Dinko A. Tomasic, Indiana University, Bloomington, EE.UU.
Studia Croatica, Volumen 7-8, 1962
Los pastores en las montañas dináricas, los campesinos en las llanuras de Panonia y la "inteligenzia" en los centros urbanos de Croacia fueran los principales actores en el desarrollo político y social del pueblo croata. Esos agentes sociales y sus acciones recíprocas han determinado la formación de los rasgos distintivos de la nacionalidad croata. Influyeron asimismo en el desarrollo de la ideología nacional croata desde el alto Medievo hasta nuestros días.
Los guerreros de las montañas dináricas
Varias tribus croatas posiblemente de origen turco-mongólico se establecieron por el siglo siete de la era cristiana en la zona montañosa de la retaguardia de la costa oriental del Adriático (Alpes Dináricos). Dos circunstancias determinaron el papel que esa gente desempeñaría durante los siglos venideros: su organización tribal de clanes belicosos; habían ocupado y controlado una zona estratégicamente importante pero inaccesible, disputada primero entre el Imperio Franco y Bizancio, luego pretendida por Venecia y por el Reino de Hungría, contendida entre la cristiandad occidental y la oriental. Más tarde, los imperios austríaco y otomano lucharon por el mismo territorio. Servia aspiraba a esas regiones en la primera guerra mundial, Italia especialmente en la segunda guerra mundial, mientras que el comunismo de tipo soviético las controla ahora. Como resultado de esa rivalidad entre imperios, religiones e ideologías, esta área permaneció durante siglos "tierra de nadie", e inestable y revuelta zona fronteriza. Semejante situación contribuyó a que se perpetuasen los rasgos militares de sus pobladores, cuyas tradiciones guerreras se remontan a los días del antiguo Reino de Iliria.
Los ilirios fueron conquistados y romanizados por el poderoso Imperio Romano que tuvo que asegurar la libre navegación para sus barcos del ataque de los piratas ilíricos y proteger las fronteras del Imperio de los belicosos invasores provenientes del Este. Cuando las tribus croatas se establecieron en esa zona, el Imperio Romano Occidental ya había, sido destruido, y la lucha entablada entre Bizancio y los francos por ese territorio posibilitó a algunos jefes tribales croatas seguir los pasos de los antiguos piratas ilíricos y de otros pueblos guerreros, coma godos, hunos y avaros, que les precedieron.
Dado que ni los emperadores francos ni bizantinos pudieron derrotar a los croatas con armas, el único modo viable de establecer la paz y orden en esa zona era reconocer el poder de los más descollantes jefes tribales, cristianizarlos, conferirles títulos de príncipes y reyes, proveerlos de ingresos regulares pagados por una serie de prósperas ciudades costeras romanizadas, incluyendo Venecia, en forma de tributos. De ese modo surgieron varios principados croatas y con el tiempo el Reino de Croacia en las costas orientales del Adriático durante los siglos VIII y IX. (AD) El reino croata se extendió hasta el interior balcánico y hasta las llanuras de Panonia, alcanzando la línea que antaño dividía la parte oriental y occidental del Imperio Romano, La misma línea divisora separaba la parte helenizada de la parte romanizada del Imperio.
Sin embargo, la organización interior del reino croata estaba calcada sobre el tradicional sistema tribal croata, el centro de cuyo poder residía en unos cuantos clanes más poderosos y en manos de las familias más destacadas de esos clanes. Tal sistema limitó notablemente las tendencias centralizadoras de los reyes, exponiendo a la vez, el reino a las rivalidades abiertas entre clanes y tribus, a las intrigas de las potencias foráneas y a las guerras civiles. Esas condiciones impidieron, además, el desarrollo del sistema feudal como asimismo el crecimiento de la agricultura, la industria y el comercio intensivos. Las tribus en las montañas seguían con su economía de extensiva cría seminómade de ovejas y los labriegos en las tierras bajas con un sistema económico autárquico organizado para el consumo casero y no para los mercados.
Los príncipes y reyes croatas, pues, respecto a sus ingresos tuvieron que contar principalmente con los tributos recaudados de las ciudades románicas a lo largo de la costa. Por otra parte, la población románica en las ciudades y en las montañas (descendientes de los tracio-ilirios romanizados) resistió con éxito y no se dejó asimilar por el sistema tribal, organizado sobre los principios exclusivistas de identidad de origen y de cultura étnica. La lealtad de esa gente a los gobernantes croatas no era firme. Por ello, tanto la unidad interior del reino como su poderío militar considerable en cierta época, declinaron gradualmente. Entretanto, algunos jefes croatas se emparentaron con los magiares, otro pueblo que había invadido la región panónica. Ese curso de acontecimientos facilitó poco a poco, la unión de Croacia con Hungría, baja un rey común, a principios del siglo XII.
