"Condenados a la libertad"

El derecho de la autodeterminación de los pueblos entre confrontaciones de los "halcones" y las "palomas" internacionales

Franjo Nevistic

"Croatian nationalism will not be easily disposed off by Tito, any more than it was by King Aleksander and his successors before World War I". En "Foreign Affairs", mes de julio de 1973, p. 754, artículo In Security and Cooperation: Yugoslavia and The Balkan, págs. 778-793, J. Campbell.

La actual situación internacional es confusa, agitada. Tanto la política como la económica y la militar. Para los observadores y los comentaristas internacionales resultaría sumamente interesante, incluso atractiva, si no llevara en sí también fuertes connotaciones trágicas.

En efecto, apenas se crearon las condiciones formales para apagar el fuego bélico en el Lejano Oriente, se reanudaron las luchas entre Israel y el mundo árabe. La tragedia de un punto del mundo sucede a la del otro. Todavía peor, porque esta vez el punto de crisis está situado en una parte del mundo mucho más peligrosa y explosiva donde se entrecruzan intereses de suma importancia para muchos.

Lo curioso de esta situación es el hecho de que los principales protagonistas en ambos casos son los mismos. Mientras las destrucciones, los sacrificios, los sufrimientos y la muerte recaen sobre el pueblo vietnamita, judío o árabe, respectivamente, especialmente sobre su juventud, detrás están Moscú y Washington. Armas destructoras, municiones, dinero y alimentos faltarían pronto a los beligerantes si las dos superpotencias mundiales se abstuviesen de proporcionárselos con un propósito firme y decidido.

La política de distensión internacional inaugurada por Washington y Moscú en el curso del año 1972 y que culminó con la paz de Vietnam, la admisión de la China comunista en las Naciones Unidas, y luego con una serie de arreglos en el sector europeo -Berlín y el problema alemán en general- con buenas perspectivas para la paz del mundo entero, había alentado a todos los que sinceramente aman la paz y tratan de eliminar la guerra como medio de desquites o arreglos entre los hombres o las naciones, considerándola por debajo de la naturaleza racional del hombre. Y, paradójicamente, mientras los principales negociadores de esta nueva política, artífices de la paz, recibían el Premio Nobel por su habilidad como negociadores y su actitud pacifista, justamente en ese preciso momento, estalló nuevamente la guerra en el Medio Oriente. Kissinger y Le Duc Tho, a pesar de sus risas joviales y la alegría por tan alta distinción internacional, no deben, no deberían sentir, por adentro una satisfacción completa. Est aliquid -hay algo- que trunca su sentimiento, por cierto humano, de triunfadores, algo que amarga, los hace inseguros e inquietos justamente en el momento de su triunfo formal. Su premio personal se ve disminuido, precario, casi ficticio, por el estallido de una nueva guerra en la Tierra Santa (al concluir este artículo llegó la noticia de que el vietnamés rechazaba el premio).

La amargura, la pesadilla y la frustración deben invadir especialmente al ministro de Relaciones Exteriores de los EE.UU. Para el Dr. Kissinger el "asunto"- resulta muy complicado, diríamos irremediablemente contradictorio. Tres millones de hombres de su pueblo israelí soportan el peso de una guerra contra un enemigo numéricamente muy superior. Y mientras recibe el premio y homenajes por ser uno de los artífices de la situación política internacional promisoria de paz internacional, el país, cuya política exterior está encabezando, envía públicamente toda clase de ayuda a una de las partes en guerra -a Israel-. De esta manera, uno de los premiados por su actitud de "paloma" internacional toma inesperadamente el aspecto de "halcón", contrario a la paz mundial.

Pero la actitud del flamante ministro de los EE.UU. no es fortuita. El secreto viaje de Kosygin a Egipto y el telegrama del propio Brezhnev al jefe argelino Boumedienne para que los demás árabes ayudasen a Siria y a Egipto con el envío simultáneo de las armas soviéticas "inspiraron" evidentemente a Kissinger y a McCloskey. "La distensión no puede sobrevivir a la irresponsabilidad en ninguna área, incluyendo el Medio Oriente", decía el primero, y el segundo agregó: "Si resulta ser cierto un envío masivo soviético de armas, ello tenderá a cambiar el aspecto de la situación" [1].

