España en la encrucijada a fines de noviembre de 1936 vista por un observador croata

Prvislav Weissenberger

 

Studia Croatica, Año XV – Julio – Diciembre 1974- Vol. 54-55

 

Prólogo

El profesor Vicente Palacio Atard, en su estudio La literatura histórica de la guerra de España, destaca la inagotable producción bibliográfica al respecto y, al plantear la pregunta ¿por qué interesa hoy el tema?, explica el correspondiente interés despertado aun en el exterior:

"Entre los lectores extranjeros también cabría seleccionar una serie de matices en las motivaciones que los inducen hacia la temática de nuestra guerra, matices variables en razón de la edad, por supuesto; pero creo yo que puede encontrarse un denominador común, general a todos ellos, cualquiera sea su disposición afectiva, su simpatía o repulsa por uno u otro de los bandos en lucha, o por el hecho mismo de la guerra. Este denominador común estaría dado por la sorpresa o el asombro que les produce el mantenimiento de uno de los pocos regímenes de autoridad, anteriores a la segunda guerra mundial, que hoy subsisten en el mundo.

"Estos lectores, al menos los más inteligentes y desinteresados entre ellos, desean explicarse sin preconceptos previos cuáles fueron las razones que hicieron posible una guerra civil española y el desenlace de la misma, cuál fue el verdadero significado del conflicto en las perspectivas de la historia española y en las coordenadas de la historia universal" [1].

Por ser relativamente pocos los escritos que se ocupan de la guerra civil española vista por observadores del sudeste europeo, aliento la esperanza de que podrá interesar a los lectores de la especializada revista Studia Croatica el informe que presenté, hace 38 años, en mi calidad de agregado de la Legación de Yugoslavia en Madrid, al Dr. Milan Stojadinovic, presidente del gobierno y ministro de Asuntos Exteriores de Yugoslavia desde junio de 1935 hasta febrero de 1939. Creo, además, conveniente acompañar el informe con algunos datos adicionales en cuanto a las relaciones entre España y Yugoslavia-Croacia.

En su amplia obra autobiográfica Yugoslavia entre las dos guerras ("Ni rat ni pakt - Jugoslavija izmedju dva rata", Buenos Aires, 1963, Edic. "El Economista", 762 págs.; en servio), el Dr. Milan M. Stojadinovic se refiere en varias ocasiones a España. Su actividad ministerial se desarrollaba en un período en que España asume un gran papel en el escenario internacional.

La efervescencia de las fuerzas sociales y económicas españolas desembocó en la formación del Frente Popular y su victoria en las elecciones parlamentarias del 16 de febrero de 1936 [2].

El General Duval (Les leçons de la Guerre d'Espagne. Préface du Général Weigand, de l'Academie Française, VI, París, Librairie Plom, 1938), destaca, además, el papel del presidente de República española, quien, por su parte, ayudó al inesperado triunfo de las izquierdas: "Ce 7e. Congrés decida la constitution du Frente Popular et arrêta son programme. M. Alcalà Zamora, president de la République, fit le reste. Il ne pensait qu'a barrer Gil Robles el les partis de droite. Le 31 décembre 1936, il appela au pouvoir Portela Valladares et huit jours plus tarde, le 7 janvier, il prononça la dissolution des Cortes". Op. cit., págs 36-37.

El ulterior desarrollo de los acontecimientos de España fue objeto de múltiples y diversas especulaciones en las cancillerías, por lo que resulta algo raro que Stojadinovic no haya mencionado a España hasta el 30 de octubre de 1936, en plena guerra civil.

Esta lamentable omisión ¿es pura casualidad?

De profesión economista, Stojadinovic conocía muy bien las relaciones económicas entre Yugoslavia y España, que tienen aun un fondo político, pues gracias al primer tratado de comercio entre ambos países, concluido en Madrid el 27 de septiembre de 1929, Yugoslavia consigue "la cláusula de nación más favorecida" y puede, por fin, emanciparse de los intermediarios -Italia, en primer lugar- en el comercio con España y establecer lazos directos con los mercados españoles[3]. Sorprende, pues, que se olvide de mencionar el hecho de haber reactivado la Legación de Yugoslavia (suprimida en los años 1932-1935 por razones financieras, a raíz de la depresión económica mundial), enviando a Madrid a un ministro plenipotenciario en el momento en que surgió el conflicto bélico entre Italia y Abisinia. Las sanciones económicas, aplicadas a Italia por resolución de la Sociedad de las Naciones, en Ginebra, exigían que se prestara mayor atención a los mercados exteriores, especialmente en el Mediterráneo, para compensar todo lo que fuera posible las pérdidas provenientes de la supresión de las exportaciones a Italia. Así, por iniciativa de Stojadinovic, empeñado en el asunto aun por motivos de política interior, pues no hay que perder de vista el descontento de los croatas, debido a la postergación de que fueron víctimas tanto en el campo político como en el económico; además, las exportaciones a España provenían, en su mayor parte, de las regiones croatas (madera, huevos, cemento), se entablaron las negociaciones comerciales en Madrid, que terminaron con la firma del acuerdo comercial del 15 de mayo de 1936, fijándose en él, recíprocamente, los contingentes de importación[4] para los años 1936 y 1937 y el convenio de pagos (clearing).

La revista Exportación, Madrid, mayo de 1936, publica el texto íntegro del acuerdo entre España y Yugoslavia del 15 de mayo de 1936.

Entre los escritos que se ocupan de las relaciones hispano-yugoslavas, merecen mención especial:

1) José Ma. Doussinague y Teixedor: El mercado de Yugoslavia y las posibilidades que ofrece para la exportación española, Madrid, 1930, Publicaciones del Ministerio de Industria y Comercio, 15 páginas;

2) Luis García Guijarro, consejero comercial de España para los Balcanes: Posibilidades del mercado de Yugoslavia para algunos productos españoles, en Exportación, información mensual de la Dirección de Comercio, Madrid, julio de 1933, Nº, 61, págs. 2-10, y agosto Nº 62, págs. 7-9 y 20.

Dr. Prvislav Weissenberger: Pred obnovom nasih privrednih odnosa sa Spanijom (En vísperas de la renovación de nuestras relaciones económicas con España), Belgrado, 1939, 88 páginas, y Dr. Prvislav Weissenberger: Nove smjernice spanjolske trgovinske politike (Nuevos rumbos de la política comercial de España) Belgrado, 1940, 44 páginas.

Por mi anterior actividad en España (1931-1934), como representante del Instituto de Comercio Exterior de Belgrado y a instancia de la Cámara de Comercio e Industria de Zagreb (Croacia), fui nombrado, por decreto del 1-VII-1936, agregado de la Legación en Madrid, pero por haber estallado el levantamiento militar el 18 de julio tuve que aplazar por unas semanas el viaje a Madrid, dedicando ese tiempo a consultas con los círculos comerciales e industriales interesados en las relaciones con España, ya que el nuevo acuerdo abría promisorias perspectivas para fomentar el intercambio comercial[5].

Antes de marcharme a España tuve una entrevista con Stojadinovic, en Bled (Eslovenia), la capital veraniega del Gobierno y del Cuerpo diplomático, durante la cual él demostró gran interés por los asuntos de España, y especialmente por los problemas económicos y sociales[6].

El Ayuntamiento de Madrid, preocupado por la falta de carne vacuna en los mercados de la villa y en la corte, a pocos días del levantamiento militar se dirigió a la Legación de Yugoslavia para negociar la compra de ganado vacuno en pie. El Ayuntamiento estaba dispuesto a enviar inmediatamente una comisión a Belgrado para finiquitar el negocio, al margen del acuerdo comercial. El transporte se efectuaría por vía marítima, y se estipuló que el pago se realizarla al contado (en oro) contra entrega del ganado en los puertos de embarque. La noticia de estas negociaciones, que tenían carácter confidencial, no tardó en propagarse, aún en el exterior, a través de la prensa internacional (U.P.), y se decía que "España habría comprado 5.000 animales vacunos en Yugoslavia" [7].

En primer envío fue de 2.400 animales vacunos. Luego, en el mismo mes de octubre se completó el resto. El negocio fue un éxito sin precedentes para Yugoslavia.

Con estos antecedentes en las relaciones hispano-yugoslavas durante el año 1936, nos acercamos al momento en el que Stojadinovic aborda en sus memorias, que tienen un sello apologético, por primera vez los asuntos de España, en el contexto de su política exterior, con ocasión de su visita oficial a Ankara.

Turquía formaba parte del Pacto Balcánico, junto con Yugoslavia, Grecia y Rumania. Este pacto regional era uno de los pilares de la política de integración regional en el sudeste de Europa. Todos los miembros del Pacto tenían extensas zonas marítimas y, por ende, interés en el equilibrio de las fuerzas antagónicas en el Mediterráneo. Los acontecimientos de España, entrelazados con los problemas internacionales, desde el 18 de julio, podían tener directa e indirecta repercusión en la propia área del Pacto Balcánico.

Después del encuentro con el presidente de la República, el legendario Kemal Ataturk, Stojadinovic mantuvo conversaciones con sus colegas: el presidente del Gobierno, Ismet Inöni y Ruzdi Aras, ministro de Relaciones Exteriores de Turquía. De la reunión celebrada el 30 de octubre de 1936 Stojadinovic logró salvar en exilio los apuntes, los que incluye en sus memorias "sin ninguna modificación, como documento histórico", ofreciendo un panorama de la política internacional, con especial consideración de los dos países balcánicos, en el que España, después de Italia, figura entre los temas de mayor actualidad en aquel momento.

He aquí la traducción del texto respectivo (o. c., págs. 426-427):

Dr. Stojadinovic: Existe ahora la cuestión del reconocimiento del gobierno del general Franco y de nuestras relaciones con el gobierno republicano en Madrid. Cuando se presente la vacante en el cargo del actual ministro de España en Belgrado[8] o Ankara, ¿qué tenemos que hacer? ¿Recibir al nuevo ministro o no ?

Dr. R. Aras: Inglaterra ha concedido el agreement para el nuevo embajador del gobierno legal (republicano) de Madrid. Así podríamos proceder también nosotros, y después, cuando nos hayamos decidido a reconocer al nuevo gobierno (del general Franco), eso podría tener entonces mayor importancia.

Ismet Inöni: La cuestión española puede dividir a las grandes potencias en dos bandos, pero nosotros no tenemos que entrar en tal disputa. No tenemos interés ni por unos ni por otros.

Dr. M. Stojadinovic: Comunico que para el gobierno de Yugoslavia ya se plantea el problema del nuevo ministro, pues el gobierno de Madrid pidió el agreement. Se trata de un ex-director de museo llamado Carlos Montilla.* Mientras tanto, al decir de las malas lenguas, él es director de esas cosas robadas de los castillos y propiedades de los monárquicos y gente rica. De todos modos, en Belgrado no estamos dispuestos a continuar manteniendo relaciones completamente normales con el gobierno de Madrid como si, desde luego, no existiera el movimiento nacional del general Franco. Por tanto, seria quizás oportuno aceptar de momento a la persona propuesta no en calidad de nuevo ministro plenipotenciario sino como encargado de Negocios. Con esto, podríamos evitar la desagradable situación de otorgar el agreement.

Isnvet Inöni: De acuerdo con la propuesta.

Dr. M. Stojadinovic: Tenemos que fijar también nuestra actitud para el caso de que Franco entrara con su ejército en Madrid.

Ismet Inöni, el Dr. R. Aras y el Dr. M. Stojadinovic están de acuerdo en. que en tal caso hay que establecer inmediatamente relaciones normales con el nuevo gobierno, como el único gobierno de facto, y el reconocimiento de jure dejarlo para después.

Dr. R. Aras: En cuanto al reconocimiento de jure, es posible que Inglaterra reconozca poco después al nuevo gobierno, ya que militarmente no está preparada. Además, se encuentra bajo la influencia de su aliado -Portugal-. En lo que atañe a Francia, aún no se sabe cómo procederá. La Unión Soviética se opondrá al reconocimiento. Para nosotros lo mejor será que nos demos prisa; que vayamos tras de Francia e Inglaterra, siguiendo una línea neutral en el conflicto entre las dos partes de España.

Ismet Inöni: Lo más importante para nosotros es que no nos expongamos en el choque entre los dos bandos de las grandes potencias, uno de izquierda y otro de derecha, y no lleguemos a la situación de tener que declararnos en favor de uno u otro.

Cuatro semanas después, a fines de noviembre de 1936, de regreso de Madrid, presenté el siguiente informe sobre la situación en España, cuya conclusión, en lo esencial, se ajustaba a las expectativas de la cancillería de Belgrado. La opinión pública del país, sin embargo, estaba dividida. En Belgrado y en las regiones orientales, en su mayor parte se inclinaban en favor del Frente Popular[9].

El informe suponía previos conocimientos de algunos puntos tratados: por tanto, ahora, después de 38 años, me parece conveniente dar a conocer unos pocos datos bibliográficos y referencias a textos posteriores que corroboran, rectifican o completan los puntos expuestos en un momento crucial de la trágica historia de España.

He aquí el texto del informe:

La actual guerra civil española, se presenta tanto en España como en el exterior como la lucha entre la "democracia" y el "fascismo". Los partidarios del Frente Popular -el gobierno legal de Madrid (ahora en Valencia)- tildan a los "insurgentes" de "fascistas" y luchan por la victoria de la democracia en España y en el mundo. Por el contrario, los "insurgentes" se califican a sí mismos de "nacionalistas", y al bando adversario de "rojos" y "marxistas"; proclaman, igual que el Frente Popular, la lucha por la libertad y un mejor porvenir de España[10].

A primera vista parece que es así, pues resulta más sencillo presentar los fenómenos típicos españoles en ropaje europeo que entrar en la esencia misma de los acontecimientos. La guerra civil en España, considerada en un principio como un acontecimiento típico español con cierto trasfondo internacional, en el curso de las posteriores y cada vez mayores operaciones bélicas se desenvuelve, al parecer, como una lucha entre el "fascismo" y el "comunismo" en el suelo español y, como tal, adquiere un carácter eminentemente internacional.

¿Se trata aquí de la "democracia" como un hecho incontrovertible al que se refiere el gobierno constitucional español?

Algunos datos con referencia al pasado de España pueden ser útiles para aclarar la cuestión planteada.

No obstante el hecho de tener una de las constituciones liberales más antiguas, promulgada por las Cortes Constituyentes de Cádiz en 1812, y que era, además, en tal medida desafecta a la Santa Alianza (la que podría compararse con el actual sistema de Estados de régimen autoritario) provocó que su activa intervención armada que fuera suspendida durante el absolutismo de Fernando VII, España, a pesar de tal tradición liberal, era un país en el que la democracia se hallaba en un estado de infancia.

Dos fuerzas tuvieron un papel decisivo en la vida pública española en el siglo XIX y, como los hechos lo demuestran, aún en pleno siglo XX no han perdido su carácter primordial: el ejército y la Iglesia, dos factores poderosos que entorpecían la labor del Parlamento y, por ende, las posibilidades de realización de la democracia.

El ejército, que tendría que ser el guardián del orden, fue en España al mismo tiempo fuente de disturbios.

El ejército, que es, en primer lugar, un factor fundamental en cualquier política exterior, en España resultó ser uno de los ponderables factores de la política interior.

Con el ejército los liberales llevaron, al estimarlo oportuno, aún la lucha contra la iglesia (guerras carlistas). Fue el ejército mismo el que después sacudió la Monarquía (Isabel II), en 1868, y allanó el camino para el efímero reinado de Amadeo de Savoya. El ejército tuvo un papel preponderante en la República, 1873-1874, y la restauración de los Borbones (Alfonso XII) es nuevamente obra suya.

En época reciente, el ejército venció -en 1917- al movimiento revolucionario obrero (desde entonces se formaron las juntas militares, precursoras de la dictadura militar en su forma contemporánea).

Al ejército se le adjudica, en gran parte, la responsabilidad por la derrota en Marruecos (general Silvestre), así como la imposición de la dictadura del general Primo de Rivera para salvar a los factores responsables del fracaso en África.

De acuerdo con el ejército (oficiales de artillería), Sánchez Guerra[11], el penúltimo presidente del Consejo de Ministros (1922), durante la monarquía parlamentaria, intentó el levantamiento contra el régimen de Primo de Rivera. También los elementos republicanos y socialistas preparan la revolución, en diciembre de 1930, en connivencia con el ejército (comandante Ramón Franco)[12].

Proclamación de la República, el 12 de abril de 1931

Las elecciones municipales, el 12 de abril de 1931, son un episodio que abre nuevos horizontes en la vida de España. El entonces jefe de la Guardia Civil, general Sanjurjo, aconseja al rey Alfonso XIII acatar el caprichoso veredicto del pueblo español[13]. El ejército no está unido y la Guardia Civil no tiene el poder suficiente para sostener una guerra civil.

