IVO ANDRIC, ESCRITOR CROATA, PREMIO NOBEL DE LITERATURA

Ivo Bogdan

Studia Croatica, volumen 5, 1961

 

La academia sueca, destacó en su anuncio oficial que se concedió el premio Nobel de literatura de 1961 a Ivo Andric por "la épica, fuerza con que ha descripto temas y destinos humanos de la historia de su país".

Pero el hecho de que por primera vez no se haya aclarado a qué literatura y a qué cultura nacional pertenece el flamante Premio Nobel prueba cuánta confusión hay acerca de lo que es Yugoeslavia y cuánto desconocimiento de las relaciones político-nacionales imperantes en el país del escritor premiado. Este problema reviste importancia secundaria cuando se trata de los ganadores del premio Nobel de medicina, física y química, pero no así cuando se distingue la obra de escritores, que por su persona, idiosincrasia e idioma están unidos a su patria. Máxime, en nuestro caso, cuando se subraya la fuerza épica con que Andric ha descrito temas y destinos humanos de su pueblo.

En momentos en que uno de los problemas aciagos de la política internacional es considerado el futuro status de Katanga, ni una institución occidental de prestigio de la Real Academia Sueca, ni la prensa occidental, consideran necesario verificar la nacionalidad del nuevo premio Nobel de literatura, sencillamente por tratarse del hijo de un pueblo pequeño y políticamente sojuzgado, privado de la libertad nacional. Se acepta lisa y llanamente la propaganda de un régimen dictatorial de que se trata de un "escritor yugoeslavo".

Si clasificando a Andric entre los escritores yugoeslavos se quiso significar que es súbdito de la República Popular Federal de Yugoeslavia, nacido en una provincia que actualmente está incorporada a Yugoeslavia (Andric nació en Bosnia en 1892, a la sazón ocupada por Austro-Hungría; pero que de jure reconocía la soberanía de la Sublime Porta) y que vive en Yugoeslavia nada hay que objetar. Mas, con el mismo criterio habría que decir que Boris Pasternak es un escritor soviético y no ruso.

Es decir, alegando tan sólo que se trata de un escritor de Yugoeslavia no queda aclarado a qué literatura y cultura nacionales pertenece Andric. Ni siquiera se esclareció si es un escritor de cultura oriental u occidental.

Del hecho notorio que Yugoeslavia no es un Estado nacional sino multinacional, procede que la nacionalidad yugoeslava, en el sentido étnico no existe. Contradiciendo la realidad y la verdad histórica, la dictadura del rey Alejandro había proclamado la teoría de una nacionalidad yugoeslava, lo que incluso el régimen comunista actual no pudo aceptar, sino que reorganizó a Yugoeslavia como Estado federal dividiéndola según el criterio nacional, con una sola excepción, en seis "repúblicas populares". Por la tanto, no existe un pueblo yugoeslavo, sino pueblos de Yugoeslavia. De acuerdo a la clasificación oficial, esos pueblas son: servio, croata, esloveno, macedonio y montenegrino.

Tampoco hay un idioma yugoeslavo, pues hoy se reconocen oficialmente por lo menos tres idiomas: el esloveno, el macedonio y el croata-servio. En cuanto al croata- servio se admiten oficialmente diferencias y se forman comisiones de lingüistas para uniformar y homologar las expresiones idiomáticas y formas gramaticales de las dos literaturas. Prescindiendo de la cuestión específica, de si los servios y croatas usan dos idiomas diferentes o dialectos y modalidades de un mismo idioma, el hecho es que existen dos literaturas separadas y diferentes, la croata y la servia, con distinto desarrollo histórico y diferentes formas idiomáticas, con dos tradiciones literarias y dos públicos lectores, amén de dos alfabetos diferentes.

La literatura nacional croata, se remonta a la época, renacentista surgida de las obras glagolíticas de carácter sacro, nutriéndose de las letras clásicas y de las obras medievales del Occidente, mientras que los servios carecían hasta mediados del siglo pasado de una verdadera literatura nacional. En Servia había una literatura pobre, de temas eclesiásticos, escrita, en el antiguo ruso-eslavo que el pueblo no entendía. Las letras servias se desarrollaron apenas en la segunda mitad del siglo pasado. Los servios usan el alfabeto cirílico como los rusos y los croatas el latino.

Por consiguiente, si no existen un pueblo, un idioma y una cultura yugoeslavos, tampoco se puede hablar de una literatura yugoeslava, ni de escritores yugoeslavos. El Premio Nobel Ivo Andric no puede ser yugoeslavo ni por su nacionalidad ni como literato. Puede ser, según la constitución actual, súbdito de Yugoeslavia, pero de acuerdo a la filiación nacional puede ser: servio, croata, esloveno, macedonio o montenegrino. Como escribe en croata, nació en el seno de una familia católica croata y en el territorio nacional croata, donde se educó, y luego desde joven actuó en medios literarios croatas publicando sus trabajos en las editoriales croatas, puede considerárselo únicamente como escritor croata.

