NICOLÁS ZRINSKI - LEONIDAS DE LA CRISTIANDAD

Cuarto centenario de la defensa de Szigeth por un príncipe croata

J. G. Fratija, Buenos Aires

Cuando hace 400 años subió al trono Papa Pío V, la Iglesia tuvo un pontífice enérgico y decidido que con todo arrojo empezó a preparar una nueva cruzada que sería coronada por la gloriosa victoria de Lepanto. Los acontecimientos sucedidos ese mismo año en el vasto frente entre la Cristiandad Occidental y el imperio islámico turco "ha contribuido -en opinión de uno de los historiadores más competentes- poderosamente a crear un clima favorable a esta cruzada y afianzar al Papa en sus proyectos" [1] Aquel año fue detenido por un ex ban de Croacia el inmenso ejército turco de Solimán el Magnífico, quien, con su decimotercera campaña se puso en marcha, con mayores fuerzas que nunca, a través de Croacia y Hungría para conquistar Viena, residencia de Maximiliano II, emperador romano-germánico, primo hermano de Felipe II. El ejército turco, superior a 200.000 soldados, se detuvo del 5 de agosto al 8 de septiembre de 1566, sitiando la fortaleza de Szigeth en la Hungría sur-occidental, no lejos de los lindes septentrionales de Croacia. La fortaleza la defendió el príncipe Nicolás Subic Zrinski con unos 2.000 soldados, principalmente croatas. Cuando se hizo ilusoria toda defensa ulterior, Zrinski prefirió morir combatiendo que capitular y entregarse, aunque los turcos le amenazaban con decapitar a su hijo Jorge que presuntamente habían capturado. Solimán el Magnífico murió durante el asedio, en la noche de 4 a 5, de septiembre, y no se sabe si de ira por la resistencia de Zrinski o por alguna enfermedad. "Poco importa la causa; el hecho es que muchos historiadores fijan en esta fecha el principio de la "decadencia del imperio otomano". Siquiera por una vez, una precisión de esta naturaleza no carece de sentido, puesto que el imperio, que dependía enormemente de su jefe, pasó entonces de manos del Magnífico, del Legislador (así lo llamaban los turcos) a las del débil Selim II, el hijo "de la judía", que gustaba más de la buena mesa y del vino de Chipre que de las campañas belicosas" [2].

El repliegue del ejército turco que trataba de redimir el fracasado asedio de Malta del año anterior (1565), fue acogido con gran entusiasmo y alivio en el Occidente cristiano. Nicolás Subic Zrinski, valiente defensor de Szigeth, fue glorificado como Leónidas de la Cristiandad.

Por cierto que con ello el poderío del imperio otomano no fue quebrantado. Pese a la debilidad del sultán Selim II, Mohamed bajá Sokobi (Sokolovic en croata), gran visir de tres sultanes, originario de Bosnia[3], dirigirá con mano segura los asuntos del poderoso imperio. No obstante, la Cristiandad Occidental pudo alentar esperanzas razonables de que la penetración turca sería contenida. En esa esperanza y gracias a los esfuerzos de Pío V se constituyó la II Santa Liga, que culminó en la victoria de Lepanto en 1571. Recién una centuria después, en 1673, Kara Mustafá podrá levantar un poderoso ejército con el propósito de conquistar Viena, que se trocará en una nueva gran derrota. Esta vez la victoria de los ejércitos cristianos marcará el principio de la retirada turca al Asia Menor. Los turcos osmanlíes que habían logrado imponer la Pax Turcica en el ámbito dividido de la tradición bizantina terminaron gastando sus fuerzas en inútiles arremetidas contra la Cristiandad Occidental.

Aunque no hay un nexo directo entre Lepanto y Szigeth, sin duda alguna hay ciertas analogías entre ambos trascendentales acontecimientos históricos. Lo que la victoria de Lepanto significaba para la defensa de la parte cristiana del Mediterráneo, la defensa de Szigeth lo era en el frente continental, en una larga línea del curso medio e inferior del Danubio. Y como Szigeth precedió a Lepanto, no debemos olvidar que fue una experiencia alentadora para quienes prepararon la brillante victoria de la Santa Liga.

En esta lucha plurisecular Croacia siempre fue la frontera sangrienta. Aún más, el frente corría a través del territorio croata. De un lado, Bosnia en poder de la medialuna, y de otro, la Croacia cristiana junto con Hungría y el imperio romano-germánico bajo el cetro de la casa de Austria. En esta permanente lucha que se prolongó del siglo XV al XVIII, Croacia perdió un número desproporcionadamente alto de personas y bienes, y en los hogares abandonados y destruidos se radicó un elemento étnico extraño y de otra religión (ortodoxos). Además, quedó quebrada la unidad religiosa y cultural de los mismos croatas, que imperaba hasta entonces, ya que un considerable número de los croatas bosníacos abrazó el Islam, luchando con heroísmo contra la Croacia cristiana[4]. Precisamente la batalla de Szigeth simboliza el dualismo croata de aquellos tiempos. Dos protagonistas principales son croatas. Por un lado el gran visir Mohamed bajá Sokobi, y por el otro Nicolás Subic Zrinski, ex virrey de Croacia, jefe de una de las familias nobles croatas de mayor abolengo.

Nicolás Subic Zrinski, héroe de Szigeth, quien como sacrificado caballero cristiano prefirió enfrentarse con las fuerzas superiores del adversario que entregarse, morir que capitular, simboliza a la vez la resistencia del cristianismo occidental y la energía nacional croata. Como tal entró en la epopeya occidental. Inspiró a poetas y compositores, entre ellos al poeta alemán y paladín de la libertad Theodor Körner, quien perpetuó su memoria en la tragedia Zriny. Basándose en ese drama trágico, el poeta croata Hugo Badalic escribió el siglo pasado el libreto para la ópera Nikola Subic Zrinski, obra del prestigioso compositor croata Ivan Zajc, que resultó la ópera más popular en Croacia hasta hoy.

Zrinski, según hemos visto, cayó defendiendo Szigeth, una fortaleza del reino de Hungría, y su bisnieto Nicolás Zrinski ensalzó y describió el heroísmo de su antepasado en un poema épico, que constituye el primer poema en la literatura húngara. Por ese motivo, en la literatura el nombre de Zrinski, aunque fue virrey de Croacia y retoño de la rancia familia noble croata de los Subic, a menudo viene escrito en la versión húngara de Zriny y se lo toma por húngaro como si el antiguo reino de Hungría y Croacia fuera el moderno Estado nacional magiar. Tales confusiones y errores se repitieron incluso con motivo de la conmemoración de 400 aniversario del sitio de Szigeth.

