GOJKO BORIC: EL CASO DEL ESCRITOR MIHAILOV

Resultó que acertaron algunos periódicos occidentales cuando al comienzo del "affaire" Mihailov afirmaron que en Yugoslavia se está produciendo el segundo caso Djilas. Mihailo Mihailov, profesor de literatura en la Facultad de Filosofía de Zadar, fue arrestado por la policía secreta comunista, UDBA, en Zadar, ciudad costera en Croacia, donde se había radicado[1]. ¿Qué mal había hecho el profesor Mihailov que el mismo Tito, presidente vitalicio de Yugoslavia, consideró necesario intervenir en el asunto? Tito tildó a ese joven profesor de literatura de reaccionario que habla despreciativamente de la gran revolución de octubre y al mismo tiempo reconvino a un grupo del fiscales del Estado: "Mirad cuántos inconvenientes nos acarreó ese artículo, publicado en Delo! Los fiscales debieron en el acto prohibir su publicación y llevar al conocimiento público esa medida" [2]. Lástima que ese artículo tan interesante, publicado luego en el exterior, lo hayan podido leer muy pocos en Yugoslavia a causa de que la edición de la conocida revista belgradense Delo, correspondiente al mes de febrero, fue secuestrada a pedido de la embajada soviética en Belgrado antes del discurso de Tito. El motivo de tal medida policial fue la segunda parte del trabajo de Mihailov, titulado El verano de Moscú de 1964.

Mihailo Mihailov, hijo de rusos, nació en Zrinjanin en Voivodina. Conoce muy bien la vida cultural, moderna y antigua de Rusia. En Yugoslavia se destacó por sus estudios en el campo de la eslavística y por sus numerosas traducciones de escritores rusos. Con gran entusiasmo se dedicó al estudio del Fiodor Mihailovic Dostoievski. Para comprender cabalmente su caso, cuadra subrayar que se trata de un estudioso y escritor que busca afanosamente la verdad, pero está obligado a vivir en un Estado comunista. Por mucho tiempo las obras de Dostoievski fueron mal vistas, y en parte lo son hoy, en la Unión Soviética. El mejor ejemplo nos lo brinda la "Historia de la literatura rusa" que hoy sirve como manual en las escuelas yugoslavas: tiene 1.036 páginas y sólo una página y media se dedica al gran escritor Dostoievki[3].

Algunos críticos rusos, serbios y croatas de orientación comunista presentaron repetidas veces a Dostoievski como "tenebroso, reaccionario y enemigo del socialismo". Mihailov refutó todas críticas injustas y tendenciosas en el estudio Dostoievski hoy día, publicado en la revista literaria Kolo[4]. Sin importarle el prestigio de ciertos críticos comunistas de Dostoievski, entre los cuales figuran los nombres del comisario del pueblo Lunacharski, de Lenin y Máximo Gorki. Mihailov analizó con criticismo sus apresurados juicios. Les objeta haber empleado métodos erróneos y no tener la capacidad de comprender la vida espiritual de Dostoievski con esta frase:

"Probaremos que la verdadera causa de la hostilidad empedernida hacia Dostoievski no estriba en que dicho escritor no supiese contestar a los problemas planteados o que diera tal vez una respuesta errada o rechazara la única solución viable, "la progresiva", sino que esa causa hay que buscarla en el hecho de que Bielinski, Mihalovski, Gorki e incluso Lenin, no supieron contestar las preguntas formuladas por Dostoievski y de ahí esa antipatía nerviosa que en los críticos menos circunspectos y respetuosos degeneró en agravios"[5].

Mihailov as continuación calificó de prejuicios y perogrulladas literarias y filosóficas todas las acusaciones formuladas contra el insigne novelista ruso, pues contradicen totalmente cuanto Dostoievski escribió. (Mihailov cita también el Diario de un escritor de Dostoievski). Aquí son patentes la sincera búsqueda de la verdad objetiva y los vastos conocimientos literarios de Mihailov.

