Bosnia y Herzegovina

Aportes al esclarecimiento del origen de la Primera Guerra Mundial

 

Studia Croatica - Edición Especial

Buenos Aires, 1965

Ivo Bogdan - La cuestión de Bosnia y la Primera Guerra Mundial

X. LA CUESTIÓN DE LA RESPONSABILIDAD DE LOS GOBERNANTES SERVIOS EN EL ATENTADO DE SARAJEVO

Analizando las causas de la primera guerra mundial con motivo de su 50 aniversario, Pierre Renouvin constata que en vísperas de la crisis de junio de 1914 la situación europea tal como la evaluaron los representantes calificados de todas las potencias era calme et pacifique. Cita como prueba el informe de Jules Cambon, embajador de Francia en Berlín, de 12 de junio, donde dice: "Estoy lejos de pensar que en este momento hay en la atmósfera algo que constituya una amenaza para nosotros; todo lo contrario". Empero, prosigue Renouvin, "quince días después, el atentado de Sarajevo abre la crisis internacional que conducirá a la guerra europea"[1]. Aunque esta constatación del destacado historiador francés no debe interpretarse como si el atentado de Sarajevo fuese la causa de la primera guerra mundial, cabe concluir que el asesinato de Francisco Fernando no fue solamente un incidente trágico sino un evento decisivo, íntimamente ligado a los orígenes de la guerra.

Por consiguiente, nuestro análisis del largo proceso político que culminó con la crisis de 1914 no sería completo si no abordaremos el problema de los responsables del atentado que tanto perturbó la situación europea hasta entonces calme et pacifique y que produjo el conflicto general. Precisamente en torno a la responsabilidad por el atentado y el castigo de los culpables se produjo la ruptura de las relaciones diplomáticas entre Austria-Hungría y Serbia y se hicieron aprestos militares, lo que hizo que la guerra fuera casi ineludible.

 

1. La Cuestión de la culpabilidad serbia y el famoso Ultimátum de Austria-Hungría

Como se sabe, la guerra estalló después de haber rechazado Serbia el pedido de Austria-Hungría, contenido en el párrafo 60 del cuasi ultimátum del 23/6/1914 [2], donde se exigía que en la instrucción judicial en Serbia participan también los representantes de la doble Monarquía[3]. Si bien en Viena no se disponía de pruebas de la responsabilidad directa del gobierno serbio y el ultimátum erróneamente culpa a la organización de la "Defensa Nacional" en lugar de la "Unión o la Muerte", denominada "La Mano Negra", la investigación en Bosnia demostró, se expresa en la nota del 23/6/1914, "que el asesinato de Sarajevo fue tramado en Belgrado, que las armas y explosivos con que fueron provistos los asesinos les habían sido facilitados por oficiales serbios y funcionarios que formaban parte de la "Narodna Odbrana", y finalmente que el paso a Bosnia de los criminales y sus armas fue organizado y efectuado por los jefes de servicio de la frontera serbia". (Indagaciones posteriores demostraron la veracidad de todos esos cargos que además, evidenciaban sólo una pequeña parte de la verdad).

En Viena, dado el carácter de la acción subversiva, dirigida desde Serbia, que amenazaba la integridad territorial y la misma existencia de la doble monarquía y que culminó con el asesinato del heredero al trono imperial, estimaban que lo menos que se debía exigir era la suspensión de actividades subversivas, el castigo de los culpables y, como garantía, la participación de los delegados austríacos en la investigación pertinente. Esta última demanda, en vista de las nociones vigentes en Europa acerca de la soberanía estatal, fue calificada como incompatible con el honor de Serbia como Estado soberano, y el gobierno francés junto con la opinión pública, y en parte el de Gran Bretaña, aceptaron el punto de vista del gobierno de Belgrado, de que tenía razón al rechazar el punto 60 de la démarche del 23 de julio de 1914.

Empero, otro cariz hubiera tomado todo ese problema de haberse creído en París y en Londres que en efecto el gobierno de Serbia era responsable del atentado de Sarajevo. Entonces el rechazo de la participación de los representantes de Austro-Hungría en la investigación del crimen habría sido interpretado en primer lugar como el deseo de Belgrado de evitar se estableciera la verdad. Por lo demás, tratábase de un país que carecía del derecho moral a exigir la aplicación de los criterios justificados en los países civilizados de Europa occidental, pero fuera de lugar en Serbia. Los gobernantes serbios practicaban el terrorismo político como un recurso casi normal en la lucha política, según lo comprueban los mismos historiadores serbios.

La historia de la Serbia contemporánea está envuelta en una cadena ininterrumpida de crímenes políticos. El cabecilla del primer alzamiento-serbio a principios del siglo XiX y el fundador de la dinastía Karageorgevic gobernó -dice un historiador serbio- de modo cruel y violento y además "a menudo recurría al crimen político para cambiar y beneficiarse de una situación". Tuvo que salir de Serbia y la conducción de la lucha contra los turcos pasó a manos de Milos Obrenovic, fundador de otra dinastía serbia. Este ordenó se matara a Karageorge de su regreso a Serbia y su cabeza la envió al sultán de Constantinopla como "obsequio". Mihailo, hijo y sucesor de Milos, fue asesinado en 1868. Entonces el poder lo asumió Alejandro, hijo de Karageorge, y cuando le tocó el destierro, se estableció su responsabilidad en la muerte violenta de Mihailo. El asesinato del último Obrenovic fue consumado en 1903 con el conocimiento de su sucesor el rey Pedro Karageorgevic[4].

Los asesinos de Alejandro Obrenovic y su esposa figuraron entre los líderes militares y políticos más influyentes. Serbia empleaba el terror y el crimen político contra todos sus vecinos y especialmente contra Turquía y Austro-Hungría, de modo que un historiador argentino definió a Serbia como "foco de asesinos"[5].

Los gobiernos de la Entente evidentemente no procedieron con la cautela debida cuando presentaban a esa Serbia que rechazó la investigación sobre el atentado de Sarajevo como inocente víctima de la prepotencia de su poderoso vecino. Esa ficción fue alimentada también después de la guerra con el fin de justificar severas condiciones de los tratados de paz[6].

En Francia también con el tiempo penetró al menos parte de la verdad sobre la culpabilidad de Serbia en el atentado de Sarajevo. Renouvoin constata en el artículo mencionado "la responsabilidad indirecta" del gobierno serbio. En cambio, A. Fabre-Luce estima que la culpabilidad de Serbia está comprobada. Renouvoin tomó el concepto sobre la culpabilidad indirecta del gobierno serbio de la conclusión aprobada en la reunión conjunta de los historiadores alemanes y franceses en 1951, donde respecto a la responsabilidad serbia leemos también estas palabras... "aunque parece que ciertos miembros de ese gobierno tuvieran conocimiento del atentado". Por consiguiente. Fabre-Luce concluye que el punto 6 de la démarche austro-húngara pudo haber sido inspirado por el deseo de preservar el prestigio y la hegemonía, pero "por ello no parece hoy menos excusable. El gobierno de Belgrado no había empezado ninguna investigación seria y esta abstención se explicaba demasiado bien". Las nuevas revelaciones podrían servir para completar la conclusión de los historiadores franceses y alemanes sobre la controversia de la culpabilidad indudable del gobierno serbio[7]. "Al establecerse la verdad -destaca Fabre-Luce-, no disminuye el valor de los sacrifios de los combatientes franceses en la primera guerra mundial. Ellos lamentablemente preparaban el futuro que no deseaban. "La reconciliación franco-germana pudo concretarse recién después de la segunda conflagración mundial que, indudablemente, pudo evitarse si la verdad sobre los orígenes de la precedente hubiera sido totalmente conocida antes del nacimiento del hitlerismo"[8].

