Bosnia y Herzegovina
Aportes al esclarecimiento del origen de la
Primera Guerra Mundial
Studia Croatica -
Edición Especial
Buenos Aires, 1965
J. G. FRATIJA
En el aluvión
turco que en el siglo XI anegó el reino medieval bosníaco, desapareció la mayor
parte de los monumentos de la época de los monarcas croatas y bosníacos. Imponentes
ciudades fortificadas de rancias familias nobiliarias se transformaron
gradualmente en ruinas que confieren hoy romántico aspecto a los valles de los
ríos Vrbas y Una. De un centenar de iglesias y
conventos se conservan muy pocos. De la dinastía nacional de los Kotromanic, que gobernaron en Bosnia como ban y luego como reyes del siglo XII al XV, se conserva un
puñado de monedas de oro y plata, muchos documentos escritos, necrópolis de los
stechak, algunos sepulcros, ruinas e inscripciones.
(Debe mencionarse la tumba del poderoso ban Esteban Prijezda, Zgoscha, que tiene la
forma de un stechak monumental, con esculturas
interesantes).
Por ello, tiene
mayor valor lo conservado de los gobernantes bosníacos fuera del país, sobre
todo lo relativo a dos reinas de la dinastía Kotromanic
que dejaron recuerdos en Roma y en Zadar.
La primera es
Isabel (Jelisava), reina croata-húngara, hija del ban Esteban II Kotromanic y
esposa de Luis I el Grande, de la rama napolitana de los Angevinos, que
reinaban en el siglo XVI en Croacia y Hungría y algún tiempo en Polonia y
Lituania. Jelisava dejó en Zadar,
entonces la ciudad más importante de Dalmacia, un precioso relicario con el
cuerpo de San Simón el Justo, quien en la presentación en el templo tenía al
niño Jesús en sus brazos.
Dicho sarcófago
está provisto de relieves con figuras de las familias gobernantes croatas de
los Subic y los Kotromanic.
La otra reina que
queremos evocar es Catalina, esposa del rey Esteban Tomás, que al caer Bosnia
se refugió en Roma, donde murió en flor de la santidad, y en su testamento legó
a la Santa Sede el reino de Bosnia.
La última reina
de Bosnia, y a la vez la última reina de sangre croata, era hija de Esteban Vukcic Kosacha, luego duque, y de
Ana Cantacuceno. Los Vukcic,
al nacer Catalina en 1424, eran ya en tercera generación señores de la parte
meridional del reino bosníaco, de Zahumlje, Travunja y Podrinje. Esteban Vukcic Kosaca (gobernaba de
1435-1466) amplió las posesiones heredadas, y obtuvo el prestigioso título de
duque (herzog), tal vez del emperador
germánico-romano Federico III, que a la sazón fue tutor del rey húngaro-croata
Ladislao I Póstumo. El emperador le confirió el título de herzeg,
por proceder, por parte materna, de la casa real Nemanjic.
De ahí el nombre Herzegovina de la región donde gobernaba,
conservado hasta hoy.
Catalina, que más
tarde sería beatificada, hasta su casamiento perteneció a la secta patarena igual que su esposo. Gracias al empeño del Papa
Eugenio IV, los esposos abrazaron el catolicismo.
En vísperas de su
boda, el aludido Papa, mediante una bula hizo legítimo a Tomás, y con la otra
anuló su matrimonio patareno con Vojaca,
por cuanto la Iglesia católica no reconocía el matrimonio según la fórmula
"si me serás buena y fiel".
Esteban Tomas fue
hijo ilegítimo del rey Ostoya y sucedió a su tío, el
rey Tvrtko, por derecho de mayorazgo, conforme a la
costumbre bosníaca. En el orden sucesorio no importaba si uno era de familia
real de matrimonio legítimo o ilegítimo (patareno).
Catalina, de 22
años, pasó al catolicismo y hasta su muerte se portó como una católica
ferviente. Su marido Esteban Tomas abrazó el catolicismo antes de casarse,
cumpliendo el deseo de su tío Tvrtko II, católico
devoto. El nuevo rey seguramente tuvo presente también la razón de Estado, dado
que era vasallo de los reyes húngaro-croatas, netamente católicos que
organizaban campañas militares y punitorias contra los patarenos
bosníacos.
