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III. "NACERTANIE" O LAS AMBICIONES IMPERIALES SERVIAS
6. Desengaño serbio con Rusia
Los autores de Nacertanije, pues, no tomaron en debida cuenta
un hecho fundamental, a saber: la desproporción de fuerzas entre
los pretendientes ruso y serbio a la herencia del Imperio bizantino.
Confiaron demasiado en la inevitable oposición de las potencias
europeas a los planes bizantinos de Rusia. Fundaron todas sus
esperanzas en la oposición entre Rusia y otras potencias europeas,
invocando el viejo lema duobus litigantibus tertius gaudet. No
entendieron, sin embargo, que incluso la poderosa Rusia se avino
a colaborar con Austria, para ellos tan odiosa, dentro de la
Santa Alianza, pues era evidente que no pudo realizar su programa
expresado en el presunto testamento de Pedro el Grande y que
el tercero que se benefició de los contrastes entre Austria y
Rusia no fue Serbia sino Turquía que, aun siendo "el enfermo
del Bósforo", logró conservar su imperio dentro del sistema del
equilibrio europeo. El Imperio otomano fue liquidado recién por
los años veinte de nuestro siglo a raíz del conflicto bélico
entre las potencias europeas. Dicho conflicto causó la ruina
de cuatro imperios, lo que prueba la interdependencia de sus
intereses. Dos de ellos, el otomano y el de los Habsburgo, de
carácter plurinacional, se derrumbaron en forma definitiva y
dejaron un vacío todavía no llenado de modo satisfactorio. Los
dos restantes, el ruso y el germano, constituidos en su núcleo
por dos de los pueblos más poderosos de Europa, pronto se transformaron
y, fortalecidos, chocaron en la Segunda guerra mundial, terminada
con un aparente triunfo de Rusia. Aparente, porque el plan ambicioso
de conseguir el dominio mundial-prescindiendo ahora si en nombre
de la idea de Roma o del comunismo-no pudo realizarse. Todo intento
de tal índole indefectiblemente provoca fuerzas más poderosas
y superiores a las de una sola nación.
La oposición de las potencias europeas a la solución rusa de
la Cuestión de Oriente-concebida como lucha por la herencia del
Imperio otomano en disgregación- fue tan vigorosa que tras la
guerra de Crimea y la Paz de París, Rusia tuvo que renunciar
a su papel de protectora de los cristianos ortodoxos en Turquía.
En realidad, so pretexto de protegerlos, quiso dominarlos. Hondamente
enraízada en la tradición bizantina, Rusia empero no renuncia
a sus aspiraciones y trata de concretarlas en otras formas y
con otros medios. Aparentemente toma como hecho consumado la
creación de los Estados formalmente nacionales de los pueblos
balcánicos, predominantemente eslavos, y asume el papel de protectora.
Le favorece el hecho de que esos países pertenecen a la Iglesia
oriental y al grupo lingístico eslavo. Con Rusia tienen en común
la tradición cultural y política bizantina.
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