Cabe preguntar lógicamente: ¿qué pasa en el mundo? ¿Dónde está la distensión internacional solemnemente anunciada con la promesa de paz? Cuál es la verdadera posición de Brezhnev? Según E. Ravines, estaría del lado de las "palomas", frente a los "duros" de su propio partido[2].

¿Y ahora qué? ¿Hay un verdadero merecedor del Premio Nobel de la Paz? ¿Qué pasa con el "tributario" al capitalismo Brezhnev? ¿Para quién resultará amargo el fruto de la política de distensión, como lo prevé John Campbell?[3]

La política de distensión y Croacia

Hay pocos pueblos -posiblemente ninguno- tan interesados por los interrogantes, formulados más arriba, y sus posibles contestaciones, como lo está el pueblo croata. Campbell asevera con acierto que la Unión Soviética en su actual política de distensión evidencia una neta diferencia con respecto a la posición por adoptar en el sudeste europeo y en el Mediterráneo, por un lado, y en el centro europeo, por el otro. Dentro de su política de acercamiento y de colaboración con Washington, Moscú no olvida la propia seguridad, visto el esquema de división de las respectivas zonas de influencia entre las dos capitales. El sector del sudeste europeo, de acuerdo con la opinión general de los observadores, es el punto más peligroso para la paz, tanto desde el punto de vista de Washington como de aquel de Moscú. Además, la capital soviética ve allí también el punto más débil de su propia seguridad. Yugoslavia, Albania y, recientemente, Bulgaria, constituyen un conglomerado y un conjunto de Estados de gran peligrosidad.

Es así, sin mencionar allí la presencia política de China, lo que aumenta todavía más el peligro. Es por eso que Moscú, a pesar de su deseo fundamental de realizar el sueño de los propios "planeadores" con los "businessmen" de Norteamérica, y quizás, justamente por esto, no quería olvidar su seguridad o, incluso, por la misma razón, arriesgar un cambio del status actual de las cosas en aquel sector si se le ofrece la posibilidad, dice Campbell. La Yugoslavia de Tito, según él, fue hasta ahora el principal obstáculo en tal sentido. Pero el "titoísmo" parece acercarse rápidamente a su fin. La muerte física del dictador yugoslavo pondrá, muy probablemente, el punto final también al movimiento. El problema nacional, especialmente el de los croatas permanece sin solución para Tito, como también lo fue para el rey servio Alejandro. Lógicamente, Yugoslavia -tanto la primera como la segunda- organizada y conducida como una hegemonía granservia, se disolverá o caerá como un botín en las manos de sus múltiples enemigos, interiores y exteriores. Entre los exteriores, por las razones mencionadas, la Rusia soviética figura como su enemigo más grande.

La presión soviética continental debe encontrar también el apoyo desde el mar Mediterráneo. Los puertos croatas en el Adriático y Valona en Albania serían una solución ideal en este sentido. Pero Albania está protegida por el territorio "yugoslavo" y éste, a su vez, por la invocación peligrosa contra la doctrina de la soberanía limitada de Brezhnev. El "titoísmo", via facti, se ha asegurado una protección internacional, más de carácter político-moral que jurídico-formal. Por eso, en los cálculos soviéticos de seguridad, Yugoslavia ocupa una posición clave. Con acierto dice Campbell: "Hablando sin rodeos, la seguridad en los Balcanes depende, en primer término, de cómo la Unión Soviética defina sus requerimientos en vista de la propia seguridad y el papel mundial. Permítannos suponer: sea lo que fuere con el futuro progreso de la estabilización europea, los soviéticos desearán limitar fuertemente la influencia occidental -en los países socialistas (incluyendo a Yugoslavia) por razones de seguridad...

Supongamos también que ellos mirarían al Mediterráneo y al Medio Oriente como una área dónde podrían proyectar el poder soviético para competir con América y China. Esta no es una descripción inexacta de lo que fueron las aspiraciones y la política de los soviéticos en los años pasados. ¿Traerán ellos ahora la mayor o la menor seguridad para el futuro? La contestación de este interrogante tiene que ver muchísimo con la llamada doctrina de Brezhnev y no se puede hallar en la interpretación de sus textos. El Kremlin puede verse movido por el deseo de extender su área de control o bien puede llegar a tolerar un poco más de independencia para la naciones pequeñas. A pesar de la corriente en boga en cuanto a la distensión basada en el status quo, las cosas no parecen, probablemente, quedarse donde están".[4]

Aquí precisamente estriba el gran interés de los croatas por la política de distensión actual. El Levante está otra vez en llamas. Todo el mundo sabe que esto sería casi imposible sin la ayuda soviética. ¿Qué es lo que quiere Moscú? ¿Extender la zona de influencia o consolidar el status quo?

