La conjuración del conde Pedro Zrinski y del marqués Francisco Cristóbal Frankopan

Milan Blazekovic

El ocaso de los Zrinski y los Frankopan (Con motivo del tercer centenario de su trágica muerte en Wiener Neustadt,el 30 de abril de 1671)

Desde que Eugenio Kvaternik, conocido hombre político y revolucionario croata, fue electo en 1871 presidente del Comité para la conmemoración del bicentenario de la muerte del conde Pedro Zrinski y del marqués Francisco Cristóbal Frankopan, acaecida el 30 de abril de 1671, en Wiener Neustadt, como trágico epílogo del frustrado intento de defender la constitución de Croacia contra la política de absolutismo, centralización y germanización de los Habsburgo, la nación croata no dejó -con pocas excepciones, por cierto- de conmemorar este acontecimiento histórico. El recuerdo, de estos dos paladines de la libertad de Croacia se convirtió en el transcurso del tiempo en el culto nacional de carácter general.

La primera interrupción de la ya encaminada práctica de conmemorar a los Zrinski y Frankopan ocurrió precisamente en el mencionado año 1871 cuando la corte vienesa suspendió por diez años las libertades constitucionales y la Dieta croata, a raíz de la malograda intentona revolucionaria del mismo Eugenio Kvaternik.

Después, del derrumbe de la Monarquía austro-húngara y del solemne traslado de los restos de Zrinski y Frankopan de Viena a Zagreb, en 1919, las conmemoraciones del 30 de abril no cambiaron mucho su significado anterior. Mientras los círculos gubernamentales servios de Belgrado veían o querían ver en ellas la demostración anti-Habsburgo y por ende una especie de defensa contra el resurgimento de las tendencias pro-Habsburgo en ciertos círculos, austríacos, húngaros y croatas, la nación croata se valía de estas ocasiones para reafirmar su derecho a la libertad e independencia nacional, fuertemente truncadas en la nueva comunidad estatal: el Reino de los Servios, los Croatas y los Eslovenos. Durante la dictadura real (1929-1934) introducida el 6 de enero de 1929 como consecuencia del asesinato de los diputados croatas en el Parlamento de Belgrado, el 20 de junio de 1928, quedaron prohibidas todas las manifestaciones nacionales croatas y consecuentemente también las conmemoraciones del día 30 de abril.

Por fin, después de un intervalo de un cuarto de siglo, que representa la tercera prohibición por motivos ideológicos y político-sociales o sea desde el, año 1945 hasta el año 1970, resurge en el año 1971, a pesar del inoperante régimen comunista y como con secuencia de un despertar del sentimiento nacional en Croacia, el afán de homenajear no solamente a Zrinski y Frankopan, sino también a Esteban Radic con motivo del centenario de su nacimiento y a Eugenio Kvaternik en el primer centenario de su muerte. Se organizaron solemnes actos conmemorativos, simposios y conferencias. Algunos periódicos y publicaciones elogiaron a los héroes de Wiener Neustadt y explicaron el significado de su lucha. "La soberanía política es, por lo tanto, la primera condición para la soberanías económica y cultural y no a la inversa, como la creyeron todos nuestros utopistas hasta el día de hoy" -concluye uno de los comentaristas de un periódico de Zagreb su significativo artículo. Así reabren en Croacia el libro de la historia croata, casi herméticamente cerrado por espacio de 25 años, con el fin de mostrar a las jóvenes generaciones croatas quienes eran las familias de los Zrinski y de los Frankopan, qué valores perennes defendían y cómo y por qué fracasaron en su noble intento.

I. Los Zrinski y los Frankopan

El conde Pedro Zrinski y el marqués Francisco Cristóbal Frankopan grandes descendientes de la más antigua nobleza croata, la que por espacio de seis siglos (participó activamente en la vida política y cultural de la Nación Croata, marcando el rumbo de su historia.

Como primeros, aparecen en la escena política los príncipes de Bribir, de la tribu Subic, una de las doce tribus de la organización tribal de Croacia del medievo temprano. Más tarde, esta organización es sustituida por el sistema feudal que en el territorio croata y húngaro se denomina, "el sistema donatario" y que poseía peculiaridades que lo distinguían del sistema feudal occidental.

Durante la dinastía nacional croata los Subic residen en la fortaleza Bribir cerca de la ciudad de Split, eligiendo de su seno a los "comes" (zupani) del "comitatus" (zupanija) Bribir. En el siglo XIII tienen bajo su dominio todos los territorios entre los ríos Krka y Zrmanja y el mar, como así también las ciudades romanas de Split y Trogir.

Con la coronación del rey Koloman como rey croata el poder supremo del estado se transfiere al Norte, a Hungría, donde el rey reside, representándolo, en Croacia y Dalmacia (i.e. las ciudades romanas de Dalmacia) su hermano menor o su hijo como "dux" (herceg) o, cuando no hubo éstos, el banus totius Sclavoniae, como se designaba a Croacia y Dalmacia juntas. Durante el reinado de los Arpad estos "banus" siempre eran húngaros, siendo croatas tan sólo uno a dos "banus marítimos", subordinados al "banus totius Sclavoniae". Así fue hasta que se sobrepuso un hombre como Pablo, príncipe de Bribir, obligando en 1283 al rey, conferirle la dignidad de "hanus" (han) de Croacia. Fue él quien se convirtió en hombre más poderoso, que el mismo banus totius Sclavoniae. Su poderío se expandió sobre la tribus de los Kacic de Omis, ya amalgamados con los Naretanos, que continuamente guerreaban con Venecia, la que el 12 de mayo de 1290 firma el tratado da paz con el ban Pablo, como una autoridad fuerte e independiente. Durante las luchas dinásticas de los últimos Arpad, el ban Pablo con sus hermanos logra el reconocimiento del derecho de sucesión a la dignidad de banus maritimus (primorski ban) y gobierna en Croacia y Dalmacia casi como un soberano, pues todos los demás grandes se convierten en sus vasallos.

Su hijo Mladin II termina en el destierro en Hungría, mientras que su sobrino, Jorge III, se ve compulsado a ceder al rey Luis I en 1347 el viejo fundo familiar, la ciudad de Ostrvica en la Croacia meridional, recibiendo en retribución la ciudad de Zrin en Slavonia. De ahí el apellido Zrinski, de ahora en adelante. Así fue desplazada la rama principal de los príncipes de Bribir, los del linaje de Ostrovica de Croacia marítima (actualmente Dalmacia), centro del estado croata y el escenario principal de la historia croata, a Slavonia donde permaneció condenada a la pasividad política hasta que la invasión turca, unos cien años más tarde, la devolvió a la vida pública en Croacia.