Por la descripción del viaje que hizo Mihailov a Moscú en su artículo "El verano de Moscú en 1964", publicado en Delo, el lector se entera de muchas cosas conocidas a medias en los países occidentales. Según las observaciones del profesor Mihailov, el proceso de la destalinización en la Unión Soviética se halla en su fase inicial. En su opinión, el tema principal de la literatura rusa versará por mucho tiempo sobre los campos de concentración. Conforme lo declaró Khrushchev, entre 1956 y 1964 a las redacciones de las revistas y periódicos soviéticos les fueron entregados 10.000 novelas, cuentos y memorias que tratan de la vida en los campos de concentración soviéticos.

"De esa elevadísima cifra -prosigue Mihailov- se publicaron sólo unos cuantos manuscritos (debemos ser precavidos, dijo Nikita Khrushchev); sin embargo, las revistas soviéticas se parecen cada día más a los anales de la inquisición de Felipe II... Hoy, el gobierno soviético se enfrenta con esta alternativa: o enviar nuevamente a todos los rehabilitados a los campos de concentración o dejar que hablen libremente".

En tres décadas fueron deportadas a los campos de concentración y a los lejanos confines siberianos de 8 a 12 millones de personas. Hasta el presente fue rehabilitado un determinado número de comunistas. Por eso un estudiante de la Universidad de Moscú se quejó al visitante de Croacia:

"Los comunistas rehabilitaron únicamente a sus partidarios. ¿Y qué pasa con millares y millares de hombres honestos que no son comunistas? Pues se procede con doble criterio, uno se aplica al stalinismo y otro a los que lo combatieron. Por un lado se condena al stalinismo, y por el otro se condena a los antistalinistas".

Se tilda de traidores a los que lograron escapar aun antes de la segunda guerra mundial. Mihailov cita el caso de Ivan Solonevic que en 1937 se refugió en Occidente, donde publicó su conocido libro "Rusia en el campo de concentración"; menciona incluso la traducción croata de dicha obra editada por "La Sociedad Literaria Croata de San Jerónimo" de Zagreb, luego confiscada por los comunistas yugoslavos.

La prensa soviética no escribe de los campos de concentración de Stalin. "Eso se comprende -manifiesta Mihailov-, pues los primeros campos de la muerte no fueron organizados por los alemanes sino por los soviéticos".

"En lo tocante al genocidio -prosigue textualmente Mihailov-, Hitler tampoco tuvo la primacía. Antes de la segunda guerra mundial varios pequeños pueblos de las zonas fronterizas con Persia y Turquía fueron deportados a la Siberia septentrional, donde no pudiendo aguantar el frío morían como moscas. Esa fue la razón por la cual durante la segunda guerra mundial muchas unidades del ejército rojo se pasaron a las filas de los criminales hitleristas. Dichas unidades estaban compuestas de calmucos, tártaros, cherkeses y de integrantes de otros pueblos pequeños, sometidos a las más severas represalias. Lo mismo puede decirse de los cosacos del Don y de la formación del ejército cosaco a las órdenes del general Vlasov, o sea del 'Ejército ruso de liberación', caso único en la historia de Rusia".

Lo más interesante y a la vez peligroso -no sólo para los comunistas rusos sino también yugoslavos- es la parte en que Mihailov aboga por la revisión de la interpretación que se da a los grupos nacionales y guerrilleros que en la última conflagración mundial lucharon contra los comunistas. La revista soviética Junost (Juventud) publicó una novela sobre ese tema. Su autor, Eugenio Piljar, trata de comprender a los hombres que combatieron en el ejército libertador del general Vlasov. Piljar describe la conducta heroica de los cosacos, hechos prisioneros y torturados por el Ejército Rojo. El autor se debate en el dilema: "... Sé que son traidores, pero, ¿cómo se puede explicar la traición de esos hombres, todos ellos simples campesinos rusos que tan heroicamente van al encuentro de la muerte?".

También trata el problema de los guerrilleros que al mismo tiempo combatieron contra los soviéticos y los alemanes. Mihailov estima que en un futuro muy próximo deberá someterse a revisión total todo el complejo histórico de la Segunda Guerra Mundial.