Zrinski, según hemos visto, cayó defendiendo Szigeth, una fortaleza del reino de Hungría, y su bisnieto Nicolás Zrinski ensalzó y describió el heroísmo de su antepasado en un poema épico, que constituye el primer poema en la literatura húngara. Por ese motivo, en la literatura el nombre de Zrinski, aunque fue virrey de Croacia y retoño de la rancia familia noble croata de los Subic, a menudo viene escrito en la versión húngara de Zriny y se lo toma por húngaro como si el antiguo reino de Hungría y Croacia fuera el moderno Estado nacional magiar. Tales confusiones y errores se repitieron incluso con motivo de la conmemoración de 400 aniversario del sitio de Szigeth

 

Por ello, al conmemorar la hazaña de Szigeth, debemos hacer lo que no puede Croacia sometida al yugo comunista. Las autoridades comunistas a causa de sus vinculaciones con Rusia y Serbia omiten conmemorar las fechas dignamente de la historia croata así como del mundo occidental, y aún más mediante una falsa retórica nacionalista se trata de encubrir la aversión principista hacia el universalismo del Occidente cristiano cuando armonizarían los intereses generales y nacionales. Nicolás Subic Zrinski, "Leónidas de la Cristiandad" fue a la vez "Leónidas croata", como se lo llamaba en la historiografía nacional en la época del romanticismo europeo, si bien el alcance de su sacrificio con ello quedó reducido. En ese clima, la gloria del héroe de Szigeth fue en la historiografía nacional superada por sus tataranietos Pedro y Nicolás, y especialmente por el primero, decapitado en 1671 en Wiener Neustadt como jefe de los nobles conjurados de Croacia, Hungría y Estiria contra las tendencias centralizadoras de la corte vienesa.[5] Con todo, el héroe de Szigeth sigue formando parte integrante de la tradición nacional croata, motivo del orgullo nacional. Simboliza la victoriosa resistencia nacional y occidental contra el conquistador otomano. Como tal es uno de los raros hijos de pequeña Croacia que con honor entró en la historia universal y que recuerda a los olvidadizos que Croacia también fue un defensor meritorio del mundo occidental y que con justa razón el Papa León X confirió también a Croacia el título honorífico de "scutum saldissimum ac antemurale Christianitatis".

La heroica defensa de Szigeth por ex ban de Croacia

La causa o, más bien, el pretexto de la decimotercera y última campaña bélica de Solimán el Magnífico, que terminó con su muerte durante el asedio de Szigeth, ha sido la muerte del rey y emperador Fernando I, a quien sucedió su hijo Maximiliano I. Fernando en 1562 había estipulado el armisticio con Solimán. Muerto Fernando, Solimán sostenía que la paz y sus condiciones debían ser renovadas por el nuevo gobernante de Hungría y Croacia. Un incidente en Transilvania sirvió al belicoso emperador turco como pretexto para romper las gestiones de la paz e iniciar una nueva campaña, lo que constituye, desde el punto de vista de los encuentros y conflictos entre el gran imperio islámico y la Cristiandad occidental, uno de los más notables episodios en los tenaces e inútiles esfuerzos de los turcos, herederos de Bizancio, por expandirse en el área del Occidente cristiano.

Esos infructuosos esfuerzos, en opinión de Toynbee, han sido la causa principal del quebranto del poderío turco. En rigor, trátase de la lucha entre la Casa de Austria y los sultanes otomanos en los siglos XVI y XVII por la posesión de Hungría y Croacia, obstáculos para la penetración otomana hacia Austria, Italia y Alemania.

Ya antes el reino de Hungría, llamado así brevitatis causa, que debería llamarse el reino húngaro-croata, fue durante el siglo XV el blanco principal de las embestidas turcas contra el Occidente cristiano. Los ejércitos de los revoltosos señores feudales de Hungría sucumbieron por fin en la batalla de Mohaez en 1526. En esa batalla cayó incluso el rey húngaro-croata Luis II Jagelon sin dejar herederos. Tuvo que sucederle en el trono de Croacia y Hungría Fernando, hermano de Carlos V, en virtud de su casamiento con María, nieta de los Reyes Católicos y hermana de Carlos V y Fernando I. Existió un acuerdo familiar sobre la sucesión. En el caso de morir Luis II sin descendientes tenía que subir al trono de Hungría-Croacia Fernando, archiduque austríaco e infante español, hermano de Carlos y María reina de Hungría y Croacia, entonces ya rey de Bohemia y luego al morir Carlos V, también emperador romano-germánico

Sin embargo, para que dicho acuerdo cobrara vigencia, se necesitaba el consentimiento de las Dietas de los estamentos de Croacia y Hungría que, según la vieja constitución cada una tuvo derecho a elegir a su propio rey. Por otra parte, en Hungría había un fuerte partido nacional (¡ya entonces!), que se oponía a la elección de un monarca extranjero. De modo que un noble húngaro Juan Zapolya (duque de Transilvania) fue proclamado rey por la mayoría de la Dieta húngara.

En cambio, en Croacia, que todavía en vida de Luis II, dada su ubicación en el sureste de las "tierras hereditarias" austríacas, recibía la ayuda militar de los Habsburgo, predominó el partido favorable a Fernando. El día del Año Nuevo de 1527 los estamentos croatas, congregados en Cetin, eligieron como rey de Dalmacia y Croacia a Fernando. Pero los nobles de la Provincia de Eslavonia, que forma la parte meridional de la gran llanura panónica, adhirió a Zapolya, que tenía sus posesiones también en Croacia y era descendiente de croatas.

De esa manera Croacia, una parte de Hungría, en forma separada, reconocieron por rey a Fernando, mientras que Transilvania, la mayor parte de Hungría y una provincia de Croacia reconocieron como rey a Juan Zapolva. Este, a fin de oponerse a Fernando, respaldado por el Imperio romano- germánico y por España, reconoció el poder supremo de los turcos. Todo eso originó una larga lucha que se prolongó durante el reinado de Fernando I (1527-1564) y que servirá de pretexto a los turcos para invadir a Hungría, defendiendo presuntamente los intereses de su protegido Zapolva. Y de hecho, aprovechando la división de los señores feudales húngaros. Recién en las postrimerías de su reinado Fernando obtendrá el poder efectivo sobre Transilvania y la parte de Hungría que reconocía la autoridad de Zanolva. En ese trámite desempeñara un papel decisivo el famoso fray Jorge Martinuzzi (en realidad Jorge Utisinovic, un croata más que en los textos figura como húngaro), según algunos el más grande estadista húngaro de todos los tiempos, cardenal de la Iglesia católica por recomendación de Carlos V, quien incesantemente estimulaba a su hermano Fernando a reconciliarse con Zapolva y de esa manera poder concentrar las fuerzas cristianas en la lucha contra los turcos.

No obstante, una parte de los magiares, enfrentados entre dos imperios, nunca renunciará completamente a la idea de hacer paces con los turcos con el propósito de reducir sus pérdidas y luego, cuando una parte notable de los magiares abrazó el calvinismo, con el fin de resistir la influencia de los reyes de la Casa de Austria, quienes, además, de acuerdo con las necesidades y el espíritu de la época, trataron de restringir el poder de la nobleza feudal fortaleciendo el poder central y de formar un ejército estable que fuera capaz de combatir a las tropas turcas y de modo especial a las temibles unidades de jenízaros. Esa tropa turca era muy superior a los ejércitos más bien improvisados de los señores feudales.

Maximiliano 1 (1564-1576), sucesor de Fernando, ya en vida de su padre había sido coronado rey de Hungría y Croacia. En aquel entonces Hungría estaba dividida en tres partes: una en poder de los Habsburgo, otra de Zapolya y la porción mayor con la capital de Buda se hallaba en poder de los turcos.

En la solemne ceremonia de la coronación estaban presentes también los grandes de Croacia con sus séquitos (banderii), en total 3.000 ecuestres ricamente equipados, capitaneados precisamente por Nicolás Zrinski con sus 168 caballeros, flor y nata de aquella tropa. Según una descripción de la época, llevaban casco y en el pecho la coraza, y sus armas eran lanza y espada, y a veces hacha de ancha hoja.