El mismo general Sanjurjo se levanta, en agosto de 1932, contra el gobierno republicano que tiene el respaldo de la mayoría en las Cortes Constituyentes. Condenado a muerte e indultado después de la amnistía, se prepara para su rehabilitación[14].

En las elecciones parlamentarias de 1933 los partidos de izquierda quedan en minoría, y así el régimen republicano sufre un descalabro sensible, pues el Partido Radical Republicano (Lerroux — centro), con el propósito de mantenerse en el poder, adopta una actitud benévola y de apoyo a las derechas (agrarios y la Acción Popular de Gil Robles[15]) y con eso sacude los fundamentos de la Constitución. Al entrar la Acción Popular en un gobierno de coalición con los Radicales, en octubre de 1934 (Gil Robles mismo formará parte del segundo gobierno de los radicales, haciéndose cargo del Ministerio de Guerra: desde ese momento se inicia el antiguo movimiento de las juntas militares, que actúan con la denominación de Unión Militar Española), como reacción contra el gobierno de Lerroux —y las derechas— estalló la revolución en Asturias, apagada en sangre por el general López Ochoa, con la ayuda de la Legión Extranjera. Mientras tanto, en Cataluña el general Batet, con un total de 400 soldados, hace frente a la revolución promovida por la izquierda catalana (Companys, presidente de la Generalidad de Cataluña).

En las elecciones parlamentarias del 16 de febrero de 1936, la izquierda, reunida en el Frente Popular, obtiene una mayoría absoluta. Socialistas, comunistas y anarco-sindicalistas no participan en et gobierno pero apoyan el gobierno del Frente Popular, formado por izquierdistas, es decir, por partidos republicano-burgueses. El gobierno del Frente Popular tiene así que defender la "legalidad" de los procedimientos que se desenvuelven al margen del Parlamento. La situación se encuentra en la calle. Son las huelgas en las ciudades y la anarquía en los pueblos, donde el proletariado del campo no tiene paciencia para esperar las gestiones de la comisión para la aplicación de la reforma agraria. Las luchas callejeras están a la orden del día. El asesinato del diputado en las Cortes y ex-ministro bajo la monarquía, don José Calvo Sotelo, el "presunto dictador", fue como si se diera una señal de alerta.[16] La derecha abandona el Parlamento.

Inmediatamente después, el 17 de julio, estalló el alzamiento militar en la Península; en Sevilla, Burgos, Zaragoza y Pamplona. El levantamiento en Barcelona y en las regiones marítimas del Este, con excepción de las Islas Baleares, fue reprimido al poco tiempo de estallar al igual que en Madrid, Badajoz y en la zona marítima del Cantábrico. El general Sanjurjo se prepara, desde Portugal, para tomar el mando de los "nacionalistas", pero en el camino perece, víctima de un accidente aéreo.

¿En que se diferencia el movimiento de los insurgentes "nacionalistas" de empresas semejantes en el pasado de España? Como ya se ha dicho, la historia política de España de los siglos XIX y XX está entrelazada de "pronunciamientos militares". Como la misma palabra "pronunciamiento" nos revela, es suficiente "proclamar" el nuevo estado y con ello afrontar a los elementos eventualmente vacilantes del bando adversario con un hecho consumado[17]. Desde ese momento ya corre un nuevo plazo de legalidad y orden. En el caso actual no se desenvuelve todo sin tropiezos, como se había planeado, y por ende se percibe una cierta falta de seguridad; pero no hay, sin embargo, inseguridad en cuanto a las perspectivas de la victoria, las que se inclinan hacia el bando de la fuerza armada militarmente organizada[18], sino en cuanto a las eventuales complicaciones, que habrían sido insignificantes si el "pronunciamiento" se hubiera logrado por un procedimiento rápido.

Causas de la guerra civil

¿Cuáles son los factores que han provocado el levantamiento? Además de los problemas económicos y sociales, los que se explicarán a continuación, existía malestar en casi todas las ramas del ejército por la precedente política de los izquierdistas. Al ejército le afectaba especialmente la política pacifista manejada por el presidente de la República -Azaña-, durante su actuación como ministro de Guerra en los años 1931-1933. La política pacifista resulta, además, de la misma Constitución Republicana: España renuncia a la guerra como medio de su política estatal. Esta moderna "capitis deminutio" del ejército que, por lo demás, después de la liquidación de las posesiones ultramarinas vivía de su antigua gloria y grandeza, fue un duro golpe, pues el solo hecho de que desaparezca del horizonte la posibilidad de una guerra, ¿no resulta problemático para la mantención de la moral, de la disciplina y de las perspectivas de cualquier empresa militar?[19] Si se toman en consideración el papel del ejército en la política interior y la proporción en un algo desmesurado aprovechamiento del presupuesto nacional, a lo que habría que añadir los gastos en el presupuesto para Marruecos -que servía de trampolín para rápidos ascensos, condecoraciones, asignaciones a títulos de cortesía y representación-, es comprensible que los militares se opongan a sus expropiaciones a través de la supuesta "política pacifista" por parte de los izquierdistas. Se percibía también una tendencia manifiesta, sobre todo después de la victoria del Frente Popular, hacia la formación de unas milicias republicanas y obreras, las que paulatinamente tendrían que reemplazar a los elementos que no ofrecían suficiente confianza, formados en un espíritu antiguo, monárquico-conservador.

El movimiento "nacionalista" puede, en cierto aspecto, compararse con el movimiento del general Primo de Rivera, el que de un modo hábil y con éxito fue preparado por el ejército en 1923, pero bajo otras circunstancias. Tampoco entonces gozaban las Cortes de prestigio en la nación[20]. El gobierno del general Primo de Rivera se mantuvo durante casi siete años; al principio como autoritario-militar y después en colaboración con prestigiosas personalidades civiles (José Calvo Sotelo -ministro de Hacienda), favoreciendo hasta cierto punto también a los sindicatos socialistas (Largo Caballero). Es así como el régimen de Primo de Rivera -el que probablemente se hubiera mantenido más en el poder si no se hubiese agravado la situación económica del país- ofrece una prueba más de que la democracia no tenía arraigo en la nación.

Rafael Sánchez Guerra, hijo del destacado político José Sánchez G., en su libro Dictadura, Indiferencia, República (Cía. Ibero-Americana de Publicaciones, S.A., Madrid, con un prólogo de Niceto Alcalá-Zamora, redactado en la Cárcel Modelo de Madrid, en enero de 1931), pág. 81, observa al respecto: "El pueblo, por odio a los antiguos políticos -negarlo sería una necedad- acogió con simpatía la sublevación militar".

Características de los partidos políticos de España

La tradicional división de los partidos políticos en España entre liberales (Romanones) y conservadores (Maura), trasladada a la práctica, se reflejaba -antes de la dictadura del general Primo de Rivera- regularmente, en el resultado electoral de tal modo que el partido que recibía el mandato electoral tenía asegurada la mayoría para las próximas Cortes. Los partidos no representaban como tales a una fuerza política efectiva. En el fondo de los partidos hay un factor político -político en el sentido peyorativo de la palabra-: el "caciquismo español" [21]. Factor que no influyó en el Partido Socialista, el que paulatinamente extendía su radio de acción según el curso del desarrollo económico y el despertar de la conciencia de clase entre los trabajadores de la ciudad y el campo, agrupados en los sindicatos socialistas (Unión General de Trabajadores: U.G.T.), afianzándose como un valor positivo en la vida política española. Para este fenómeno tan típicamente español -el "caciquismo"- no tenemos, como tampoco para el término "pronunciamiento", una adecuada traducción, pero equivale, aproximadamente, a la del poder de la burguesía provincial -comerciantes, industriales, terratenientes, la mayoría de ellos a la vez usureros-, la que sacaba provecho de su poder en las elecciones gracias a la actuación de políticos profesionales residentes en Madrid[22]. El "caciquismo" fue fuertemente atacado durante la dictadura, dada la ausencia del Parlamento. La autoridad del régimen en aquel tiempo no era suficientemente elástica como antaño y forzosamente chocaba a menudo con el "caciquismo" el que, al ofrecérsele la primera oportunidad en abril de 1931, votó contra la dictadura (monarquía) pero de ningún modo por devoción a los principios republicanos[23]. Este mismo "caciquismo" se vio amenazado por los experimentos del primer período de la República y votó en favor del centro y las derechas (monarquía) en las elecciones de noviembre de 1933. Buena parte tuvo el "caciquismo" en la victoria de las izquierdas en febrero de 1936, pues en los pueblos bajo el dominio de los caciquistas no era raro que se votase con retraso, prescindiendo de la segunda vuelta en circunstancias disputadas

Continuando con el mismo tema, apunta (op. cit., pág. 183): "El amo de una tierra o de una fábrica que exclama, jactancioso: "Tantos jornales pago y tantos votos tengo", es indigno de vivir en un país libre. Tiene espíritu de negrero, y debería ser expulsado de España. Para evitar la compra de votos, volvemos a lo mismo, hay que perseguir con verdadero ensañamiento al cacique. El cacique es siempre el culpable de todo".

Resultados de las elecciones del 16 de febrero de 1936

El gobierno electoral de Portela Valladares tenía que hacerse cargo del centro en el nuevo Parlamento -en su papel de exponente del jefe de Estado, Alcalá Zamora-[24] empeñándose en servir de regulador de la política interior. Pero había sufrido una derrota completa y no tuvo siquiera la paciencia suficiente para aguardar los resultados de las elecciones suplementarias en algunas circunscripciones electorales, así que el mismo día en que se conocieron los resultados entregó el gobierno en Cataluña a las izquierdas.

Por sentirse en el ambiente electoral una cierta tendencia, bastante acentuada, hacia la izquierda -bajo el lema de amnistía para las víctimas de la revolución de octubre de 1934 y la reacción contra las derechas, las que contaban obtener la mayoría absoluta, aún en lucha abierta contra el mismo presidente de la República-[25] se presentó también en esta ocasión un fenómeno casi normal en España: las organizaciones caciquistas se orientaron a último momento hacia los candidatos que prometían obtener la mayoría, a la espera de sacar posteriormente provecho de una tal actitud. Así se puede explicar el hecho de que la Izquierda Republicana (81) y la Unión Republicana (36) ganaron 50-60 escaños a cargo del Partido Radical, el que en los últimos comicios quedó reducido a sólo 8 escaños de los 107 que tenía en 1933. El auge de los socialistas se debe a las mismas razones.

Los primeros resultados, aproximadamente exactos, de las elecciones del 16 de febrero de 1936, publicados en "La Vanguardia" de Barcelona el 19 de febrero adjudican, sobre un total de 461 escaños, a las izquierdas 240, al centro 45 y a las derechas 176 actas de diputados a las Cortes. Si comparamos los resultados definitivos de las elecciones parlamentarias de 1936 con los de 1931 y 1933, respectivamente, tenemos el siguiente cuadro:

 

Diputados:

1931

1933

1936

Izquierda

291

104

267

Centro

136

173

64

Derecha

42

194

143

 

En apoyo de la destacada actuación del caciquismo en la política española se pueden aducir las declaraciones de unos prominentes políticos, dadas en vísperas de la contienda electoral, de lo que se puede deducir que sus profecías no se cumplieron ni siquiera aproximadamente. Así el conde de Romanones, uno de los más viejos (75) y más expertos políticos, contaba con que las derechas obtendrían la mayoría absoluta, lo que abría nuevos horizontes a la política de España. Apuntaba probablemente a la dictadura civil de Gil Robles, con el respaldo en el ejército[26]. El conde de Romañones reconoce el valor del Partido Socialista, pero considera que aquél, confrontado con la tradición y el espíritu católico y conservadores de la derecha, no es suficientemente poderoso para decidir sobre el destino de España.

El presidente del Consejo de Ministros, Portela Valladares, no dudaba en lo más mínimo de que el gobierno (centro) obtendría por lo menos algo más de 90 escaños[27].

Así también el artículo editorial de "Le Temps", de París, de fecha 12 de febrero, destaca que es difícil prever de qué lado es mayor la probabilidad de victoria.

Largo Caballero, jefe del Partido Socialista, declara el 14 de febrero a los representantes de la prensa que la relación de las fuerzas sería aproximadamente la misma, con cierta modificación en cuanto al Partido Radical, al cual, en buena parte, tendría que reemplazar el centro de Portela Valladares, mientras que los pequeños grupos (los agrarios, los independientes en torno a Maura, Melquíades, Álvarez, etc.) sufrirían un descalabro, a cuya costa crecerían los socialistas y las derechas en torno a Gil Robles.

Únicamente Besteiro, uno de los principales ideólogos del Partido Socialista, quien a causa de su enfermedad no estuvo en contacto con los electores, como si hubiera previsto los acontecimientos actuales, consideraba que en las elecciones del 16 de febrero no se ventilaba la cuestión de la estabilidad política de España, pues, según él, aparecerían nuevas dificultades, las que surgirían del interior y el exterior. "La guerra está ante las puertas y eso es un tremendo problema para todos los pueblos de Europa", declaró; pero en cuanto a la relación de las fuerzas en el futuro Parlamento, Besteiro creía que la izquierda se fortalecería, aunque no en tal proporción, pues la mayoría, en su conjunto, estaría del lado centro-derechista. Por lo tanto, los resultados de las elecciones de febrero, los que invoca el gobierno del Frente Popular, aunque ganados desde la oposición[28], no reflejan la verdadera consideración y la fuerza en el pueblo, pues, debido a los factores destacados, puede sinceramente aseverarse que la democracia española es mas bien una ficción[29].

El gobierno del Frente Popular

A continuación se da a conocer un cuadro sinóptico de los partidos del Frente Popular, los que salieron victoriosos de los comicios para las Cortes el 16 de febrero de 1936:

 

Partidos republicanos de izquierda

Número de escaños obtenidos

Unión Republicana

36

Izquierda Republicana

81

Izquierda Republicana de Cataluña

20

Federalistas

2

Acción Republicana de Cataluña

5

Partido Republicano Nacionalista de Cataluña

2

Unión de Colonos (Rebassaires) de Cataluña

2

Izquierda Valenciana

1

Galleguistas (Federalistas de Galicia)

3

Agrarios de izquierda

1

Independientes de izquierda

7

Total

160

 

Partidos obreros

Socialistas

88

Comunistas

15

Frente Proletario de Cataluña

1

Partido Obrero de Unificación Marxista

1

Sindicalistas (Angel Pestaña)

1

Sindicalistas independientes

1

Total

107

 

En el momento de estallar la insurrección de los "nacionalistas", 17 a 19 de julio, en el gobierno del Frente Popular no estaban representados los partidos obreros, lo que se explica por el hecho de que dentro del Partido Socialista existían dos corrientes opuestas: una moderada, liderada por Indalecio Prieto, el actual ministro de Marina y Aviación y la otra, radical, acaudillada por Francisco Largo Caballero, ahora presidente del Gobierno y ministro de Guerra, a la vez que secretario general de los sindicatos socialistas (Unión General de los Trabajadores). Con Prieto están la mayoría de los veteranos socialistas y el periódico del Partido, "El Socialista". Las masas en las provincias están divididas. Largo Caballero dispone del periódico vespertino "La Claridad" (Madrid) y tiene tras de sí a la mayoría de la juventud socialista. En las Cortes mismas no se ha podido evaluar exactamente la fuerza del ala moderada o radícal, respectivamente, del Partido Socialista. Sin embargo, era evidente la inclinación de Prieto hacia una política moderado-oportunista, es decir, de participación activa en el poder. Largo Caballero, empero, rechazaba tomar parte en el gobierno de los partidos republicanos y, en cuanto los partidos burgueses del Frente Popular sufriesen un fracaso, exigiría el gobierno exclusivamente para el Partido Socialista, considerando que en tal caso no habría otra salida que no fuera la dictadura del proletariado[30]. En vista de tal propósito, y preparando el terreno para la futura dictadura del proletariado, su empeño se inclinaba hacia la formación de un frente único proletario.

En las filas del proletariado, después de las elecciones de febrero de 1936, había siempre poca disciplina. Las reiteradas huelgas y los alborotos callejeros, provocados por los elementos extremistas, creaban una situación cada día más difícil para el gobierno del Frente Popular, el que, por un lado, no podía tolerar procedimientos de tal magnitud en contra y al margen de la ley, y, por otro, tampoco podía enfrentarse violentamente con las masas de electores gracias a cuya confianza había subido al poder.