2. La cuestión de la responsabilidad serbia en las obras de Albertini, Falcionelli y Barnes

Lejos de abocarnos al análisis de la responsabilidad por la primera guerra mundial y quedando dentro de los límites trazados en este estudio, señalaremos tan sólo obras de tres autores donde se establece el grado de la responsabilidad de Serbia en el atentado de Sarajevo y la crisis subsiguiente.

El primero en establecer la responsabilidad del gobierno servio y de los círculos oficiales rusos en el atentado de Sarajevo fue LUIGI ALBERTINI, senador del Reino de Italia y director del diario milanés II Corriere della Sera en su obra Le origini della guerra del 1914, publicada en 1943. Estudiando a fondo todos los documentos y archivos pertinentes y relatando sus contactos personales, en varios capítulos del libro II de su reputada obra Albertini constató algunos hechos, poco conocidos o totalmente ignorados, los conectó dándoles un comentario coherente, de modo que los historiadores ya no pueden negar la responsabilidad de los círculos oficiales de Serbia y Rusia. Albertini señala de modo especial la responsabilidad del agregado militar ruso en Belgrado, coronel Artamanov y del "partido belicista" ruso. Además aporta pruebas según las cuales el atentado fue organizado por altos oficiales del Reino de Serbia y su preparación fue conocida por el gobierno de Nikola Pasic. Ese gobierno quiso reservarse el alibi por haber prohibido presuntamente el pase de los atentadores a Bosnia y por haber instruido a su embajador en Viena de advertir sobre el peligro de atentado. Albertini juzga con acierto que aquí se trataba de intentos de derivar la responsabilidad al grupo de oficiales de la llamada Mano Negra, señalando asimismo la manera inadecuada de atraer la atención de las autoridades austro-húngaras. Señala también la negligencia de la administración austríaca y la posibilidad de que los adversarios de Francisco Fernando omitieron adrede tomar las medidas necesarias frente a atentados eventuales. Por un lado, los influyentes círculos húngaros veían en el heredero al trono un opositor peligroso al dualismo y los partidarios austríacos de la intervención militar contra Serbia veian en él un oponente decidido a la guerra contra Rusia y Serbia. Francisco Fernando quiso solucionar la cuestión yugoeslava por medios políticos y no militares.

Dicho de pasada, nos parece que se ha exagerado sosteniendo que Austria-Hungría buscaba un motivo de guerra y que el atentado de Sarajevo vino como llovido del cielo. Incluso se afirmaba que el mismo heredero al trono buscaba el pretexto de la guerra y a tal efecto, de acuerdo con el kaiser Guillermo II, organizó la visita a Sarajevo. Con razón observa el nieto del desafortunado archiduque, George Hohenberg, en la revista austríaca Forum: "¿Quiere decirse que el Kaiser sugirió a su amigo que se dejara asesinar para que él, Guillermo, pueda declarar la guerra?".

Otra obra es de ALBERTO FALCIONELLI. En su monumental "Historia de la Rusia Contemporánea", el autor argentino se ocupa del fondo político del atentado de Sarajevo, particularmente en los capítulos XII y XIII, del primer tomo. Falcionelli, adversario ideológico del comunismo, procede con extrema cautela en su crítica de la Rusia imperial.

Acertadamente enjuició los efectos perniciosos de la agresiva política serbia contra la Monarquía danubiana, señalando la culpabilidad del partido belicista ruso que la respaldaba. En ese punto difiere de muchos autores de los países latinos, demasiado influenciados por la propaganda bélica de la Entente, favorable a Serbia. En lo concerniente a la responsabilidad por el atentado de Sarajevo, Falcionelli comparte la opinión de Albertini, pero extrae sus conclusiones de manera independiente, en base al conocimiento cabal de la materia, libre de todos los prejuicios en cuanto a los protagonistas del drama, que culmina con catástrofe de la primera guerra mundial.

Resulta muy interesante su semblanza de Francisco Fernando y la apreciación de ios motivos de los conspiradores serbios, más temerosos de las reformas políticas del heredero al trono que de los preparativos militares austro-húngaros.

El profesor HARRY ELMER BARNES es el tercer autor cuyo juicio acerca de la responsabilidad de Serbia por la primera guerra mundial merece traerse a colación. Barnes se ocupa del problema de la culpabilidad de la guerra desde hace 40 años. Con motivo de la publicación del discutido libro Griff nach der Wettmacht (Droste-Verlag, Dusseldorf) fue invitado a exponer sus conclusiones sobre las causas de la primera guerra mundial. En su opinión, la causa principal de la guerra fue el afán de Rusia de apoderarse de los Estrechos del mar Negro. Rusia trató de alcanzar su propósito de todas las maneras y por fin mediante la Alianza Balcánica. En efecto, en 1912 se había acercado bastante al objetivo ansiado, pero no tardó en producirse la guerra entre los Estados balcánicos cuyo resultado fue el alineamiento de Bulgaria con las Potencias Centrales. Desde ese momento, opina Barnes, en Petrogrado prevaleció el partido paneslavista belicista que propugnaba la realización del sueño bizantino ruso aunque fuera al precio de la guerra europea.

Izvolsky fue el ejecutor de esa política. El pretexto para la guerra lo proporcionaron los nacionalistas granserbios, quienes, alentados por Rusia, perpetraron el asesinato de Sarajevo, temerosos de las reformas políticas favorables a los eslavos austríacos. El gobierno serbio estaba enterado de los preparativos del atentado por lo menos tres semanas antes de su consumación y nada hizo para impedirlo o por lo menos para informar debidamente al gobierno vienés. Incluso altos oficiales, entre ellos el gran príncipe Nicolás, como asimismo algunos diplomáticos, interiorizados de los preparativos, dieron su apoyo y prometieron ayuda militar a Serbia en caso de desencadenarse la guerra. Del complot estaban enterados también el Zar y el ministro de relaciones exteriores de Rusia, Sazonov. En Viena conocían los fines de los fanáticos serbios, pero desconocían los pormenores de los preparativos del atentado. Veían claro que el nacionalismo serbio perseguía la desintegración de Austro-Hungría. Serbia rechazó las demandas fundamentales de Viena y por supuesto tal respuesta no pudo satisfacer al gobierno austro-húngaro.

Empero, Bertchold se decidió por la guerra únicamente por haber sido mal informado por el embajador inglés Bunsen de que su gobierno no intervendría en el conflicto bélico. Averiguó demasiado tarde que Bunsen no había entendido bien las instrucciones de su gobierno. El historiador norteamericano extrae la conclusión de que en primer lugar Serbia era culpable de la guerra.