Las belicosas tribus magiares, establecidas en el siglo IX en las cuencas de los ríos Danubio y Tisza, se impusieron sobre la población nativa y fundaron un poderoso reino. Ya habían organizado un poder político centralizado y el sistema feudal. En las negociaciones para la unión con Hungría bajo un rey común, los jefes croatas retuvieron sus exclusivos derechos a gobernar sobre los territorios históricos del Reino de Croacia. El rey húngaro fue coronado como rey de Croacia en ceremonias separadas. Empero, bajo la influencia del ejemplo húngaro, los jefes de los principales clanes croatas, recurriendo a la apropiación forzosa de la tierra tribal y otra, como asimismo mediante donaciones de tierra hechas por reyes, se transformaron en señores feudales. Aun así la memoria colectiva del pueblo croata seguía soñando con el poder y la gloria del antiguo Reino de Croacia, anhelo éste que con el transcurso del tiempo iba fortaleciéndose. Fue precisamente en base a esas aspiraciones históricas que la nobleza croata recalcaba siempre su independencia. Ella defendía sus antiguos privilegios, conservando celosamente el auto-gobierno de Croacia y su derecho de autodeterminación contra los abusos de los reyes y estamentos magiares. Ahora el centro del poder de la nobleza croata se desplazó rumbo al noroeste en las llanuras panónicas de Croacia, donde el sistema feudal pudo progresar debido a la labor productiva de los campesinos y donde florecieron ciudades pobladas por artesanos y mercaderes alemanes, italianos y nativos.
Mas, a medida que tuvieron que afrontar la amenaza del clero y la nobleza feudal magiares y las tendencias centralizadoras de los reyes húngaros, los grandes y el clero croatas se afanaban por afirmar su independencia de Hungría toda vez que las circunstancias lo requerían.
Así, verbigracia, ya en el siglo XIII, la nobleza feudal croata en Bosnia y Herzegovina empezó a gobernar ese territorio con independencia. Debido a las favorables circunstancias internacionales, Bosnia, en paulatino proceso, llegó a ser un reino separado en el siglo XIV, En las demás provincias croatas continuaba la lucha entre las tendencias centralizadoras de los reyes húngaros y las tendencias separatistas de la nobleza croata. Mientras tanto, la presión que los turcos otomanos ejercían sobre las tierras croatas en el siglo XV y a principios de XVI iba recrudeciendo, y las posibilidades croatas de resistencia disminuían a causa de la pérdida del territorio y de mano de obra. En tales circunstancias los croatas se volvieron al archiduque Fernando de la vecina Austria, y lo eligieron en 1527, independientemente de Hungría, como rey de Croacia, comprometiéndose él a defender las tierras croatas con un número convenido de tropas.
La experiencia de los croatas con los Habsburgo fue más decepcionante aún que La vivida con los reyes húngaros. No sólo que los gobernantes de Austria no hicieron honor a sus compromisos, sino que dividieron el territorio de la Croacia histórica formando, en el territorio croata, la unidad administrativa separada denominada Confín Militar, regida por oficiales austríacos. Aquí imperaba un sistema de permanente preparación militar, destinada a perpetuar los rasgos guerreros entre la población que debió estar empeñada en incesante guerra de guerrillas con los turcos. Así la nobleza croata perdió la mayor parte del territorio croata, como antes, en el siglo XV, bajo los reyes húngaros, se perdió la costa adriática en provecho de Venecia.
La Croacia feudal, reducida a tal punto, ofreció, empero, resistencia a. los gobernantes extranjeros en el siglo XVII, mediante la conspiración de los condes croatas Zrinski y Frankopan. El propósito de los conjurados fue separar a Croacia y Hungría de Austria, y establecer el reino croata-húngaro, cuyo rey sería Zrinski, bajo la "suzeraineté" del sultán turco. El plan fracasó y el poder de los nobles croatas fue finalmente quebrado. Su papel de detentores de la soberanía nacional fue asumido por los campesinos de la llanura panónica y por la naciente "inteligenzia" en las ciudades costeras y del interior de Croacia.
Los labradores de las llanuras de Panonia
Hasta los comienzos del siglo XX la unidad básica de la organización social del campesinado en las cuencas de los ríos Sava y Drava era la comunidad de tierra y vivienda (zadruga), integrada por varias familias y regida por los principios de la democracia económica y política. Era una unidad a la vez territorial y familiar, en la que prevalecían más los vínculos territoriales que los consanguíneos. Las familias que formaban una comunidad (zadruga) no debían estar necesariamente emparentadas y sus hijos se casaban a menudo entre sí. Tampoco la unidad era gobernada por el Padre o el Mayor, sino por dos encargados elegidos, un hombre y una mujer. Sus poderes les fueron delegados por la asamblea de todos los miembros activos, hombres y mujeres, podían ser revocados en cualquier momento, Campo, agua, molinos, bosques, casas, establos e implementos agrícolas eran de propiedad colectiva y se explotaban para el consumo casero y no para el mercado o comercio.