Los anarco-sindicalistas -pertenecientes a la Confederación Nacional del Trabajo-, por lo demás elementos apolíticos, fueron los que en las últimas elecciones se lanzaron a votar en favor del Frente Popular, contribuyendo a que obtuviera la victoria en circunscripciones disputadas como, por ejemplo, Cádiz, Zaragoza, Huesca, etc. Aprovecharon la desavenencia entre el Partido Socialista y los sindicatos socialistas (U.G.T.), tomaron la iniciativa e incitaron a unos cuantos sindicatos obreros con el fin de que provocaran conflictos de toda clase. En el planteamiento de demandas exageradas rivalizaron con los partidarios de los sindicatos socialistas. Por lo general, los anarco-sindicalistas agitaban de manera más radical y se esforzaban por ganar nuevos adeptos con promesas exorbitantes y no realizables. Las dos organizaciones sindicales, sin embargo, estaban de acuerdo en exigir el despido de los trabajadores que no pertenecían a una organización sindical u a otra. La movilización de los conflictos se trasladó sistemáticamente de las ciudades al campo. Como ejemplo puede señalarse la petición de un salario para los trabajadores agrícolas de aproximadamente 12 pesetas diarias (60 dinares, de aquella época en Yugoslavia), y eso en un momento de malas perspectivas para la cosecha. Los obreros de la construcción exigían un salario que oscilaba entre 14 y 16 pesetas; el trabajo estaba limitado a 36 horas por semana y había que conceder al trabajador unas vacaciones pagadas de tres semanas al año. En la marina mercante, una rama de la economía que está expuesta a la competencia internacional, y en la que aún se sentían las tremendas repercusiones de la depresión económica mundial, el gobierno, a instancias de la marina, planteó a los empleadores unas condiciones absolutamente inaceptables, de modo que los armadores declararon que se verían obligados a desarmar los barcos si el Gobierno insistía en que se aceptaran las respectivas demandas. Al darse cuenta el Gobierno que los reparos aducidos por los armadores eran valederos, decidió reunir en una conferencia conjunta a los representantes de los armadores y de la tripulación, en la que se trataría exhaustivamente el problema. No obstante, en vísperas del levantamiento muchos barcos se encontraban amarrados en los puertos, sobre todo los de navegación libre, dado que la tripulación, además, no quería acudir al trabajo hasta que no se desembarcara a los tripulantes que no pertenecían a los grandes sindicatos (U.G.T. o C.N.Y.).

También en el transporte ferroviario reinaba una situación difícil, especialmente en unas cuantas empresas que trabajaban con déficit o subvención estatal. Una elevación de las tarifas, en una época de depresión económica general, no podía ser una medida exitosa para conseguir mayores ingresos. El gobierno del Frente Popular tuvo también en este aspecto muchas dificultades, dadas las exigencias de los obreros y empleados, quienes pedían una mayor remuneración. Así, por ejemplo, al rechazar la petición de los empleados de la Compañía Central de Aragón, el Gobierno justificaba dicha resolución destacando que, en caso de los trabajadores y empleados de otras empresas de transporte ferroviario que se encontraban en peor situación plantearan demandas semejantes, ello involucraría un aumento de gastos de más de 200 millones de pesetas al año (1.000 millones de dinares). Contra las exigencias exageradas de unos sindicatos pertenecientes a la Unión General de Trabajadores reaccionó de la manera más decidida "El Socialista" periódico adicto a Prieto, poniendo de relieve los inconvenientes de las peticiones y el peligro para la suerte del mismo gobierno del Frente Popular.

Prieto fue uno de los integrantes del Frente Popular que sustentaron la idea de un gobierno de coalición entre republicanos de izquierda y socialistas, el que, en la práctica, representaría una dictadura contra la derecha y los elementos extremistas de la izquierda. Con correcta visión, pues los ulteriores acontecimientos no lo desmintieron, Prieto partía del supuesto de que había que prevenir un golpe de Estado, el que se imputaba a los preparativos de los "fascistas" (derechistas) en connivencia con los descontentos círculos militares. Hubo un intento de modificar el Reglamento en las Cortes de tal modo que el Gobierno de hecho pudiera trabajar sin el Parlamento, pero tal iniciativa chocó con la oposición de Largo Caballero; tampoco la Constitución ofrecía facilidades para una reforma adecuada. El único camino para alcanzar ese propósito era una autorización especial por parte de las Cortes para que el gobierno pudiera llevar a cabo sus gestiones sin el control del Parlamento. Pero el gobierno no se podía hacer fuerte a causa de la oposición de Largo Caballero y, también, ante el peligro de que el Frente Popular se desmoronara por tal oposición. Contando con que la mayoría del Partido Socialista sería contraria al oportunismo de Prieto, Largo Caballero exigió la convocatoria del Congreso del Partido. Prieto, empero, logró que el consejo ejecutivo -órgano central del Partido- aplazara el congreso hasta el otoño a fin de evitar la votación; con ello consiguió mantener su prestigio personal y, por ende, frustrar las posibilidades de los socialistas de colaborar con el gobierno del Frente Popular. Mientras tanto, Largo Caballero estaba empeñado en que se convocara inmediatamente, en sesión extraordinaria el congreso del Partido.

Tal era la situación en vísperas del levantamiento de los "nacionalistas".

La formación del gobierno de concentración del Frente Popular

En el Gobierno no estaban representados ni los socialistas ni los comunistas, y menos aún los anarco-sindicalistas. Pero el rápido avance de las tropas insurgentes desde el Sur hacia la línea del ferrocarril que une Madrid con Portugal -la toma de Badajoz-, así como el desplazamiento de los "nacionalistas" hacía Irún[31] y San Sebastián, con el propósito de cortar la comunicación en la frontera de Francia y Bilbao -impidiendo así el abastecimiento por vía terrestre desde Francia y obligando a hacer un rodeo para conectarse con la industria de Cataluña y otros regiones de España- empeora la situación del gobierno de Madrid, el que ya no controlaba los acontecimientos que se desarrollaban en la calle; era la época del terror: asesinatos, saqueos, incendios de iglesias y conventos, etc. Es así como a principios de septiembre los socialistas se hacen cargo de la presidencia del Gobierno -Largo Caballero[32], es al mismo tiempo ministro de Guerra- y ocupan puestos estratégicos: los ministerios de Gobernación (Interior), Relaciones Exteriores, Finanzas, Comercio e Industria. Los Republicanos de izquierda se quedan con sólo tres ministerios: Justicia, el que llegó a ser insignificante; Obras Públicas, en una época de ruinas, y con un ministro sin cartera, el ex-presidente del Consejo, probablemente para salvar las apariencias de la continuidad del Gobierno. Los comunistas por su parte, recibieron dos importantes ministerios: Instrucción Pública y Agricultura. Los sindicalistas (C.N.T), fieles a sus principios apolíticos, se resisten aún a participar en el poder.

¿Por qué los socialistas no entraron enseguida en el Gobierno, es decir, en el momento de estallar el alzamiento o bien unos días más tarde? Entran a formar parte del Gobierno en el momento más crítico, cuando Francia ya había planteado el problema de la no intervención en los asuntos internos españoles; así que todos los esfuerzos del gobierno legal de Madrid se vuelven inútiles, pues, de facto, sólo contra él se aplicará la prohibición de suministrar armas, siendo el único responsable reconocido en la querella. La decisión del recién formado gobierno de resistir a cualquier precio el ataque del "fascismo" coincide con la llegada a España del embajador soviético, acreditado en Madrid, Marcel Rosenberg, con un séquito de 42 personas y que se transforma pronto en consejero de Largo Caballero[33].

Los anarco-sindicalistas proponen la creación de un Consejo de Defensa Nacional en el que sus representantes (Confederación Nacional del Trabajo) tendrían el mismo número de delegados que los sindicatos socialistas (U.G.T.), pero este ofrecimiento no es tomado en consideración. ¿Por qué? Si está en juego la defensa contra un adversario común, ¿por qué no se habría de acceder a la petición de la C.N.T., la que por lo demás renuncia magnánimamente a tomar parte en el poder, a pesar de disponer de los adherentes más resueltos -y está, por el número de sus miembros, aproximadamente al mismo nivel[34] de la U.G.T.- del "frente antifascista"?

La participación relativamente importante de los comunistas en el Gobierno -tienen un total de 15 escaños en las Cortes, en su mayor parte, "ad personam", pues es probable que el número de las actas no corresponda proporcionalmente, al núcleo de sus partidarios-, se manifiesta a través del Ministerio de Instrucción Pública, desde donde se puede realizar mejor la propaganda marxista: los teatros están directamente sometidos a este ministerio y los cines se encuentran saturados de películas soviéticas ("Los marinos de Kronstadt", "Ckapayev", "El acorazado Potemkin", etc.); a los estrenos acude el embajador Rosenberg con el presidente de la República (Azáña); se toca la Internacional en vez del Himno nacional en la radio, en las conferencias públicas, en las asambleas; los periódicos y los folletos de propaganda se distribuyen desde la Imprenta del Estado, etc., y desde el Ministerio de Agricultura se propone una organización sistemática del proletariado rural. Mientras tanto la postergación de los anarco-sindicalistas deja la impresión[35] de que son más importantes los intereses del Partido que la defensa nacional. Es probable que la política soviética estuviera interesada en este plan, si es que Rusia (la URSS) deseaba obtener una victoria moral en medio de la derrota del gobierno legal de Madrid[36]. Así podría justificarse el hecho de que los socialistas, por sugerencia del representante diplomático de la URSS, rechazaron la propuesta de los anarco-sindicalistas, ya que la realización del Consejo de Defensa Nacional sería de hecho un gobierno al lado del gobierno constitucional.

El curso de los acontecimientos en Cataluña

En Barcelona (y en otras regiones de Cataluña) el levantamiento fue sofocado desde su comienzo. El gobierno autónomo (la Generalidad) del Frente Popular estaba formado por elementos de la Esquerra (zquierda) catalana, un partido sin tradición, los elementos apolíticos, los anarco-sindicalistas, habían contribuido a la victoria en las elecciones de 1931 y 1936), y núcleos adictos al Partido Nacionalista Republicano (Estat Catalá), quienes trataron de realizar, en los momentos más críticos, una política "particularista". Pero cometieron un error fatal, pues enviaron en los primeros días de la contienda al mejor contingente del ejército para sofocar y "anexionar" las Baleares, con lo que gran parte del ejército se perdió en un frente secundario[37]. Además, al pedir ayuda de Madrid, en ocasión de constituirse el gobierno de Largo Caballero, las tropas que se estaban retirando de las Baleares acuden en apoyo de Castilla.

Cuando, a principios de octubre de 1934, la Acción Popular (partido de Gil Robles) entró a formar parte del Gobierno en Cataluña estalló la revolución, en señal de protesta contra la coalición de Lerroux con las derechas ("los sepultureros de la República"), y los partidarios del Estat Catalá convencieron a Companys para que proclamara solemnemente "la Cataluña Independiente dentro de la Federación Española". Los anarco-sindicalistas no podían entusiasmarse en aquellos momentos por una política de "federación" -reinaba una especial animadaversión frente a los adversarios del Estat Catalá, los que por su parte manejaban una política fascistizante-, pues de aquello no podían sacar ningún provecho concreto, y no acudieron en ayuda de la izquierda catalana. El gobierno de la Generalidad se rindió entonces al ejército, que acataba únicamente las órdenes de Madrid. Esta vez, sin embargo, aunque los anarcosindicalistas no se preocupaban por los esfuerzos de la izquierda catalana por realizar, via facti, la transición de la autonomía a la federación de Cataluña (este proceso se verificó sin que nadie hiciera objeción en cuanto a una eventual violación de la Constitución), aprovecharon, sin embargo, la ocasión que se les ofrecía para tomar el poder en sus manos: a través de algunos sindicatos formaron Comités de control, los que ejercían no sólo el control de la economía[38], sino que de hecho tenían en sus manos todo el poder. Al lado de este régimen surgió el Consejo Económico, en el que los anarco-sindicalistas (C.N.T.) desempeñaban también un papel decisivo. La situación del Gobierno se hacía insostenible. Se llevaban a cabo negociaciones, y los anarquistas -¡por primera vez en la historia!- entran en el Gobierno. Con tal paso, no cabe duda, mejoró la situación de Frente Popular, como gobierno responsable, pero solamente en Cataluña.

El ejemplo de Cataluña para el gobierno de Madrid

El ejemplo de Cataluña servía de modelo para el gobierno de Madrid. Mientras tanto, Barcelona se emancipa completamente de Madrid. A principios de octubre los vascos obtienen también la autonomía de tres provincias: Alava, Guipuzcoa y Viscaya, de las cuales sólo Vizcaya se encuentra en poder del Frente Popular. La autonomía de los vascos, empero, en estas circunstancias anormales -el gobierno de Madrid se vio obligado a conceder amplia libertad a la Iglesia católica (el "anteproyecto") postulaba hasta la libertad para el gobierno de Euzkadi de establecer relaciones con el Vaticano, a semejanza de Baviera, en su tiempo, durante el Reich alemán) y el respeto a la propiedad privada- no representaba gran cosa, pues las mencionadas provincias e incluso Navarra, en el mismo conjunto, gozaban ya antes de una cierta autonomía financiera, en la que, esencialmente, se agota la tendencia autonomista. La consecuencia práctica de la autonomía vasca fue que cesaron las luchas en el Norte. La fuerza ofensiva de los vascos no presionó sobre las posiciones de los "nacionalistas" quienes no intentaron ninguna nueva acción en el Norte hasta no conseguir quebrar la resistencia de Madrid, pues ya habían logrado fortalecer sus posiciones y poner en orden las comunicaciones de la línea de ferrocarril hacia la frontera de Francia (Irún).

Por fin, la situación madura también en Madrid. Las tropas del general Franco se aproximan y existe el peligro de que Madrid sea cercado. Se expanden los rumores de que el Gobierno abandonaría Madrid para trasladarse a Valencia. El presidente de la República ya había salido hacia Barcelona. Los anarco-sindicalistas aceptan entrar en el Gobierno, pero exigen ser representados en pie de igualdad con los socialistas. Largo Caballero regatea, pero al fin accede[39] y otorga, el 4 de noviembre, a los anarco-sindicalistas (C.N.T.) cuatro ministerios: Justicia, Comercio, Industria y Sanidad (Sra. Montseny).

Ofensiva sobre Madrid

Dos días después empieza la gran ofensiva del general Franco sobre Madrid. El Gobierno se marcha a Valencia; en Madrid se forma la Junta de Defensa, en la que están representados todos los partidos del Frente Popular, bajo el mando del general Miaja. Madrid está cercado por todos los lados con excepción del Este, por donde se va a Valencia. A causa de los bombardeos y los incendios en los suburbios de Carabanchel, la Ciudad Universitaria y el barrio de San Bernardo, Madrid está abarrotada de refugiados, y el comisario de evacuación, miembro de la Junta, trabaja incansablemente para llevar a la población a las regiones del Levante.

La defensa de Madrid queda a cargo principalmente del 5to. Regimiento[40] de Voluntarios (grupos de asalto especialmente entrenados) y de la Brigada Internacional[41] (el capitán Renn, autor de la afamada novela "Guerra y postguerra", es comandante de un batallón). Llegan en ayuda también las tropas de Cataluña, bien vestidas pero mal equipadas. El jefe de la milicia catalana, Durruti[42], famoso anarquista, cae víctima de un misterioso ataque[43] atribuido a la "quinta columna" [44](nacionalistas dentro de Madrid), con lo que la milicia catalana sufre un fuerte golpe. La milicia aún resiste, pero según la opinión de expertos militares extranjeros (el agregado militar de EE.UU. entre ellos), no podrá hacerlo por mucho tiempo, pues las fortificaciones son primitivas. Las tropas del general Franco luchan cautamente y los ataques de los tanques en los pasos estrechos, después de las pérdidas de los primeros días, no se repitieron[45], ya que se sabía de la llegada de grupos de mineros desde Asturias -"dinamiteros"-, quienes minaron todos los accesos principales a la ciudad y colocaron minas por debajo del puente de la carretera que va a Toledo (Puente de Toledo) y que conduce directamente al centro de Madrid, la Puerta del Sol. En Madrid hay una zona neutral en el barrio en torno al Paseo de la Castellana, donde se encuentran casi todas las representaciones diplomáticas, pero es probable que los futuros ataques se dirijan hacia allí, ya que el espacio es llano y el acceso lleva por calles anchas, a diferencia de las estrechas calles de la Ciudad Universitaria, donde actualmente hay luchas encarnizadas. Los "nacionalistas" dejaron el campo libre hacia la parte oriental de Madrid, en dirección a Vallecas, para hacer así posible la evacuación de la población civil y para permitir la retirada a los defensores de Madrid, pues ello, según tal táctica, disminuye eventualmente la resistencia de la defensa[46].

