.
En la citada celda húmeda
de cemento me arrojaron el día 30 de enero de 1982. Ella se halla cavada a 5
metros por debajo de la superficie del terreno sobre el cual está edificado el
edificio de la mencionada sección.
Desde la ventanilla de este
cuarto hasta la superficie del terreno se halla una escalerilla larga, algo más
de dos metros. La celda en que estuve recluido carece de luz, y la luz del día
apenas si llega a penetrar en ella. Los reclusos la bautizaron "La jaula",
por cuanto en ella no se pueden dar ni dos pasos; en el mejor de los casos, uno
puede quedar parado o sentarse en un ángulo o sobre el banco para dormir.
En tal oportunidad, los
carceleros me quitaron toda la ropa que pudiera protegerme del frío; me
llevaron incluso el calzado. Así desprotegido, prácticamente desnudo, me
arrojaron detrás de una pesada puerta de hierro para ver —como decían
riéndose—, si aguantaba los diez días de reclusión solitaria. La temperatura
externa descendía esos días a 5 grados bajo cero, al tiempo que un viento
huracanado soplaba con ráfagas que alcanzaban los 200 km. por hora.
En estas condiciones
rechacé durante ocho días tomar alimentos, me parecía que nadie podría aguantar
semejantes sufrimientos, por lo cual anhelé una pronta y honrosa muerte. Los
pies se me hincharon a tal punto que el séptimo día no pude calzar mis zapatos
cuando los guardianes me llevaron. a unos dos kilómetros de distancia, donde me
estaba esperando mi padre que había venido a visitarme. Logré sólo parcialmente
introducir en ellos mis pies, sin poder atarlos. Me hallaba debilitado hasta
los últimos limites de mi resistencia, temblaba entero, las encías me
sangraban, sentía el soplo de la muerte.
El cuarto y el octavo día
de mi estada en dicha celda me torturaron físicamente. El médico del presidio,
Dr. Markovina, llegó con dos guardianes y algunos enfermeros ordenándoles me
sacaran de mi celda. El primer guardián me cogió de los cabellos y el otro de
la mano con toda brutalidad. Me colocaron sobre una mesa con respaldo. Me
ataron las manos por la espalda con una cadena de hierro. A continuación uno de
los guardianes me empuió hacia atrás la cabeza. mientras el otro me ordenaba
que abriera la boca colocándome entre los dientes un bastón policial. Ahí fue
cuando se acercó el médico para introducirme, por la faringe hacia el estómago,
un grueso tubo de goma. Lo hizo con tal violencia v sin compasión que más tarde
comencé a sangrar por la boca. Cuatro días después fui sometido nuevamente a
igual tortura.
Una vez cumplido el plazo
de mi aislamiento en dicha celda, no podía regresar entre los demás recluidos.
por lo cual me ubicaron en una celda de cemento. sin calefacción ni vidrios en
la ventanilla, que se hallaba por encima de las celdas solitarias del mismo
edificio. Allí me empujaron violentamente y sin justificación alguna. En ese
lugar venían a verme el director suplente, Ivoš, y el intendente del Hogar
Correccional Penal, Lopac, amenazándome ambos que elaborarían una nueva
acusación contra mí nor influir negativamente sobre el resto de los condenados.
En tal oportunidad me hicieron saber que la isla de Goli Otok era
suficientemente amplia como para albergar de por vida a delincuentes de mi
laya.
Después de abandonar la
celda solitaria, me trasladaron a otra sección, el taller de barnizado, y
formalmente me permitieron la lectura de libros que me enviaban de casa. El
oficial encargado de dicho taller, a quien llamaban Aldok, me apremiaba con
largas horas de trabajo sin descanso alguno, señalándome que no lograba cubrir
la norma y que por ello me enviaría de nuevo a la celda solitaria. Cuando le
inquirí acerca de cuál era la norma que debía alcanzar diarimente, ya que de
otros reclusos había oído hablar de que ésta era inferior, a la que yo, con 8
horas de trabajo, lograba cumplir, me apostrofó con palabras irreproducibles,
llamando a los guardianes para que me llevaran a la celda solitaria.
Mientras tanto, todos los
libros que había recibido de casa, con el transcurso del tiempo, me fueron
sustraídos o destruidos.
En ese entonces me
comentaban algunos recluidos que asistían a clases de nivel primario y
secundario que uno de los maestros les señalaba, en horas de clase, que yo era
un peligrosos enemigo del Estado, cuyo padre era "nazi", y que la
reeducación a que ellos estaban sometidos en este establecimiento penitenciario
seria considerada y valorada según su conducta frente a mi. De esta manera se
inculcaba en los reclusos la sicosis de venganza hacia mi persona. Durante la
proyección de noticieros televisivos me proferían groseros denuestos y ofensas,
como también en toda oportunidad que se presentaba para injuriarme y
calumniarme públicamente. En este contexto, un recluso de apellido Reketti,
múltiple homicida y terrorista de calibre internacional, actuó mucho tiempo de
mi permanencia en este penal como agente provocador y soplón, informando
continuamente a las autoridades del penal sobre mi conducta, e incitándome a
intentar una fuga, para así poder eliminarme físicamente. En una oportunidad,
una circunstancia fortuita le impidió concretar su siniestro designio.
Física y síquicamente
agotado como me encontraba, pedí asistencia médica. El médico comprobó lo
elevado de mi presión sanguínea (20/12), que con el tiempo no daba otra señal
sino la de crecer. De allí me enviaron al hospital penal de Zagreb, división
siquiatría. A pesar de no haber mejorado sustancialmente mi estado de salud,
fui enviado nuevamente a Goli Otok, de donde, por mi deplorable estado, fui
devuelto al hospital de Zagreb, donde constataron que presentaba un cuadro de
preinfarto, con una presión de 24/15. De allí me enviaron finalmente al penal
de Lepoglava, donde me trataban continuamente con específicos para combatir la
alta presión. Ello no obstante, las autoridades del penal me aplicaron en cinco
oportunidades penas de permanencia en celda solitaria, a pesar de lo dispuesto
en el respectivo reglamentario que prohibe tal internación en el caso de
enfermos graves. De la celda solitaria tres veces me enviaron al hospital. A
causa de torturas síquicas y físicas, de los cuatro años de cárcel, en total
pasé 271 días en celdas solitarias de las distintas cárceles y hospitales.
Desde que recuperé mi libertad, sigo luchando con mi alta presión sin conseguir
todavía normalizarla.
Dobroslav Paraga
LA GUERRILLA YUGOSLAVA
por Julio Gil Pecharroman,
en "Siglo XX - Historia Universal 17: La derrota nazi - De Stalingrado a
Berlín (1943-45). Madrid 1984, pág. 91-100.
El autor del ensayo precedente
es profesor de historia contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid.
Como todos los ensayos que en forma muy sucinta pretenden presentar la historia
reciente de distintas naciones europeas muy a menudo incurren en inexactitudes
y errores (Brevis esse laboro, obscurus fío /Q. Horatius Flaccus: Ars
poetica/), también este —sin duda alguna escrito con el genuino esmero de
historiador objetivo—acusa algunas inexactitudes factográficas y juicios
erróneos que merecen ser mencionados y, en lo posible, corregidos.
La inexactitud histórica
principal, a la cual nos referiremos más adelante en forma pormenorizada,
comete el autor en la siguiente aseveración: "De Hitler obtuvo el
Poglavnik la cesión de Bosnia y Hercegovina, regiones que bajo ningún concepto
podían considerarse croatas" (p. 92).
