Croacia y la crisis total de Yugoslavia

Jure Petricevic, Brugg, Suiza

 

Studia Croatica

Año V, Buenos Aires, 1964, N° 14-15

Los problemas vitales del pueblo croata se presentaron raras veces en su tormentoso pasado en forma tan grave como hoy. La privación y la lesión de los derechos fundamentales del hombre, opresión y humillación nacional, míseras condiciones de la vida e injusticias sociales, sumadas al éxodo en masa al término de la segunda guerra mundial y a la tragedia de Bleiburg en mayo de 1945, más sucesivas y recientes olas de refugiados revisten tal carácter que, sin exagerar, cabe afirmar que la situación de Croacia nunca fue tan difícil como ahora. El hecho de que haya decenas de miles de exiliados de Croacia testimonia cuán difíciles son los tiempos de su patria, igual como los de las demás naciones oprimidas, aparte sus características específicas.

I. La crisis política

Croacia despojada de los derechos humanos y nacionales fundamentales

Lo que caracteriza en primer lugar la situación de los croatas en Yugoslavia es la privación y la vulneración de los derechos humanos fundamentales. Yugoslavia, como miembro de las Naciones Unidas, se comprometió a respetar la Declaración universal de los derechos del hombre, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 1º de diciembre de 1948, y luego constantemente invocada por los pueblos cautivos y las clases oprimidas en diferentes Estados. Su promulgación facilitó mucho la liberación de los pueblos afro-asiáticos. Junto con esta declaración universal, quince naciones democráticas europeas suscribieron el 28/XI/1950 una Convención sobre la protección de los fundamentales derechos y libertades del hombre, con un protocolo especial, asumiendo la obligación formal de defender y proteger dichos derechos y libertades, lo que no es el caso de los demás Estados miembros de la Organización de las Naciones Unidas. La Yugoslavia comunista, en su propaganda a favor de los pueblos coloniales, no deja de subrayar los derechos fundamentales del hombre como la norma para la organización estatal y social, pero dentro de sus fronteras pisotea sistemática y brutalmente esos mismos derechos. De modo que en Croacia no hay libertad de opinión, de reunión, de prensa ni de asociación. No se permiten libres organizaciones políticas, gremiales o profesionales. Los croatas no pueden en su propia patria abogar por su causa. El derecho de autodeterminación nacional del pueblo croata y de los demás pueblos está avasallado en la forma más violenta. Una minoría insignificante ejerce el terror sobre la abrumadora mayoría del pueblo.

Cierto alivio de la presión y el terror por parte de la policía secreta (UDBA), debido al establecimiento de más estrechos lazos económicos con el Occidente en los últimos diez años, no alteró el carácter esencial del régimen policial y dictatorial de la Yugoslavia comunista. La situación del pueblo croata como nación es trágica y la situación de cada croata es muy precaria. Croacia, en 1945, igual que en 1918, fue incorporada por fuerza a Yugoslavia. El pueblo no puede decidir libremente acerca del destino de su país y determinar el marco del Estado en que quiere vivir. No puede elegir libremente a sus representantes y gobernar a su país, ni representarlo en el exterior. Bajo los slogans de la fraternidad y la unidad el pueblo croata fue sometido dos veces a Serbia. Belgrado decide sobre todos los problemas vitales del pueblo croata. Se declara como crimen la mera postulación de la autodeterminación del pueblo o de una crítica contra la Yugoslavia de preguerra. Hoy como antes Yugoslavia es considerada como Serbia engrandecida por el grupo gobernante que impone la serbización de los demás pueblos, nombra a varios serbios en relación desproporcional en los puestos clave del aparato estatal y económico, puebla con serbios las regiones croatas y de otros pueblos.

La explotación económica de las partes no serbias se refleja particularmente en la relegación y el descuido de la industria croata, de las costas adriáticas croatas, de los importantes puertos de Croacia, de ferrocarriles y caminos, forzando la construcción del puerto montenegrino de Bar, del ferrocarril Belgrado-Bar, etc. Todo ello acrecienta el descontento en Croacia, creando una situación erizada de peligros, grávida de consecuencias trágicas. Debe agregarse también la radicación masiva de serbios, sobre todo en la zona marítima de Croacia, lo que es una provocación directa a los croatas. Belgrado aplica gradualmente idénticos métodos en Eslovenia, donde va en aumento el descontento popular contra Serbia, y la idea de un Estado esloveno libre y de la amistad esloveno-croata gana cada día más adherentes. Si a todo eso se suma que los serbios se apropiaron de Srijem y Voivodina, que arrebataron a Croacia Boka Kotorska, que en Bosnia-Herzegovina la minoría serbia frente a la mayoría de musulmanes y católicos croatas está reforzando sus posiciones con el propósito de ponerla bajo la tutela de Serbia, se comprende entonces que el descontento de los croatas contra el granserbismo y Yugoslavia acrezca rápidamente.

La política comunista de la fraternidad y la unidad de los pueblos de Yugoslavia entra en la nueva fase crítica

Lo reconocen hoy en forma abierta incluso los jerarcas comunistas que hasta hace poco afirmaban que el problema nacional de Yugoslavia está solucionado y definitivamente fuera del orden del día. Pero desde 1962, los dirigentes comunistas, bajo la presión de las tensiones internas y crecientes contrastes entre los serbios y los demás pueblos, se ven obligados a debatir sistemática y públicamente el problema nacional no solucionado en el conglomerado multinacional de Yugoslavia. Dada la delicadeza y la magnitud de este problema, casi siempre se anticipaba Tito a definir la posición oficial. A principios de 1964, formuló declaraciones sobre la crisis de las relaciones nacionales, en forma abierta y por primera vez, el Dr. Vladimir Bakaric, dirigente comunista número uno en la llamada República Socialista de Croacia. La declaración de Bakaric causa doble sensación: 1) Bakaric en la última guerra sucedió a Hebrang como la figura más saliente en el Partido Comunista Croata y aceptó la solución del problema croata en base a la concepción granserbia dentro del marco de Yugoslavia. Hoy Bakaric admite el fracaso de esa línea política. 2) Bakaric no ve la salida del atolladero actual. Por cierto, sigue sustentando la solución en la línea yugoslava, pero al mismo tiempo reconoce el fracaso de semejante concepción. Raras veces ocurre que los comunistas en los debates públicos reconozcan su impotencia, ya que ellos en teoría pueden resolver todas las cuestiones.

Esa impotencia y el fracaso de la política comunista en la solución del problema nacional fue registrada y comentada por la prensa mundial. Cito como ejemplo típico al semanario suizo Die Weltwoche, que en su edición del 26/3/1964 publicó un artículo de su corresponsal en Belgrado, Karl Rau, titulado ¿Corre riesgo la obra principal de Tito? , con el subtítulo "Hondas fisuras en la federación yugoslava". Apoyándose en la declaración de Bakaric, Rau comenta que éste reconoció casi en forma abierta el fracaso de la política de nacionalidades en el Estado multinacional sureslavo, que, presuntamente, fue la única capaz de superar los antagonismos seculares mediante la síntesis dialéctica del comunismo. El autor constata la crisis del Estado y cita una enérgica condena contra los "patriotas locales", expresada por Tito a fines de febrero de 1964, cuando declaró que esos patriotas locales reclamaban para sus respectivas repúblicas "ejército propio, moneda propia e, incluso, propia política exterior".

Antes de abocarnos al análisis de la declaración de Bakaric, conviene traer a colación las principales declaraciones formuladas en los últimos años sobre el pendiente problema nacional y la crisis estatal. Empecemos por el significativo discurso de Tito, pronunciado en Split el 6/5/1962, en el que admitió la existencia de hondas divergencias entre sendos pueblos y repúblicas no sólo en el terreno económico sino también en el político y el cultural[1].

Tito constató que en la economía se están creando mercados locales y cerrados, que una república no quiere comerciar con la otra, lo que provoca trabas en el mercado, origina el descontento político y el llamado chovinismo nacional. Tito amenazó cortar en sus raíces esos fenómenos.

Sus constataciones y amenazas revelan la honda crisis del Estado y la preocupación de la jefatura comunista por el problema nacional. Tito pone al desnudo la cruda realidad y en el fondo admite que la política de la fraternidad y la unidad del pueblo está en desacuerdo con la realidad; admite que muchos comunistas están imbuidos de chovinismo, que los círculos burgueses contaminan a la juventud, que están hurgando en sus historias nacionales y amenazan al Estado con su chovinismo.

En otro discurso, pronunciado en la fábrica de motores "Ivo Lola Ribar", en Zeleznik, cerca de Belgrado, el 29/12/1962, Tito abordó el mismo tema y con gran preocupación dijo que en la vida económica vienen manifestándose cada vez más "las tendencias nacionalistas", que se proponen aniquilar la comunidad socialista. En esta ocasión Tito renovó sus amenazas, declarando que suprimiría enérgicamente esas tendencias.

Tito dedicó su discurso en el Séptimo Congreso de la juventud popular de Yugoslavia, pronunciado el 24/1/1963, principalmente al problema nacional pendiente de solución y a la crisis del Estado.

Es evidente que los dirigentes comunistas en Yugoslavia consideran que el problema político interno actual más grave lo constituyen los contrastes nacionales, y temen que por esta causa se desintegre el Estado de Yugoslavia.

Bakaric sobre la diferencia de "concepciones y programas" entre los comunistas croatas y los serbios

Nedjeljne Informativne Novice (NIN), publicó la aludida entrevista con el Dr. Vladimir Bakaric[2] referida en primer lugar al problema nacional y a la elevación del nivel de vida en su primer número del mes de marzo de 1964. Ese número de NIN fue dedicado a reseñar la situación imperante en Croacia. Bakaric, al promulgarse la nueva constitución en abril de 1963, dejó de ser presidente del parlamento croata, pero como secretario del Comité Central del partido comunista de Croacia y como secretario del Comité Central del partido comunista yugoslavo es considerado como el personaje más destacado del régimen comunista en Croacia.

Ya las preguntas formuladas por el periodista serbio Golubovic señalan las contraposiciones existentes entre los serbios y los croatas. Por ello, citamos íntegra su primera pregunta.

Pregunta: "En el momento en que presentamos a Croacia, nos interesa sobremanera oír su opinión, tanto más cuanto que no queremos considerar a Croacia como una república cerrada, -por así decirlo- con sus problemas locales, sino dentro del conjunto de la comunidad yugoslava. Por supuesto que nos interesa mucho el perfil político, económico y social de la Croacia contemporánea como una república expresamente nacional.