En Madrid circulaban entonces varias versiones sobre su repentina desaparición; entre otras, que fue víctima de las luchas intestinas entre anarquistas y comunistas. Koltozov comenta al respecto: "Una bala perdida o quizá alevosamente dirigida, le ha herido mortalmente cuando salía Durruti del automóvil, ante el edificio de su mando. ¡Qué pena, Durruti! Pese a sus errores y extravíos anarquistas, era sin duda alguna, uno de los hombres más brillantes de Cataluña y de todo el movimiento obrero español".

El programa de los "nacionalistas"

En la primera semana después del pronunciamiento, el general Franco, que ya se perfila como futuro jefe del bando nacionalista, declaró:

"El actual movimiento se debe al ansia de todos los españoles que dedicamos nuestro amor a la patria y va dirigido contra los enemigos internos y extranjeros. La situación de España es cada día más aguda y en todas partes reina la anarquía. El país está amenazado por fuerzas extranjeras. En el mismo corazón de España escuchamos a los emisarios extranjeros predecir la destrucción y la distribución del suelo español. El espíritu revolucionario del pueblo se ha inflamado, y esto ha sido explotado con engaños por agentes soviéticos que querían establecer ese régimen a expensas de 25 millones de almas. No deseo defender ciertos intereses sino deseo garantizar a los ciudadanos una vida común cual todos los hombres libres..."

El general Mola, por su parte, como jefe de las fuerzas nacionalistas del Norte (Pamplona), dio la siguiente declaración al corresponsal del "Daily Mail":

"Puedo decir a todos que el movimiento que Franco y yo dirigimos no es un movimiento egoísta ni tiene por objeto ganar prestigio para sus dirigentes. Es un movimiento nacional dirigido y preparado por generales del Ejército y cuenta con el apoyo del auténtico pueblo español. Su finalidad es exterminar de raíz, para siempre, todo lo que representa organizaciones y principios marxistas. Deseamos establecer el orden y la paz sobre bases puramente españolas...".

De las declaraciones de los jefes del "movimiento" puede desprenderse que incluyen en su programa, en lo esencial: 1) la unidad estatal y nacional, lo que significa que su empeño se dirige contra el "particularismo" de los catalanes y los vascos (y los gallegos) y esto no sólo en cuento a ponerle freno a una ulterior estructuración de su autonomía, sino que también tiende a limitar la anterior emancipación de Madrid, 2) establecimiento del orden en un régimen autoritario; aspecto éste en que es de suma importancia la ley de la reforma agraria y la modificación de la legislación de trabajo y 3) la libertad religiosa para la Iglesia católica.

En este punto del programa, los "nacionalistas" son aliados de la Iglesia católica (y del Vaticano), y esto no sólo como amigos en la desdicha, es decir, en la época del régimen republicano. El proceder contra el clero ha sacudido, pero no derrumbado, los fundamentos de las constituciones eclesiásticas, afianzadas durante siglos. En España, donde la Iglesia casi se fundía con el Estado no se pudo efectuar una delimitación clara y rápida de las respectivas esferas de influencia sin entrar en choque con la más sólida célula social: la familia. Al considerar el papel de la Iglesia católica en España no hay que perder de vista su destacada actividad en la enseñanza, siendo especialmente relevante en la básica y la media. Pero la Iglesia -al igual que el ejército, que también intervino en la política interior- fue un adversario de la realización de reformas, tal el caso, por ejemplo, de la reorganización de la enseñanza; también se opuso, como propietaria de tierras, a la cuestión agraria, uno de los problemas de más difícil solución. Es así como la Iglesia y el Ejército frenaron cualquier ensayo serio de democratización de España.

Los insurgentes "nacionalistas" cuentan aún, no cabe duda, con la ayuda diplomática de los círculos vaticanos.

Es de destacar también la misión que confiaron al antiguo embajador en Londres, Merry del Val, hermano del difunto cardenal, secretario de Estado de la Santa Sede, de entablar conversaciones con Inglaterra sobre la base de que los "nacionalistas" garantizarían el respeto del "statu quo".

La actitud de Portugal, que, por lo demás, llegó a cortar las relaciones diplomáticas con el gobierno de Madrid, es una prueba bien evidente de un proceder irresoluto, que revelaría una abierta contradicción con la política de lealtad hacia Inglaterra -política aplicada durante siglos- de no existir una conformidad tácita en este punto por parte del gobierno de Londres.

La legalidad del gobierno de Madrid es, pues, una forma exterior que hay que respetar, pero si nuevos acontecimientos crean una nueva situación distinta, hay que reconciliarse con el destino y mirar la manera de sacar el mayor provecho de la situación recién creada. Desde este enfoque es comprensible la política de no-intervención de Inglaterra: el riesgo de tal política es menor que él de favorecer los experimentos izquierdistas, de los que podría obtener más daños que provecho[47].

En cuanto al aspecto económico y financiero, España tiende hacía una intensa colaboración con Inglaterra y Francia. Las relaciones con Alemania e Italia no ofrecen ninguna posibilidad de compensar las mermas que se producirían en su economía si abandonase su tradicional colaboración en este campo con Inglaterra y Francia.

La política exterior española anterior a la guerra mundial no se inclinaba hacia la Triple Alianza. Durante el conflicto bélico, la neutralidad era la salida más natural para España. Las simpatías del pueblo estaban del lado de Francia, mientras que los círculos militares, además del clero y la nobleza, no disimulaban su preferencia por el Reich alemán y Austria-Hungría. España estaba dividida, como hoy, en dos bandos.

El historiador italiano Francesco Guicciardini, quien en su juventud fue embajador en la corte de los Reyes Católicos, en un informe desde España, le pregunta al rey Don Fernando de Aragón: "¿Cómo es posible que un pueblo tan belicoso como el español haya sido siempre conquistado, del todo o en parte, por galos, romanos, cartagineses, vándalos, moros?" A lo que el rey contestó: "La nación es bastante apta para las armas, pero desordenada, de suerte que sólo puede hacer con ella grandes cosas el que sepa mantenerla unida y en orden" [48]. Esta declaración revela también el porqué del éxito del rey Don Fernando, quien realizó la unidad de España al conseguir aunar la orientación mediterránea del Reino de Aragón con la política continental de la corona de Castilla.

El programa de los generales -insurgentes- "nacionalistas" está compenetrado del mismo imperativo histórico: "Unidad y Orden". Ahora bien, el éxito de los "nacionalistas", ¿perturbará el equilibrio de las fuerzas en el Mediterráneo? Si se limitan al "orden y unidad" en el interior -bajo el supuesto de que todo se desenvolverá sin obstáculos y sin complicaciones en torno de Cataluña-[49] ¿no existe la posibilidad de que España se transforme en un régimen autoritario más dentro de Europa? Tal vez el ejemplo del vecino Portugal, en cuanto a la forma de su organización estatal interior -con el apoyo en la Acción Popular de Gil Robles, el Salazar español- sea considerada por los "nacionalistas" como algo no desdeñable. El marco de la política realista de España incluye también la cuestión del "statu quo" [50], y la actitud de los círculos militares hacia los problemas de la política interior justifica la expectativa ante la posibilidad de que los eventuales cambios puedan realizarse perfectamente con solo salvaguardar la "unidad y el orden", pero evitando las complicaciones indeseables en las relaciones internacionales.

Las condiciones económicas en el territorio del Frente Popular

El gobierno legal tiene toda Cataluña (las provincias de Barcelona, Gerona, Lérida y Tarragona), las regiones levantinas (Valencia, Castellón, Alicante, Murcia, Almería) y parte de Aragón, Castilla, Andalucía, Vizcaya (Bilbao) y Asturias.

Los insurgentes "nacionalistas" ocupan casi la mitad de la Península y tienen, además, Marruecos (zona española), las Islas Baleares (sin Menorca) y las Canarias.

El gobierno del Frente Popular, por su parte, domina fundamentalmente regiones periféricas, las que acusan una tendencia centrífuga en su aspecto político-administrativo (Cataluña, Euzkadi), pero no en el económico. En estas características de las distintas regiones radica su fuerza de resistencia, a la vez que su destino en cuanto a su conexión con el resto de España.

Si los "nacionalistas" al lado del general Franco propugnan una política de integración de España y luchan para transformar en realidad la idea que se opone al proceso de desmoronamiento, acelerado durante el régimen republicano-izquierdista, el factor económico, es decir el hecho dé que las distintas regiones españolas están económicamente entrelazadas entre sí, se inclina en favor de su movimiento.

Características de las distintas regiones en su aspecto económico:

1) Cataluña: industria textil-algodonera: 2) Valencia: monocultivo de naranjas (y arroz); Almería: uvas de invierno; Málaga: papas y vino dulce; 3) en la altiplanicie de Castilla: trigo; 4) Asturias: minería; 5) Vizcaya: altos hornos.

1) La industria algodonera española, que trabaja para el mercado interior, bajo fuerte protección arancelaria, y sólo en una pequeña parte para la exportación, está concentrada en Cataluña, primordialmente en Barcelona y su provincia. Todas las dificultades con las que tiene que luchar esta industria aún no se hacen sentir en estos momentos de engañosa prosperidad (¡inflación!). El poder adquisitivo de la población ha subido. Los soldados perciben 10 pesetas diarias y rancho completo, mientras sus familiares reciben el subsidio correspondiente. Las exigencias de la industria de guerra absorbieron la mano de obra disponible. Los precios de los productos industriales en los comercios, controlados por los respectivos sindicatos, están intervenidos, lo que le da empuje al consumo, hasta tal punto que las mercaderías que se terminan no se pueden reponer, pues las reservas de materias primas se están agotando. Las hilanderías han cesado casi de trabajar, mientras las fábricas tejedoras han limitado la producción debido a la creciente escasez de hilados. La reducción del tiempo de trabajo trae aparejado consigo la merma del salario o el aumento de los gastos generales. Si se toma en consideración que los obreros de la industria textil pertenecen en más del 80% a organizaciones anarco-sindicalistas (C.N.T.) y que fieles a la táctica de acción directa para conseguir mejores condiciones de subsistencia rehusaron hasta ahora tomar parte en la lucha política, las perspectivas futuras son bastante sombrías. Ante el espectro del hambre y la cesantía, los anarco-sindicalistas recuerdan tan sólo el nivel relativamente alto de vida que, si bien no fue alcanzado con la colaboración de las clases, como sería el caso en un régimen autoritario, era el resultado de la lucha directa, siempre teniendo en cuenta intereses concretos, dentro de unas empresas particulares o de un grupo de empresas del mismo ramo. Así, esta orientación de los anarco-sindicalistas, en su esencia completamente individualista, imprime un carácter especial a este vigoroso movimiento social en Cataluña.

El gobierno de izquierda republicana en Cataluña contaba -amén de los votos inestables, apolíticos, de los anarco-sindicalistas- con los pequeños propietarios rurales, los antiguos colonos -"rebassaires"-, que formaban el principal apoyo de la Esquerra catalana (Companys). Estos se encuentran ahora fuertemente amenazados por las exigencias de la guerra[51]. La cosecha, el ganado y los productos de la avicultura se acaparan para la ciudad y la milicia. El gobierno paga en bonos, con los que el labrador no puede adquirir ni fertilizantes (fosfatos, en primer lugar, provenientes del exterior) ni el pienso para el ganado y las granjas avícolas (maíz, en su mayor parte importado). La guerra ha arruinado las reservas, del propietario rural, quien, como es precisamente el caso de los "rabassaires", después de la solución del problema agrario en Cataluña no tiene nada más que esperar de la lucha de clases y desea sólo la paz y la colaboración de las clases. Por ende, la situación en Cataluña considerada como el más fuerte baluarte de resistencia al "fascismo", no es precisamente tan halagüeña como se la presenta a menudo.

2) Valencia es la región más rica de toda España. El monocultivo de la naranja, además del cultivo del arroz, es la principal fuente de ingreso y su producto exportable más importante: el más fuerte renglón en la balanza comercial y de pagos. En este negocio está fuertemente interesado el capital inglés, pues es costumbre que el importador inglés anticipe fondos al exportador español, mientras éste adelanta créditos a los propietarios de las huertas, a cuenta de la próxima recolección. La suerte de la campaña naranjera está hoy en manos de unos cuantos "consejos locales"[52], y sólo un número relativamente reducido de pequeños propietarios puede vender libremente en el mercado, al margen del "consejo local". Ningún negocio de exportación depende tanto de la iniciativa particular como el de las naranjas: especulación en cuanto a la calidad, las perspectivas de los mercados extranjeros, los oscilantes precios de la mercadería, la forma de transporte, el nivel de fletes, la marca de calidad, etc. Los grandes exportadores disponían hasta ahora de sus propias marcas comerciales, las que ofrecían suficiente garantía de calidad en los mercados internacionales, en libre competencia con los productos provenientes de otros países. ¿Será posible ahora colocar la misma mercadería con la misma marca comercial si los propietarios son encarcelados, expulsados o liquidados, pues en ninguna otra región ha sufrido la gente bien acomodada tantas persecuciones como en Valencia? Los países con régimen capitalista, que respetan la propiedad privada, ¿protestarían contra la importación de naranjas provenientes de España? Las dificultades de los barcos en los puertos españoles de embarque, agravada por las elevadas primas de seguro de los buques y la carga, hacen aún más difícil la desesperada situación en los mercados valencianos, saturados de naranjas. Pasé a través de la región del Levante en un momento en que la recolección tenía que suministrar el número máximo de cajas para la exportación, al principio de la campaña, cuando en condiciones normales los precios suelen alcanzar los más altos niveles, y tengo la impresión de que el problema naranjero es uno de los factores de gran peso que podrían contribuir a que la guerra acabara lo antes posible. Todos se dan cuenta del hecho de que el asunto es de vital importancia, pues la guerra tendría que terminar pronto si se deseara convertir en capital la recolección de naranjas. La misma argumentación aunque en menor escala, es aplicable a la uva de invierno de Almería, las pasas y el vino dulce de Málaga, etc.

3) En la altiplanicie de Castilla, la región dedicada principalmente a la producción de trigo, faltan los abonos (fosfatos); la ganadería ha sufrido en gran parte, sensibles daños debido a las requisiciones, igual que la última cosecha de trigo, que fue inferior al promedio normal.

4) y 5) En las minas de Asturias cesó parcialmente la explotación, ya que no se exporta el mineral de hierro a Alemania, y, además, los barcos se ven amenazados por la marina de guerra de los "nacionalistas", mientras en Vizcaya se han apagado, en parte, los altos hornos por falta de coque del exterior.

Los hechos destacados son de gran importancia en los momentos actuales, pues provocan un sentimiento de pusilanimidad en las más extensas capas de la población trabajadora. Es mi impresión que este estado de ánimo en las comarcas que se encuentran bajo el poder del gobierno republicano pudiera compararse con la situación en Italia en vísperas de la llegada de Mussolini el poder, cuando los socialistas en Italia tenían de hecho el poder en sus manos pero, no obstante, eran impotentes, pues no pudieron llevar hasta las últimas consecuencias tal situación, esto es, la dictadura del proletariado. Igual que Italia, que era dependiente, si bien en mayor escala, de la economía internacional (importación de carbón, mineral de hierro, madera, trigo, algodón, etc.), así la parte de España que se encuentra bajo el gobierno del Frente Popular depende en su aspecto económico, por un lado, de las otras regiones y, por el otro, se orienta hacia el mercado internacional para salvaguardar intereses de exportación e importación.

Conclusión

Debido a los hechos destacados, puede esperarse un cambio entre los elementos apolíticos, los anarco-sindicalistas, quienes representan la mayoría de la clase trabajadora en el territorio bajo el poder del gobierno legal. Su regreso a la antigua táctica, después de su corta colaboración en el campo político dentro del "frente proletario" quizá sea el único camino hacia una avenencia con los "nacionalistas". La reiterada y sistemática acentuación del factor internacional -el incidente por el hundimiento del barco de guerra "Cervantes", las notas a la Sociedad de Naciones, a Inglaterra, etc.- va en favor del pronóstico indicado. Ahora en retirada hay que crear la leyenda - ¡es sorprendente que la promueva el Gobierno mismo!- el Frente Popular -en esencia, el "frente proletario"-, no fue vencido por los "nacionalistas" elementos españoles, sino por la abundante y activa ayuda de los "estados fascistas". Los próximos acontecimientos quizás confirmen este pronóstico relativamente optimista en cuanto al término de las luchas en la guerra civil española[53].