Este sistema de economía autárquica, que se sostenía a sí misma, proyectado para dar seguridad económica y bienestar general, era igual para todos sus miembros. Además de la igualdad económica y social, la comunidad, por su extensión (como promedio de 20 a 40 miembros o más) estaba en condiciones de brindar entretenimiento, juego y satisfacción emocional a todos. De añadidura, cada familia individual en esta comunidad podía poseer un lote de campo propio, como también otros inmuebles individuales. Mientras que todas las familias comían juntamente en la casa comunal, cada una disponía de vivienda separada en la que sus miembros dormían, descansaban, se entretenían, ellos y sus amistades, toda vez que buscaban aislamiento. De modo que, además de la seguridad económicos y la igualdad social, este sistema de organización proporcionaba también independencia personal y dignidad humana, desalentaba a quienes ansiaban el poder, reducía al mínimo los conflictos, promovía cualidades de adaptación y compromiso, como asimismo la ayuda mutua. Alentaba, también, el rápido crecimiento de la población.
Tal sistema social prevaleció entre los antiguos labradores eslavos, quienes poblaron por etapas las llanuras panónicas y balcánicas y los valles de los ríos desde los primeros siglos de la era cristiana hasta el alto Medievo. En aquel entonces, además de la aldea local, compuesta de varias comunidades de tierra y vivienda (zadruga), en cuanto a los asuntos comunes, esa gente se había organizado en unidades territoriales más amplias integradas por varias aldeas denominadas "zupa". Estas unidades fueron gobernadas también conforme a los principios de la democracia política.
Este sistema de la organización económica, territorial y política impidió: a la vez una aguda diferenciación social y la concentración del poder en manos de una clase o de una persona. Semejante estructura social no favorecía, pues, la formación de "Estados" Más aún, esa gente habiendo dedicado toda su energía a la producción y careciendo de rasgos guerreros, no adelantó mucho en las técnicas y la destreza castrenses. De ahí que con frecuencia estuviera indefensa frente a las tribus depredadoras o militares profesionales. La estrategia de esos labriegos consistía en radicarse en pantanos o en medio de bosques y otros lugares, alejados de las principales rutas de tránsito. Si sus tierras eran conquistadas, esos campesinos se adaptaban a los conquistadores a condición de que los nuevos amos les dejasen la posesión de sus tierras y respetasen sus costumbres vernáculas.
Sin ser agresivos ni amenazar a nadie, y siendo valiosos como productores agrícolas, los eslavos no fueron molestados mientras emigraban en busca de más tierra arable, requerida por el rápido crecimiento de su población y la economía autárquica. A menudo daban con esas tierras en las áreas devastadas por las tribus y hordas belicosas del Este, que venían invadiendo a la Europa oriental y central hasta las postrimerías de la Edad Media. Tales migraciones, acompañadas de cultivo de tierra, se operaban a un ritmo asaz lento y a cortas distancias, quedando siempre un estrecho contado con el lugar de origen. Tal tipo de migración explica la extensión de la zona poblada por esos labriegos, como también la gran similitud de lenguas y costumbres populares que conservaron. Asimismo explica la habilidad de los labradores eslavos en asimilar a los conquistadores cuyo número era menor.
Cuando las tribus guerreras croatas invadieran las llanuras de Panonia y los Alpes Dináricos en el siglo VII AD, los agricultores eslavos que con anterioridad habían poblado esas zonas proporcionaron la base económica para el Estado croata. En ese Estado las dos sociedades contrastantes, la de los agricultores y la de los guerreros, establecieron una relación de simbiosis. Algunos guerreros y pastores en las montañas empezaron a establecerse en las tierras bajas, dedicándose al agro. Otros prefirieron seguir con la cría de caballos, con la cría seminómade de ovejas y las ocupaciones guerreras.
Sin embargo, en el curso de los siglos siguientes, a medida que la organización tribal de los guerreros croatas iba desintegrándose para ceder lugar al sistema feudal, los campesinos se opusieron al despojo de sus tierras y lucharon por sus derechos con medios legales y también levantando frecuentes revueltas locales. Ellas culminaron con el levantamiento general de los campesinos de la llanura de la Croacia septentrional en el siglo XVI. Los campesinos croatas fueron derrotados por el ejército superior de los estamentos.