En el prolegómeno a la
descripción de la guerrilla —tema principal del ensayo— el autor formula
afirmaciones que requieren aclaración y/o rectificación. Por ejemplo:
"Pero la firma del acuerdo (adhesión al Pacto Tripartito el 25-3-1941 --
N. del A.) suscitó un profundo rechazo en la opinión pública." La opinión
pública en Yugoslavia no era uniforme al respecto; para la mayoría la adhesión
al pacto significaba la paz en las fronteras con los vecinos que ya habían adherido
al pacto, con excepción de Grecia, contrarios eran algunos círculos militares
servios bajo la influencia británica y quienes efectuaron el golpe de Estado el
27-3-41, y los nacionalistas croatas, especialmente los miembros del Movimiento
Croata de Liberación 'Ustaša', quienes se vieron defraudados en sus esperanzas
pues la guerra la consideraban una ocasión propicia para la restauración del
Estado croata. Tampoco se puede decir con propiedad que el "golpe de
Estado incruento terminaba con la impopular dictadura del príncipe
Pablo..." pues él no era dictador al estilo del rey Alejandro, asesinado
en Marsella en 1934. Quizás era un tanto impopular en Servia por haber buscado
y encontrado un cierto entendimiento con los croatas. No es del todo exacto decir:
"El día 10 (de abril - n.c.) cayó Zagreb, capital de Croacia" pues
ese día, y antes de la llegada del ejército alemán a Zagreb, "había
proclamado la independencia el 10 de abril Slavko Kvaternik, lugarteniente del
líder independentista, el Poglavnik Ante Pavelić" como lo señala más
adelante el mismo autor.
También conviene aclarar la
frase que es la continuación de la ya citada aseveración sobre Bosnia y que
será objeto de nuestra atención más adelante. La aludida frase reza: "En
cambio el 18 de mayo tuvo (Poglavnik - n.c.) que reconocer la anexión de
Dalmacia por Italia (Protocolos de Roma )." El mapa ilustrando "El
desmembramiento de Yugoslavia, 1941" (pág. 94) demuestra que Italia
anexionó en 1941 casi las mismas partes de Dalmacia que los Aliados Occidentales
(Gran Bretaña, Francia y Rusia) habían cedido a Italia, mediante el Tratado de
Londres del 26-44915, como precio para su declaración de guerra a las Potencias
Centrales. A. Pavelić, dejado por Hitler a la merced de Mussolini, no tuvo
otra alternativa que reconocer la imposición del mencionado precedente. El
autor no pudo del todo liberarse de la persistente propaganda comunista
yugoslava, especialmente en lo que se refiere a los nacionalistas croatas. No
es correcto decir: "Los ustachi, los seguidores del padre da la nación
croata, se entregaron durante meses a una campaña de exterminio de la población
serbia y judía..."
El Dr. Ante
Starčević, apodado Padre de la Patria, murió en 1896. Su ideología,
reflejada en el Partido de Derecho Croata, no tiene nada en común con la guerra
civil llevada a cabo en el territorio del Estado Independiente de Croacia y el
exterminio mutuo servio-croata. Uno de sus sucesores en la presidencia del
Partido de Derecho ha sido el Dr. Josip Frank, judío croata. Falleció en 1911.
— Refiriéndose a la terminación de la guerra el autor escribe: "Hasta el 5
de mayo de 1945 las tropas de Tito no pudieron atravesar la línea Zvonimir, que
defendía Zagreb. Al día siguiente, el Poglavnik — que acaba de realizar un
último baño de sangre entre sus súbditos de origen serbio — abandonó su capital
seguido por unos 400.000 partidarios". Hasta tanto se produzcan pruebas
fehacientes sobre la supuesta matanza de servios durante los últimos meses de
la guerra, debemos calificar esta afirmación como maniobra de la propaganda
comunista yugoslava efectuada con el propósito de justificar sus horrendas
liquidaciones de centenares de miles de adversarios del comunismo al terminar
la guerra. El autor se refiere en forma bastante suavizada a ese hecho en el
párrafo siguiente: "Detenidos por los británicos y neozelandeses, que
habían alcanzado Eslovenia, fueron entregados a los partisanos, que a su vez
terminaron ocupando el sur de Austria y la mayor parte de Istria. Más de 50.000
nacionalistas croatas y varios miles de chetniks fueron ejecutados como
criminales de guerra. Pavelić, Nedić y Mihailović pagaron con
sus vidas su actuación durante la contienda."
En cuanto al número de los
"ejecutados como criminales de guerra" se estima que las cifras giran
en torno a 200.000 soldados del ejército croata, 12.000 de domobranci
eslovenos, cerca de 6.000 soldados montenegrinos, unos 3.000 chetniks servios,
60.000 alemanes y alrededor de 100.000 civiles, mayormente croatas. El general
Kosta Nadj, comandante del Tercer Ejército partisano yugoslavo responsable por
la matanza de los refugiados extraditados, declaró recientemente al respecto,
que "150.000 opositores del régimen cayeron en sus manos y que
`naturalmente al final, nosotros los liquidamos'" (Reporter del 6-13
de enero de 1985, Belgrado, en: Nikolai Tolstoy, The Minister and the
Massacres, Londres, 1986, p. 409, nota 8). Así que no se trata de ejecución
de criminales de guerra condenados someramente por los tribunales militares o
"populares", sino de la liquidación de la oposición de manera propia
a los comunistas de Tito.
Agreguemos que Pavelić
murió de muerte natural en Madrid, en 1959, mientras que Nedić cometió
suicidio en la prisión de Belgrado. Solamente Mihailović fue condenado y
ejecutado como criminal de guerra, en 1946.
Volvamos pues a nuestra
consideración principal. Se trata de la ya citada aseveración del profesor J.
G. Pecharroman de que Bosnia y Herzegovina son regiones que bajo ningún
concepto podían considerarse croatas. En cambio, nosotros sostenemos que
estas regiones deben considerarse croatas bajo varios conceptos: el
geopolítico, el histórico, el étnico y el lingüístico. Al afirmar esto, nos
basamos en el estudio del profesor doctor Fray Dominik Mandić, traducido
al castellano, intitulado "Bosnia y Herzegovina - provincias croatas. En
conmemoración del V centenario de la caída de Bosnia (1463-1963)" (in:
"Bosnia y Herzegovina - Aportes al esclarecimiento del origen de la
Primera Guerra Mundial", Studia Croatica, Buenos Aires, 1965, págs.
151-223, con sumario en inglés, págs. 224-233). La versión croata del sumario
del estudio del doctor D. Mandić (Hrvatska Misao, N° 41, diciembre
1968, Buenos Aires), ha sido traducida al castellano e incorporada en nuestro
artículo con el título "El Congreso de Berlín (13-6-1878,-13-7-1878) y sus
consecuencias para Croacia" (Studia Croatica, Buenos Aires, 1978,
vol. 70-71, págs. 158-167). De la mencionada obra del doctor D. Mandić
reproducimos los datos y conclusiones más importantes.
