Reseña de libros

Ernest Bauer: Zwischen Halbmond und Doppeladler.

40 Jahre österreichische Verwaltung in Bosnien-Herzegowina. Verlag Herold, Wien 1971, pág. 191. (Entre la media luna y la doble águila. 40 años de la administración austriaca en Bosnia-Herzegovina)

Dos años solamente después de su libro "Esplendor y tragedia de los croatas" (ver Nº 38-39 de esta revista), el autor publica este nuevo trabajo relacionado también con la historia croata. Esto demuestra su interés constante para con Croacia, como también su loable empeño de hacer conocer mejor a Croacia y corregir muchos erróneos conceptos relacionados con su historia y también con su geografía política, que todavía perdura en la literatura extranjera.

Bajo el título evocativo de la presencia de dos imperios, el osmanlí y el austrohúngaro, de dos civilizaciones, de pasado no muy lejano del sudeste europeo, representados por los característicos signos de sus respectivos blasones, el autor nos brinda una sucinta exposición de la ocupación y la subsiguiente anexión de Bosnia y Herzegovina por parte de Austria-Hungría de esas dos provincias croatas que durante cuatro siglos han formado parte del imperio turco.

En los últimos cien años, estas provincias han llegado a ser en dos ocasiones el centro del interés mundial: en 1878 cuando por decisión del Congreso de Berlín fueron ocupadas por Austria-Hungría y en 1914 en ocasión del atentado en que fue muerto el heredero al trono austro-húngaro y su esposa, lo que motivó la Primera Guerra Mundial. Además, ellas siguen siendo separadas de Croacia, pues en la actualidad forman separadamente una de las seis "repúblicas" que integran Yugoslavia. Están pues otra vez en el centro de la tirantez entre los croatas y los servios, y por lo tanto un foco de tensión en el sudeste europeo. Por estas razones, cada libro que trata sobre esas provincias es de interés actual.

Después de una Introducción en la cual con pocas pinceladas describe el paisaje y la gente de estas tierras, constatando que la administración austro-húngara ha dejado profundas huellas y -a pesar de mucha resistencia al principio- buenos recuerdos entre la población nativa, el autor trata de abarcar en los siguientes cuatro capítulos la historia de esas provincias hasta la ocupación.

Empezando con el capítulo "Dificultades geopolíticas" en el que establece que las razones geográficas han dificultado la formación de una entidad política, el autor atribuye a la secta patarena de bogomilos muchas adversidades que han debido soportar estas provincias. Entre el siglo XII y XIV varios Papas han incitado a la católica Hungría para combatir a la mencionada secta en Bosnia y Herzegovina, lo que motivó varias intervenciones de reyes húngaros en la vida política de estas provincias. Las guerras no han conseguido hacer desaparecer a la secta, y según el autor, los bogomili han desaparecido recién después de haber sido conquistada Bosnia y Herzegovina por los turcos, pero su desaparición sucedió "de una manera todavía no del todo aclarada".

En el capítulo "El tiempo de los soberanos bosníacos" el autor nos describe las principales personalidades que han conducido Bosnia y Herzegovina hasta la caída bajo los turcos. Empieza con la figura legendaria del banus Kulin (1180-1204) y termina con el último rey de Bosnia, Esteban Tomasevic, decapitado por los turcos en 1463. A fines del siglo XV el dominio del rey Tvrtko Kotromanic se extiende hasta las orillas del Adriático incluido las grandes islas Brac, Hvar y Korcula. También tiene bajo su poder una parte de Servia. Es por esto que lleva el título "Rey de Dalmacia y Croacia". También se hace coronar en Servia como "Rey de Servios, de la Bosnia y del litoral".

En el siguiente capítulo describe el autor el período otomán. Entre varios gobernadores turcos -destaca al Gazi Husrefbej (muerto en 1541) quien además de ser un gran militar era también muy activo en el campo de la cultura. A él se debe la más grande mezquita de Sarajevo, una escuela, un seminario, dos baños públicos, un acueducto, el alojamiento para extranjeros, una cocina popular gratis, y también fundó una biblioteca en la cual se reunieron más tarde todos los libros orientales existentes en Sarajevo.

En este capítulo trata el autor el problema de la nacionalidad de los musulmanes de Bosnia y Herzegovina y por consiguiente el carácter nacional de estas dos provincias. Estos problemas han sido, dice, discutidos mucho durante el siglo XIX. Los croatas católicos representaban el 23% y los musulmanes el 32%, mientras que los ortodoxos servios eran el 43% de la población. "Pues la población originaria que quedó católica, forma la mayoría con los bogomili que abrazaron el islam, croatas ellos también, por consiguiente, dice el autor, no se puede hablar del carácter nacional servio, sino únicamente del carácter nacional croata de ambas provincias". Que sobre este tema se haya escrito mucho, hay que agradecer a los servios, "pues del lado servio se ha intentado probar con todos los medios que los musulmanes en Bosnia eran servios; pero hay antiguos documentos que lo contradicen". El autor cita al respecto al embajador austriaco ante la corte de Estambul, quien describió su travesía de Bosnia en el viaje de Viena a Estambul en el año 1530.