Durante la coronación Nicolás Zrinski llevaba la manzana de oro con la cruz, y su hijo Jorge la bandera del Reino de Dalmacia, Ladislao Banic la bandera del Reino de Croacia, Esteban Dobo la de Eslavonia y el príncipe Nicolás Frankopan de Trzic la bandera del Reino de Bosnia.

En esa ocasión Maximiliano confirmó a Zrinski en el cargo de capitán general de toda la Hungría de la orilla derecha del Danubio que le fuera asignado por el rey Fernando todavía el 28 de mayo de 1563.[6] En la parte restante la función de capitán general la desempeñaba Nadazdi.

Maximiliano se casó con su prima María, hija de Carlos V y hermana de Felipe II. Durante tres años reemplazó a Carlos V en España gobernando con prudencia y resolución. Siendo infante de España en caso de morir Felipe II sin herederos, pudo aspirar al trono español.

La preocupación del nuevo rey de Hungría y Croacia era si mantendría la paz con los turcos, convenida por su padre en 1562 con la obligación de pagar tributo que llamaban "regalo". Los turcos, de acuerdo a su costumbre, consideraban que muerto Fernando, la paz estipulada perdía su vigor. Por ello intimaron a Maximiliano a pagar el tributo atrasado y renovar el acuerdo de paz. Maximiliano convocó en Viena el consejo de los grandes, entre los que figuraba Zrinski, quien sostenía la opinión de proseguir la guerra por la liberación de las regiones húngaras y croatas, ocupadas por los turcos. No obstante, prevaleció la corriente favorable a la paz, tanto más cuanto que Solimán el Magnífico hizo ofertas en tal sentido. Maximiliano envió a Constantinopla regalos, es decir, el tributo atrasado. Sin embargo, el duque de Transilvania, Juan Sigismundo, hijo de Juan Zapolva y protegido turco, atacó las partes de Hungría que estaban en poder de Maximiliano. Su agresión fue repelida y, además, tomada su ciudad de Tokay. Solimán, que ya había aprobado el nuevo acuerdo de paz por ocho años, al enterarse de la caída de Tokay, anuló el acuerdo y ordenó a los comandantes fronterizos irrumpir en Croacia y Hungría. En el frente croata, los otomanos conquistaron la fortaleza de Krupa, posesión de los Zrinski. Por otra parte, el ban (prorex) de Croacia, conde Pedro Erdödi, derrotó al ejército del bajá de Bosnia.

Pese a todo, había perspectivas para la paz. En eso murió el gran visir Alí-bajá y su función la asumió el 28/6/1565 el belicoso Mohamed bajá Sokobi, uno de los más grandes estadistas y militares turcos, emparentado con tres sultanes, quien hasta su muerte violenta (fue muerto por un fanático el 11/10/1579) gobernaba con mano firme el Imperio turco. Con anterioridad, al morir Hairedin Barbarossa, fue también comandante de la armada turca (1546-53). El combativo Mohamed Sokobi rechazó de plano la idea de paz. Además, el sultán Solimán ansiaba vengar su fracasado asedio de Malta del año anterior. Por eso el 21/10/1565 escribe a su vasallo Juan Sigismundo, que el verano próximo acudirá a su ayuda con tantas fuerzas "que los favores que te hemos prometido brillarán más que el sol por todo el mundo y ese hecho se recordará hasta el fin del mundo y hasta el juicio final".[7]

A Maximiliano no le quedaba otra salida que reunir apresuradamente ejército y dinero. La Dieta germánica le votó una ayuda extraordinaria de veinticuatro Römermonaten y ocho por cada año subsiguiente. Se hablaba de 20.000 infantes y 4.000 de caballería. Felipe II contribuyó con importante ayuda en hombres y dinero, unos 6.000 tercios y 10.000 escudos mensuales y un aporte extraordinario de 300.000 escudos.[8]

Según las fuentes húngaro-croatas y austríacas, en la Dieta húngara los nobles habían aprobado un impuesto excepcional de dos florines de plata por cada familia de sus súbditos y el reclutamiento general. El Papa contribuyó con 50.000 ducados. Aparte de los soldados alemanes y españoles, de Bohemia acudieron 7.000 caballeros. 5.400 de las "tierras hereditarias" de Austria y 3.500 caballeros húngaros. Duc de Guise trajo de Francia a 100 caballeros, el duque de Ferrara llegó de Italia con 800 caballeros, el duque de Florencia con 3.000 infantes, el duque de Saboya con 400 soldados. Con el dinero del Papa se organizaron 2.000 infantes. De ese modo Maximiliano pudo contar con 40.000 soldados, mitad de caballería, mitad de infantería. Además, las fortalezas principales fueron dotadas de guarniciones reforzadas y en Croacia se organizaron tropas para acciones diversionistas. Zrinski, capitán de Szigeth, reunió unos 2.000 combatientes, entre ellos varios nobles croatas.[9]

Si bien Maximiliano contaba con la ayuda de gran parte de la Europa cristiana, sus perspectivas no eran buenas, ni mucho menos, frente a unos 300.000 soldados de Solimán el Magnífico, la tropa más impresionante que él llevara en cualquiera de sus doce campañas anteriores. Según fuentes francesas, el sultán se puso en marcha "con una cantidad tal de artillería y de toda clase de municiones, que es algo espantable".[10]

Solimán, envejecido y debilitado a tal punto que no pudo montar, salió de Constantinopla a fines de abril. Llegó a Zemun, linde de Hungría y Croacia, en la segunda quincena de junio. Aquí lo esperó con obsequios espléndidos Juan Sigismundo Zapolya. El problema principal era cruzar el Danubio en Croacia, es decir, cerca de Vukovar y el río Drava cerca de Osijek, y pasar una serie de fortalezas que mediaban entre el sultán y Maximiliano.

Solimán pensaba asaltar primero la fortaleza Jegar, más al Norte, pero le llegó la noticia de que Nicolás Zrinski había derrotado a un contingente turco cerca de Siklos en la Hungría meridional. Por ello decidió sitiar Szigeth. Aquí importaban también el viejo rencor y odio a Zrinski, que desafió varias veces a los turcos y dio muerte a su protegido Kazianer, ex comandante de las tropas auxiliares austríacas en Croacia, que había desertado traicionando a Fernando. Por la crecida del río Drava el ejército turco llegó a Szigeth recién el 1 de agosto y Solimán el día 6. Allí se congregó el grueso del ejército turco de 100 a 200.000 soldados escogidos con gran cantidad de artillería y otras máquinas bélicas.

Acerca del asedio de Szigeth existen numerosos informes y el más importante es el de Fernando Crnko, familiar de Zrinski, que se salvó tras la heroica resistencia con el noble croata Gaspar Alapic, luego ban de Croacia. Crnko describió la defensa de Szigeth en croata y en escritura glagolítica.[11] Su manuscrito lo tradujo al latín el esloveno Samuel Budia y lo publicó en Viena en 1568 con el título "Historia Sigethi, totius Sclavoniae fortissimi propugnaculi".[12]

Mucho más tarde fue hallado y publicado el texto original croata[13] que nos servirá como fuente principal de nuestro trabajo.