Julio Alvarez del Vayo, ministro de Asuntos Exteriores de la República española, en su obra La Guerra empezó en España (versión castellana; Edit. Séneca, México, 1940, 366 páginas), redactada al principio de la Segunda guerra mundial, echa la culpa por el fracaso del gobierno republicano casi exclusivamente a la intervención foránea (pág. 9): "Si la intervención armada de Alemania e Italia en España no hubiese sido tolerada, ni Austria hubiese sido probablemente anexionada, ni Checoslovaquia invadida, ni Polonia atacada".

Consecuente con su actitud en favor de la "democracia" durante todo el tiempo de su actividad en España, Mr. Bowers (¡historiador de profesión e íntimo amigo de F. D. Roosevelt!) pone al final de su obra especial énfasis en los siguientes puntos:

"1) Que después de los primeros días de considerable confusión, quedó demostrado claramente que se trataba de una guerra de los fascistas y las potencias del Eje contra las instituciones democráticas de España.

2) Que la guerra española era el principio de un plan perfectamente meditado para el exterminio de la democracia en Europa y el comienzo de una guerra mundial.

3) Que el Comité de la No Intervención era un vergonzoso engaño cínicamente indigno, y que Alemania e Italia enviaban constantemente soldados, aviones, tanque, artillería y municiones a España, sin una interferencia o protesta verdadera de los firmantes del pacto". Op. cit., pág. 423 ss.

El publicista inglés Burnett Bollton, que vivió en España en los tiempos de la Segunda República y dedicó después varios años de intensas y minuciosas investigaciones a su obra, destaca (op. cit., pág. 171 ss.) que "Moscú seguía aferrado a la creencia de que Inglaterra y Francia cambiarían su política de neutralidad, y a tal fin dieron instrucciones a los comunistas españoles y al gobierno de Negrín (sucesor de Largo Caballero), dominado por los comunistas, para que continuara la lucha con la esperanza de que los latentes antagonismos entre las potencias occidentales provocaran finalmente un conflicto".

El historiador alemán., Hellmuth Guenther Dahms, en su "ardua empresa" de presentar La guerra española del 1936 (Ediciones Rialp, S.A., Madrid, 1966, 443 páginas; trae abundante bibliografía, págs. 405-427, fotografías y mapas), de una manera objetiva e imparcial, en lo que le han sido útiles "publicaciones de actas, hallazgos de documentos y averiguaciones realizadas en los Estados Unidos de América, Francia, Portugal, Italia y Alemania, así como fotografías de fuentes archivadas en la parte de Alemania de ocupación soviética" (pág. 8), al final de su libro llega a la siguiente conclusión (pág. 404)

"Si ambos contendientes de la guerra española hubieran luchado desde un principio únicamente con sus propias fuerzas, la trágica contienda hubiera quedado pronto resuelta -probablemente a fines de 1936- y tal vez hubiera sido incluso posible llegar a un acuerdo, cosa que en 1939 ya era prácticamente imposible.

"La guerra fue y continuó siendo en primer lugar cuestión de los españoles. Mussolini y Hitler no obtuvieron la victoria para Franco, sino que cada vez que la ayuda franco-soviética desnivelaba la balanza a favor de los republicanos, se limitaron a fortalecer a su vez al Ejército nacional mediante tropas legionarias y material de guerra para permitirle tomar de nuevo la ofensiva. Esta política se desprende de los documentos oficiales, aunque no consta en ninguna parte el volumen total de la ayuda prestada".

(Publicamos este informe de nuestro colaborador sin alterar o cambiar sus opiniones, mayormente confirmadas por los hechos posteriores o las apreciaciones de los observadores nacionales o internacionales. Especialmente no queríamos tocar el problema interno- nacional de España. - Redacc. de SC.)

España en la encrucijada a fines de noviembre de 1936 vista por un observador croata - Epilogo

Prvislav Weissenberger

Epílogo

Impacto de la guerra civil española sobre la política exterior e interior de Yugoslavia y Croacia, respectivamente

El 1° de abril de 1939, al finalizar la guerra civil española, Stojadinovic, presidente del Consejo y ministro de Asuntos Exteriores de Yugoslavia, ya no ocupaba sus cargos. Siete semanas antes, el 4 de febrero, fue inesperadamente reemplazado en la Presidencia por un político servio perteneciente a la misma agrupación gubernamental, Dragisa Cvetkovic, mientras que el ministro de Asuntos Exteriores pasó a manos de un experto diplomático de carrera, Alejandro Cincar-Markovic.

Desde su primera declaración sobre asuntos españoles, Stojadinovic, según se desprende de sus memorias[54], había desplegado una notable actividad en el campo de la política internacional; su política interna, en cambio, quedó estancada, a pesar de que su misión consistía, al parecer, en encauzar el régimen interior hacia una normalización, es decir, la vuelta paulatina a una democracia representativa para poner así fin a la era dictatorial, inaugurada el 6 de enero de 1929 por el rey Alejandro I Karageorgevic (asesinado en Marsella el 9 de octubre de 1934). La dictadura real había disuelto la Asamblea Nacional (Narodna Skupstina) y a la vez suspendido los partidos políticos. Se permutó el nombre de Reino de los Servios, Croatas y Eslovenos por el de Yugoslavia, prohibiéndose, además, el uso de las respectivas banderas nacionales, con excepción de la servia, que quedó, como símbolo de preeminencia servia, confinada dentro de la Iglesia ortodoxa servia. Esta Iglesia, por lo demás, apegada a la tradición medieval césaropapista de cuño bizantino, encarnaba la idea de la Gran Servia bajo el manto de Yugoslavia. Posteriormente, en 1931, fueron creadas la Cámara de Diputados y la de Senadores, pero sobre la base de un partido único y con unos pocos miembros disidentes que mantenían despierto el debate inocuo en la Asamblea.

El mismo día en que Stojadinovic expone su política exterior a sus anfitriones del Pacto Balcánico, en Ankara, el 30 de octubre de 1936, Benito Mussolini declara, en un discurso público en Milán, que "existen las necesarias y suficientes condiciones morales, políticas y económicas para que las relaciones de real amistad entre Italia y Yugoslavia se colocaran sobre una nueva base" (Stojadinovic, op. cit. pág. 449 ss). A esta poco disimulada invitación al diálogo seguirán las gestiones tendientes a la clarificación de las relaciones mutuas, que culminarán en el Pacto de Belgrado, el 25 de marzo de 1937, firmado por Stojadinovic y Ciano[55]. En tal ocasión, al celebrarse el banquete oficial en el Hogar de la Guardia Real, Stojadinovic brindó por la salud y prosperidad del rey de Italia y emperador de Abisinia, con lo que se adelantó a sus colegas de la Pequeña Entente y del Pacto Balcánico en el reconocimiento del imperio mussoliniano.

Mientras tanto, a fines de noviembre de 1936, el príncipe Pablo de Yugoslavia toma contacto con el jefe de la Oposición Coaligada, el doctor Vladimir Macek, presidente del Partido Campesino Croata (sucesor del carismático estadista croata Esteban Radic, víctima de un atentado en el recinto de la Asamblea Nacional de Belgrado, el 20 de junio de 1928. Ateniéndose a las instrucciones del príncipe regente, el mismo Stojadinovic se reúne, en enero de 1937, por primera y última vez, con Macek. Las conversaciones no tuvieron ningún resultado práctico, pues éste insistía consecuentemente en cambios fundamentales en la Constitución de la época dictatorial, propugnado para Croacia un estatuto de autonomía dentro del estado multinacional yugoslavo, para salvaguardar así la individualidad y los intereses de la nación croata, que fue sometida contra su voluntad -expresada a través de todas las elecciones relativamente libres hasta la implantación de la dictadura- al centralismo de Belgrado a raíz de la primera guerra mundial y de la Constitución de Vidovdan (San Vito, el 28 de junio de 1921), aprobada en la Asamblea Constituyente por simple mayoría[56]. Este encuentro, que eventualmente podría haber cambiado la suerte de Yugoslavia, en un momento de suma tensión internacional, se desperdició, reduciéndose a un mero cambio de impresiones; quedó tan sólo pendiente una promesa verbal de que las próximas elecciones parlamentarias (las últimas se verificaron el 5 de mayo de 1935) se celebrarían a fines del año en curso 1937; la dictadura, no ofrecía garantía de una seria discusión en la Asamblea Nacional, ya que el partido gubernamental tenía de antemano aseguradas las dos terceras partes de los escaños en todas las circunscripciones del país si obtenía, como era de suponer, un voto más del 50% de los emitidos[57].

La revisión unilateral del Tratado de Versalles por parte del gobierno del Tercer Reich hacía suponer que aun otras naciones, descontentas con los arreglos de paz en los alrededores de París, harían valer con el tiempo sus pretensiones revisionistas. La política exterior yugoslava se enfrentaba con serios problemas. Bien lo ha destacado el mismo Stojadinovic, al sostener que Yugoslavia estaba rodeada de "preocupaciones", en servio: "brigama", lo que corresponde a las letras iniciales de Bulgaria - Rumania - Italia - Grecia - Albania - Magyarorzság (Hungría) y Austria (Alemania), esto es, en su mayoría, de Estados revisionistas, con excepción de Grecia y Rumania. Dada esta situación geopolítica tan desfavorable, ¿cómo podía Stojadinovic postergar el arreglo de los asuntos interiores y no hacer una limpieza en su propia casa y manejar, a la vez, una política exterior coherente? A la larga, una oposición amargada -y alejada perpetuamente del poder- planteaba serios problemas económicos y sociales, amén de políticos, los que forzosamente tendrían repercusiones funestas. Desde el punto de vista de la política interna -e insluso externa- se imponía tomar en cuenta otro factor importante: el fondo histórico con respecto a las naciones y nacionalidades postergadas bajo el dominio de Yugoslavia, ya desde los albores de su fundación, en 1918. Por ende, el arreglo de la cuestión croata era de suma urgencia, y no hay que subestimar el hecho de que Croacia, dentro de sus fronteras étnicas e históricas, ocupa más de una tercera parte del estado multinacional, con una economía bastante desarrollada y con las enormes posibilidades que ofrece su ubicación a lo largo del Adriático: turismo, pesca, navegación, astilleros, etc. Dejar que el tiempo transcurriera sin tomar las medidas indispensables para el caso y esto, nota bene, en momentos en que se abría paso el principio de la autodeterminación -revisionista- de los pueblos (Austria, Sudetes, Eslovaquia, etc.) y de amplia autonomía (Cataluña - Euskadi) resultaba muy contraproducente; los acontecimientos que siguieron ofrecen pruebas evidentes en favor de esta tesis[58].

La anexión de Austria -el "Anschluss"- en marzo de 1938 lleva al Tercer Reich a la frontera norte de Yugoslavia (Eslovenia), donde ya se perciben fermentos de la propaganda nazi[59]. Por ese entonces vivían en la parte yugoslava de la llanura de Panonia (Vojvodina) más de 500.000 prósperos colonos alemanes, en tierra privilegiada por su naturaleza exuberante, que atraía las miradas ávidas de los teóricos de la doctrina del Lebensraum[60].

Resuelto satisfactoriamente el problema de la "Marca Oriental" -tal es la nueva denominación para Austria, que data de la época carolingia- el principio de la autodeterminación se extiende a los alemanes de los Sudetes y tendrá bien pronto el éxito apetecido, aunque faltaba poco para que la crisis iniciada en torno de Checoeslovaquia llevara al mundo a una conflagración universal.

Al Convenio de Munich entre los Cuatro Grandes (la Unión Soviética brilla por su ausencia, igual que en Versalles), a fines de setiembre de 1938, acompaña la esperanza de que seguirá una época de paz fructífera. por lo menos para una generación. El optimismo en cuanto al apaciguamiento que inaugura Munich lo comparte plenamente Stojadinovic, hasta tal punto que se cree ahora en condiciones ventajosas para acudir a los comicios parlamentarios y poder así afianzar durante la próxima legislatura su posición de "prusiano balcánico" y guardián de la paz y la seguridad en el sudeste de Europa. Dada su formación económico-financiera, en el político Stojadinovic prevalece su pensamiento económico, hasta el extremo de creer que se puede llegar fácilmente a un arreglo con los "legítimos prusianos", instalados ya firmemente a lo largo de las fronteras del país: una estrecha colaboración en el campo económico con el Tercer Reich daría audaz empuje al desarrollo y a la diversificación de la economía, hasta entonces fundamentalmente agrícola, con lo que desaparecerían las tensiones anteriores, las que, en su exagerado optimismo, suponía insignificantes frente a los grandes problemas del Nuevo Orden que se vislumbraban para el futuro próximo y por largo rato.

Dada la política de condescendencia con las potencias del eje Berlín-Roma[61], no extraña que Yugoslavia estableciera relaciones normales con el gobierno de Burgos antes de que los otros miembros del Pacto Balcánico (Turquía, Grecia, Rumania) procedieran al reconocimiento de la España nacional y, desde luego, mucho antes de que Francia e Inglaterra normalizaran, por su parte, los asuntos pendientes con los nacionalistas. En misión especial fue enviado a Burgos el capitán de navío (R) Darko Mažuranic, perteneciente a una distinguida familia del litoral croata[62]. Es algo raro, y Stojadinovic no lo menciona, el reconocimiento del gobierno de Burgos, como tampoco se refiere a las instrucciones que tenían los representantes de Yugoslavia en el Comité de No-Intervención en Londres y los respectivos delegados yugoslavos a lo largo de la frontera de los Pirineos, que vigilaban la aplicación de las medidas de control recomendadas por el Comité de Londres[63].

Se olvida también Stojadinovic de mencionar el papel que tuvieron los voluntarios yugoslavos en favor del Frente Popular en España, aunque su presencia implicaba a menudo la intervención diplomática a través de la legación en Madrid y daba mucho que hacer al mismo ministro de Asuntos Exteriores en Belgrado por las contravenciones que provocaban los adictos y simpatizantes del Frente Popular. Según el publicista español Antonio Padilla, editor de la revista Historia y Vida[64] "a defender la República, y a aprender, vienen los 1500 yugoslavos que, reclutados personalmente por Tito y Milovan Djilas, viajan en los 'trenes fantasmas' que enlazan Perpiñan y Albacete. Son hombres de confianza y sólida formación, universitarios en su mayoría que, agrupados en los batallones 'Djuro Djakovic' y 'Dimitrov', dan la muestra de sangre fría en primera línea" (pág. 41).

En las elecciones del 5 de mayo de 1935 obtuvo la oposición 1.076.346 votos y la lista gubernamental 1.747.037 votos ("adulterados", según el testimonio de Stojadinovic, op. cit., pág. 347), siendo elegidos 67 diputados de la oposición y 303 del gobierno.

El Partido Comunista de Yugoslavia, clandestino, se aprovechaba de la opinión pública favorable al Frente Popular para ganar prosélitos disfrazado bajo el nombre de Frente de Union Nacional. En una de sus proclamas, en marzo de 1938, ya se perfila la línea que van adoptar con éxito los comunistas años después, coincidiendo con las instrucciones del Partido que se aplicaron también en España: "En estos días difíciles y decisivos nos dirigimos a todos los ciudadanos demócratas y patriotas, sin distinción de religión, nacionalidad o filiación política, no solamente adheridos al Frente de la Unión Nacional, sino a todas las fuerzas patrióticas de los pueblos servio, croata, esloveno y otros que, aunque no se hayan declarado en absoluto a favor del acuerdo realizado entre la Coalición Campesina Demócrata[65] y la Oposición Coaligada[66], sean hostiles a la política de traición (pro Eje) de Stojadinović y estén dispuestos a defender la paz y la independencia del país" (citado en A. Padilla, op. cit.. pág. 42).

Una de las publicaciones del Partido Comunista yugoslavo en 1938, aprovechándose de las tensiones internas de Yugoslavia, recomienda directamente la receta española: "Los voluntarios de Yugoslavia representan el modelo de Frente Popular Antifascista que es necesario formar lo más rápidamente posible en Yugoslavia " (A. Padilla, ibíd., pág. 42).

Sorprende que Stojadinovic, en vista del papel decisivo que tuvo después, durante la segunda guerra mundial, el afianzamiento del comunismo en su país, olvide referirse en sus memorias a la labor subrepticia de los comunistas al amparo de las simpatías que había despertado en Yugoslavia la lucha del Frente Popular[67], especialmente entre los intelectuales de la parte oriental del país: Servia, Montenegro y Macedonia.

Satisfecho con los resultados de las elecciones de diciembre 1938, aunque la ventaja no fuera mucha en cuanto al número de votos, Stojadinovic podía permitirse el lujo de unas vacaciones de descanso en Suiza, teniendo confianza en reanudar, inclusive con más brío, su actividad en la política exterior[68]. Según él mismo lo relata (op. cit. pág. 566 ss.), "al regresar a Belgrado, a mediados de enero de 1939, me quedó muy poco tiempo para arreglar la recepción de Ciano, que acudía en visita oficial a Belgrado, con tal de que antes parara en la hacienda estatal de Belje, para una partida de caza".