El autor hace bien de tratar de informar al lector sobre las causas de la penetración servia en Bosnia y Herzegovina, y al retroceso de católicos croatas después de la conquista turca de estas provincias. Al conquistar Bosnia y Herzegovina los turcos han llevado al cautiverio a más de 100.000 personas (mientras que 30 mil jóvenes han sido aceptados en el ejército turco). Bajo el dominio turco, los croatas católicos en Bosnia y Herzegovina han sufrido muchas persecuciones, aunque los turcos en general no obligaban a sus súbditos a abrazar por fuerza al islamismo. Además de no tener prácticamente derecho alguno, los católicos eran considerados como elementos políticamente de muy poca confianza. Muchas veces la situación de los croatas católicos era insoportable y entonces emigrar era la única solución para salvar sus vidas y su modo de vivir. Especialmente en el siglo XVII varias decenas de miles de ellos abandonaron sus hogares para buscar más seguridad en las otras provincias croatas no ocupadas por los turcos, pero también más lejos en Austria y Hungría. A tierras de esos emigrados vino gente semi-nómada de religión ortodoxa.

Así sucedió que en Bosnia y Herzegovina empezó a surgir el elemento ortodoxo, que no era servio, pero que con el pasar del tiempo y especialmente en el siglo XIX, bajo la influencia de los sacerdotes ortodoxos (que a su vez dependían jerárquicamente de la iglesia ortodoxa servia), se empezó a considerar de nacionalidad servia. Así estas provincias históricamente croatas han sufrido cambios en su composición etnográfica, cuyas consecuencias se hacen sentir todavía hoy.

Después de introducir así al lector en el problema de Bosnia y Herzegovina, el autor pasa a reseñar los pormenores inmediatos que precedieron a la ocupación de esas provincias por Austria-Hungría. En forma sucinta e interesante describe la situación internacional, los factores en juego antes, durante y después del Congreso de Berlín. Este autorizó el 13 de julio de 1878 a Austria-Hungría para que ocupara esas provincias y ya el 29 del mismo mes cruzaron sus tropas la frontera.

En los siguientes capítulos sigue la descripción de la administración austro-húngara de esas provincias: sus problemas, sus aciertos y sus desaciertos. El gobernador Benjamín Kallay quien gobernó durante 20 años (hasta el año 1903) trató de propugnar entre la población un sentimiento nacional bosníaco y de crear una nación bosníaca, pues no ha querido -de acuerdo a su concepción de la política en Bosnia-Herzegovina- apoyar un acercamiento entre católicos y musulmanes, ambos croatas por su nacionalidad, como contrapeso a la siempre más intensa influencia servia. El intento de crear una nación bosníaca tuvo que perecer "a causa de la incurable enfermedad de la falsedad histórica, pues una nación bosníaca nunca ha existido y nunca existirá" concluye el autor. En los últimos años de su gobernación Kallay se dio cuenta de que su política anticroata era errónea y la quiso corregir, dando apoyo a las reclamaciones croatas en Bosnia y Herzegovina. Según el historiador inglés Seaton Watson, Kallay había declarado en 1903, poco tiempo antes de su muerte, a un corresponsal del "Times" en Viena: "Mis compatriotas han tratado mal a Croacia, han detenido su desarrollo y la han aprovechado finamente; por esto tendrán que pagar un día".

Después de la muerte de Kallay la situación interna en Bosnia y Herzegovina no ha mejorado y recién en 1908 los croatas consiguen el permiso de organizarse, y con un programa político reclamar la unión de todas las provincias croatas: Croacia-Eslavonia, Dalmacia y Bosnia-Herzegovina.

Ya en el congreso de Berlín, Austria Hungría esperaba que le fuera acordada la anexión de Bosnia-Herzegovina. Pero los turcos se opusieron, Bismarck y los ingleses no hicieron presión sobre ellos, y Austria tuvo que contentarse con la ocupación sólo reconociendo -en un convenio secreto con Turquía- la soberanía del sultán y el carácter provisorio de la ocupación. El congreso de Berlín no decidió en qué forma Austria-Hungría. debía administrar esas provincias, confiriendo además el mandato a ésta por tiempo indeterminado. De esta manera Austria-Hungría se rigió al comienzo por el mencionado convenio con Turquía. Según éste, las nuevas autoridades habrían de retener a los funcionarios turcos si éstos tenían las calificaciones necesarias. Todas las religiones fueron reconocidas y en las mezquitas debía seguirse mencionando en las plegarias de cada viernes al sultán, enarbolando también la bandera turca en aquellas ceremonias en las que era costumbre hacerlo así. La moneda turca también pudo seguir circulando. De manera que en los primeros tiempos la relación de Austria Hungría con estas provincias tenía el carácter de derecho internacional, que sólo paulatinamente, por intermedio de varias leyes y decretos se transformó en una relación de carácter del derecho constitucional. Los primeros treinta años de la administración austro-húngara fueron caracterizados por esa relación no definida que desapareció sólo cuando fue consumada la anexión.