Lo que más impresionó al profesor Mihailov durante su estada en Moscú fue la noche que pasó con los estudiantes moscovitas que recitaban poesías referentes a los campos de concentración de Stalin.

"Jamás olvidaré esa noche" -escribe Mihailov, y prosigue- "ni imaginar pude que algo parecido podría existir en la Unión Soviética... Había muchas poesías de las cárceles y de los campos, llenas de desesperanza y burlas, de protestas y resignación... Es el folklores más grandioso de nuestra época". "No debemos olvidar que los presidiarios tuvieron que escuchar todos los días que la URSS es el primer país socialista, la patria más grande del pueblo trabajador -y lo que es más importante- ¡el país más libre del mundo!".

(Sobre la vida en los campos de concentración soviéticos escribió un libro conmovedor y testimonial el ex Secretario General del Partido Comunista Croata, Dr. Ante Ciliga. Dicho libro fue publicado en francés, en París, bajo el título Le pays du grand mensonge y en alemán "Im Land der verwirrende Lüge", Ed. Verlag Rote Weissbücher, Colonia, 1953. En Buenos Aires, 1951, ha sido publicado el libro de Ciliga "Siberia - Tierra de destierro e industrialización")

No obstante, algunas de esas poesías traslucen un humor un tanto frío, como la siguiente, dedicada a la Pascua de la Resurrección:

 

Con la mirada luminosa contemplo el cielo,

Ya por la mañana capté su verdadero sentido.

Quiero ese día, lo quiero como "el día del minero",

Como "el día de nuestras fuerzas armadas".

Hoy estrepitosamente se rompen los huevos,

El oído gozoso escucha el alegre toque de las campanas,

Y los proletarios de todo el mundo se reúnen

Alrededor de la mesa festiva de la Pascua.

Todos pintan huevos con el verde y el azul

Y yo los pinto sólo con el rojo vivo

Y orgulloso los llevo cual banderas desplegadas

Como símbolo de nuestras victorias heroicas.

Con el repiqueteo solemne de cuchillos y cucharas

Nos envolvía el olor fino de la rosca de Pascua.

Cómo es agradable por entre ese bosque de botellas

Descubrir, siquiera, el rostro del denunciante.

Vamos, ˇoh! pasajero, démonos un beso fraternal,

Perdóname mi inmaculada alegría.

Empezamos a parecernos a los hombres.

Ven, un abrazo más, ¡Cristo ha resucitado!

 

Muchas de esas poesías tienen un tono triste y pesimista o tratan de la "culpabilidad" de los condenados:

 

No sé por qué me han encerrado,

Pero el acusador sin duda tiene razón.

Sin protestar cargamos con la culpa ajena

Y en etapas sucesivas marchábamos todos

Al encuentro del nefasto destino...

 

Por cierto que esas canciones se recitarán todo un siglo -una vez que les otorguen el derecho de ciudadanía- de igual modo que se cantan y recitan hoy las poesías de los presidiarios rusos, que no son tan hermosas como las melodías contemporáneas rusas, concluye Mihailov sus consideraciones sobre el folklore de los campos de concentración.

Huelga repetir aquí que el profesor Mihailov se ocupa en primer lugar de la literatura, y su viaje a Rusia tenía propósito literario. Incluso grabó en la cinta sonora el folklore de los campos de concentración y tuvo encuentros interesantísimos con los intelectuales rusos.

Su primer encuentro fue con la poetisa Bela Ahmadulina, que por sus creaciones y modo de vivir y pensar es todo lo contrario que un típico poeta soviético. Aun más interesante fue su encuentro con el escritor Yuri Bondarev, autor de la novela La calma, de carácter antistalinista, que describe la vida de los estudiantes moscovitas en la época en que regía el culto de la personalidad de Stalin. Conversaron largo tiempo del libro de Bondarev "Las causas del fascismo y la relación entre lo espiritual y lo material". Lo curioso es que los hombres inteligentes, como Bondarev, no lograron todavía liberarse del modo de pensar stalinista. Mihailov escribe al respecto: "Es sorprendente con cuánta ingenuidad los hombres soviéticos más inteligentes (salvo la generación más joven) creen que las causas del nazismo residen exclusivamente en las condiciones económicas".