En aquel entonces Szigeth estaba dividida en tres partes: la parte nueva, la vieja y la ciudadela. La fortaleza se hallaba en las marismas del riachuelo Almash (Szigeth en húngaro quiere decir isla). La parte nueva y vieja estaban separadas por un corto puente. Sus fortificaciones eran de madera y terraplenes. La defensa principal la constituyeron los pantanos. Únicamente la ciudadela, unida por un largo puente con la parte vieja, tenía mejores fortificaciones y una torre de piedra.

Zrinski proveyó a Szigeth con víveres en abundancia. Al acercarse los turcos, con nutrida artillería, conducidos por Solimán el Magnífico y el gran visir Mohamed bajá Sokolovic, la guarnición de unos 2.500 hombres juró a Zrinski luchar hasta el fin. Antes que ellos Zrinski juró en los términos siguientes:

"Yo, el príncipe Nicolás Zrinski, prometo en primer lugar al Dios todopoderoso, luego a Su Majestad, nuestro ilustrísimo monarca y a nuestra desdichada patria y a vosotros caballeros, no abandonarlos nunca sino vivir y morir con vosotros, compartiendo lo bueno y lo malo. Que Dios me ayude".

El asedio, iniciado el 7 de agosto de 1566, duró un mes entero. El barrio nuevo no estuvo bien fortificado, de modo que Zrinski lo abandonó y quemó ya dos días después. Doce días después, el 19 de agosto, los turcos se apoderaron de la parte vieja de la fortaleza y en esta ocasión cayeron muchos defensores por cuanto no pudieron refugiarse a tiempo en la ciudadela. Cayeron también varios miles de turcos. Días antes Zrinski había despachado un mensajero al rey y emperador Maximiliano, cuya ayuda en vano esperaba, comunicándole "que al verse en el aprieto, abandonará la parte vieja y se retirará a la ciudadela para resistir allí hasta el último hombre".

La lucha por la ciudadela resultó muy encarnizada y con grandes bajas turcas. El gran visir Sokolovic trató de ganar a Zrinski prometiéndole que el sultán reconocería su autoridad sobre la Croacia entera. No era una promesa ilusoria si se tiene en cuenta el precedente del rey húngaro y duque de Erdelj Juan Zapolia y de su hijo Sigismundo, reconocidos y protegidos por los turcos contra Fernando I. Zrinski, sin embargo, rechazó con altivez el ofrecimiento turco.

Otra prueba que experimentó Zrinski fue mucho más penosa. Los turcos habían hecho prisionero al joven trompetista del séquito de Jorge Zrinski, hijo mayor del ex ban Nicolás. Le mandaron la trompeta y exigían la entrega de la fortaleza, ya que en caso contrario darían muerte a su hijo. Zrinski, a pesar que tenía sobradas razones de cuidar que su linaje no se extinguiera, resistió también a esta prueba. Este ejemplo de abnegación figura entre los episodios más gloriosos de la historia militar y precede el conocido gesto posterior del defensor del Alcázar de Toledo en la guerra civil española.

Los turcos entonces trataron de quebrar la moral de los defensores lanzando mediante flechas cartas invitándolos a no perder la vida en balde, a entregarse y en este caso serían regiamente premiados por el gran visir. Empero, los defensores permanecieron fieles a su deber.

Al mismo tiempo, los turcos cañonearon con fuego incesante y graneado durante varios días el reducto, perforando en varios puntos sus fortificaciones. El 26 de agosto lanzaron un poderoso asalto, repelido por los defensores, que capturaron dos banderas de guerra turcas. En dicho asalto cayó el gobernador de Egipto Alí bajá y Aliportuk, comandante de la artillería turca.

Otro asalto más impetuoso aún sobrevino tres días después. El mismo sultán Solimán, ya moribundo, hizo la revista de sus tropas. La lucha duró del amanecer al anochecer. Los defensores aguantaron e hicieron prisionero al capitán de los jenízaros.

Los turcos entonces empezaron a minar el bastión más sólido, denominado "el monte" y el 2 de septiembre lo volaron. Zrinski rechazó una vez más a los turcos, pero estalló el incendio obligándolo a ceder una parte de la ciudadela con la población sobreviviente y retirarse al reducto de piedra. Solimán murió el 4 de septiembre, mas el gran visir Sokolovic ocultó su muerte. Incluso, un día después, durante el asalto del 5 de septiembre, colocó el cadáver del sultán al lado de la ventana de la tienda como si observara el ataque de sus tropas. El prudente y astuto Sokolovic informó de la muerte del sultán únicamente a su suegro, el futuro Selim II, para que asumiera sin obstáculos la herencia.

A Zrinski le quedaron sólo 500 soldados. Cuando los turcos, el 7 de septiembre repitieron sus ataques procurando incendiar el resto de la fortaleza, Zrinski prefirió salir y contraatacar que morir quemado con la ciudadela. Sobre esta proeza su fiel secretario Crnko relata pormenores sumamente interesantes que contribuyen a comprender la personalidad de ese altivo y valiente grande de Croacia.

Primero echó al fuego el tesoro y los objetos de valor de sus aposentos. Luego se puso el traje más reluciente. En la cabeza el penacho con plumas de garza y las piedras preciosas. En la cintura la pistola, la espada y el escudo en la mano. En el forro de su dolmen mandó coser 100 ducados como botín para el turco que se apoderase de su cuerpo.

Tampoco se olvidó de las llaves de la ciudad, que el heroico defensor quiso conservar hasta la muerte. En el patio reunió a los defensores. Junto a la puerta colocó un cañón cargado. Al final alentó a la guarnición recordándole que todos deben morir en aras de la santa fe de Cristo, del rey y de la patria. Cuando todos juraron luchar hasta la muerte, Zrinski ordenó que se abriera la puerta de la ciudadela y disparara el cañón contra los turcos que asaltaban en densas filas. En medio del boquete producido irrumpió Zrinski al frente de sus combatientes. El abanderado era el joven noble croata Juranic. Zrinski abatió con su pistola a uno de los comandantes turcos y con su espada decapitó a varios soldados enemigos. Los turcos le gritaron que se entregase y no perdiera la cabeza en vano. Por último cayó herido de bala turca en la cabeza. En torno a él se libró un combate cruento en el que murieron casi todos sus soldados. Aún vivo, fue llevado ante un oficial de los jenízaros, quien ordenó se le cortara la cabeza sobre el famoso cañón de Kazianer. Era una venganza simbólica por la muerte que oportunamente dio Zrinski al traidor y el protegido turco Kazianer.

Cuando los atacantes irrumpieron en masa al bastión para saquearlo, explotó el polvorín en la torre de piedra y causó la muerte de varios miles de turcos.

Un puñado de los defensores sobrevivientes fue hecho prisionero y más tarde rescatado, entre ellos Gaspar Alapic, sobrino de Zrinski, y luego ban de Croacia (1574-1577) y el mencionado Francisco Crnko, quien relató el asedio de Szigeth.

Sokolovic colocó la cabeza de Zrinski sobre una lanza, que durante dos días se hallaba frente a la tienda del sultán. Luego mandó la cabeza a su hermano Mustafá, bajá de Buda, y éste al conde Salmo, comandante del ejército imperial. Jorge, hijo de Nicolás Zrinski, sepultó luego la cabeza de su padre en el panteón familiar en la iglesia paulista de Santa Elena de Kakovec, residencia de los Zrinski.