En ese sentido poco importa si los últimos libros de Andric fueron publicados en Belgrado y si oficialmente se lo llama "escritor yugoeslavo". El hecho de que se omite tendenciosamente su nacionalidad croata e incluso se intente presentarlo como escritor servio, sometiéndolo, a tal efecto, a una fuerte presión tanto antes como ahora, revela a todas luces cuán falaz es la propaganda oficial cerca de la "hermandad y unidad de los pueblos yugoeslavos". Yugoeslavia pudo restaurarse en 1945 debido únicamente a que los comunistas, en la fase crítica de la guerra, consiguieron convencer a los Aliados que eran antípodas del chovinismo granservio del general Draza Mihailovic y presuntos paladines de la política igualitaria y de la reconciliación de los pueblos de Yugoeslavia, ante todo de los croatas y los servios, "unidos" con tanta fortuna en 1918 que, surgida la primera crisis internacional, se produjo el derrumbe fulminante de Yugoeslavia y la cruenta guerra entre los servios y los croatas. El caso de Andric también indica que el restablecimiento de la "nueva Yugoeslavia" en 1945 no fue el triunfo de la "hermandad y unidad" de los pueblos divididos, según el slogan propagandístico oficial, sino la victoria de la tradición y el pensamiento balcánicas y bizantinos-rusos de Servia en lo cultural y político sobre Croacia, depositaria. de los valores de nuestra sociedad occidental en su confín oriental en los Balcanes, dos veces sacrificada, en 1918 y en 1945.

Ivo Andric nació el 10 de octubre de 1892 en Travnik, otrora ciudad de los visires, en Bosnia, en el seno de una antigua familia católica croata. En Travnik, donde convive desde siglos la población croata de religión católica y la islámica, Andric fue educado en el renombrado liceo de los jesuitas, que durante decenios fue el foco del espíritu nacional croata hasta 1945, esto es hasta el colapso del Estado Independiente de Croacia, cuando los comunistas lo confiscaron. Bosnia, su patria chica, con hondas huellas que dejó allí durante 400 años el Imperio otomano, cuya tercera parte de la población son los musulmanes, será el tema predilecto de los cuentos y novelas de Andric. Ha estudiado en la facultad de filosofía en Zagreb, Viena, Cracovia y Graz, donde se diplomó. Por la sólida instrucción clásica, en el liceo de Travnik, por los estudios superiores cursados en Croacia y Austria y por haber vivido como diplomático en los grandes centros de cultura, Andric llegó a ser gran escritor europeo. Su primer afirmación literaria fue su inclusión en varias revistas croatas y en el simposio "La joven lírica croata" (Zagreb 1914), en la que el delicado poeta Ljubo Wiesner (muerto en Roma 1950 como exilado político) reunió a doce poetas de una generación que elevaría el nivel de la producción literaria croata. Estos escritores jóvenes se presentaron en vísperas de la primera conflagración mundial como croatas combativos, algunos de ellos con ideas revolucionarias contra el imperio austro- húngaro, que integraba Croacia durante siglos (1527 - 1918) como un reino asociado. Invocando el principio nacional, postulaban la desmembración de la monarquía danubiana por ser plurinacional y el ingreso de Croacia en una comunidad estatal de los pueblos sureslavos. Andric, compartiendo ese ideario, fue internado a raíz del atentado de Saravejo, prólogo de la primera guerra mundial, aunque no tuvo ninguna vinculación con ese crimen de los terroristas servios.

En 1918, Andric publica en Zagreb sus meditaciones líricas con el titulo "Ex Ponto", prestado de Ovidio. En ese "diálogo con el alma", Andric describe la vida como un presidio : "No hay otra verdad - dice - que el dolor; no hay otra realidad que el sufrimiento; dolor y sufrimiento en toda gota de agua, toda hoja de hierba, en cada sonido de voz viviente, en sueño y vigilia, en vida, antes de la vida y tal vez después de la muerte". Umberto Urbani, eslavista italiano, dice que Andric expresó el dolor ante el común destino humano, y que debe leerse "como los salmos de David, como el libro de Job".

"...La luz, encendida por el alma del poeta Ivo Andric, arde como una lámpara votiva sobre, el inmenso sepulcro de la gran guerra para recordar a los Muertos e indicar a los vivos el nuevo camino de la salvación y de la perfección" [1].

En 1919 Andric publicó en Zagreb su segundo libro de poesías en prosa titulado "Inquietudes" y en 1920 una colección de cuentos breves y narraciones "El viaje de Alija Djerzelez", que tuvieron gran acogida en Croacia, donde tal género literario tiene muchos cultores. El eslavista italiano Giovanni Maver expresa que las "Inquietudes", "diario del alma", junto con el libro de narraciones "El viaje de Alija Djerzelez", revelan una refinada sensibilidad artística, una extraordinaria madurez espiritual y la profundidad reflexiva de Andric[2]. Desde 1924 a 1936 fueron publicados tres libros de prosa con el título "Cuentos", en las que Andric trata en escorzo los temas y los destinos humanos que luego volcará en sus grandes novelas. Escribió además, estudios literarios y ensayos, uno sobre Simón Bolívar, y tradujo a Walt Whitmann, entre otros.