"Sin embargo, cuando se trata de la política, por ejemplo, creo que ahí no es difícil ponernos de acuerdo y encontrar un lenguaje común, aunque tal vez podría hablarse del yugoslavismo político, pero cuando se trata de la integración cultural, ésta, diría yo, es más un deseo que un hecho, y en eso no nos conocemos suficientemente. No podemos hablar del yugoslavismo sin reciprocidad de las culturas.

"Y como este tema pone punto final a todas las discusiones, nosotros quisiéramos comenzar con él. Queremos preguntarle precisamente, ¿qué, en su opinión, impide nuestro acercamiento?

Cuando ese periodista serbio dice que "no nos conocemos suficientemente" y pregunta qué impide nuestro acercamiento, alude a los serbios y los croatas lo que significa que existe un marco estatal yugoslavo (impuesto), pero no existe la integración cultural, es decir nacional. Tnicamente por razones de política oficial no puede discutirse ese problema en forma abierta.

A fin de comprender mejor la atmósfera "nacional" imperante en Yugoslavia, conviene transcribir íntegra la respuesta de Bakaric a la primera pregunta.

Respuesta: "Yo no seguiría del todo su línea de pensamiento; creo incluso que algunas de mis apreciaciones difieren de las suyas.

"Si seguimos el hilo de su exposición, si lo he comprendido bien, entonces me gustaría referirme en primer lugar al aspecto general, llamémoslo el económico-social.

"Creo que aquí su enfoque es correcto al no considerar a Croacia como una república aislada. Creo que eso es acertado. Incluso opino que en las reseñas que suelen darse de Croacia, ese aspecto no se plantea como es debido. Croacia, y no sólo Croacia, está presente en Yugoslavia a tal punto que, de otra manera, o en forma aislada, este problema no puede ni debe ser enfocado. Y en las exposiciones que suelen presentarse como tendencias aislacionistas, no se plantea bien ese punto. Así no puede ni debe plantearse. Croacia está integrada en tal medida que toda otra imagen resultaría errónea.

"No digo que no existen las cosas específicas, pero lo específico de Croacia coincide con lo específico de Yugoslavia. Luego, los campos de acción, valga la expresión, de todas las fuerzas materiales, productivas y sociales, no se circunscriben sólo a Croacia, sino en forma directa o indirecta se sienten en todas partes. Creo que el proceso aquí es no sólo muy vigoroso sino muy adelantado, de modo que no podría decir que en ese terreno algo nos separa. A veces en ese terreno nos separan criterios, programas y concepciones. El aspecto material de nuestro problema está mucho más integrado que el de las ideas. Y si me permiten decir, con frecuencia los hechos se presentaron -¡y luego se hizo un paso adelante! Si puedo decirlo así, en Yugoslavia lo que menos está elaborado es la concepción de la federación, en cuanto ella significa un conjunto, una suma de unidades, sino en lo que tiene de indivisible, el elemento de cohesión de las unidades separadas. Eso está muy poco elaborado y en ese plano se debe trabajar con mayor ahínco. Y porque no está elaborado y en ese plano se trabaja muy lentamente, se producen a menudo choques de distintas opiniones que luego cobran carácter casi nacional".

Bakaric, pues, aboga por la solución yugoslava al problema croata, sosteniendo que el problema croata no puede tratarse aisladamente, fuera del marco de Yugoslavia. Sin embargo, reconoce sin ambages "que nos separan criterios, programas y concepciones", aunque la integración práctica está muy adelantada. Se trataría, pues, del divorcio entre la teoría y la práctica, ya que muchas cosas no marchan bien en esta integración yugoslava. Para la política comunista resulta funesta su constatación de que la concepción de la federación está muy poco elaborada, vale decir que no hay sentimiento ni conciencia de la unidad estatal, en tanto que los comunistas antes de apoderarse del gobierno sostenían que ellos eran los únicos capaces de resolver el problema de los contrastes y conflictos entre los pueblos de Yugoslavia. En cambio, ahora reconocen abiertamente que carecen de concepción básica del Estado común de distintas nacionalidades en Yugoslavia.

La segunda pregunta y su respuesta no ofrecen nada nuevo, pero resultan interesantes por tender a suavizar la impresión sobre los contrastes apuntados en el principio de la entrevista.

Pregunta: "Por eso acaso cuando pregunté qué nos impide acercarnos, omití una palabra muy importante, a saber: acercarnos aun más, concretamente, para conocernos mejor".

Respuesta: "Sí, aun más. El acercamiento es siempre un proceso de varias etapas y creo que en ese sentido podemos marcar, en línea zigzagueante, es verdad, pero no podría decir, tomándolo todo en cuenta, que estamos dividiéndonos. Diría que estamos acercándonos, si bien hay terrenos donde tal vez nos separamos y donde imperan tendencias que dificultan un mayor acercamiento. Eso lo encontramos en los planos generales, en la economía y en la cultura. Pero, tomado el conjunto, no diría que estamos distanciándonos, que el proceso de acercamiento sigue operándose. La situación actual es acaso tal que provoca más discusiones de lo que parece necesario, pero diría nuevamente que éstas se limitan a un círculo asaz pequeño, mientras que en las masas populares, de la gente trabajadora, no se dan".

El escritor comunista croata más destacado y el fracaso de la concepción yugoslava

En la tercera pregunta se menciona el nombre del escritor croata Miroslav Krleza en relación con el yugoslavismo y el problema nacional, lo que es muy interesante. Krleza es el escritor comunista de mayor relieve.

Entre las dos guerras mundiales, Krleza criticó acremente la sociedad croata, pero apoyaba las demandas nacionales de Croacia. Su actitud durante la segunda conflagración mundial y después bajo el régimen comunista demostró que es un gran oportunista y que su conducta no concuerda con su pluma radical y su supuesta lucha por la justicia y la igualdad, dado su silencio ante la opresión comunista y la relegación de Croacia. Krleza no intervino en la guerrilla comunista; se quedó en Zagreb, gozando del régimen ustacha de Pavelic, gracias a la intervención del novelista croata Mile Budak, a la sazón ministro de Educación, quien luego fue condenado a muerte y colgado por los comunistas. Krleza, desde el momento en que los comunistas subieron al poder, pertenece al círculo íntimo de los que rodean a Tito, sirve lealmente a la dictadura comunista, sin revelar signo alguno de oposición o reacción, aunque trata de que no se lo tilde en Croacia de Traidor. Pero ahora, un redactor de Nedeljne Informativne Novine se refiere en forma singular a él en su entrevista con Bakaric, y dice textualmente:

Pregunta: "Hace pocos días estuve con Krleza y le pedí que nos escribiera algo sobre el yugoslavismo. Dice que no tiene tiempo, por considerar que sobre dicho problema habría que escribir no menos de 700 páginas y luego habría que poner el punto final para siempre, con la condición, por supuesto, de que eso esté despojado de oportunismo político. ¿Es este oportunismo político que aparece en distintos niveles y terrenos lo que obstaculiza nuestro acercamiento y progreso? ¿Es éste el elemento que debe tenerse en cuenta?"

Cosa extraña y sorprendente que Krleza no tenga tiempo para opinar sobre el quemante y fundamental problema político de Yugoslavia; Krleza no tiene tiempo para ocuparse de ese tema, escritor que antes de la guerra escribió páginas y páginas sobre el mismo problema. Es interesante también su argumentación. No tiene tiempo porque sobre dicho problema habría que escribir 700 páginas. todos los croatas, junto con Krleza, saben muy bien que el referido problema es sencillo y que puede abordarse en lo político en un artículo, en una conversación o, si se quiere, en unas cuantas frases. Resulta asimismo característica su argumentación de que después de esas 700 páginas sobre el yugoslavismo habría que poner para siempre el punto final, con la condición de que "esté despojado de oportunismo político".

Y la respuesta de Krleza, ¿qué es sino puro oportunismo? Adrede él rehusa tomar una posición respecto al problema nacional croata y quiere escabullirse con argumentos poco convincentes. Si él creyera en la existencia y la duración del Estado yugoslavo, se declararía sin cortapisas en su favor. Su tan criticado oportunismo en los últimos 20 años atestigua que no vacilaría en formular tal declaración. Pero es obvio que Krleza no cree en la comunidad yugoslava y con su respuesta evasiva de hecho se distancia del yugoslavismo. De un tan destacado escritor e intelectual comunista se podría esperar una actitud clara y terminante. Por eso, su respuesta es muy sintomática y, en el fondo, favorece el pensamiento nacional croata. Krleza se retrae y abandona la línea yugoslava. Tal vez tendrá tiempo y oportunidad de avanzar, ponerse abiertamente del lado de su pueblo y alzarse contra el dominio extranjero.

A esta pregunta, que implica también el reproche del periodista serbio por la reserva y las evasivas de Krleza, Bakaric contestó:

"El oportunismo político, usted lo sabe, es algo muy feo. El oportunismo político con frecuencia traba el proceso normal de las cosas. Si hay que ser severos, entonces debemos serlo. La operación no se hace con un cuchillo herrumbrado, sino con uno afilado, si hay que hacerla. Pues con el oportunismo se aplaza la solución de los problemas pendientes. Y los problemas en semejante proceso deben existir, deben plantearse y resolverse. Se acumulan hasta tanto maduren para ser solucionados, como todos los demás problemas. Por consiguiente, pasan por momentos más fáciles o graves, pero deben solucionarse.

"En cuanto al desarrollo político ulterior de nuestro país, en realidad hay muchos problemas de carácter ideológico-político. No lo niego, sólo niego que dichos problemas sean tales que puedan dividirnos más, si bien se dan esas tendencias.

"En los problemas del yugoslavismo hay más incomprensiones prácticas que entendimientos fundamentales".

Aquí nos interesa en particular la última parte de la respuesta de Bakaric a la pregunta sobre el yugoslavismo. Bakaric afirma que "nosotros" (se refiere a los croatas y a los serbios) "tenemos en los problemas del yugoslavismo más incomprensiones prácticas que entendimientos fundamentales". Su comprobación sobre la falta de entendimientos fundamentales concuerda con la constatación anterior acerca de la falta de concepción de federación. Pero su afirmación de que hay "más incomprensiones prácticas" contradice con su respuesta número uno, donde dice textualmente, "que el aspecto material del problema está mucho más integrado que su aspecto ideológico". Esa posición contradictoria del principal comunista croata testimonia sobre la importancia y la delicadeza del problema, pero también sobre la difícil situación a que los comunistas condujeron al pueblo croata. Es la prueba de que los comunistas croatas se encuentran hoy entre el yunque y el martillo: por un lado, el pueblo les está criticando en voz alta y por el otro recrudece la presión granserbia. De ahí la contradicción en las declaraciones de Bakaric.