Dice textualmente: "La responsabilidad principal por la primera guerra mundial recae sobre Serbia, Rusia y Francia y eso en el orden indicado. Luego recaería sobre Austria que pedía sólo una justificada acción local punitiva. Al final figuran Inglaterra y Alemania, por el orden citado. Las personalidades más responsables fueron Izvolsky, los intrigantes serbios, Rankeschmiede, Sazonov y Poincaré, por orden indicado"[9].

3. Los croatas y el atentado de Sarajevo

La opinión pública en Croacia intuía desde el principio que el atentado de Sarajevo no fue obra de personas aisladas o grupos fanatizados. Se suponía que era la exteriorización extrema y el instrumento del nacionalismo serbio. Los croatas en general aborrecían los métodos directos y brutales de Serbia, consternados por los atentados políticos perpetrados en Croacia por inspiración e instigación de los agitadores serbios. La actividad subversiva y el terrorismo político eran extraños en Croacia. En las luchas políticas se recurría a los métodos legales y lícitos hasta la implantación de la dictadura del rey Alejandro en 1929. Por ello, en Serbia estaban convencidos de que los croatas saben defender sus derechos únicamente con los discursos parlamentarios y los memoriales en que invocaban sus derechos históricos y constitucionales. En ese estilo de la lucha política, apropiado a la situación imperante en un país donde imperaba la ley como lo era Austro-Hungría, los serbios veían la ausencia de la voluntad y la capacidad del pueblo croata de luchar con armas por sus derechos nacionales[10].

La convicción de los croatas de la culpabilidad de Serbia por el atentado de Sarajevo se manifestó particularmente en las sesiones de la Dieta croata después del atentado. Los diputados del Partido Constitucionalista Croata y del Partido Campesino Croata obstruían durante varios días las tentativas de los diputados de la Coalición Croata-Serbia para conmemorar a Francisco Fernando con expresiones de sumisa lealtad a los Habsburgo. Lo lograron, pero al cabo de interminables discusiones. Rindieron su tributo en forma humillante, discordante con los sentimientos croatas de honor y orgullo nacional. Hoy sabemos que los diputados serbios obraron así, siguiendo las instrucciones del gobierno de Belgrado.

Cabe destacar aquí que todos los croatas en Bosnia y Herzegovina, tanto musulmanes como católicos, repudiaron únicamente el atentado y por reacción espontánea atacaron instituciones y comercios de serbios.

4. Atentado de Sarajevo y la opinión pública de Serbia

El destacado político serbio Milan Stojadinovic, fiel seguidor de la política de Nikola Pasic, describió el clima creado en Serbia a raíz del atentado en sus memorias publicadas recientemente[11]. Creemos oportuno referirnos a los datos que contiene ese libro para la información de quienes se ocupan del problema de responsabilidad por la primera guerra mundial.

Stojadinovic dice que tan pronto se enteró del atentado de Sarajevo pudo conocer cómo y porqué fue perpetrado. Se puso en contacto con los miembros de las organizaciones patrióticas serbias. Los serbios tomaron las maniobras militares austro-húngaras como una provocación insoportable".

Stojadinovic prosigue: "Que ambos atentadores debieron tener vinculaciones con nuestra Narodna Odbrana (Defensa Nacional) o con la organización de los chetniks y la Mano Negra, lo veíamos con toda claridad en Serbia antes de iniciarse la instrucción judicial en Sarajevo. Únicamente Belgrado pudo proporcionar bombas y armas".

Stojadinovic, lejos de lamentar ese crimen alevoso, subraya que fue "una manifestación justificada de la rebeldía de todo un pueblo contra la ocupación austro-húngara". Mas le faltan argumentos para probar que Bosnia es una provincia serbia. Por cierto, invoca la oposición de los musulmanes y los ortodoxos a la ocupación de 1878, pero pasa por alto el hecho notorio de que los musulmanes de Bosnia y Herzegovina se percataron con el tiempo del peligro granserbio, que protestaron acerbamente contra el atentado y que hubieran preferido cien veces el Estado croata dentro de la monarquía danubiana al sometimiento de Bosnia a Gran Serbia. Sobre los ejecutores del atentado, Stojadinovic dice: "Mientras Gavrilo Princip era un nacionalista serbio, Cabrinovic -juzgando por lo que declaró en el proceso- era un anarquista internacional, pero imbuido con las ideas del nacionalismo serbio".

Refiriéndose al fondo político del atentado, Stojadinovic -quien en 1938 aplaudió el Anschluss como presidente del gobierno yugoeslavo-[12] trata de situar los motivos políticos de los conspiradores en el nivel de la oposición de ciertos círculos políticos austríacos y húngaros a los planes de Francisco Fernando referentes a la supresión del sistema dualista. Los húngaros y los austríacos, subraya Stojadinovic, no querían la supresión del dualismo y los serbios deseaban su unión bajo la dinastía de los Karageorgevic y no de los Habsburgo.

"Visto desde ese ángulo político -concluye Stojadinovic- el atentado de Sarajevo parece una conjura preparada serbio-húngaro-alemana... El análisis de los momentos políticos llega a esta absurda conclusión".

Los serbios entraron en la guerra "contentos alegres, exultantes, cantando". En el ministerio de finanzas de Belgrado, dónde Stojadinovic desempeñaba alto cargo, "resonaba durante dos días y dos noches sólo una canción, constantemente repetida, entonándola un grupo de empleados mientras el primero ya estaba cansado. La cantaban con los ojos enfurecidos y a voz en cuello" [13]. La canción aludida se refería a la derrota de Bulgaria en la segunda guerra balcánica y anunciaba el mismo destino a Austria.

De la Mano Negra que organizó el atentado de Sarajevo, Stojadinovic dice: "En Serbia la Mano Negra era una suerte de organización militar patriótica con el propósito de liberar a los serbios y con el lema Unión o Muerte. Hacía lo que el gobierno y las autoridades serbias no pudieron ni debieron hacer por efectos y ecos en el exterior. Se ocupaba, por ejemplo, del envío de chetniks a las regiones serbias bajo el gobierno turco, luego mantenía contacto y remitía material propagandístico y otro a organizaciones afines en Bosnia y Herzegovina, etc. Pero esta organización tenía también sus objetivos en la política interna, tendientes a subir al poder" [14].

El proceso de Salónica -según Stojadinovic- fue montado por Pasic y el regente Alejandro para acusar a los jefes de la Mano Negra que se aprestaba a tomar el poder y por ello intentaron asesinar al regente.

"Por consiguiente -prosigue Stojadinovic- ese atentado, real o imaginario vino bien para saldar definitivamente cuentas con los miembros de la Mano Negra, que interferían en los asuntos políticos del gobierno. Pasic aguantaba pacientemente hasta que llegó el momento justo, como cuando el cazador espera con paciencia en el bosque que el animal se le acerque y se ponga a tiro".

Alejandro sabía que su padre debió el trono a los conjurados de la Mano Negra que mataron al último Obrenovic, pero no le gustaba ser deudor. "De acuerdo a la doctrina de Maquiavelo, los liquidó[15].

