El carácter estatal de Croacia y las enmiendas constitucionales

Sime Djodan $

El Estado es una emanación del ser nacional. Un pueblo sin su propio Estado no es un pueblo histórico, no es un sujeto sino el objeto de la voluntad ajena medio de promoción de intereses ajenos. Un individuo puede encuadrarse en cualquier Estado, incluso puede elevar al máximo sus intereses al servicio de un Estado y de un pueblo ajeno, pero un pueblo puede incorporarse solamente con seguridad en el Estado propio, instrumento de protección de sus intereses. En consecuencia, un pueblo no puede promover sus intereses - y asegurar su futuro si no está organizado como un sujeto en su Estado nacional. Tal pueblo no puede esperar nada bueno si es sometido por otro pueblo. Esta es la diferencia fundamental entre el individua y el pueblo.

El Estado es el aparato de poder mediante el cual se protegen ciertos y determinados intereses nacionales frente a las Estados y pueblos ajenos. En el plano interior, el Estado es una dominación de clase. Resulta lógico, pues, que no sea posible llevar a cabo una lucha por el poder, y que éste no pueda ser conquistado si no se domina el aparato de poder (el Estado). En consecuencia, la afirmación que los comunistas están luchando por el poder y no por el Estado resulta un wrisens. Ello sin perjuicio de que uno pueda llegar al poder también en un Estado ajeno, como una especie de jenízar; pero en este caso los luchadores por tal poder no son revolucionarios de ninguna clase; se trata de vulgares oportunistas de carreristas e, incluso, de traidores.

Se ha escrito muchísimo sobre el Estado. La teoría del Estado constituye actualmente la ciencia fundamental de la sociedad. De su problemática se ocuparon muchos filósofos teóricos de derecho y de Estado. Desde Platón hasta Lenin se ha intentado averiguar en qué consiste la esencia del Estado. De entre, las teorías actuales, destacamos aquellas cuyos elementos consideramos que corresponden realmente a la esencia de los Estados contemporáneos. La teoría orgánica apoyándose en las ideas de Platón y de Aristóteles, reelaborada últimamente por H. Spencer y L. World, considera al Estado como la más importante institución social, es decir, como el cerebro de la organización social. La misma destaca el aspecto funcional del Estado y no necesariamente su aspecto de violencia ejercida por un grupo social sobre otro. Este aspecto funcional debe tomar en consideración también la sociedad de autogestión.

A su tiempo, la teoría del contrato social tuvo gran influencia política en la sociedad y en la gestación de la revolución burguesa. Según la misma, los individuos nacidos libres forman el Estado mediante un contrato para poder conseguir ciertos objetivos comunes y, en primer término, la seguridad de cada uno dentro de la organización. Es incontestable que los elementos de esta teoría recobran su importancia en la sociedad de autogestión, donde debe, en grado cada vez mayor, desaparecer el antagonismo de clases y fortalecerse la homogeneización de la sociedad sobre la base de la solidaridad y de un esfuerzo efectivo de todos los miembros de la comunidad capaces para el trabajo.

El famoso sociólogo L. Gumplowicz formuló la teoría de fuerza y consideró al Estado como la resultante de una lucha de razas, es decir que una, superior, comúnmente la raza nómade, somete a otra, regularmente la agraria, y la domina, fundando así el Estado como fenómeno de fuerza y de dominación; en consecuencia, la fuerza sería único factor interviniente en la formación del Estado. Es interesante destacar que Gumplowicz para confirmar su teoría toma como ejemplo justamente el nacimiento del Estado medieval croata, a pesar de que este hecho permanece en la ciencia histórica como un episodio controvertido. Existe también otra teoría, la evolutiva, sobre el nacimiento del Estado croata en el comienzo del medievo. De acuerdo, -con Gumplowicz, los croatas tuvieron su Estado ya en el siglo VII; es decir al arribar al Adriático y a la Iliria romana desde la Croacia Blanca (alrededores de Cracovia) romo un pueblo organizado militarmente, fundaron la Croacia Adriática en la vieja Dalmacia romana, el Estado ilirio del 624. Según algunos de nuestros historiadores con sentimientos eslavófilos (Rackí y Wic), el Estado croata se formó en el 852 y -su nacimiento es de carácter evolutivo, orgánico y no de fuerza. Los medievalistas croatas contemporáneos se inclinan en su mayoría por la idea de que el Estado croata se formó sobre la conquista de la Iliria occidental, es decir de la Panonia y la Dalmacia romana.

En la segunda mitad del siglo XIX vio origen la teoría sociológica, de acuerdo con la cual el Estado experimentó su transformación en una organización de carácter sobreclasista. La misma -mitigando las contiendas de clase por un interés común- no tiene carácter clasista. Esencialmente considero que esta opinión no es exacta, siendo el Estado siempre una dominación de clase, aunque existen algunos elementos sobreclasistas en el Estado moderno dependiente de la interacción de las fuerzas de las diferentes clases de la sociedad. Es un hecho innegable que el Estado, en ciertos aspectos procede en nombre de la sociedad entera y protege los intereses de la totalidad social. Esta idea tomó cuerpo firme especialmente en las relaciones interestatales, donde cada uno de los Estados defiende su territorio, protege a sus ciudadanos, etc., lo que es un interés común de la sociedad. De la misma manera todos los Estados respetan un mínimo de las normas interhumanas generales, prohíben la destrucción de los bienes sociales más importantes y protegen las vidas de sus ciudadanos, lo que también se considera como, un aspecto más del carácter general del Estado en la sociedad.