"De todas las cuestiones de la política exterior, para Italia se planteaba entonces, en primer lugar, la de Albania. Una vez terminada la conquista de Abisinia y acercándose la guerra civil en España a su fin, con la victoria del general Franco, a quien Mussolini apoyaba abiertamente con abundante envío de voluntarios, Italia logró tener las manos libres para una nueva empresa con que contribuiría a levantar el prestigio del régimen fascista. Es bien notorio que los dictadores deben sin interrupción perseguir nuevos éxitos. Esto era aún mas necesario para Mussolini, pues Hitler había conseguido el 'Anschluss' de Austria. Teniendo celos de su contrincante, Mussolini buscaba su propio 'Anschluss', y lo encontró en el pequeño y débil país de la orilla oriental del Adriático, frente a Italia. Desde luego, Italia tenía allí, desde la misma creación del estado independiente de Albania, a raíz del desmoronamiento del Imperio Otomano en los Balcanes (1912-1913), ciertos derechos especiales, confirmados por parte de las grandes potencias".

Para apoyar y justificar su propia política en cuanto a Albania, creía oportuno, según sus memorias, consultar previamente la opinión sobre este asunto del Estado Mayor de Yugoslavia. Dada la tradición anexionista del Ejército servio, tendiente a la expansión hacia el Occidente y con especiales miras hacia la salida al mar -Adriático y Egeo-, no extraña el punto de vista del Estado Mayor de "no permitir de ninguna manera que Italia entrara sola en Albania y de buscar compensaciones de ella, las que, por ejemplo, podrían ser en la parte extrema del norte del país (Albania), es decir, que Scutari con el puerto de San Giovanni di Medua se adjudicaran a Yugoslavia".

Ciano llegó por ferrocarril a Belje el 20 de enero de 1939, y al día siguiente (las fechas no coinciden en las respectivas memorias), en medio del denso bosque y a solas con Stojadinovic le expuso el plan de participación de Albania (op. cit. pág. 570). Además, "con entusiasmo (me) habló de los éxitos de general Franco, quien precisamente en aquellos días ocupaba con ritmo acelerado los últimos reductos de la efímera República Española. Me hablaba abiertamente del número de los voluntarios italianos en España y se jactaba de los éxito militares de ellos[69]. Se quejaba del gobierno francés, que no mostraba ninguna comprensión ante las exigencias italianas y, además, en cuanto al ferrocarril en Abisinia y de su salida al mar Rojo".

El Conde Ciano expuso también al príncipe Pablo de Yugoslavia el plan de partición de Albania[70], en ocasión de su visita oficial a Belgrado, donde fue recibido con grandes honores, incluso en la sede del Partido de la Alianza Radical Yugoslava.

Pocos días después se reanudaron las sesiones de la nueva Asamblea Nacional, en la cual Stojadinovic disponía de una holgada mayoría. Todos los asuntos pendientes tomaban al parecer un curso normal, cuando de repente, en la noche del 3 al 4 de febrero, Stojadinovic recibió, por conducto de un mensajero de Obras Públicas, el doctor Miha Krek[71], una carta del siguiente contenido (op. cit., pág. 576)

"Señor Presidente

"En el debate de hoy en la Asamblea Nacional, y especialmente en el discurso del señor Bogoljub Kulundcic, ministro de Educación, se ha comprobado que en el seno del Gobierno existen varias opiniones en cuanto a nuestro acuerdo con los croatas.

"Consideramos, mientras tanto, que es nuestro deber -no sólo guiados por el interés de cumplir con nuestra promesa, expresada en el programa electoral en cuanto a dicha cuestión, sino aun por otras fuertes razones de Estado- allanar el camino y recurrir cuanto antes a la solución de esta cuestión de avenencia con los croatas.

"Considerando que el Gobierno en su actual composición representa un obstáculo para resolver esta importante cuestión, tenemos pues el honor, debido a dichas razones, de presentar la renuncia a los cargos que ocupamos en su gobierno.

"Sírvase, Señor Presidente, etc.

"Belgrado, el 3 de febrero de 1939".

Siguen las firmas: Mehmed Spaho (musulmán de Bosnia), Miha Krek (esloveno), Djafer Kulenovic (musulmán de Bosnia), Franc Snoj (esloveno), Dragisa Cvetkovic (radical servio).

El mismo día, por la mañana, Stojadinovic presentó la renuncia colectiva de su gobierno. La dimisión fue aceptada inmediatamente por la Regencia, y el príncipe Pablo confió la formación del nuevo gobierno a Dragisa Cvetkovic, hasta entonces ministro de Salud y Previsión Social. La característica del gobierno de Cvetkovic estriba en la ausencia de destacadas personalidades servias y en que los musulmanes de Bosnia y los eslovenos conservaron las posiciones que tenían en el gobierno anterior.

El primer ministro Cvetkovic, después de largas negociaciones con Macek, llegó, el 26 de agosto de 1939, a un acuerdo sobre un estatuto de autonomía -bastante limitada- para Croacia, bajo el nombre histórico Banovina Hrvatska (Banato de Croacia, con su propio gobernador). Macek entró a formar el nuevo gobierno ocupando el cargo de vicepresidente, acompañado de cuatro ministros croatas en la administración central en Belgrado, esto es: Hacienda, Comercio e Industria, Correos y un ministro sin cartera.

Una semana después de haber obtenido Croacia su autonomía estalló la segunda guerra mundial.

Volviendo a la pregunta ya planteada en el "prólogo" (Cfr. Studia Croatica, presente vol. SC p. 124) si es pura casualidad el hecho de que Stojadinovic haya omitido referirse más a menudo a los asuntos españoles en sus memorias, a pesar de que los acontecimientos en España, durante 33 meses, tenían directa e indirectamente impacto sobre la política exterior e interior de varios países europeos, incluso Yugoslavia, no sería atrevida la observación de que quizás, para minimizar los desaciertos en su política interior -entrelazada con la exterior-, Stojadinovic considerara poder prescindir de la lección que, no cabe duda, ofreció la guerra civil española: prevenir a tiempo el desenlace trágico de una situación enmarañada desde su principio y no dejar que la contemporización haga imposible una solución aceptable y justa, y en lo posible duradera, de convivencia entre las comunidades de un Estado multinacional. Únicamente alcanzando una posición firme en dicho sentido hubiera sido posible evitar, tal vez, que el país fuese arrastrado a la guerra y prescindiera de la adhesión al Pacto tripartito.

Es cierto que el gobierno Cvetkovic-Macek se vio obligado firmar el Pacto de Belvedere, en Viena, el 25 de marzo de 1941, inclinándose ante los deseos del Eje con la finalidad de evitar que la campaña que se cernía sobre el sudeste europeo causara mayores perjuicios[72].

Como medida de precaución, una semana antes de la firma del pacto, Stojadinovic, que cayó en desgracia poco tiempo después y fue internado en varios lugares por supuestas maquinaciones donjuanistas[73] -¡Quisling en potencia!-, fue clandestinamente alejado del país, a través de la zona libre que tiene Yugoslavia en el puerto de Salónica, y entregado a la custodia de los ingleses, que lo confinaron durante toda la guerra en la isla Mauricio, en el océano Indico, al este de Madagascar.

En un acto de irresponsable reacción contra el pacto recién firmado, el general Simovic, en la noche del 26 al 27 de marzo de 1941, abolió la Regencia y proclamó al joven rey Pedro II Karageorgevic mayor de edad. A este desafío de la camarilla militar servia no tardó en responder Hitler, árbitro de Europa en aquel entonces: sin previa declaración de guerra, el 6 de abril por la mañana, la Luftwaffe atacó sorpresivamente a Belgrado, provocando el pánico en el aparato de Estado, que se encontró sin ningún tipo de respaldo. En una acción punitiva-relámpago, Yugoslavia fue puesta fuera de combate en sólo diez días[74].

Croacia proclamó su independencia, el 10 de abril de 1941, antes de que entraran las tropas alemanas en Zagreb, su capital[75]. Pocos días después el Estado Independiente de Croacia fue reconocido por el Tercer Reich, Italia, Hungría, Rumania, Bulgaria, Eslovaquia, Finlandia, Japón, Manchukuo y Siam (Tailandia). Se establecieron relaciones consulares con Suiza y contacto directo con la Santa Sede[76].

Al pronto reconocimiento por parte de España siguió, casi inmediatamente, la organización de las respectivas Legaciones en Zagreb y Madrid[77]. No tardaron en entablarse conversaciones comerciales, las que terminaron en Madrid a principios de 1942, con la firma de un tratado comercial entre España y Croacia.

Al estallar el conflicto bélico entre el Tercer Reich y la Unión Soviética el 22 de junio de 1941, empieza a organizarse el movimiento de resistencia en varias regiones de la despedazada Yugoslavia. El movimiento se extendió también al territorio del Estado Independiente de Croacia, aprovechándose los puntos débiles de la zona de defensa de la costa y con una faja más o menos profunda en el hinterland croata. Participaron de este movimiento los comunistas -entre los que se destacan los antiguos combatientes en la guerra civil española, adiestrados no solamente en las armas sino también en la imposición de su doctrina marxista-leninista-, quienes, con abundante ayuda de los aliados occidentales, logran, aunque al principio sólo una minoría insignificante, imponer su régimen al terminar la segunda guerra mundial, el 8 de mayo de 1945.

¿Cómo fue posible que se afianzara en Yugoslavia un régimen de estas características sin que se cumplieran las condiciones previas -objetivamente consideradas- para su intromisión?

Un antiguo comunista español, Valentín González, alias "Campesino" -autor del célebre libro "La vida y muerte en la U.R.S.S.", editado en varios idiomas- nos habla de su experiencia, la que se puede, poco después, mutatis mutandis, aplicar al caso de Yugoslavia.

"Con pocas excepciones, especialmente durante la primera parte de la guerra, ¿cuántos políticos y militares españoles había que no dieron la bienvenida a los agentes comunistas con los brazos abiertos y se negaron a seguirles el juego? Al menos, yo era un comunista convencido y mi actitud tenía cierta lógica para hacerlo; pero ¿qué lógica había en la actitud adoptada por otros? Sin la comprensión y complicidad que era casi general, ¿hubiera sido posible en el transcurso de unos pocos meses para un partido tan débil numéricamente como el Partido Comunista penetrar -y casi dominar- todo el aparato gubernamental?

"No trato de disculpar mis errores, sino que me gustaría que cada uno confesara los suyos. Si nosotros, los comunistas españoles, fuimos culpables de abusos e iniquidades y establecimos nuestras normas completamente o estuvimos a punto de establecer, fue porque los otros, con pocas excepciones, no estuvieron a la altura de las circunstancias. Los partidos comunistas del mundo son fuertes en la medida en que los otros partidos y organizaciones sindicales son débiles y vacilantes y les hacen el juego. Esa es la lección de España y hoy, ésa es la lección de Europa y del mundo. Si entienden esta lección, se salvarán; pero si no la comprenden, entonces estarán perdidos" [78].

En el caso de Yugoslavia nos enfrentamos, además, con un argumento a fortiori, esto es, el conflicto entre dos civilizaciones: la occidental y la servio-bizantina, con su marcada línea divisoria a lo largo del río Drina. Las partes orientales sufrieron el impacto del dominio turco-otomano durante casi cinco siglos, lo que de por sí -dado el subdesarrallo en líneas generales- puede explicar la dificultad del afianzamiento de una democracia de cuño occidental, que pudiera prestar seria resistencia al comunismo u otro régimen totalitario.

El status quo que se mantiene por la fuerza en aquella formación estatal, verdadero anacronismo europeo -aun haciendo abstracción del precario equilibrio entre las dos superpotencias en el mundo, que, al parecer, lo respalda-, es como la caja de Pandora, que puede en cualquier momento provocar sorpresas. No olvidemos que fue precisamente en aquellas regiones donde se forjó la conspiración contra la paz europea: la mecha encendida en Sarajevo, hace 60 años, provocó la primera conflagración mundial.

Pontificia Universidad Católica, Santiago de Chile

(*) P. W., actualmente profesor en la Universidad Católica de Santiago de Chile, es uno de los pocos croatas de origen alemán que prestó servicio en la diplomacia yugoslava monárquica escondiendo bien sus verdaderos sentimientos nacionales croatas.

 

 



[1] Aproximación histórica de la Guerra Española, 1936-1939: Anexos de "Cuadernos bibliográficos de la Guerra Española (1936-1939)", Universidad de Madrid, 1970, Nº 1, pág. 15.

[2] El escritor y diplomático Salvador de Madariaga, en su magistral obra España - Ensayo de historia contemporánea (Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 4º ed., 1944), caracteriza con gran acierto las maniobras comunistas tendientes a afianzarse en la Península Ibérica: "La Tercera Internacional había seguido (y quizá precedido) la rebelión en Asturias en 1934 con el mayor interés. Durante el séptimo congreso de la Internacional Comunista, que tuvo lugar en Moscú en agosto de 1935, quedó adoptada la política llamada de caballo de Troya, que el camarada Dimitrov expuso al Comintern. Era esta política el resultado de un cambio de táctica en el comunismo, que, en lugar de atacar de frente al capitalismo, se proponía atacarlo por dentro, penetrando en su organización política mediante alianzas con todos los partidos que se aviniesen a colaborar con el comunista. En política internacional, este cambio de táctica llevó al comunismo soviético a Ginebra y al Rassamblement Populaire Pour la Paix. En política nacional, lo llevó al Frente Popular". Op. cit. pág. 595.

[3] Me consta que el Dr. Stojadinovic -condenado al ostracismo político durante la dictadura del rey Alejandro I Karageorgevic- acudía regularmente como accionista de la Compañía Oceanía S. A. Susak, a las asambleas de dicha sociedad, que mantenía unas líneas regulares entre los puertos de Susak, Sibenik, Split y Dubrovnik (Gruz) y los puertos de España (Barcelona, Valencia, Alicante), Marruecos (zona española) y las Canarias, y que estaba al corriente de las gestiones respectivas en pro del fomento de las relaciones con España.

[4] Los cupos otorgados por parte de España fueron: para traviesas de ferrocarril, maderas (números 101 y 102 del Arancel de Aduanas), huevos frescos y celulosa; Yugoslavia, por su parte fijó los cupos de importación de arroz, cacahuetes, naranjas, limones, mandarinas, corcho no elaborado, tapones de corcho e hilados de algodón de un cabo.

[5] Como, por ejemplo, los exportadores de huevos, los que por no tener cupos en julio y agosto para el mercado de Alemania se empeñaban en enviar a España -uno de los mercados más atractivos, después de Alemania e Inglaterra- grandes cantidades de cajas, a pesar de la situación anormal, suponiendo que los distribuidores no tardarían en desaparecer; es así como el cupo global de 20.000 quintales métricos para el año 1936 fue aprovechado en sólo dos meses en un 34,7%, lo que corresponde a 6.940 q.m. de huevos por un valor de 5.740.000 dinares.

[6] Es raro que el Dr. Stojadinovic no mencione su encuentro con el ex rey de España Alfonso XIII, quien, proveniente de Austria, visitó, precisamente en aquel mismo día, a S.A.R. el Príncipe Regente Pablo de Yugoslavia, en el cercano castillo de Brdo. Esta visita, que yo sepa, no fue registrada por la prensa.

[7] Cfr. Cablegrama enviado por la United Press, desde Hendaya, que publica El Mercurio, Santiago de Chile, el 22 de agosto de 1936:

[8] La legación de España en Belgrado se hallaba acéfala ya antes de qué estallara la guerra civil española; el ministro, don Fernando Alcalá Galiano, conde de Tarrijos, se había alejando por motivos personales, y el primer secretario de la legación, que desempeñaba las funciones de encargado de Negocios ad interin se pasó pronto al bando nacionalista.

[9] En cuanto a la opinión pública, es sintomático que las editoriales de Belgrado se apresuraran a satisfacer la demanda de información, publicando obras que tratan el problema español desde el punto de vista del Frente Popular, según lo registra la Bibliografía general sobre la guerra de España (1936-1939) y sus antecedentes históricos, Ariel S.A., Madrid-Barcelona, 1968, 729 páginas (con una introducción del Prof. R. de la Cierva; la lista no parece ser completa, ya que había varios folletos -y aun clandestinos- en circulación).

[10] Para destacar la imparcialidad en los asuntos de España, había considerado conveniente poner entre comillas los conceptos "democracia", "fascismo", "nacionalistas", "rojos", etc. Cfr. las aclaraciones para designar a los militantes de cada bando en Luis Vilá-San-Juan: ¿Así fue? Enigmas de la guerra civil española (Ediciones Nauta, S.A., Barcelona, 2º ed., 1972, 527 págs. pág. 22 ss.).