De Catalina se
sabe que fue coronada, de hecho, la última reina de Bosnia, pues el sucesor de
su marido Esteban Tomasevic (1461-1463) murió sin
casarse. El último rey de la Bosnia libre no fue el hijo sino el hijastro de
Catalina, hijo de su marido en primeras nupcias. Le pertenecía la sucesión en
virtud del mayorazgo. Los hijos de Catalina y Esteban Tomas, Sigismundo y Catalina, al morir su padre, tenían 5 y 1
años, respectivamente.
Esteban Tomas
murió de repente y parece de muerte violenta y su hijo Esteban Tomasevic reconoció a Catalina por su madre legítima, de
modo que ella siguió siendo la reina hasta la caída de Bosnia y la decapitación
de su hijastro en 1463. Después de su desaparición, los únicos Kotromanic fueron sus hijos Sigismundo
de 14 años y Catalina de 10 años. Antes de caer Bosnia, ya dos años se hallaban
en el cautiverio turco, capturados en 1461 por Ishal
bajá Gazi, consejero del sultán Murad II y oriundo de
Bosnia. Sigismundo y Catalina fueron conducidos a
Constantinopla donde se los obligó, niños todavía, a abrazar el islam. De esa
manera, Catalina, como único miembro cristiano de la dinastía Kotromanic, se consideró detentora de la legitimidad del
poder real bosníaco y como tal fue reconocida por la República de Ragusa (Dubrovnik) donde buscó el amparo y luego por la Santa Sede
cuando se refugió en la Ciudad Eterna, donde vivió 12 años y donde murió.
No obstante, Matias Corvino, rey húngaro-croata, invocando el derecho de
suzérain designó como rey de Bosnia en 1471 al noble
croata Nicolás Ilocki, coronado el año siguiente. Al
mismo tiempo Ilocki fue ban
de Croacia. Reinó únicamente en la parte septentrional de Bosnia y murió en
1477 sin herederos. Fue el último croata en llevar el título del rey de Bosnia.
En Roma, Catalina
vivió sin ostentación como terciaria franciscana, pero siempre en consonancia
con su dignidad real. Con el apoyo de la Santa Sede disponía de una pequeña
corte. En el hospicio croata de San Jerónimo se conserva la tumba de su dama
Paula de Mirkovic y las reliquias de la Santa Cruz y
la corona de espinas donada por Catalina. Fue gran benefactora. En su
testamento se acordó de varios miembros de su corte. Obsequió con prodigalidad
a la cofradía croata de San Jerónimo, en torno a la cual se congregaban los
refugiados de las provincias croatas. Entre ellos figuraba el egregio bosníaco,
Jorge Dragisic, amigo del cardenal Besarion, conocido con el nombre de Benignus
de Salviatis. Al caer Bosnia, Dragisic
llegó a Dubrovnik, se hizo franciscano y luego en
Italia sobresalió como humanista y filósofo. En la corte de Lorenzo de Médici fue preceptor de sus hijos. Lorenzo lo consideraba
"el hombre más sabio y más honesto que había conocido". Aunque
franciscano, Dragisic abogó por Savonarola
y tuvo que volver a Dubrovnik, pero luego el papa
León X, su ex alumno, lo nombró arzobispo de Nazaret.
La iglesia de San
Jerónimo, conocida y frecuentada por la reina Catalina, fue destruida y en su
solar el papa Sixto V (1585-1590) levantó un templo barroco, pues fue su
titular cuando era cardenal (Féliz-Peretti Montalto). Consciente de su origen croata, Sixto V, por
adhesión a San Jerónimo, dálmata también, fundó con la bula Sapientiam
Sanctorum de 1/8/1589 el cabildo y dotó abundantemente a la cofradía para que
prestara socorro a cuantos lleguen a Roma de las regiones "ilíricas" y hablen ese idioma. Por el fallo de la
sagrada Rota, con ese nombre deben entenderse habitantes de las provincias
históricas croatas: Dalmacia, Croacia (propiamente dicha), Eslavonia, Bosnia,
Herzegovina e Istria. Así el viejo nombre ilírico se usaba para designar a los croatas, análogamente
como el galo para los franceses.