Después de la guerra, Ivo Andric ha sido aceptado en la diplomacia del recién creado Reino de los Servios, Croatas y Eslovenos, que los servios consideraban como ampliación del Reino de Servia, siendo uno de los contados croatas en el servicio diplomático, reservado a los servios como elementos de confianza. Actúa en Graz, Roma, Bucarest, Madrid, Ginebra, Trieste, Belgrado y por último llega a ser ministro en Berlín (1939-41). En todo ese período de diplomático su creación literaria no fue fecunda. Durante la última guerra escribió en Belgrado, ocupada por las tropas alemanas, su obra maestra "El puente sobre el río Drina", (1945) y después de la guerra "La crónica de Travnik" y "La señorita".

Ya las obras escritas antes de la segunda guerra mundial valieron Andric un puesto de honor en las letras contemporáneas croatas. El erudito croata Slavko Jezic lo considera "la figura literaria de mayor relieve entre la juventud revolucionaria croata" de la época de la primera guerra mundial. De su libro "Ex Ponto" dice que se trata de diálogos con el alma, íntimos, sinceros y cálidos. De semejante inspiración y factura son las poesías en prosa "Inquietudes". Otro carácter tienen sus cuentos breves de la vida y tradiciones bosniacas, que se distinguen por la densidad de su forma, por el delicado sentimiento psicológico, la riqueza colorística, y la belleza idiomática, sobre todo "El Viaje de Alija Djerzelez" y "Narraciones".[3]

El crítico croata Ante Petravic escribió acerca del primer libro de Andric que podría servir como un vademécum, a todos los que sufren en esta vida terrenal. "Unicamente los que padecieron sufrimiento y dolor de la vida pueden gozar de este libro y percibir toda su belleza y grandeza". Petravic estima ya con esta obra Andric había adquirido "nombre inmortal en la literatura croata".[4]

Andric fue incluido en varias antologías croatas. Milan Begovic insertó en el simposio "La prosa croata del siglo XX" dos cuentos de Andric, destacando que "es uno de los primeros narradores croatas en general". "En sus cuentos densos, pulcramente acabados, llenos de vuelos líricos, describe mayormente a Bosnia y a los bosniacos, tratando de darles el carácter universal". Cita el juicio del Dr. Antun Barac, profesor de literatura croata en la Universidad de Zagreb: "A través de sus narraciones se siente lo vano que es la vida humana, lo inútiles que son los empeños del hombre de sustraerse al dolor y a las pasiones, lo permanente e inevitable de su caída en la nada y la muerte" y concluye alegando que todos los cuentos de Andric son dignos de antología[5].

Renombrados eslavistas extranjeros lo incluyen entre los mejores escritores croatas, entre ellos los italianos Luigi Salvini, Umberto Urbani, Giovanni Maver y, entre los franceses, Jean Dayre, quien lo hizo figurar en su excelente antología de los cuentistas croatas[6].

Las obras principales de Andric de mayor extensión, "El puente sobre el río Drina" y "La Cronica de Travnik", se aproximan más al género novelístico, aunque en realidad son historias y, como dice el autor "crónicas". En ambas novelas nos da un cuadro de su provincia natal, Bosnia, revelándose como avezado conocedor y hondo buceador de la psicología de la población musulmana, aunque se tenga que lamentar la actitud política incorrecta y arbitraria que asume para con esta secular clase dirigente y población musulmana aborigen.

La acción en "El puente sobre el río Drina" se desarrolla durante varios siglos, desde la construcción del puente a mediados del siglo XVI hasta 1914, en rigor hasta las primeras semanas de la guerra entre Austro-Hungría y Servia. El puente, un punto de cruce para, las rutas del Imperio otomano, el autor lo toma como eje de su narración histórica. El lugar de acción es Visegrad, pequeña población bosniaca, asomada a las aguas raudas del río Drina, en el linde de Bosnia y Servia. La ubicación del puente y de la localidad en la línea divisoria donde se entrechocan culturas y organizaciones estatales opuestas, condiciona los acontecimientos que mueven la acción y determinan los destinos humanos inevitables, los momentos más dramáticos de la existencia de individuos y colectividades. Melancolía resignada y fatalismo oriental se respiran en las páginas de esta obra, todo bajo el influjo de las tres fatales en esta malhadada frontera de mundos, reflejo de ascensos y decaimientos de grandes imperios. Vida tranquila e idílica mientras reina la paz; conmociones y tormentas durante los conflictos de las fuerzas antagónicas, pues en ese confín se encuentran y chocan tres civilizaciones: la bizantino- rusa, la occidental y la islámica. En vano Mehemet Sokobi - Sokolovic, en forma croata - gran visir de tres emperadores osmanlíes, oriundo de Bosnia, había tratado de unir por siempre con el centro del Imperio otomano, mediante un monumental puente sobre el río Drina, el bajalato de Bosnia, la avanzada turca hacia el Occidente, afianzando de este modo las formas culturales y políticas del mundo islámico que expandía con éxito el Imperio osmanlí mientras estaba a la altura, de su misión histórica. Tan pronto perdió su ímpetu el Imperio, agotado en la inútil lucha con la Cristiandad Occidental, surgen las crisis que paulatinamente motivan el retiro de los turcos al Asia Menor. Cada fase de ese retroceso secular repercutirá dolorosamente entre los musulmanes de Bosnia, que Andric en su novela llamó "turcos" y únicamente en una nota observa que se trata de un sobrenombre erróneo para definir a la población aborígen de Bosnia que no es turca ni "en el sentido racial ni étnico" [7], y que, cabe agregar, habla el mismo idioma y se expresa en el mismo dialecto que los croatas católicos.