Cualquier clase de arreglo que pueda suceder allí -la victoria aplastante judía, en forma análoga a las anteriores, o un compromiso aceptable también para Washington-, tendrá una repercusión directa sobre el destino de Croacia. Una repercusión y unas consecuencias posiblemente más dolorosas que su situación actual.

En efecto, a pesar de la ruptura de Tito con Moscú hace veinticinco años, una minidoctrina de la soberanía limitada de Brezhnev halló campo propicio de aplicación en Croacia. La crisis de la Yugoslavia de Tito estallada en diciembre de 1971 ha revelado públicamente lo que estaba pasando detrás de una fachada que nada tenía en común con la realidad que encubría. Todos los ideales y propósitos que fueron ensalzados durante la guerra y revolución de 1941-1945, y que debían inspirar a la Yugoslavia comunista fueron defraudados. El principal slogan de los revolucionarios comunistas -"la unidad y la fraternidad"- se convirtió en un régimen de hegemonía granservia, de opresión, persecución, terror y explotación de proporciones y crueldad raras veces vistas en la historia. No lo decimos nosotros, refugiados políticos, adversarios desde un principio del comunismo y de la comunidad política yugoslava por ser ambos inconciliables con la tradición, la educación y los intereses del pueblo croata. Lo dicen los mismos comunistas croatas muchos de los cuales junto con Tito y sus más íntimos colaboradores comunistas servios, montenegrinos y eslovenos, diseminaban durante la última guerra y la revolución, miedo, destrucciones y muerte a lo largo y a lo ancho de aquel país invocando el ideal de una sociedad y de un Estado yugoslavo nuevos, con libertad, igualdad y justicia para todos. Dieciséis mil de aquellos comunistas croatas fueron encarcelados o destituidos sólo desde 1971 hasta hoy. Entre ellos se hallaban algunos de los más prominentes generales, científicos, escritores, periodistas, poetas y filósofos. "Studia Croatica" ha dedicado cuatro de sus últimos volúmenes a documentar cuanto estamos diciendo. Hemos reproducido las opiniones, escritas y auténticas, de los acusados y condenados por el régimen de Tito. Lo mismo hemos hecho con una parte de las opiniones extranjeras -múltiples, desinteresadas y objetivas-, que ratifican nuestras criticas. El peso de la argumentación contra el régimen hegemonista y totalitario de Tito recae sobre el campo de la explotación económica. Croacia es objeto de un pillaje sistemático y descarado por parte de Belgrado.

Presentado el problema de esta manera, lo demás resulta totalmente claro. No sólo de acuerdo con el pensar marxista, donde la estructura económica sirve de base para la total superestructura cultural de una comunidad, sino de acuerdo con una verdad universal. No hay progreso cultural tomado en cualquiera de sus aspectos, o en el conjunto, si un pueblo o una nación están privados de su renta, del fruto de su propio trabajo manual o intelectual. El pauperismo económico necesariamente lleva al pauperismo cultural, a la decadencia general de la comunidad pauperizada. En este sentido, hallamos condensada la verdad y el contenido de lo que está pasando en la Croacia ocupada por los servios en un reportaje francés, cuando un estudiante croata le dijo al periodista parisiense: "Nosotros, los croatas, enviamos a Belgrado las divisas y los servios nos envían a nosotros la policía, el terror y la ocupación militar". De este hecho resulta claro por qué los obreros croatas en el extranjero constituyen el 60% del total de la mano de obra empleada allí y proveniente de Yugoslavia, esto a pesar de que Croacia, en otras condiciones políticas, podría asegurar a sus hijos suficiente trabajo y pan en el terruño patrio. Pero en la Yugoslavia comunista hay un régimen de injusticia, de discriminación nacional, de opresión y de terror en perjuicio, en primer término, de Croacia. Se trata de una repetición empeorada del régimen granservio de la Yugoslavia monárquica. De aquí, lógicamente, el nacionalismo croata. También su virulencia de vez en cuando, justificable y clara a todas luces. Por eso resulta exacta la afirmación de Campbell de que Tito no podrá arreglar el problema nacional croata como tampoco pudo hacerlo el rey servio Alejandro.