Los teóricos del socialismo científico defienden la teoría evolutiva del Estado. De acuerdo con la opinión de los mismos, el Estado en su calidad de una de las formas de la, sociedad humana no existió desde tiempos inmemoriales. Se ha desarrollado recién en el seno de la sociedad primitiva al crecer sus fuerzas de producción y cuando apareció la propiedad privada, la propiedad particular... La polarización de la sociedad se genera sobre la base de la propiedad privada. Los mejores productores se convierten en propietarios de los medios de producción y así someten a los demás para obtener de los mismos el plusvalor de su trabajo. Para esta explotación coercitiva hace falta el poder organizado que es el Estado. En todas las sociedades de explotación la esencia del Estado no cambia. La organización socialista de la sociedad acepta de la sociedad capitalista- burguesa al Estado con su aparato de coerción, pero desde ese momento el Estado no es más el instrumento de opresión y de explotación. En adelante el Estado debe servir como instrumento para la realización revolucionaria de la dictadura del proletariado, de la liquidación de los restos de la vieja sociedad y la edificación de un nuevo orden social. En el orden, socialista de la sociedad se está desmontando progresivamente, el aparato del Estado capitalista-burgués y sus funciones se trasladan a la vez a la sociedad socialista y a la clase obrera. De esta manera el Estado en el socialismo muere paulatinamente, para desaparecer por completo en la lejana época -del futuro en la sociedad comunista-humanista. En ese tiempo no se dominará sobre los hombres sino más administrará las cosas. Considero que es exacta esta teoría en su esencia, pero por tomar en consideración solamente las relaciones fundamentales, y teniendo presente sólo el caso del Estado capitalista, pasó por alto diferentes formas de evolución del Estado y diferentes condiciones y diversas circunstancias históricas. Por eso, resulta obvio tomar en consideración, para las condiciones reales del Estado contemporáneo, tanto elementos de la teoría orgánica como sociológica y, en cierto sentido, también elementos del contrato social, pero en mayor grado para la sociedad de autogestión que para el Estado.

El Estado socialista, según Marx y Engels y, podemos aseverar, también según Lenin, es en realidad el aparato heredado del Estado burgués, como también el derecho socialista es el derecho burgués junto con el sistema de producción de bienes. Se tratará de los fenómenos condicionalmente socialistas. El Estado socialista es el Estado que está en vías de extinción y no una creación burocrática que somete a sí la sociedad entera. Por eso el Estado stalinista significa la degradación de la revolución socialista, y el así llamado estatismo revolucionario es una discontinuidad de la revolución, incluso una contrarrevolución burocrática donde una dictadura de ese tipo sustituye a la dictadura obrera, y los trabajadores son todos los que viven de su trabajo sin otro medio de sustento. En consonancia con esto, toda agudización de la lucha de clase en el socialismo tiende hacia la vigorización del poder burocrático sobre la sociedad y la clase obrera. La lucha de clase en el socialismo se debilita, y en la sociedad comunista toda diferencia de clase entre los hombres desaparece. Esto significa el traspaso a la era humanista de la historia o, más exacto, la salida de la prehistoria y el ingreso en la historia. La teoría sobre la agudización de la lucha de clases en el socialismo retrotrae a la sociedad, tratándose objetivamente de una sociedad reaccionaria. La forma como se plantea en cada uno de los países socialistas depende de circunstancias históricas concretas y de lo que se entiende por sociedad socialista. Los conceptos de Marx sobre la extinción del Estado no deben entenderse en un sentido vulgar y mecánico. Marx habló también de la liquidación del trabajo, pero al mismo tiempo subrayó que el trabajo en el socialismo se iba a convertir en la suprema necesidad del hombre. Resulta evidente que cuando habló de la extinción del trabajo pensó en el trabajo para terceros, trabajo que crea el plusvalor para éstos, condicionado por la división de trabajo que a unos mantiene en la esfera de la producción material, o de otro tipo de producción, mientras que para otros guarda las funciones en la superestructura y la esfera admínistrativo-política.

De la misma manera, cuando Marx habló del Estado se refirió a la extinción del carácter clasista de la organización de la sociedad que llamamos Estado y pensó en la extinción de la dominación de clase y no en la extinción de las funciones que deberá ejecutar un cuerpo coordinador en la sociedad. Es decir, no se extinguen todas las funciones del Estado -las mismas son asumidas por la autoorganización de la sociedad- Lo mismo sucede con la extinción del derecho. Se extiende en su calidad de voluntad de la clase dominante, porque se extinguen también las clases. Pero por esta causa no se extinguen las normas sociales de conducta, como tampoco los mecanismos que las adoptan y realizan.

