BOSNIA Y HERZEGOVINA


Bosnia y Herzegovina

LA CUESTION DE BOSNIA Y LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

IVO BOGDAN

VIII. ¨COMO Y POR QVE SURGIO LA "CUESTION SURESLAVA" DENTRO DE AUSTRIA-HUNGRIA?


7.Surgimiento de "yugoeslavismo" en función del panservismo

La monarquía, al recurrir a la minoría ortodoxa contra la oposición croata y al irredentismo italiano en Dalmacia e Istria, en realidad apoyaba a sus adversarios principales y llevó a los políticos croatas a una situación muy difícil, obligándolos a luchar en varios frentes: por un lado contra el expansionismo granserbio e italiano y por el otro contra el sistema dualista, en el cual Croacia estaba dividida en varias unidades político-administrativas.

En esta lucha desigual, los croatas perseveraron varios decenios.

Recién al comienzo de nuestro siglo una parte de la "inteligencia", clase social y política dirigente, busca aliarse con el nacionalismo serbio y el húngaro. Ocurrió, pues, que la monarquía de los Habsburgo, al crear el problema serbio favoreciendo a los ortodoxos y por el enfoque errado de la cuestión bosníaca, se encontró ante la cuestión sureslava mucho más compleja, ya que se trataba de un movimiento que aspiraba a la separación de Croacia y Eslovenia de la Monarquía y a su anexión al Reino de Serbia, presentado como Piamonte o Prusia por su papel en la unificación de Italia y Alemania, respectivamente.

Este proceso político de orientación de una parte de los croatas contra la monarquía de los Habsburgo y en favor del Estado "nacional" de los "sureslavos" puede explicarse como un aspecto de la evolución general de los eslavos austríacos, que parte de las posiciones de asutro-eslavismo y llega a supuestos asaz confusos del neoeslavimo y del paneslavismo.

Con todo, no debe identificarse el neoeslavismo checo con el vuelco de una parte de los croatas, quienes evolucionaron de la idea del federalismo austríaco a la concepción de un Estado conjunto con Serbia, fuera del marco de la monarquía de los Habsburgo.

Habida experiencia con los serbios y dado el sentimiento arraigado de las diferentes tradiciones culturales y políticas, dicho vuelco de una parte de la "inteligentsia" croata todavía espera su interpretación auténtica. Esta interpretación nunca podría ajustarse a la línea de la historiografía oficial yugoeslava, basada en los presupuestos del racismo lingístico y en el repudio a la tradición del mundo occidental conforme a Ias teorías de los eslavófilos rusos. No hay razones válidas que avalen la opinión de Vaso Bogdanov cuando éste habla de la lucha permanente de Austria contra el Estado de Croacia. Las tendencias centralistas de Viena y la institución del Confín Militar, muy desagradable para los croatas, fueron determinadas por la lucha contra los turcos y siguen la línea del desarrollo general de la técnica política y militar en todos los países de la Europa occidental. La reacción de los croatas y los húngaros que defendieron sus estructuras feudales-que coinciden con las vigentes en toda Europa occidental-no puede tomarse como prueba de un conflicto irreconciliable entre los intereses dinásticos y los de los pueblos danubianos, sino más bien como una búsqueda del equilibrio entre los intereses generales y particulares.

Ni en los momentos más aciagos perdieron los croatas como ente nacional la esperanza de ver realizado ese equilibrío y de que sus aspiraciones nacionales fueran concretadas dentro de la amplia comunidad de los pueblos danubianos.

En esta lucha por el equilibrio dentro de la Monarquía de los Habsburgo, la política croata atravesó por varias etapas. En el viejo régimen esta lucha se manifestaba en la oposición a la centralización y la germanización que culminaron con el absolutismo ilustrado de José II. En la época contemporánea de la victoria del pensamiento nacional y de las ideas liberales, cabe distinguir tres fases de la lucha. La primera se desenvuelve bajo el signo del austroeslavlsmo y los empeños federalistas. En ese período los croatas chocaron con los húngaros y querían arreglar su status frente a la Monarquía prescindiendo de la unión croata-húngara, vieja siete siglos. Empero, el impacto psicológico del absolutismo (1849-1859) hace surgir nuevamente la concepción de la época de José II, en el sentido de que junto con las húngaros podrían oponerse a la germanización y el centralismo. Esta vacilación está en la raíz de la imposlclón del sistema dualista, suavizado con el "subdualismo" húngaro-croata, dentro del cual se reconocía a Croacia status de Estado soberano dentro de la mitad húngara de la doble Monarquía. Dalmacia e Istria quedaron dentro de la mitad austríaca y Bosnia, como sabemos, tras su ocupación se convirtió en un territorio bajo la administración conjunta austríaco-húngara.