Innumerables son las pruebas de que no se trata de ninguna obstinación croata, ni de nuestra testarudez, como tampoco del apego a ciertas ideas políticas o sociales de que nos acusan nuestros opresores para denigrarnos y facilitar así su incalificable proceder. En nuestro caso se trata clara y simplemente del derecho de nuestra autodeterminación nacional, desconocido, despreciado y conculcado por parte de Belgrado. El régimen comunista y granservio ha aplicado contra el pueblo croata la doctrina de Brezhnev en su más completo significado y alcance. Lo hizo, y lo está haciendo a pesar del convenido fifty-fifty en Moscú-Yalta[5] y a pesar de su ruptura con Moscú.

El comunismo aniquila la personalidad humana

Para dejar testimonios duraderos de lo que acabamos de decir, hemos llenado más de cuatrocientas páginas de nuestra revista. Aquí deseamos una vez más señalar lo que ha dicho una de las recientes víctimas del neostalinismo de Tito y de su régimen. En efecto, José Ivicevic-Bakulic, ex profesor universitario, después de haber aclarado la falsedad de la política del unitarismo interpretado por Belgrado[6], cuando fue llevado al banco de los acusados por "contrarrevolucionario y separatista dijo en su discurso de defensa también lo siguiente: "Hubo un período (...) cuando en el mundo socialista no había lugar para preguntas y acontecimientos. En aquel mundo acabado, como si hubiese habido lugar solo para meras repeticiones... El voto de fidelidad, el "culto de la personalidad", afloró de una fe viva de que en una sola persona se encarnaba el espíritu colectivo; de que, a través de la conciencia y la voluntad de esta persona se manifiestan la autoconciencia y la propia voluntad del existir colectivo. El intento de la conciencia dogmática consistió en una serie de identificaciones. En primer término en la identificación del individuo y la sociedad. Luego en la identificación de lo nacional y lo universal: a la "proyección" del hombre en general le correspondía la proyección del socialismo "en general" único, idéntico y para todos... La identificación simétrica del individuo con la sociedad y, luego, de la sociedad con el Estado, se reveló como omnipotencia de la sociedad sobre el individuo y, por fin, como la omnipotencia del Estado sobre la sociedad; el gobierno absoluto de la totalidad terminó en el absolutismo del poder personal, la visión de un hombre nuevo e integral terminó en el stalinismo. Pero el hombre no pudo someterse a este proceso de la despersonalización, a un poder despótico. Nuevamente se hizo patente "la irreductibilidad del mundo, de su irradicable diversidad y, en el mismo núcleo del mundo, la experiencia de la persona (humana) individual e insustituible, ese rumbo-vuelco del mundo que escapa a toda clase de generalización. En efecto, fue ésta la experiencia de nuestra condena a la libertad". Justamente por esta condena a la libertad, según nuestro autor, se intentó realizar un socialismo con "rostro humano", con una semblanza no de un hombre "en general ( ... ) sino con la semblanza del hombre viviente, hombre real". Se quiso, "en lugar de una identidad totalitaria y sin diferenciación, una comunidad sin el trágico y vano sacrificio de lo individual: una comunidad en la libertad y la autonomía, tanto personal como nacional"[7].

Nos parece casi imposible "relatar" mejor la "historia interna" -filosófica, política y sociológica- del hegemonismo nacional y el totalitarismo social de un país como Yugoslavia que intenta pasar de "liberal". Se trata de una perfecta aplicación de la doctrina totalitaria comunista y stalinista de Brezhnev, disfrazada de su pretendido oponente.

El silencio internacional, relativamente grande ante ésta y otras miles de víctimas similares de Tito, fue una gran amargura para los croatas tanto en el exilio como los sojuzgados en la patria ocupada. Pero los ataques contra los que se opusieron a ese régimen totalitario -dentro o fuera de aquel país- resultan simplemente incomprensibles[8]. Como si "condenados a la libertad" pudieran proceder de otra manera. Si el pueblo croata no hubiera reaccionado contra la opresión hegemonista granservia y la totalitaria comunista, habría faltado a sus deberes más sagrados como integrante del mundo Occidental por más de trece siglos de su existencia en la patria de hoy. Es por eso que la posición de una inteligencia superior, como lo es sin duda alguna el señor S. Madariaga, nos sorprende hasta la desesperación. Sin tocar casos ajenos, el caso croata, afirmamos categóricamente, está apreciado por Madariaga muy equivocadamente.