Los comunistas serbios siguen la línea dictatorial del rey Alejandro

A esta respuesta poco convincente, el periodista serbio le pregunta:

- Explíquese, por favor.

Bakaric responde:

"Por ejemplo bajo el yugoslavismo muchos entienden que retorna la época digamos, del 'yugoslavismo' de Pera Zivkovic[3] y el rey Alejandro. Otros estiman, en vista de que Yugoslavia es un Estado multinacional y que muchas naciones recién ahora obtuvieron la libertad de su desarrollo, que lo segundo prima sobre lo primero. Y en base a ello, en base a opiniones tan diferentes, tan divergentes, surgen a menudo otros problemas. Empero, si descartamos a Pera Zivkovic como manera de pensar -en teoría lo hemos descartado todos, pero no en los problemas prácticos-, entonces el segundo problema es de solución más fácil. Es natural que las naciones que nunca tuvieron su libertad deben sentirse exaltadas. Sin embargo, obtuvieron su libertad en la comunidad de los pueblos de Yugoslavia y, por ende, se da aquí un elemento de cohesión, a primera vista, a priori, que de otro modo no puede enfocarse. Unicamente si se tiene comprensión de todos los problemas, entonces será fácil encontrarles una solución adecuada.

"En la práctica, pues, ese problema, el problema del viejo enfoque de cosas en Croacia, por ejemplo, se manifiesta en toda una serie de cosas. Muchos nos reprochan aquí y dicen: vosotros no ponéis nunca de relieve el croatismo, no os ocupáis de los problemas de la construcción de la nación croata, todo para crear un nuevo estado de cosas muy parecido a Pera Zivkovic. No nos fue difícil rebatir esos reproches, ya que ocuparse de la historia croata en el momento en que estamos creando la historia es encomiable pero no de vital importancia. Debemos mirar dónde están las perspectivas, dónde el provenir, cuáles son los elementos que contribuyen al desarrollo de una nación y del de la nuestra. Para nosotros fue y sigue siendo la única posibilidad: preservar esta comunidad, que se afirmó de modo absoluto en la guerra, y esta comunidad, precisamente por ser multinacional, tiene comprensión por las relaciones entre otros pueblos y crea una sólida base para una colaboración en un plano mucho más vasto, no sólo de Europa, sino del universo. Por lo tanto, en ese punto nos mostramos muy decididos.

"Por otro lado, la tendencia de que nosotros aquí, concretamente Zagreb, no participamos en la solución de ciertos problemas, resultó negativa. Se dice, por ejemplo, que la política exterior es un asunto federal. Por supuesto, lo admitimos. Sobre todo, la parte diplomática de esa política es el 'monopolio' absoluto de la federación. Pero la política exterior es un asunto de los pueblos de Yugoslavia. Por consiguiente, en la base de la política exterior deben incluirse al último yugoslavo, y en todo lo que en ese terreno se hace somos creadores tan activos como cualquier otro en este país. Aquí es imprescindible el entendimiento. Hay que aspirar a eso, tanto más cuanto que, digamos, la elaboración de la política exterior está ligada a la distribución internacional del trabajo, en la que Croacia desempeña un papel importante. Se plantea, pues, toda una serie de problemas, por ejemplo, las relaciones económicas entre los países de diferentes sistemas, la relación entre Yugoslavia y la India, por ejemplo.

"Mientras nos limitamos al intercambio comercial, no hay problemas engorrosos. El comercio tiene sus formas. Vale decir: o es clearing o pago al contado, o créditos, etc. Pero, si se levanta allí una fábrica y se exporta regularmente una mercadería, allí se debe tener un servicio. Desde ese momento la cosa cambia. Se trata de los servicios yugoslavos en la India, digamos, de una empresa como la de 'Rade Koncar' o 'Ingro'. ¿Los daría usted a un indio o a un capitalista indio, u organizaría los suyos? Si organiza sus propios servicios, ¿cuál es ese régimen?

"Se plantea, pues, toda una serie de problemas: cómo proceder, qué actitud tomar respecto al desarrollo interno de la India, sin inmiscuirse en sus asuntos internos. Allí debe colaborar todo el que allí trabaja. Por tanto, el asunto -para decirlo así- no se circunscribe al aparato 'federal', sino que se requiere amplia colaboración de muchísima gente.

"Por consiguiente, todos esos problemas federales son nuestros también y por eso así los planteamos y consideramos que constituyen un elemento de cohesión necesario en el gobierno de Yugoslavia. Así veo un motivo más de acercamiento, precisamente porque de este modo incluimos a un vasto círculo de hombres en semejantes problemas.

"Luego, se presentan los problemas de la construcción económica. Es sobre este punto que más se discute. Nos oponemos muy enérgicamente al republicanismo en la economía, aunque -juzgando por todos los signos- nos acusan de ser portavoces de esta línea con la tesis de descentralización, y cosas por el estilo. Nos oponemos porque buscamos caminos a los verdaderos terrenos de integración económica dentro y fuera del país. Cabe decir que la mayor parte de las críticas se basa en la incomprensión del asunto, en el punto de partida del centralismo que fue burocrático y que no entiende, que lleva sus anteojos verdes o rojos y es capaz de ver ciertos 'colores' precisamente por tener el color equivocado de los anteojos. Creo que en ese sentido dimos hasta ahora los primeros pasos para la creación de un sistema mejor y más sano en el trabajo y que sería difícil por el momento extraer grandes experiencias.

"Las primeras experiencias son positivas, aunque muy pequeñas para poder construir sobre ellas grandes cosas. Las dificultades son enormes, mayores en las mentes de la gente que en su aspecto material. Por ejemplo, se discutió mucho cómo facilitar la expansión de los mercados, cómo coordinar las acciones conjuntas que por motivos fútiles a menudo fracasaron. Creo, sin embargo, que si en todos esos asuntos vamos adelante con energía, tendremos que alcanzar el éxito".

Lo esencial en esta respuesta de Bakaric es su admisión de que los comunistas descartaron en teoría el yugoslavismo de Pera Zivkovic y del rey Alejandro, mas no en cuestiones prácticas. Ese es el tono principal en toda esa entrevista, expresado ahora en forma clara y abierta. Los comunistas croatas reconocen que respecto a la "solución" del problema nacional croata aún están en el mismo punto en que se hallaba la nefasta dictadura de Pera Zivkovic y del rey Alejandro, implantada a principios de 1929, tras la muerte violenta de Esteban Radic, con el propósito de quebrar la resistencia nacional por medios más radicales. La gran mayoría del pueblo croata sabía, aún antes de la segunda guerra mundial, y particularmente durante la guerra, que los comunistas no podían resolver el problema nacional por haber capitulado los comunistas croatas ante los comunistas serbios y aceptado la concepción granserbia de Yugoslavia. Después de ríos de sangre derramada y otras calamidades, ahora los comunistas croatas reconocen su fracaso.

Ese reconocimiento constituye un importante vuelco en el proceso político de la posguerra en Croacia. Los comunistas croatas podrían aliviar la situación del pueblo si deducen conclusiones lógicas de los asertos de Bakaric. Pero su llamado a preservar "la comunidad que en la guerra se ha afirmado de modo absoluto", después de sus juicios negativos carece de resonancia y recuerda demasiado el slogan "Guardad a Yugoslavia" que supuestamente habría pronunciado el rey Alejandro en el momento de morir. El futuro nos dirá si, en efecto, se trata de una tentativa desesperada de salvar una idea ya fracasada y de preservar en ese camino errado, o de una nueva y sincera orientación de una parte de los comunistas croatas en favor de su pueblo.

La trascendencia del problema nacional en Yugoslavia

Las declaraciones de Tito y de Bakaric sobre la gran dimensión que cobraron los contrastes nacionales en Yugoslavia equivalen a reconocer la impotencia de los comunistas ante la fuerza de la voluntad de los pueblos oprimidos y ante el problema nacional como factor histórico que desborda el marco de la doctrina comunista y no se puede solucionar con los medios y los métodos de la política comunista. La política comunista de la "fraternidad y la unidad" experimentó un fracaso rotundo.

El problema nacional, pues, reviste importancia capital en Yugoslavia. Lo ven también los dirigentes comunistas. El pueblo y los observadores extranjeros saben que el punto de gravedad del problema nacional radica en Croacia y en su relación con Serbia, dado que el croata es el pueblo no serbio más numeroso en Yugoslavia y, desde luego, el problema croata fue también una dolencia incurable de la Yugoslavia de preguerra.

El problema nacional de Yugoslavia adquiere mayor significado si se toma en cuenta que, además de los croatas, tampoco los macedonios ni los albaneses consideran solucionado su problema nacional; que aumenta el descontento en Eslovenia ante la política granserbia, y que en Montenegro surgen reprimidas tendencias nacionales. En la tirantez de la posguerra entre Yugoslavia y Albania las demandas nacionales de Albania juegan un papel mucho más importante que las cuestiones ideológicas, y en ese terreno, Yugoslavia corre mayor peligro que en la pugna ideológica. Debe tomarse en cuenta también la fuerte minoría húngara (más de medio millón) que, a raíz de la incorporación de Voivodina a Serbia, depende en su mayor parte del arbitrio serbio, pero en un momento de crisis y de derrumbe del Estado se volvería por su tradición y por su situación actual contra la política granserbia.

Serbia, propiamente dicha, constituye la cuarta parte de la población total de Yugoslavia. Si se computan los serbios que viven en otras repúblicas, siempre son una minoría respecto a los demás pueblos que forman Yugoslavia. Si se toma en consideración que un elevado porcentaje de serbios fuera de Serbia no están de acuerdo con la política granserbia y que se entenderían de buena gana con los croatas y los húngaros (de Voivodina), entonces la posición de Serbia resulta aún más débil. Esa relación numérica y la posición geográfica de los pueblos no serbios no debe pasarse por alto al considerarse los problemas nacionales en Yugoslavia. En caso de sacudidas políticas en Yugoslavia y en el sudeste europeo, todos los pueblos no serbios apuntarían contra Belgrado y Serbia, a menos que los representantes serbios se percaten de ese peligro y de la necesidad de entenderse acerca de la separación pacífica entre Serbia, Croacia y los demás pueblos no serbios.