Mientras los príncipes Zrinski se encontraban alejados del centro, de la política surge al primer plano la familia de los príncipes de Krk, así llamados por la isla Krk (Veglia) en el Adriático, su sede principal. Más tarde adoptarán el apellido Frankopan.

Como uno de los primeros, se menciona al príncipe Dujam (muerto en 1163), después del cual la familia consigue los "comitatus" Modruse, Vinodol y Gacka, situado en el litoral croata, frente a la isla de Krk. En la época del príncipe Federico II, su sobrino Leonardo recoge "las viejas buenas costumbres", según las cuales se administraba la justicia en Croacia. Así se hizo "El código de Vinodol", del año 1288 el más antiguo código jurídico en idioma croata, redactado en escritura glagolítica. El príncipe Juan (Anz) V es el primero de la familia en asumir el cargo de ban (virrey) de Croacia y Dalmacia. Su hijo, el príncipe Nicolás IV, ban de Croacia y Dalmacia, viajó en 1430 a Roma con un séquito de 700-800 personas. Allí fue recibido solemnemente por el Papa Martín V, quien le confirma la suposición de ser un retoño de les Fragepani romanos. Desde entonces, los príncipes de Krk se llamaron Frankopan.

De las nueve líneas de los descendientes directos de Nicolás IV, entre 1543 y 1579, se extinguen todas menos la línea de Trzac-Slunj, cuyo último retoño será Francisco Cristóbal Frankopan, decapitado el 30 de abril de 1671.

Sin embargo, a partir de mediados del siglo XV y por espacio de cien años, la más renombrada ha sido la línea de Ozalj, pues Esteban II, el hijo de Nicolás IV, fue dos veces ban de Croacia y Dalmacia (* 1416-1481). Su hijo Bernardino (* 1453-1530), advierte a los estamentos alemanes reunidos en la Dieta de Nüremberg, el 10 de setiembre de 1522, sobre el peligro para Alemania si sucumbe Croacia, ante la invasión turca. Sin embargo, ante la indiferencia de éstos, no concurre a la Dieta croata de Cetin, el 1º de enero de 1527, para elegir al archiduque Fernando Habsburgo, hermano de Carlos V, como rey, croata. Tampoco lo hace su hijo Cristóbal I Frankopan, quien, a su vez, convoca a los ignatos croatas y húngaros a la Dieta en Dubraya cerca de Cazma, la que elige como rey a Juan Zapolya, protegido turco. El rey Zapolya nombra a Cristóbal ban de Croacia. En las luchas entre los dos reyes perece Cristóbal I Frankopan cerca de Varazdin, el 27 de setiembre de 1527.

Con la muerte de Cristóbal y con la victoria posterior de Fernando Habsburgo oscurece la gloria de los Frankopan, pues no hay otro que pueda reemplazar a Cristóbal. En este momento, empero, el destino lleva otra vez a la preeminencia a los príncipes Zrinski. Nicolás III Zrinski (1493-1534), en la lucha dinástica, partidario del rey Fernando I para proteger sus posesiones, conviene un pacto de sucesión con el ban croata Juan Karlovic, último miembro de los príncipes de Krbaya, de estirpe Kurjakovic, aumentando enormemente sus posesiones después de la muerte de aquél. Su hijo, el conde Nicolás IV Zrinski, ban de Croacia desde 1542 hasta 1556, hizo pacto de sucesión con su cuñado Esteban III Frankopan, de la rama de Ozalj de los Frankopan, respecto a unas 25 fortalezas distribuidas desde el litoral croata hasta cerca de Zagreb. El rey Fernando I le entrega la mesopotamia Medjimurje con la ciudad de Cakovac, en el Norte de Croacia. Alcanzó la fama mundial para el nombre de Zrinski por su heroica muerte, el 7 de setiembre de 1566, defendiendo la fortaleza de Szigeth, asediada por el sultán Solimán II. El hijo del "Defensor de Szigeth", Jorge III Zrinski, al perder todas las fortalezas y posesiones entre los ríos Una y Kupa, se instala permanentemente en Cakovac. Habiendo abrazado la Reforma, funda en 1574, en Nedelisce (Medjimurje), la imprenta croata en la que se imprime, en 1605, la traducción croata de la codificación del derecho consuetudinario húngaro-croata de István Verböezy, Decretum opus juris consuetudinarii inclyti regni Hungariae.

Desde 1616 hasta 1622 el ban croata es Nicolás IX Frankopan de la línea Trzac-Brinje. Su hermano, Jorge III, se trasladó a Italia alrededor del año 1610 fundando la línea friulana de los Frankopan, mientras que su hermano menor, Vuk II Cristóbal, quien había tomado posesión del resto de la herencia en Croacia, es el padre del conde Francisco Cristóbal Frankopan y de Ana Catarina, esposa del conde Pedro Zrinski.

Al último Frankopan con cargo de ban, Nicolás IX, lo sucede nuevamente un Zrinski, desde 1622 hasta 1626, el conde Jorge IV, que participa en la guerra de los Treinta Años a la cabeza del ejército del ban y que muere repentinamente en Pressburgo (hoy Bratislava) el mismo año 1620, aparentemente envenenado. Él es el padre de los últimos banes del linaje Zrinski del conde Nicolás VI Zrinski (1647-1664) y del conde Pedro II (IV) Zrinski (1665-1670), protagonista de la conjuración de que nos ocupamos.

II. Causas y motivaciones de la conjuración

Al morir Jorge IV Zrinski, en Pozun (Bratislava de hoy), en 1626, sus hijos Nicolás y Pedro tenían seis y cinco años respectivamente. El mismo rey Fernando II les nombró los tutores para vigilar su educación, ya que su madre contrajo nuevo matrimonio. En 1630 los trasladan de Cakovac, en Croacia, a Graz, en Austria, donde terminan estudios humanísticos y en 1634 los llevan a Trnava (Nagy-Szombat), a la escuela especial para la juventud de alta aristocracia y donde, además de croata y húngaro, aprenden el latín, alemán e italiano. Viajan a Roma, visitan al Papa y en febrero de 1637 vuelven a la casa paterna donde el rey Fernando III los declara mayores de edad. A los 18 y 17 años de vida entran en la vida pública y reparten los bienes familiares. La convivencia de Nicolás mayormente con los húngaros y la de Pedro con los señores croatas no dejará de manifestarse en sus relaciones posteriores. Así establece Pedro las relaciones personales con el general Vuk Cristóbal Frankopan de Trzac, contrayendo enlace con su hija Ana Catarina y hermana de Francisco Cristóbal Frankopan con el cual morirá el 30 de abril de 1671, en Wiener Neustadt.