El Derecho de resistencia y de rebelión

Muchas cosas en torno del concepto de derecho, libertad o personalidad humana no son del todo claras. Hay grandísimas diferencias en la opinión de los más encumbrados autores que intentaron resolverlas. Pero hay también hechos claros que excluyen toda clase de dudas al respecto. Donde un hombre o un pueblo no tiene la posibilidad de elegir libremente a sus propios representantes políticos o la forma de gobierno; donde debe entregar a otros sus recursos naturales o de su trabajo, allí están lesionados los derechos de la persona humana o de su comunidad nacional. Yugoslavia, tanto monárquica como comunista, es un perfecto paradigma de una lesión permanente, profunda, un verdadero genocidio en cuanto a los derechos humanos y nacionales del pueblo croata. Rebelarse contra las autoridades de ese Estado no es sólo un derecho, sino también el deber del pueblo croata. Su proceder en este sentido -trátese de un solo hombre, de grupos o de todo el pueblo-, estaría en perfecta consonancia con la mejor tradición del mundo occidental, con los valores fundamentales de una civilización superior, conductora de la humanidad en su progreso general.

Occidente - Oriente

En efecto, en 1955 se efectuó un coloquio internacional inglés-alemán, para citar sólo un ejemplo aclaratorio, sobre la diferencia entre Occidente y Oriente. En aquella oportunidad el inglés R. Bierley, director del Oton College, pronunció una conferencia titulada Los fundamentos de la cultura europea occidental. Después de una enumeración de los elementos constituyentes de la misma, le fue hecha la siguiente pregunta: ¿cuáles elementos consideraba esenciales? Birley contestó: "El primero es el ideal del valor último, que es el valor del individuo... y el segundo es el principio, que se deduce posiblemente del primero, de que el poder nunca se justifica por sí solo".

Realmente, desde la antigüedad clásica griega, donde la ley (nómos) fue el verdadero rey, o la romana, cuando Cicerón decía: "Populus non est, nisi qui consensu iuris continetur", o sea, que podemos hablar de un pueblo solamente allí donde una comunidad está regida por el derecho por él mismo abrazado. Hasta los tiempos modernos, las comunidades políticas occidentales consideran como su supremo valor la personalidad humana, y la justificación del poder está sólo en el reconocimiento de los derechos de la misma personalidad humana. Así, ya en el temprano Medioevo, Isidoro de Sevilla caracterizó esta concepción al decir: "Rex eris, si recte facis; si no facias, non eris'' -eres rey si rectamente procedes, y si no lo haces, no eres más el rey-. De allí, espontáneamente, el "ius resistendi", que autoriza incluso a matar al rey tirano. En tal sentido escribió San Tomás "... non iniuste ... rex institutus potest destrui, vel refrenari eius potestas, si potestate regia tyrannice abutatur; nec putanda est talis multitudo infideliter agere tyrannum destituens" -con justicia puede derribarse al rey instalado o frenar su poder, si este poder es tiránicamente abusado; y a la multitud que procediera a destituir al tirano, no se la puede considerar como actuante de infiel-. Estas ideas, sin mencionar más autores de brillante y universal reconocimiento, hallaron su confirmación en las constituciones americana (1776), francesa (1789), etc. Jefferson dijo al respecto: "...Dios que nos dio la vida, nos dio al mismo tiempo la libertad; la mano de la violencia, si bien puede destruir ambas, no puede separarlas a la una de la otra...". Antes de estas constituciones, el rey de Inglaterra Juan II, en el siglo XIII, reconocía su obligación jurídica -"that the King is and be below the Law". También en la comunidad política húngaro-croata el rey Andrés II editó, en el siglo XIII (1223), la Bula Aurea, reconociendo a los súbditos, especialmente nobles, el derecho de resistencia y de rebelión (ius resistendi).

Esta idea de la libertad, el derecho de resistencia y la rebelión contra los poderes ilegítimos y tiránicos que no respetan obligaciones provenientes del derecho como emanación de los intereses y voluntad del pueblo, ha imbuido de tal manera la mentalidad del hombre occidental que incluso J. P. Sartre, ex marxista y actualmente existencialista materialista, en una de sus obras dice: "...No debías crearme libre... pero desde el momento que me hiciste así, yo dejé de ser de tu propiedad... No hay nada más en el cielo -ni Bien ni Mal- no hay nadie más que estaría autorizado en darme preceptos... estoy condenado a no tener otra ley que la propia. Porque yo soy, oh Júpiter, un hombre, y todo hombre debe marchar por su camino..."