Rankovic se asegura la sucesión de Tito

Se obtiene una imagen aun más completa del descontento de los croatas al pasar revista del actual equipo gobernante en la República Socialista de Croacia. En 1963, la República Socialista Federal de Yugoslavia y sus repúblicas integrantes "votaron" una nueva constitución. En esta ocasión fue designado como sucesor de Tito en el partido comunista (hoy la Liga Comunista de Yugoslavia) y como jefe de Estado Aleksandar Rankovic, serbio, jefe de UDBA (policía política) y de todos los servicios secretos policiales desde los tiempos de la guerra de guerrillas hasta hoy. Rankovic es considerado no sólo entre opositores sino también entre los comunistas croatas como un chovinista granserbio y enemigo declarado de los croatas, eslovenos, macedonios y albaneses. Rankovic está afianzando las posiciones granserbias y cubriendo los puestos clave en el partido y en los organismos estatales con sus allegados.

Paralelamente con la reforma constitucional en la República Socialista de Croacia, como presidente del parlamento fue nombrado I. Krajacic en lugar de Bakaric, ocupando así el primer cargo entre los comunistas. Es jefe local de UDBA y ejecutor dócil de las órdenes impartidas desde Belgrado. Si bien Bakaric, tras la liquidación de Hebrang, aceptó la política granserbia de la restauración de Yugoslavia bajo la conducción de Serbia y por eso fue designado jefe de los comunistas en Croacia, ahora, después de 20 años, se lo saca de ese cargo y ocupa su lugar el famoso terrorista y jefe policial Krajacic. Bakaric, aunque aceptó la concepción granserbia, no satisfizo del todo a la clase dirigente granserbia. Su declaración, arriba comentada, señala un posible descontento de los comunistas serbios con su actitud y revela que existen conflictos entre los comunistas serbios y croatas. El desarrollo futuro mostrará si en efecto se trata de una crisis más honda entre los comunistas, suscitada por el problema nacional. Una cosa es segura, empero, o sea que la designación de Krajacic al frente del parlamento en Croacia significa el recrudecimiento del curso granserbio y el fortalecimiento de la política de Rankovic en la "República Socialista de Croacia". De ese modo aumenta la tirantez en las relaciones entre los serbios y los croatas y por consiguiente, se agudiza la crisis del Estado.

II. La crisis económica y las dificultades sociales

Yugoslavia, además de sufrir del problema nacional sin solución, está afectada por la agudización progresiva de la crisis del Estado. Su incurable dolencia son también las tremendas dificultades en el terreno económico y social.

El sistema económico yugoslavo sigue siendo igual, pese a las correcciones introducidas tras el conflicto con Moscú en 1948, vale decir que es típicamente comunista. Los medios de producción (salvo el sector principal agrario y los pequeños artesanos), como asimismo la economía entera están socializados: pertenecen al Estado directamente o a los colectivos, dependientes en sus decisiones. La planificación central y burocrática, el poder omnímodo del Estado y del partido comunista sin el control y la responsabilidad ante el pueblo es otra característica de la vida económica en Yugoslavia. La industrialización forzada debería elevar en un lapso breve a Yugoslavia a la categoría de los países altamente industrializados. Al comienzo, el régimen recurrió sin disfraces al trabajo forzado. Hoy las brigadas juveniles, sobre todo en la construcción de caminos y líneas férreas, constituyen una forma de trabajo forzado, dado que los jóvenes pueden buscar trabajo únicamente después de haber participado en dichas brigadas.

El titoísmo intentó seguir su camino propio en la realización del socialismo, apartándose de ciertos métodos soviéticos. La corrección principal del anterior sistema económico soviético se relaciona con cierta descentralización de las empresas, del mayor grado de libertad de que disponen; se disolvieron por fuerza los koljoces y se permitió a los campesinos dirigir libremente su hacienda; luego, a través de los consejos obreros, se implantó la llamada autogestión obrera y en parte se "liberalizó" el comercio exterior, que incrementó sus vínculos con las democracias occidentales. Todas esas medidas son paralelas a la ingente ayuda norteamericana, que, de hecho, facilitó diversos experimentos del régimen de Tito. Pero, pese a todas esas medidas, los fundamentos del sistema económico yugoslavo no cambiaron.

El resultado del titoísmo en la economía es negativo y el experimento de "liberalizar" la economía fracasó. Conforme lo admitió Tito en su discurso de Split el 6 de mayo de 1962, ese experimento puede calificarse como fiasco. Pese a la cuantiosa contribución norteamericana en dinero y víveres, que según algunas estimaciones asciende a tres mil millones de dólares; pese a la ayuda prestada por varios países de Europa occidental y del Fondo Monetario Internacional, tendiente a sanear la moneda yugoslava y adecuar su curso a su valor real, según lo declaró Tito, en el comercio exterior se produjo un déficit de 800 millones de dólares, déficit que aumenta incesantemente. Toda la economía yugoslava se halla en un estado desastroso. La situación empeoró en 1963 y 1964. La esperanza de los dirigentes comunistas de desarrollar muy pronto su industria propia e incrementar la exportación de productos industriales se desvaneció: la importación supera la exportación y de ahí el déficit creciente en el balance de pagos. Inversiones desacertadas en la industria, corrupción de grandes proporciones, desorganización en el comercio, la inflación crónica y encarecimiento desproporcional de los productos de consumo en relación con los salarios de obreros y empleados, presión ejercida sobre los campesinos, producción deficitario de los víveres y la dependencia de la ayuda exterior, todo eso sumado a la vida suntuosa de la "nueva clase" y la honda crisis social, presenta el balance del titoísmo y del comunismo en Croacia. Las causas de tal estado catastrófico radican en el sistema mismo y no en supuestas medidas secundarias de la política económica y estatal. Hoy el trabajador en Yugoslavia está despojado de sus derechos fundamentales, oprimido, explotado y arrastrado a la última miseria. Los trabajadores prácticamente viven en la esclavitud.

Desde 1961, la economía yugoslava se caracteriza por el retorno al centralismo, calificado oficialmente como "integración económica". Esa tendencia aumenta día a día y tiene sus razones políticas tanto en el plano interno como en el externo.

La agravación del estado económico en general y la baja del nivel de vida de las masas consumidoras se presenta como la razón interna para forzar la "integración" o el centralismo económico, pues los gobernantes comunistas esperan lograr mayor efecto económico mediante una coordinación mejor. Otro motivo importante en el plano interior de ese incremento del centralismo son los contrastes nacionales o el chovinismo económico, según se expresó Tito, lo cual imposibilita la cooperación entre repúblicas y empresas y lleva a la desintegración.

Esas "tendencias nacionalistas separatistas" en la economía se sienten especialmente en Croacia y en Eslovenia, pues el problema nacional se manifiesta predominantemente en el terreno económico. Al respecto, es muy característico el incidente ocurrido a principios de 1964 en la importante planta industrial de Zagreb, "Rade Koncar". Allí se realizó una reunión para debatir acerca del aumento del salarios a obreros y empleados y el aumento de precio de los productos fabricados. Por último, tras larga discusión, los delegados comunistas significaron en forma clara e inequívoca que la fábrica produce suficientes artículos de buena calidad, que los precios podrían bajarse y aumentar los salarios, pero que la mayor parte de los beneficios debe ingresar en la caja federal en Belgrado. Hubo ruidosas protestas tras esta declaración del delegado comunista.

El efecto financiero de la "liberación" económica tras la ruptura con Moscú, y sobre todo la introducción de nuevas medidas en 1952-53 resultó negativo y en 1961-62, pese a la constante ayuda de Washington en víveres, adquirió proporciones catastróficas en vista del creciente déficit en el balance de pagos del intercambio comercial exterior, que no pudo seguirse en la misma dirección. La política económica yugoslava y todo el sistema económico se enfrentó con la alternativa implacable: 1) renunciar a la economía comunista dirigista y dar mayor libertad en la organización de empresas y el mercado; eximir a los campesinos de la discriminación tributaria y de impuestos onerosos; permitir la libre competencia entre el sector socialista y el privado en todas las disciplinas económicas, o 2) retorno al estado anterior a 1952 y 1948, es decir, volver al centralismo rígido, a la planificación y el burocratismo; en resumen, adoptar el sistema económico soviético y restablecer relaciones más estrechas con el bloque soviético.

En 1962, el régimen de Tito optó por la segunda solución. El acercamiento político a Moscú en el plano internacional y en la coordinación de los partidos comunistas yugoslavo y soviético facilitó y, de hecho, dictó esa decisión. Como Tito no quiere desertar del comunismo, ese camino fue lógico. Pero las consecuencias económicas eran ineludibles: su resultado más visible son las crecientes dificultades y la declinación del nivel de vida, ya muy bajo de por sí, de las vastas masas consumidoras. Esa nueva orientación está determinada por motivos políticos y significa el fracaso del titoísmo como variante peculiar del comunismo en la economía y la política, tanto en el plano interior como en el exterior[4].

En la apreciación de la situación económica y social actual de Yugoslavia dos factores son de importancia capital: 1) el problema de los campesinos en la economía, y 2) el problema del nivel de vida y consecuentemente el problema obrero. En esos sectores es donde más se refleja la política económica del régimen de Tito, y sobre esos problemas se discute siempre, se buscan nuevas soluciones, se anuncian nuevos planes y remedios. El año 1964 está bajo el signo de las discusiones sobre el nivel de vida; últimamente, la agricultura y la política agraria juegan un papel muy importante y por lo tanto conviene que nos ocupemos de esos problemas.

Fracaso de la política agraria comunista

En 1953 fueron disueltos los koljoces debido en parte a la disminución catastrófica de la producción de artículos alimentarios, en parte a las nuevas medidas del régimen de Tito en relación con el conflicto con el Cominform. Ya con anterioridad a la disolución de los koljoces, el sector agrario privado que abarcaba la mayor parte de la superficie aumentó al 88%. Los restantes 12% lo forman bienes estatales, las remanentes cooperativas campesinas de trabajo (koljoces), bienes de las cooperativas agrícolas y de otras entidades estatales. Todo eso integra el llamado sector socialista en la agricultura, al que debe sumarse el área relativamente pequeña de las posesiones privadas, cultivadas por las cooperativas en coparticipación del propietario, según el contrato firmado. Esa parte, más o menos la décima, de la superficie agraria cultivable, debería, de acuerdo a la política oficial, producir cantidades suficientes de víveres y materias primas para el mercado, y a ese sector se le asignan todas la partidas previstas en el presupuesto nacional para la agricultura; ese sector dispone de grandes créditos agrícolas para adquirir implementos y maquinarias. Asimismo, los peritos agrícolas se ocupan preferentemente de ese exiguo sector agrario.