Los protagonistas de religión islámica hablan en la novela como otros croatas, matiz este que desaparece en las traducciones. El hecho de que en Bosnia existen fuertes núcleos de musulmanes debe atribuirse a las agudas disensiones internas y conflictos de carácter religioso-político en el reino de Bosnia medieval - reino vasallo de Croacia-Hungría - anteriores a la invasión turca en el siglo XV. Debido tal vez a la poca accesibilidad a las influencias tanto de Roma como de Bizancio[8], en Bosnia prendió la secta religiosa de los patarenos, llamada bogomili o "la iglesia de Bosnia", parecida a la de los albigenses y valdenses en la Francia meridional. Contra esa secta el reino húngaro-croata, la primera línea defensiva de la Cristiandad Occidental en el oriente europeo, organizó varias cruzadas. El resultado fue que los bogomili acogieron a los conquistadores osmanlíes como aliados bienvenidos, con el tiempo se convirtieron al islamismo y salvaguardaron sus privilegios políticos y económicos. Bosnia era la única provincia del Imperio otomano que conservó la institución occidental de la nobleza territorial hereditaria además del uso de la lengua croata en la administración. En consecuencia, los musulmanes que Andric pinta como gente desorientada y perdida no son advenedizos ni conquistadores, sino autóctonos y sus principales familias son la rancia nobleza lugareña. En cambio, advenedizos son los ortodoxos radicados en Bosnia durante las guerras turcas, quienes apenas siglos después aparecen como instrumento del expansionismo servio.

Narrando la vida de Visegrad, pegada a la frontera servia, donde no hay población católica, Andric no pudo dar un cuadro completo y verdadero de las relaciones confesionales, culturales y políticas en Bosnia, incomprensibles sin la presencia del elemento católico croata. Tampoco dio un cuadro real de la población ortodoxa, integrada mayormente por los inmigrantes del interior balcánico, de modo que Visegrad, o con más exactitud sus alrededores, contiguos al territorio servio, hacen una excepción. De este modo, en el relato de Andric el río Drina pierde su significado de una frontera fatal entre Oriente y Occidente europeos, que en vano quiso unir el gran visir Mehmed bajá Sokolovic (Sokobi, en versión turca). Se trata de una de las más antiguas fronteras europeas. Aparece en la época de los emperadores Diocleciano y Teodosio; luego como frontera entre los Imperios bizantino y franco, entre la Iglesia occidental y oriental; frontera entre los reinos medievales croata y bosniaco respectivamente, y el servio. Dentro del Imperio otomano Drina es la línea divisoria entre el bajalato de Bosnia y el de Belgrado, y más tarde, al sustituirse a principios del siglo XIX el nuevo Estado nacional servio, se convierte en la frontera entre la provincia turca de Bosnia y Servia, para llegar a ser, por último, en virtud de la resolución del Congreso de Berlín, el linde entre Servia y Austro-Hungría (1878- 1918). Reaparecerá en 1941-45 como frontera entre el Estado Independiente de Croacia y Servia, ocupada militarmente por los alemanes, y, a partir de 1945 hasta ahora, como frontera entre la "República Popular de Bosnia. y Hercegovina" y la "República Popular de Servia", dentro de la "República Federal Popular de Yugoeslavia".

Andric no escribe historia sino una "novela" del puente sobre el Drina. No presenta los tiempos transcurridos en su verdad histórica sino su reconstrucción imaginaria que, lamentablemente, no se ajusta a la realidad histórica. Está bajo la influencia del mito nacionalista servio sobre la caída del reino medieval servio y bajo la descripción romántica de la lucha de los pueblos balcánicos por la emancipación nacional. Eso vale especialmente para los relatos anacrónicos de las escenas de tortura cuando el Imperio otomano estaba en el cénit de su poderío y sus súbditos; balcánicos ni soñaban rebelarse.