No obstante, algunos campesinos lograron mantener sus tierras y su libertad. Se organizaron en comunidades agrícolas libres que gozaron de los privilegios de la nobleza. Fue precisamente esa nobleza campesina, organizada administrativamente en mayores unidades territoriales, llamadas zupanias (comitatus), que quedó como foco de las ideas constitucionales y democráticas siendo el último baluarte de resistencia a la política centralista y a los regímenes absolutistas de los monarcas austríacos. "Zupanias", por su constitución, eran unidades autónomas y ninguna ley tomada por las más altas autoridades era válida sin la previa aprobación de la asamblea de zupania. Zupanias controlaban el reclutamiento de soldados y el presupuesto de guerra; por lo tanto, podían ofrecer una resistencia efectiva a los gobernantes. Así se opusieron al absolutismo de los Habsburgo y a su política centralista bajo el reinado de María Teresa, con tanta eficacia que su hijo, José II (1780-1790), abolió las zupanias como unidades administrativas y legislativas. Sin embargo, ante los reveses sufridos en la guerra con Turquía (1787-1791), se vio obligado a restaurarlas con todos sus privilegios y autonomía.
A mediados del siglo XIX, en toda Croacia fue abolido el sistema feudal y los campesinos, obtuvieron al fin su libertad legal. Sin embargo, los intereses campesinos y sus anhelos de los "viejos derechos" estaban cercenados por los gobernantes de Hungría que trataban de someter a Croacia a su control. Los líderes del resurgente nacionalismo magiar habían decidido someter a Croacia y magiarizarla, procurando realizar su viejo sueño de un Estado magiar unitario desde los Cárpatos hasta el Adriático, Habían convenido con los monarcas austríacos reorganizar la monarquía en un imperio dual, quedando Croacia adjudicada arbitrariamente a Hungría. Para someter a Croacia tuvieron que restringir los derechos políticos, pues si se concedía el voto universal y secreto a los campesinos en Croacia, que entonces integraban casi el 90% de la población total, ellos controlarían el gobierno local en Croacia y serían, por lo tanto, un obstáculo infranqueable para los objetivos magiares. Demasiado confiados en su posición superior y su fuerza, los magiares optaron por gobernar a Croacia mediante un parlamento ficticio y con la ayuda de la minoría étnica servia, a la que brindaron favores especiales.
Después de la creación del Reino de los Servios, Croatas y Eslovenos el sufragio universal proporcionó al movimiento de los campesinos croatas, papel predominante en la política local e influencia muy significativa en los acontecimientos de ese reino. Antes, bajo el gobierno de Hungría, la resistencia de los campesinos era más bien espontánea y no bien organizada. Pero en la época de la creación de Yugoslavia, los campesinos croatas habían fraguado un poderoso instrumento de su lucha un partido político bien organizado y conducido hábilmente por contados intelectuales de extracción campesina.
Ese Partido Campesino Croata había formulado la plataforma que incluía no sólo demandas sociales sino también nacionales. Por consiguiente, en la subsiguiente lucha contra la política centralizadora de los regímenes de Belgrado, todos los estratos croatas comprendiendo la gran mayoría del pueblo croata, se unieron con el tiempo bajo la égida del Partido Campesino Croata, exigiendo se reconociese la individualidad nacional croata y el derecho de autodeterminación nacional. En su programa, según consta en el proyecto de la "Constitución de la República Neutral Campesina de Croacia", adoptado en 1921 por sus diputados parlamentarios, el Partido Campesino Croata formuló el pedido a favor del Estado soberano de Croacia, organizado sobre los principios de democracia social dentro de un sistema de gobierno parlamentario y republicano.
También en Yugoslavia, como antes en Austria y Hungría, las tendencias centralizadoras de los gobernantes y la brutalidad de sus órganos policiales provocaron una resistencia masiva por parte de los campesinos croatas, lo que a su vez originó contramedidas de los gobernantes, que en 1928 culminaron en el asesinato de Radic y otros dos líderes del Partido Campesino Croata, en el recinto del parlamento de Belgrado. Cuando la inminente segunda guerra mundial puso en peligro la misma existencia de Yugoslavia como unidad estatal, los gobernantes del país llegaron a un acuerdo con los líderes del Partido Campesino Croata, a fin de evitar la segura caída. Conforme a esa avenencia, la soberanía croata fue restablecida en forma de territorio político separado que abarcaba la mayor parte de las provincias croatas y tenía autonomía interna dentro del Reino de Yugoslavia.