En síntesis, todas las medidas positivas de la técnica agraria se concentran en ese pequeño sector socialista, que dista muchísimo de poder satisfacer las necesidades del país en productos agropecuarios. Por el contrario, las haciendas campesinas privadas están expuestas a onerosos gravámenes y discriminaciones.

La hacienda campesina, en teoría, está libre, pero debe pagar impuestos tan altos, que no reporta beneficios ni puede progresar. El campesino no puede utilizar los créditos bajo ciertas condiciones, es decir, si acepta la coparticipación con la "cooperativa", lo que en la mayoría de los casos rehusa, porque de ese modo depende de ella y contrae grandes obligaciones, sea cual fuere el resultado económico de su hacienda. Nada se hace para promover y modernizar el sector privado, sino que se ejercen presiones sobre el campesino para que abandone su tierra, lo que en efecto ocurre. La situación en el campo es tan mala que tanto los jóvenes como los veteranos agricultores abandonan el campo por la ciudad en busca de empleo y de nueva profesión.

Debido a esas medidas, la agricultura en Yugoslavia está estancada, y los factores climatológicos en promedio juegan un papel muy secundario. Es un hecho lamentable que la ayuda norteamericana en víveres sin condiciones dispensada a Tito haya hecho posible el recrudecimiento de medidas y presiones contra el campesinado y que signifique una contribución a la expulsión de los campesinos de sus hogares ancestrales y al abandono del campo que en ciertas regiones adquiere proporciones alarmantes. Tito, hablando en Split en 1962, anunció su propósito de fomentar a ritmo acelerado y apoyar el sector socialista de la agricultura en detrimento del sector campesino privado. Tltimamente esa tendencia, en efecto, se reforzó y se refleja más y más en la compra y el arriendo de las tierras campesinas por parte de las cooperativas agrícolas. Teniendo presente la presión ejercida sobre los campesinos para que abandonen sus hogares, esa transmisión de tierras es notablemente facilitada.

Con todo, el abastecimiento de víveres es insuficiente y empeora. Su consecuencia es la suba vertical de los precios de los productos alimenticios y el incremento del costo de vida. El abastecimiento de pan depende en gran medida de la importación, vale decir, de la ayuda estadounidense. En los últimos años la importación casi igualó el volumen de trigo producido en Yugoslavia. Quiere decir que el abastecimiento del mercado con trigo y la provisión del sector agrario en Yugoslavia se cubre, casi el 50%, con producción interna y el 50% con la importación y la ayuda norteamericana. Es interesante que esa dependencia de la ayuda exterior no disminuye sino que va en aumento. Así, no obstante la mejor cosecha de trigo en 1963, la importación de trigo aumentó en relación al año 1962 (el trigo y la harina de trigo importados ascendieron en 1961 y 1962 a 800.000 toneladas métricas por año, y en 1963, según los datos provisorios, superó el millón de toneladas). La producción de carne es totalmente insatisfactoria y por ello el mercado está mal abastecido, o privado de carne, cuyos precios suben en forma increíble. Aquí es muy pequeña la participación del sector socialista en razón de lo complejo y costoso de la producción de ganado. La falta crónica de carnes y productos afines es un fenómeno permanente en todos los países comunistas, y la Yugoslavia de Tito, gracias a su nueva política agraria, figura entre ellos.

El bajo nivel de vida y el descontento obrero

La constante suba de precios y los salarios bajos, la falta de carne y de vivienda, el desempleo creciente y la gran afluencia de mano de obra campesina no calificada crearon en los últimos años una situación sumamente grave. Los obreros están descontentos -hubo casos que rechazaron sobres con el sueldo, lo que se consideró como huelga, pero las autoridades no tomaron represalias- y los dirigentes comunistas no pudieron resolver hasta ahora esos problemas. Hubo también casos de tentativa de huelga propiamente dicha. La situación se agrava, lo que obliga a los comunistas a discutir públicamente el problema del nivel de vida. Desde comienzos de 1964 ese tema domina en las reuniones políticas partidarias, en los sindicatos obreros, en las empresas y en la prensa.

Para debatir ese problema se convocó el 30/1/1964 una reunión especial del Comité Central de la Liga (partido) Comunista de Croacia, que estableció varias conclusiones. El Dr. Bakaric, en varias entrevistas, se ocupó extensamente de este apremiante problema. En la reunión de la federación de sindicatos de Croacia, realizada el 28/3/1964, sobre el nivel de vida, presentaron sus informes S. Vukmanovic y M. Baltic. En el orden del día del Congreso de los sindicatos de Yugoslavia dominó también ese tema. En el programa del Octavo Congreso del partido comunista de Yugoslavia, que se realizará en noviembre de este año en Belgrado, informes y debates sobre el nivel de vida ocupan un lugar de prioridad. Se podría decir que este año la problemática yugoslava está signada por los temas nacionales y el nivel de vida.

De acuerdo con las declaraciones de los dirigentes comunistas, reuniones especiales de las organizaciones partidarias, comentarios de la prensa, las estadísticas y otras fuentes, el nivel de vida sería como sigue:

Un trabajador no puede normalmente vivir de su trabajo. Junto con su empleo fijo, debe buscar otro trabajo o "changa" (que se llama en Yugoslavia "trabajo con honorario"), o en familias numerosas el problema de existencia se resuelve de modo que varios miembros trabajan y viven en comunidad. el segundo empleo preocupa al obrero y al empleado más que su empleo fijo, de modo que no se dedican a él con la contracción debida. Por eso los datos oficiales relativos a las horas de trabajo -por ejemplo a 45 y 42 horas de trabajo semanales- ofrecen una imagen errónea, puesto que el obrero y el empleado trabajan muchas horas más.

El nivel de vida de los obreros debería ser el índice del éxito del comunismo que presuntamente lucha por el bienestar de la clase obrera y su gobierno. Precisamente en ese sentido el régimen comunista de Tito decepcionó. Hoy hasta los dirigentes comunistas deben reconocer que no pueden recompensar al obrero por su trabajo de manera que pueda llevar una vida decente y atender a todas sus necesidades fundamentales de orden económico y cultural. Lo obligan a buscar trabajo suplementario o a cometer irregularidades, mientras que en el mundo libre y democrático un trabajador con su sueldo asegura a su familia una vida decente. Debido al empeoramiento del nivel de vida, el obrero se vuelve apático y descontento en el sentido político.

El descontento de los obreros es comprensible si se tiene presente que los sueldos de altos funcionarios son 20 veces mayores que los sueldos obreros en el mismo establecimiento. En cuanto a la distribución de las ganancias hay casos que un obrero recibe 2.000 dinares y los dirigentes 80.000 según lo acotó Tito en su discurso en Split (1962). Pero, ¿qué dijo Tito de los reclamos obreros de apelar a la huelga? Contestó cínicamente que harían la huelga contra ellos mismos y que eso no puede permitirse. Sin embargo, son muy frecuentes las noticias sobre protestas obreras e intentos de huelga, mas el régimen comunista, por supuesto, reprime toda tentativa y noticias en la prensa de esa índole.

Como un fenómeno concomitante de los salarios insuficientes, sobrevienen robos y estafas en las empresas. Debe mencionarse también las irregularidades por parte de los dirigentes fabriles. Como no hay un control popular y democrático sobre los dirigentes, casi siempre comunistas, desfalcos, viáticos y compra de objetos varios para el uso personal y por cuenta de la empresa, son cosas corrientes. Esos "crímenes económicos", muy criticados en la prensa y a veces castigados en los tribunales, forman parte integrante del sistema comunista.

En lugar de mejorar la situación de los obreros y empleados, prometida durante años por Tito y otros dirigentes, en los últimos años ella se va agravando. Los precios de los productos básicos suben con más rapidez que los salarios. El poder adquisitivo del sueldo disminuye constantemente. En la aludida reunión del Comité Central de la Liga comunista de Croacia, se admitió que el costo de vida sube más rápidamente que los salarios, que las causas principales de la suba del costo de la vida son el alza de precios y del alquiler; que hay falta de víveres, particularmente de carne; que la renta promedio de un obrero no puede aguantar el alquiler de la vivienda yugoslava standard[5].

Los comunistas no proponen nuevas medidas encaminadas a remediar la crisis. Proponen, eso sí, el robustecimiento del sector socialista en la agricultura con propósito de abaratar la vida, es decir las medidas experimentadas durante años, que dieron resultados negativos.

La crisis de la vivienda

Los dirigentes comunistas proponen, como paliativo de la crisis de la vivienda la construcción industrial, rápida y racional. La medida viene aplicándose desde hace años pero sin alcanzar los objetivos deseados.

En relación con la vivienda surgen dos problemas capitales: 1) No se puede satisfacer la demanda por la permanente escasez de vivienda. Al forzar desmedidamente la industrialización del país, quedó relegada desde el principio la construcción de viviendas. A causa de la proletarización del campo y de los campesinos, se produjo el traslado de la mano de obra a ciudades que no pueden absorberla ni respecto al empleo ni a la vivienda. 2) El alquiler es desproporcionadamente alto en relación a los sueldos y esa relación va variando en mayor perjuicio del obrero. La construcción oficial de departamentos es demasiado cara y el Estado no puede proporcionar al obrero y empleado la vivienda ajustada a sus ingresos (declaración de Bakaric, véase Vjesnik, 1/2/1964). Las autoridades comunistas son impotentes y, salvo promesas grandilocuentes, no ofrecen soluciones concretas.

El desempleo y las fuentes de la mano de obra

En Yugoslavia hay muchos desocupados y el desempleo aumenta, pero las autoridades, por razones de prestigio, no lo reconocen. Para obtener divisas y aliviar la desocupación, se permite a cierto número de obreros buscar trabajo en los países libres de Europa. Se trata mayormente de obreros no especializados. De las preguntas que hizo un redactor de Nedeljne Informativne Novine a Bakaric en la ya comentada entrevista[6] se deduce que a principios de 1964 había unos 150.000 obreros trabajando en el exterior, con el permiso del gobierno yugoslavo. De esos obreros, casi la mitad, 70.000, proceden de la República Socialista de Croacia. Es curioso que la mayor parte de esos obreros trabaje en Alemania Occidental, aunque las relaciones entre Bonn y Belgrado son muy tensas, casi hostiles. La grave crisis económica obliga al gobierno de Tito a permitir que los obreros vayan en busca de trabajo en un país "enemigo".

Los comunistas tratan a menudo de explicar el bajo nivel de vida alegando las grandes inversiones, especialmente en la industria. Sin embargo, tal respuesta no explica la gravísima crisis económica.

