Los primeros croatas en la Argentina

Narciso Binayan Carmona

Studia Croatica, Año XII, Buenos Aires, 1971, N° 40-41

La inmigración eslava a la Argentina, como a toda América, fue bastante tardía y no tomó significación más que a fines del siglo XIX. Sin embargo, es precisamente nuestro país -y hasta cierto punto y con reservas, Chile- el primero que vio llegar hijos de países eslavos. Y lo que es más interesante, justamente de Croacia y en general de la provincia de Dalmacia.

Desde todo punto de vista el más curioso es Miguel de Aragoces al cual dos autores de la importancia, de Lafuente Machain[1] y Boyd-Bowman[2] coinciden en suponer oriundo de Ragusa. A Lafuente Machain se debe un prolijo catálogo de todos los conquistadores del Río de la Plata y Paraguay entre 1535 y 1580. Este eminente investigador argentino, ya fallecido, traza una breve semblanza del personaje a la cual Boyd-Bowman, en su monumental diccionario de conquistadores de toda América, obra en curso de publicación en Estados Unidos, adhiere totalmente. Cabría suponer que se haya querido poner "Aragonés", pero en ese caso no se hubiera usado el "de" y efectivamente aparecen varios de ese apellido y en forma (o sea, sin "de"). Aceptado, en principio, conforme al parecer de ambos estudiosos el que se trate de Ragusa la ciudad de su origen, queda aun la duda de si se trata de la Ragusa dálmata o de la siracusana. A favor de la primera está el que se trata de un puerto de mar, entonces mucho más activo e importante que ahora, mientras que la segunda localidad se encuentra en el interior de Sicilia. Este es un punto contradictorio a la lógica inmigratoria por un lado y por otro, la abrumadora mayoría de la inmigración peninsular a América en aquellos siglos fue del norte y sobre todo de la costa ligur. Por todo ello Miguel de Aragoces, o en verdad Miguel de Ragusa o, si se prefiere, de Dubrovnik, resulta el primer croata establecido en la Argentina y además, en toda América, sin excluir Estados Unidos. Más aún, es el primer eslavo del continente.

Su biografía es escueta. Había nacido hacia 1502 y era maestre de la nave "La Magdalena" -es decir era marino, un argumento más a favor de su origen dálmata- nave capitana de la expedición, de 200 toneladas[3]. La armada, de 16 navíos, partió como es sabido de Sanlúcar de Barrameda el 24 de agosto de 1535 y a principios de septiembre llegó a las Canarias de las que partió a principios de octubre.

El 30 de noviembre sería la fecha de entrada en la bahía de Río de Janeiro -la fecha inicial de la historia eslava y croata de América- y la llegada a las actuales costas argentinas en los últimos días de enero o primeros de febrero de 1536, Miguel figura entre los pobladores de la primera Buenos Aires y tocóle así vivir los angustiosos días del hambre y el sitio de los indios en el invierno de ese año 1536. Finalmente, tras un poco más de un año en esta comarca, entonces tan inhospitalaria, partió con su nave, en la que viajaba don Pedro de Mendoza, el 23 de abril de 1537. En el viaje de regreso murió el frustrado Adelantado y a fines de agosto "La Magdalena" estaba ya de nuevo en España. Se había cerrado el primero y breve episodio de la inmigración croata. Aragoces fue aun llamado como testigo en el juicio que Juan Vázques Orejón, padre del maestre de campo Juan Osorio, apuñaleado en Río de Janeiro, inició para probar la inocencia de su hijo del cargo de traidor. Con esto termina lo que se sabe de Miguel.

En ese mismo siglo XVI, se abre el segundo capítulo de esta historia inicial. En la conquista de Chile aparece como figura lúcida y de contornos casi legendarios, Andrea, heroico soldado llamado, "el valiente". Sólo se sabe de él que era de humilde origen "pero de fuerza y valor extraordinarios" (Thayer Ojeda). Estaba en Santiago en octubre de 1555 y pereció en la derrota de Lincoya en 1563. Ercilla lo ha cantado nada menos que en tres cantos distintos de "La Araucana" aunque lo hace ya genovés, ya lombardo[4] y el cronista también contemporáneo Mariño de Loberá[5], coincide con él. Sin embargo, otros testimonios afirman que era "esclavón", es decir, dálmata y los estudiosos modernos Fuenzalida Grandón[6] a principios de siglo y Thayer Ojeda[7], más tarde, consideran posible ambas alternativas. Como se ignora en qué expedición llegó a Chile esta figura apasionante, cabe la posibilidad de que haya ido con alguna de las que cruzaron territorio argentino.

Con Miguel y con Andrea se abre así, entonces, bajo Carlos V y Felipe II, una parte algo dudosa pero razonablemente posible de la inmigración croata. Casi dos siglos deberían pasar hasta que de nuevo llegaran otros compatriotas suyos a estas tierras.

Quien vino entonces fue una figura mucho más lúcida, honra por cierto de su patria, aunque olvidada. Pertenecía a la Compañía de Jesús con la cual llegaron ya entre 1690 y 1697 tres religiosos, naturales de Praga, y luego algunos más de otros lugares de Bohemia y Moravia. A Praga, se unieron Teschen, Schömbrunn, Yglau, Olmutz, Brünn y otras localidades pero no puede afirmarse si se trata de checos o de sudetes. No hay ningún polaco aunque sí nacidos en territorio polaco y ningún esloveno ni eslovaco.