La "inteligenzia" de los centros urbanos
Poco después de establecerse las tribus croatas en la zona disputa por Roma y Bizancio estuvieron expuestas a las influencias antagónicas de las civilizaciones occidental y oriental, Así, mientras las ciudades en la costa oriental adriática y su clero estaban bajo el control bizantino, el clero en los "Estados" croatas se orientaba hacia Roma, no obstante haber adoptado ciertas prácticas bizantinas, como ser el matrimonio de sacerdotes. Los príncipes y reyes croatas, salvo la única excepción, gravitaban hacia Roma, Orientarse hacia Bizancio implicaba sometimiento político, y Roma en cambio, ofrecía la libertad política.
Sin embargo, a fines del siglo IX, los croatas adoptaron en los ritos litúrgicos el idioma antiguo eslavo en lugar del latín, y estaban en vía de instituir una especie de Iglesia nacional. Esta situación que discrepaba con tendencias de la Roma papal fue tolerada hasta que las relaciones tensas entre las Iglesias bizantina y romana estuvieron a punto de romperse y los Papas asumían papel cada vez más militante en los asuntos seculares. En esta coyuntura los Papas insistieron en la latinización del clero croata y en la dependencia política de los reyes croatas. Los reyes croatas se mostraron propensos a aceptar esas condiciones a cambio del control de las ciudades costeras de las que extraían sus principales ingresos y que, en gran medida, contribuyeron al poder y la posición del reino. Con la incorporación de esas ciudades románicas, económicamente prósperas y de cultura adelantada, se robusteció la influencia de la civilización occidental sobre la clase dirigente, inclusive el clero. Esas influencias se exteriorizaron en la mejor técnica agrícola, en el progreso educacional y en el nivel de vida de la población sobre las tribus belicosas en las montañas.
No todas las tribus, ni todo el clero, empero, aceptaron ese estado de cosas, resentidos por la latinización de la iglesia y la influencia del clero romano en la corte real. Esta situación agudizó las tensiones internas del reino y debilitó su poder militar a tal grado que Roma volcó su apoyo principal en esa zona hacia los magiares, que habían organizado un poder fuertemente centralizado y no estaban inficionados por las influencias bizantinas. De este modo Roma respaldó la unión del reino croata con el húngaro. Como el centro del poder político croata se trasladó a las llanuras de Panonia a lo largo de los ríos Drava y Sava, se fundó aquí un nuevo obispado, el de Zagreb, que se convirtió en nuevo centro de latinización en Croacia. Las influencias orientales en la iglesia iban desapareciendo paulatinamente, si bien sus vestigios se conservaron hasta los tiempos presentes en los ritos litúrgicos oficiados en el antiguo idioma eslavo en algunas diócesis a lo largo de la costa adriática. Fue adoptado también el alfabeto latino, y el latín se convirtió en el idioma oficial de la administración. Con él, los conocimientos occidentales -ciencia filosofía, artes y letras- penetraron en Croacia. Posteriormente en los siglos XVIII y XIX, se usó el latín coma defensa contra los intentos magiares de imponer el magiar como idioma oficial en Croacia.
Ahora bien, muy diferente fue el curso de los sucesos en Bosnia y Herzegovina, donde varios nobles croatas, a fin de preservar su independencia tanto de Hungría como de Bizancio, instituyeron su propia iglesia estatal en la forma de bogomilismo, que era una secta patarena. A causa do la, sencillez de sus ritos y de su jerarquía, además de su estrecha vinculación con la gente común, esta secta atrajo también a muchos labriegos de la región. La Iglesia de Bosnia y sus seguidores promovieron un agudo antagonismo tanto contra la ortodoxia oriental como contra el catolicismo romano, y ambos persiguieron a los bogomiles con métodos inquisitoriales. Tal situación debilitó la resistencia de los bosnios a la islamización. Por eso, cuando los invasores otomanos ofrecieron a la nobleza bosnia derechos hereditarios a sus tierras y la liberación de servidumbre a aquellos campesinos que abrazaban el mahometismo. Bosnia y Herzegovina cedieron a los conquistadores turcos en la segunda parte del siglo XV con escasa o ninguna lucha. Sin embargo, la islamización de Bosnia no destruyó la cultura autóctona de sus pobladores agrícolas, ni la de su nobleza guerrera ni de los clanes montañeses. La nobleza croata de religión musulmana seguía gobernando en esa zona y entonces sus belicosos montañeses sobresalieron en los combates bajo la Medialuna. Pero más tarde, en, el siglo XIX, con el empuje del nacionalismo, la inteligenzia musulmana en Bosnia y Herzegovina se identificó (con poquísimas excepciones) con los ideales nacionales croatas.