Catalina murió en
Roma el 25/10/1478 y pocos días antes redactó el testamento, que se conserva.
En dicho documento -cuyo párrafo principal transcribimos en su original en
latín- tal vez único en los anales de la Santa Sede, la reina Catalina legó
todos sus derechos al Reino de Bosnia al Vicario de Cristo. Lo hizo porque sus
hijos fueron obligados a abrazar el islamismo. Sin esa disposición, en teoría,
su hijo, aunque musulmán, tendría el derecho al trono de Bosnia. Por eso
Catalina dispone que a sus hijos le incumbe el derecho
a la sucesión únicamente si regresan al seno de la Iglesia católica. Madre
solícita, en vano lo intentó todo para liberar a sus hijos
y nunca perdió la esperanza de verlos nuevamente reconciliados con la Iglesia.
En su testamento les legó obsequios y recuerdos.
En su testamento, la
reina Catalina dispuso que fuera sepultada en la iglesia franciscana Ara Coeli en Roma, legándole su manto real de oro y un
mantel de seda para el altar. A la iglesia de San Jerónimo dejó todo lo
necesario para la capilla. La última reina de sangre croata murió en olor de
santidad y la orden franciscana la festeja entre sus beatas el día 25 de
octubre. En Ara Coeti se le erigió un hermoso sepulcro
con su figura de tamaño natural, envuelta en manto real y ciñendo la corona del
reino de Bosnia, idéntica a la corona de los Angevinos croata-húngaros. Esa
lápida con el tiempo se desgastó y fue empotrada en una columna al lado del
púlpito, donde está actualmente. La inscripción latina reza:
DOM
CATHARINAE
REGINAE BOSNENSI,
STEPHANI DUCIS
SANTI SABBAE SORORI
ET GENERE HELENE ET DOMO PRINCIPIS
STEPHANI NATAE THOMAE BOSNAE
UXORI QVANTUM VIXIT ANNORUM LVIII
ET OBDORMIVIT ROMAE ANNO DOMINI
MCCCCLXXIII DIE XXV OCTOBRIS
MONUMENTUM IPSIUS SCRIPSTIS POSITV.
Lo que en versión
libre significaría: "A Catalina, reina de Bosnia, hermana del duque
Esteban de San Saba, hija de Helena y del duque
Esteban, esposa del rey de Bosnia Tomás, vivió 54 años y murió en Roma el año
del Señor 1478, el 25 de octubre. De acuerdo a su testamento se le erigió este
monumento".
Así terminó sus días
esa trágica reina de Bosnia, habiendo perdido a su marido, hijos, corona y
patria. Dejó un recuerdo perdurable en Roma y en su patria por sus obras de
beneficencia. En el convento franciscano de Sutjeska,
Bosnia, se guardan vestimenta litúrgica bordada con su mano. La iglesia de
Santa Catalina que levantó en Jajce como asimismo
numerosos templos y monasterios que construyó junto con su marido el rey
Esteban no se conservaron.
El recuerdo de la
reina Catalina y de su testamento permaneció tan vivo que el Papa León XIII la
menciona en su breve "Slavorum Gente",
expedido el 1/8/1901 al establecer el status del instituto croata de San
Jerónimo. Al evocar que durante su predecesor el papa Nicolás V, en 1453, fue
fundado en Roma el hospicio croata San Jerónimo, León XIII subraya: "Con
donaciones piadosas de los católicos, entre las cuales es digna de mención la
que legó la reina Catalina de Bosnia, el hospicio pronto creció tanto que pudo
atender a los peregrinos, y con el edificio ampliado, pudo también ocuparse de
los enfermos..."
También en este
escrito Apostólico se confirma que bajo el nombre eslavo e ilírico
del instituto de San Jerónimo deben entenderse a las croatas, enumerando
explícitamente a las provincias históricas croatas: Dalmacia, Croacia,
Eslavonia, Bosnia, Herzegovina e Istria.