Finalmente en la expedición del padre Orosz, partida de Lisboa el 20 de septiembre de 1748 y llegada a mediados de enero de 1749 [8], arribó Nicolás Plantich de Croacia, vino de Viena acá en dos meses y desde el 24 de diciembre del año pasado se ha mantenido a costa de la provincia. Tales son las palabras del propio padre Orosz[9]. El catálogo inédito de la provincia del Paraguay de 1753 [10], nos da los siguientes datos: Nicolás Plantich había nacido en "Zagrabia in Croacia", el 5 de diciembre de 1720, tenía sus fuerzas físicas íntegras y había ingresado en la Compañía el 28 de octubre de 1736. Tenía 3 años de estudios de filosofía y 4 de teología y había profesado el 27 de diciembre de 1749. Era en ese momento Prefecto del Convictorio, es decir director del Colegio de Monserrat, en Córdoba, y era profesor de filosofía. Fue dice Furlong "profesor eximio de filosofía y teología en la Universidad de Córdoba" y Paucke, con quien vino a América lo señaló como "un hombre distinguido, docto y altamente apreciado". Fue nombrado en 1765 vicerrector del Colegio del Salvador en Buenos Aires y al año siguiente promovido a rector[11]. En el convento mercedario de Mendoza se encuentra una inédita, en latín, obra de Plantich[12]. "Poco duró el rectorado del jesuita croata en el Salvador", pues la expulsión de 1767 lo encontró al frente de la residencia de Montevideo y así figura entre los expulsados: "Nicolás Plantich, natural de Agram, Croacia, de 47 años de edad" [13].

Los croatas que lo siguieron en nuestro país, estuvieron muy lejos de tener su brillo. El más antiguo, José Radik, "Radichi", está empadronado en 1804 como maestro de chaperos y peinero, natural de Esclavonia. Vivía, según el plano levantado por el alcalde de barrio del cuartel 6, Juan Bautista Patrón, en la calle de San Ferraín (Carlos Calvo), entre las de San José (Perú) y San Pedro (Chacabuco) a la altura actual del 600 y a mano izquierda subiendo desde el río. En 1809 aparece como "veneciano". En 1807, su probable vecino (también vivía en el cuartel 6), Marcos Milcobini, se decía natural de Ragusa y en 1809, "veneciano". Es probable que ambos hayan sido paisanos y que la anexión de la república al reino italiano el 31 de enero de 1808 no haya sido ajena a su cambio de nacionalidad. En el padrón de extranjeros de 1809 ambos aparecen uno a continuación del otro, casados los dos con hijas del país, ambos con casa propia y fábrica de chapas[14].

Tales son los escasos datos que pueden reunirse como antecedente sumario de la historia de la colectividad croata. Queda de todos modos acreditada una permanencia constante, aunque esporádica de aquella nación en la vida argentina desde sus más viejos orígenes. Y es probable que una investigación más exhaustiva logrará ampliar este breve panorama[15].

 

 



[1] Peter Boyl-Bowman: Índice geobiográfico de cuarenta mil pobladores españoles de América en el siglo XVI, 403, México, 1968.

[2] Ricardo de Lafuente Machain: Conquistadores del Río de la Plata, 31, Buenos Aires, 1937.

[3] Enrique de Gandía: Crónica del Magnífico Adelantado Don Pedro de Mendoza, Buenos Aires, 1936.

[4] Alonso de Ercilla: La Araucana.

[5] Pedro Mariño de Lovera: Crónica del reino de Chile.

[6] Alejandro Fuenzalida Grandón: La evolución social de Chile, 46, Santiago, 1906.

[7] Tomás Thayer Ojeda: Formación de la sociedad chilena, 102, I, Santiago, 1939.

[8] Carlos Leonhardt, S.J.: Introducción a las Cartas Anuas de la provincia del Paraguay, Chile y Tucumán, de la Compañía de Jesús publicadas en "Documentos para la historia argentina", XIX, p. LXV, Buenos Aires, 1927.

[9] Citado por Guillermo Furlong, S. J.: Ladislao Orosz y su "Nicolás del Techo" (1959), 40, Buenos Aires, 1966.

[10] Facilitado por el padre Furlong.

[11] Furlong: Historia del Colegio del Salvador y de sus irradiaciones culturales y espirituales en la ciudad de Buenos Aires, 296, Buenos Aires, 1944.

[12] La obra que consta de unas 300 páginas manuscritas, fue encontrada por el padre Furlong. Se ignoraba el autor y sólo limpiando el polvo que cubría el lomo encontró el investigador jesuita las palabras "Plantich" y "Lógica". En su opinión se trata de un trabajo valioso.

[13] Leonhardt, íd. X.

[14] Padrones complementarios de la ciudad de Buenos Aires (en "Documentos para la historia argentina", 132, 186, 222, 282 y 283, Buenos Aires, 1919.

[15] En efecto, con posterioridad a la entrega de este artículo he encontrado otros dos croatas venidos en la expedición de Gaboto en 1527. Éstos serán tratados en el otro artículo que prepararé para el número siguiente.