I — Bosnia y Herzegovina consustanciadas con Croacia en sentido geopolítico
1 — La actual Bosnia y
Herzegovina carecen de fronteras naturales y, desde el punto de vista
geopolítico, no forman una unidad territorial independiente y cerrada. Este
ente político es el resultado del proceso histórico-cultural, iniciado a fines
del siglo XII bajo el gobierno del ban Kulin y terminado en nuestros días. Por
la configuración natural del suelo y por el curso de sus montañas y ríos la
actual Bosnia y Herzegovina consta de varias partes más unidas a las regiones
adyacentes croatas que entre sí. Por ello, los prácticos romanos adjudicaron
las regiones del río Sava de la actual Bosnia a sus provincias panónicas,
mientras que la Bosnia central con la cuenca del Vrbas superior, Tropolje (los
campos de Glamoč, Hlivno y Duvno) y toda la Herzegovina actual la
incorporaron a la provincia de Dalmacia. Bosnia y Herzegovina prolongan,
complementan y unen las regiones croatas del Norte panónico con las del
Adriático septentrional. El río Drina con su cauce hondo y escarpado por entre
las altas montañas encierra las regiones croatas y las separa de las regiones
servias y de los Balcanes centrales. Siguiendo esta línea, los romanos trazaron
la línea divisoria definitiva del Imperio Romano entre Occidente y Oriente; con
la misma coincide la separación de la Iglesia Oriental y la Occidental y de la
cultura con la misma denominación, la oriental y la occidental.
II — Durante las
migraciones de los pueblos los croatas poblaron Bosnia Y Herzegovina y siguen
viviendo en ellas permanentemente
2 — Según Constantino VII
Porfirogéneta (905-959), a su llegada al sur en 626, los croatas se radicaron
en: Dalmacia, Ilírico y Panonia. Consecuentemente, los croatas ocuparon al
principio toda la Bosnia y Herzegovina de hoy, pues formaban la parte
integrante de dichas provincias romanas. Describiendo la situación política a
mediados del siglo X, Porfirogéneta menciona el "terruño Bosnia" al
final del capítulo 32 de su obra De Administrando Imperio, donde habla
de los servios. Hizo eso debido a que su contemporáneo, el župan (prefecto)
servio Časlav Klonirnirović, justamente en aquel entonces (949) ocupó
Bosnia ("pequeña región alrededor del curso superior del río Bosnia"
según Enciklopedia Leksikografskog Zavoda, tomo I, Zagreb, 1955, pág. 579), y
otras regiones croatas hasta los ríos Vrbas y Cetina. Sin embargo, alrededor
del año 960 el rey croata Krešimir III reincorporó Bosnia a Croacia. Desde
aquel entonces y hasta el año 1918 Bosnia jamás formaba parte del Estado
servio, ni estuvo bajo el dominio servio.
3 -- También una antigua
crónica croata del siglo VIII, incorporada en la crónica Kraljevstvo Hrvata
(Regnum Croatiae) del siglo XI, confirma que a su arribo al Adriático Ios
croatas ocuparon a Bosnia. Respecto al máximo gobernador croata esta crónica
dice: "...tornó el reino de Iliria, o sea todo el territorio que se halla
aquende Valdemije /Val de vino = Vinodol/ y hasta Polonija /Polina, antigua
Apollonia en Albania = Valona/... y llegaba a Bosnia y bajaba a Dalmacia... la comarca
superior e inferior ... Y su reino abarcaba Bosnia y Valdemin hasta Polonia,
tanto el reino marítimo como el interior..."
4 — Desde Ios tiempos más
antiguos Bosnia ha sido banovina (un ente estatal autónomo croata) regida por
los banos (ban, "banus" en latín) ininterrumpidamente hasta el año
1377, cuando el ban Tvrtko I se proclamó rey. La dignidad de ban es una
institución netamente croata, siendo desconocida por los servios, búlgaros y
otros pueblos de la Europa medieval.
5 — El ordenamiento social
en la Bosnia medieval era croata. Bosnia ha sido estrechamente ligada en lo
cultural a las demás regiones croatas. Eso lo corroboran los restos
arqueológicos de las iglesias, de los palacios reales y de los potentados, y
los monumentos sepulcrales. Todos ellos llevan las características occidentales
y croatas.
6 — El cronista bizantino
Juan Kinamos, secretario del emperador Emanuel Comneno (1143-1180), estuvo
reiteradas veces con el Emperador en Servia de antaño y en la frontera de
Bosnia. Apoyándose en su propio conocimiento Kinamos escribe sobre el ban
Borić:
"Cuando llegó cerca
del río Sava, se dirigió al otro rio Drina, que des-emboca en otra parte y
separa a Bosnia de otra comarca, Servia. Y Bosnia no está sometida al župan de
los servios, pues es independiente; la gente vive de manera peculiar y se
gobierna a sí misma."
Kinamos sostiene
claramente, gracias a sus conocimientos directos, que en Bosnia no viven los
servios, sino otro pueblo, o sea el pueblo croata, pues en aquel entonces, como
hoy en día, no hubo en los Balcanes centrales otros pueblos que no fueren el
croata y el servio.
III — La conciencia
nacional croata de los católicos y musulmanes en Bosnia y Herzegovina
7 — Desde el siglo XII
hasta el siglo XV no se registraron mayores migraciones de la población en
Bosnia. En esa comarca vivían permanentemente los mismos pobladores autóctonos,
de los cuales Kinamos dice que no eran servios. Este pueblo autóctono empezó a
destacar su nombre gentilicio croata con cierta insistencia cuando Bosnia cayó
bajo el dominio turco y cuando a fines del siglo XV y comienzos del siglo XVI
una parte de la población autóctona bosníaca emprendió la huida hacia el
Occidente: los bunjevci, los vodeni (= bosnios) croatas, los predavci
y otros. Todos ellos se llamaban a sí mismos croatas, y así los llamaban sus
contemporáneos.
El enviado pontifical A. Burgio escribe en 1526 que Bosnia pertenece a Croacia ("... il principe Ferdinando ci attente volentieri per potersi intitolare Re di Bossina; appartenendo la Bossina a la Croatia". Monumenta Vaticana Hungarica, ser. II, tomo I, Budapestini 1884, p. 324). Otro enviado papal en 1580 acotó que el río Una (actualmente en Bosnia) "es el río principal de Croacia" ("...principalissimo fiume di Croazia". Vetera Mon. Slav. Mer. historiara illustrantia, II, 75, Zagreb, 1875).
8 — El escritor croata fray
Francisco Glavinić nacido en Glamoč Bosnia, en 1585, llama su idioma
"croata". En su obra "Los comienzos de la provincia franciscana
Bosnia-Croacia" escribe: "Los bosnios son la misma nación con los
croatas; también el idioma les es el mismo" ("I Bosnesi sono
l'istessa natione con i Croati, e tale è anco il linguaggio loro". F.
Glavinich, Origine della provincia Bosna Croatia, Udine, 1646).
Los pobladores autóctonos
de Bosnia de religión católica, al alistarse al servicio militar turco, solian
llamarse a sí mismos "valientes croatas". Este nombre es mencionado
varias veces por el escritor turco Evlija Čelebija quien repetidas veces
viajaba por Bosnia en el siglo XVII. Čelebija acotó que también los
pobladores ortodoxos de Piva montenegrina se llamaban "genuinos, puros
croatas".
Fray Lovro Šitović, de
origen musulmán de Ljubuški, siempre llamaba croata el idioma que hablaba. En
la introducción de su Gramática, dedicada a la juventud de Dalmacia, Bosnia,
Herzegovina, Eslavonia y Bačka, se dirige a todos con las palabras:
"Nosotros los croatas".
9 — Hasta el fin del siglo
XII toda la población de Bosnia y Herzegovina era croata, perteneciendo a la
religión católica de rito romano. A fines del siglo X aparece en Bosnia la
herejía de los bogomili (patarenos), pero recién en el siglo XIII cobra tanta
importancia que a principios del siglo XIV fue abrazada por la mayoria de los
croatas de Bosnia y Herzegovina. Gracias a la labor de los franciscanos de la
provincia de Croacia y del Vicariato de Bosnia (1392-1463) los adeptos a la
herejía de bogomili han sido en su mayoría reincorporados al seno de la iglesia
católica, de modo que al caer Bosnia y Herzegovina bajo el dominio turco en
1463, de toda la población no más del 10 % se decían bogomili.