En el mismo breve es
evocado el egregio para Sixto V, de origen croata, en estos términos:
"Quum vero ad supremum
Apostolatum officium Sixtus V erectus esset, is, ob suam in Sanctam Hieronymum pietatem atque en Chroaticam nationem, ex qua ducebat originem, benevolentiam, primum Hieronymianum templum, suum olim
titulum, dum in minoribus esset, angustum illud quidem ac vetustate fatiscens, a fundamentis fere, aere dato,
refecit, ornavit, omni supellectite instruxit..."
(Cuando el papa
Sixto V fue elevado al supremo oficio apostólico, por su devoción hacia San
Jerónimo y su benevolencia hacia la nación croata, del que provenía, primero
con su propio peculio renovó totalmente, lo ornó y proveyó de todos los
implementos, al templo de San Jerónimo, su iglesia titular mientras era
cardenal, que era angosto y se desplomaba de vetustez...)
De ese modo se entrelazan
los recuerdos de la última reina de Bosnia fallecida en Roma como exiliada, y
de Sixto V, uno de los papas más ilustres, descendiente de los croatas que,
acaso igual que Catalina, huyendo ante los turcos, se refugiaron en Italia. había tantos refugiados que hasta hoy perduran varias aldeas
en los Abruzzi que hablan en croata. Merced a la
munificencia como la de Catalina y de Sixto V, el instituto de San Jerónimo en
Roma sigue desempeñando su benemérita función. Lo experimentaron millares de
exiliados croatas en 1945. Perseguidos por los invasores comunistas de su
patria, encontraron abrigo y refugio en Italia antes de radicarse en los países
de ultramar. El instituto de San Jerónimo les prestó la primera ayuda, de modo
que esos refugiados pudieron sentirse próximos a la afligida Catalina, última
reina de Bosnia, transidos por el mismo dolor a causa de la patria perdida.
DEL TESTAMENTO DE LA
REINA CATALINA DE BOSNIA
"In nomine sanctae et individuae
Trinitatis Patris, et Filii, et Spiritus Sancti, amen. Anno incarnationis dominicae
MCDLXXVIII, indictione XI. die
vero XX mensis octobris pontificatus sanctissimi in Christo patris et Domini nostri domini Sixti divina
providentia Papae IV.
In mei notarii, et testium infrascriptorum et subscriptorum, ad omnia et singula infrascripta vocatorum specialiter et rogatorum praesentia, Illustrissima domina Catherina
quondam ducis Stephani filia, Regina Bosnae, nunc in alma urbe in regione Pineae in domo suae solitae habitationis
prope ecclesiam S. Marci de
urbe constituta, aegra corpore, sana tamen et compos mente, et infra, volens quod,
licet per immanissimum Christianae
religionis hostem Turcum retroactis temporibus de facto, et per tyrannidem
praedicto regno Bosnae pulsa, et spoliata sit, propterea tamen jus praefati non amisit, nec amittit,
quod spectat ad eam propter
incapacitatem, et inhabilitatem
filiorum suorum legítimorum, et naturalium, et illustrissimi Regis Thomae memorati regni Bosnae ex professione Mahometanae sectae contractam, habensque fiduciam in Domino, qui nullum violentum sinit esse perpetuum, quod praedictum regnum aliquando de manu tyrannica et hostili excidet, et evertetur ab ea, et Christianae subiicitur ditioni, volens propterea incolis regni praedicti et regno consulere, ne ad manus vemat aliquorum
nullum habentium jus in regno, sed suum
juridicum et legitimum habeat Regem: praefata
Regina ex praemissis, et quibusdam
aliis rationabilibus causis animum suum
moventibus, ac memor munificentiae, gratiarum, et beneficiorum a sancta Romana
ecclesia, et Apostolica sede
a felice et sancta memoria
Pauli II. et sanctissimo
domino nostro Sixto Papa
IV. collatorum, qui eam gratissima hospitalitate sunt semper prosecuti,
subveniendo eidem secundum regiam dignitatem condigno annuali stipendio et provisione, seu sufficienti pro suis necessitatibus: in praedicto regno Bosnae cum omnibus et singulis juribus, pertinentiis, dependentibus, connexis, et annexis praefati regni civitatibus, castris, terris, villis juribus et jurisdictionibus, ac utili et directo ejusdem dominio sacrosanctam Rómanam ecclesiam et sedem Apostolicam, ac praedictum sanctissimum dominum nostrum dominum Sixtum divina providentia
Papam IV. et suos successores canonice electos et intrantes universales haeredes ac successores instituit.