Stojadinovic reafirma la opinión generalizada de que el proceso fue montado cuando se esperaba la paz negociada con Austria, con el fin de deslindar la responsabilidad por el atentado de Sarajevo, y de esa manera el Regente y el gobierno podían defenderse que ellos mismos habían liquidado a los culpables del atentado[16].

Stojadinovic no pudo no mencionar la revisión del proceso, promovida en 1953 por los comunistas yugoeslavos, declarando inocentes a los acusados, sin tratar de desmentir las conclusiones de los jueces. Del fallo absolutorio habla con ironía, pero no refuta sus considerandos[17].

5. Testimonio de Mestrovic sobre el papel de Apis-Dimitrijevic, de Pasic y de Izvotsky

Es sugestivo el testimonio de Ivan Mestrovic, quien como joven escultor vivió cierto tiempo en Belgrado antes de ia primera guerra mundial y estaba en contacto con los círculos influyentes serbios, incluso con los miembros de La Mano Negra. En vísperas de las Guerras Balcánicas le dijo el coronel Dimitrijevic-Apis, jefe de la Mano Negra:

"Tan pronto termine en una parte, habrá que empezar en la otra. Pero vosotros tened paciencia". En otras palabras, Serbia debe ahora saldar cuenta con Turquía y luego le toca a Austria. Dimitrijevic-Apis continuó: "Por lo demás, los austríacos lo saben y debemos minarlos desde adentro."

Los integrantes de la Mano Negra -dice Mestrovic- no ocultaban su participación en la liquidación del último Obrenovic sino que "se vanagloriaban de ello de un modo repelente". Milanovic, ministro de relaciones exteriores, se quejaba a Mestrovic que le visitó en nombre de la Mano Negra el director del periódico Pijemont, un tal Ljuba Jovanovic-Cupa, quien puso sobre la mesa una bomba y exigió que debía obrar de acuerdo a los deseos de su grupo.

Milanovic se quejaba también diciendo que no comprendía cómo Pasic podía tolerar todo eso. "Sólo el diablo sabe lo que piensa. Eso y aquello, dice, son bien intencionados"[18].

Lo antedicho confirma la gran influencia de la Mano Negra y a la vez desmiente los alegatos de que sus integrantes habían organizado el atentado de Sarajevo contra la voluntad de Pasic.

Es obvio que a Pasic no le agradaba la injerencia de las camarillas militares en la política interna, pero en sus aspiraciones expansionistas su gobierno se servía de la Mano Negra.

Es interesante también lo que refiere Mestrovic sobre sus diálogos con Pasic y sus vinculaciones con Rusia. De regreso de su primer viaje en Rusia, Pasic estaba deprimido, pues le habían aconsejado en Petrogrado mucha cautela con Austria y Alemania y no aceptaron su propuesta de que el regente Alejandro se casara con una princesa rusa.

A su regreso del segundo viaje, Pasic se mostraba alegre y contento. "Antes también creía -le dijo a Mestrovic- que ustedes más jóvenes vivirán la liberación completa y la unión del pueblo entero, y ahora empiezo a creer que yo también podría verlo". Rusia y Francia están preparándose, pero los alemanes los aventajan y Pasic teme que podrían sorprenderlos.

Recomendaba a Mestrovic que "si aparecieran ciertos signos", entonces los destacados amigos de Serbia en Austro-Hungría deberían exiliarse[19].

Durante la primera guerra mundial Mestrovic estuvo en contacto con el embajador ruso en París, Alejandro Petrovic Izvolsky, considerado por muchos autores como jefe del partido paneslavista belicista ruso.

"Nosotros -le decía Izvolsky- entramos esta vez en la guerra para realizar nuestro sueño secular, para liberar a todos los eslavos y unirlos en torno nuestro. Algo más; queremos tomar a Constantinopla. Dícese: el panrusismo y el paneslavismo. En parte eso es la verdad, pues queremos unificar a todos los eslavos, pero también queremos con la ayuda de todos los eslavos hacer de Rusia un país totalmente eslavo, lo que era cada día menos a medida que se expandía en Asia..." Moscú será la capital del imperio ruso-eslavo y la segunda capital será Constantinopla. Allí entronizaremos al patriarca para todos los ortodoxos y Constantinopla será la capital para todos los eslavos meridionales que participarán en la total comunidad eslava, bajo la égida del Zar". Exponiendo ese programa paneslavo, Izvolsky ensalzaba a Nikola Pasic como hombre de confianza de los rusos. El trabaja "según los deseos de Petrogrado y de hecho toda la política en los últimos años en vísperas de la guerra en Belgrado la dirigía Nikolai Hartwig, embajador ruso"[20].

6. Testimonio substancial del prof. S. Jovanovic sobre et proceso de Salónica

Un documento valioso serbio que establece la responsabilidad de los círculos oficiales de Belgrado es ei artículo del profesor Slobodan Jovanovic, publicado post mortem, sobre el proceso de Salónica en cuanto derivación del atentado de Sarajevo[21]. El valor de ese documento estriba en que lo escribió una autoridad indiscutible, un buen conocedor de la moderna historia serbia, y estableció la responsabilidad de los círculos oficiales serbios por el atentado de Sarajevo. Jovanovic constata que el atentado fue organizado por el coronel Dimitrijevic-Apis, a la sazón jefe del servicio de información del Estado del Reino de Serbia. Los documentos y las deducciones de Jovanovic no pueden ponerse en tela de juicio por cuanto se trata del más insigne intelectual serbio de nuestro siglo, que fue presidente del gobierno yugoeslavo exiliado en Londres. Su artículo da también una imagen auténtica del carácter de las tantas veces citada organización clandestina Unión o Muerte, denominada la Mano Negra. Se colige también que el regente Alejandro apoyaba esta organización.

Jovanovic confirma lo que Izvolski declaró a Mestrovic, es decir que el embajador ruso en Belgrado, Nikolai Hartwig, interfería en los asuntos más delicados de la política nacional serbia, entre otras cosas cuando se privó del derecho a la sucesión al príncipe Jorge, hermano mayor de Alejandro. Jovanovic en sustancia verifica las confesiones parciales de otros autores serbios concernientes al proceso de Salónica, revisado por el régimen comunista en 1953. Los monárquicos serbios exiliados trataron de subestimar u ocultar dicha revisión. Jovanovic sin reserva alguna concluye que contra Dimitrijevic-Apis se había cometido un crimen judicial. Como monárquico convencido trata de disminuir la responsabilidad del regente Alejandro, que pudo indultar al condenado, alegando que el jefe de la Mano Negra fue sentenciado a muerte por "razones superiores de Estado". En primer lugar, para liberar al gobierno serbio de la culpabilidad por el atentado en Sarajevo en el caso de que se negociara una paz por separado.

En el mismo sentido se había declarado, ya en 1922, Stoyan Protic, ex primer ministro, quien también aludió a las "confesiones escritas" de Dimitrijevic-Apis[22]. Esas confesiones han sido publicadas a raiz de la revisión del proceso de Salónica en 1953 [23].