Los croatas bogomili en su
totalidad abrazaron el islám. Los croatas católicos retrocedían día a día
numéricamente debido a las persecuciones turcas y por falta de sacerdotes
católicos. A fin de preservar su fe católica, más de 300.000 emigraron a las
regiones limítrofes de la Croacia libre y a otras regiones no croatas como:
Eslovenia, Austria, Bohemia, Hungría, Italia. Por todas estas razones unos
500.000 abrazaron el islám y unos 50.000 pasaron al rito ortodoxo.
Los croatas musulmanes como
así también los católicos hablaban el viejo idioma croata ikavski con fuertes
matices del dialecto čakavski; seguían valiéndose de la escritura croata
llamada bosančica; conservaron muchas viejas costumbres populares croatas
en la vida familiar y comunitaria, como así también las vetustas supersticiones
populares acerca de hadas, brujas y vampiros. También hoy en día los croatas
tanto católicos como musulmanes en Bosnia y Herzegovina forman una separada
comunidad lingüística y biológica, distinta de la de los servios inmigrados con
posterioridad.
10 — Desde mediados del
siglo XV y hasta promediar el siglo XVII los musulmanes de Bosnia y Herzegovina
con su espada y su intelecto, sea como jenizares, sea como gobernadores administrativos,
llevaron el Imperio otomano hasta su apogeo de poder y esplendor. Veinticuatro
croatas, mayormente de Bosnia, fueron grandes visires del Imperio, veintitrés
de ellos fueron yernos del Sultán. Algunos de ellos se enorgullecían
enfáticamente de su nombre croata de tal modo que los historiadores turcos
hasta hoy los distinguen como croatas, a saber: Mahmud bajá Abogović Veli
(santo), Rustem bajá El Croata, Sivajuš bajá El Croata, Murad bajá El Croata,
etc. Los demás croatas musulmanes de Bosnia y Herzegovina tampoco renegaban de
su nombre y lengua croata cuando se encontraban en el extranjero. En la
academia militar de los jenizares en Constantinopla, y desempeñando altos
cargos estatales a lo largo y ancho del Imperio, ellos hablaban el croata, obligando
de este modo a los demás servidores de otros pueblos de Turquía a aprender y
hablar el idioma croata, lo que hicieron incluso algunos sultanes, como por
ejemplo Solimán El Magnífico. El enviado vienés A. Pigafetta, en 1567, escribe
al respecto: "Hablamos en croata. En Constantinopla es usual hablar en
croata, idioma que casi todos los funcionarios turcos conocen, especialmente
los. militares" ("Parlar in croato... e ció usassi parimente a
Constantinopoli ... in croata, lingua parlavano, la quale é familiare á tutti
quasi i Turchi, e specialmente a gli huomini di guerra", A. Pigafetta,
Itinerario, Londres, 1585, Starine Jug. Akademije, sv. X, Zagreb, 1878, p. 14 y
siguientes). Mohamed-bajá Sokolović (1510-1579), oriundo de Bosnia
oriental cerca de Višegrad, al terminar sus altos estudios con distinción fue
preguntado por el Sultán Solimán de dónde provenía, y éste le respondió: 'De
los croatas'. Sokolović fue el .más grande estadista de la Turquía de
todos los tiempos.
IV — Los valacos y los servios son inmigrantes extranjeros en Bosnia y Herzegovina
11 — A Bosnia y
Herzegovina, que eran regiones puramente croatas, empezaron a inmigrar en el
transcurso del siglo XI elementos foráneos. Los señores feudales bosníacos
empezaron entonces a traer a los valacos étnicos, de origen mauro-africano,
para que se desempeñen como soldados y boyeros.
Hacia fines del reino de
Bosnia en estas provincias hubo cerca de 100 aldeas valacas
("katuni") con unas 15.000 almas, mayormente de religión católica.
Los turcos favorecían la colonización de valacos no eslavos empleándolos en el
servicio militar como tropas de choque y guardias fronterizos. En 1540 en el
sandyacato de Bosnia hubo 9.879 casas valacas entre los valacos antiguos y
nuevos. Hasta las guerras de Viena (1683-1699) los nuevos valacos turcos
hablaban su idioma romano.
12 — En Herzegovina hasta
la época de los Nemanjić, y en Bosnia hasta la llegada de los turcos, no
hubo servios ni ortodoxos, salvo algunos carreros de mercaderías a los cuales contrataban
los señores feudales bosníacos y los comerciantes ragusinos (de Dubrovnik) para
el transporte de la mercadería desde la costa marítima al interior.
Tras la derrota servia en
la batalla de Kosovo (1389) los servios étnicos retrocedían bajo la presión
turca a lo largo de los ríos Ibar y Morava hacia el río Danubio y Voivodina.
También la gran migración de los servios bajo Arsenije Crnojević en 1690,
se efectuó hacia el Norte. Históricamente no se puede comprobar si algún grupo
mayor de servios étnicos haya inmigrado a Bosnia hasta la ocupación por
Austro-Hungría en 1878.
Conclusión - Etnicamente Bosnia permaneció siempre región croata
La actual población de
Bosnia y Herzegovina acusa el siguiente origen étnico:
Los croatas católicos son
en un 95% descendientes de los antiguos croatas católicos de Bosnia y
Herzegovina; el 2-3% provienen de los antiguos mauro-valacos croatizados, y el
3-4% de distintas minorías étnicas.
Los musulmanes son
descendiente de los croatas bogomili de Bosnia y Herzegovina en un 10-12%; el
85% son croatas católicos islamizados; de origen turco u oriental el 2-3%, y de
origen valaco el 1-2%.
Los servios son
descendientes de los croatas católicos y bogomili pasados a la religión
ortodoxa en un 33%; de los mauro-valacos no eslavos el 50-52%; de diverso
origen étnico un 6%, y de los servios étnicos el 8-10%. La mayoria de los
servios étnicos ha llegado a Bosnia y Herzegovina durante la ocupación de
Austro-Hungría y durante la primera y la segunda Yugoslavia. Los croatas
ortodoxos y los valacos no eslavos fueron servizados por la Iglesia ortodoxa
servia a fines del siglo XVIII y durante el siglo XIX.
Estas son las conclusiones
del historiador doctor fray D. Mandić sobre el carácter étnico-histórico
croata de Bosnia y Herzegovina.
Milan Blažeković
LA PRENSA de Buenos Aires, del
19-9-1986, publica bajo este título otro significativo comentario de su asiduo
colaborador y analista Raúl Oscar Abdala que transcribimos íntegro:
Podemos imaginarlo con su
vestidura de dignatario eclesiástico sentado ante el tribunal, acaso una blanca
y fina mano sobre la otra y ambas sobre el regazo. El rostro afilado vecino de
la demacración, corno el de Eugenio Pacelli, se orienta, grave y sereno, hacia quienes
ceñudos, cumplenla sombría tarea de enjuiciarlo. Los ojos muy vivos y
penetrantes bajo la vasta frente de pensador, llegan hasta el fondo del alma de
estos jueces que militan en la sumisa y abigarrada servidumbre del mariscal
Tito. No se puede menos que simpatizar con ese hombre que viene batiéndose
desde hace años en lucha desigual, contra las varias encarnaciones del
Anticristo, y que ahora está ahí, solo, abroquelado en su ardiente fe, a merced
de verdugos a sueldo.