La introducción del dualismo implicó el quebranto del Partido Liberal Nacional croata, que se formó y desempeñó dentro del marco del austroeslavismo. El Partido Constitucionalista Croata que luego asume la dirección de la política nacional reaccionó enérgicamente tanto contra Austria como contra los eslavófilos, especialmente contra los serbios, favoritos del sistema dualista.

La política croata, bajo la égida de Ante Starcevic, llamado Padre de la Patria y el "Mazzini croata", siguió una posición radical y principista de no participar en la administración mientras durase el sistema dualista.

Esta política, vigorosa manifestación de la energía nacional, desafortunadamente no pudo tener éxito, por cuanto la relación de fuerzas era demasiado desfavorable a los croatas. No era posible sostener una postura radical en varios frentes a la vez.

Bajo la sensación del fracaso, surge la vacilación dentro del principal partido croata todavía en vida de su líder Ante Starcevic (1823-1896). Se mantiene la oposición radical al dualismo, pero surge la necesidad de encontrar aliados. Allí empieza la tercera etapa bajo el signo de la crisis y la escisión dentro del "Partido del derecho constitucional croata".

El núcleo principal del partido, que contó con el apoyo moral del mismo Starcevic, renuncia a su actitud intransigente hacia Austria. Considerando que el peligro principal para Croacia proviene de Serbia y Rusia, esta fracción del partido, encabezada por el Dr. Josip Frank (1844-1911) busca respaldo en los círculos vieneses, contrarios a la presión combinada del nacionalismo húngaro y el germano y propensos a nuevas soluciones dentro del trialismo y el federalismo. Como contrapeso surge ahora una oposición creciente al nacionalismo serbio y el húngaro, con amplio apoyo de las masas populares. Muy afín a esta política fue el movimiento campesino de los hermanos Radic, que después de 1918 llegará a ser el partido mayoritario. Los hermanos Radic, partidarios del austroeslavismo, creen todavía en 1918 en la necesidad de resguardar a la Monarquía danubiana en el interés de los eslavos austríacos, se diferencian de la fracción constitucionalista radicalmente antiserbia por acercarse a las posiciones del neoeslavismo checo.

La otra fracción del partido constitucionalista sigue la crítica radical de su fundador respecto a la política austríaca y en su raíz subyace la decepción ante el fracaso de la política del austroeslavismo. La mayoría de los adeptos de esta fracción eran los intelectuales croatas, inclinados al liberalismo moderado, de fondo humanista. El interes por la realizaciones culturales de los pueblos eslavos, que data de la época romántica, y el deseo de afirmar a Croacia como el centro cultural de los eslavos del Sur, será aprovechado con habilidad en esta nueva fase por los serbios con el objeto de imponer a los croatas la idea de la solidaridad sureslava en la interpretación panserbia.

Este vuelco se debe tanto a los efectos políticos internos del sistema dualista y todavía más a los cambios en el plano exterior, interrelacionados apareciendo ora como causa ora como consecuencia.

El período de le Santa Alianza ya era un pasado sin retorno.

El conflicto de intereses entre Austria y Rusia era más patente que nunca. La vinculación de Austria-Hungría con Alemania era tan estrecha que las potencias que en el Congreso de Berlín defendieron a la Monarquía danubiana como una contención del expansionismo ruso, ahora la miran como un instrumento del expansionismo pangermano hacia el Este. Los eslavos austríacos, que a mediados del siglo XIX, consideraban al Imperio austríaco como su aliado natural contra el pengermanismo, se hallaron ahora en una nueva situación y ante el peligro, tal vez imaginario, de que la comunidad danubiana, bajo la presión germana, asumiese una función contraria. Cuando las potencias europeas, cambiando su actitud hacia Rusia, pasaron al sistema de alianzas que conduciría a la primera guerra mundial, las simpatías de los círculos liberales y nacionales hacia Francia (uno de ellos fue también Ante Starcevic) poco a poco se transmiten a Rusia y facilitan el surgimiento del neoeslavismo.

Este proceso, adverso para Austria, lo previó uno de los principales ideólogos del austroeslavismo, el historiador checo Frantisek Palacky, quien dijo:

"El día en que se promulgue el dualismo será necesaria e indefectiblemente el día del nacimiento del paneslavismo en su versión menos agradable".