Andric capta con hondura distintas reacciones de la población ortodoxa y musulmana ante los grandes acontecimientos, a saber: la retirada de los turcos de Hungría y Croacia, luego de Servia y Bosnia y por último, de Sandzak y Macedonia. En cada uno de esos cambios los servios ven la posibilidad de papeles invertidos, es decir, esperan convertirse de súbditos en clase dirigente, mientras los musulmanes encaran con ansiedad y temor los tiempos por venir. El islam en Bosnia, además de ser una confesión, implicaba las formas culturales y políticas de la civilización islámica. Los musulmanes bosniacos, al integrarse a través de la religión al mundo islámico, habían preservado las posiciones de la clase social dirigente y la pérdida del poder significaba para su nobleza la catástrofe económica, y para sus siervos, mayormente ortodoxos, la liberación no solamente política sino también económica.

El Imperio turco era hereditario político de Bizancio en los Balcanes a la vez que vehículo de la civilización islámica, árabe y persa. Su retirada planteó el problema de su herencia cuanto política, tanto cultural, que en forma aguda aparece en Bosnia, zona de encuentros y conflictos de tres concepciones culturales distintas, cuyos depositarios respectivos eran: los ortodoxos, los musulmanes y los católicos. Con la retirada de los turcos y la ocupación austríaca a los bosniacos se presentó la alternativa predominio de la influencia occidental, apoyada por los croatas o influencia servio-bizantina, respaldada por la Rusia expansionista. La opción de los católicos y los ortodoxos era espontánea. La posición de la población musulmana era mucho más grave. En un ambiente donde se suele identificar la religión con las formas culturales y políticas, la orientación no era fácil. Los musulmanes no podían optar por Servia, ya que por su origen y su idioma son croatas. Bosnia, desde el punto de vista geográfico, económico y vías de comunicación, gravita hacia otras regiones croatas. La idea nacional croata, fiel a las concepciones occidentales, hacía distingo entre la filiación confesional y nacional. El mundo occidental, en la actual fase laica de su civilización, integró con éxito además de los católicos y protestantes, también a adherentes de otras confesiones y a los agnósticos. En la época en que Turquía se reforma, y adopta los logros culturales y políticos occidentales, los musulmanes de Bosnia y Herzegovina, croatas por su origen, pueden elegir un camino parecido. Adoptando los logros culturales del Occidente, se integran al mismo tiempo en la comunidad nacional croata, En ese sentido, la ocupación austríaca de Bosnia favorecía indirectamente la penetración croata frente a los servios, que siguen identificando la confesión con la nacionalidad. Según estas creencias, hondamente arraigadas, únicamente los miembros de la Iglesia nacional servia pueden ser ciudadanos Iegales e iguales. Por otra parte, la propaganda nacionalista de la época romántica acentuó los antagonismos entre la población musulmana y la ortodoxa. De las obras de Andric se infiere claramente que los musulmanes se vieron obligados, no obstante su origen e idioma, a abandonar a Servia junto con los turcos. A Turquía no podían ir todos, por la sencilla razón de no ser turcos. El único refugio que les quedó era Bosnia, bajo la administración austríaca. Ya no eran la clase política dirigente, pero tampoco se los oprimía. Hasta las Guerras Balcánicas (1912- 1913), mientras Bosnia lindaba con el Imperio turco, podrían nutrir ciertas ilusiones y a veces simpatizar con la agitación antiaustríaca de los nacionalistas servios. Sin embargo, al ver que los servios ambicionaban conquistar a Bosnia y sabiendo qué destino les cupo a los musulmanes en Servia y Montenegro, se inclinaron hacia el lado austríaco, especialmente durante la primera conflagración mundial, en que Turquía era aliada de las Potencias Centrales.

Andric interrumpe su crónica en 1914, consiguiendo el efecto favorable a la propaganda granservia, sobre el supuesto derecho de Servia a anexar a Bosnia. En su novela, el elemento servio tiene conciencia nacional, hondamente arraigada, mientras que los musulmanes añoran el Imperio turco. La administración austríaca es presentada como totalmente foránea y sin apoyo popular alguno. De haber seguido con su narración, Andric hubiera tenido que escribir sobre las calamidades que se abatieron sobre la población musulmana al derrumbarse la monarquía danubiana y constituírse Yugoeslavia, dominada por los servios. Hubiera tenido que registrar la idea revanchista servia, patente en su crónica, que dió resultados horrendos, precisamente en el momento en que escribía "El puente sobre el río Drina". En el distrito de Visegrad y parcialmente en ese mismo puente, según el informe oficial de las autoridades croatas, los chetniks de Draza Mihailovic degollaron a 6000 musulmanes[9]. El Drina ensangrentado se llevaba en su rápido fluir las víctimas inocentes del agresivo chovinismo servio. En efecto, el puente sobre el río Drina hoy día nada une ni simboliza.

Abstracción hecha del fondo político e histórico, esta novela de Andric cobra el valor literario de una obra maestra. Su estilo es "brillante y fluye como agua, cristalina, acabado en detalle y depurado, de modo que deja la impresión de las grandes novelas, inteligibles para los extranjeros por tratar la problemática humana, tal cual, o parecidamente como se da junto a todos los ríos del mundo." [10].