En las ciudades a lo largo de la costa adriática los sucesos tomaron diferente rumbo. Esta región (Dalmacia) se hallaba bajo el control de Venecia de principios del siglo XV hasta fines del XVIII, salvo la ciudad de Dubrovnik, que se formó como una república independiente. Esos centros urbanos, originariamente compuestos de la población románica, se croatizaron gradualmente mediante el fluir constante de los pastores croatas de las cercanas montañas dináricas y de la gente del campo proveniente de la costa y las islas. Esos inmigrantes se radicaron en las ciudades como comerciantes, artesanos, jornaleros y terratenientes. Algunos, con el correr del tiempo, llegaron a ser patricios y nobles. Paralelamente, arribaron también muchos italianos a esas ciudades como artistas, clérigos, maestros, médicos, escribanos o cancilleres. Muy pronto la juventud aborigen croata fue estimulada a estudiar en el extranjero, particularmente en Italia. Y ya en la primera parte del siglo XIII algunos sobresalientes trabajos artísticos y arquitectónicos en estas ciudades fueron realizados por maestros de nombres croatas, A partir del siglo XV y hasta el término del XVII, en algunas ciudades costeras (especialmente en Split, Hvar, Dubrovnik) se registró un extraordinario florecimiento de ciencia, artes y letras croatas, tanto en latín como en croata, siguiendo fas líneas generales del Renacimiento y el Humanismo, como asimismo de la Contrarreforma.
La Contrarreforma, empero, era muy activa en los centros urbanos de la Croacia septentrional que, formando parte del Reino Húngaro-Croata estaba particularmente expuesta a las ideas de la Reforma debido a la irrupción del protestantismo en Hungría. Por eso la Orden Jesuítica estableció en el siglo XVI en las tierras croatas las primeras escuelas y academias de altos estudios. Al mismo tiempo, la jerarquía católica de Croacia, en unión con la alta nobleza, aprovechando la autonomía vigente de Croacia, impidió la expansión del protestantismo en su territorio, sobre todo desde que el protestantismo fue visto como nuevo instrumento de la dominación magiar.
Más tarde, bajo el absolutismo de los monarcas austríacos, particularmente el de María Teresa, José II y Francisco I, las ciudades croatas tuvieron que soportar fuerte influencia alemana; se filtraba la filosofía liberal, especialmente entre la nobleza y las clases superiores de la población urbana, difundida por funcionarios austríacos, civiles y militares, de habla germana. Esas influencias se manifestaban en los modos sociales, en la manera de vida, en el ámbito docente, artístico y literario, como asimismo en las formas gubernamentales y administrativas. Hijos de la alta nobleza se educaban en el Theresianum de Viena y los hijos de la clase media se inscribían en las Universidades de Austria y Alemania. Aún cuando algunos de esos nuevos instruidos se germanizaban, la mayoría recibía la cultura occidental a través de las escuelas alemanas, no dejándose desnacionalizar. La posición de esos últimos se vio reforzada por las ideas de la Revolución Francesa, que penetraban en Croacia desde fines del siglo XVIII, y en forma particular como secuela de las reformas promovidas por la administración francesa en Dalmacia y en el Estado napoleónico de Iliria, a principios del siglo pasado. Se fomentó el uso del idioma croata en escuelas, prensa y oficinas públicas. De ese modo, la mayor parte de los pobladores extranjeros educados en las provincias croatas, con excepción de la minoría servia, fueron croatizados gradualmente.
Entretanto, esas influencias occidentalizantes en la población urbana croata se vieron, en cierta medida, contrarrestadas por la gravitación oriental del eslavofilismo y el paneslavismo, La primera formulación escrita conocida del paneslavismo fue publicada en el libro, impreso en Viena, del dominico croata Vinko Pribojevic. oriundo de la isla de Hvar, en la primera parte del siglo XV. Le siguió el sacerdote croata Juraj Krizanic en el siglo XVII. En su origen el eslavofilismo y el paneslavismo se identificaban con la cantidad numérica de los pueblos eslavos y con sus realizaciones, lo que proporcionó la sensación de fuerza y de orgullo en comparación con otros pueblos grandes, como los germanos, latinos y anglosajones, que solían mirar con desprecio a los eslavos. El paneslavismo lo apoyaron también algunas mentes esclarecidas de la Contrarreforma que veían en la unión, de la Iglesia Católica Romana y la Rusa Ortodoxa, un contrapeso al creciente vigor del protestantismo.