Los hermanos Zrinski empezaron muy temprano a guerrear con los turcos y con los oficiales alemanes de la Marca Militar que causaban muchas molestias a los Zrinski Los choques con las autoridades militares austríacas los silenciaba el mismo rey Fernando III, necesitado de los Zrinski para la guerra de los Treinta Años. Nicolás entró en esta guerra en 1646, destacándose en la batalla contra los suecos, por lo, que fue nombrado general de las tropas croatas. Pedro participa en ella a partir de 1647, guerreando en el frente checo bajo el mando directo del rey y salvándolo del cautiverio sueco en la batalla cerca de Budjejovice (Budweiss).

En 1647 Nicolás fue nombrado han de Croacia. Aunque continuamente en guerra con los turcos, se dedicaba a la poesía y a la ciencia militar. Su meta había sido crear un ejército permanente, bien disciplinado -dependiente del ban y Sabor (dieta) croata y no del Consejo de Guerra (Kriegshofrat) en Graz y por ende de los oficiales alemanes- y con el cual, en alianza con los húngaros y sin ayuda austríaca, emprendería la guerra de liberación de los territorios croatas y húngaros del yugo turco. Para la creación de tal ejército existieron, pues, los mismos motivos que originaban el descontento de los estamentos croatas y húngaros que al final desembocó en la conjura que la historiografía croata denomina "La conjuración de los Zrinski y Frankopan", mientras que la historiografía mundial, inducida por la húngara, suele referirse a este acontecimiento histórico con la, expresión "La conjuración de los magnates de Hungría" (e. g. Ploetz): "Auszug aus der Geschichte", Würzburg 1960 - 26ª edición, p. 735: "1669-1671 Magnatenversehwörung in Ungarn"), dado que la historiografía europea aceptó de práctica de tratar al reino húngaro-croata exclusivamente como Hungría, silenciando de tal modo totalmente a Croacia.

Desde los fines del siglo XVI, Croacia fue reducida a la superficie más estrecha de su territorio nacional en toda su historia, llamándola por tal motivo el mismo Sabor (dieta) croata "reliquiae reliquiarum olim inclyti regni Croatiae" ("restos de los restos..."). La liberación del suelo patrio ha sido un anhelo tanto más natural y lógico por cuanto los estamentos croatas eligieron en 1527 a los Habsburgo como reyes croatas precisamente para que defendieran la integridad territorial del reino de Croacia, ya que al mismo tiempo defendían así las provincias austríacas de Estiria, Carniola y Carintia. Sin embargo, desde la firma del tratado de paz con el sultán, en 1606, en Zitva-Dorog (desembocadura del río Zitva en el Danubio), primer tratado de paz con los turcos pactado en pie de igualdad, las perspectivas para la liberación de los territorios perdidos parecían muy remotas. Los turcos sostenían haber firmado el tratado de paz con los alemanes, no con los croatas y húngaros. Por lo tanto, irrumpían en sus territorios. Viena, en cambio, ansiosa de mantener la paz con los turcos, no sólo prorrogaba la paz de Zitva-Dorog sino prohibía a los Zrinski atacar a los turcos para no provocar una guerra, que los croatas tanto anhelaban.

Otro motivo de descontento ha sido la transformación de la Marca Militar (Confin) en un territorio separado, exento de la autoridad del ban y Sabor croata. En la Marca Militar mandaban los generales alemanes, dando protección a todo fugitivo de la justicia y colonizándolo con elementos étnicamente foráneos -valacos y servios- otorgándoles privilegios especiales. Por ello los estamentos croatas llegaron a la conclusión que no solamente los turcos sino también los alemanes truncaban la integridad territorial y jurídica del reino de Croacia, reclamando con insistencia la reincorporación de la Marca Militar a Croacia y la restitución de sus autoridades constitucionales, el ban y el Sabor.

La defensa de la constitución ha sido, en cambio, el origen permanente de la disconformidad de los estamentos y magnates croatas y húngaros, pues a pesar del juramento del primer Habsburgo, de respetar la independencia de los reinos de Croacia y Hungría, Fernando I intentó la transformación de la nueva unión personal en unión real con sus provincias austríacas, al convocar los representantes de las dietas croata y húngara a Viena para tratar los asuntos comunes. Fracasada esta tentativa, instituye en Viena organismos centrales como el Consejo de Guerra, la Cancillería, y la Tesorería de la corte, indicando así la política de centralización que seguirían casi todos sus sucesores.

Como se ha dicho anteriormente, la guerra fronteriza con los turcos no cesaba, a pesar de la paz formal de Zitva-Dorog, del año 1606, puesto que la querían también los hermanos Zrinski. Así, por ejemplo, en 1652 el ban Nicolás Zrinski hace las paces con los turcos de Kaniza (en Hungría ocupada), para derrotarlos en el mismo año en Kostajnica (Croacia). Pedro Zrinski ya lleva el sobrenombre de "azote de Bosnia" en esa época, y junta un ejército para ayudar a Venecia en la guerras contra turcos en Creta (la guerra de Candia). Cuando le prohíben esta empresa, lucha por mar y tierras, en Dalmacia, contra los turcos y como aliado de Venecia. Lo nombran gran Capitán de Ogulin, Slunj y todo el Litoral, pero a pedido de los oficiales alemanes, el Consejo de Guerra lo destituye, para devolverle todos sus honores en víspera del peligro turco.

Los ojos de toda Europa, se fijan en las hazañas militares de los hermanos Zrinski, lo que llena de envidia los corazones de los cortesanos de Viena, que odian a los Zrinski como los odian los mismos turcos quienes, además, les temen. Pero un hecho doméstico originó el odio, entre las familias Zrinski y Erdödy que tuvo su repercusión en el desenlace de la conjuración, años después. En efecto, cuando en 1652 estalló la rebelión de los colonos en los latifundios de Mirko Erdödy y del capitolio de Zagreb, Nicolás Zrinski, en su carácter de ban de Croacia, convocó al Sabor para buscar solución al problema, recomendó mansedumbre. Esta intromisión del ban en los asuntos particulares de Erdödy fue la causa del odio y enemistad entre las dos familias más ilustres de la época.

Fernando III sancionó la ley de la Dieta del 14 de febrero de 1638, por la cual tuvieron que incorporarse a Croacia los territorios arrancados a los turcos por los capitanes de la Marca Militar y que, además, no podrán colonizar más a los valacos. El mismo Leopoldo, al cual la Dieta común húngaro-croata eligió, y corona como rey, en Pozun, el 27 de junio de 1655, teniendo tan sólo 15 años, se había obligado a su vez, el 4 de diciembre de 1659, a convocar en Viena dentro de un año una comisión que incorporaría la Marca Militar a Croacia. Sin embargo, los consejeros del débil Leopoldo consideraron que la debilidad de los croatas y de los húngaros es la garantía de su sumisión a la corte imperial. El Consejo secreto del rey, formado sin participación alguna húngara o croata por lo que entre ellos y la corte se abrió un abismo infranqueable de incomprensión y odio. Es así que Nicolás Zrinski, en 1669, ataca a los turcos en Kaniza; pero por orden de Viena debe retirarse y, profundamente amargado, con sus propios medios levanta en la desembocadura del Mura en el Drava la fortaleza Novi Zrin, que enfrenta Kaniza turca. La construcción de esta fortaleza la emprende en previsión de la guerra, que realmente sobrevino en 1663.