Los turcos perdieron ante Szigeth 18.000 infantes y 7.000 jenízaros. El poderoso ejército otomano regresó saqueando las tierras croatas por donde pasaba y el 24 de octubre se unió en Belgrado con Selim II, quien entretanto había asumido el poder supremo sin oposición alguna, gracias precisamente a la habilidad de su yerno el gran visir Mohamed bajá Sokolovic.

Durante el asedio de Szigeth el ejército imperial de más de 40.000 caballeros procedentes del Occidente cristiano permaneció totalmente inactivo. En vano proponían los grandes húngaros y croatas que fuera atacada Ostrogon, que se hallaba en poder de los turcos y de ese modo se desviara a las fuerzas de Solimán de Szigeth. Las fuentes contemporáneas húngaras insinúan que el temor de los alemanes era tan grande que ni saber quisieron de una acción tan peligrosa. Antun Vramec, cronista croata y canónigo de Zagreb que se hallaba en el cuartel imperial, escribió a su hermano: "Nosotros malgastamos el tiempo aquí en el campamento cerca de Komoran en la espera de no sé qué oportunidad". El 22 de octubre, cuando ya no había duda que el peligro turco había pasado, se disolvió el ejército cristiano.

Únicamente en Croacia se efectuaron acciones diversionistas, que detuvieron y dispersaron importantes contingentes turcos que marchaban a unirse con el grueso del ejército. Cerca de Novigrad sobre el río Una, en la entonces Croacia turca, actualmente Bosnia, se libró una importante batalla entre las tropas del comandante de Pozega y Hlivno por un lado y las fuerzas del ban croata Pedro Erdödi y del archiduque Carlos, tío del rey y emperador Maximiliano, por la otra parte. Los cristianos lograron una espléndida victoria y se apoderaron de gran botín. Esta buena nueva cundió entre los cristianos como cierto consuelo ante la pérdida de Szigeth y la muerte de sus sacrificados defensores.[14]

El héroe de Szigeth en la literatura y la tradición de Croacia

La hazaña heroica de los defensores de Szigeth, tuvo gran repercusión no sólo en su tiempo, pues se convirtió en el motivo predilecto de la poesía popular y de la literatura croata en los siglos sucesivos. El héroe de Szigeth es uno de los principales protagonistas de la poesía popular épica croata del llamado cielo de los banes, en el que se ensalzan y glorifican las proezas de Zrinski y de sus coetáneos, particularmente las del ban Ivan Karlovic.

En la literatura croata tenemos toda una serie de Zriniades, es decir, de obras cuyo motivo principal es Zrinski héroe de Szigeth. La primera sería el poema titulado "La toma de Szigeth" de Bernardo Karnarutic, noble de Zadar y ex "duque" de la caballería croata en servicio de la República de Venecia.[15](nota 15) Este poema fue escrito inmediatamente después de la caída de Szigeth según el relato de Francisco Crnko y publicado en 1584. Siendo coetáneo Karnarutic relata también otros pormenores de interés. Así subraya la participación de los croatas en la corte de Zrinski en Szigeth: "Los croatas fueron el honor de su corte". El poeta igual que sus contemporáneos considera que la invasión turca era el castigo de Dios por los pecados cometidos. En su poema, al pronunciar Zrinski su último discurso antes de salir del fortín, se refiere a la grave situación imperante en la Iglesia debido al cisma (la Reforma). Únicamente si las autoridades estatales se someten a la Iglesia, el poderío turco será rechazado. Alude incluso a la alianza de la Francia católica con los turcos y manifiesta que por ello en Francia no hay dicha ni alegría, sino "peste, hambre y combate".

En 1661 el poema épico de Karnarutic fue editado por Pedro Fodroci en Zagreb, con la ortografía usada por los croatas del dialecto Kai.

El poeta dedicó su obra a Jorge Zrinski, hijo del héroe de Szigeth. Es la primera entre las dedicatorias de tantas obras literarias y científicas en honor del descendiente de una distinguida familia noble que a raíz de la gloria de los defensores de Szigeth se convirtió en la parte integrante de la epopeya cristiana en la lucha secular contra los otomanos.

El mismo Jorge Zrinski fue un hombre muy instruido. Así, por ejemplo, Ivan Pergosic, notario y juez del comitatus zagrabiense, dedicó a Jorge Zrinski la versión croata de la renombrada obra jurídica Decretum Tripartitum del jurista húngaro Verbözy, escrita en latín.[16]

Domingo Zlataric (1555-1610) de Dubrovnik, uno de los poetas más notables de su tiempo, publicó en 1608 en Venecia una colección de traducciones y de sus poesías originales en la lujosa edición de Aldo Minuzzi. La dedicó, y particularmente la traducción de Electra,[17] al príncipe Jorge Zrinski. De Electra dice que la tradujo del griego "en honor del idioma croata". Le agradece a Zrinski por haber tomado a su servicio a su hermano Miguel en calidad de oficial. Zrinski agradeció por escrito a Zlataric rogándole le enviara también sus demás obras.

El polígrafo croata Pablo Ritter Vitezovic, escritor que formuló el programa nacional, publicó en 1684 la obra poética Odiljenje Sigetsko.[18] Este libro sobre la tragedia de Szigeth surgió bajo el impacto de Opsida Sigetska, obra de Petar Zrinski, bisnieto del héroe de Siget, y su manuscrito se guarda en la biblioteca de la Corte de Viena.[19] Es el primer intento de Pedro de traducir al croata el poema épico Adrianskoga mora sirena (Sirena del Mar Adriático), publicado en húngaro por su hermano mayor Nicolás.[20] Más tarde Pedro Zrinski, introduciendo ciertas modificaciones, publicará su traducción al croata en Venecia, en una edición suntuosa.[21]

Los últimos Zrinski en la historia de Croacia

Los hermanos Pedro y Nicolás Zrinski heredaron de su antepasado, héroe de Szigeth, grandes posesiones en Medjimurje, región poblada por los croatas y perteneciente a la diócesis de Zagreb, pero formaba parte del comitatus húngaro de Zalad. Al morir su padre Jorge, siendo nobles croata húngaros fueron educados por el célebre representante de la Contrareforma húngara el arzobispo Pedro Pazmany. Cursaron sus estudios en el colegio jesuita de Trnava (hoy en Eslovaquia) y como alumnos distinguidos fueron recibidos en Roma por el Papa Urbano VIII.

La formación intelectual de Nicolás se refleja en su poema cuando dice, igual que antes Karnarutic, que la invasión turca es la secuela de la ira divina contra los húngaros, quienes, en número considerable, se pasaron al protestantismo. Dios dejó que los poderes infernales incitaran al sultán a la guerra, en que cayó Szigeth, pero también murió Solimán por mérito de Zrinski, quien fue llevado al cielo por los ángeles. El hecho de que Nicolás, nieto del defensor de Szigeth, aunque ban de Croacia y de sentirse croata, haya sido autor del primer poema épico húngaro, fue aprovechado por la historiografía nacionalista magiar para presentar al héroe de Szigeth y sus nietos exclusivamente como patriotas magiares. En parte se sostuvo igual tesis durante los actos conmemorativos del cuarto centenario del sitio de Szigeth, organizados en Hungría.