La crisis total - La autogestión obrera

La causa principal de la situación de los vastos sectores populares radica en el sistema comunista político y económico-social. De ahí que gran parte de las empresas son antirracionales e improductivas. Otros países, muy castigados también durante la guerra, por ejemplo Alemania Occidental y Francia, se reconstruyeron rápidamente y ofrecen hoy a sus ciudadanos un alto nivel de vida. Yugoslavia, a pesar de la cuantiosa ayuda norteamericana, se halla en un nivel muy bajo de desarrollo y lucha todavía con las dificultades elementales de abastecer el mercado y mejorar las condiciones de vida de las amplias capas populares.

La política agraria del régimen titoísta origina la falta permanente de artículos alimentarios, cuyos precios suben y pesan sobre los consumidores. Las nuevas medidas agrarias anunciadas no mejorarán la situación, sin que se prolongarán la escasez de carne, leche y otros productos, haciendo que Yugoslavia siga dependiendo de la ayuda norteamericana, no obstante la gran potencialidad de su producción interna.

Años pasados, los comunistas ponían de relieve la autogestión obrera como un importante e histórico logro del titoísmo. Desde el comienzo era obvio que el poder de los colectivos y consejos obreros era más bien nominal y que las de las decisiones principales sobre inversiones, salarios y distribución de las ganancias, las toman el partido comunista y directores de empresas, mientras que la autogestión obrera sirve de fachada detrás de la cual se ocultan los dirigentes comunistas, corrompidos y explotadores. Últimamente no se habla tanto del autogobierno obrero, y en las discusiones sobre cómo elevar el nivel de vida, los consejos obreros apenas se mencionan. La máquina propagandista se desgastó también en ese terreno frente a la cruda realidad.

De lo antedicho sobre el nivel de vida y el problema obrero se desprende: que el obrero y el empleado en Yugoslavia no pueden satisfacer sus necesidades primarias con su salario normal; que los comunistas durante los 19 años de su gobierno no resolvieron el problema social fundamental; que el nivel de vida de los trabajadores declina; que las masas populares son explotadas peor que en la fase inicial del capitalismo. El acuciante problema social es la mejor prueba del fracaso total de la política comunista. Para una mejora radical de las condiciones de vida y para hacer posible una elevación progresiva del nivel de vida de las masas trabajadoras, debe cambiarse el sistema comunista e introducir el sistema democrático con la concreción del derecho de autodeterminación de los pueblos oprimidos.

III. La situación internacional y el problema nacional de Yugoslavia

Durante los últimos años, Yugoslavia en sus relaciones internacionales cambió de curso político y se integró casi del todo al bloque soviético. Particularmente, después de la conferencia de los países no comprometidos y neutralistas, celebrada en Belgrado a fines de 1961 y del viaje de Tito a la Unión Soviética en 1962, el régimen de Tito, en rasgos generales, sigue la línea de la política soviética, desapareciendo las diferencias y entredichos anteriores. En la cuestión del armamento y los ensayos atómicos, de Alemania y de Berlín, de la política colonial, de la tensión surgida en Asia Oriental y en cuanto a la Comunidad Económica Europea, la posición de Belgrado es idéntica a la de Moscú. La tirantez y la reciente ruptura entre la Unión Soviética y China roja acercaron aun más a Tito a Moscú.

Para los croatas y los demás pueblos occidentales es muy interesante la integración de Yugoslavia en COMECOM y su posición contraria a la integración europea y a la Comunidad Económica Europea como camino de unificación de las fuerzas políticas y económicas de las naciones libres europeas. El régimen comunista de Belgrado perjudica de ese modo los intereses económicos de Croacia y Eslovenia, orientadas por su posición geográfica, vínculos económicos y por su tradición hacia Occidente.

Al orientarse Yugoslavia hacia Moscú, se produjo grave crisis en la política neutralista de Yugoslavia, que tiene ambición de encabezar el bloque de los países no comprometidos, sobre todos los afro-asiáticos, y hasta latinoamericanos y de otros continentes. Como Tito ya no es herético en las cuestiones de la ideología y la realización del programa comunista, Yugoslavia está perdiendo los atributos de un país neutralista, que sirvieron de principal argumento al gobierno de Washington para prestar la cuantiosa ayuda a Tito en los últimos 15 años. Por lo tanto, el titoísmo, como una variante peculiar del comunismo, está en liquidación no sólo en el plano local sin también internacional, sobre todo desde que incrementa la oposición en los países comunistas al dominio soviético, como lo demuestra el caso de Rumania. El titoísmo surgió de los contrastes y dificultades dentro del bloque comunistas y por los mismos motivos cesa de ser interesante. Ese hecho cobra su significado internacional, dado que en el territorio de Yugoslavia se enfrentan y entrecruzan las zonas de interés del bloque soviético y del Occidente, interesando no sólo a los pueblos de Yugoslavia sino a las grandes potencias a qué lado se inclinará Yugoslavia o sus partes integrantes en caso de desintegrarse este conglomerado multinacional.

Con el acercamiento del régimen de Tito a Moscú cambia la relación de Yugoslavia respecto a las potencias de la Europa occidental. Pero esa relación a raíz del ahondado conflicto chino-soviético y del acercamiento entre los Estados Unidos y la Unión Soviética adquirió nuevos aspectos. Como la política oficial de Washington no desea debilitar la posición internacional de la Unión Soviética, tanto para poder seguir negociando como a raíz del acuerdo de limitación de los ensayos nucleares, para buscar nuevas posibilidades de una paz duradera, como por el conflicto entre la Unión Soviética y China comunista, Tito como amigo íntimo de Moscú sigue beneficiándose de la política norteamericana en la nueva constelación internacional. Con el conflicto dentro del bloque comunista se acelera la transición de la fase de la "guerra fría" a la de "coexistencia imprescindible" entre el bloque occidental, encabezado por los Estados Unidos, y el bloque soviético. Washington en ese conflicto está contra China y procura evitar todo gesto que pudiera debilitar la posición de Moscú en dicho conflicto. Por cierto que, sin mediar ese conflicto, la actual política norteamericana no sería muy diferente, ya que los círculos oficiales norteamericanos, tratando de evitar, a precio de grandes sacrificios, una guerra nuclear, no quieren intervenir en los asuntos internos de los países comunistas europeos; esperan que se produzcan cambios graduales en esos países que suavizarían la dictadura y liberarían paulatinamente a los pueblos cautivos, originándose en ello la disminución de las tensiones y del peligro mundial comunista. El conflicto chino-soviético sólo subrayó esa posición norteamericana, haciendo más fácil su justificación ante la opinión pública, que en gran parte desaprobaba la ingente ayuda dispensada a Yugoslavia, sobre todo desde que Tito retornó a la línea moscovita.

De Gaulle y los pueblos de Europa Oriental

Mientras hace pocos años se podía hablar de una política occidental coincidente frente al bloque soviético y los países comunistas, hoy no se da ese caso. Al ceder la amenaza de guerra, se produjo una mayor diferenciación dentro del bloque occidental. Desde que subió de Gaulle al poder, Francia se aparta cada vez más de la política conjunta con los Estados Unidos. El nuevo curso político de Francia se manifestó en forma inequívoca en los problemas de la integración europea, donde Francia quiere llevar la voz principal y reducir la influencia de Londres y Washington. Respecto de la Europa del Este, Francia no sigue en todo la línea norteamericana. Si bien las grandes naciones occidentales coinciden en cuestiones de principio frente al comunismo y la defensa de los intereses comunes, se están esbozando crecientes divergencias en las tácticas políticas. Francia rehusa seguir el camino norteamericano y quiere negociar directamente con Moscú y arreglar todas las cuestiones de importancia. Con ello, De Gaulle quiere manifestar que Francia es una potencia mundial de primer orden.

Cuál será la política francesa respecto a la Unión soviética y los pueblos de Europa Oriental en definitiva, no se puede ver con claridad aún. Pero es seguro que el interés de Francia por los acontecimientos en la Europa del Este y Sudeste es grande y es probable que la política francesa difiera también aquí de la política norteamericana. A diferencia de la política de Washington, hoy los círculos competentes de París se interesan no sólo por las relaciones con los regímenes comunistas sin también con los pueblos sojuzgados y por el ordenamiento futuro de esa parte de Europa, cuyos pueblos no pueden hoy expresar libremente su voluntad. Aunque todavía no se ve una concepción definida de la política francesa en esa parte de Europa, es posible que habrá rivalidad y mayores divergencias con la posición norteamericana.

La política de Washington es mucho más clara: por ahora no busca el cambio del status quo. En consecuencia no le interesan los cambios políticos en Yugoslavia. Pero, en caso de producirse grandes crisis y si el pueblo intenta liberarse con fuerzas propias, Washington probablemente modificaría su actitud respecto a los pueblos de Yugoslavia y si las fuerzas opositoras se convierten en un factor político, habrá notables cambios no sólo dentro de Yugoslavia sino en toda el área danubiano-adriático-balcánica y los factores responsables de Washington deberán tomar una posición revisando su política exterior. Teniendo en cuenta la tradición norteamericana en favor de la libertad de todos los pueblos, las naciones oprimidas podrán contar con seguridad con el apoyo de la opinión pública norteamericana. Lo esencial para la política norteamericana es que esos cambios no provoquen la guerra atómica, que nadie desea.

Al respecto cabe destacar que el curso actual de la política norteamericana es poco simpático, y a veces provoca la enérgica reacción de los pueblos cautivos. Los objetivos a largo plazo de Washington y de los pueblos oprimidos son idénticos: la libertad, el orden democrático y la unificación de todo el mundo dentro de su espíritu. Pero la actual política norteamericana de tolerar el status quo en Europa oriental y de aparente desinterés por los pendientes problemas nacionales y por el descontento de vastas masas populares en el bloque comunista europeo es censurada en dichos países. Norteamérica corre hoy el peligro de que, pese a la identidad de objetivos a largo plazo, surja en esos pueblos un sentimiento antinorteamericano, parecido al que brotó después de la guerra en muchos países y de modo especial ex coloniales y en parte en la misma Europa occidental.

Peligro de un conflicto entre Yugoslavia y Albania

La hostilidad abierta entre la Unión Soviética y China comunista hace sentir su impacto en la posición internacional de Yugoslavia, por lo cual el problema nacional croata y otros problemas nacionales pendientes en Yugoslavia cobran importancia como factores internacionales. Se trata de las relaciones entre Yugoslavia y Albania que últimamente se plantean en forma muy clara.