7. El juez de instrucción en el proceso contra los autores del atentado de Sarajevo sobre la complicidad del rey Alejandro

Entre los documentos trascribimos el precioso testimonio del juez de instrucción en el proceso contra los autores del atentado de Sarajevo. El Dr. Leo Pfeffer aportó pruebas que indican que el mismo príncipe Alejandro estaba enterado de los preparativos del atentado de Sarajevo y que alentaba a sus ejecutores[24].

El juez Pfeffer publicó en 1938 en Zagreb su libro "La Instrucción judicial del atentado de Sarajevo", en la época del gobierno dictatorial de Milan Stojadinovic, cuando regía una censura rigurosa. Recién tras la desintegración de Yugoeslavia pudo completar su trabajo, agregando los documentos agravantes para el regente de Serbia.

Aquí huelga destacar que el proceso contra los atentadores se desarrolló con toda corrección, lo que prueba el hecho de que el juez instructor, dr. Pfeffer pudo vivir después de la guerra en completa libertad en Yugoeslavia. El presidente del tribunal, Aloysius Curinaldi, de quien algunos autores extranjeros decían que se había suicidado, vivió sin ser molestado en Bosnia. Ingresó a la orden de los Jesuitas y durante años dictaba la cátedra del derecho canónico en el seminario de Sarajevo. El hecho de que no fueron blanco de medidas represivas tras el derrumbe de Austro-Hungría prueba que el proceso se había llevado a cabo con toda rectitud. De otro modo no podía ser por cuanto la Monarquía danubiana era un Estado de Derecho ejemplar[25].

Los cargos formulados por el dr. Pfeffer sobre la complicidad del regente Alejandro Karageorgevic en la organización del atentado de Sarajevo podrían parecer exagerados si se tratara de un príncipe de las tradicionales casas reales europeas y de otro ambiente social, y no de Serbia. Sin embargo, tratándose de los Karageorgevic y de Serbia, la complicidad del monarca es una cosa normal. El poder real en Serbia, igual que antaño en Bizancio, como el poder supremo en la Yugoeslavia comunista, constituye un poder de hecho, donde no rige como en Europa occidental la ley de sucesión, ni el prestigio de la monarquía. El trono de Basileus podía ocuparlo cualquier cuidador de caballos (el caso de Basilio de Macedonia) y entonces ¿por qué no podía en Serbia un campesino iletrado y tratante de puercos Kara George, erigirse en el siglo XIX en el fundador de una de sus casas dinásticas? La historia de Serbia del último siglo acusa toda una serie de atentados contra sus monarcas y de cambios violentos en el trono. Los Karageorgevic eran muy propensos a luchar por el poder mediante el crimen. Alejandro y su padre subieron al trono de Serbia a raíz del asesinato del último Obrenovic. Los ayudaron sus amigos, los conjurados, quienes, según hemos visto, habían tramado atentar contra varios monarcas europeos. Alejandro eliminó, cuando lo consideró oportuno, a quienes lo habían entronizado. Se sirvió de la complicidad del jefe del partido radical, Nikola Pasic, quién trató a los líderes de la Mano Negra como un cazador de caza mayor trata al animal que acecha, según la plástica expresión de Milan Stojadinovic. El mismo Stojadinovic manifiesta que luego Alejandro saldó cuentas, de modo brutal, con Nikola Pasic[26]. Análoga suerte le cupo a Svetozar Pribicevic, exponente de la minoría serbia en Croacia. Pribicevic consiguió en 1918 burlarse de la mayoría de la Dieta croata y facilitar la anexión, aparentemente legal, de Croacia a Serbia. Cuando por fin reaccionó como hombre educado en el ambiente occidentalista de Croacia, contra el poder autocrático del rey, Alejandro lo internó y organizó un atentado contra él, por suerte malogrado, aunque antes solía decir que este político serbio le había brindado tres coronas[27].

8. Analogías entre atentado de Sarajevo y asesinato de Esteban Pasic en el parlamento de Belgrado

Si se trató así a los serbios, ¿cómo entonces habrían de proceder con los adversarios de Serbia? Lo prueba de modo relevante el asesinato de Esteban Radic, líder democrático croata, "rey croata no coronado", y de dos diputados de su partido baleados por un diputado serbio en el recinto del parlamento de Belgrado (1928).

Ya en 1918 Radic se opuso enérgicamente a la anexión de Croacia al Reino de Serbia. Luego en torno al programa de la república croata reunió en varios comicios más del 90% de votos croatas, pese a toda clase de persecuciones. Durante años boicoteó el parlamento de Belgrado, de manera que la constitución del nuevo Reino de los Servios, Croatas y Eslovenos fue promulgada sin la participación de la gran mayoría de los diputados croatas. Cuando Radic se incorporó al parlamento con el propósito de oponerse a la hegemonía serbia y la autocracia real, un diputado nacionalista del partido radical serbio lo hirió mortalmente.

Muchísimos indicios decían que el atentado fue sugerido e inspirado por el rey Alejandro[28], lo que pensaba el mismo Radic. Su hijo Vladimir publicó en París un libro documental para comprobar la responsabilidad del rey Alejandro en la muerte violenta de su padre y denunciando los métodos criminales de la política serbia[29].

Del aludido libro se colige que la prensa internacional vinculó el asesinato de Radic con el atentado de Sarajevo, haciendo hincapié en el empleo del crimen como recurso político.

Hans Trobst, corresponsal del gran diario alemán Berliner Lokal Anzeiger, polemizando con el colaborador diplomático del rotativo parisiense Le Matin, Jules Sauerwein quien defendió al rey Alejandro, señaló los verdaderos culpables del asesinato de Radic y concluyó: "En esta lucha no renuncian siquiera a las balas en el lugar más sagrado, en el recinto parlamentario, ensalzando al mismo tiempo su heroísmo y su granservismo... Europa en 1914 subestimó las balas disparadas en Sarajevo, pero desde entonces se portó con mayor cautela. Sabrá extraer las consecuencias, que de ello estén seguros los señores en Belgrado"[30].

Hagener Zeitung (10/8/1928) también trabó analogías entre el asesinato de Radic y el de Francisco Fernando. "Los tiros serbios de 1914 fueron una señal tormentosa de la primera guerra mundial, que se convirtió en la desgracia universal. ¿Piensa Serbia, engrandecida en la guerra, seguir con los mismos métodos?"[31].

Daily Express (Londres, 11/8/1928) subraya en un largo artículo que los asesinatos en el parlamento de Belgrado "recuerdan en todos los aspectos el atentado de Sarajevo" [32].

New Leader (Londres, 22/6/1928) se expresa en términos más claros todavía: "Todos nos acordamos muy bien que el asesinato del archiduque austríaco y de su esposa, cometido por los serbios, que abogaban por la autonomía de Croacia, significó el comienzo de la guerra mundial y hasta tanto la revisión de la constitución actual de Belgrado no se concrete a raíz de esta violencia y opresión, Belgrado seguirá creyendo en la guerra como instrumento normal de su política y nuevamente incendiará a Europa".