No valdría ni la pena referirse a ese detalle si no existiera la práctica generalizada en la historiografía europea de presentar y tratar al reino húngaro-croata exclusivamente como húngaro, de modo que se silencia totalmente la participación de Croacia en esta unión de 1102-1527 y luego en la comunidad con Austria (1527-1918). Durante todo ese largo período Croacia y Hungría fueron dos reinos distintos, cada uno con su propia administración interna y sus dietas y leyes, pero colaborando estrechamente en la defensa de los intereses comunes. Recién después bajo el impacto de las tendencias nacionalistas modernas en Hungría se propende a presentar "a las tierras de la corona de San Esteban", inclusive a Croacia, como parte integrante del Estado nacional magiar, aunque se trataba de un territorio étnicamente heterogéneo donde los magiares constituían apenas la mitad de la población. Esta tendencia nacionalista provocó la crisis política de 1848, que culminó en 1918 con la desintegración de la monarquía danubiana de los Habsburgo.

En la época moderna de los movimientos nacionales los hermanos Nicolás y Pedro Zrinski fueron glorificados por los croatas como héroes nacionales a causa de su enconada defensa de los derechos constitucionales de la Croacia feudal contra las tendencias centralizadoras de la corte vienesa. El afán comprensible de los monarcas de la Casa de Austria, conteste con el proceso general europeo, a fortalecer el poder central, tuvo un aspecto negativo, puesto que en una comunidad típicamente multinacional se trató de conseguirlo mediante el predominio del elemento austríaco-germano. Para los croatas, los húngaros, los checos y otros pueblos de la monarquía de los Habsburgo tales intentos sabían a la pérdida de la condición estatal y la germanización. De esa manera tenemos un fenómeno paradojal, o sea que los señores feudales al defender los intereses de los estamentos contra la introducción de reformas, propugnadas especialmente por el absolutismo ilustrado, actuaron como paladines de la oposición nacional, si bien como exponentes del antiguo régimen no les atraía mucho la moderna idea nacional.

Nicolás y Pedro Zrinski, bisnietos del héroe de Szigeth, se destacaron en la segunda mitad del siglo XVII como jefes de la resistencia de la nobleza croata, así como de la húngara y en parte austríaca a las tendencias centralistas de la dinastía. Cuando Nicolás Zrinski, virrey de Croacia, murió accidentalmente en una cacería (1664), lo sucedió como virrey y como jefe de la resistencia su hermano Pedro. Este se distinguió en las guerras contra los otomanos, pero como diplomático y político era inferior a su hermano. Los conjurados contaron con las buenas promesas de Luis XIV, y las de la República de Venecia y se esforzaron por obtener el apoyo de Polonia. Cuando, por un concurso de circunstancias, fallaron todas las promesas dadas, Pedro Zrinski inició negociaciones con los turcos, pero fue denunciado, traicionado, condenado a muerte y decapitado junto con su cuñado el príncipe Cristóbal Frankopan en 1671 en Wiener Neustadt, pese a la intervención de varios monarcas y del mismo Papa. Este fue el fin del poderío de la rancia nobleza croata y el comienzo de la creciente dependencia de la corte de Viena.

El recuerdo de Pedro Zrinski se convirtió en culto nacional en la segunda mitad del siglo pasado cuando la resistencia croata al predominio de Austria y Hungría se fundaba en la reivindicación de los derechos históricos del reino de Croacia. A dicho culto contribuyó grandemente el talentoso novelista croata Eugenio Kumicic, quien en 1892 publicó la novela histórica croata La conjuración, impregnada de fuerte tendencia nacionalista y con dramática descripción de la lucha y los sufrimientos de Pedro Zrinski y Francisco Cristóbal Frankopan, éste último retoño de una linajuda familia croata y poeta.

Tampoco se extinguió el culto de los héroes de Szigeth. En la época del romanticismo europeo el escritor y patriota alemán Theodor Körner compuso la tragedia Zriny que tuvo gran éxito. Esta obra alentó al poeta croata Hugo Badalic para escribir el libreto de la ópera "Nicolás Subic Zrinski" obra del entonces máximo compositor croata Nicolás de Zajc. Dicha ópera fue presentada por primera vez y con estruendoso éxito en 1879, siempre figuro en el repertorio, fue dada centenares de veces mereciendo ovaciones entusiastas del auditorio. Durante la opresión extranjera, la glorificación de los héroes de Szigeth infunde orgullo y fe nacional.

Esos hechos, someramente consignados, que testimonian la íntima unión de la familia de Zrinski con el proceso nacional croata, hacen ocioso refutar la tesis que presenta a los Zrinski como héroes nacionales magiares. Su participación en las empresas conjuntas de Croacia y Hungría, dos "reinos hermanos" como se decía entonces, no puede interpretarse en el marco de las concepciones nacionalistas croatas y mucho menos húngaras.

Aún en vida de Pedro Zrinski publicó Vladislav Mincetic, hijo de una de las más rancias familias de Dubrovnik, el poema "El clarín croata" en honor del ban Pedro, renombrado héroe en las luchas contra los turcos.[22]

Mientras Juan Gundulic (1588-1638), máximo poeta de Dubrovnik y anterior a Mincetic, en su gran poema épico Osman vincula las esperanzas de liberación de los países cristianos del dominio turco con el príncipe polaco Vladislao, a los ojos de Mincetic el protagonista de esta lucha es el ban (prorex) de Croacia, Pedro Zrinski, quien en viaje a Boka Kotorska visitó en 1654 Dubrovnik. Mincetic glorifica a Pedro como descendiente de gloriosos antepasados, que fueron "la cima de todos los banes" y llevan "la sangre de alta alcurnia". Pedro es la "estrella del norte" que liberará a las tierras croatas. La medialuna turca retrocederá ante el sol de Zrinski y entonces la gloria de este Apolo croata será cantada por las voces de la sirena adriática. De Pedro dice que "de nombre es el ban, pero rey de hecho".

            Encima de todos los honores de este mundo

            En tu obra trasciende y vive

            El espíritu del pueblo croata.

Mincetic, como los demás croatas de su época, tiene clara conciencia de que Croacia es uno de los países que con justa razón llevan el título honorífico de la "muralla de la Cristiandad". Por eso canta:

            En la ola de la esclavitud

            Ya se hubiera anegado Italia

            De no rebotar el mar otomano

            contra las heroicas playas de Croacia.