¿Qué clase de ideas nos ofrecen "Praxis" y "El Comunista"

En nuestro país triunfa la vulgarización de dichos conceptos, y especialmente la idea, de la extinción del Estado, que fue lanzada por parte de ciertos teóricos del unitarismo, condenando de antemano el carácter estatal de nuestra república. Para dicha clase de hombres toda teoría resulta buena si defiende sus intereses. Así, algunos de ellos exigen a la vez la vigorización de la Liga Comunista de Yugoslavia (Partido), organizado en el sentido centralista, y del tan llamado centralismo democrático, como también el fortalecimiento del Estado central unitario, pregonando extinción de las naciones y de sus Estados, es decir, de nuestras repúblicas socialistas. Resulta evidente que estas teorías no preconizan la muerte de todos los Estados, defendiendo el fortalecimiento del Estado unitario de Yugoslavia, que puede ser, de acuerdo con la experiencia histórica, sólo la Gran Servía. Es sumamente interesante que después de la aceptación de las enmiendas a la Constitución federal se insta en una vigorización del centralismo en el SKJ (Partido) y su regreso al carácter clásico del partido que debe, retomar el monopolio de poder y funcionar basándose en el centralismo democrático, (lo que puede resultar lógico dentro de un Estado uninacional) y con esto, anular el carácter federativo de Yugoslavia; es decir, a la Yugoslavia multinacional, que es, de acuerdo con la Constitución, una liga de repúblicas iguales, mediante un rodeo convertirla en casi federación y así nuevamente reforzar la praxis política unitarista. Esta posición fue defendida recientemente por colaboradores de "Praxis" y ahora ya se presenta también en "El Comunista". A su tiempo tildábamos a ideólogos de esta clase como "marxistas de san Sava" * por haber acertado así en la esencia de esta ideología. Se trata de una ideología, en, lo esencial, unitarista-granservia. Aquí (en Croacia, nota del trad.) la confiesan en varias formas sin, podemos decir, consecuencias, porque el centralismo es suavemente criticado y se le permite realmente difundir sus posturas sin dificultad alguna. Por eso expresamos que la ideología unitarista, mezclada con el stalinismo, es un ataque peligroso, y sistemático a la libertad del pueblo croata. Se esgrimen para esto argumentos y cuasi argumentos de toda clase para demostrar la extinción de las nacionalidades existentes en Yugoslavia, defendiendo a una comunidad sobrenacional que, lógicamente, habla servio y aparece como la nación servia. Resultan muy cómicos los argumentos de estos ideólogos sobre la extinción de las naciones. Les molesta especialmente, y en primer término, la nación croata, porque ésta obstaculiza el sendero de la realización de "Nacrtanija" de Garasanin ** y así, si se pudiera "asimilar" a los croatas, lo demás resultaría fácil de llevar a cabo. Dichos ideólogos se olvidan del hecho (le que sus argumentos, esgrimidos por un interés superior del socialismo y por la necesidad de que los pueblos pequeños se sacrifiquen por él. especialmente el pueblo croata, resaltan muy vacíos, huecos, en el momento, en que dos superpotencias -que se consideran a sí mismas faros del socialismo mundial están planteando la discusión dialéctica en términos de duelo de cañones en las lejanas fronteras orientales. Me refiero a la Rusia Soviética y China, peleando por la posición de una pequeña isla. Es decir, para las mismas tiene más importancia aquella pequeña isla Chempao que el socialismo mundial. Y a nosotros los croatas se nos pide en su nombre que nos extingamos y nos convirtamos en conejos de la experimentación mundial que nuestra patria sea un laboratorio mundial para el ensayo de dicho, tipo de extinciones. En efecto, "Praxis" lo pide sabiamente, como también algunos otros periódicos. Pero debemos desilusionarlos y decirles abiertamente que nosotros, los croatas no estamos dispuestos a morir antes de que mueran los rusos, los chinos y los demás, que con tanto anhelo propagan la idea de la extinción de las naciones!

Cuando hablamos del Estado, no nos satisface hablar solamente de su aspecto jurídico-filosófico. Es necesario decir cuándo y cómo una comunidad humana organizada, una nación, aparece en su forma exterior y jurídico-funcional como Estado. Para que un Estado sea considerado como sujeto del derecho internacional, se exige la efectividad, es decir, la real existencia de una comunidad que tiene su determinado territorio, su población y su organización de poder, independiente de todo otro Estado. Pero el Estado no perece ni en el caso de la ocupación de su territorio, aunque sea en forma completa, por parte de su enemigo, si el gobierno o el pueblo libran, la lucha con el enemigo. Esta lucha puede ser conducida también desde el exterior.

Resumiendo: para que un Estado sea reconocido como tal necesita territorio, población y el poder soberano. La soberanía significa el poder supremo, lo que es el atributo del poder estatal, jurídicamente el más alto y el que todos los demás poderes en su territorio están subordinados. Lógicamente la soberanía no es absoluta por la correlación con otras regiones soberanas. Las Estados se hallan en interdependencia, pero resulta posible imaginar un Estado absolutamente soberano, sin limitación alguna, donde su soberanía aparecería absoluta. Mirando hacia adentro, es decir, en el plano de los asuntos interiores, así es la soberanía de todos los Estados independientes.

La teoría del Estado considera los tres siguientes elementos como esenciales de la soberanía estatal:

1) Independencia del poder estatal, lo que significa que el respectivo poder estatal es libre, en la formalización de sus decisiones, de toda interferencia ajena, es decir que jurídicamente no está obligado a servir a los mandos de un poder ajeno fuera de su territorio. No pudiendo existir la obligación jurídica sin fuerza física, esa independencia significa que este poder es el más fuerte en su territorio y que los demás aparatos de coerción del Estado no lo puede someter a su voluntad.