Mihailov tuvo la misma experiencia en su conversación con el escritor Vladimir Tendriakov:

"Cuando discutimos el problema de la educación, me asombró que los cerebros privilegiados de la Unión Soviética hicieran suyas las más importantes tesis del stalinismo. Tendriakov defendió el famoso sistema educativo del "nuevo hombre" en el sentido del colectivismo y del sometimiento a los intereses de la sociedad. "Si alguien no quiere trabajar en beneficio de la sociedad, lo obligaremos", exclamó enérgicamente el escritor soviético. Le contesté que entre esa manera de pensar y los campos de concentración hay un solo paso y que la historia probó que con el hombre no se puede tratar de ese modo a largo plazo".

"La juventud -dice Mihailov- es la única esperanza de Rusia. Pese a que los comunistas afirman que en el 'socialismo' no hay conflicto generacional, en la Unión Soviética de hoy existe un profundo abismo entre la generación vieja y la nueva; igual que entre los ex partidarios de Stalin y la guardia joven para la cual Stalin y su época son un eslabón más del pasado soviético. Uno de los representantes más interesantes de la nueva generación es el cancionista Bulat Okudzava, el más popular en la Unión Soviética. Su popularidad se debe al contenido apolítico de sus canciones. Todo le interesa menos lo que escriben Pravda e Izvestia. Su amor pertenece a la 'gente humilde' en la que únicamente confían las 'Tres mujeres, tres hermanas, tres enfermeras: La Fe, la Esperanza y el Amor. Tres nombres populares rusos y tres postulados cristianos'".

Okudzava es antimilitarista. Hablando de la culpabilidad de guerra dice:

 

La primera guerra - no es culpa de nadie

La segunda guerra - no es culpa de nadie

La tercera guerra - ¡será mi culpa!

 

Mihailov se queja de que en la Yugoslavia comunista se sabe muy poco de la vida real en la Unión Soviética. Se desconocen los nombres de Víctor Shlovski, uno de los mejores críticos, teóricos e historiadores literarios rusos, de Nikolai Fjodor, filósofo ruso del siglo pasado o de Mihail Siemonovic Gus, excelente conocedor de la obra dostoievskiana. Asimismo es desconocido Vladimir Nikolaevic Turbin, uno de los apologistas del modernismo en el desolado paisaje social-realista de la vida intelectual soviética. Gus en su libro "Compañero tiempo, compañero arte" [6], defiende en forma vivaz y poética todos los modernismos, inclusive el cubismo.

Que en la Unión Soviética hay poetas no obligados a escribir sobre el Plan Quinquenal lo prueba el caso del lírico Eugenio Vinokurov. Mihailov dice: "Su poesía sobresale en el océano de las innúmeras obras completas de los escritores más diferentes. No hay temas sociales, no hay notas patrióticas o revolucionarias. Vinokurov escribe para círculos selectos de amantes de la poesía". "Lo que gusta a todos es siempre lo peor", Manifestó Vinokurov.

Resulta también muy interesante el encuentro de Mihailov con el escritor Ilia Ehrenburg quien, pese a sus modales de hombre del mundo y su vasta cultura, "es un típico representante de la psicología soviética, sordo y ciego a todos los argumentos y hechos empíricos".

Mihailov, en su contacto con otros críticos y hombres de letras, tuvo sorpresas agradables. "Constaté con satisfacción que uno de los típicos teoréticos social-realistas e históricos, como Gus, conoce la obra de Teilhard de Chardin". Pero de las notas y observaciones de Mihailov se puede inferir que son muy pocos los intelectuales rusos dispuestos a luchar por su independencia. "Empero -le dijo uno de los interlocutores- los heréticos son la sal de la tierra y sostienen la vida del cosmos".