Rogavitque et rogat per solemne fidei commissum dictam sedem Apostolicam,
ac praefatum sanctissimum dominum nostrurn, et praedictos successores ejusdemque praedictae sedis fidei commisit,
et committit et ta voluit et ordinavit, quod filio suo, et praedicti
Regis Thomae legítimo et naturali Sigismundo si (quod Deus per infinitam suam permittat clementiam) ex Mahometanorum vomitu, in quo degit de praesenti, ad veram Christi fidem realiter et cum effectu revertatur i praedictum regnum et regni jura, dominia
et jurisdictiones absque detractione legis Trebellanicae plene restituat eumque Regem praedicto regno nominet, intitulet, et investiat quantum
in praedicta sede Apostolica fuerit. Si vero ictus Sigismundus ejus filius ad Christianam fidem non venerit, ut praefertur,
tunc illo casudicta illustrissima domina Regina voluit dictum ffdei commissum esse nullum irritum
et inane, nullumque roboris
vel momenti, ac si factum non fuisset, sedin tali casu
iterum rogavit, et rogat dictam sedem
Apostolicam, et sanctissimum
dominum nostrum et suos successores praefatos, et ejus ac praedictorum fidei committit, quod si filia ejus
Catherina, quae similiter de praesenti
Mahometanorum vomitum
sequitur, revertatur realiter
et cum effectu ad sanctam Christianam fidem, eidem filiae suae
modo et forma praemissis
regnum praedictum integraliter
restituant, quantum fuent
in eisdem: ambobus autem et filio et filia praenominatis in perfida Machomettana secta perseverantibus dictum fideicommisum praedicta Regina voluit similiter esse nullum, irntum,
et inane modo, quo supra estpraemissum.
Et interin dictam sedem Apostolicam
posse plene et libere de praodicto regno, ejus juribus, et tiio disponere ad suam voluntatem et beneplacitum tamquam de re, patrimonio, haereditate ac bonis suis propriis
quibusvis contradictionibus
non obstantibus, etc."
(Odoricus
Raynaldi, Anales Ecclesiastici,
tom. X Lucae 1753, pag. 594 sq. Segunda ed. A.Theiner, Mon. Slavorum Meridionalium,
tom. I,
ISABEL (Jelisava), hija del ban de
Bosnia, Esteban Kotromanic (1314 1353) y Isabel, hija
del duque polaco Casimiro, se casó en 1353 con el rey húngaro-croata Luis I el
Grande (1342-1382), de la rama napolitana de los Angevinos. Los Kotromanic estaban emparentados con los Angevinos y con los
príncipes croatas Subic que llevaron al trono de
Croacia y luego de Hungría a Carlos Roberto (1301-1342), padre de Luis. El
padre de Jelisava gozaba de protección especial de
los Subic, "banos
hereditarios de Croacia y señores de Bosnia" que por cierto tiempo
gobernaron en Croacia casi con completa independencia. Vladislao,
hermano de Esteban II, se casó con Elena Subic, madre
del quien sería ban y rey de Bosnia, Tvrtko I (135s1377), sucesor de su tío por no tener éste
herederos varones.
Aunque Isabel
perteneció a una familia distinguida, su casamiento con Luis I, señor feudal de
Bosnia, significó para ella, enérgica y ambiciosa como era, gran ascendiente.