"Enemigo del pueblo"
¿De qué acusa el gobierno
comunista de Yugoslavia a Aloysius Stepinac, primado de la Iglesia croata? De
"reaccionario enemigo del pueblo". En opinión de esta gente, el
eclesiástico debió abandonar el arzobispado cuando en 1941 se produjo la
invasión de los nazis. Eso es todo.
Stepinac sabe con quiénes ahora
tiene que habérselas. Los conoce tan bien como a los sicarios de Hitler; y no
ignora que la anticipada decisión de encarcelarlo o matarlo no se torcería ante
sus argumentos. Así, no se defiende, sino que razona en voz alta, como hablando
con lentitud y calma para la historia de esta parte tenebrosa del siglo XX.
Ante la acusación de
colaboracionismo, se le oye sentenciar: "El pastor no abandona el redil,
el patriota no abandona a su pueblo". No es un intento de escapatoria para
justificar lo injustificable; es una verdad honda y dramática, una verdad
estremecedora. Eso precisamente había ocurrido desde el primer día de la
invasión: el pastor, junto a su redil, el patriota en el seno del pueblo
croata, negándose a prestar el más mínimo apoyo al brutal ocupante. Y esto
lo hacía Stepinac en horas en que algunos próximos a él ensayaban un coqueteo
con la jefatura militar y política hitlerista.
El antinazismo de Stepinac era,
como su anticomunismo, una manifestación de su ostensible postura
antitotalitaria, tan antigua como su hirviente convicción cristiana. Antes de
la Segunda Guerra le había confesado a un alto prelado vaticano, aludiendo a
ambas formas políticas de la barbarie contemporánea: "Sé que la iglesia en
Croacia está amenazada desde el Norte y desde el Este". Y refiriéndose a
sí mismo añadió la trágica tranquilidad del estoico y de los cristianos de los
primeros tiempos: "El arzobispo de Zagreb, alentado por el ejemplo de sus
predecesores (...) está dispuesto a enfrentarse con el enemigo y testimoniar
con su sangre por Cristo". Los acontecimientos que se desencadenaron desde
el '41, se encargarian de revelar, con sobrecogedores episodios, hasta qué
punto era sincero este auténtico soldado de Cristo.
La condena
Derrotados los nazis, y asentado
por fin en el gobierno de Yugoslavia, Tito ensaya un golpe maquiavélico:
separar la cristiandad de su país de la metrópoli romana, pero choca con la
férrea oposición de Stepinac. Claro: tras este fracaso, se produce el arresto,
al que sigue un proceso ejecutado en el más puro estilo comunista: sin
garantías y con todas las de perder, como en los días del Stalin de las purgas.
Stepinac no se tomó el inútil
trabajo de nombrar defensor ni abundó en probanzas acerca de su inocencia. Pero
en el juicio pronunció palabras definitivas, algunas tan pasmosas como éstas:
"Teniendo limpia mi conciencia, estoy dispuesto a morir en cualquier
momento". Y en relación con su lucha por la nativa Croacia, afirmó ante
sus atónitos jueces: "Todo lo que haya dicho sobre el derecho del pueblo
croata a su libertad e independencia, está de completo acuerdo con los
principios básicos enunciados en Yalta y en la Carta del Atlántico. Si conforme
con estos principios, toda nación tiene derecho a su independencia, entonces
¿por qué se lo niega a la nación croata?"
Ciego, sordo, sólo obediente a
la voz del terrible amo, el tribunal lo condeno en 1946 —en estos días se
cumplen cuatro décadas— a 15 años de trabajos forzados, con pérdida de sus
derechos civiles y políticos.
En 1953, el Papa Pío XII lo
elevó al cardenalato primado de Yugoslavia; pero 61, ya liberado de la prisión
merced a un discutible acto de "clemencia", continuó siendo
privilegiado blanco de la saña bolchevique, bajo la forma de internación en la
casa parroquial del pueblo de su nacimiento, severamente vigilado por el
régimen, que terminó aislándolo de todo contacto con el exterior.
En tal situación murió en
febrero de 1960, antes de cumplir los 62 años. Terminaba así una existencia
consagrada al servicio del linaje humano bajo las variadas expresiones de la
caridad cristiana —fue fundador de "Cáritas"— y de la empeñosa
defensa de la libertad individual, Ilevada hasta el límite del sacrificio.
"A través del terror y de las sucesivas tiranías —leo en la nota
necrológica que le consagró La Prensa— el arzobispo Stepinac defendió
sin cesar la doctrina de Cristo, los derechos humanos y la libertad de sus
compatriotas".
Un mártir
Era al mismo tiempo intelectual
que invertía muchas vigilias en lectura y escritura y sacerdote de Dios que
trabajaba duramente en fundar templos, como la santa de Avila y en procurar pan
y consuelo para los pobres y atribulados. El tiempo le resultaba escaso a este
formidable trabajador en su doble condición de ministro de la Iglesia y de
ciudadano amante de la libertad: organizaba campañas de socorro; difundía en
ciudades y aldeas el verbo de Jesús; alentaba esperanzas; denunciaba atropellos
contra la dignidad humana; fulminaba a los enemigos de la libertad; y ya en la
alta noche este príncipe de la Iglesia tumbaba su cuerpo fatigado en una dura
cama de hierro.
La mente de Stepinac era de una
sorprendente amplitud como lo demuestra, entre otros aspectos de su múltiple
actuación, su sentimiento patriótico, sellado por una no frecuente sensatez. En
efecto: tan patriota croata como el que más condenó, no obstante, la antipática
virulencia del nacionalismo excluyente y fanático, siempre vecino de la
agresión. Oigámoslo: "El amor a la nacionalidad no debe trasformar al
hombre en bestia salvaje (...). El amor a su propio pueblo no está en
contradicción con el amor a toda la humanidad, sino que se complementan".
Un hombre cortado a semejante patrón moral debía atraer el impecable enojo del
extremismo. Y el extremismo lo condujo al sacrificio.
Stepinac pertenecía a la casta
del cardenal Midzsenty, de nuestro monseñor Miguel de Andrea, para quienes el
servicio de Dios y de la libertad —si bien se mira lo uno supone lo otro—
asumía un valor más encumbrado que el de la propia vida.
De él dijo el cardenal
Tisserant: "Figura entre los héroes de la Iglesia". Exacto: Aloysius
Stepinac entró en la condición heróica porque fue un mártir en el expresivo
sentido que la Iglesia confiere a ese vocablo griego (martyr) que significa testigo.
El arzobispo de Zagreb supo dar con su largo rosario de penurias, patético
testimonio de su fe cristiana, de su esencial humanismo y de su patriotismo,
tan hondo como fe-cundo.
El porvenir demostrará que sus
palabras, su acción infatigable y su sacrificio no habrán sido en vano.
El prestigioso diario suizo NEUE ZURCHER ZEITUNG, edición
del 30 de agosto último, comenta en los siguientes términos y bajo el titulo
"Liberación anticipada del disidente croata preso":
Tal el título de una extensa crónica de Viktor Meier,
corresponsal en Yugoslavia del FRANKFURTER ALLGEMEINE ZEITUNG (9-IX-1986) sobre
lo que ocurre en Kosovo. En la parte introductoria de su despacho el cronista
resume las acusaciones que se repiten en los últimos cinco años en la prensa
servia contra supuesta "irredenta" albanesa cuyo objetivo sería:
"la región de Kosovo étnicamente pura". Por revestir gran interés,
reproducimos a renglón seguido sendos párrafos de la referida crónica:
"Hable servio para que lo pueda entender".
