LOS VALORES EN EL ARTE DE IVAN MESTROVIC

Branimir Anzulovic

Studia Croatica, volumen 5, 1961

 

En opinión de Rodin "Mestrovic fue el fenómeno más grande entre los escultores" de su tiempo. Alonso Lansford dice por otra parte en su comentario sobre la .exposición de las obras de Mestrovic en el Metropolitan Museum de Nueva York en 1947: "Es singularmente significativo que él es casi unánimemente reverenciado por los escultores americanos de todas las escuelas como uno de los más grandes escultores vivientes".

Sin embargo, este gran escultor que todavía, a la edad de 78 años, sigue trabajando sin ninguna disminución de sus fuerzas creadoras y ocupa el cargo de profesor de escultura en la Universidad de Notre Dame en los EE.UU., no goza de la misma fama de que gozaba en toda Europa desde los comienzos del siglo hasta la segunda guerra mundial. La razón de esta relativa pérdida de popularidad no consiste en una presunta declinación de su capacidad artística sino en el hecho de que el centro de atención del público de hoy lo ocupan los escultores que, como Brancusi, Moore, Lipshitz o Creft, han ido hasta el extremo en las búsquedas formalistas y subjetivistas aun cuando esto signifique la deshumanización de sus obras. Pero ni el entusiasma ni la frialdad del gran público pueden ser considerados un indicio seguro para juzgar el valor de un artista. El mismo interés que Mestrovic suscitaba anteriormente no fue debido siempre a la justa apreciación de los valores esenciales de sus obras sino en parte a la curiosidad por lo nuevo, ya que en las primeras décadas del siglo las formas que él creaba eran tan atrevidas como lo son hoy las obras de los escultores citados.

El hecho de que Mestrovic no haya nunca abandonado la figura humana y los temas tradicionales no significa un estancamiento de su capacidad inventiva sino que es fruto de su fe en el hombre y en los valores fundamentales de nuestra civilización, la fe que lo ha preservado de la desesperación en los momentos más difíciles de su vida.

A la fuerza de esa fe han contribuido indudablemente las condiciones en que ha vivido su infancia; sus padres eran campesinos y habitaban en una región donde la pobreza del suelo obliga a una vida dura y sacrificada pero al mismo tiempo crea caracteres fuertes y resistentes. Y así como sus antepasados luchaban contra una naturaleza adversa y contra los invasores de Oriente, Ivan Mestrovic es un luchador tenaz por los ideales de la libertad y la dignidad humana, rasgo que determina tanto su actividad artística como política. Es por eso que en su arte el exquisito sentido de la forma, el perfecto dominio de la técnica y el conocimiento de los materiales han estado siempre dirigidos a la creación de formas que junto a su alto valor estético tengan un no menor valor espiritual y puedan orientar al hombre en la vida presentándole ideales y ejemplos que deberían guiarlo.

Sin menospreciar el valor puramente estético del arte abstracto que no tiene por qué ser menor al del arte "comprometido", puede decirse que los artistas que se limitan a la creación de formas bellas constituyendo un dominio de lo estético separado de las demás esferas de la vida, renuncian a ese deber social y profundamente humano de todo artista. La mayor parte de la producción artística cultural representa un escape no tanto de la realidad como de esa responsabilidad social y humano del artista. Es una posición cómoda la de encerrarse en su taller como en una torre de marfil y crear formas que aparte de su belleza no poseen nada o, en el mejor caso, un simbolismo tan vago que no logra evadirse del hermetismo subjetivista.

Sería absurdo, sin embargo, obligar a los artistas a atenerse a una problemática política, social o religiosa. Esta práctica ha llevado en los regímenes totalitarios a una extrema degradación del arte. El hecho es que la mayoría de los artistas contemporáneos han perdido la fe en el hombre y en Dios, de manera que su arte se convierte para ellos en una religión. Desde la posición de tales artistas la actitud de Mestrovic representa un anacronismo. Pero si consideramos que el valor y la vitalidad de una civilización no son independientes - de la actitud de los individuos que participan en ella sino que, por el contrario, dependen de la energía con que cada individuo reafirma en cada momento los ideales que inspiran a la civilización, entonces únicamente una actitud como la de Mestrovic puede ser el camino a la solución de la crisis actual de la cultura. La actitud opuesta significa el pesimismo y el fatalismo que facilita el trabajo a las fuerzas destructoras. Aun admitiendo que nos hallamos en el período de formación de una nueva civilización, eso no cambia nada porque una nueva civilización no se crea en el vacío, sino que conserva los elementos más valiosos de la precedente.

Es así, paradójicamente, que la causa que había alejado a Mestrovic del naturalismo predominante hacia 1900 es la misma que hace que hoy sea un escultor relativamente conservador. Esa causa es la insistencia en los símbolos y los valores, frente al interés exclusivo por lo individual en el primer caso, y a la desaparición del individuo (paralela a la desaparición de los ideales que debieran guiarlo) en el otro.