El paneslavismo, en sentido lato, fue definido como idea del parentesco racial y de la solidaridad de intereses de distintos pueblos en base a la similitud linguística, prescindiendo de las diferencias históricas, políticas, culturales y religiosas de los países del grupo idiomático eslavo (61). El paneslavismo que teme Palacky tiende a agrupar a todos los pueblos eslavos bajo la dirección de Moscú. Significa renunciar a la oposición de los eslavos occidentales a las concepciones rusas sobre la ortodoxia, el autocratismo y las ideas eslavófilas antioccidentales.

(nota 61) Dr. Hans Kohn: Die Slawen und der Westen - Die Geschichte des Panslavismus, Viena, 1956, p. 7.

La idea paneslava, aplicada a las relaciones serbio-croatas, genera la transformación del movimiento de la solidaridad eslava de la época del austroeslavismo y romanticismo en la idea yugoeslava, en su versión panserbia. El fenómeno de la reorientación de una parte de la clase política dirigente croata, que primero sostenía el nacionalismo propagado por Starcevic y luego abrazó la línea política que condujo a la liquidación de la soberanía croata al término de la primera guerra mundial, confunde todavía no sólo a los observadores extranjeros sino también a los autores croatas y sobre todo a los de tendencia nacionalista. Por ello, ese fenómeno requiere una explicación a parte.

Aunque el absolutismo, el dualismo y la creciente dependencia de Austria-Hungría de Alemania quebraron la fe de los patriotas croatas en la Monarquía danubiana, la reacción e indignación por las pretensiones serbias a las comarcas croatas y el papel desempeñado por la minoría serbia durante el régimen dualista anticroata fue tan honda que, no obstante la crisis y la escisión del "Partido del derecho constitucional croata", todo intento de reavivar la política de la solidaridad eslava hubiera sido imposible de no haber coincidido esta crisis con transcendentales cambios políticos en los Balcanes.

A principios de nuestro siglo, los rusos lograron eliminar la influencia de Austria-Hungría en Serbia, que bajo el gobierno de los Obrenovic, después del Congreso de Berlín-cuando el principado vasallo serbio se proclamó reino independiente de Turquía-, fue en realidad un protectorado de Austria-Hungría. Aunque los serbios como eslavos ortodoxos simpatizaron con Rusia y te nían a Austria por enemigo hereditario, se vieron obligados a tolerar la política de dependencia de la Monarquía danubiana, arriesgando incluso que los obsorbiera, mientras tanto Rusia prefiriera a Bulgaria, émulo de Serbia, como exponente de su política balcánica. Rusia intentó con la Paz de San Stefano crear a Gran Bulgaria, abarcando Macedonia, con lo cual quedaría detenida la expansión serbia hacia el Egeo. Austria-Hungría contribuyó en gran medida a que el Congreso de Berlín desbaratara los planes rusos, previniendo de ese modo la dominación ruso-búlgara de los Balcanes. Es verdad que Austria-Hungría ocupó a Bosnia-Hercegovina, impidiendo la expansión de Serbia hacia Oeste, pero mientras Bosnia, aunque formalmente, era parte del Imperio turco, los serbios no perdían esperanzas en un cambio favorable. (Todavía en 1870 Austro-Hungría negociaba con Serbia sobre el reparto de Bosnia). Por otra parte, la doble Monarquía favorecía a Serbia frente a Bulgaria, y a raíz de la derrota sobre el Slivnica salvó a Serbia de la ocupación búlgara.

Los serbios pudieron abandonar esa política de respaldo austríaco recién al producirse la tensión entre Petrogrado y Sofía, debido a que los rusos empezaron a considerar a Bulgaria como una provincia de su imperio.

La oposición búlgara a esta concepción hizo posible el golpe de Estado en Belgrado, la liquidación del último Obrenovic y el advenimiento de los Karageorgevic que Pasic, agente ruso, llevó al poder. Con ello Serbia se convirtió en el agente principal de la política rusa en los Balcanes y la influencia austríaca fue sustituida por la rusa.

Este cambio, seguido por las guerras balcánicas, constituye la clave para comprender el proceso político en el área meridional de la Monarquía, y la crisis en torno a la cuestión sureslava, que culminará con el atentado de Sarajevo y con la primera guerra mundial.