Le Droit du Peuple (Lausana, 14/8/1928) escribió entre otros conceptos: "Los que no tienen memoria corta se acuerdan muy bien de los disparos de revólver que hicieron estallar la guerra mundial... Ese tiro fue disparado por un fanático partidario de Gran Serbia". Los serbios alcanzaron sus fines pero prosiguen con los atentados, esta vez "contra un gran pacifista". El diario suizo constató que la prensa serbia defendía y glorificaba al asesino[33].

Vladimir Radic cita asimismo decenas y decenas de publicaciones de todos los países civilizados que condenaron los métodos de la política serbia, y concluye: "Muchísimos periódicos compararon el atentado del 20 de junio con el conocido atentado de Sarajevo cuando los fanáticos granserbios asesinaron al sucesor al trono de Austria-Hungría sin interesarles las tremendas consecuencias, derivadas de dicho atentado. Aquéllos fueron los días más sangrientos en la historia humana cuando millones de hombres cayeron en los campos de batalla de Europa... como secuela de la criminal propaganda granserbia"[34].

El citado autor recuerda también que el gobierno dictatorial del rey Alejandro alentaba el culto de los atentadores de Sarajevo. En el lugar del atentado se colocó en su honor una placa conmemorativa. Un puente de Sarajevo fue designado con el nombre de Gavrilo Princip, y en los textos escolares los atentadores aparecían como héroes nacionales. Las organizaciones juveniles deportivas adictas al régimen dictatorial denominaban sus secciones locales con los nombres de los atentadores. No es de extrañar, pues, que la dictadura de Alejandro organizara el asesinato también de otros adversarios políticos. Así el 18 de febrero de 1931 fue matado en las calles de Zagreb el erudito e historiador croata Dr. Milan Sufflay, albanólogo de renombre internacional, por ser tenido por un opositor peligroso a la dictadura real. En esa ocasión, Alberto Einstein y Heinrich Mann dirigieron a la Liga internacional en pro de los Derechos Humanos, con sede en París, en nombre de la sección alemana, una extensa nota señalando toda una serie de crímenes políticos, organizados por las autoridades yugoeslavas, y pedían que "se tomaran las medidas necesarias para poner coto a ese extremadamente violento gobierno. No debe tolerarse que se recurra al asesinato como medio para lograr propósitos políticos. No puede tolerarse que los asesinos sean glorificados como héroes nacionales"[35].

También la Yugoeslavia comunista sostiene el culto de los atentadores de Sarajevo, pues pese a su fachada federal sigue actuando en función de la Serbia engrandecida[36].

Durante la guerra pasada los guerrilleros comunistas dieron a una de sus "brigadas" el nombre de Gavrilo Princip, asesino de Francisco Fernando. En Sarajevo, sobre el río Miljacka, un puente sigue llamándose el puente de Gavrilo Princip; además se organizó un museo consagrado a la memoria de Princip. Su director es uno de los cómplices en los preparativos del atentado de Sarajevo. Hecho que no debe sorprendernos si se toma en cuenta que los comunistas, con el objeto de facilitar el restablecimiento de Yugoeslavia, consumaron matanzas en masa contra centenares de miles de croatas, eslovenos e integrantes de las minorías alemana, húngara y albanesa[37].

9. Los gobernantes comunistas serbios reivindican a los asesinos de Sarajevo como sus precursores

Además, los comunistas yugoeslavos, para no quedar en zaga de los monárquicos serbios, destacan que los iniciadores y ejecutores del atentado fueron a la vez revolucionarios nacionalistas y sociales, en cierto sentido precursores del actual régimen comunista. Asimismo subrayan que la historiografía yugoeslava refutó "las acusaciones absurdas contra Serbia por el atentado de Sarajevo"[38], si bien al publicar los documentos relativos al proceso de Salónica ofrecieron pruebas irrefutables en el sentido contrario.

Con la revisión del proceso de Salónica los comunistas perseguían dos fines: desacreditar a la monarquía serbia y reinvindicar a los atentadores de Sarajevo como sus correligionarios, quienes, efectivamente, estuvieron influenciados por los revolucionarios terroristas rusos. Se pudo establecer que el inspirador ideológico del grupo de los atentadores de Sarajevo, D. Ilic, y uno de los participantes directos, V. Gacinovic, en el atentado estuvieron en contacto directo con los revolucionarios rusos y expresamente con Trotsky. Tradujeron y publicaron obras de Bakunin y el estudio sobre Kropotkin. Gacinovic, en una carta a Trotsky, dice: "Entre nuestros mejores maestros figuran Cernichevsky, Herzen, Lavrov y Bakunin. Nosotros somos, si lo quiere, vuestra colonia ideológica" [39].

Alberto Falcionelli también señala las vinculaciones de los atentadores de Sarajevo y revolucionarios rusos y advierte la similitud entre la Mano Negra y grupos terroristas de la Rusia zarista[40].

Dicho de paso, Dedijer, autor de la biografía oficial de Tito, pronunció una serie de conferencias en los Estados Unidos y publicó varios artículos, presuntamente científicos y objetivos, en las publicaciones de orientación democrática y humanista con motivo del 50 aniversario del atentado de Sarajevo, presentado a sus ejecutores como grandes revolucionarios. En su libro Jugoslavia before the Balkan War of 1912-13 (Londres 1961), tendencioso ya por su título (Yugoeslavia es un Estado de fecha reciente, pues recién en 1918 fue creado el Reino de los Servios, Croatas y Eslovenos, que a partir de 1929 lleva el nombre de Yugoeslavia en virtud del decreto del rey dictador Alejandro) glorifica a Gavrilo Princip (p. 17) y dice que Bosnia en 1918, al ser incorporada a Serbia contra la voluntad de la mayoría de sus habitantes, "tuvo su día más glorioso". De otra parte un lector interiorizado del problema puede extraer la conclusión, leyendo el mismo libro de Dedijer, de que la mayor parte de la población bosníaca está contra Yugoeslavia. Dedijer no pudo silenciar matanzas masivas de los musulmanes, perpetradas por los nacionalistas serbios en Bosnia durante la última guerra mundial. Cita caso de una mujer serbia, entusiasmada con tales masacres, que exclama: "Yo quisiera matar a todos los turcos", es decir musulmanes (p. 298). Luego transcribe lo que le contó doña Mitra, esposa de Milovan Djilas, del ataque de los guerrilleros yugoeslavos, casi exclusivamente serbios ortodoxos, al convento franciscano en Scit: "... Qué valentía, qué odio al enemigo. Eso es Bosnia, país del odio secular". De modo que a raíz de un ataque a los religiosos indefensos se glorifica el odio serbio "a los enemigos", que son católicos y musulmanes, aborígenes en Bosnia que también hoy constituyen la mayoría absoluta en Bosnia y Herzegovina.