Esta insistencia de Mestrovic en los valores religiosos, éticos y sociales hace que su arte sea afín no con el arte de las épocas clásicas, sino con el de las épocas arcáicas: con el arte asirio, egipcio, cretense, griego anterior a la época de Pericles, el románico y el gótico de la Edad Media. Porque en las obras de Mestrovic, lo mismo que en el arte de esas épocas lo universal predomina sobre lo individual, la expresión de los ideales colectivos y trascendentes sobre la expresión de los estados subjetivos individuales. Para la actitud psíquica que se revela en tales obras, los ideales son mucho más importantes y más interesantes que la introspección. Lo que no quiere decir que en las obras de Mestrovic no encontremos a menudo una individualización muy precisa de los personajes, ni que él desprecie al individuo; todo lo contrario, la afirmación del valor de cada individuo es una afirmación fundamental del Occidente que Mestrovic comparte plenamente. Pero en su arte esos individuos no flotan en el vacío del solipsismo sino que los ideales que los inspiran dan sentido y dirección a sus actos y emociones. Es la fe que da tanto a Mestrovic como a sus personajes la fuerza de resistir en la soledad y la desesperación, y el mejor símbolo de ese hecho es la figura de Job, una de sus realizaciones más grandes:

Otro rasgo característico de Mestrovic que le es común con las épocas mencionadas es la preocupación por la concepción de sus obras dentro de un determinado conjunto arquitectónico. Esta preocupación ha determinado que Mestrovic haya creado varios conjuntos arquitectónicos- escultóricos. Porque la ubicación de una escultura en un conjunto arquitectónico corresponde a la ubicación del individuo en el mundo a través de un sistema de ideas que se denomina, cosmovisión o Weltanschaung, mientras que las esculturas concebidas sin saber dónde van a ser ubicadas simbolizan al individuo que se siente arrojado en el mundo sin su voluntad y movido por circunstancias que no puede controlar.

El primero de esos conjuntos arquitectónico-escultóricos ideados por Mestrovic fue el templo de Kosovo, inspirado en los mitos nacidos de la lucha de los eslavos contra los turcos en los Balcanes. Mestrovic pronto abandonó esta temática, y los conjuntos que hizo después fueron principalmente iglesias y capillas votivas. Esto podría considerarse como una transición de lo patriótico a lo religioso, pero en realidad, al mismo tiempo que es una afirmación de lo religioso es también una definición de su actitud política y nacional.

Porque la mitología que Mestrovic quiso realzar en su templo de Kosovo es periférica a la tradición nacional croata, La tradición esencialmente croata referente a la lucha contra los turcos es la tradición de resistencia, dura y sangrienta, pero exitosa, mientras que la mitología de Kosovo ha nacido de una derrota[1]. Ahora bien, si una derrota se prolonga durante siglos, eso igual que la derrota misma, se debe a una insuficiente voluntad de resistir. La caída de Bosnia, por ejemplo, se debió principalmente a la presencia de la secta maniquea de los patarenos o bogomili que, enemigos tanto del occidente católico como del oriente ortodoxo, no ofrecieron la más mínima resistencia a los turcos. La caída de Servia se debió a que el sistema bizantino césaropapista había aislado a ese país y no inspiraba a sus habitantes mucho entusiasmo de luchar por él. La parte occidental y septentrional de Croacia, en cambio, estaba fuertemente ligada, con lazos tanto espirituales como militares, al Occidente, y eso le dió la voluntad y el poder de resistir.

En cuanto la mitología de Kosovo tuvo cierta resonancia entre los croatas, eso se debe a que la zona, en la cual nacieron esas epopeyas estaba alejada tanto de Bizancio como de Roma, así que allí no se había desarrollado la conciencia nacional de ninguno de los dos pueblos, ya que la constitución de los servios y los croatas como dos naciones distintas fue condicionada por su afiliación a dos culturas y dos confesiones distintas.

Tomar esos mitos como símbolo de la unidad de los dos pueblos significa entonces pretender la vuelta a la unidad en la barbarie o la aniquilación de una de las dos tradiciones culturales.

Mestrovic se dio pronto cuenta de este dilema y con la honestidad que lo caracteriza abandonó ese sueño destinado a fracasar. Pero aun antes de que él hubiera entendido la trágica contradicción de su ideal, ella se había manifestado en la falta de armonía del templo mismo, quizá la única obra suya que carece de unidad y espontaneidad.

Por todas estas razones la insistencia en los temas cristianos en la obra posterior de Mestrovic es al mismo tiempo la afirmación de los valores universales del amor y de la libertad, y la afirmación de su nacionalidad que es una conjunción de esos ideales con un idioma particular. En cuanto a las figuras de Mestrovic, ellas en ningún momento han perdido su vigor y energía. El cambio operado después de haberse desvanecido sus sueños juveniles consistió sólo en la purificación de los ideales al servicio de los cuales está esa energía. El proceso de purificación fue extraordinariamente rápido; ya entre las primeras obras encontramos, al lado de ocasionales muestras de simpatía por una fuerza elemental, obras maduras que plantean el problema del destino y enseñan los grandes principios de amor y de sacrificio. La lucha contra el mal se libró para Mestrovic posteriormente cada vez más en el campo del espíritu, contra la debilidad inherente a cada hombre.

Esta síntesis de supremos valores morales con una igualmente alta calidad artística es lo que caracteriza la obra de Ivan Mestrovic quien bajo ese doble aspecto sigue siendo el fenómeno más grande entre los escultores contemporáneos.

Buenos Aires.

 



[1] La derrota de Kosovo (1389) dio por terminada la independencia política de Servia medieval y el comienzo de casi quinientos años de dominio turco. El triunfo de los osmanlíes se debe a la profunda crisis del mundo de la civilización bizantina. Los pueblos balcánicos, puestos ante el dilema: resistir con ayuda del Occidente, condicionada a la unión con Roma, o avenirse a los turcos, eligieron la Pax ottomanica.