La intervención turca a favor de su candidato, Miguel Apaffy, en Transilvania contra el candidato austríaco, Juan Kemény, envuelve a Leopoldo muy a pesar suyo en la guerra tan anhelada por los Zrinski. Cuando el comandante supremo de las fuerzas austríacas, Raimundo Montecuccoli, al comienzo de la guerra pierde varias fortalezas, entre ellas Nové Zámky en Eslovaquia, el embajador residente ante la Sublime Puerta en Constantinopla, se ve obligado a pedir el armisticio. Pero la situación cambia cuando Nicolás Zrinski irrumpe en Hungría turca y llega hasta Buda y vuelve a Novi Zrin para aniquilar bajo sus murallas al bajá de Kaniza. De ahí se dirige a Nové Zámky; pero Montecuccoli rechaza su ayuda alegando falta de aprovisionamiento para el ejército. Cuando después de ello, Montecuccoli trata de justificar su derrota publicando un opúsculo y en el cual culpa a los magnates húngaros y croatas de cobardía, Nicolás Zrinski contestó tildando de "canalla cobarde" al mismo Montecuccoli.

Al mismo tiempo, Pedro Zrinski irrumpe en tierra turca y en un duelo mata al capitán de Krupa, Deli-bajá. Dirigiéndose también hacia Nové Zámky, lo alcanza la noticia de que el begler-bey de Bosnia, Smail-bajá, irrumpió en Croacia con 10.000 hombres para tomar Otocac y Brlog y de ahí atacar a Carniola. El defensor de la Marca Militar croata, el general Herbert Auersperg, hermano del ministro Juan Auersperg, huyó de Karlovac a Ljubljana, dejando paso libre a los turcos. Cerca de Jurjeva Stijena, Pedro Zrinski logra alcanzar con 2.000 hombres a los turcos y los destruye, tomando 2.000 prisioneros, entre ellos al mismo Smail-bajá. En esta batalla participó con Pedro Zrinski, su cuñado, Francisco Cristóbal Frankopan. Acusado de insubordinación, Pedro debe entregar a Smail-bajá al general Auersperg para que cobre el opulento rescate.

Poco después el Sabor croata decreta, en Varazdin, el 12 de diciembre de 1663, la "insurrección" general del pueblo croata contra los turcos y el ban Nicolás Zrinski inicia su campaña invernal tomando varias ciudades y quemando, el 31 de enero de 1664, el famoso puente cerca de Osijek, de 6 km de largo que fue construido por Solimán.

Las victorias les valieron a los hermanos Zrinski el reconocimiento de la Europa cristiana. Entre otras distinciones, el rey Luis XIV de Francia le obsequia a Nicolás 14.000 táleros y lo distingue con el título de Par de Francia.

En el mes de mayo de 1664 el gran visir Ahmed Küprüli inicia su gran campaña, atacando en primer lugar a los Zrinski. La fortaleza Novi Zrin la defienden tropas alemanas bajo el mando de Montecuccoli. Abandonándola sin lucha como, "un punto sin importancia", los turcos la destruyen. Nicolás Zrinski se queja ante el rey; pero éste da la razón a Montecuccoli. Amargado, Nicolás renuncia al mando de sus tropas; pero su gesto es recibido con indiferencia puesto que acababan de recibir la sensacional noticia que el 19 de agosto de 1664, los ejércitos cristianos bajo el mando de Montecuccoli lograron la decisiva victoria, batiendo al gran visir al cruzar el río Raba (Raab) cerca de San Gothardo.

Esta fue la más gloriosa victoria sobre el imperio Osmalí, lograda con ayuda de toda la cristiandad, especialmente de Alemania y Francia, porque marcó el principio de la paulatina decadencia turca en Europa. Pero Montecuccoli no aprovechó la ventaja de esta victoria y en lugar de perseguir al enemigo, le posibilita a Küprüli reunir sus fuerzas y retirarla hacia Valvar (Eisenburg) donde el embajador Peininger concluye secretamente la paz, el 10 de agosto de 1664. Las condiciones de paz fueron desastrosas para la cristiandad: Las partes se acordaron por 20 años; ambos ejércitos evacuaron Transilvania y ambos imperios reconocieron a Miguel Apaffy como príncipe; los turcos retienen todas sus conquistas, logradas entre 1660 y 1663, incluso Nové Zámky; la fortaleza Székelyhid, en Hungría, debió destruirse y la Novi Zrin no pudo reconstruirse.

Esta paz sorprendió al mundo entero. Todos declararon su disconformidad; Alemania, por no haber participado en su concreción; Luis XIV, por considerarla dirigida contra él; Venecia, porque los turcos tendrían las manos libres contra ella, en la guerra de Candia. Los croatas y los húngaros consideraron la paz de Vasvar dirigida contra sus intereses vitales y concluida sin intervención de sus respectivas dietas. Por lo tanto, se unieron todos aquellos que trataron de persuadir a Leopoldo de no reconocer la paz de Vasvar, por dañina y vergonzosa.

III. El desarrollo y el desenlace de la conjuración

Todas las tentativas por persuadir a Leopoldo de revocar el tratado de paz de Vasvar, quedaron sin éxito. Tampoco lo tuvo Nicolás Zrinski, que a tal fin viajó a Viena como lo hicieron los demás magnates croatas y húngaros. Difícilmente pudo Leopoldo rechazar un tratado de paz que tanto necesitaba, y para el cual, por lo tanto, él mismo y sus consejeros estipularon y ofrecieron las condiciones. Leopoldo necesitaba esta paz para tener las manos libres en el Oeste europeo, especialmente contra las pretensiones de Luis XIV. En España la casa de los Habsburgo había sido reducida a su único retoño masculino, al débil y aparentemente moribundo Carlos II. Por lo tanto, la cuestión de la repartición de la herencia entre Luis XIV y Leopoldo I estaba pendiente y muchos más problemas dinástico-familiares. En la época que precedió los acontecimientos del año 1671, la extinción de la dinastía y la repartición de sus vastas posesiones parecían inmediatas y seguras y ello representaba uno de los principales móviles de la política europea de Luis XIV. Conociendo el descontento de los húngaros y croatas, Luis XIV envía ayuda militar a Leopoldo, en 1662, para establecer en realidad un contacto con ellos. El ban Nicolás Zrinski, a su vez, agasaja en su castillo de Cakovac al mariscal Coligny, comandante de las tropas francesas.