Ya hemos aludido a la correspondencia que intercambiaron el poeta croata Domingo Zlataric y el príncipe Jorge Zrinski, hijo del héroe de Szigeth. Jorge, entre otras cosas, le da gracias a Zlataric por los servicios dispensados a su pariente Pedro Subic Peranski, quien retuvo el viejo apellido familiar de los Zrinski, otrora Subic, pues el apellido Zrinski los Subic lo adoptaron recién en el siglo XIV según la fortaleza de Zrin, entonces situada en la Croacia del norte y hoy en la frontera croata-bosníaca. Los Subic-Zrinski son descendientes de la más antigua nobleza croata que se formó en base a la vigente organización tribal. En el temprano medioevo entre las doce tribus más notables croatas se mencionan los Subic. En la fase transitoria del sistema tribal al feudal los Subic reciben ya en el siglo XII como feudo hereditario el entero comitatus de Bribir, tribal hasta entonces. Con ello se convirtieron en los grandes del reino con el título de príncipes (knez, en croata). Su poderío culminó en el siglo XIV cuando el virrey (ban) Pablo Subic (murió en 1312) llegó a ser el ban hereditario de Croacia y Bosnia, en igualdad con cualquier rey de aquella época. Su papel fue decisivo en la entronización de los Angevinos napolitanos en Croacia y Hungría, con los cuales estaban emparentados. Mladen II, hijo de Pablo, chocó con los Angevinos que pretendían fortalecer el poder real en contra de la oligarquía de los grandes señores feudales. En esa lucha perdió la libertad y la fortuna. Su sobrino Jorge cedió al rey Luis X el viejo fundo familiar, la ciudad de Ostrovica en la Croacia meridional, y en retribución recibió la ciudad de Zrin, de donde el apellido Zrinski. Así fue el fundador de una poderosa familia que gradualmente y sobre todo mediante vínculos matrimoniales de sus descendientes con los príncipes Krbavski, Blagajski y Frankopan y las donaciones reales por sus méritos en los campos de batalla, acumuló gran fortuna y adquirió enorme prestigio. Aquí, indirectamente, estriba la causa de la ruina de esta familia. El temor de la corte de Viena, la envidia y la avidez por apoderarse de sus bienes motivaron la condena a la última pena de Pedro Zrinski. Esta familia dio a Croacia una pléyade de banes (virreyes) y comandantes militares. A mayor abundamiento reproducimos el árbol genealógico de los Zrinski, compuesto principalmente según el historiador croata Vjekoslav Klaic.[23] (nota 23) El triste destino que le cupo a Pedro Zrinski decapitado en Viena, despojado de sus bienes, y su mujer Catalina e hijo Ivan Antun encerrados en la cárcel donde murieron, tuvo impactos conmovedores sobre varias generaciones croatas precisamente en la época contemporánea de la formación de la conciencia nacional. Su hija Elena, casada con Rakoczy, se convirtió en la heroína nacional húngara, íntimamente ligada a la rebelión de los Rakoczy, padre e hijo, y de su segundo marido Tölöki.

Proyecciones históricas

Los hechos sobre el Leónidas de la Cristiandad y la gloria familiar de los Subic-Zrinski relatados con rigor científico en base a los resultados de la historiografía croata, poco accesible a los historiadores occidentales, podrán ser útiles en la valorización del aporte croata al esfuerzo mancomunado del mundo occidental en la defensa del peligro otomano. Además, los datos sintéticos sobre una de las familias más rancias de Croacia que desempeñó importante papel en la formación de la monarquía nacional croata en el Medioevo del siglo VII al XII, después durante la unión personal croata-húngara (1102-1526) y fue la protagonista del pensamiento estatal croata, para distinguirse bajo el cetro de los Habsburgo, hasta la trágica extinción de los Zrinski, como paladines de la defensa de la cristiandad europea y al mismo tiempo de la individualidad política croata, pueden servir como prueba de la continuidad milenaria de Croacia en su calidad de una de las más viejas naciones europeas. Con todo, Croacia, bajo el impacto de las teorías del racismo lingüístico -según la cual los pueblos del grupo idiomático eslavo, si bien de distintas e incluso opuestas tradiciones estatales y culturales, constituirían una comunidad cultural y étnica compacta-, y por los intereses mal entendidos de las democracias occidentales en su oposición al militarismo germano y al imperialismo ruso-soviético, después de la primera guerra mundial, fue anexada a Serbia, perdiendo de ese modo, tras 1200 años, los atributos de su soberanía.

Por otra parte, el sacrificio del héroe de Szigeth, ex ban de Croacia, en la defensa de la importante fortaleza de la vecina Hungría, con el fin de impedir el acceso del más poderoso sultán turco al centro del Imperio romano-germánico -que durante siglos fue el símbolo de la unidad del occidente cristiano-, puede servir como una de las pruebas más fehacientes y dramáticas de la abnegación de los croatas en la defensa del bien superior internacional, en este caso concreto la defensa de la sociedad occidental prescindiendo de las fronteras nacionales. La idea acerca de una comunidad supranacional de los pueblos europeos del Occidente en general, es lo que importa mucho más que las estériles polémicas, si el héroe de Szigeth y sus bisnietos, protagonistas destacados en la oposición de Croacia y Hungría a las tendencias centralistas de la corte vienesa, fueron croatas o húngaros, si pertenecen a la historia croata o húngara. Con justa razón se los glorifica como héroes, como se decía entonces, de ambas patrias. Su actuación sirve como prueba que no es posible escribir la historia de la cuenca central danubiana con criterio nacionalista, pues los pueblos respectivos durante siglos defendieron mancomunadamene los valores de nuestra común cultura occidental. Especialmente no se pueden aplicar criterios nacionalistas en la consideración de la historia de ocho siglos de la unión del Reino de Croacia con el Reino de Hungría.

Los héroes de Szigeth y de Wiener Neustadt, por sus concepciones y sus acciones, confirman que es viable unir el sentimiento de lealtad hacia su patria croata con el sentimiento de pertenecer a una comunidad supranacional más amplia, con los derechos y deberes pertinentes. Tal actitud interesa siempre más a los pueblos europeos en los tiempos actuales.

El héroe de Szigeth fue un intrépido defensor de su Croacia, pero, defendiendo el suelo de Hungría, al que Croacia estaba unida durante ochocientos años como reino asociado, defendió también a Croacia. Cayó en servicio del rey de Hungría y Croacia que al mismo tiempo fue emperador romano-germánico y miembro de la casa reinante en España en la época en que no se ponía el sol dentro de su imperio.

El sacrificio del descendiente del defensor de Szigeth, decapitado en Wiener Neustadt en 1671, sirve como un ejemplo de la lealtad a la patria en consonancia con el sentir del nuevo período de nuestra sociedad. Petar Zrinski, héroe croata, ban, estadista y hombre de letras, murió defendiendo los derechos constitucionales de Croacia, pues intentó proceder de acuerdo con las concepciones afines a la mentalidad de la época nacional de nuestra sociedad occidental. Para el bien de Croacia buscó ayuda fuera del marco de la monarquía de los Habsburgo, y no sólo de los reyes de Francia y Polonia, sino de los turcos contra quienes hasta ese momento combatió valientemente, siguiendo la huella de sus gloriosos antepasados. Empero, el último de los Subic-Zrinski no pudo comprometerse en ese camino hasta el último extremo. Antes de todo ha sido un caballero cristiano. Precisamente su vacilación a causa de su lealtad a la cristiandad fue la causa de su posterior intento de reconciliación con el emperador Leopoldo, quien, aplicando con todo rigor la razón del Estado, se mostró implacable y despiadado. Esa política rígida llevará en nuestro siglo al derrumbe de la monarquía de los Habsburgo. Por ello, la nueva unidad de los pueblos europeos no puede fundarse en la dominación de una o varias potencias, sino ser la expresión de los intereses, los derechos y las libertades de todas las naciones de la comunidad europea y sobre todo de los pueblos más débiles y pequeños.