10. La reforma agraria en Bosnia y el movimiento revolucionario serbio

Una de las paradojas de la política rusa incomprensible para un occidental es el hecho de que esos revolucionarios nacionalistas serbios, discípulos de los adversarios jurados de la Rusia zarista, fueron a la vez sus exponentes y que, según lo admitió su jefe Dimitrijevic-Apis, estaban a sueldo del coronel Artamonov, agregado militar ruso en Belgrado. Ya vimos que también los integrantes del grupo de Sarajevo recibían premios y subsidios del mismo fondo[41]. Los dirigentes comunistas yugoeslavos, al glorificar a los atentadores de Sarajevo y al mismo tiempo atacando y defendiendo a los monárquicos serbios, pisan un terreno resbaladizo. Tratando de justificar ante Occidente y ante los pueblos no serbios de Yugoeslavia, el culto que tributan a los atentadores de Sarajevo, recalcan siempre el problema social, la reforma agraria en Bosnia y Herzegovina. Ya señalamos que los serbios objetaban a Austro-Hungría no haber introducido la reforma agraria en Bosnia, a la que la obligaban, presuntamente, el espíritu y ciertas cláusulas del Congreso de Berlín. Al mismo tiempo pasan por alto, o niegan, que la administración de Austro-Hungría en breve lapso fomentó en gran escala el progreso económico y cultural de esas provincias ex turcas muy atrasadas.

Es verdad que los mismos ejecutores del atentado de Sarajevo subrayaron que la negativa de la administración austro-húngara a resolver en forma radical el problema de la propiedad de la tierra en Bosnia, tal como lo postulaba la izquierda nacionalista serbia, perjudicaba a los campesinos serbios. Por otra parte, débese tener en cuenta que la expropiación unilateral de los terratenientes, mayormente musulmanes, suponía la pauperización económica de los musulmanes, de la clase política dirigente hasta entonces. Implicaba favorecer a un tercio de la población en detrimento de otro tercio.

Bosnia fue la única provincia del imperio turco que conservó la nobleza territorial hereditaria gracias a que las familias aristocráticas habían abrazado el islam[42]. Austria-Hungría al ocupar Bosnia encontró la situación en que los propietarios de la tierra eran casi exclusivamente los musulmanes, agas y beys, familias aborígenes tradicionales, y los campesinos eran mayormente los siervos ortodoxos, llevados a Bosnia del interior balcánico durante las invasiones turcas. Los católicos en gran número abandonaban sus hogares y se refugiaban en la parte libre de Croacia y muchos fuera del territorio de Croacia. En 1910 había todavía en Bosnia y Herzegovina 110.000 familias de siervos, de ellas 75.000 (60%) eran ortodoxos, menos de 30.000 (26%) católicos y apenas 6.000 (5%) musulmanes[43].

No cabe duda que uno de los motivos principales de los alzamientos de los cristianos contra el dominio turco, que influyeron a la decisión del Congreso de Berlín sobre la ocupación de Bosnia, fue su deseo de liberarse de la servidumbre. Resulta que para los ortodoxos serbios la lucha contra los turcos entrañaba al mismo tiempo una lucha por la emancipación nacional y económica. A la vista tenían el ejemplo de Serbia, que, al liberarse en el siglo pasado del dominio turco, trató sin miramientos a los propietarios musulmanes que han sido despojados, asesinados y otros tuvieron que salir del país. Sus tierras pasaron a manos de los campesinos serbios sin indemnización ni compensación alguna. Lo mismo pasó en Montenegro. Austro-Hungría, donde imperaba la ley, no pudo proceder de ese modo. Por otra parte, en Bosnia y Herzegovina, únicamente los católicos y los musulmanes son aborígenes. Los musulmanes constituían entonces como hoy la tercera parte de la población total. No podían ser tratados como en Serbia, expoliados, asesinados, saqueados y expulsados. Por lo tanto, había que emprender la reforma agraria, necesaria por cierto, gradualmente e indemniza a los propietarios. Debían intervenir las autoridades, facilitando la compra de tierra, y la iniciativa privada, incluso los campesinos directamente interesados. Los católicos croatas interpretaron ese problema con mayor acierto que los ortodoxos serbios. Ya en 1911 había más campesinos católicos propietarios que colonos (27.500 versus 23.500). Los mismos autores comunistas debieron admitir: "Respecto a la emancipación de los colonos, los mejores resultados los consiguieron los campesinos croatas (católicos), merced, a buen seguro, a los empeños de los representantes de la Iglesia Católica[44].

Las autoridades austro-húngaras, dado el régimen de ocupación, no podían llevar a la ruina mediante una reforma agraria radical al sector musulmán, mayoritario en las ciudades, una especie de clase media. Pese a toda la cautela de las autoridades, "los propietarios musulmanes sostenían que las autoridades ocupantes practicaban la reforma agraria nociva para los musulmanes"[45].

Las autoridades de ocupación debieron tener en cuenta los sentimientos de los musulmanes por motivos políticos también. Para ellos la resolución del Congreso de Berlín era una verdadera tragedia, sentida como traición por parte de Turquía de sus leales súbditos. Los musulmanes ofrecieron vigorosa resistencia armada a las tropas de ocupación. Las nuevas autoridades, con los fines de pacificación y en vista de las pretensiones granserbias, trataron de procurarse la colaboración política del sector musulmán y crear así un clima tolerable en las provincias donde únicamente los católicos saludaron ocupación sin reservas. Por su parte, los serbios hicieron cuanto estuvo a su alcance para instigar a los musulmanes a una oposición más acerba, destacando taimadamente los derechos de Turquía a Bosnia y Herzegovina con el propósito de acarrear mayores inconvenientes al ocupante. Ya hemos dicho, que recién después de las Guerras Balcánicas de 1912-1913 los musulmanes, percatándose de las aspiraciones y métodos serbias, empiezan a colaborar más estrechamente con los católicos. "Una alianza política ulterior entre los representantes serbios y musulmanes era prácticamente imposible"[46].

Después de la anexión y la implantación del régimen constitucional, se promulgó la ley sobre la emancipación facultativa de los siervos. En virtud de dicha ley, el gobierno participaba en la evaluación de la tierra y otorgaba a los campesinos préstamos hipotecarios a 30, 40 y 50 años con el interés del 4,5%. Con ello el proceso tuvo un ritmo acelerado. A favor de dicha ley votaron en la Dieta bosníaca todos los musulmanes, todos los católicos y la menor parte de los ortodoxos[47].

La cuestión agraria en Bosnia fue solucionada de acuerdo a los deseos serbios recién al terminar la primera guerra mundial, por ukaze del gobierno de Belgrado expropiando la tierra, que se dio en propiedad a los colonos serbios, alrededor de 130.000 familias. Luego los granserbios necesitaban los votos de los diputados musulmanes para lograr la mayoría en la asamblea constituyente. Por ello se destinó en bonos estatales la suma de 250 millones de dinares (5 millones de dólares), en concepto de compensación de los ex propietarios musulmanes. Sin embargo, gran parte de esta suma se descontó para los impuestos.

Un capítulo aparte son las llamadas posesiones de los beyes, es decir, las tierras no cultivadas por los colonos sino en administración propia o por arrendatarios, regidos por un contrato libre. Había cerca de 400.000 hectáreas de ese tipo de tierra. También esas tierras de las rancias familias bosníacas fueron expropiadas y pagadas miserablemente con bonos estatales con 6% de interés, por el plazo de 43 años a partir de 1930. Se emitieron en total bonos por valor de 50.000.000 dinares (total 1 millón de dólares). Las tierras fueron divididas en 55.000 parcelas, adjudicadas gratis mayormente a los serbios, meritorios por su lucha en la "liberación" y en primer lugar a quienes tomaron parte de las actividades subversivas contra Austro-Hungría. Los bonos agrarios bosníacos no se liquidaban regularmente, de modo que su cotización fue muy baja. Por ello y por el advenimiento del régimen comunista después de la guerra, los poseedores de dichos bonos no cobraron ninguna compensación.