Sintiéndose traicionado después de Vasvar, los, croatas y los húngaros empiezan a buscar la ayuda ajena. La de Suecia y de Polonia se mostró enseguida ilusoria. En consideración venían Venecia y Francia. Venecia estaba ya desde 1645 en constante guerra con Turquía, en Creta, por lo cual la única esperanza la representaba Francia. Después de los primeros contactos de Catarina Frankopan, esposa de Pedro Zrinski, con el embajador francés en Venecia, los contactos continúan con Jacques Brethel de Gremonville, embajador de Luis XIV en Viena, quien busca relaciones con Nicolás Zrinski, considerándolo líder de todos los descontentos, católicos y protestantes. Éste, a su vez, ya había establecido relaciones con el arzobispo de Ostergom, Jorge Lippay, quien con la pérdida de Nové Zámky perdió una renta de 50.000 táleros, con el palatín húngaro, Francisco Wesselényi, y más tarde con Francisco Nadásdy, juez del Estado (judex curiae). Considerando todos ellos la paz de Vasvar como una violación de la constitución, reclamaban del rey la convocatoria del parlamento común en Pozun y el retiro de las tropas alemanas. La corte, en cambio, decide convocar tan sólo una conferencia de los principales magnates en Viena para el día 25 de noviembre de 1664, habiendo ya recibido noticias sobre los contactos de los Zrinski con los franceses en Venecia.

Pero, el 18 de noviembre de 1664, Nicolás Zrinski, muere accidentalmente, herido en una cacería cerca de Cakovac. Cuando la conferencia del 25/11/1664 en Viena, no logra ninguna solución satisfactoria, el arzobispo Loppay y el palatín Wesselényi toman contacto sucesivamente con Gremonville, habiendo previamente protestado ante el capitolio de Pozun por la violación de la constitución húngara. En enero del año 1666, llegando a Viena Pedro Zrinski, los conjurados hasta ofrecen a Gremonville la corona de San Esteban para Luis XIV, lo que Gremonville declina como proyecto prematuro: Zrinski pide ayuda financiera para poder equipar un ejército y hacer la guerra a los turcos. Para ello necesitaba ser nombrado ban de Croacia y general de la capitanía general de Karlovac, o sea; de la Marca Militar croata. El rey Leopoldo lo nombra ban de Croacia, mas no lo instala. Y sin instalación el ban no posee sus facultades judiciales ni militares. Él, mientras tanto, trata de establecer vínculos con los príncipes de Renania y con Venecia. Manda su esposa a Viena para apurar la ayuda francesa.

A principio del año 1666 muere repentinamente el arzobispo Lippay y la corte nombra su sucesor a Jorge Szelepesényi, de carácter dudoso. En abril del mismo año, después del casamiento de la hija de Pedro Zrinsk, Helena, con el príncipe Francisco Rákóczy, intercambian Zrinski y Wesselényi juramentos por escrito, de que defenderán a Croacia y a Hungría "con todos los medios permitidos por las leyes y la constitución", pensando con ello en el artículo 31 de la Bulla Aurea del año 1222, que permite a los magnates húngaros y croatas la rebelión si el rey actúa en detrimento de los reinos (ius resistendi et contradicendi). Antes de recurrir a las armas planea ban llamar la atención de Leopoldo a la observancia de la constitución; pero el 27 de marzo de 1667 muere el palatín Wesselenyi, después de haber convocado una conferencia de los descontentos, que asumieron el nombre de "interesados" y se declararon a favor de una alianza con los turcos. Zrinski, quien no participa personalmente en las deliberaciones, está contra esta alianza. Su política sigue siendo la de alianza con Luis XIV. Después de la muerte de Nicolás Zrinski, la de Wesselényi es el segundo duro golpe, para los conjurados y razón por la cual se separan: los croatas con Zrinski a la cabeza creen en la ayuda de Francia, los húngaros en la de Turquía, en la que encontraron refugio todos los adversarios húngaros de los Habsburgo. El príncipe de Transilvania, Apafy, en nombre de los conjurados húngaros, pide ayuda a los turcos y ofrece someter a Hungría a la soberanía turca. Mas el intérprete del gran visir, el griego Nikasia Panajotti, informa al embajador vienés ante la Sublime Puerta, Casanova, acerca de la conjura. En 1668 la corte imperial ya estaba interiorizada de la conjura; pero sin conocer los nombres de los conjurados. Al igual que Austria, Turquía también necesitaba la paz con los Habsurgo pues estaba todavía en guerra con Venecia.

También la política profrancesa terminó en un fracaso, después de cuatro años de negociaciones con el embajador Gremonville. Su tarea consistía en hacer creer a Leopoldo que Francia deseaba la paz mientras Luis XIV preparaba la guerra contra las Países Bajos, que pertenecían a los Habsburgos españoles. Francia contaba con los conjurados solamente para el caso de que Leopoldo quisiera ayudar a España. Por ello, la ocupación de Bélgica (26 de mayo de 1667) tomó a Leopoldo por sorpresa. La misma actitud asume Gremonville hacia los conjurados hasta el momento en que logró concretar con Leopoldo, el 19 de enero de 1668, un convenio secreto sobre la repartición de la herencia española con Luis XIV. Fracasada la segunda tentativa de los húngaros de lograr ayuda turca, se deciden "los interesados" húngaros por la ayuda francesa. Pero ya era demasiado tarde. Pues unos meses más tarde comunica Gremonville a Zrinski que Luis XIV quiere vivir en paz con Leopoldo y, por lo tanto, que lo deja para siempre ("pour toujours").

A pesar de ciertas indiscreciones y verdaderas traiciones a los planes de los conjurados, cometidas por los mismos conjurados en su afán de conseguir ciertas ventajas personales lo que ayuda a la corte a reunir todos los hilos de la conjura la corte efectúa la solemne instalación de Pedro Zrinski como ban, el 5 de noviembre de 1668. Pero no le nombra capitán general de la capitanía general de Karlovac después de la muerte del conde Auersperg, hermano del ministro vienés nombrando, en cambio, al conde Herberstein, administrador de la marca militar de Varazdin, le provoca una desagradable reacción de Zrinski en la antesala del rey. Su afán de provocar la guerra con los turcos fue tan grande que a principios de 1669 atacó una unidad militar mayor del bajá de Bosnia, matando a unos 400 hombres. Con el mismo afán se inmiscuyó en los asuntos de Polonia, donde Francia y Austria trataban de imponer en el trono polaco sus candidatos. Aunque Zrinski acababa de reafirmar su juramento de lealtad a Leopoldo, en la elección al trono polaco favoreció al candidato francés, Jan Sobieski, con el cual lo unían lazos familiares. Los polacos eligieron por aclamación a Miguel Wisniowiecki, que no fue candidato ni de Francia ni de Austria, pero sí amigo de Zrinski. La corte vienesa se apresuró por conseguir, al menos, que el nuevo rey se casara con la hermana de Leopoldo, la archiduquesa Eleonora. Zrinski trató de impedirlo, ahogando por la princesa danesa. Lo hizo para excluir la influencia austríaca en la corte polaca, pues su gran esperanza fue la alianza con Polonia para llevar a cabo la anhelada guerra contra los turcos y por ende la liberación de Croacia y de Hungría. Su espíritu inquieto y su idea fija de saldar cuentas con los turcos y al mismo tiempo asegurar los derechos constitucionales a su patria frente a Viena absolutista, lo empujan a cometer errores políticos, uno tras otro. Con su intervención en los asuntos polacos proporcionó a la corte las pruebas y argumentos que ésta aguardaba para liberarse de este molesto opositor a su política.