2) La supremacía del poder estatal en relación con los demás factores o poderes en el mismo territorio, lo que quiere decir que el poder estatal en su territorio es más alto que cualquier otro poder o factor y que puede imponer su voluntad en todo su territorio. Esto, a su vez, significa que todos están jurídicamente obligados a obedecer a sus mandos, y que realmente este poder es el más fuerte de todos los poderes existentes en su ámbito, como también de los que podrían oponerse a él.

3) La ¡limitación jurídica del poder estatal, lo que en términos prácticos significa que el poder estatal puede disponer actos y legislar normas jurídicas; es decir no hay límites en su poder (excepto límites naturales y los límites políticos que este poder se impone a sí mismo).

La soberanía es la expresión jurídica de la fuerza física y significa una relativa ¡limitación. La soberanía es solamente un término o expresión para el monopolio de la fuerza física, o el derecho como orden que este monopolio impone. El monopolio de la fuerza física está limitado exactamente en la medida en que es posible imponer algo por fuerza en la sociedad, lo que significa que es relativamente ¡limitado (de facto limitado por fuerzas naturales y sociales). Pero no está limitado por fuerza, es decir, nadie es más poderoso que él en sentido de fuerza física, o sea que jurídicamente es ilimitado.

La independencia económica es la condición de la soberanía estatal y jurídica

Siendo el monopolio de la fuerza física la base y la fuente de la soberanía estatal, y como el monopilo nace solamente en el seno de una sociedad determinada en la que se desarrolla en proceso de producción, apenas una sociedad deja de ser independiente en la esfera económica, es decir cuando no puede vivir de su propia producción, sea de sus entradas nacionales -de sus valores reproductivas-, esta sociedad sucumbe o se incorpora a otra sociedad de mayor y más eficaz producción. Paralelamente, también el Estado que surgió en ella debe perder su independencia y la soberanía y convertirse en parte integrante, en una provincia de otro Estado.

En consecuencia la independencia económica es la base de la soberanía estatal y jurídica. Se entiende que, la independencia económica no debe ser concebida como autarquía, sino, como la soberanía absoluta en el disponer de las entradas nacionales y las riquezas de la sociedad en general.

El portador de la soberanía es el ciudadano, y su sitio es la nación. El poder soberano aflora de la nación, pero a ella la forman ciudadanos, y de su voluntad y de sus derechos surge el poder. De acuerdo con el derecho natural cada nación tiene el derecho a su, propio Estado, nacional. El derecho natural es la base de todas las revueltas revolucionarias, puesto que, sólo en él encuentran su justificación y de acuerdo con el derecho positivo son ilegales. En verdad, durante toda la historia del mundo perdura el conflicto entre el derecho positivo (consuetudinario o escrito), que es generalmente de carácter conservativo, y el derecho natural, 'que es la base de la revolución e, incluso, de la evolución. Cuando se dice que el derecho es la voluntad de la clase dominante -o mejor, del grupo se está hablando del derecho positivo. Si se absolutizara esta posición, resultaría imposible todo cambio. Por eso los revolucionarios hallan su inspiración de cambio en el derecho natural y no en el derecho positivo.

¿Quiénes son revolucionarios?

El derecho natural, de acuerdo en la teoría de este mismo derecho, existe objetivamente en la conciencia de los hombres, en la escala ética de valores de una sociedad humana, y cada uno lo siente independientemente del derecho positivo, y justamente a despecho del mismo, cuando se produce el conflicto de éste con el principio de justicia y de equidad. Pero como cambia la misma escala de valores, tampoco el derecho natural es la eterna metafísica, por lo cual sucede que también las revoluciones caen en crisis por el hecho de que el derecho positivo de los gobiernos revolucionarios entra en conflicto con los ideales del movimiento revolucionario. De aquí podemos concluir, en un principio, que los revolucionarios son solamente aquellos que se quedan como outsiders después de -realizada la revolución. La revolución es permanente gracias justamente a los outsiders y a la no coincidencia del derecho positivo y los ideales del movimiento revolucionario. En otros términos, el derecho positivo, también en el caso de que sea hecho por los vencedores revolucionarios, es casi siempre de carácter conservador con respecto a las ideas del movimiento revolucionario integral, que se inspiran en el derecho natural.

La teoría del derecho natural tuvo su origen en Grecia y fue de carácter metafísico, pero por el cambio de la escala de valores por no ser igual al mismo tiempo en todos los pueblos, resulta este derecho natural también de carácter dinámico y -no metafísico. En cuanto al contenido del derecho, ya los antiguos griegos destacan una idea fundamental y forman un concepto elemental: el Estado y el derecho deben ser la protección de la justicia. Ella misma, a su vez, debe subordinarse a un concepto todavía más alto: el bien común. El bien común se concibe como el bien de todos los integrantes de la sociedad, es decir como el bien común de todos. Los teóricos de derecho romanos señalaban justamente este carácter del derecho. Aristóteles fue el primero en definir el concepto de la justicia. Desde el punto de vista lógico su definición es válida hasta hoy en día. Él distinguió las dos clases de justicia: distributiva y conmutativa. La distributiva se aplica en las relaciones entre la comunidad y los individuos y consistiría en ame cada uno reciba lo que le pertenece realmente de acuerdo con su posición en la sociedad, sus méritos y aportes sociales.