Albania y Yugoslavia militan en los extremos opuestos del frente comunista. Detrás de Yugoslavia está Moscú, y de Albania, Pekín. Si bien las cuestiones "ideológicas" en el conflicto yugoslavo-albanés juegan un papel importante, mucho más peso tiene el programa nacional albanés encaminado a unificar a todos los albaneses en un solo Estado.

La minoría nacional albanesa vive en grupos compactos en la continuidad territorial con Albania y según los datos yugoslavos asciende a 800.000 personas, vale decir alrededor de la mitad de la población total de Albania, que tiene cerca de 1.600.000 habitantes. La "minoría nacional" albanesa en Yugoslavia aspira desde la fundación del Estado albanés en 1912 a incorporarse a Albania, pero Serbia no le permite realizar sus aspiraciones nacionales.

El territorio autónomo de Kosovo Metohija (Kosmet) dentro de la República Socialista de Serbia no significa la solución del problema albanés que sigue abierto y, por consiguiente, la tirantez entre Albania y Yugoslavia se debe más a las demandas territoriales de los albaneses que a la disputa ideológica.

Retornando al bloque soviético, Yugoslavia cuenta con el apoyo de Moscú en su pugna con Albania. Por otra parte, Albania, respaldada por Pekín, acusa a Yugoslavia de oprimir a los albaneses en Kosovo-Metohija.

A principios de 1964 la prensa albanesa, en sus frecuentes ataques, planteó abiertamente el problema de la liberación nacional de los albaneses anexados a Yugoslavia. Violentas reacciones de los círculos oficiales yugoslavos y del órgano partidista Borba indican que la crisis entre Yugoslavia y Albania entró en la fase de la disputa no disimulada por las fronteras, lo que puede tener consecuencias muy graves.

Al referirse constantemente al problema nacional de la minoría albanesa en Yugoslavia, el régimen dictatorial de Enver Hodza encuentra un fuerte eco popular, pese a su posición comunista extremista. Hodza se desembarazó de la presencia rusa y sus bases militares en Albania, en tanto que sus nuevos protectores chinos se hallan muy lejos. A los ojos de los albaneses ese hecho constituye un notable éxito del régimen de Hodza en la defensa de los intereses nacionales de Albania, pese a la impopularidad de la dictadura comunista.

Respecto a la creciente tirantez entre Yugoslavia y Albania y eventuales complicaciones internacionales que pudieran derivarse de ese conflicto, conviene poner de relieve los hechos siguientes. Ni Yugoslavia ni Albania forman parte del Pacto de Varsovia, es decir, de la alianza militar de los Estados comunistas. Ambos países, pues, están fuera de la NATO y del Pacto de Varsovia. En caso de producirse un choque abierto entre Belgrado y Tirana para dirimir la cuestión fronteriza, no pueden intervenir automáticamente con fuerzas armadas ni los Estados miembros del Pacto de Varsovia ni los de la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Eventual conflicto fronterizo podría localizarse sin peligro de una guerra mundial. Por supuesto que los pequeños conflictos locales suelen extenderse. Pero hoy por hoy la Unión Soviética difícilmente se decidiría a una intervención militar, pues sería calificada como agresor, no por parte del Occidente "capitalista", sino por ciertos países comunistas. Además, tampoco el Occidente, y en primer lugar Norteamérica, intervendrían militarmente, pero se opondrían a la intervención soviética.

En resumen, existe la posibilidad de un conflicto local sin mayor peligro de su extensión y transformación en guerra mundial. La inestabilidad interna de Yugoslavia y un conflicto semejante podrían sacudir los cimientos del régimen y el Estado yugoslavo. Por otra parte, correría peligro también el régimen comunista de Albania.

Esta sería una posibilidad del desarrollo en el próximo porvenir. Están en movimiento las fuerzas que se desarrollarán en forma dinámica y no pueden detenerse sin una operación radical. De todos modos, el conflicto yugoslavo-albanés representa hoy el punto más débil en el sistema comunista de la Europa suroriental y afecta directamente no sólo a los albaneses sino a todos los pueblos de Yugoslavia y particularmente a los croatas, los macedonios y los eslovenos, quienes tratarán de aprovechar ese conflicto en beneficio de su liberación nacional y en pro de la instauración del régimen democrático dentro de sus fronteras.

Macedonia, manzana de discordia entre Yugoslavia y Bulgaria

También el problema macedonio abre singulares perspectivas de desarrollo. Se trata del problema vital de macedonios, que aspiran a su total liberación y unificación, pero en el plano internacional allí chocan los intereses serbios, búlgaros y griegos. En cuanto a las grandes potencias está interesada en primer lugar la Unión Soviética.

Después de la guerra, los círculos granserbios tuvieron que hacer concesiones a los macedonios, reconocer el nombre y el idioma macedonio y permitir que se organizara una unidad administrativa macedonia como una de las "repúblicas" dentro de la federación yugoslava. Luego fue reconocida la Iglesia ortodoxa macedonia, si bien el Arzobispo metropolitano de Macedonia está en dependencia del Patriarca serbio.

Los macedonios actualmente están a la mitad del camino hacia su emancipación total. El objetivo supremo nacional de los macedonios es su completa liberación del dominio serbio y la unión de los macedonios de Yugoslavia, Bulgaria y Grecia en su territorio étnico, con apoyo de los arumanos, una minoría étnica congénere a los rumanos.

Mientras Tito estuvo en oposición a Moscú, Bulgaria a menudo suscitaba la cuestión macedonia y atacaba la política de Tito, puesto que los gobernantes búlgaros consideran a los macedonios como una rama del pueblo búlgaro y la Macedonia de Vardar, ahora parte de Yugoslavia y de Grecia, como parte integrante del territorio nacional búlgaro. Sin embargo, con el acercamiento de Tito a Moscú, las críticas búlgaras contra Tito amainaron, pues éste hoy se encuentra en el mismo bloque que Bulgaria y Moscú, al menos por el momento, no permite riñas entre Belgrado y Sofía.

Al agudizarse la crisis interna en Yugoslavia y hacerse más tensas sus relaciones con Albania, el problema macedonio adquiere mayor importancia. Si la frontera yugoslava con Albania llega a ser amenazada, no dejará de plantearse la cuestión de Macedonia. Los macedonios tratarán de completar su liberación nacional, y el latente conflicto serbio-búlgaro se agudizará.

En caso de rebelarse Eslovenia, Croacia con Bosnia-Herzegovina y Kosmet, Moscú debería tomar una posición frente al conflicto serbio-búlgaro. Entonces automáticamente llega al tapete no sólo el status de la parte yugoslava de Macedonia, sino el de la Macedonia de Pirin en Bulgaria y el de Macedonia de Egeo en Grecia. El problema macedonio adquiriría máxima actualidad en las relaciones internacionales. Mas las fuerzas dinámicas principales se moverían, probablemente, después de haber culminado la crisis con Albania que, dada la situación imperante en los Balcanes, podría ser el comienzo de la solución de una serie de grandes problemas políticos.

IV. Perspectivas de la liberación nacional de Croacia

La crisis del Estado, acompañada de la económica y de las dificultades con que tropieza Yugoslavia en el plano internacional y dentro del Partido Comunista de Yugoslavia, hace que peligre no sólo el régimen vigente sino el Estado mismo. La crisis económica y el descontento obrero se derivan del sistema comunista y de las medidas económicas específicas, mientras que la crisis político-estatal se debe al carácter granserbio de Yugoslavia y se remonta a los orígenes del mismo Estado constituido en 1918. La política de Tito de la presunta fraternidad y unidad no difiere esencialmente de la política de preguerra practicada por la Yugoslavia monárquica, aunque, por lo menos en teoría, admite la composición plurinacional del Estado y formalmente, mediante medidas puramente administrativas, trata de mistificar a los pueblos no serbios y a la opinión mundial de que el problema nacional encontró su solución definitiva. Ahora, el peso de ese problema hace temblar no sólo al régimen sino al Estado como tal.

En el plano internacional, actualmente Yugoslavia se muestra vulnerable principalmente en sus relaciones con Albania. Dicha vulnerabilidad se manifiesta cada vez más dado que la Unión Soviética, protector actual de Yugoslavia, debe pasar de la ofensiva a la defensiva por primera vez desde la segunda guerra mundial a causa de los conflictos dentro del bloque comunista y bajo la amenaza de la guerra termonuclear. Incluso los esfuerzos de los comunistas rumanos por mayor grado de la independización debilita la posición de Yugoslavia y del régimen titoísta en las convulsiones actuales.

Dentro de Yugoslavia se enfrentan fuerzas y corrientes antagónicas en distintos ámbitos. En marzo último Miha Marinko, dirigente comunista esloveno, reconoció que en Yugoslavia se produjeron huelgas obreras. De las frecuentes huelgas en Yugoslavia se ocupa cada vez más la prensa extranjera (cf. el artículo "Probleme der jugoslawischen Wirtschaltpolitik", publicado por el prestigioso diario suizo Neue Zürcher Zeitung del día 30/4/1964). Cunden agitación y querellas en las filas comunistas, que el régimen no puede evitar, respecto a los problemas económicos, políticos internos e ideológicos. En efecto, hay varias facciones, inclusive la granserbia, que juega el papel dominante y trata de preservar la hegemonía de Serbia para el futuro. Con la designación de Rankovic como sucesor de Tito y con su gradual asunción del poder, ese grupo ostenta en forma brutal su predominio actual. Ahora los mismos comunistas croatas presionan a sus dirigentes de ponerse del lado de su pueblo y luchar por los intereses nacionales de Croacia en lugar de seguir desempeñando un mísero papel de cómplice en la opresión de su pueblo. Las declaraciones de Bakaric sobre el candente problema nacional croata y las críticas de los dirigentes por inoperantes en la defensa de los intereses nacionales de Croacia es el primer signo importante de cierta oposición e independencia de criterios inclusive de los líderes comunistas croatas

Más importancia tienen, empero, las fuerzas opositoras en Croacia y en otras partes de Yugoslavia, fuera de las filas comunistas. Entre las fuerzas anticomunistas de los pueblos de Yugoslavia no hay diferencias significativas respecto al régimen comunista. Es un hecho que las fuerzas democráticas imprimen el sello a la oposición. Mayor diferencia existe en lo referente al problema nacional y subsiste el peligro de que las concepciones granserbias se opongan a las aspiraciones nacionales de los croatas y de los demás pueblos y minorías nacionales. Como Serbia está en baja minoría respecto a los demás pueblos, su posición resulta más débil y en caso de una lucha abierta Serbia correría riesgo muy serio. Por eso está en el interés de los propios serbios reconocer a los demás el derecho de autodeterminación y de creación de Estados nacionales para poder, con fuerzas combinadas, derrocar al comunismo. De ese modo Serbia tiene más posibilidades de liberarse del yugo comunista. Pero, habida experiencia del pasado, los pueblos oprimidos de Yugoslavia deben estar preparados para varias oportunidades: por un lado tender su mano reconciliadora a Serbia en la lucha anticomunista y en pro de la democracia, y por el otro no perder de vista un posible choque y la lucha abierta con los granserbios en caso de negarles éstos sus fundamentales derechos humanos y nacionales.