Muerto su marido, varios años ejerció el poder real en Croacia y Hungría en
nombre de su hija menor, María. El reinado de su esposo constituye uno de los
períodos más brillantes del reino húngaro-croata. Luis I, mediante guerras
victoriosas contra Venecia, restituyó el poder del reino croata en el Adriático
y llegó a ser protector de Dubrovnik. Pero, en su
afán centralista, provocó la oposición de los señores feudales croatas. Muerto
su tío por parte materna, Casimiro I, rey de Polonia, Luis I heredó también en
1371 el reino de Polonia, que luego pertenecería a su hija menor. Al casarse
esta en 1386 con el gran príncipe Jagelo, de
Lituania, se fundó la unión polaco-lituana y una nueva dinastía, los jagelones, cuyos descendientes reinarían también en el
reino de Croacia-Hungría: Vladislao I (1440-1444), Vladislao II (1490-1516) y Luis II (1516-1526).
La segunda hija de Jelisava y Luis I, María, coronada tras la muerte de su
padre como "rey" húngaro-croata, se casó en 1385 con Sigismundo, rey de Bohemia, hijo del emperador Carlos IV de
la dinastía luxemburguesa, luego rey de Hungría y Croacia y emperador
germánico-romano. (Coronado en Roma en 1433).
Su hija mayor,
Catalina, muerta muy joven, se había comprometido con el príncipe francés Valois.
El gobierno de
Isabel provocó resistencia de una parte de los nobles croatas y húngaros,
quienes querían aprovecharlo para recobrar la influencia que les arrebató Luis
I. Tampoco los satisfacía el compromiso de María con Sigismundo,
pues temIan la influencia alemana. Por ello Jelisava apresuró su boda (1385), pero los partidarios de
la "orientación italiana", apoyados por la Santa Sede, y en primer
lugar los nobles croatas, entronizaron en 1385 a Carlos de Drac,
quien un año después fue matado por los adictos de las dos reinas. De hecho tratábase de un acto de venganza, pues Andreasso,
hermano de Luis I, fue muerto en Nápoles en 1345 donde reinaba y Luis en vano reclamaba
el castigo de los culpables. Cuando Isabel viajó con el "rey" María a
Croacia para influir con su presencia en la nobleza descontenta, ambas fueron
capturadas y encarceladas en Novigrad. Por
instigación de la corte napolitana, Jelisava fue
muerta en la cárcel a principios de 1387, simulándose que había fallecido de
muerte natural. Primero fue enterrada en Zadar, en la
iglesia de San Cresencio, y luego en Stolni Biograd. Pocos meses
después, los grandes croatas Frankopani liberaron a
María por intercesión de su marido Sigismundo I que
había asumido el cetro real.
De ese modo Isabel Kotromanic, reina de Croacia, Hungría, de Nápoles y
Polonia, al encontrarse en el cenit de su poder y prestigio, murió trágicamente
precisamente en Croacia, de donde provenía y cerca de Zadar,
que su marido había restituido a Croacia, logrando en 1358 que Venecia
renunciara a todas sus posesiones en la costa adriática oriental desde Quarnero hasta Drac en Albania.
En las guerras con Venecia, Esteban II, padre de Jelisava,
lo había ayudado.
Para conmemorar
estas victorias Isabel mandó hacer un arca de plata para el cuerpo de San
Simón, patrón de Zadar. Esa vieja ciudad, igual que
otras ciudades mediterráneas, mantiene con celo el culto de su patrón y sus
reliquias. Como no hace mucho lo subrayó un escritor comunista croata "la
mitad de la gente en esa región lleva el nombre Simón". Se trata de San
Simón que, de acuerdo al Evangelio de Lucas u (cap. II, 25-35)) era "un
hombre justo y temeroso de Dios" y quien, inspirado por el Espíritu Santo,
apareció en el templo cuando María y José llevaron al Niño para presentarlo al
Señor. Entonces Simón tomó en sus brazos al Niño Jesús y lo saludó 'como
Salvador, y predijo a María que una espada traspasaría su propio corazón.