Evidentemente, nuestro Ivicevic-Bakulic y Sartre nos están hablando de la suerte del hombre y de las naciones condenadas a la libertad.

Sin discutir la exactitud o no de la afirmación poético-absolutista de Sartre, el autor, que nos proporciona una parte de estas citas, comenta: "Nosotros preferimos llamarlo (al hombre occidental. -obs. nuestra-) como el hombre de libertad. Porque la historia de la libertad es la historia de Occidente; sólo en Occidente se ha intentado realizar la libertad dice Jaspers. Los derechos humanos, el derecho de resistencia (ius resistendi), la idea de medida como lo opuesto a la arbitrariedad, el Estado de derecho y la democracia, éstos son elementos de la cultura europea. Cuando la UNESCO puso a un chino -Chung Sho Lo, profesor de filosofía- como miembro de una de sus Comisiones, para que reelaborara una nueva lista de los derechos humanos, el sabio asiático, un poco confundido, contestó que la vetusta y la respetable tradición de su país no conocía este concepto, y el tesoro de su idioma tampoco guarda una palabra semejante".

Según nuestro autor, Ernst Jünger dijo aproximadamente: allí donde el derecho ha perdido su eficacia de límite ante el poder y la violencia, y donde la arbitrariedad está liberada de todas las barreras, allí tenemos Oriente y no Occidente[9].

¿Que puede, en consecuencia, esperar el pueblo croata de la actual política internacional de distensión Occidente-Oriente? Ante el peligro mortal de un conflicto atómico directo de las dos superpotencias y en vista de la posibilidad de realizar el sueño de los "businessmen" norteamericanos por un lado y por el otro de los "planeadores" soviéticos, la política de Washington y Moscú seguirá probablemente el mismo curso actual y de status quo. No es, empero, de absoluta seguridad que Moscú, después de las concesiones eventuales en el arreglo definitivo del caso israelí-árabe (mientras estamos escribiendo estas líneas la tregua por orden del Consejo de las Naciones Unidas está por cumplirse), pida concesiones compensatorias en los Balcanes. La muerte de Tito será una oportunidad propicia para exigirlas por razones de su seguridad o, quizás, por las promesas que obtendrá en las tratativas referentes al conflicto en el Levante. Estas concesiones -según hemos visto- tendrán por objeto asegurar a la presión soviética continental el apoyo desde el Mediterráneo (Campbell). La presencia política de la China comunista en Albania y las simpatías rumanas pro-chinas ¿podrán gravitar en contra de estos intereses soviéticos? ¿Qué haría China si el desarrollo interno de Yugoslavia conduce a la reimplantación de un régimen adicto completamente a Moscú, lo que parece muy probable? ¿Estará esto dentro de la política Moscú-Washington, concebida como política de status quo. ¿Permanecerá Washington indiferente si el cambio allí se produce mediante fuerzas pro-soviéticas internas o con el apoyo desde el exterior?

Estos interrogantes quedan sin una respuesta firme. Todo depende del rumbo de la política de distensión actual Moscú-Washington. Si los sueños de los "businessmen" de América y de los "planeadores" de Rusia prevalecen, quizás, si asimilan en sí también a los problemas de seguridad con la actual política de status quo, no sólo en el sur europeo, sino también en todos los sectores -europeos o asiáticos- por los que están enfrentándose las dos superpotencias mundiales, entonces muchos problemas que nos parecen grandes, urgentes, de suma importancia, y que lo son para los protagonistas de la historia actual, se convertirán en problemas marginados, secundarios.