El autor de quien tomamos esos datos concluye que la reforma agraria fue desorganizada, desordenada y que un alto número de las prestigiosas y tradicionales familias musulmanas fueron proletarizadas[48]. Sea como fuere, los serbios se adueñaron de las tierras sin compensar debidamente a sus legítimos propietarios, que no la conquistaron con la espada sino la heredaron de sus antepasados. Cabe poner de relieve que no se trataba de latifundios. Miles de propietarios musulmanes tenían apenas varias decenas de hectáreas. Por consiguiente, se podrí afirmar que también la lucha por la emancipación económica, presunto motivo de los atentadores de Sarajevo, tenia idéntico carácter que su pretendida liberación política, que pretextó Serbia para anexar las dos provincias ajenas con mayoría absoluta de croatas católicos y musulmanes. Además, se trata de dos provincias que por su derecho histórico, por su ubicación, por sus vías de comunicación y la gravitación económica forman una neta unidad geopolítica con las otras provincias croatas, entonces parte de Austria-Hungría.

 

 



[1] Pierre Renouvin, Les origines de la guerre de 1914, "Le Monde", París, 29 y 30 de julio de 1964.

[2] Sir Edward Grey dio instrucciones el 25 de julio al embajador inglés en Petrogrado para que comunicara a Sazonov que el documento dirigido a Serbia no era un ultimatum sino "la démarche" con limitación de tiempo y que si no se aceptase las reclamaciones austríacas dentro del período de limitación, gobierno austro-húngaro rompería las relaciones diplomáticas y empezaría preparativos, pera no operaciones mititares.

[3] El famoso punto 60 contiene la reclamación de que el gobierno de Serbia debe "proceder judicialmente contra los cómplices del complot del 28 de junio que se encúentran en territorio serbio; delegados del gobierno austro-húngaro intervendrán en la investigación a que se refiere".

[4] Dr. M. Boghitschevitch, Le colonel Dragoutine Dimitrijevic-Apis, Paris, 1928 - Ivan Mestrovic en sus memorias, Uspomene na politicke ljude i dogodjaje (Buenos Aires, 1961 p. 79), cita lo que dijo el Dr. Ante Trumbic tras suscribir con Nikola Pasic en Corfú en 1917 una declaración conjunta sobre la constitución del Estado de los Servios, Croatas y Eslovenos. "Me parece -manifestó Trumbic aludiendo al Proceso de Salónica- que la última palabra de los serbios es matar al adversario y que ellos creen que de ese modo se solucionan los problemas, sin mirar las consecuencias en el extranjero ni las que se derivan en la vida interna".

[5] A. Falcionelli, Op. cit., p. 444.

[6] Alfred Fabre-Luce dice que por los años 1920 al discutirse la responsabilidad de la guerra, la falsificación de textos diplomáticos en Francia era moneda corriente. La indagación implicaba riesgo. El "Libro Amarillo'' francés, una especie de colección de documentos sobre la responsabilidad bélica, está lleno de documentos filtrados, truncados, censurados y, si es necesario, inventados. "Les origines de la guerre de 1914. Controverse sur le problème des responsabilités." ("Le Monde", Paris 12/8/1964).

[7] Fabre-Luce se refiere a los documentos, publicados en Yugoeslavia a raíz de la llamada revisión del Proceso de Salónica por las autoridades comunistas. Esos documentos se hallaban en el archivo secreto del rey Alejandro. Información y comentario sobre dicha revisión los publicó Le Monde en sus ediciones del 27, 28 y 29 de junio de 1964. Ver Documentos", del presente volumen.

[8] A. Fabre-Luce, ibid.

[9] Harry Elmer Barnes, Ein Schlussurteil über die Ursachen des Ersten Weltkrieges, "Nation Europea", XIV Jahrgang, tomo 5, mayo 1965, pp. 5-13.

[10] Ver los juicios del historiador serbio S. Stanojevic, notas 25 y 95.

[11] Ver Studia Croatica, Nos. 1-2, Año V, que contienen amplio análisis de las memorias de Stojadinovic.

[12] Les archives secretes de la Withelmstrasse. I De Neurath a Ribbentrop, Paris 1950, pp. 306, 319, 329

[13] Milan Stojadinovic, Ni rat ni pakt, Buenos Aires, pp. 63, 68, 71.

[14] Ibid., p. 133.

[15] Ibid., p. 137.

[16] Ibid., p. 135.

[17] Ibid., p. 132.

[18] Ivan Mestrovic, Op. cit., pp. 25-26.

[19] Ibid., p. 35.

[20] Ibid., p. 91.

[21] Lo reproducimos íntegro en la sección "Documentos".

[22] Ver sección "Documentos".

[23] Ver sección "Documentos".

[24] Cf. "Documentos".

[25] Que los atentadores gozaban de toda la libertad de defensa durante el proceso lo corrobora también un autor comunista contemporáneo, Vladimir Dedijer: "Sarajevo, portrait de l'assasin" Preuves, París, agosto 1964, p. 17.

[26] Milan Stojadinovic, op. cit., pp. 244-251.

[27] Svetozar Pribicevic, La dictature du roi Alexandre.

[28] Cf. Memorias de Ivan Mestrovic, Studia Croatica, Año III, 1.

[29] Vladimir Radic, El crimen del 20 de junio y la prensa internacional. Disertación presentada en la Escuela de Altos Estudios Internacionales de París, mayo de 1931.

[30] Op. cit., pp. 111-15.

[31] Op. cit., pp. 121-22.

[32] Op. cit., pp. 141-42.

[33] Op. cit., p. 190.

[34] Op. cit., p. 195.

[35] Citado según el texto publicado íntegramente en el libro de Vladimir Radic, Op. cit., pp. 206-208.

[36] Dinko Tomasic, "Nueva clase y nacionalismo", Studia Croatica, Año I, N. 1, pp. 61-67.

[37] Studia Croatica, ed. especial "La tragedia de Bleiburg".

[38] Ivo Mihovilovic, Atentat u balkanskom mikrokozmu (El atentado en el microcosmo balcánico). Telegram, Zagreb, 17/7/1964.

[39] Vladimir Dedijer, op. cit., p. 23.

[40] Falcionelli, op. cit., p. 432.

[41] Ver seccion "Documentos".

[42] Ver los datos sobre ese particular en el trabajo de D. Mandic, P. Vukota y M. Blazekovic del presente volumen.

[43] Fuad Slipcevic, Bosna i Herzegovina od Berlinskog Kongresa do prvog svietskog rata, Zagreb 1954, p. 42.

[44] Ibid., p. 63.

[45] Ibid., p. 62.

[46] Ibid., p. 82.

[47] Ibid., p. 79.

[48] Dr. O. Franges, "La reforma agraria en Bosnia-Herzegovina", Hrvatska Enciclopedija, Tomo II.