De la misma manera las obligaciones de cada uno se fijan en proporción con sus medios y posibilidades. La esencia de la justicia distributiva estriba en la proporcionalidad.

La justicia conmutativa, a su vez, se aplica en las relaciones entre los individuos, consistiendo su esencia en la equivalencia (reciprocidad y el mismo valor) y debiendo en estas relaciones circular los bienes del igual valor. Uno no debe recibir del otro más de lo que entrega. Si no se puede aplicar el principio de proporcionalidad, la relación recíproca no puede considerarse justa. Lo juristas-romanos expresaron dichas ideas de la justicia de Aristóteles al definir el derecho como "el arte de lo bueno y lo justo" (Ius est ars boni et aequi), aflorando desde tres imperativos fundamentales: vivir honestamente, no lesionar a terceros, dar a cada uno, lo que es suyo (Iuris praecepta sunt haec: honeste vivere, alterum non laedere, suum cuique tribuere).

Apoyo de todas las empresas revolucionarias: ¡justicia!

Desde esta postura y conceptos de justicia, el derecho natural y la justicia fueron considerados de carácter eterno como categorías metafísicas e inmutables-. Faltaba, pues, el conocimiento de los cambios sociales y, en consecuencia, también el carácter dinámico de la justicia, que depende del cambio de la escala de valores en la vida de las sociedades, a pesar de que se mantiene todavía hoy la idea de un sustrato moral fundado sobre el concepto de justicia, que gozan todas las comunidades culturales y civilizadas de la humanidad. En efecto, en todos los sistemas de derecho positivo el homicidio es considerado como un crimen. De la misma manera hay toda una serie de bienes comunes protegidos públicamente, lo que nos autoriza a creer que el conocimiento de justicia es concebido igualmente por todos los hombres civilizados del mundo. A pesar de la no existencia de un derecho positivo y eterno idéntico al sistema de derecho natural y eterno como pensaba Cicerón (Vera lex, recta ratio, naturae congruens, diffusa in omnibus, constans, sempiterna), queda hecho, como hemos visto, de que el punto de apoyo de todas las empresas revolucionarias es justamente el derecho natural o, para ser más exactos, el concepto de la justicia. Es de esta manera únicamente que podemos entender la simpatía de los hombres para con la lucha de liberación de los pueblos oprimidos o para con las empresas revolucionarias de los estratos profesionales o clases sociales. Si esta noción del derecho natural, la noción del bien común, de la justicia, no fuera sentida por los hombres, resultaría factible una perdurable tiranía fundada en el derecho positivo y en su carácter de voluntad de la clase dominante. Este concepto fue mal interpretado porque han entendido mal a Marx cuando él analiza el sistema de derecho burguesa. Si Marx hubiera absolutizado este concepto de derecho como voluntad de la clase dominante negando la base sobre la que se apoya el derecho natural, no habría tenido la base para la revolución porque, según el derecho positivo, la revolución es ilegal, incluso el crimen tendiente a destruir el orden legal. No obstante, Marx fue partidario de la revolución invocando el principio moral de la justicia, de donde aflora el derecho natural. Partiendo desde el principio de justicia y de derecho natural fue posible, y sigue siéndolo también en la actualidad, el principio de la libertad nacional y el derecho de autodeterminación de los pueblos como el derecho a la completa independencia. Siendo iguales cada uno de los hombres como individuos, así también todas las naciones son iguales en su calidad de organismos sociopolíticos, teniendo el derecho a la vida y a la libertad.

Existencia común de todas las naciones. La independencia política y estatal

La nación (natio en latín) es "una comunidad étnicamente específica, nacida en la base de la división social del trabajo en época del capitalismo en un territorio compacto y dentro del cuadro común de idioma y de similitud prístina cultural y étnica" (E. Kardelj). En consecuencia, las características esenciales de una nación son: un territorio común y compacto (continuo), comunidad de la vida económica, comunidad de idioma y de cultura. Como corolario se forma también la comunidad de la constitución psíquica, es decir, conciencia de la pertenencia a la comunidad, que se siente fuertemente unida gracias a los factores determinantes que mencionamos.

Dichas características se encuentran presentes en todas las naciones, digamos así, clásicas, y que se formaron en Europa en el curso del siglo pasado, o antes. Aquellas naciones se formaron orgánicamente, mediante una fusión de grupos étnicos semejantes o mediante coasimilación de elementos étnicos diferentes, uniéndolos sobre la base de sus intereses vitales en una comunidad unitaria (la nación). En consecuencia, la teoría de explicación de su nacimiento es la teoría orgánica, evolutiva.

En el caso de las naciones más recientes, la explicación es de carácter funcional, es decir, se puede pertenecer a una nación en el sentido funcional. Esta teoría-explicación cobra un significado especial en el caso de las múltiples migraciones actuales. Las naciones así formadas son: Estados Unidos, Canadá, la Argentina, etc. Aquí resulta evidente que la conciencia de los intereses económicos, políticos, culturales y morales en relación con la división del trabajo liga en una comunidad nacional a grupos étnicamente muy diferentes, elementos de diferentes culturas, religiones y que pertenecían con anterioridad a naciones ya formadas.