Editado por el "Centro di
Studi Storici Croati" (Centro de Estudios Históricos Croatas), Venecia -
Padua 1985, pp. 646.
El libro de Čolak reproduce
las partes esenciales de unos 5.000 documentos relativos al tráfico marítimo en
los mares Adriático y Jónico y parte del Egeo durante el siglo XVIII, guardados
en los archivos de Venecia y Fano.
Estos documentos, que
cronológicamente abarcan un periodo un poco mayor de cien años —exactamente
desde el 9-VII-1696 hasta el 26-X-1802— contienen informaciones referentes a
viajes de embarcaciones de diferentes banderas y portes transportando
mercaderías (a veces también pasajeros) entre puertos emplazados en las costas
de los nombrados mares. Como regla, en cada cual de ellos figuran: el nombre y
tipo de la nave a cuyo viaje se refiere, la fecha de zarpada, el puerto de
origen, los de escala y el de destino, el nombre del patrón y/o capitán, el
número de pasajeros, si los hay, como también la clase y cantidad del
cargamento transportado. Citaremos algunos elegidos al azar:
"El día 27-VI-1742 - Durrës
(Albania) Zarpa para Venecia la tartana del capitán Marko Kamenarović, de
Dobrota, llevando un cargamento de pez ( resina) y 20 fardos de pieles de cabra
curtidas (cordobán), embarcado en Vlorë."
"El día 15-XII-1784 -
Durrës - Zarpa para Venecia el capitán Antun Mihović, de Stóliv, a bordo
del pielego 'Madonna del Rosario, San Antonio di Padova ed Anime del
Purgatorio' con un cargamento de 1.331 fardos de tabaco en hojas, embarca-dos
en este puerto por cuenta del capitán Luka Dabinović y Cía. y Juraj
Ivanović y Cía., de Dobrota."
"El día 20-VII-1791 -
Ancona - El falucho del patrón Nikola Jakobović, de la Bahía de Kotor,
procedente de Zadar, en lastre. El 29-VII despachado para la mencionada Bahía
de Kotor, con bacalao, cebollas y ajos."
A primera vista se trata pues de
escuetos datos estadísticos cuya monotonía es interrumpida tan sólo por uno que
otro breve relato de contratiempos sufridos por las tripulaciones de esa
multitud de bergantines, goletas, faluchos, tartanas, pielegos (embarcaciones
de hasta 100 toneladas con tres mástiles, de diseño veneciano) y otros barcos a
su cargo.
"14-IX-1772 - Kotor - El
pielego del patrón Luka Mijović, de Stóliv, procedente de Durres con un
cargamento de pez dura y con destino a Venecia, naufragó el 20 de agostó ppdo.
en las aguas de Hercegnovi. El barco se llamaba `Madona della Concezione e San
Antonio di Padova'."
Sin embargo, el lector atento,
especialmente aquel interesado en la historia política de las regiones situadas
a lo largo de la costa oriental del Adriático, encontrará en la obra de
Čolak informaciones sumamente notables. Una de ellas es que los patrones y
capitanes afectados al tráfico marítimo en aguas del Adriático durante la época
que contempla el libro y que, preponderantemente, se desarrollaba en el trapecio
Venecia-Trieste-Durres (Durazzo, Albania) - Ancona-Venecia, con los dos puertos
de escala más importantes en la costa dálmata —Zadar (Zara) y Split (Spalato)—
eran en su gran mayoria croatas, oriundos de las provincias litoraleñas de
Croacia, que se extienden desde el Golfo de Triestre hasta más al sur de la
Bahía de Kotor. En efecto, el censo de los patrones y capitanes nombrados en
los registros transcriptos en el libro, pone de manifiesto que del total de
1475 patrones y capitanes —por su origen étnico 1212 eran de nacionalidad
croata, 203 italianos y 60 de otras nacionalidades (albaneses, griegos,
montenegrinos, servios y alemanes). Tal circunstancia es testimonio de la
importante función de la gente de mar croata en el tráfico marítimo en aguas
del Adriático durante el Setecientos, no obstante el hecho de que en esa época
la mayor parte de la costa de Croacia estaba bajo el dominio de Venecia,
situación que se prolongó hasta la caída de ésta, ocurrida en 1797.
El prólogo y el epílogo de la
obra —ambos publicados en italiano y en croata— con referencias al pasado de
Croacia particularmente a su historia martima y un mapa de la región
reproducido de un atlas impreso en París en 1665, facilitan el estudio de la
obra, con la cual el autor ha demostrado sus aptitudes de sistematización y
clasificación de documentos marítimos.
Recomendamos a nuestros lectores
croatas o de origen croata que adquieran este valioso libro y que hagan
donación del mismo a institutos históricos o bibliotecas, pues se trata de un
documento que confirma lo justo de las reivindicaciones croatas referentes a
territorios que en 1945 les fueran arrebatadas por el régimen comunista
yugoslavo y entregados a otras naciones a las que nunca han pertenecido, como
por ejemplo la Bahía de Kotor a la República Socialista de Montenegro.
Fedor Mažuranić
ed. Consejo Nacional Croata,
Stuttgart. 1986, pp. 119.
En la Feria de Libro de
Francfort, Alemania Occidental, en el stand de libros croatas publicados en la
diáspora, apareció también el título del epígrafe. Trátase de una docena de
ensayos y artículos políticos, escritos por Mate Meštrović, presidente del
Consejo Nacional Croata, desde 1980 hasta 1986 y publicados en periódicos y
revistas de los refugiados políticos croatas, a saber: Vjesnik HNV
(EE.UU.), Hrvatska Revija (Barcelona-Munich); HT Danica
(Chicago); Hrvatska Država (Alemania Federal) y Hrvatski Vjesnik
(Australia)
El prologuista Radovan
Latković pone de relieve el pensamiento político y su enfoque actual de
los problemas fundamentales y las aspiraciones libertadoras de los croatas y de
su afanosa lucha por la independencia nacional y los derechos humanos. En
síntesis, disponemos de un compendio de los escritos políticos y pautas
organizativas del presidente del Consejo Nacional Croata en la diáspora.
Dirigir pedido a: Comité de
Coordinación del HNV-a para Alemania, Postfach 1349, 7000 STUTTGART 1, Alemania
Occidental. Precio: U$S 3.
B. K.
ed. Istituto Universitario
Orientale en Annali del Seminario di Studi dell'Europa Orientale, Sezione
Linguistico-Filologica, 1982-1983.
En la misma publicación Annali
1984 salió del autor mencionado un estudio documentado sobre: Nouveaux Éléments
en morphologie Croate introduits par des mots d'origine francaise et etrangére.
Editado por Internationale
Gesellschaft für Menschenrechte (La Asociación Internacional para los Derechos
Humanos) en Frankfort, el folleto titulado "Die Petition: Amnestie für
alle politischen Gefangenen in Jugoslawien" (La petición: Amnistía de
todos los presos politicos en Yugoslavia) contiene los casos recientes y más
drásticos de la persecución por razones políticas que el régimen de Belgrado
practica en Croacia y a la vez brinda el fondo histórico de la rebelión de la
mayoría albanesa en la región de Kosovo. En su excelente prólogo el médico Dr.