Su fracaso en el casamiento del rey polaco con la princesa danesa y en la alianza húngaro-croata-polaca por un lado, y la impresión de los magnates de haber sido traicionados por la viuda del palatín Wesselényi, María Széchy, y su consejero, Francisco Nagy, por el otro, inducen a Catarina Frankopan de Zrinski a adoptar la idea, de una alianza con los turcos, idea que los húngaros nunca abandonaron por completo y, conociendo la oposición de Zrinski a tal alianza, influyeron en ella para que en tal sentido escriba a Pedro desde Saros Patak, sede de su yerno Francisco Rakócy. En Croacia en el mismo sentido ejercía la influencia sobre el ban su capitán Francisco Bukovacki. Zrinski finalmente cede y petmite a Bukovacki dirigirse a Turquía, en busca de un entendimiento con la Puerta. El 19 de diciembre de 1969 lo recibe en Salónica el sultán Mehmehd IV al que Bukovacki presenta las siguientes proposiciones:

1) Hungría y Croacia pasan a la protección del sultán, pagando un tributo anual de 12.000 táleros, importe que no puede aumentarse; en nombre del sultán, gobernará en, Hungría y Croacia Zrinski y sus herederos. Extinguida su estirpe, Hungría y Croacia elegirán la nueva dinastía; la que el sultán debe aprobar.

2) El sultán debe reconocer las viejas libertades y privilegios de Hungría y Croacia, como así también sus constituciones.

3) A Zrinski deberá prestar ayuda el bajá de Budim con 30.000 hombres y, en caso de necesidad, todo el ejército turco.

4) Las ciudades que el ejército turco tomará de los alemanes deberán ser entregados a los húngaros y croatas.

5) En lugar de Apafy, será el príncipe de Transilvania Francisco Rákóczy, yerno de Zrinski.

Habiendo el sultán aceptado con beneplácito el ofrecimiento de Bukovacki en el diván imperial de Salónica, la decisión final la transfirió al gran visir, Ahmed Küprüli, quien se hallaba todavía en Creta para terminar la guerra con la conquistada la isla. Interpretando favorablemente el amistoso recibimiento del sultán en Salónica, Bukovacki informa con visión optimista a Zrinski. Sin embargo, el gran visir no aprueba el pacto con Zrinski y ello no solamente por no tenerle plena confianza, sino por no considerar oportuno, en momento de un favorable desenlace en Creta, arriesgar una guerra con Leopoldo a causa de Zrinski. Lamentablemente, el gran visir no lo dijo así a Bukovacki. Le dijo tan sólo que la respuesta final la obtendría Zrinski por intermedio del bajá de Bosnia. En este hecho estriba el origen, y la causa de la completa catástrofe de Zrinski y de sus amigos, pues en base al informe de Bukovacki inició los preparativos para el levantamiento, del cual se hizo cargo Francisco Cristóbal Frankopan, quien recién en esta fase final de la conjurar se pliega a la misma. Sin embargo, antes de dedicarse de lleno al levantamiento, Zrinski intenta una vez más a obligar a Austria a una guerra contra Turquía y trata de obtener audiencia con Leopoldo, por intermedio del obispo de Wiener Neustadt, Kolonic. Pero cuando el 7 de marzo de 1670 finalmente aparece Bukovacki en la frontera de Croacia e informa a Zrinski que pronto recibirá la confirmación de lo pactado en Salónica y le hace llegar una muy cortés carta del bajá de Bosnia con la intitulación "A Pedro Zrinski, príncipe de Croacia, Hungría, Transilvania y Moldavia y comandante supremo de todo el ejército otomano", Zrinski decide, con Frankopan y algunos capitanes de la Marca Militar, a ocupar Ptuj (Pettau) en Estiria, contando con la colaboración del conde Erasnio Tattenbach. Al mismo tiempo se dirige al embajador francés en Venecia, al arzobispo de Mains y a su yerno Pákózcy, solicitando ayuda. Mas muy pronto llega Zrinski a la convicción que los turcos lo están engañando y, como jamás había sido entusiasta de la política de alianza con los turcos, empieza a titubear, decidiéndose finalmente por la reconciliación con Leopoldo. A tal fin envía a Viena como intermediario a Martín Borkovic, obispo de Zagreb. Ya el 17 de marzo de 1670, el viejo obispo se halla en Viena explicando al príncipe Lobkovic los conocidos motivos del descontento e ira del ban de Croacia y promete apaciguarlo si consigue una carta del rey o de los ministros dirigida a Zrinski. Hasta ese momento en la corte no creyeron que Zrinski había concertado un acuerdo con los turcos. Lobkovic, Hocher, Montecuccoli, Lambert y Schwarzenberg del Consejo real coincidieron en la opinión de que la actitud de Zrinski reúne todos los elementos de rebelión y, suponiendo que no estaba solo en la conjura, deciden buscar ayuda militar en los vecinos para dirigirla a las fronteras de Croacia. Hasta la llegada de la ayuda decidieron atraerlo a Viena. Para ello se valen del obispo, quien se apresura a Cakovac con las cartas del rey y de Lobkovic para el ban.

Impaciente e impulsivo como era Zrinski, envía a Viena otro mediador, al fraile Marcos Forstall, de origen irlandés, quien -antes de la llegada del obispo Borkovic- lleva las siguientes condiciones de reconciliación al rey: el rey nombrará a Zrinski general de Varaizin; le entregará las ciudades Pazin, Rijeka, Trsat y Kocevje con derecho de sucesión; pagará sus deudas de unos 40.000 florines; le dará el mando de dos regimientos y le permitirá pedir ayuda al Papa y demás gobernantes europeos contra los turcos. Este compromiso debería formalizarse cuanto antes, pues muy pronto llegará a Cakovac un bajá con los solemnes diplomas del sultán. Sin haber visto a Leopoldo, vuelve Forstall con la promesa de que no se considerará rebelde a Zrinski si se somete al rey, si confía en su palabra y si envía como rehén a su hijo. Simultáneamente, o sea el 3 de abril de 1670, destituyen a Zrinski como ban y lo declaran rebelde, nombrando al conde Nicolás Erdödy y obispo Borkovic lugartenientes de la dignidad del ban.