El proceso de formación de naciones no está todavía acabado y permanece activo también en la actualidad. La palabra "nación" aparece por primera vez en Francia en el siglo XV, en el período de la Guerra de los Cien Años. Pero no hay que olvidar que también con anterioridad, en el Medioevo, se formaron comunidades organizadas en Estados que abarcaban a menudo étnica y culturalmente semejantes o diferentes pueblos. Sus clases gobernantes señalaban, también en dichos Estados, ideas de comunidad de intereses, de tradición nacional, que nos recuerdan las ideas nacionales de la actualidad.

Pero en aquel entonces prevalecía la autarquía económica y no se sentía una necesidad pronunciada de un mercado nacional que, más tarde, en la época burguesa, dará una impronta clara y definitiva a las naciones contemporáneas. En la formación de las naciones, en su protección y desarrollo, así como también en la expansión de unas y la decadencia de otras, el Estado desempeñó un papel decisivo, mediante su fuerza física, militar, pudo suplir las debilidades económicas y el potencial general de la nación en su desarrollo. Por eso una de las exigencias fundamentales de todas las naciones es -tanto en el curso de su formación como también después de terminada su formación- la exigencia de la independencia político-estatal, es decir, la exigencia de tener su Estado propio e independiente. En los sistemas anteriores, igual que en los actuales, el Estado independiente presentaba los cuadros más adecuados de la formación y progreso libre de las naciones. Los clásicos del marxismo consideraban como suyo el principio: una nación, un Estado. Marx se oponía de principio al federalismo, especialmente a aquel entre la nación ex-dominante y los pueblos sometidos. El consideró que la libertad de las naciones oprimidas era un interés de la clase obrera de la nación dominante. Así, por ejemplo, señaló que la condición previa de la libertad de la clase obrera inglesa es la liberación nacional de Irlanda.

La clase obrera es el factor más importante de la liberación nacional

Marx insistió también en que toda clase obrera debe estar interesada en la libertad nacional de su pueblo. En "El Manifiesto" destacó que el "proletariado" debe conquistar primero el poder político, elevarse en posición de clase nacional, constituirse como nación; es decir, el proletariado debe convertirse en la clase dominante dentro de su nación organizada como Estado. A los clásicos del marxismo les fue claro que la cuestión nacional es una cuestión social, porque la nación es la categoría social de primer rango, la agrupación primaria y, si está oprimida, su relación con el opresar es igual a la de la clase oprimida con respecto a su opresor-dueño, como la del siervo con respecto a su señor, donde no hay amor ni fraternidad (Hegel). Por esta causa justamente los clásicos del marxismo, consideraron el problema nacional como una cuestión estratégica en la revolución socialista y no como un problema de carácter táctico-manipulativo.

Engels, por ejemplo, escribió sobre la cuestión nacional y la revolución lo siguiente: "El movimiento del proletariado internacional es posible sólo entre las naciones independientes. Por eso yo soy de opinión de que no sólo todas las naciones en Europa tienen el derecho, sino que deben ser independientes nacionalmente antes de convertirse en internacionales... Ellas son internacionales justamente cuando son verdaderamente nacionales". Después agrega: "... una colaboración internacional efectiva es posible sólo a condición de que cada una de las naciones sea completamente autónoma en su propia casa". Continuando el mismo curso de ideas, Engels acota que "es imposible realizar la unión internacional del proletariado sin reestablecer previamente la independencia de cada una de las naciones".

Así, pues, los clásicos del marxismo científico fueron en principio partidarios de la libertad de todas las naciones y de cada una, o, mejor, exigían que el proletariado de cada una se convirtiese en la clase dominante de su nación, porque entendieron que sin naciones libres no habrá tampoco internacionalismo. En resumen, defendían el siguiente principio: una nación, un Estado. En consecuencia, el problema nacional para los clásicos del marxismo fue un problema estratégico y no táctico y de manipulación. Sin una solución de la cuestión nacional, no pudieron imaginar una realización efectiva de los ideales de la revolución socialista. Es una opinión lógica, porque fueron adversarios de toda forma de opresión y alienación, tanto de los individuos como de las agrupaciones sociales primarias.