Como consecuencia de esas corrientes en el pensamiento croata, al desarrollarse el nacionalismo croata en el siglo XIX bajo el impacto de la Revolución Francesa, su ideología seguía mostrando doble orientación: pro occidental y pro-eslava, La orientación pro-eslava de los nacionalistas croatas en el siglo pasado fue proporcionada también por el romanticismo filosófico y literario de algunos pensadores y escritores alemanes, en primer término por las obras de Johann Gottfried, por los eruditos checos y eslovacos y por los escritores de orientación eslavófila. Uno de los exponentes principales de la orientación pro-eslava en la Croacia de esos días era el obispo católico José Jorge Strossmayer, estadista croata de descendencia alemana. El también acariciaba el anhelo de la unión de las Iglesias occidental y oriental, razón por la cual se opuso al dogma de la infalibilidad papal en el Concilio Vaticano de 1869-70.
Como un brote del romanticismo eslavófilo, un grupo de jóvenes intelectuales laicos croatas en los primeros decenios del siglo XIX, la mayoría de los que cursaron sus estudios en la Universidad de Graz, Austria, elaboró ideas respecto a la unión política de todos los sureslavos. La formulación de esta "idea yugoslava" (sureslava) constituía el nacimiento ideológico del futuro Estado de Yugoslavia. La idea yugoslava, empero, muy pronto experimentó retroceso debido a las actividades políticas de la minoría étnica servia en Croacia en la segunda mitad del siglo XIX. Entonces, los nacionalistas magiares, practicando una política de centralismo y magiarización, encontraron en Croacia su mayor sostén entre los adherentes a la Iglesia ortodoxa oriental. Esa gente se radicó en Croacia, en las tierras do la nobleza croata durante las invasiones turcas en los Balcanes, Una parte considerable eran en su origen pastores guerreros románicos que abrazaron la ortodoxia oriental bajo el gobierno turco, que la favorecía en detrimento del catolicismo romano.
Las autoridades austríacas, a su vez, los habían invitado a establecerse en el Confín Militar por sus cualidades guerreras. Pero, a diferencia de los inmigrantes alemanes y otros en Croacia, esos ovejeros y guerreros de religión ortodoxa se opusieron a la asimilación.
En la ortodoxia oriental subsiste la identificación tradicional de la Iglesia y del Estado juntamente con el papel de la Iglesia como instrumento de la política nacional. Por eso, el clero ortodoxo de fondo étnico servio se había identificado con el medieval Reino de Servia, que había promovido la formación de la Iglesia ortodoxa servia autocéfala, y dedicó todas sus fuerzas a restablecer ese reino desde el momento de su caída. Practicaron esa política en el Imperio Otomano, en Austria y en Hungría luego de radicarse allí los inmigrantes ortodoxos orientales. Y cuando, por fin, el Estado servio fue establecido en el siglo pasado, el clero y la inteligenzia servio-ortodoxos siguieron en Austro-Hungría, la política que mejor se ajustaba a los intereses corrientes del Reino de Servia de aquellos días. Así, mientras los reyes de servia estaban aliados con Austria-Hungría, los líderes servios en la monarquía danubiana apoyaban la política de las autoridades austríacas y húngaras.
En Dalmacia, por ejemplo, convertida tras la derrota de Napoleón en provincia austríaca, los líderes de la minoría servio-ortodoxa, en asociación con la minoría étnica italiana, se opusieron a las demandas de la población croata en Dalmacia tendientes a la unión con Croacia y en Croacia propiamente dicha, los líderes servios dieren respaldo al gobierno dictatorial y policial de los representantes húngaros, recibiendo como gratificación favores y privilegios especiales.
Un cambio radical se operó en la política, de la minoría servia en Croacia cuando los militares servios, respaldados por la Rusia zarista, emprendieron una política agresiva de expansión territorial en los Balcanes mediante conquistas bélicas desde el comienzo del siglo XX. Austria-Hungría constituía el principal obstáculo a esos planes. Por lo tanto, había que debilitarla en el frente interno y con el tiempo desmembrarla. La estrategia más efectiva para cumplir ese cometido pareció ser una política de apoyo al nacionalismo radical magiar, que buscaba independencia completa y separación de Austria. En persecución de esos objetivos, los líderes de La minoría servia en Croacia y en Dalmacia se esforzaron por entenderse con los líderes políticos croatas anti-austríacos y de orientación yugoslava respecto a la línea política común para con Austria y Hungría. Como resultado de esa política se formó la coalición política croata-servia que, actuando en cooperación con los magiares, pudo llegar al poder en Croacia. En tal situación, la inteligenzia servia estaba en favorable posición para difundir una propaganda antiaustríaca y pro-servia, recrudecida particularmente con motivo de las victorias servias en las guerras balcánicas de 1912-13.