Mientras la Serbia oficial gozaba de la protección de Austro-Hungría, la minoría serbia en el sur de la Monarquía podía de alguna manera conciliar sus sentimientos nacionalistas, en el fondo antiaustríacos, con la política oportunista con el régimen dualista tanto más cuanto que, siendo favoritos de dicho régimen, podían difundir con éxito la propaganda nacionalista serbia entre los ortodoxos en Bosnia. Cuando el nacionalismo serbio se fortaleció lo bastante y cuando Serbia se libró de la tutela austríaca y se convirtió en favorita de Rusia, los nacionalistas serbios en Croacia empezaron a pensar de qué manera podrían explotar el descontento de los croatas hacia la política de Viena y Budapest. Una parte de la "inteligentsia" estaba tan decepcionada con lo que consideraba la perfidia de los Habsburgo, que sin reflexionar mucho aplaudió las tentativas de la minoría serbia de acercarse a la oposición croata y se mostró dispuesta a olvidar su política oportunista. Eso fue posible también debido a que los croatas se percataron de que en su lucha contra el dualismo no podían ya resistir en dos frentes, por un lado contra Viena y Budapest y por el otro contra la política colaboracionista de la minoría serbia. Además, la oposición principista de Starcevic, o sea su negativa a toda cooperación con las autoridades hasta tanto no fuese abolido el dualismo, vale decir hasta tanto no se revisase el Acuerdo húngaro-croata de 1868 en favor de las demandas croatas, requería sacrificios desproporcionales con los resultados alcanzados. Así se creó un clima favorable al surgimiento del llamado realismo político según el modelo checo.

Los "jovenes" en su lucha por los derechos nacionales invocaban menos el derecho estatal insistiendo en el derecho natural de todos los pueblos a la libertad y con ello la necesidad de buscar apoyo de amplias masas populares cuyo nivel cultural y económico debería ser elevado.

Por todas estas razones no era difícil renunciar a la lucha originaria en dos frentes y reavivar la tradición de la solidaridad eslava en boga a mediados del siglo pasado. La colaboración cultural de los intelectuales croatas con los pueblos eslavos tuvo sus adeptos también en la época de la supremacía política del partido de Starcevic y del rechazo de toda forma del paneslavismo. La cultura contemporánea croata se desarrollaba en la tradición netamente humanista. Su gran mecenas fue el obispo Strossmayer, junto con el ban, el conde Josip Jelacic, principal exponente del austroeslavismo en Croacia.

Por cierto, el movimiento croata de solidaridad con los demás eslavos meridionales en los tiempos del romanticismo tenía más carácter cultural que político. Se creía que Croacia debía obrar como intermediario entre Occidente y Oriente y ayudar a los eslavos balcánicos a beneficiarse de los logros de la cultura y la civilización occidentales. Esta concepción implicaba el afán de que alrededor de Croacia se agrupasen otros pueblos sureslavos menos desarrollados. En la época del austroeslavismo esta concepción entrañaba también el anhelo de vincular a Serbia con los pueblos de la Monarquía danubiana, que los serbios, arraigados en la tradición política y cultural bizantino-rusa, rehusaban con indignación, considerando a los propulsores croatas de la solidaridad sureslava como agentes políticos y hasta espías de Austria. El obispo Strossmayer promovía la idea de la unión cristiana con propósito de acercar a los serbios y los croatas, pero cuando la Santa Sede lo designó administrador apostólico en Serbia, que carecía de jerarquía católica propia, no pudo obtener siquiera el permiso del gobierno de Belgrado para visitar a su feligresía, por lo demás muy exigua.

En tiempos recientes, el movimiento de la solidaridad sureslava adquirió un contenido totalmente nuevo. No sólo que la segunda mital del siglo XIX pasó bajo el signo del antagonismo entre Croacia por un lado y Austria y Hungría por el otro, sino que la historiografía nacional, que tomaba ímpetu en ese período en todos los países europeos, interpretaba en el espíritu nacionalista los lazos seculares de Croacia con Hungría y Austria. Bajo el impacto del proceso político en Europa, el resurgido movimiento de la solidaridad sureslava era despojado de uno de sus componentes principales: la fe en la Monarquía danubiana como protectora natural de los pequeñios pueblos eslavos. Con ello quedó abierta la vía a las concepciones políticas paneslavistas, es decir al panrusismo y el panservismo que se unieron o actuaron de consuno.

Continúa

Principio de Artículo

Indice

Home


Studia Croatica, año 1965
______________________________________
Studia Croatica Studia Croatica Blog Studia Croatica - Lexicon www.croacia.com.ar . . . .