Mientras Zrinski esperaba en Cakovac, no presintiendo nada malo, el general Faris Spankau recibe la orden de atacar Cakovac y capturar a Zrinski. Frankopan, a su vez, desconociendo las recientes gestiones de Zrinski en el sentido de reconciliación, siguió preparando el levantamiento en Medjimurje, Varazdin, Zagreb y alrededores. Enterado del levantamiento, el general de Karlovac, Herberstein, se dirige contra Frankopan quien, no pudiendo resistir solo, se traslada a Cakovac el 10 de abril de 1670. Sin ayuda de ningún lado y enterados del ataque de Herberstein y de la aglomeración de las fuerzas armadas en la frontera con Estiria, decidieron no resistir y -aconsejados por Borkovic y Forstall- accedieron en enviar cartas a Leopoldo expresando su subordinación. El 7 de abril sale Forstall con las cartas y con el hijo de Zrinski, Juan Antonio como rehén, hacia Viena. El 12 de abril el general Spankau empezó con ataque y el día siguiente Zrinski y Frankopan partieron para Viena llegando allí el 18 del mismo mes.

IV. Juicio y sentencia

En los primeros días de su estadía en Viena Zrinski y Frankopan son tratados bien, pues se temía el recrudecimiento de la rebelión en la Hungría Superior al propalarse la noticia de su encarcelamiento en Viena. Francisco Rakoczy toma prisionero en Tokai al general imperial Rüdiger Starhemberg y otros diez oficiales, haciendo saber a Leopoldo que el general recibirá igual trato que Zrinski. Bajo la presión de la corte Zrinski pide a Rakoczy que libere al general y le recomienda la sumisión al rey. Apaciguada así la rebelión en Hungría, trasladan a Zrinski y Frankopan a Wiener Neustadt, el 27 de agosto de 1670, y los tratan como a verdaderos prisioneros. Unos días más tarde Wrenden también al conde Francisco Nadásdy y lo llevan a Viena.

Después de largos meses de instrucción, a cargo del canciller austríaco barón Juan Pablo Hocher, se constituye un tribunal especial Judicium delegatum bajo la presidencia del mismo Hocher, que servirá de modelo para todos los posteriores juicios de alta traición.

La acusación imputada a Zrinski que en 1666 entró en alianza con Wesselényi; que en 1169 mandó a Polonia al Fraile Bargiglia con instrucciones injuriosas a Su Majestad, que por orden suya el polaco Giska fue mandado a Francia injuriando al rey y pidiendo dinero; que ofreció a los turcos tributo para que lo hagan gobernante de Croacia; que quiso tomar la fortaleza real Koprivnica; que instigaba la rebelión en la Hungría del Norte; que sus partidarios hicieron uso de las armas derramando sangre de soldados imperiales; que ordenó a Frankopan llevar a cabo la rebelión y que quiso atacar las provincias austríacas hereditarias, en suma, que había sido el iniciador y cabecilla de toda la rebelión.

A Frankopan lo acusaban de no haber informado al emperador acerca de la alianza de Zrinski con los turcos y que había asumido la dirección del levantamiento; que en una carta del 9 de marzo de 1670 expresó desprecio para con el emperador y la nación alemana; que quiso, ocupar la ciudad de Zagreb con 200 hombres y someterla a Zrinski y que mandaba enviados a Turquía.

Zrinski discutía y rechazaba la competencia del tribunal, pues a él, como magnate, según las leyes de su patria, podía juzgar solamente el rey y jueces de igual condición a la suya, o sea el Sabor croata. Hocher, en cambio, justificaba la competencia del tribunal con el hecho de que Zrinski y Frankopan eran también nobles de Estiria y Carniola, que fueron prendidos en Austria y que los incriminados actos fueron cometidos también en Austria.

Defendiéndose Zrinski, manifestó que no iría enumerando los derechos y libertades de su patria pisoteados, ni tampoco invocaría las disposiciones de la Bulla Aurea que a todo magnate húngaro y croata otorga el derecho de resistir al rey, sino que haría uso del salvum conductum que le diera el rey al escribirle el 21 de marzo de 1670 la carta que el obispo Borkovic le entregara y en la que se le otorgaba el perdón inherente al poder imperial.

Rebatiendo las acusaciones, una por una, juró que nunca seriamente intentó la alianza con los turcos y que siempre advirtió a los húngaros contra tal alianza. Concluye la defensa con la insinuación acusadora: "Bien saben mis enemigos cuánto sudábamos y sangrábamos defendiendo Estiria, Carnicola y Croacia; mientras los Zrinski montaban la guardia ellos dormían tranquilos. Ahora, a título de recompensa, aconsejan al rey y emperador para que se nos aniquile en las mismas raíces y que posiblemente ellos se apoderen de los bienes que nosotros, con derrame de mucha sangre, salvábamos y guardábamos. Que salga a la palestra cualquiera de ellos que se atreviera a decir que él y su estirpe hizo más beneficio a la casa austríaca y a la cristiandad de lo que hicieron los Zrinski".

A pesar de la intercesión de muchas cortes europeas y del Papa a favor de Zrinki y Frankopan, el 25 de abril de 1671 Leopoldo confirma la sentencia del 18 del mismo mes por la cual se les condena a muerte, pérdida de todas las dignidades y honores y confiscación de todos los bienes, por haber cometido crimen de lesae majestatis y de traición. Los consejeros convencieron a Leopoldo de que el emperador no estará seguro mientras Zrinski viva.

Antes de ejecutar a Zrinski y Frankopan, el 30 de abril de 1671, ejecutaron en Viena a Francisco Nadásdy, el 25 de abril. Después de haber logrado un arreglo, Viena y Berlín, respecto a sus bienes, ejecutaron el 1º de diciembre de 1671, también al conde Erasmo Tattenbach.

V. La exterminación de las familias Zrinski y Frankopan

Con la decapitación de los condenados en Wiener Neustadt se puso en marcha el plan preconcebido de exterminación paulatina de las dos nobles familias croatas, con un doble fin. Por un lado importó desligarse definitivamente de su poderío político que, aparte de su enorme riqueza material, cultura excepcional, popularidad nacional y vinculaciones internacionales, se fundaba en el derecho de sucesión de la dignidad de ban en estas familias y, por el otro corolario del primero apoderarse de los bienes que poseían.