Sin embargo, Mihailov no tardó en experimentar que en un Estado totalitario la herejía lleva derechamente a la cárcel. Komunista, órgano del Comité Central de la Liga de los Comunistas (Partido comunista) de Yugoslavia, condenó en términos acerbos, si bien con cierta demora, la descripción y observaciones de Mihailov. Intitulando su crítica "La mística de un cronista", Miodrag Bogicevic escribió:

El verano de Moscú de 1964 no habla sólo de la literatura y el folklore, sino también de una dudosa excursión política... La publicación de su artículo en una revista literaria nos brinda la ocasión de ocuparnos una vez más del problema de la responsabilidad en cuanto a las declaraciones públicas. Ese problema urge sobre todo hoy, después del Octavo Congreso de la Liga comunista. El Congreso subrayó de modo claro e inequívoco que en nuestro desarrollo democrático son inadmisibles desviaciones socialistas que se ocultan tras el disfraz de la libertad de discusión[7].

Poco tiempo después salió en el semanario serbio Nin un artículo en que se tilda a Mihailov de "miembro de la guardia blanca". Mihailov protestó en una carta dirigida al director del semanario. De su carta, que fue remitida en 290 copias a todos los periódicos y publicaciones de Yugoslavia, se colige que Mihailov se considera cristiano y que no está de acuerdo con "el socialismo científico", basado en las leyes naturales de la evolución. En opinión de Mihailovic, la reacción oficial contra su artículo significa el retorno al zdanovismo[8].

"Trátase, pues -explica en su carta-, que me he atrevido a pensar con mi cabeza, sin permiso previo, y a mirar con mis ojos. El quid es que en un país donde todavía rige el sistema feudal -pues los campesinos por vía administrativa están adscriptos a los koljoces-, he prestado mayor atención a las canciones populares que a la publicidad pomposa que ensalza los cohetes cósmicos".

Mihailov tiene razón cuando señala el peligro de reincidir en las concepciones zdanovistas. Tito en su discurso dirigido a los fiscales censuró también otras revistas que fueron advertidas por los jerarcas máximos del partido por su independencia relativa. Como ejemplo citamos la publicación eslovena de carácter cultural político Perspektive y la revista Praxis, editada en Zagreb por la Asociación Filosófica Croata. Perspektive tuvo que cambiar todo el elenco de redactores, mientras que Praxis todavía sigue desagradando a los funcionarios gubernamentales con sus tesis marxistas poco ortodoxas. Poco después Perspektive dejó de salir debido a la "subvención insuficiente", y la calidad y el nivel intelectual de las colaboraciones de Praxis menguaron considerablemente después del discurso de Tito.

El proceso contra Mihailov debió iniciarse el 24 de abril de 1965 ante el tribunal del distrito de Zadar, pero, a pedido del acusado, fue postergado por cinco días. Tras pasar un mes en prisión preventiva, Mihailov fue excarcelado para que pudiera defenderse en libertad en la fecha del juicio, el 29/4/1965. El magistrado acusó a Mihailov, invocando el párrafo 175 del código penal yugoslavo, y el cargo principal era el de haber agraviado a un país amigo y difundido impresos sin autorización. "Esa difusión de impresos sin autorización" se refiere a la carta que Mihailov remitió a las redacciones de los diarios y periódicos. El tribunal lo condenó a diez meses de prisión, descontando un mes que pasó en prisión preventiva. Mihailov apeló[9].

En el momento de enfrentarse con el tribunal, Mihailov fue abandonado por todos. La dirección de la revista Delo se lavó las manos mediante una declaración, publicada en el tomo correspondiente al mes de marzo (el suplente del redactor en jefe, Milosav Mirkovic, fue libertado al cabo de diez días y Delo sigue publicándose normalmente). La dirección de la Facultad de Filosofía de Zadar dirigió una nota al diario local Narodni list, alegando que muchos colegas habían aconsejado oportunamente a Mihailov no publicar sus artículos. A renglón seguido se expresa en dicha carta: "El Consejo de la Facultad de Filosofía de Zadar repudia la actitud reaccionaria de Mihailov y condena su modo de proceder... Las concepciones de Mihailo Mihailov nunca encontraron apoyo en nuestro grupo. La dirección de la Facultad lo ha suspendido de su cargo" [10].