Se lo venera como
milagroso e Isabel atribuía a su intercesión la curación de su padre. En la
familia de los príncipes Subic, por la mediación de
San Simón fue liberada de la grave calumnia de adulterio la esposa de Pablo I Subic, la princesa Ursula,
hermana del rey serbio Dragutin. En presencia del
calumniador, zupan Marmoña
juró ante la reliquia del santo ser inocente y Marmoña,
atemorizado, huyó y revocó su calumnia.
El relicario, donado
por Isabel, sirve todavía al culto en la iglesia de San Simón. Fue labrado por
Francisco Milanés, asistido por maestros lugareños, de los que conocemos el
nombre de Andrés Markov de Zagreb. El arca está
provista del tímpano (tapa triangular) y consiste de seis paneles, ricamente
adornados con relieves, destacándose el relieve que presenta a Jelisava, ciñendo la corona real, como obsequia el arlca al santo y, debajo arrodilladas sus tres hijas:
Catalina, Maria y Jadviga;
el relieve que describe la entrada solemne de Luis I a Zadar,
luego el que presenta a Esteban I en la cama de enfermo, y a su lado
arrodillados sus sobrinos Vuk y Tvrtko,
este último será rey de Bosnia. También es interesante el relieve que muestra
el juramento de la princesa Ursula, esposa de Pablo I
Subic, "ban
hereditario de Croacia y Señor de Bosnia", quien desempeñó el papel
decisivo en la entronización de los Anjou en Croacia
y Hungría. Desde el punto de vista artístico tiene interés el relieve central
que reproduce la escena de la presentación en el Templo, concebido bajo la evidente
influencia de Giotto.
El arca de San Simón
con once preciosos relieves, es uno de los documentos histórico-culturales
croatas más interesantes. Entrelaza a las figuras históricas del siglo XIV: a
Luis y Jelisava con sus dos hijas Catalina, prometida
al heredero del trono de Francia y a María, más tarde reina húngaro-croata y
esposa de Sigismundo; rey de Bohemia y emperador
romano-germánico; a Jadviga, reina de Polonia y
fundadora de la dinastía polaco-lituana; luego a Esteban I Kotromanic
y a su sobrino Tvrtko, primer rey de Bosnia;
seguidamente, al príncipe Pablo I Subic, gobernante
de todas las provincias croatas y antecesor de una de las familias más
prestigiosas en Croacia que luego se llamará Zrinski,
según la ciudad Zrin. Uno de los héroes más célebres
de la Cristiandad occidental en la lucha contra los invasores turcos fue
Nicolás Subic Zrinski, ban de Croacia, quien en 1566 al mando de una pequeña
guarnición de Siget, detuvo al gran ejército de
Solimán el Magnífico, salvando así a Viena, capital del imperio
romano-germánico. Fue denominado Leónidas de la Cristiandad y con justa razón,
puesto que dicha derrota turca equivalió a su derrota marítima en Lepanto.
DANDO término a esta
breve nota en la que evocamos el recuerdo de dos insignes reinas en la historia
de Croacia de la dinastía de los Kotromanic, cuadra
acotar aquí que en Siget el comandante del ejército
turco fue el gran visir Mehmed Sokolovic,
croata de origen y oriundo de lo que fue el reino de Bosnia. Muerto Solimán
durante el largo asedio, Mehmed bajá Sokolovic (en turco Sokobi)
ocultó a los soldados la muerte del sultán hasta que venció a Zrinski quien antes de dejarse capturar murió combatiendo
al frente de los últimos defensores de Siget.
"Aquí -dice el jefe religioso de los musulmanes bosníacos Reis-ul-Ulema Mehmed Spaho- se palpa la tragedia del pueblo croata, el cual,
dividido en distintas religiones, se hallaba durante siglos en dos bandos
opuestos, desangrándose.
La presente
generación debe borrar todos los vestigios del pasado trágico y cada croata,
musulmán o cristiano, debe considerarse hermano no haciendo distingo alguno por
razones de credo religioso".
Estas palabras del jefe religioso de los musulmanes de Bosnia constituyen un
documento valioso del patriotismo croata y del espíritu ecuménico, que se está
afirmando en el Concilio Vaticano II.
Buenos Aires.