Otra obra de envergadura de Andric es "La Crónica de Travnik", en la que narra los sucesos en la ciudad de Travnik siete años antes de la caída de Napoleón. La trama es el conflicto entre los cónsules francés y austríaco, y a través de sus intrigas y rencillas conocemos la división y las querellas entre musulmanes, católicos, ortodoxos y judíos[11]. Sus obras de fecha reciente son la novela "La señorita", amén de otros cuentos breves. Si bien casi toda su obra se refiere a Bosnia, a su pasado y a sus motivos típicos, Andric no se encierra en un medio local, sino que, sirviéndose de un penetrante análisis psicológico de sus protagonistas, eleva los destinos humanos a nivel universal.

Los connacionales de Andric y, de modo especial, sus bosníacos croatas, incluso ciertos partidarios del régimen comunista actual, le reprochan el haberse excedido en su concepción del integralismo yugoeslavo y que el cuadro deformado y tendencioso que pintó de los musulmanes benefició el predominio servio en Bosnía a expensas de los católicos y musulmanes que constituyen la mayoría. En los últimos decenios, tanto los católicos como los musulmanes en Bosnia, dieron prueba concluyente de su conciencia nacional croata, de modo que deberían estar igualados a los ortodoxos y no tratadas como ciudadanos de segundo orden, que actualmente no pueden declarar con plena libertad su nacionalidad[12]. Precisamente "El puente sobre el río Drina", en que Andric presentó a los musulmanes como si careciesen de conciencia nacional, contribuyó a una de las maquinaciones más viles del régimen comunista: declarar a los musulmanes "nacionalmente indefinidos". De este modo, en Bosnia, habitada por un tercio de católicos, un tercio de musulmanes, declarados estos últimos "nacionalmente indefinidos", quedó asegurada la supremacia política, de los servios. Las "repúblicas populares" de Servia, Croacia, Eslovenia, Montenegro y Macedonia, dentro de Yugoeslavia, fueron constituidas según el criterio nacional, menos la "república popular" de Bosnia y Herzegovina, so pretexto de que aquí no hay una definida mayoría nacional. Por eso, a los musulmanes no se les reconoció su nacionalidad croata y en Bosnia se impuso la supremacía servia[13]. Dentro del sistema federal sería lógico y justo que Bosnia y Herzegovina estuviesen incorporadas a la "república popular" de Croacia. Si a la "república popular" de Servia se integraron las "provincias autónomas" de Kosmet, con la mayoría albanesa, y Voïvodina, donde los húngaros, alemanes, croatas y rumanos forman la mayoría, nada obsta para que Bosnia, como provincia autónoma, esté dentro de la "república popular" de Croacia. El motivo resulta claro. El régimen comunista sigue, un tanto atenuada, la política de la expansión servia. Es de lamentar que un gran escritor haya secundado, aunque indirectamente, tal política imperialista.

La postura de Andric hacia los musulmanes suscita censura justificada por parte de los mismos comunistas, y, sin embargo, tales referencias críticas no pueden publicarse[14]. Aspecto interesante éste, no cabe duda, que la Real Academia Sueca ignoraba mientras deliberaba acerca del candidato oficial de Yugoeslavia.

Ivo Andric, que permite esas maniobras, es víctima también de las circunstancias congénitas a un Estado heterogéneo como Yugoeslavia. El y algunos intelectuales croatas imaginaban a Yugoeslavia, mientras actuaban como jóvenes revolucionarios idealistas, coma comunidad de pueblos sureslavos iguales, donde Croacia ocupará un puesto adecuado a su tradición occidental y a su adelantado desarrollo cultural y económico. Mientras la mayoría de sus correligionarios se retractó ante la cruda realidad yugoeslava, Andric, desempeñándose en el servicio exterior y viviendo en el extranjero, siguió la línea de menor resistencia. Uno de sus colegas del servicio diplomático, el asilado político servio K S. Pavlovic, dice que Andric supo adaptarse en tal medida al nuevo ambiente "que muy pocos presentían que es católico y croata y menos aún ex pupilo de los jesuitas. Muy simpático, accesible, serio, trabajador, digno de confianza, sucesivamente ocupará los puestos de ayudante de Stojadinovic, de embajador de Cincar-Markovic en Berlin y de presidente de la Sociedad de Escritores en la era de Tito. Pondráse el turbante e invocará a Alá, aceptará la cruz y rezará a Dios, no renunciará a la estrella roja, ni tampoco la exhibirá demasiado y experimentará que sus viejos amigos - que son muy numerosos - tendrán que llamarlo - muy a pesar suyo - compañero fray Juan, Hadji- bey Andric" [15].