Reinhard Gnauck toma el caso del joven estudiante Dobroslav Paraga —quien fue
condenado por recojer firmas para la Petición de Amnistía— como un ejemplo
típico en qué medida y en qué forma se respetan los derechos humanos en
Yugoslavia. El opúsculo de referencia de 100 páginas tiene valor documental y
sirve como manual y fuente de datos en esa materia. En la portada se reproducen
las firmas de la sonada Petición del año 1980. Dirigir los pedidos a:
Internationale Gesellschaft für Menschenrechte, Kaiserstrasse 72, D-6000
Frankfurt/M. 1, Alemania Federal. Precio: DM 10.
El diario O LIBERAL que se edita
en Belem, Pará, Brasil, con fecha del 24 de agosto último y en la rúbrica
Reporter 70 publica lo siguiente:
Dos artículos de nuestro
comentarista internacional, Fernando Moreira de Castro, fueron publicados, en
español, en Studia Croatica, revista trimestral de estudios políticos y
culturales, editada con el patrocinio del Instituto Croata Latinoamericano de
Cultura, con sede en Buenos Aires.
San Juan, 11 de Septiembre de
1986
Sr. Ljeposlav Perinić
Carlos Pellegrini 743, 39,
"18", 1009 Buenos Aires
Estimado Sr. Perinić:
Al agradecer la revista
"Studia Croatica" que tuvo la gentileza de enviarme, debo hacerle
presente que experimenté una gran alegría al tener nuevamente noticias de los
"croatas", a quienes estimo y admiro, y a quienes empecé a conocer
gracias a la amabilidad de su Director, el Dr. Radovan Latković, a quien
agredezco y retribuyo sus saludos.
A él también le debo la
información sobre la vida y actuación del gran prócer y mártir, Dr. Esteban
Radić, a quien sinceramente admiro por su valor, hidalguía y patriotismo y
que acá lamentablemente se desconoce.
Me sentiré muy complacida y
agradecida de recibir regularmente tan importante revista que me ayudará
enormemente, a no dudarlo, al conocimiento de Croacia.
Haciendo votos por su ventura
personal, le saludo muy atte.
María Augusta Herrera Bustos
Avenida
Córdoba 438 - Este
5400
San Juan
Buenos Aires, 6 de noviembre de
1986.
Señor Secretario de Redacción de
Studia Croatica
D. Ljeposlav Perinić.
He recibido la interesante
publicación de estudios políticos y culturale., que tuviera la gentileza de
hacerme llegar. Le agradezco su envío y aprovecho la oportunidad para
felicitarlo por la calidad de la revista así como por el valioso material
informativo sobre la historia y la cultura de esa magnífica comunidad.
Salúdolo con toda consideración.
Arturo López Peña
El 29 de noviembre, aniversario
de la constitución de la República Federal de Yugoslavia, los jóvenes
croatas-argentinos, reclamando la libertad para Croacia, distribuyeron en las
calles céntricas de Buenos Aires el volante que reproducimos:
¿SOBERANIA O IMPERIALISMO?
¿Piensa Ud. que cada pueblo
tiene derecho a su auto-determinación y a su independencia, o preferiría Ud.
que unos pocos países grandes sojuzgaran a los demás?
¿Cree Ud. que habría que
destruir la independencia de la mayoría de los países sudamericanos y
centroamericanos, entre ellos la de Guatemala, Nicaragua, Honduras, Bolivia,
Paraguay, Uruguay, etc.?
¿Considera Ud. que muchos paises
europeos, entre ellos Suiza, Suecia, Austria, Dinamarca, Noruega, Finlandia,
Irlanda y Albania no tienen derecho a subsistir y deberían ser sometidos por
países más grandes y más poderosos?
¿Sabe Ud. que en el mundo actual
hay exactamente cien naciones soberanas, entre las cuales se encuentran todas
las anteriormente mencionadas, cuyas poblaciones son más pequeñas que la de
Croacia?
¿Está Ud. Informado de que el
pueblo croata tuvo su independencia hace ya más de-1.300 añós?
Y de que hace 41 años el pueblo
croata, tras ardua lucha, en la cual pereció uno de cada diez Croatas, perdió
su estado soberano y fue obligado a ingresar en la Yugoslavia titoista,
proclamada el 29 de noviembre de 1943?
Pero la voluntad croata no fue
doblegada, el pueblo croata sigue luchando y tarde o temprano resurgirá
nuevamente
CROACIA LIBRE Y SOBERANA.
¡ABAJO TODOS LOS IMPERIALISMOS -
INCLUYENDO EL IMPERIALISMO YUGOSLAVO!
¡LIBERTAD Y SOBERANIA A TODOS
LOS PUEBLOS - INCLUYENDO EL PUEBLO CROATA!
JUVENTUD CROATA
[1] (•) Para
mejor orientación de muchos de nuestros lectores consignamos los datos escuetos
sobre Miranda, Francisco
Antonio Gabriel, general, político y prócer venezolano, n. en Caracas el 9-6-1756
y m. en Cádiz 14-7-1816. Capitán de ejército, graduado en Espafia, tomó parte
en la guerra de Independencia de la América del Norte. Fue bien visto en las
sociedades y cortes europeas, sobre todo en San Petesburgo, donde Catalina II
lo protegió en sus pretensiones de independizar a su patria. Participó en la
Revolución Francesa y entró en servicio de la Francia republicana, y en 1792 y
1793 se distinguió en la guerra contra Prusia y en la ocupación de Bélgica.
Acusado de conspiración se refugió en Inglaterra y pensando siempre en la
emancipación política de la América española, daba instrucciones a Madariaga, O'Higgins,
Caro y otros próceres sudamericanos. En Inglaterra y España estableció
asociaciones que revestían las formas de logias masónicas y cuyo fin era la
libertad de Hispanoamérica. Fue Miranda el primero que, en honor de Colón,
llamó Colombia a las regiones que se liberaron en Costa Firme, y el primero que
dio el grito de independencia sudamericana, el que preparó el 5 de Julio de
1811, día en que Venezuela declaró su independencia nacional. Miranda era muy
instruido y hablaba 10 lenguas. En el Arco de Triunfo de Paris figura su nombre
(Nota de la Redacción).
[2] Tanto
Miranda como muchos autores del siglo XVIII usan la terminolog'a geográfica
latinizada o italianizada al referirse a Croacia. Así Dalmacia en vez de
Croacia Meridional, Ragusa o Raguza en vez de Dubrovnik, Spalato/Spalatro en
vez de Split, Gravosa en vez de Gruž, Raguza Vequia en vez de Cavtat, etc.
Estos últimos términos en el idioma croata han ido popularizándose
internacionalmente a partir del Renacimiento Nacional Croata de los años
treinta del siglo XIX.
[3] Dávila,
Vicente, Introducción, Torno II,
Archivo del General Miranda, Viajes, Diarios 1785-1787, Editorial
Sur-América, Caracas, 1929.
[4] Dávila,
Vicente, Introducción, Torno II,
Archivo del General Miranda, Viajes, Diarios 1785-1787, Editorial
Sur-América, Caracas, 1929.
[5] Archivo del General Miranda, Viajes, Diaries, Tomo II, Editorial Sur-América, Caracas, 1929,
págs. 7, 108-110.
[6] Archivo del General Miranda, Viajes, Diaries, Tomo II, Editorial Sur-América, Caracas,
1929, págs. 7, 108-110.
[7] Archivo del General Miranda, Viajes, Diaries, Tomo II, Editorial Sur-América, Caracas,
1929, págs. 7, 108-110.
[8] Archivo del General Miranda, Viajes, Diaries, Tomo II, Editorial Sur-América, Caracas,
1929, págs. 7, 108-110.