Era evidente que esta situación indefinida no podía perdurar. En los treinta años siguientes cambiaron muchas cosas en esas provincias y en el mundo. En el capítulo "La crisis de la anexión" el autor nos describe la situación internacional en la época de la anexión como también la manera cómo fue realizada. La reacción a esa decisión austro-húngara ha sido diferente según el país y se pudo hablar hasta de la crisis de la anexión, pero todo terminó, bien para Austria-Hungría.

La anexión comportaba una solución definitiva desde el punto de vista del derecho internacional y del derecho constitucional. Pero para el que conocía la situación interna de esas provincias era bastante claro que la anexión por sí misma no era suficiente para solucionar los problemas urgentes políticos, económicos, administrativos, culturales, etc. Por esto, al anunciar la anexión, Austria-Hungría prometió una constitución para Bosnia- Herzegovina, y en mayo de 1910 hubo elecciones para el parlamento. Los croatas tomando a católicos y musulmanes juntamente como corresponde, eran mayoría, pero en Hungría hubo una fuerte oposición a una política que se apoyaría en esta mayoría, oposición que un político húngaro expresó de la siguiente manera: "Más bien una Granservia que una Grancroacia dentro del marco de la Monarquía".

En forma bastante extensa el autor describe las medidas administrativas tomadas por Austria-Hungría durante la anexión. En estas páginas especialmente hay abundantes datos estadísticos y de interés que pueden servir para quien necesite una sólida información sobre esa parte de la historia de estas tierras croatas tan poco conocidas por los extranjeros y sobre las que hay tan poca información.

Al leer estas páginas nos damos cuenta del gran esfuerzo que hizo Austria-Hungría para salvar el atraso en que se encontraban estas provincias con respecto al resto de las provincias croatas y del imperio austro-húngaro. Es fácil de comprender que las medidas emprendidas debían provocar al comienzo una fuerte oposición aun sin tomar en cuenta la concepción errónea de la política austro-húngara en cuanto al problema étnico y su consiguiente apoyo a la población ortodoxa en desmedro de la población croata (católicos y musulmanes). También es explicable su oposición incluso sin considerar la creciente propaganda de la vecina Servia entre los ortodoxos de Bosnia-Herzegovina, en el sentido de crear en ellos el sentimiento nacional servio e inculcarles la idea de que estas provincias deberían pertenecer a Servia aunque nunca fueron tierras servias. A pesar de todo, la administración austro-húngara, conquistó cierta admiración en la población nativa.

Al respecto el autor nos trae un párrafo del libro "El puente sobre el río Drina" del escritor croata Ivo Andric (premio Nobel de literatura 1961): "Las nuevas autoridades, después de los primeros malentendidos y conflictos, han causado en la población una cierta impresión de estabilidad y de perduración... Aquella era impersonal, mediata y ya por ende más fácil de soportar que la dominación turca. Todo lo que había en ella de cruel y codicioso, se ocultaba detrás de la dignidad, el brillo y las formas consagradas. La gente temió a las autoridades, pero así como uno tiene miedo de las enfermedades y de la muerte, y no como se tiembla ante la maldad, la miseria y la violencia. Los representantes de la nueva potencia, tanto militares como civiles, quedaron en su mayoría extraños al país, desconocidos al pueblo y en realidad insignificantes, pero a cada paso se sentía que ellos eran las pequeñas ruedas de un gran mecanismo y que detrás de cada uno de ellos había largas filas e innumerables peldaños de hombres más importantes y de autoridades más altas. De ahí provenía su prestigio, que sobrepasaba en mucho a su personalidad, y el mágico ascendiente a que era fácil sucumbir, Con sus conocimientos, que aquí parecían grandes, con su calma y sus costumbres europeas, inspiraron en el pueblo, del que se diferenciaban tanto, la confianza y el respeto, sin que hayan provocado el rencor o una crítica positiva, aun cuando no eran ni agradables ni amados".

En relación con el comportamiento de la población de Bosnia-Herzegovina para con las autoridades austro-húngaras, el autor menciona la tolerancia de los grupos étnicos y religiosos, a que se debe también la completa ausencia de antisemitismo en esas provincias y concluye el libro con unos ejemplos que ilustran esa tolerancia.

Publicado en la misma editorial que el anterior, mencionada al comienzo, este libro presenta iguales características de esmerada presentación. Contiene también muchas interesantes ilustraciones que facilitan la comprensión de la gente, del ambiente y las situaciones descriptas.

Bozidar Latkovic