En una forma, aparentemente ingenua, de reproche de un amigo decepcionado, ese ex diplomático servio formuló acusaciones tremendas contra Andric, contando con la sensibilidad de los círculos servios tanto nacionalistas como comunistas. Llamarlo alumno de los jesuitas, fray Ivo, bey y hadji (peregrino a la Meca) equivale, a los ojos de los servios, a todo lo opuesto a sus pretensiones en Bosnia. Los servios identifican a los jesuitas con Austria, que consideran su "enemigo hereditario". Los frailes son el prototipo de los católicos en Bosnia y de la influencia occidental, mientras que los beys y hadjis evocan el poder de los turcos, "enemigos ancestrales de Servia". La mención de que Andric había escalado altos peldaños de su carrera diplomática durante los gobiernos de Stojadinovic y Cincar- Markovic equivaldría a una peligrosa denuncia, si la policía comunista no supiera que el Dr. Milan Stojadinovic - fallecido en octubre último en Buenos Aires - fue primer ministro de aquel gobierno yugoeslavo que durante la dictadura monárquica (1935-39) desertó el sistema francés de "cordón sanitario" en la Europa Centro-oriental, e hizo buenas migas con las potencias del Eje. Stojadinovic ostentaba sus relaciones amistosas con Goehring y Ciano y estaba dispuesto a introducir el tema unipartidista[16].

El Dr. Alejandro Cincar-Markovic, ministro de Relaciones Exteriores de Yugoeslavia (1939-41), negoció y firmó la adhesión de Yugoeslavia al Pacto Tripartito en marzo de 1941. Andric era a la sazón jefe de la representación yugoeslava ante el gobierno del Tercer Reich. Durante la guerra vivía tranquilo, en la ocupada Belgrado como persona grata de los alemanes. Para los comunistas y los nacionalistas servios todo eso sería motivo más que suficiente para privarlo de libertad y quitarle la vida. Llegados al poder en 1945, los comunistas colgaran al gran novelista croata Mile Budak, prohibieron sus obras, las sacaron de todas las bibliotecas y borraron su nombre de todos los manuales e historias de literatura, por ser un patriota croata. El gran poeta cósmico croata y ensayista enjundioso Agustín Ujevic, bohemio empedernido que aborrecía de las pugnas políticas - y que merecía el premio Nóbel más que nadie entre los escritores croatas - fue llevado al banquillo de los acusados por no querer renegar de sus sentimientos nacionales. No cabe duda que la situación de Andric, en los momentos críticos de la ocupación soviética de Belgrado a fines de 1944 y en las primeros tiempos del régimen comunista, era precaria. Se salvó, según hemos visto, por coincidir su postura hacia los musulmanes de Bosnia con los intereses granservios, decisivos también bajo el nuevo sistema. Su novela "El puente sobre el río Drina" fue editada todavía durante la guerra, en marzo de 1945, por Prosveta, "la editorial nacional de Servia".

Si la actitud de Andric era sincera a simulada a efectos de salvar la vida, se sabrá cuando termine la tiranía comunista. Lo seguro es que los servios no lo consideran suyo. El publicista croata Bogdan Radica, yerno de Guillermo Ferrero, que pasó la guerra en Estados Unidos, volvió en 1945 a Belgrado y, viendo que era totalitario el régimen que se afianzaba, escogió la libertad y fugó, durante su estada en Belgrado pudo conversar con Andric y apreciar cómo lo enjuiciaban los servios. En sus reflexiones literarias, publicadas no hace mucho, Radica subraya que Andric "por su estilo y forma es escritor occidental... Su educación católica en el Liceo jesuita de Travnik, perfeccionada luego en Zagreb y en las universidades austríacas, le facilita captar el sentido de la prosa francesa y acomodarla a nuestras posibilidades lingüísticas". Radica relata también que el escritor servio Branko Lazarevic le había dicho que Andric era "fray Juan", hombre con la mentalidad de un franciscano de Bosnia. Aunque no lo fuera, los intelectuales de Belgrado lo sentían así. Andric, para ellos, era "un fraile católico" de Bosnia y nada más, lo que para los servios significa un Kulturträger austríaco, infiltrado entre los servios de Bosnia.

"En Ex Ponto y varios ensayos - prosigue Radica-, sobre todo en los que habla de los países latinos, Ivo Andric se expresaba con el lenguaje de un católico, educado por los jesuitas. Un día, mientras paseábamos por las calles de Belgrado, me hablaba con nostalgia del liceo de Travnik y del arzobispo Saric[17], evocando las palabras de éste: Omnia bona ex Travnik" [18].

Así y todo, con motivo del otorgamiento del premio Nobel se intentó presentar a Andric como si fuese escritor servio. Un corresponsal servio de la United Press dio esta noticia harto significativa: "El Croacia, tal vez los críticos digan que el croata Miroslav Krleza tiene más títulos para recibir el premio que Andric, un servio. Por su parte, la Federación de Autores Yugoeslavos propuso a su vez los nombres de Krleza y Andric como candidatos al Premio Nobel". Miroslav Krleza es indudablemente un gran talento literario, más fecundo y polifacético que Andric. Dramaturgo, novelista, narrador, ensayista, crítico y poeta, Miroslav Krleza es el representante más conspicuo del expresionismo en Croacia y, por cierto, el más destacado intelectual comunista en Yugoeslavia. Comunista combativo desde la revolución rusa, Krleza debía ser el candidato oficial de un régimen comunista que no dejó de apoyar. El hecho de insistirse en la candidatura de Andric invirtiéndose cuantiosas sumas en las traducciones de sus novelas, debe atribuirse también a que, entre otros motivos, Krleza que contempla la lucha nacional croata, dentro de los esquemas marxistas y leninistas es, pese a su crítica destructiva de la sociedad croata, un escritor que destaca su conciencia nacional croata. Su obra no se ajusta a las pretensiones expansionistas servias ni se puede tergiversar su nacionalidad croata como en el caso de Andric.