[11] Cfr. S. de Madariaga, o. cit., págs. 408-409.

[12] Hermano menor del general Francisco Franco, Ramón Franco, de ideas avanzadas en aquella época, publicó en 1931 un libro, Madrid bajo las bombas, que dedica "a los mártires de la Libertad, capitanes Galán y García Hernández, asesinados el domingo 14 de diciembre de 1930 por la reacción española, encarnada en la monarquía de Alfonso XIII y su gobierno presidido por el general Dámaso Berangeur". En 1936, en un vuelo de guerra en favor de los nacionalistas, desaparecerá con su aparato. Cfrs. L. Vilá-San-Juan, Op. cit. pág. 99, y S. de Madariaga, o. cit. pág. 449.

[13] José Ma. Gil Robles, jefe de la Acción Popular, en sus memorias políticas. No fue posible la paz (1º ed., Ariel, Barcelona, 1968, 851 págs. págs. 64-65), explica el espectacular fracaso de las derechas: "Los partidos políticos ya muy fragmentados antes de 1923, quebrantadísimos durante la Dictadura y sin raíces sólidas, se derrumbaron con estrépito. Carecían también las derechas de espíritu combativo. Dueñas del poder, lo abandonaron sin lucha. Al no tener apoyo de la fuerza pública, se quedaron sin dominio de la calle. Desprovistas, además, de hábitos de contienda ciudadana, se entregarían con resignación a su triste suerte. Las elecciones de las Cortes Constituyentes (28 de junio de 1931) consumaron el desastre de las elecciones municipales".

[14] En cuanto al papel que desempeñó el general Sanjurjo el 14 de abril de 1931, cfr. S. de Madariaga, Op. cit. pág. 454, y en el levantamiento del 10 de agosto de 1932, Joaquín Arrarás, Historia de la Segunda República Española (T. I., Editorial Nacional, 24 ed., Madrid, 1956, 526 págs. p. 485 ss).

[15] En aquel momento el jefe de la Acción Popular acaudillaba también la Confederación Española de Derechas Autónomas. La C. E. D. A. nació en el Congreso de las entidades afines de Acción Popular, que tuvo lugar en Madrid del 28 de febrero al 5 de marzo de 1933. En las elecciones de noviembre de 1933 obtuvo la C. E. D. A. 115 escaños, de los que pertenecían a la Acción Popular 67, así que Gil Robles era árbitro en las Cortes con el grupo más fuerte de entre un total de 473 diputados. Cfr. Gil Robles, op. cit., pág. 102.

[16] Ricardo de la Cierva, quien ha estudiado minuciosamente los factores desencadenantes de la Guerra española (en "Aproximación histórica...", op. cit. pág. 80), expone al respecto: "Muchos años después, nada menos que el 14 de diciembre de 1968, José Calvo Sotelo ha sido declarado muerto en campaña por el gobierno dei general Franco. Su muerte fue, por tanto, la señal".

[17] Cfr. José Ortega y Gasset: España invertebrada, Ediciones "Revista de Occidente", 12º ed., Madrid, 1962, págs. 79 ss.

[18] El general Weigand, en el prefacio del libro del general Duval, Op. cit., analiza los elementos de los bandos y saca la conclusión de que "la victoire ne peut sortir de l'anarchie et de l'ignorance". También S. de Madariaga destaca que "durante toda la lucha la nota dominante siguió siendo el caos, la lucha interna y la anarquía", Op. cit., pág. 691.

[19] Cfr. J. Ortega y Gasset, op. cit., pág. 67 ss.

[20] El conde de Romanones, jefe del Partido liberal y presidente del Senado, declaró entonces: "Nosotros no podemos simpatizar con una dictadura militar, pero debo confesar que esos señores tuvieron el acierto de la elección del momento. Dos meses antes o después no hubiera sido posible el pronunciamiento. Y la verdad es ésta: que la opinión pública no lo rechazó. El pueblo está muy descontento con el asunto de Marruecos". Cfr. el diario ABC, Madrid, 26 de septiembre de 1923.

[21] Rafael Sánchez G., op. cit., pág. 180, refiriéndose al caciquismo, cuenta la siguiente anécdota: "Una vez, en el tren, hace ya tiempo, camino de Francia, no sé cómo salió la conversación entre un viajero alemán y yo sobre la agricultura en España. El alemán acababa de recorrer la Península y le había entusiasmado la fertilidad de nuestro suelo. En Cádiz presenció una plaga de langosta. "La langosta -me preguntó- ¿es la plaga más tremenda que padecen en España?" Yo le contesté que no. Le dije que la plaga más tremenda que padecíamos en España era el "cacique". Se rió mucho cuando yo le expliqué lo que quería decir "cacique" y me dijo que los españoles teníamos muy buen humor".

[22] La Revista de Occidente, Madrid, Nº 127, octubre de 1973, se dedica al tema "caciquismo". Entre los artículos que trae merecen mención especial: Joaquín Maura: El caciquismo: tentativa de concientización, págs. 15-44; José Varela Ortega.: Los amigos políticos: funcionamiento del sistema caciquista, págs. 45-74, y Javier Tusell Gómez: La descomposición del sistema caciquil español (190-1931), págs. 75-93, que, como escribió un cacique andaluz, "los mismos pueblos que dieron su voto al gobierno del almirante Aznar (elecciones municipales del 12 de abril de 1931), a los tres meses se lo concedieron a la República porque era el gobierno constituido: la España rural será ministerial siempre".

[23] No hay que perder de vista que en 1900 sólo el 16,8% de la población vivía en las cincuenta capitales de provincia; en 1940 esta proporción, ha pasado al 24,4%. Antes de 1936, el 29% de la población vivía en centros de más de 20.000 habitantes. En 1900 el 63,8% de los españoles eran analfabetos; la proporción ha bajado a 44,4% en 1930. Cfr. Manuel Fraga Iribarne: Las transformaciones de la sociedad española contemporánea, Ediciones del Movimiento, Madrid, pgs. 19 ss.

[24] En la declaración que dio Gil Robles, transmitida por la agencia U.P. (Cfr. El Mercurio, Santiago de Chile, 6 de febrero de 1936), subrayó que "las elecciones próximas significan una batalla definitiva contra la revolución. España no podría tolerar otras Cortes estériles, que serían el descrédito y hasta la muerte del sistema parlamentario. Este peligro debe hacer reflexionar a los responsables y patrocinadores de la pretendida política centrista".

[25] Cfr. Solidaridad Obrera, 11 de marzo de 1951, citado en Burnett Bolletten, El gran engaño (Ed. Luis de Caralt, Barcelona, 1961), págs. 386-387.

[26] Cfr. La declaración del conde de Romanones, dada al periodista portugués Armando Boaventura (Madrid-Moscú- De la dictadura a la república y a la guerra civil española, ed. Nascimento, Santiago de Chile, 1948; págs. 145 ss.), que "para resolver el problema político español, de acuerdo con los intereses nacionales Gil Robles es el único que podría llegar a ser el dictador que España necesita".

[27] Cfr. Cablegrama de la U.P. en El Mercurio, 14 de febrero de 1936.

[28] Analizando prolijamente los sorpresivos resultados de las elecciones, Gil Robles, op. cit., págs. 512 ss., destaca especialmente la influencia de la ley electoral que favorecía al Frente Popular, pues, con referencia a los escrutinios generales del día 20 de febrero, arrojaban el siguiente reparto: Bloque Antirrevolucionario, 4.187.511; Frente Popular, 3.912.086; Centristas e independientes, 325.197; Nacionalistas vascos, 141.137.

S. de Madariaga, op. Cit. Pág. 540, suministra las siguientes cifras:

 

Partidos

Votos

Diputados

Votos por diputados

Frente Popular

4.206.156

258

16.300

Centro

681.047

62

10.987

Derecha

3.783.601

152

24.900

 

[29] Cfr. Gil Robles, op. cit., pág. 201; capítulo "Las derechas y la democracia"

[30] El historiador norteamericano Gabriel Jackson, en su obra La República española y la Guerra civil 1936-1939 (México, 1967, Edit. Grijalbo), pág. 222, comenta la expectativa de la izquierda proletaria de la siguiente manera: "La izquierda estaba intoxicada por la idea de que la historia estaba de su parte. Utilizaría al gobierno republicano mientras fuese realizando las reformas deseadas, y entonces tomaría el poder en nombre del proletariado cuando en su opinión la ocasión madurase".

[31] Claude G. Bowers, embajador de los Estados Unidos en España desde junto de 1933 a marzo de 1939, en que renunció a su cargo, su libro Mi misión en España (En el umbral de la Segunda Guerra Mundial. Edit. Grijalbo S. A., México. 1966, 440 págs, pág. 292 ss.), relata sus impresiones de aquel momento: "El efecto de la caída de Irún sobre los rebeldes y sus ardientes partidarios entre mis colegas era para mi increíble. Estos estaban de acuerdo en que la guerra, prácticamente había terminado. Uno de los efectos de la caída del frente de Irún fue un cambio en el gobierno de Madrid". Mr. Bowers fue trasladado a Chile y quedó de embajador ante La Moneda 14 años, sin interrupción. En su libro Misión en Chile, 1939-1953 (Editorial Pacífico, S.A., Santiago de Chile, 1957, 389 págs.) bajo el impacto de la incipiente "guerra fría" y gracias a la experiencia chilena, cambió, desde luego opinión en cuanto a la inocua "democracia" de cuño filosoviético. Cfr. especialmente el capitulo XI, "Alarma y compenetraciones comunistas"; op. cit., págs. 175-193. Cfr. nota 52.

[32] El periodista soviético Mijail Koltozov en su Diario de la Guerra de España (Ediciones Ruedo Ibérico, Suiza, 1963, 492 págs., pág. 65 ss), con fecha 3 de diciembre de 1936, describe la crisis ministerial a raíz de la situación alarmante en el frente de Irún: "Sintiendo que pisaba terreno firme, Caballero ha presentado una nueva exigencia con carácter de ultimátum: que los comunistas entren a formar parte del gabinete. El Partido estaba en contra; prefería apoyar con todas sus fuerzas el gabinete del Frente Popular fuera del mismo; por otra parte no se quería crear innecesarias dificultades de carácter internacional, ya que sin ello el futuro gobierno ha sido declarado bolchevique, soviético".

[33] Cfr. S. de Madariaga, op. cit., pág. 636: "Marcel Rosenberg asistía a los Consejos de Ministros y se inmiscuía en las cosas españolas con la autoridad del hombre que entrega la mercancía".

[34] Según Fernando Díaz Plaja: Otra historia de España (Editores Plaza y Janés, S. A., Barcelona, 1973, 1º ed.), pág. 531, en 1936 tenía la C.N.T. 1.527.000 afiliados y la U.G.T. 1.444.474.

[35] Koltozov, op. cit., pág. 66, explica la táctica comunista: "Al final el Partido ha decidido tomar el Ministerio de Instrucción Pública y el de Agricultura, dos ramas en que los ministros comunistas pueden ser lo más útiles posibles a los campesinos y a la masa del pueblo, llevando a la práctica en grado máximo lo que puede lograrse en una república democrático-burguesa de nuevo tipo como es España bajo el Frente Popular".

[36] En las conversaciones entre Mussolini y el mariscal alemán H. Goering, en presencia del conde Ciano, en Roma, el 23 de enero de 1937, declaró Mussolini, que "Rusia no ha inviato nessun nucleo di volontari, ma soltanto Capi e materiale, e si adatterebbe certamente al accetare anche una sconfitta dei rossi"."Il Conte Ciano osservo che l'Ambasciatore d'Italia a Mosca (Augusto Rosso nov. 1936, giugno- giugno 1941-), che si trova attualmente a Roma, gli aveva comunicato che i bolscevichi si starebbero lentamente preparando ad una sconfitta dei rossi in Ispagna e che essi sarebbero esclusivamente preocupati di raggiungere un acordo internazionale del quale servirsi, verso la propia gente, como scusa per l'insucesso della loro azione spagnola. Litvinov (commissario del popolo per gli Affari esteri dal 21 luglio 1930 al 3 maggio 1939) cercherebbe insomma una specie di "alibi" sotto forma de un acordo internazionale". Galeazzo Ciano, L'Europa verso la catastrofe (Armaldo Mondatori, Editore, Milano, 1948, pág. 135).

[37] Cfr. S. de Madariaga, op. cit., pág. 621 ss., y El Diario de Barcelona (fundado en el año 1792), que durante la guerra civil perteneció al "Estat Catalá", 18 de agosto de 1936, artículo editorial "El nou horitzó politic".

[38] En cuanto a la incautación de las empresas particulares, Koltozov apunta en su Diario, el 7 de septiembre de 1936, que "según cálculo aproximado, en todo el territorio, libre de sediciosos, habrá unas 18.000 unidades incautadas. De ellas, 2.500 en Madrid, unas 3.000 en Barcelona. Estas cifras, a mi entender, están reducidas por lo menos a la mitad". Op. cit., pág. 75.

[39] Es característica, por tratarse de un hecho único en su género, la estilización de la nota que fue facilitada por la secretaría del jefe del Gobierno a las diez y media de la noche el 4 de noviembre de 1936: "Convencidos de que en el momento actual no debe quedar al margen del Gobierno ninguna de las fuerzas que luchan contra el fascismo, sino que las circunstancias exigen que las responsabilidades sean por todos compartidas y que cada una de dichas fuerzas se sienta directamente representada en el poder, el jefe del Gobierno ha aconsejado al del Estado la ampliación de aquél dando representación a la Confederación Nacional del Trabajo. Aceptada la sugestión por el señor presidente de la República, el jefe del Gobierno ha procedido inmediatamente a la reorganización del Gabinete". El texto aparece en la primera página de El Socialista, 5 de noviembre de 1936.

[40] Según Koltozov, op. cit., pág. 98, "El Quinto Regimiento ha surgido de las primeras y pequeñas unidades de choque creadas por los comunistas para el frente de Guadarrama. El Quinto Regimiento, más bien que una unidad militar, es un comisariado de guerra, un centro de instrucción". Cfr. S. de Madariaga, op. cit., pág. 635 ss.

[41] Sobre la intervención de las Brigadas Internacionales hay abundante bibliografía; entre las recientes obras merece mención J. L. Alcofar Nassaes: "spansky", Los extranjeros que lucharon en la Guerra civil española I., Dopesa Barcelona, 1973, 355 págs. Del mismo autor hay un estudio anterior sobre Los legionarios italianos en la guerra civil española 1936-1939. Cfr. S. de Madariaga, op. cit., pág. 626 ss.

[42] Según registra Koltozov, el 14 de noviembre de 1936, "ha llegado la columna de Durruti al frente. Son tres mil hombres muy bien armados y equipados exteriormente en nada parecidos a los combatientes anarquistas que rodeaban a Durruti en Bujaraloz. Durruti y Oliver (ministro de Justicia) van juntos. Los dos famosos anarquistas... han pedido que se les asigne un sector independiente, donde los anarquistas pueden mostrar sus éxitos".

[43] La intervención de la milicia anarquista bajo el mando de Durruti, según Koltozov, ha sido un fracaso. El 21 de noviembre, Koltozov, que acompañaba a la Brigada Internacional en la lucha por el Hospital Clínico, registra: "Cuando, fatigados, mojados, sucios, atontados y contentos, nos arrastramos desde el Clínico hasta la segunda línea, llegó alguien corriendo y nos dijo que en el sector contiguo, en el Parque de Oeste, había sido muerto Durruti". Op. cit., pág. 239.

[44] La palabra fue empleada por el general Mola al declarar que cuatro columnas marchan sobre Madrid y que la "quinta columna" entrará en acción en el momento oportuno. En la noche del 7 de noviembre, sábado a domingo, se repetía la exhortación por la Radio Sevilla a los nacionalistas de Madrid de que había llegado el momento de actuar. Cfr. V. Palacio Atard, op. cit., págs. 243 y 271, y S. de Madariaga, op. cit., pág. 623 ss.

[45] En cuanto al ritmo de las operaciones bélicas, tema de divergentes opiniones en aquellos momentos, el general Weigand comenta: "Les opérations menées du coté du général Franco n'ont pas été aussi lentes qu'elles l'ont paru. D'ailleurs, ceux qui ne se battent pas, et se content de juger les coups, trouvent toujours que les choses ne vont pas assez vite". Cfr. general Duval, op. cit., pág. 116 ss., y la larga entrevista que concedió el general Franco en enero de 1937 al B. Boaventura, op. cit., págs. 185-208.