Desde ya resulta extraño que Mihailov haya sido condenado por publicar una serie de hechos tan coincidentes con las declaraciones públicas de Tito de la época del entredicho Moscú-Belgrado. Con motivo del décimo aniversario de la guerrilla comunista en la montaña bosníaca Kozara, Tito ante varios miles de oyentes acusó a la Unión Soviética y entre otros cargos formuló los siguientes: "¿Con qué derecho moral puede Molotov reprocharnos ser asesinos, que matamos al pueblo y que queremos exterminarlo? ¿Con qué derecho puede hablar así uno de los jefes de un país en que se cometieron crímenes horripilantes y a la vista del mundo entero fueron liquidados y exterminados pueblos enteros? ¿Dónde está ahora la República de los alemanes del Volga, en que antes vivía uno de los pueblos más capaces? Terminó en las estepas siberianas. ¿Dónde está la República tártara de Crimea? No existe más, desapareció en las marismas y estepas de Siberia. ¿Dónde están los checheneses del Cáucaso? ... ¿Dónde están miles y miles de ciudadanos de Estonia, Lituania y Letonia...? No existen más, día tras día son deportados a Siberia, donde deben trabajar en condiciones pésimas para desaparecer pronto de la faz de la tierra" [11].

Tito también coincide con la descripción que hace Mihailov de los campos de concentración soviéticos. Al respecto citaremos el discurso que Tito pronunció con motivo del Segundo Congreso sindical de Yugoslavia, celebrado en Zagreb en 1951:

"Ya hablamos de las relaciones con los obreros, miremos un poco más los métodos inhumanos que se aplican contra el pueblo trabajador de la Unión Soviética. Los obreros son condenados a trabajos forzados por largo tiempo; son deportados a los campos de concentración... En síntesis, allí tratan de educar a la gente con métodos draconianos, policiales. Esos no son los métodos socialistas; semejante proceder no tiene nada que ver con los métodos socialistas[12].

La reacción violenta contra las observaciones de Mihailov no puede explicarse sólo por el hecho de que las relaciones actuales entre Belgrado y Moscú son amistosas y estrechas. En todos los países del bloque soviético, por lo menos pro foro externo, fueron repudiados y censurados los crímenes de Stalin. ¿Y en la Yugoslavia comunista? En Yugoslavia siguen siendo "tabú" los viejos discípulos de Stalin por sus fechorías no redimidas de la época de íntima y sumisa colaboración con Stalin, no obstante la oportuna resistencia de Tito (a Stalin) que en primer lugar apuntaba a la política exterior.

Uno de los motivos principales de la condena de Mihailov es que, a buen seguro, el lector atento de sus escritos podrá hacer ciertas comparaciones entre la situación y los métodos de la época de Stalin y los que prevalecen hoy en la Yugoslavia de Tito. El culto de la personalidad es obvio. Por lo demás, quod licet Jovi non licet bovi.

COLONIA, ALEMANIA OCCIDENTAL

 

 



[1] Cfr. AFP, Reuter, 12/3/1965

[2] Vjesnik, Zagreb, 5/3/1965.

[3] N. Pospelov, P. Zablinovkyi, A. Serchaminov: Ruskaia literatura, Moscú, 1945.

[4] Dostojevski danas, Kolo, Nos. 6-7, Zagreb, 1964.

[5] Ibid.

[6] Ed. Iskustvo, Moscú, 1961.

[7] Komunista, febrero 1965, Belgrado, N. 408.

[8] Die Zeit, 19/3/65.

[9] Die Welt, 6/5/1965.

[10] Narodni list, 6/5/1965, Zadar.

[11] Borba, 29/7/51.

[12] Borba, 9/10/51.