Lenin señala especialmente que Marx tenía la costumbre de "probar el diente" de los socialistas de las naciones dominantes -rusos e ingleses- y que pudo comprobar que, a pesar de su brillante cultura, tenían un punto muy débil con respecto a los pueblos oprimidos. Los mismos entienden el apremio de los pueblos oprimidos por ser liberados, por lo cual, desgraciadamente, el movimiento obrero internacional de la Primera Internacional no fue inmune a tendencias hegemonistas de los partidos socialistas o, respectivamente, comunistas de las naciones dominantes. A diferencia de los socia1-revisionistas, Lenin defendía, como principio, el derecho de toda nación a la autodeterminación y organización de su propio Estado. Por eso criticó fuertemente a los austro-socialistas, que proponían a las naciones sometidas sólo autonomías culturales como la forma de solución de su cuestión nacional. Lenin dirigió especialmente su crítica mordaz contra Rosa Luxemburgo, adversaria de la solución del problema nacional de los polacos divididos y oprimidos, así como también de otros pueblos sometidos. Refiriéndose al problema nacional, Lenin señaló el principio: una nación un Estado, y para las condiciones rusas -donde vivían muchas naciones- él procedía, ante los socialistas de aquellas naciones extremadamente duros y ante los nacionalistas, con extremo rigor. Así, por ejemplo, criticó fuertemente a Stalin, Derzenski y Oryonikenz, por su agresividad contra los socialistas de los pueblos no rusos y que Stalin tildaba de "socialnacionalistas", mientras el defendía sus derechos nacionales, es decir, el derecho a la autodeterminación, y lo tomaba bajo su protección. Refiriéndose al intento de solución del problema nacional y a la relación entre el nacionalismo y el internacionalismo de los pueblos grandes y pequeños, Lenin, entre otros conceptos, escribió: "En mis trabajos sobre la cuestión nacional ya dije que no tiene sentido el planteo abstracto del problema del nacionalismo en general. Es necesario diferenciar el nacionalismo de la nación opresora y el de la oprimida, el nacionalismo de una nación grande y el de la pequeña.

"En nuestras relaciones con el nacionalismo de terceros, nosotros, en el proceso histórico-práctico, las naciones grandes, nos hacemos culpables por un sinnúmero de violencias e, incluso, todavía más, sin advertirlo, cometemos violencias y ofensas -basta mencionar mis recuerdos del Volga de como nosotros tratábamos allí a los indígenas, como a los polacos los llamábamos "polaquitos" y como a los tártaros los ridiculizábamos titulándolos siempre de "duque". A los ucranianos los llamábamos "hohol" y a los prusianos y demás pueblos del Cáucaso les decíamos "kavkaski celovek", el hombre de Kavkaso...

"Por eso el internacionalismo por parte de la nación opresora o tan llamada nación grande (aún cuando es grande sólo por sus opresiones, grande como es grande su cachiporra) debe consistir no sólo en el respeto de la igualdad formal de una nación sino también en la igualdad que podría compensar por parte de la nación grande aquella desigualdad que se está produciendo en la vida práctica. Quien no entiende esto no entiende la verdadera relación entre el proletariado y la cuestión nacional; éste permanece, en esencia, en el punto de vista pequeño-burgués sin poder evitar su deslizamiento hacia un punto de vista burgués". (Lenin, Obras Selectas, Tomo XIV, pp. 576-7).

No hay que permitir que la dominación orgánica se convierta en la hegemonía práctica

Lenin entendió muy bien (correctamente) que la comunidad estatal de una nación grande y una pequeña -también en el caso de su forma federal, basada sobre el derecho de autodeterminación y de separación- significa, en efecto, el sacrificio para la nación más pequeña, tratándose realmente y a priori, de una dominación orgánica de la nación más grande. Los comunistas no deben, pues, permitir, y en primer término, los comunistas de la nación más grande, que esta dominación orgánica se convierta en práctica hegemonista. Pero Lenin no perdonaba tampoco a los de la nación más pequeña que adulaban a la nación más grande en perjuicio de su nación. Refiriéndose a este problema, Lenin expresó: "Considero innecesario aclarar esto en forma más amplia y clara a los bolcheviques, a los verdaderos comunistas. Así, considero, por ejemplo, que en el caso prusiano tenemos un caso típico donde la postura proletaria exige por parte nuestra una consideración, comprensión y transigencia...". Por eso, es mejor agregar más sal al lado de la transigencia y la suavidad en el caso concreto de las minorías nacionales que dejarlo con poca sal. Es por eso que en el caso concreto del interés fundamental de la solidaridad proletaria y, consecuentemente, de la lucha proletaria, se exige que no adoptemos solamente una postura formal ante el problema nacional sino que siempre tomemos en consideración la diferencia realmente existente entre los proletarios de la nación oprimida (o pequeña) y los de la nación opresora (o grande)" (Ibidem).

Lenin, como ya hemos dicho, defendía el derecho de autodeterminación del pueblo y en este sentido es sumamente interesante su posición cuando dice que "negar en un Estado capitalista la libertad de una nación a la autodeterminación, es decir a separarse, significa defender privilegios de la nación dominante y el uso de los métodos policiales en perjuicio de los de democracia" (Obras Selectas, Tomo II, p. 698).

La defensa de la existencia nacional no es una lucha negativa

A pesar de que la cuestión nacional fue correctamente planteada en las obras de los clásicos marxistas, como en las de Lenin, y de acuerdo con el principio: una nación, un Estado, así como con el derecho a la autodeterminación que comporta también la federación de varias naciones, pero también su derecho permanente de separación y de su vida independiente, se llegará -bajo la influencia stalinista y de sus métodos- a la formulación del derecho de las naciones a la autodeterminación y, prácticamente, a la liquidación de dicho derecho, la imposición de la opresión nacional y la reaparición de la nación dominante también en el socialismo, tanto dentro del cuadro de los Estados socialistas multinacionales como en la teoría de la soberanía limitada en el plano de las relaciones interestatales de los países socialistas.