Aun durante el cautiverio de Pedro Zrinski, su esposa Catarina y la hija, Zora Verónica, fueron objeto de un rudo trato por orden del emperador y rey Leopoldo I. El 15 de julio de 1670 la condesa abandona definitivamente su sede Cakovac en Medjimurje y se traslada a Graz bajo escolta de 12 soldados y con poca servidumbre. Debido a la confiscación de los bienes de Pedro Zrinski el problema de su sustento se torna agudo. El 20 de septiembre de 1670 la servidumbre croata de la condesa es sustituida por la servidumbre alemana. A la miseria física se unen las penas espirituales, especialmente por falta de noticias del hijo Juan Antonio, del esposo y del hermano. Se supone que jamás haya recibido siquiera la carta de despedida que el conde le escribiera en vísperas de su ejecución. Por fin, ubicada en febrero de 1672 en el convento de las monjas dominicanas en Graz, muere en obnubilación mental, el 16 de noviembre de 1673, esta extraordinaria mujer que, además, fue una escritora excepcional.

La hija, Zora, separada de la madre, fue ubicada en el convento de las monjas de Santa Ursula, viviendo como monja, todavía en el año 1683, desconociéndose su posterior suerte.

No menos trágica fue la suerte de Juan Antonio, hijo de Pedro Zrinski, nacido en 1651. Desde Viena, a donde había, sido enviado por su padre el 8 de abril de 1670 en condición de rehén y como garantía de su misión, fue mandado a Praga para alejarlo de su padre. Desde Praga intercede en pro de su padre ante el príncipe elector de Sajonia, Juan Jorge II, en Dresden, por intermedio de su pariente Juan Peranski (de la rama de los Subic, con sede en Perna) en aquel entonces comandante de la guardia real de granaderos a caballo croatas ("Leib-Kompanie Kroaten zu Rosz"), enviándole, el 28 de noviembre de 1670, una carta en el idioma croata que se considera una reliquia de aquellos tristes días. Durante la gran guerra de 1682, cuando los turcos penetraron hasta la ciudad de Viena y la asediaron, bajo falsos pretextos fue acusado y confinado en la fortaleza Rattenbach, en Tirol, donde permanece 20 años y muere en la fortaleza de Schlossberg, cerca de Graz, el 11 de noviembre de 1703.

El destino de la hija de Pedro Zrinski, Helena, casadas en primeras nupcias con el príncipe Francisco Rákóczy y segundas, con Emerio Tôköli, se desenvolvía fuera y a veces dentro del alcance de la corte vienesa, por lo que nunca fue un mero objeto en mano del enemigo. Después de su casamiento con Helena, aprobado por Viena, Tôköli denuncia el 24 de junio de 1682 la tregua, continuando la guerra hasta el año 1685 y a pesar de la derrota turca del año 1633. Durante su forzosa estadía en Veliki Varadin, a donde Tôköli habla ido en busca de la ayuda turca, Helena defiende heroicamente la fortaleza Munkacs rindiéndose a las fuerzas imperiales recién después de cuatro años de defensa, en 1688. Cuatro años vive en Viena con prohibición de abandonar la ciudad, cuando en 1692 la rescata Tôköli, ahora, nombrado príncipe de Hungría del Norte, en canje por un general y un coronel imperiales. La paz de Karlovci, de 1699, entre el sultán y Leopoldo I, obligan Tôköli a trasladarse con Helena a Constantinopla y de ahí a Nicomedia, donde Helena muere, el 18 de febrero de 1703, siendo sepultada en la iglesia de los lazaristas, en Gálata. En 1896 los húngaros trasladaron sus restos, junto con los de Tôköli y su hijo Francisco II Rákóczy, a Kosice. Su primera tumba la ornaba la siguiente y muy acertada inscripción "Virilis animi mulier, sexus sui ac saesuli gloria".

Julia Petronita, la segunda hija de Pedro Zrinski, murió a los fines del siglo XVII, en el convento de las clarisas, orden al que ingresó de joven muchacha.

El hermano de Pedro, el ban Nicolás Zrinski, dejó solamente un hijo, Adán, quien heredó la mitad de los bienes de los Zrinski. Participó en la guerra contra los turcos, cayendo en la batalla cerca de Slankamen, en 1691, alcanzado de espalda por una bala de cañón imperial. Sus bienes pasaron a la propiedad de la corte de Viena.

El conde Francisco Cristóbal Frankopan ha sido el último de su estirpe. Su esposa Julia, de la principesca familia romana Barberini de Naro, buscó refugio en Venecia, con su pariente Orfeo Frankopan, ardiente partidario de la conjuración. A Julia nadie la molestaba, en atención al Papa, pero Viena exigió la extradicción de Orfeo, cuyo paradero quedó desconocido. Esta es la suerte, en líneas esenciales, de las dos grandes familia croatas que las tocó defendiendo la justicia y los derechos histórico constitucionales de Croacia.

* * *

Doce años después de la ejecución en Wiener Neustadt expira el plazo de armisticio de veinte años pactado en Vasvar y el sultán Mehmed IV declara la guerra a Leopoldo, logrando penetrar hasta la ciudad de Viena. A pesar de la derrota de los ejércitos turcos con ayuda de Polonia y el archiduque Carlos de Lotaringia, la guerra continuó por espacio de quince años, terminando con el tratado de paz de Karlovci (Sirmium) en 1699. La victoria de Viena de 1683 es aprovechada por Leopoldo para concocar la Dieta de Pozun que declaró el 18 de octubre de 1687 en forma solemne el derecho de sucesión de la casa de Habsburgo, en la línea masculina, en los reinos de Hungría y Croacia. Asimismo la Dieta derogó el artículo 31 de la Bulla Aurea del año 1222 (ius resistendi et contradicendi) lo que constituía una de las leyes fundamentales, es decir la parte integrante del derecho constitucional de Croacia y Hungría. Así la dinastía de los Habsburgo reconoció indirectamente la legalidad de la conjuración de Zrinski y Frankopan.

Con la liquidación de estas dos nobles y grandes familias croatas, se asestó un duro golpe a uno de los socios de la comunidad cristiana danubiana sin que se haya ayudado a otros, especialmente a la misma Austria. La inscripción irónica inventada y puesta por los verdugos de Zrinski y Frankopan en una capilla donde descansaban provisoriamente sus restos -Si ciego conduce al ciego, ambos terminan en el abismo- hoy, retrospectivamente irradia una otra luz y enseñanza Los "ciegos" eran videntes y los "videntes" ciegos. El imperio austro-húngaro, concebido y edificado como un dualismo en perjuicio de un verdadero pluralismo federal, fue destruido con todas las consecuencias negativas para los Habsburgo, para aquella parte del mundo y de Europa en general. El principio de nacionalidad convertido más tarde en el derecho de autodeterminación fue la que confirmó el desarrollo de la historia, imponiéndose a la hegemonía y los intereses dinásticos que invocaban derecho divino destruyendo previamente su fundamento. El intento de la decapitación de Croacia en 1671 no quedó sin la decapitación de muchos.

Literatura consultada:

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