La fase más crítica en el desenlace de la crisis del Estado y el régimen yugoslavos sobrevendrá en el momento de alejarse Tito del poder, o en caso de su repentina muerte.

La crisis total del conglomerado yugoslavo sobrepasa las fronteras de Yugoslavia, afecta a varios pueblos vecinos y a los intereses fundamentales del mundo libre, como también los del bloque comunista. Croacia, por su tradición y su orientación actual, está del lado del Occidente y del mundo democrático. Según informaciones fidedignas, el pueblo en Croacia no espera su liberación de un ejército occidental o de una guerra mundial, que nadie sensato desea ni tampoco las potencias responsables poseedoras de armas atómicas. por otra parte, la experiencia de los últimos años enseña que puede haber alzamientos, guerras locales y regionales, golpes de Estado, etc., sin al intervención oficial y directa de las grandes potencias, y que muchos pueblos pequeños se han liberado por sus esfuerzos y luchas, sin que haya estallado la temida tercera guerra mundial. Es probable que se produzcan cambios en el futuro próximo sin que se desencadene un conflicto general.

Los croatas reclaman la realización de uno de los derechos más esenciales del hombre, el derecho de autodeterminación de los pueblos. La consecuencia lógica de ese derecho es el Estado de Croacia, de modo que la aspiración elemental del pueblo croata a vivir libre concuerda del todo con ese derecho natural universalmente reconocido.

El Estado de Croacia no puede ser un fin en sí

El primer objetivo de la lucha nacional croata es la constitución del Estado de Croacia en todo el territorio nacional.

Ese Estado tendría un papel importantísimo: establecer y asegurar los derechos fundamentales de todos sus ciudadanos, inclusive los de las minorías, y facilitar el desarrollo normal del pueblo croata.

El proceso político, económico y técnico lleva a la integración del continente europeo y de todo el mundo. Ese proceso tiene su curso y nada lo puede detener. Pasaron los tiempos de la autarquía de cada Estado o grupos de Estados. Los Estados nacionales adquieren nuevo significado en la época de la integración continental y universal. Pero siguen preservándose y sirven como unidades básicas para la formación de comunidades más amplias. La actual colaboración internacional en el sentido de la integración continental y universal no se realiza en forma directa sino mediante Estados. Esta es una de las leyes fundamentales de la cooperación internacional de nuestra era. Los Estados renuncian, por acuerdo recíproco, a una parte de su soberanía en beneficio de la comunidad mayor.

Este camino debe seguir el futuro Estado de Croacia, contribuyendo a la integración europea y universal, promoviendo la cooperación internacional. Pero previamente debe cumplirse el requisito principal: el pueblo croata debe realizar el derecho de autodeterminación nacional. Ese principio no vale sólo para los croatas, sino para todos los pueblos de Yugoslavia, en primer lugar para los pueblos esloveno, macedonio y la importante minoría nacional albanesa. En momentos de desintegrase Yugoslavia resurgirá el problema montenegrino. Frente a idénticos problemas se hallan también otros pueblos de la Europa oriental.

Como Croacia, por su espíritu, su política y su economía está orientada hacia Europa occidental, es indudable que la Croacia, una vez libre, debe figurar entre las naciones europeas libres. Cabe citar a algunos pequeños Estados europeos que participan o desean participar en la integración europea: Islandia, Luxemburgo, la República de Irlanda, Noruega, Finlandia, Dinamarca, Bélgica, Holanda, Suiza, Austria, Suecia. Croacia figura por la extensión de su territorio o el número de sus habitantes entre los más favorecidos de dicho grupo.

No es difícil, pues, explicar el rumbo natural que quieren tomar varios pueblos que integran hoy a Yugoslavia. El conglomerado yugoslavo está comprometido a los ojos de sus integrantes. Las fuerzas que propenden a su desintegración son considerables, y las tendencias del proceso, diáfanas.

A juzgar por la situación actual, en el territorio de Yugoslavia surgirán varios Estados autónomos. Si recurrimos a criterios perimidos, entonces la creación de nuevos Estados podría parecernos peligrosa, y para ciertos círculos occidentales, ignorantes de las dinámicas aspiraciones de los pueblos oprimidos, hasta un retroceso. En cambio, en la época de la plena integración europea todos esos Estados pueden incorporarse sin dificultades a la Comunidad Económica Europea y a los proyectados marcos políticos. Por lo tanto, semejante solución resulta natural y aceptable tanto para los países libres de Europa occidental, como para los pueblos hoy sojuzgados en el sudeste europeo. Si, e.g., un Luxemburgo puede integrar la Comunidad Económica Europea como miembro independiente, ¿por qué no tendrían el mismo derecho Eslovenia, Croacia, Serbia, Macedonia y Albania? Hoy, de las ruinas de los imperios coloniales en Asia y Africa nacen predominantemente pequeños Estados, aunque allí la conciencia nacional está mucho menos desarrollada que la de los pueblos europeos. Esos nuevos Estados entran como miembros en pie de igualdad en las organizaciones internacionales.

Por otra parte, los pueblos del sudeste europeo, dentro de diferentes marcos políticos, estuvieron por largos períodos asociados en el sentido político, militar, económico y cultural, y algunos de esos vehículos subsisten todavía. Así los croatas convivieron con los húngaros como dos Estados asociados en una misma comunidad durante 400 años (1102-1526). Y juntos con Austria vivieron en la misma comunidad bajo el cetro de los Habsburgo otros 400 años (1527-1918). Una parte de Croacia y sus vecinos orientales, los serbios, estuvieron bajo el dominio otomano de 400 a 500 años. Yugoslavia como Estado fue creada hace unos cuatro decenios y por lo tanto es una formación política muy reciente y, de hecho, un doloroso experimento que a sus componentes no aportó la libertad y les costo hasta ahora mucha sangre e ingentes daños materiales. El proceso histórico enseña que es viable incluso hoy una rápida transición de una comunidad regional a otra. Por otra parte, en caso de necesidad, los Estados recién creados podrán arreglar entre sí y con sus vecinos sus relaciones específicas y establecer una colaboración en lo político y lo económico. Los croatas, pese a las malas experiencias, debemos tender la mano para esa colaboración, pero con la condición de que las nuevas relaciones deben siempre establecerse en el nivel de Estados soberanos y pueblos libres, y no que en nombre del pueblo decidan unos cuantos, o se resuelva esos problemas por la fuerza, como sucedió en el caso croata en 1918 y 1945. Todas las concepciones yugoslavas o austro-húngaras están perimidas y no pueden servir de base para las nuevas soluciones. Cada tentativa de imponer, contra la voluntad del pueblo, soluciones anticuadas y perimidas, encontrará una oposición abierta por parte de los croatas. En cooperación libre con los demás pueblos y Estados del sudeste europeo, el Estado croata, por su ubicación en el espacio danubiano-balcánico-adriático será un importante factor del mantenimiento de la paz. En cambio, no habrá paz en esa parte de Europa hasta tanto no se encuentre una solución total y democrática al problema nacional de Croacia y demás unidades histórico-nacionales.

La crisis actual de Yugoslavia y la posibilidad de su desintegración llama la atención de los círculos políticos occidentales que se ocupan de las cuestiones concretas para el arreglo de las relaciones entre los nuevos Estados que surjan de la Yugoslavia desmembrada.

Hasta ahora fracasaron todos los empeños de formación o de consolidación de comunidades estatales más amplias en el área danubiano-adriático-balcánica. El novísimo desarrollo europeo también indica que no se alcanzan soluciones perdurables de grandes problemas mediante la colaboración de las naciones pequeñas sobre una base estrechamente regional. Tampoco creando una federación balcánica quedarían solucionados los problemas nacionales o problemas comunes de esa zona. Dada la desconfianza de los pueblos no serbios respecto a Serbia, semejante federación en la situación actual podría realizarse únicamente por fuerza.

Las comunidades interestatales regionales en Europa, aún de tipo Benelux, no lograron solucionar importantes problemas políticos, económicos y militares. Constituyeron una fase transitoria en dirección de la comunidad estatal europea más amplia o por el contrario fracasaron. La unión de las naciones europeas es factible tan sólo dentro del marco europeo. Tal es la tendencia del proceso actual.

 



[1] Jure Petricevic: "La Crisis del Titoísmo y Yugoslavia", Studia Croatica, Año III, Vol. 2-3, pp. 178-193.

[2] Citado según el diario de Zagreb Vjesnik del 8/3/64 que reprodujo la entrevista con pequeñas modificaciones.

[3] El general Pera Zivkovic fue uno de los oficiales serbios que en 1903 asesinaron bárbaramente al último Obrenovic y su esposa Draga Masin, y entronizaron a la familia Karageorgevic. Luego se desempeñó como comandante de la guardia real y como persona de confianza del rey Alejandro, que en 1929 lo nombró presidente del gobierno de su régimen personal, que decretó el dogma oficial de la unidad nacional de los serbios y los croatas, implantando un curso anticroata que motivó la crisis y el desmembramiento de Yugoslavia en 1941. Los comunistas fueron perseguidos bajo ese régimen, que calificaron como "la dictadura real militarista-fascista". En la última guerra Zivkovic colaboró con el gobierno exiliado del rey Pedro II. Es característico para las relaciones nacionales en la Yugoslavia comunista que ese general pudiese regresar a Belgrado, donde vivió hasta su muerte y cobraba la pensión del gobierno comunista, mientras que los generales croatas, que lucharon contra el comunismo, junto con muchos políticos democráticos, fueron muertos. Lo que dice Bakaric de "muchos" que conciben el yugoslavismo como Zivkovic y el rey Alejandro se refiere también a los comunistas serbios.

[4] Desde el 17/9/1964 figura en COMECOM una delegación yugoslava como "observador asociado"

[5] Vjesnik, Zagreb, 31/1 y 6/2/64.

[6] Vjesnik, 8/3/1964.