[9] Al igual que con respecto a los términos geográficos, Miranda usa las
formas latinizadas o italianizadas de los nombres y apellidos croatas, indicados
entre paréntesis. Asi Tomasso y Jacob Bassegli (Toma y Jakobica Basiljević ),
Michaele Roini (Miho Rojnić), Francesco
di Ragnina (Frano Ranjina), Sorgo
(Sorkoéević), Pietro Natali (Pere Natalić), Resti (Rastić), Georgi
(Durdević), Baldassar de Gozze (Baldo Gučetić), Cristophoro
Basich (Kersto Bašić) y Joseph Pilcovich (Jozo Pilković).
[10] Archivo del General Miranda, Viajes, Diaries, Tomo II, Editorial Sur-América, Caracas,
1929, págs. 7, 108-110.
[11] Archivo del General Miranda, Viajes, Diaries, Tomo II, Editorial Sur-América, Caracas,
1929, págs. 7, 108-110.
[12] Archivo del General Miranda, Viajes, Diaries, Tomo II, Editorial Sur-América, Caracas,
1929, págs. 7, 108-110.
[13] Archivo del General Miranda, Viajes, Diaries, Tomo II, Editorial Sur-América, Caracas,
1929, págs. 7, 108-110.
[14] Archivo del General Miranda, Viajes, Diaries, Tomo II, Editorial Sur-América, Caracas,
1929, págs. 7, 108-110.
[15] Archivo del General Miranda, Viajes, Diaries, Tomo II, Editorial Sur-América, Caracas,
1929, págs. 7, 108-110.
[16] Archivo del General Miranda, Viajes, Diaries, Tomo II, Editorial Sur-América, Caracas,
1929, págs. 7, 108-110.
[17] Archivo del General Miranda, Viajes, Diaries, Tomo II, Editorial Sur-América, Caracas,
1929, págs. 7, 108-110.
[18] (•) Sultán del
Imperio Turco, Otomano
[19] Archivo
del General Miranda, Viajes, Diaries, Tomo II, Editorial
Sur-América, Caracas, 1929, págs. 7, 108-110.
[20] Muljačić,
Žarko, Iz korespondencije Alberta Fortisa (De la Correspondencia de
Alberto Fortis), Materiales para la historia literaria croata, Zagreb, 1952.
[21] Bersa,
Josip, Dubrovačke slike i prilike, 1800-1880 (Imágenes y vivencias
de Dubrovnik, 1800-1880), Matica (Ateneo) Croata, Zagreb, 1941.
[22] Bersa,
Josip, Dubrovačke slike i prilike, 1800-1880 (Imágenes y vivencias
de Dubrovnik, 1800-1880), Matica (Ateneo) Croata, Zagreb, 1941.
[23] Bersa,
Josip, Dubrovačke slike i prilike, 1800-1880 (Imágenes y vivencias
de Dubrovnik, 1800-1880), Matica (Ateneo) Croata, Zagreb, 1941.
[24] Bersa,
Josip, Dubrovačke slike i prilike, 1800-1880 (Imágenes y vivencias
de Dubrovnik, 1800-1880), Matica (Ateneo) Croata, Zagreb, 1941.
[25] Véase nuestro trabajo 'La controversia político-nacional entre los
inmigrantes croatas de Magallanes (1896-1918)" Studia Croatica XXVI (4) : 303-330.
[26] Referencia al célebre pacto convenido entre el líder croata Ante
Trumbić, a nombre del Comité Yugoslavo de Londres, representativo de la
diáspora croata en el mundo, y Nikola Pašić, primer ministro de Servia,
por el que se establecieron los fundamentos político-jurídicos del futuro estado
yugoslavo.
[27] "Estefan Radić"
[28] "El día de la restauración de la libertad yugoslava", "El Magallanes",
Punta Arenas, 1 de diciembre de 1928.
[29] "El Aniversario de Yugoeslavia", "El Magallanes", Punta Arenas, 19 de
diciembre de 1930.
[30] Años después en nueva voltereta dialéctica, Bonacić hará una
vibrante defensa del federalismo, calificándolo como tendencia histórica
natural del pueblo yugoslavo, y celebrando la proclamación de
Yugoeslavia Democrática y Federal por el Movimiento
de Liberación Nacional (...) como un acontecimiento que hará eco en la vida de
los eslavos meridionales... ("Federalización de Yugoeslavia", "El Magallanes", Punta Arenas, 29 de setiembre
de 1945).
[31] "Aniversario de la Constitución de Yugoeslavia",
"El Magallanes'', Punta Arenas, 14 de diciembre de 1930.
[32] En información publicada por "El Magallanes" en su edición
de 5 de, abril de 1932, se daba cuenta de que la colonia yugoslava se aprestaba
para conmemorar el 261 aniversario de la muerte de los héroes croatas Zrinski y
Frankopan. Sería ésta la última vez que la prensa de Punta Arenas registraría
una noticia semejante.
[33] En 1931 el Dr. Branimir Jelić, ferviente patriota que se había
distinguido como uno de los más influyentes líderes del nacionalismo croata, y a
la sazón autoexiliado por razón del golpe autocrático del Rey Alejandro,
fundó en Buenos Aires la organización Hrvatski Domobran (La defensa del
Hogar Croata).
Esta
institución inició y desarrolló una labor intensa de propaganda reclamando la
independencia croata, concitando la adhesión de muchos emigrados radicados en
el país y en el exterior. Para ellos y sus
ideas fueron las denostaciones de Bonacić, defensor intransigente del
unionismo sureslavo por sobre toda otra consideración.
El autor agradece al estimado amigo y colega
Sergio Mimica, de Santiago de Chile, el antecedente referido, del mismo modo
como su apreciada lectura comentada del presente trabajo.
[34] "Alejandro I, el unificador, Rey Mártir de Yugoslavia", "El Magallanes", Punta Arenas, 29 de octubre
de 1934.
[35] "Primero de Diciembre y la política yugoeslava interna", "El Magallanes", Punta Arenas, 14 de
diciembre de 1934.
[36] "Día de Yugoeslavia unida", id. id., 1 de
diciembre de 1935.
[37] "Croacia quiere su autonomía", edición del 6 de enero de
1939.
[38] "¿Qué quiere Matchek?", por Luciano Carosi, 7 de julio de 1939; y "Y triunfó Matchek... ". por Ladislav Szabo, 28 de junio de 1940.
[39] Insistimos en lo de "sólo en principio", pues el desacuerdo se
mantuvo en aspectos de importancia. Sin embargo. la breve experiencia de
vigencia del Banato registró algunos hechos positivos que contribuyeron a
aflojar la tensión acumulada entre croatas y servios.
[40] "Aspectos de la política yugoeslava ante el momento
internacional", "El Magallanes", Punta Arenas, 6 de setiembre de
1939.
[41] Lo incómodo que hubo de serle el tema a Bonacić, hizo que
omitiera toda mención al mismo en el cuarto volumen (inédito) de su obra
"Historia de los Yugoeslavos en Magallanes" (Punta Arenas 1941 a
1946), no obstante que a la materia (la cuestión croata bajo la monarquía
austrohúngara) le destinó considerable espacio en los tomos segundo y tercero.
[42] "Significado politico del movimiento croata en Yugoeslavia",
"El Magallanes", Punta
Arenas, 29 de setiembre de 1939.
[43] Esta frase final es una referencia al reciente triunfo electoral
(octubre de 1938) del Frente Popular, cuyo abanderado, el ilustre hombre
público Pedro Aguirre Cerda, de filiación política radical, fue elegido
Presidente de Chile.