Fue precisamente ese clima a favor de Servia, sumado al secular resentimiento de los croatas contra la política hegemonista de Austria y Hungría y al miedo a las pretensiones italianas sobre el territorio croata, lo que contribuyó a la formación del Estado común de los servios, croatas y eslovenos, bajo el rey de Servia, al finalizar la primera guerra mundial. Esta unión fue consumada antes de que los representantes legítimos del pueblo croata hubiesen convenido y estipulado las condiciones requeridas respecto a la forma y contenido de dicha unión. Por eso, tan pronto se creó el nuevo Estado, de inmediato se enfrentaron dos ideologías estatales y nacionales irreconciliables. Los líderes de Servia que sin cesar iban expandiendo las fronteras de su Estado: mediante sucesivas conquistas militares desde mediados del siglo XIX eran propensas a considerar a Croacia sencillamente como una región más que habían conquistado y que, al igual que otras regiones, había de ser, a su debido tiempo, sometida y servizada. Por otra parte, los croatas que a través de los siglos habían logrado, con lucha tenaz contra fuerzas superiores, preservar su identidad étnica, seguían defendiendo su individualidad nacional, reclamando el derecho de autodeterminación. Estaban resueltos a conseguir este derecho tanto mediante la lucha parlamentaria como mediante la resistencia masiva a los regímenes militares y policiales de Belgrado. Ese choque con Belgrado dio lugar a una serie de asesinatos, ejecuciones y matanzas colectivas, dirigidas por la policía de Belgrado.
En esta atmósfera de persecuciones y terror se organizó en Croacia un movimiento intensamente nacionalista, denominado Ustasha, que por su radical militancia atrajo a los elementos combativos, especialmente entre la población croata de las regiones dináricas. La población de esas regiones había conservado las bases esenciales de su original organización patriarcal social, propicia a los hondos sentimientos de parentesco y amistad a la vez que instigadora de intensos conflictos y de acciones violentas y sin compromiso, perpetuando de ese modo los seculares rasgos bélicos de esa zona Las "ustashi" se orientaron hacia Italia y Alemania, urdieron el asesinato del rey Alejandro en 1934 y restablecieron el Estado Independiente de Croacia a principios de la segunda guerra mundial. Este Estado croata comprendía una nutrida minoría étnica servia, muchos de cuyos miembros conservaban tradiciones y cargos guerreros y estaban hondamente resentidos contra las nuevas autoridades. Eran propensos a unirse a los grupos guerrilleros servios (chetniks), cuyo objetivo era luchar contra las autoridades recientemente establecidas en el ex territorio de Yugoslavia. Así pronto arreciaron los choques entre los grupos de chetniks y las autoridades croatas que condujeron a la total guerra civil. Esta guerra civil recrudeció por obra de las actividades comunistas, que en su mayoría, especialmente los activistas combativos, procedían, en gran porcentaje, de las regiones tradicionalmente guerreras, y de modo peculiar, de los grupos étnicos servio y montenegrino de las comarcas dináricas (los guerrilleros partisanos). Acatando los preceptos de Lenin de tomar poder en condiciones de desorientación y descrédito de los gobernantes y las instrucciones de Stalin de transformar la segunda conflagración mundial en civil, los comunistas hicieron máximo esfuerzo, recurriendo a todos los medios, para incitar uno contra otro a los grupos guerreros y extremadamente nacionalistas servios y croatas y para prolongar e intensificar las luchas recíprocas. Con esta estrategia los comunistas, a la postre, tomaron el Poder en toda el territorio de Yugoslavia con la ayuda activa de los Aliados occidentales.
En la Yugoslavia comunista la nacionalidad croata fue reconocida con la formación de la "República Popular de Croacia" dentro de la unión federal de Yugoslavia. Tal de jure soberanía resulta de facto, en gran medida, mera formalidad, dado que en Yugoslavia, lo mismo que en otros Estados con régimen comunista, todo el poder está concentrado en manos del Partido monolítico. Esta organización rígidamente centralizada se convierte en un Estado multinacional en instrumento de hegemonía de un grupo étnico sobre los demás. En Yugoslavia, el Partido Comunista se trocó en instrumento de servización tendiente a destruir a otros grupos étnicos como naciones independientes en el país. Esa política, desde luego, tropieza con vigorosa resistencia de las nacionalidades oprimidas. Pues la identificación étnica y demanda de auto-realización, creadas y fraguadas durante muchos siglos de distinto desarrollo social, cultural y político, no pueden suprimirse mediante fuerza o terror, según lo demostró el proceso histórico del pueblo croata. Esos profundos anhelos de la auto-afirmación nacional jamás podrán ser ahogados. Brotaron con ímpetu en acciones masivas reiteradas veces en la secular historia croata y con vigor creciente toda vez que varios regímenes hegemonistas empezaron a evidenciar su debilidad intrínseca.