[46] Koltozov, op. cit., pág. 175, apunta al respecto: "Es el mismo método del "agujero" empleado en Oviedo, sólo que esta vez lo aplican los fascistas. Piensan que disponiendo de un paso para la retirada, los madrileños se precipitarán hacia allí y no defenderán la ciudad".

[47] Cfr. Burnett Bolloton: El gran engaño (título del original: The grand camouflage), Edit. Luis de Garalt, Barcelona, 1961, pág. 164 ss.

[48] Cfr. J. Ortega y Gasset, op. cit., pág. 55 ss.

[49] En la reunión de los ministros de Asuntos Exteriores de Alemania e Italia, von Neurath y el conde Ciano, celebrada en Berlín el 21 de octubre de 1936, se habían fijado, en cuanto a España, los tres siguientes puntos: 1° sforzo militare inmediato e comune; 2o riconoscimento dopo l'occupazione di Madrid; 3º azione comune, che verrá definita a suo tempo, per impedire il determinarsi e il consolidarsi di uno Stato catalano". Galeazzo Ciano, L'Europa, etc., op. cit., pág. 89. Italia y Alemania reconocieron al gobierno nacional español el 18 de noviembre de 1936. El Salvador (6 de noviembre) y Guatemala (8 de noviembre) les precedieron. Portugal reconoció oficialmente al gobierno de Burgos el 11 de mayo de 1938.

[50] El inglés Arthur F. Loveday, ex presidente de la Cámara Británica de Comercio en España, en su libro ¿Hacia dónde va España? (De la guerra civil a la Guerra mundial, Edit. Zig-Zag, Santiago de Chile, 1948, 380 págs., pág. 27), destaca el acatamiento de España al "status quo": "El 27 de septiembre (1938), cuando en muchos círculos se creía inminente una guerra europea, el duque de Alba entregó al Ministerio de Relaciones Exteriores británico la declaración del general Franco, en que manifestaba que la España nacionalista permanecería neutral en la crisis checoslovaca. Esta fue una prueba positiva de que la España nacionalista no estaba y no pensaba estar subordinada a Alemania e Italia y debió haber silenciado la propaganda de prensa, que tan poderosamente había influido sobre la opinión pública para que creyese lo contrario".

[51] Cfr. Burnett Bolloton, op. cit., pág. 59.

[52] Según averiguaciones de Burnett Bolloton, op. cit.. pág. 60 ss., "la CNT puso en marcha una organización para la compra, empaquetado y exportación de los productos de la cosecha naranjera, con una red de 270 comités de diferentes ciudades .y pueblos, que desplazaron de tan importante industria a varios millares de corredores".

[53] En su soledad del Palacio de Pedralbes (Barcelona), el presidente de la República, Manuel Azaña, daba a fines de marzo de 1937 los últimos retoques a La velada de Benicarló. Diálogo sobre la Guerra de España (Editorial Losada S.A., Buenos Aires, 1939, págs. 187). Bajo el disfraz de un personaje imaginario, el ex ministro Garcés, que toma parte en el diálogo, Azaña sintetiza con amargura su opinión en cuanto a las causas de la situación desesperada del bando republicano (pág. 65): "Enumerados por orden de su importancia, de mayor a menor, los enemigos de la República son: la política franco-inglesa; la intervención armada de Italia y Alemania; los desmanes, la indisciplina y los fines subalternos que han menoscabado la reputación de la República; por último, las fuerzas propias de los rebeldes. ¿Dónde estarían ahora los sublevados de julio, si las otras tres causas, singularmente la primera, no hubiesen obrado en su favor?

[54] Milan M. Stojadinovic: Ni rat ni pakt -Jugoslavija izmedju dva rata (Ni guerra ni pacto- Yugoslavia entre las dos guerras, Buenos Aires, 1963, Ediciones "El Economista", 762 págs.; en servio) págs. 426-627.

[55] Aunque Ciano (Galeazzo Ciano, L'Europa verso la catastrofe, Edit. Arnaldo Mondatori, Milano, 1948, pág. 135) registra que "Prima di procedere alla firma dei documenta gia concordati a Roma, il presidente Stojadinovic ed io abbiamo compiuto un largo giro di orizzonte per informarci recíprocamente delle direttive di política estera dei due paesi e per concordare l'azione da svolgere in futuro", no hay ninguna referencia especial a los asuntos de España, tema de gran actualidad en aquel momento.

[56] Contraviniendo con ello el Pacto de Corfú, de 1917, entre el primer ministro de Servia, Nicolás Pasic (radical, maestro y mentor de Stojadinovic) y el presidente del Comité Yugoslavo en Londres, Ante Trumbic, en nombre de los croatas, eslovenos y servios bajo Austria-Hungría, por el que la futura Constitución; de un Estado común se fundaría sobre la base de una mayoría calificada de votos de la Asamblea Constitucional. El Partido campesino croata (E. Radic), representante de la gran mayoría de la nación croata, no participó en la labor constitucional, pues no envió a sus representantes al Parlamento de Belgrado hasta el año 1925. Cfr. F. Nevistic, Medio siglo de un poder ilegítimo, artículo en Studia Croatica, 1968, págs. 3-15.

[57] El sufragio era público para los varones de más de 21 años. Se daba el caso de que en algunos distritos en Croacia, por ejemplo, se podía conseguir un acta de diputado con sólo 20 votos frente a 10.000 o más de la oposición croata. Ni siquiera era necesario que los respectivos 20 votos perteneciesen a la lista de los electores del distrito, pues la ley electoral permitía que los presidentes de las mesas electorales fueran "delegados" de otras regiones -eran regularmente funcionarios fiscales enviados desde la capital, Belgrado- con derecho a voto computable en el lugar de delegación.

[58] La radicalización de las masas croatas, las que quedarán insatisfechas con el arreglo tardío de una autonomía modesta (26-8-1939) y propugnarán una solución "tot o res" (todo o nada), al ejemplo del "Estat Catalá". Cfr. Eugen Laxa, Esteban Radic y su movimiento campesino, artículo en Studia Croatica, 1968, págs. 30-46.

[59] Después de la anexión de Austria, Ciano apunta la opinión respectiva del ministro de Yugoslavia en Roma, Bosko Hristic: "Una certa sgradevole ripercussione si é avuta nelle minoranze tedesche, dato che alcuni elementi piú insofferenti hanno alzato la testa ed hanno cominciato una propaganda che la Jugoslavia non intente tollerare". G. Ciano, L'Europa, op. cit., pág. 302.

[60] Lebensraum: espacio vital; en el caso yugoslavo, el Tercer Reich, por aquel entonces, estaba más bien interesado en coordinar los planes económicos tendientes a una mayor autarquía de la "Mitteeuropa", adjudicando a Yugoslavia y a otros países del sudeste europeo el papel de productores de artículos alimenticios y materias primas.

[61] Refiriéndose a la conversación que tuvo Stojadinovic con Mussolini, en ocasión oficial a Roma, Ciano apunta, el 11 de diciembre de 1937, los siguientes párrafos. "Il Presidente Stojadinovic chiede di conoscere il giudizio del Duce sulla situazione spagnola Il Duce fa il punto su tale situazione e conclude dicendo che il Generale Franco ha avuto nel passato precise prove della amicizia italiana e che tale amicizia sosterrá fino al raggiungimento della vittoria che ormai no appare piú dubbia."Il Presidente Stojadinovic dice che ha seguito con la piú viva simpatia il nostro a ttegiamento in Spagna e comunica che la Jugoslavia ha deciso di inviare a Salamanca un agente diplomatico. Aggiunge che d'altra parte, dall'inizio della revoluzione in poi, i rapporti della Jugoslavia con Madrid sono stati praticamente inesistenti". Ciano, L'Europa, op. cit., pág. 230.

[62] Según una versión fidedigna, el capitán de navío (R) D. Mazuranic, especialista en balística, se encontraba a bordo del crucero "Canarias" en el momento en que el crucero gemelo "Baleares", que lo acompañaba fue hundido, el 6 de marzo de 1938, Cfr. H. G. Dahms, La guerra española del 1936 (Ediciones Rialp S. A., Madrid, 1966), pág. 319: "...La escuadra debía atacar a la flotilla de cruceros del contraalmirante Manuel de Vierra, compuesta por el 'Baleares', el 'Almirante Cervera' y el 'Canarias', para hundir a dos vapores italianos que habían recogido en Palma de Mallorca. Tres destructores republicanos efectuaron un ataque nocturno con torpedos que resultó fatal para el crucero 'Baleares': el barco se hundió entre fuertes explosiones, encontrando la muerte el almirante Vierra y 788 marinos más".

[63] En el capítulo "Cambio de rumbo de la política exterior de Yugoslavia". Stojadinovic esboza, desde luego, algunas breves reflexiones al respecto (Op. cit., pág. 463 ss.) : "Después de Abisinia le tocó el turno a España. Francia e Inglaterra asumieron una actitud de no intervención. Alemania e Italia decidieron intervenir.

[64] Artículo: Los "españoles" de Tito; Barcelona-Madrid, Año II, febrero de 1969, No. 11, págs. 38-49.

[65] Coalición entre el Partido Campesino Croata y el Partido Demócrata Independiente (su jefe, Svetozar Privicevic, murió en el exilio es septiembre de 1936).

[66] Oposición a la lista gubernamental en las elecciones parlamentarias del 5 de mayo de 1935; Maček encabezaba entonces la lista de la oposición, al igual que en las últimas elecciones del 11 de diciembre de 1938.En las elecciones del 5 de mayo de 1935 obtuvo la oposición 1.076.346 votos y la lista gubernamental 1.747.037 votos ("adulterados", según el testimonio de Stojadinović, op. cit., pág. 347), siendo elegidos 67 diputados de la oposición y 303 del gobierno.

[67] Hay abundante bibliografía en cuanto al papel que tuvieron los combatientes yugoslavos en España. Los siguientes datos, sacados de la Bibliografía general sobre la guerra de España, 1936-1939, y sus antecedentes históricos (Ariel S. A., Madrid-Barcelona, 1968, 729 páginas), aunque no del todo completos, pueden servir de orientación al respecto:

 

1) Nuestros españoles. Editado por los combatientes de Yugoslavia. Madrid, Ed. del Comisariado de las Brigadas internacionales, 1937, 55 páginas;

 

2) Voluntarios internacionales de la libertad, 1936-1956, Beograd, Asociación de los ex Combatientes Yugoslavos en el Ejército de la República Española, 1956, 29 páginas;

 

3) Božidar Maslaric: Moskva-Madrid-Moskva. Sjecanja, Zagreb, 1952 (Moscú-Madrid-Moscú. Recuerdos. Edit. Prosvjeta-Cultura, 133 págs.; en croata);

 

4) Jugoslaveni u Spaniji. Sarajevo, Prosvjeta, 1959 (Los yugoslavos en España, Edit. Svjetlost - Luz, 272 páginas; en servio), y

 

5) Albin Marvin, izd.: Bili smo u Spaniji. Spomin slovenskih prostovoljcev. Uredili: Stanko Semic-Daki, Albin Marvin, Ivan Kreft. Glavni urednik Albin Marvin, 3, popravljena in ispoljena izd. Ljubljana, Sekcija bivsih spanskih borcev. LRS, 1960, 450 str. (Albin Marvin, editor: Estuvimos en España. Recuerdos de los voluntarios eslovenos. Redactores: Stanko Semic-Daki, Albin Marvin, Ivan Kreft. Editor en jefe Albin Marvin, 3a. edición, corregida y aumentada. Ljubljana. Sección de los antiguos combatientes en España, LRS, 1960, 450 págs.; en esloveno).

[68] En un renglón anterior, Stojadinovic (op. cit, pág. 466) explica su política de entendimiento con todas las grandes potencias:

 

"Me resultaba evidente que los pequeños estados estaban entregados a merced de los 'países hambrientos y que carecen de espacio'. La seguridad colectiva se había transformado en inseguridad colectiva. Había llegado la hora para nosotros los pequeños pueblos, de 'sauve qui peut'. El camino de Munich fue bien allanado. Las primeras víctimas fueron Abisinia y España; después siguieron Austria, Checoslovaquia y Albania... De todos modos, en aquel tiempo, Yugoslavia se encontraba en la lista de por lo menos una de las dos potencias agresivas, y quizá de ambas, especialmente si se ponían de acuerdo en la partición".Sin embargo, el plan que ahora tenía en vista, esto es, aprovecharse de la conquista italiana de Abisinia -que seguiría una semana después del cese de fuego en España-, difícilmente podría explicarse con un "sauve qui peut". No es de extrañar que ese juego le pareciera demasiado arriesgado al príncipe regente, y es probable que fuese la causa decisiva de su destitución, aunque no hay que subestimar el interés en el arreglo de la "cuestión croata" que provocó su inesperada caída; Cfr. nota 18.

[69] Ciano no menciona en sus apuntes la conversación sobre España, pero en su Diario (Ed. Libros de nuestro tiempo, J. Janés, 3a. ed., Barcelona, 1950), pág. 64, con fecha 20 de enero de 1939, registra lacónicamente: "Cacería en pleno bosque. Buenas noticias de España. Stojadinovic las recibe exclamando: Córcega, Túnez, Niza!".

[70] Es característica la observación de Ciano en cuanto a su conversación con el príncipe regente (Ciano, L'Europa etc., op. cit., pág. 411) : "Anzi, ha mostrado di avere meno interesse di Stoiadinovic per l'entitá di territorio da assegnarsi alla Jugoslavia. Ne abbiamo giá tanti albanesi nelle frontiere" cosí egli ha detto "ci danno tali fastidi, che non sento nessun desiderio di aumentarne il numero".

[71] Esloveno, perteneciente al Partido Popular, uno de los más antiguos partidos europeos de orientación demócrata-cristiana, que formaba entonces parte de la Liga Radical Yugoslava, partido gubernamental, junto con el de los musulmanes de Bosnia, bajo la dirección de Mehmed Spaho, y una fracción de los antiguos Radicales servios, acaudillados hasta entonces por Stojadinovic.

[72] Italia se encontraba enredada, en Albania, por la que esperaba de un momento a otro que Hitler acudiera en su ayuda, directamente o por conducto de Bulgaria, para despejar la situación embarazosa en el sudeste de Europa, desde donde los ingleses podían, de presentarse la ocasión, amenazar los pozos de petróleo en Rumania. Rumania y Bulgaria ya habían adherido al pacto tripartito y en aquel momento tenían tropas alemanas estacionadas en sus territorios. La campaña en Africa exigía también una pronta intervención en Grecia.

[73] En cuanto al donjuanismo -por raro que aparezca: ¡su más fuerte argumento apologético!-, el autor de Ni Guerra ni Pacto nos ofrece unas sabrosas y pintorescas páginas en sus memorias y, a la vez, valioso material histórico e informativo. Si tuviéramos que recurrir a las "vidas paralelas" -salvada la distancia temporal- encontraríamos un doble de este político balcánico en la figura de aquel "príncipe de la Paz", Manuel Godoy, inmortalizado por el pincel de Francisco Goya y Lucientes.

[74] Cfr. Eugen Laxa, op. cit., págs. 44-45: "Aparece Ante Pavelic, cuyo nombre vivía en el pueblo gracias a su actividad revolucionaria contra los regímenes de Belgrado, quien, tras la indecisión y el silencio de Macek, definió el día 10-4-1941 breve y claramente su programa de acción: El Estado Independiente de Croacia".

[75] El rápido avance de las tropas alemanas y búlgaras a través de Macedonia cortó al desmoralizado y misérrimamente equipado ejército de Yugoslavia el único escape posible: a lo largo del río Vardar hacia Salónica. Habría que destacar que el país disponía sólo de un número bastante modesto de cañones antitanque de fabricación italiana, adquiridos en España, a principios de 1940. mediante trueque por trigo, madera aserrada y capullos de gusano de seda (para la fabricación de paracaídas); también consiguió de España munición para los viejos cañones de campaña de 75 mm.

[76] La Santa Sede envió a Zagreb al legado Apostólico Abad Marcone, mientras que el príncipe Ervin de Lobkovic, camarero de Su Santidad y caballero de la Orden de Malta, sirvió de enlace entre Croacia y El Vaticano.

[77] España estuvo representada durante todo el tiempo de la guerra (1941-1945) por un diplomático de carrera, el Excmo señor D. Vicente González-Arnau y Amar de la Torre, ministro plenipotenciario y enviado extraordinario, mientras que Croacia envió a Madrid, con el mismo rango, al doctor D. Pedro Conde de Pejacevic de Nasice, economista y abogado.

[78] Cfr. Solidaridad Obrera, 11 de marzo de 1951, citado en Burnett Bolleten, El gran engaño (Ed. Luis de Caralt, Barcelona, 1961), págs. 386-387.