Mientras el héroe de Szigeth, Nicolás Zrinski, en su calidad de Leónidas de la Cristiandad fue tan decidido e inconmovible que arriesgó no sólo su vida sino al propio hijo y con ello la eventual extinción de su familia, su bisnieto ban Pedro -según queda dicho- fue el hombre de la época moderna. El entiende y venera el sacrificio de sus gloriosos antepasados, pero no se olvida que en la tragedia hubo dos protagonistas: por el lado cristiano su ilustre bisabuelo y por el lado turco el gran visir Mohamed bajá Sokobi Sokolovic, croata de nacimiento. El asedio de Szigeth, pues, de acuerdo a sus protagonistas, simboliza la tragedia de la Croacia entera, dividida entonces en parte cristiana y parte islámica. Contra la Croacia cristiana no pelearon solamente los turcos, llegados de Asia y Tracia, sino principalmente los croatas islamizados de Bosnia que todavía hoy constituyen la mayoría croata en esa Provincia, en cuya capital, Sarajevo, fue disparado en 1914 el primer tiro de la primera guerra mundial. Cuando Pedro Zrinski envió a su confidente a negociar con la Sublime Puerta, sabía que allí iba a encontrar en la corte del sultán a altos funcionarios de ascendencia croata con una viva conciencia de su origen étnico. Con ellos el enviado de Pedro trató en idioma croata.

En el ardor de la lucha más encarnizada entre la cruz y la medialuna en el frente que atravesaba en parte por el centro del territorio nacional croata, los croatas vivían ese conflicto con mayor intensidad que los demás pueblos occidentales. De ahí que entre los contrincantes croatas nunca hubo odio, sino más bien una emulación caballeresca en la defensa del ideal respectivo. Los conflictos trágicos entre los croatas al servicio de concepciones contrapuestas constituyen la parte del drama general de la humanidad, expresado en los encuentros y conflictos de diferentes civilizaciones. Aunque la tradición básica de Croacia es netamente occidental, la nutrida minoría islámica croata sirvió como estímulo para superar con el tiempo los contrastes entre el Islam y el Occidente cristiano. Los croatas católicos y musulmanes, fieles a sus ideales, mientras luchaban y se sacrificaban para su propia identidad espiritual, sabían que eran hijos de la misma patria, del mismo Creador e integrantes del mismo género humano. La mayor parte de la Bosnia actual figuraba en los mapas geográficos de la época de los Zrinski como "la Croacia turca", vale decir como parte de la monarquía nacional croata que cayó en poder del imperio otomano. Por otra parte, los musulmanes croatas lograron preservar en el imperio turco ciertas formas de autonomía política. La vieja nobleza territorial croata que por un concurso de circunstancias abrazó el islam, logró conservar sus derechos como la única nobleza hereditaria territorial del imperio turco que no conocía el sistema feudal en el sentido occidental. Los croatas musulmanes fueron en ese aspecto la excepción.[24]

Por consiguiente, el intento del último Zrinski de negociar con sus connacionales del lado turco, fue incomprensible para sus implacables jueces austríacos, a los que ni el recuerdo del héroe de Szigeth pudo conmover para considerar con mayor benevolencia las nuevas tendencias nacionalistas que estaban en sus albores. Más tarde la misma monarquía de los Habsburgo adoptará a sabiendas la política de coexistencia con el imperio otomano, incluso serán aliados en la primera guerra mundial y tras la derrota, ambos imperios serán desmembrados. El último Zrinski, rememorado por los croatas como mártir de Wiener Neustadt, como paladín de la soberanía croata y de la unidad nacional sin distingo de credo religioso, digno de su bisabuelo, el héroe de Szigeth, fue en sentido lato el precursor del acercamiento del mundo islámico y el cristiano dentro del pensamiento ecuménico contemporáneo.

 

 



[1] Fernand Braudel, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, México-Buenos Aires, 1953, II, p. 281.

[2] Ibid., p. 291.

[3] Milan Blazekovic, Ilustres croatas de Bosnia y Herzegovina en el imperio turco, "Studia Croatica", 1965, Nos. 1-4, pp. 299-311.

[4] Ibid.

[5] Pedro Vukota, Croacia en la Geografía Blaviana, "Studia Croatica", 1965, Nº 1, pp. 48-57.

[6] Vjekoslav Klaic, Poviest Hrvata, vol. 1, p. 240.

[7] "Et tale tibi auxilium praestabimus, ut nostra tibi promissa clementia per totum terrarum orbem solis clarius innotescat et huius rei memoria usque ad ultimum mundi diem et extremum iudiciam permaneat", V. Klaic, op. cit., p. 2.56.

[8] Fernand Braudel, op. cit., p. 289.

[9] Vjekoslav Klaic, op. cit., p. 258.

[10] F. Braudel, op. cit., p. 290. Aquí se imponen ciertas comparaciones históricas en conexión con la política actual de la V República de De Gaulle frente a la NATO. Mientras Maximiliano se aprestaba a la defensa del Occidente contra el peligro turco -que ciertos autores contemporáneos comparan con el peligro comunista actual- el embajador francés Fourquevaux expresa el deseo de "que el Gran Señor de los turcos se obstine y persevere en su empresa de Hungría; pues de otro modo la peste de Alemania se hará demasiado temible si los asuntos se apaciguan por ese lado", ibid., p. 290.

[11] Sobre glagolitza consultar: Marko Jupundzic, La Glagolitza croata, "Studia Croatica" 1964, Nos. 1-2, pp. 55-76.

[12] En aquella época el término Sclavonia a menudo abarcaba todas las provincias croatas. Cf. P. Vukota, op. cit.

[13] Stjepan Ivsic, Podsijedanje i osvojenje Sigeta u glagoljskom prijepisu hrvatskoga opisa iz g. 1566 ili 1567 (El sitio y la conquista de Siget en la transcripción glagolítica de la descripción en croata del año 1566 o 1567), Starine Jugoslavenske Akedemije Znanosti i Umjetnosti 36, Zagreb 1918.

[14] F. Braudel, op. cit., parte II, p. 291.

[15] Vazetje Sigeta grada, slozeno po Barni Charnarutichu Zadraninu, in Venetia MDLXXXIII

[16] "Decretun, kotarega je Verböczy Istvan dijacki popisal... od Ivanusa Pergosica na slovienski jezik obrajen"; Nedelisce 1574.

[17] "Elektra tragedija, Ljubmir pripovijest pastirska, Ljubav Pirama i Tizbe. Iz vece tudjih jezika u hrvatski slozeno. K tome su pristavljene njekoliko pjesni u smrt od razlicieh. Po Dominku Zlatarichu. V Bnecieb po Aldu. MDCVII". Huelga acotar que la colección contiene la traducción croata de Aminta de Torcuato Tasso, vertida por Zlataric al croata directamente del manuscrito, de modo que su versión croata fue publicada con anterioridad al original italiano. Zlataric estudió en Padua y allí fue elegido rector.

[18] Odiljenje Sigestsk (Asedio de Szigeth), Linz 1684. La segunda edición, Viena 1685.

[19] Obsidio sigethana. Carmen heroicum Croaticum.

[20] Szigeti veszedelem "Adriai tengernek Syrenaia", Viena 1651.

[21] "Adrianskoga mora sirena" -conde Pedro Zrinski- Stampana v Bneczih pri Zamarij Turrinu, Leta MDCLX.

[22] Frublja stovinska, en loa del Excelentísimo Señor ban (prorex) Pedro Zrinski, autor de la Sirena del Adriático, poema éste de VIadislav Iera Mincetic, noble de Dubrovnik. In Ancona nella Stamperia Generale, MDCLXV.

[23] Vjekoslav Klaic, Povjest Hrvata (Historia de los croatas), tomo III, p. 154. Klaic publicó la genealogía de los Zrinski hasta Nicolás Sigetski. El autor del presente estudio la completó sirviéndose de otras fuentes.

[24] Milan Blazekovic, op. cit.