Un mensaje croata a los hombres libres y de buena voluntad

Jozo (José) Ivicevic, ex secretario de Matica Hrvatska, -Centro Cultural de Croacia-, ex director de Hrvatski Tjednik (Semanario Croata), es una de las figuras más descollantes de la actual generación intelectual croata. (Ver pág. 46 del presente vol. de S. C.)

Reproducimos aquí en castellano su palabra final ante el tribunal que le condenó a 5 años de prisión por el "nacionalismo", el "chovinismo" y la "contrarrevolución". La palabra de esta inocente víctima del régimen totalitario de Tito las podemos considerar como un verdadero mensaje de profundo significado filosófico, político y cultural, madurado en la dolorosa experiencia croata y dirigido a todos los que no han perdido el sentido para la libertad y la dignidad humanas. Este mensaje, expresado en sabios y penetrantes conceptos, nos revela la magnitud de la desviación humana que caracteriza a los regímenes totalitarios comunistas y la ilusoria fe de los que creen en su redemocratización e humanización esperadas. Aquí el texto del señor Ivicevic:

"Agradezco al Dr. Ivo Glovacki, mi defensor, quien sometió a un re-examen exhaustivo las afirmaciones de la acusatoria y los resultados del procedimiento probatorio. Ahora, me resta exponer mi propio punto de vista referente a nuestro acontecer social, que motivó mi actividad de publicista y la participación en la redacción de Hrvatski Tjednik (suprimido por Tito en diciembre de 1971. Ver Studia Croatica, Nros. 44-45, pág. 73).

"Hubo un período -todos lo recordamos- cuando en el mundo socialista. casi no había lugar para preguntas y acontecimientos: en aquel mundo acabado, como si hubiese habido lugar sólo para meras repeticiones.

"La primera cuestión fue Yugoslavia en 1948. Luego, llegó el momento que, detrás de la quieta fachada de lo acabado, iluminó al drama sin precedentes: Dios -esto fue fijado en el 22º Congreso del Partido soviético- fue el Diablo.

"El voto de fidelidad, el "culto de la personalidad" afloró de una fe viva de que en una sola persona se encarnaba el espíritu colectivo; que, a través de la conciencia y la voluntad de esta persona, se manifestaban la autoconciencia y la propia voluntad del existir colectivo.

"En el "culto de la personalidad" y en lo que provenía de allí, renacería un ser social, el hombre integral, un ser de orden superior: un ser completo, metapersonal, abarcándolo todo.

"Desde la miseria o la discriminación, desde el relativismo y la disolución de la conciencia religiosa del hombre condenado a la muerte en la historia moderna, todo esto fue, una vez más, la sed de lo absoluto: mediante el rechazo de lo individual y la fusión en lo general se invocaba a la vida aquel reino de identidades, en el cual el hombre se confundiría con la totalidad social y sería garantizado por ella: con su poder, su significado, su valor y su perduración.

"El intento de una conciencia dogmática consistió en una serie de identificaciones. En primer término en la identificación del individuo y la sociedad. Luego, en la identificación de lo nacional y lo universal: a la "proyección" del hombre en general le corresponde la proyección del socialismo "en general"; único, idéntico y para todos.

"Por fin, este intento se fundamentaba en la identificación de la sociedad con el Estado; el ser social, por sí de carácter genérico y apersonal, se personifica en la organización política; el procesa de personificación se detiene en la cumbre de la pirámide política y allí acaba.

"Como resultado final de dichas identificaciones, el socialismo universal se manifestó como una substitución, también universal, de un modelo y un centro del socialismo nacional y, justamente por eso, como propio y como un nacionalismo, cambiando el ropaje.

"La identificación simétrica del individuo con la sociedad y, luego, de la sociedad con el Estado, se reveló como la omnipotencia de la sociedad sobre el individuo y, por fin, como la omnipotencia del Estado sobre la sociedad; el gobierno absoluto de la totalidad terminó en el absolutismo del poder personal; la visión de un hombre nuevo e integral terminó en el stalismo.

"En el curso histórico, el espacio genérico como espacio de la totalización del hombre apareció coma una imagen fugaz, como un abismo entre la idea y la obra, renovando así en la conciencia dogmática el drama de la conciencia religiosa, una conciencia infeliz, el drama de la transcendencia: fue ésta la experiencia de la irreductibilidad del mundo, de su infinita e irradicable diversidad y, en el mismo núcleo del mundo, una experiencia de la persona individual e insustituible; ese vuelco del mundo que escapa a toda clase de generalización. En efecto, fue esta experiencia de nuestra condena a la libertad.

"Para una conciencia dogmática, toda diferenciación resulta sospechosa; luchando por el hombre coma un ser puramente genérico, la conciencia dogmática exige la total identidad y la no-diferenciación siempre y en todas las particularidades, tanto en la unidad del juicio estético, por ejemplo, como en el modo de vestir.

"La inquietud de renovación, brotando de todos lados en la crisis de la conciencia dogmática, apuntaba hacia un socialismo con "el rostro humano", con la semblanza no de un hombre "en general" -sólo una sombra despojada del mundo y de la historia que se cierne en las regiones de una nueva trascendencia- sino con la semblanza del hombre viviente, hombre real; quería, en lugar de una identidad totalitaria y sin diferenciación, a una comunidad sin el trágico y vano sacrificio de lo individual; una comunidad en la libertad y la autonomía, tanto personal como nacional".

"En mis escritos y la participación en la redacción de Hrvatski Tjednik (Semanario Croata), fui inspirado por esta alternativa, lo que incluye también un juicio crítico con respecto a todo.

"¿ Se encontró en cada ocasión la palabra adecuada y bien mesurada? Resultaría extraño si así fuese. Pero esto, constituiría otra cuestión que no tiene nada que ver, en lo esencial, con lo que nos interesa aquí.

"Ahora ¡prestemos atención a la acusatoria! No la entiendo simplemente. Para mí se trata de una experiencia kafkiana. La del "Proceso" o de "La Metamorfosis".

"Los cargos se identifican con una conciencia de angustia del mundo de lo absurdo, donde no hay más certidumbre ni seguridad para nadie.

"Fue mi convicción de que no hay substituto alguno para el curso de la redemocratización de nuestra sociedad; toda otra solución sería desgracia nuestra común. Esta convicción mía está ahora ratificada por la acusatoria. Además, querría añadir:

"En el mundo de lo absurdo de la acusatoria me tocó el papel del acusado. No me quejo, como tampoco envidio a los acusadores.

"En cuanto a la palabra final de la misma prefiero callarme. Por su vocabulario y las conclusiones, se trata realmente de un escándalo jurídico, ético-político y cultural. Resultaría fuera de lugar discutirlo".

(Traducido por F.N. de Nova Hrvatska, Londres, Nº 3/73, p. 5)