El hecho de que el régimen comunista yugoeslavo diese preferencia, a un oportunista que no es comunista, sobre un autor explícitamente comunista de igual o tal vez mayor talla literaria, por ser más aceptable para los círculos nacionalistas servios, habla por si solo de la supremacía servia en la Yugoeslavia comunista.

Mientras los croatas están en realidad complacidos por el hecho de haber conseguido un escritor croata el máximo galardón internacional de literatura, lo que evidencia el alto nivel de nuestra cultura nacional, en el mismo tiempo es de lamentar el ocultamiento intencional de la nacionalidad del nuevo Premio Nobel. Se ha silenciado y hasta falsificado su nacionalidad con el fin de explotar los tesoros culturales croatas para ponderar el prestigio de una cultura nacional yugoeslava - inexistente - y hasta ensalzar a un régimen liberticida. Cabe deplorar los desaciertos de los prestigiosos intelectuales occidentales y de la misma Real Academia Sueca, quienes omitieron afianzar el hecho de ser Andric un escritor croata, formado dentro de la tradición croata y occidental. Esa omisión inviste el carácter suicida, pues con ella se perjudica una vez más a un pueblo sacrificado, sostenedor y defensor de los valores de nuestro mundo occidental en su expuesta frontera oriental. Por otra parte, no es posible comprender el arte de Andric, sin percatarse que los destinos humanos que describe han sido condicionados por los encuentros y conflictos, inherentes a la frontera de las civilizaciones.

Buenos Aires

 

 



[1] Umberto Urbani: Scrittori Yugoslavi, Trieste 1927, pp. 199-200.

[2] Giovanni Maver. L'Europa Orientale, 1924, p. 51-2.

[3] Slavko Jezic: Hrvatska Knjizevnost (La literatura croata), Zagreb 1944, 382- 3.

[4] Ante Petravic; Cetvrte studije i portreti (Estudios y retratos, libro IV), Split, 123, p. 112.

[5] Milan Begovic: Hrvatska, proza XX stoljeca, (La prosa croata del siglo XX) Zagreb, 1943, p. 193.

[6] Jean Dayre: Anthologie des conteurs croates modernes, Zagreb 1933, p. 259.

[7] Andric, El puente sobre el río Drina, Belgrado 1945, p.

[8] Arnold J. Toynbee: Estudio de la historia - Compendio I-VI por D C. Somervell, Buenos Aires 1952, P. 421.

[9] "Siva knjiga" - Odmetnicka zvjerstva i pustosenja, (Libro Gris - Atrocidades y devastaciones de los sublevados) - Edición del Ministerio de Asuntos Exteriores del Estado Independiente de Croacia, Zagreb 1942, p. 100.

[10] Vinko Nikolic: Ivo Andric Premio Nobel, Revista Croata, Buenos Aires 1961 Tomo 44, p. 446.

[11] Omitimos analizar el libro "La Crónica de Travnik", por considerarse generalmente "El Puente sobre Drina" como la obra más característica de Andric. Además "La Crónica de Travnik" que acaba de aparecer en Buenos Aires con el título "Sucedió en Bosnia" será objeto de una reseña aparte en Studia Croatica.

[12] D. A. Tomasic: Sobre la nacionalidad de los musulmanes en Bosnia y Herzegovina, Studia Croatica, Nos. 3-4, pp. 174-180, Buenos Aires 1961.

[13] D. A. Tomasic: "Nueva clase y nacionalismo", Studia Croatica, Año I, Nro. 1, pp. 63-64.

[14] Bosanski pogledi - Enfoques bosníacos. Viena, año II, Nos. 9 y 10

[15] K. S. Pavlovic: Vojislav Marinkovic i njegovo doba (V. Marinkovic y su época), libro IV, Londres 1957, pp. 130-31.

[16] Ivan Mestrovic: Uspomene na politicke ljude i dogadjaje, Buenos Aires 161, p. 290.

[17] Mons. Ivan Evangelista Saric, arzobispo de Bosnia-Herzegovina, oriundo de Travnik. Perseguido por los comunistas, buscó asilo en Austria en 1945; falleció el año pasado en Madrid. Ver: Studia Croatica Vol. 1, Año II, pp. 91- 93.

[18] Bogdan Radica: "Slovo o hrvatskom slovu" - Charla sobre las letras croatas, Revista Croata, Vol. 40, pp. 429, Buenos Aires 1960.