Sea como fuera, consideramos por encima de todo y como verdad indiscutible, que la vida y la libertad, según Jefferson, son inseparables. Se las puede destruir, pero no separar. El pueblo croata, junto con el esloveno, ubicados al margen de la actual división del mundo entre Occidente y Oriente en el sector europeo, invocan el derecho de autodeterminación nacional por pertenecer inseparablemente al mundo occidental. Es asunto de éste, si le conviene entregar dos pueblos y las costas adriáticas al poder absoluto de Moscú. Es posible destruir la vida y la libertad de muchos pueblos, pero su derecho de resistencia queda intacto. Los que se sienten condenados a la libertad ¿pueden esperar una comprensión por parte de los que justifican su política internacional invocando el valor de la libertad? Tanto más que la orilla adriática, de su propiedad, es un factor de importancia para la seguridad del Mediterráneo. ¿Cuándo habrá coincidencia entre el derecho a la libertad de los pueblos croata y esloveno y la libertad y la necesidad de seguridad de Occidente? ¿Resultará sólo para esos dos pueblos amargo el fruto de la actual política internacional de distensión? ¿Quién merece o merecerá el próximo Premio Nobel de la Paz? ¿Habrá otros puntos del mundo con el derecho al descontento y a la rebelión?

 



[1] La Prensa del 18 de octubre de 1973 en el artículo de fondo: Participación soviética en la guerra de Levante.

[2] Los "duros" del partido imaginan con trazos sombríos el futuro del socialismo, sobre todo el futuro de la "burguesía roja". Y en defensa de ella se han desplegado las más acres concepciones de la guerra fría, los más ásperos principios de la ideología stalinista. Brezhnev se ha defendido oponiendo conceptos leninistas a las objeciones stalinistas. Solemnemente, ha proclamado exactamente lo que Lenin escribió hace medio siglo: "Nosotros, Rusia, tenemos gran necesidad de la ayuda técnica de los EE.UU. y del Canadá. Si los norteamericanos cumplen sus promesas, la ventaja será gigantesca para nosotros... El acuerdo y las concesiones a los norteamericanos son para nosotros de importancia excepcional. Personalmente, considero de importancia gigantesca atraer capitales norteamericanos para construir el oleoducto de Georgia. En Rusia se encuentra el hijo y asociado de Hammer. Visitó los Urales y está dispuesto a restaurar nuestra industria. No solamente tenemos necesidad de interesar a Hammer en el plan de electrificación para que nos dé el pan, sino que debe suministrarnos el equipo a crédito..." Resumiendo la política de distensión actual, concebida por Nixon-Kissinger por un lado y por Brezhnev por el otro, Ravines comenta: "Nunca el socialismo ha rendido un mayor tributo de reconocimiento al capitalismo y así Leonid Brezhnev se ha instalado como un auténtico líder leninista frente a todos los retardatarios stalinistas". En "La Prensa" del 15 de agosto, artículo Brezhnev invoca a Lenin defendiendo su política.

[3] "Visions of sugarplums dance in the heads of Soviet planners and Western businessmen. Detante, of course does not have the same purposes for all concerned, and some may find its fruit bitter or the sugarplums unripe". En Insecurity and Cooperation: Yugoslavia and the Balkans (Inseguridad y cooperación: Yugoslavia y los Balcanes), en "Foreign Affaires" para el mes de julio de 1973.

[4] Campbell, Ibíd., p. 788. Su artículo fue escrito antes de la reciente guerra árabe-israelí.

[5] Ver Yalta ou le Triomphe des Illusions, de André Fontaine, "Le Monde" del 4 de febrero de 1965.

[6] Ver: Studia Croatica, Vol. XIV, pp. 42-46, donde Ivicevic desenmascara la política unitarista de Belgrado, tanto en la Yugoslavia monárquica como en la comunista.

[7] Ver: Studia Croatica, vol. XIV, pp. 77-78.

[8] Ver: Violencia y chantaje, Salvador Madariaga en "La Prensa" del 8 de octubre de 1972. Allí dice Madariaga, entre otras cosas: "Tupamaros, palestinos, ustachis, soldados del IRA, que son si no peregrinos que se han quedado rezagadas en la cuesta hacia la comprensión de la vida, hombres impacientes, atropellados, seguros de su fe, dispuestos a matar y aún morir por ella".

[9] René Marcic, Vom Gesetzesstaat zum Richterstaat, Recht als Mass der Macht, Gedanken uber den Demokratischen Rechts - und Sozialstaat, Viena 1957, pp. 4, 5, 88, 89, 90. Ver, además, "Tizonia" julio de 1973, No. 44, Chile, Viña del Mar, tratando el hecho concreto del pueblo chileno en la lucha contra el poder del presidente Allende que se hacía cada vez más ilegítimo, deslizándose hacia el poder abusivo y tiránico. Lea especialmente dos artículos de J. A. Widow y el artículo del profesor español F. Elías de Tejada titulado: La Resistencia al Tirano.