A menudo y, supuestamente, más implícita que explícitamente, se puede observar que la tendencia a considerar a las naciones de Yugoeslavia como semi-naciones que están por fatuidad ligadas eternamente a vivir con alguien, como mellizos siameses, y que esa situación es fortuita, es un determinante según el cual son lo que son -cuasi naciones y sin eso serían todavía pequeñas, etc-. Pero esta opinión es sumamente inexacta. Las naciones de Yugoeslavia en nada son menos naciones que las demás naciones del mundo. Seguramente los croatas y los servios no son menos naciones que los búlgaros, húngaros, suecos o griegos, etc. En consecuencia, a pesar de su similitud recíproca, son idénticos sólo consigo mismos y están ligados, en primer término, por sus intereses vitales y no por relaciones supuestamente vitales con otra nación, por lo que deberían renegar de su ser nacional, es decir, de sí mismos y sus intereses, especialmente si sabemos que en las relaciones internacionales no hay enemigos o amigos eternos. Eterna es solamente la lucha de cada una de las naciones para sobrevivir, para salvar su existencia con miras a su felicidad y el bien de la comunidad humana en general. La nación es una identidad irrepetible, una variación del ser histórico de la humanidad. Cuanto más naciones haya, tanto más rica resultará la variación, lo que enriquece la historia de la humanidad. En consonancia con lo dicho, la defensa de la propia existencia nacional no es una lucha en el escenario histórico negativa, pues el pueblo que defiende su existencia cumple con el deber hacia la humanidad que lo necesita. En principio, cada una de las naciones presenta un valor de la humanidad y, siendo su identidad irrepetible (singular en el sentido absoluto, nota del traduc.), la demolición de esta identidad, de la totalidad nacional, es un crimen lesae humanitatis y no solamente de la nación respectiva. En relación con lo que acabamos de decir, el derecho internacional, cualquiera, que sea, y la liquidación de una identidad nacional histórica es un genocidio reconocido como crimen por el derecho internacional. Mientras tanto, desgraciadamente, el genocidio, a pesar de dicha posición de la comunidad internacional, la cual -dicho de paso- funciona como comunidad interestatal, porque un número de naciones carece de su propio Estado nacional, es una práctica que pasa por alto la política interestatal, especialmente donde se verifica la opresión y el exterminio de las naciones más pequeñas dentro de los Estados plurinacionales. Queda por eso como hecho inconmovible que la nación, careciendo de su propio Estado, carece también de una adecuada protección de su existencia y de su desarrollo. El Estado es, junto con otras de sus funciones, el medio de desarrollo y seguridad de la existencia nacional y de su personalidad histórica.

Traducido por F. N.

 



$ Este artículo fue publicado en el Nº 12 del periódico Hrvatski Gospodarski Glasnik (Gazeta Económica Croata), mes octubre de 1971, Zagreb. Al final del mismo está impresa la palabra: "Continuará". Sin embargo parece que no continuó. En diciembre el periódico fue suprimido por la "soberana" voluntad de Tito. Su autor, el Dr. Sime Djodan, fue arrestado. En febrero del año en curso fue condenado a 6 años de prisión, a pesar de su grave estado de salud. "L´Esprit", París, en el número del mes de abril de 1973: " ... La pena de 6 años impuesta a... el Sr. Sime Djodan, equivale a la pena de muerte: este ex combatiente de la resistencia, el más popular de los profesores de la Universidad de Zagreb, sufre de una grave lesión pulmonar, de hipertensión nerviosa, de lesiones renales y tiene una pierna fracturada, problemas físicos aparecidos desde su entrada en la cárcel...". Ahora bien, el mismo periódico francés dice que el profesor servio Mihajlo Djuric fue condenado a nueve meses de reclusión a pesar de que había expresado públicamente su opinión en el sentido de que Yugoeslavia debía seguir centralista con la hegemonía servia o debería procederse a la separación de Servia de la misma, mientras Djodan, que pedía la reforma de Yugoeslavia en un sentido realmente federal, donde también los croatas habrían podido gozar más libertad y disponer de los frutos de sus propias manos, fue condenado a seis años. En el caso de profesor servio se trata realmente de la defensa del chovinismo y la hegemonía servios o del separatismo, "pecado mortal" formalmente para la justicia yugoeslava y, a pesar de todo, fue condenado sólo a 9 meses de prisión. En el caso del profesor croata -el Dr. Djodan fue profesor para la Economía Política en la Facultad de Derecho- por defender la unidad de Yugoeslavia mediante la igualdad política, económica y cultural de Croacia, la condena es de 6 años.

¿Necesita un lector de buena voluntad casos más claros de la discriminación nacional que se practica en la Yugoeslavia de Tito en perjuicio del pueblo croata? Si la justicia es el fundamento de los reinos, como decían los sabios, ¿puede esta injusticia servir de fundamento para la Yugoeslavia comunista de Tito? ¿Merece ese proletario aburguesado un premio internacional que no fuera vituperio y desprecio totales?

* San Sava es el fundador de la iglesia servia, autocéfala, el principal nido de la expansión del nacionalismo servio Su organización sirvió como órgano principal de servización de las poblaciones bajo el imperio turco, especialmente en las tierras croatas de Bosnia-Herzegovina.

** Un plan del ministro servio Garacanin, cómo servizar a los católicos croatas, macedonios, montenegrinos, etc.