LAS RELACIONES HÚNGARO-CROATAS DESPUÉS DE 1918

Elemer Homonnay

Studia Croatica, volumen 3-4, 1961

LA DISOLUCIÓN DE LA UNIÓN HÚNGARO-CROATA. EL MALOGRAMIENTO DEL ESTADO CROATA EN 1918

Croacia, tras ocho siglos de convivencia con Hungría, en virtud de la resolución del Sabor (parlamento croata) del 29 de octubre de 1918, disolvió su unión con Hungría, sellada en 1192.

A pesar de ese acto no desaparecieron los factores geopolíticos que habían condicionado dicha unión, como tampoco quedó borrado el hecho de que ella se había mantenido, pese a las numerosas peripecias de una larga historia común de ocho siglos. Por el contrario, la resolución del parlamento croata abrió la puerta a las fuerzas amenazadoras procedentes del Adriático y de los Balcanes centrales, que desde fines del siglo XI venían tratando de cambiar el carácter croata de Dalmacia y obligar a los croatas de la cultura occidental a abrazar el espíritu bizantino, respectivamente[1].

Por un lado Italia se apoderó de Dalmacia, que le fuera prometida por el Pacto de Londres, y por el otro, el ejército servio, avanzando desde el frente de Salónica, cruzó los ríos Drina y Sava y ocupó Bosnia-Herzegovina y Croacia- Eslavonia. En tales circunstancias, el Consejo Nacional de los croatas, servios y eslovenos, representante provisional de los territorios habitados por los eslavos del sur, recién separados de la Monarquía austro-húngara, se vio obligado a proclamar el 24 de noviembre de 1918 su integración al nuevo Estado de los eslavos meridionales. En vano protestaron Esteban Radic, líder del Partido Campesino Croata y el Partido de Derecho, que no estaba representado en el Consejo Nacional de los servios, croatas y eslovenos. El regente servio Alejandro proclamó el 1 de diciembre de 1918 la constitución del Reino de los servios, croatas y eslovenos.

Por ese acto, tras pocas semanas de precaria independencia, Croacia dejó de existir como Estado soberano, perdiendo los atributos de soberanía que siempre había conservado en el seno de la unión húngaro-croata. La idea de la unión de los sureslavos (proyección de la idea paneslava), concebida en el siglo XIX por los políticos croatas como Gaj y José J. Strossmayer, obispo de Djakovo victoriosa en 1918, dio por resultado la supremacía autocrática y dictatorial de los servios balcánicos.

El gobierno de Hungría, tampoco esta vez como durante los siglos de la convivencia, se opuso a reconocer la validez jurídica de la decisión del Sabor (parlamento) croata. Reconoció entonces la separación de Croacia-Eslavonia y envió a su representante diplomático ante el Consejo Nacional de los servios, croatas y eslovenos, que detentaba la soberanía. Aun en esa época más trágica de su historia, el pueblo húngaro, privado del derecho de autodeterminación, amputados casi dos tercios del territorio de Hungría anexados por otros Estados y disminuido así de 3 millones y medio de habitantes húngaros, seguía con la mayor simpatía los cambios trágicos del destino del pueblo croata, esforzándose, dentro de sus medios limitados, por hacer valer los derechos de los croatas en la Conferencia de Paz de París. Esa intención se desprende del memorándum presentado por la delegación húngara en dicha Conferencia de Paz:

"No doubt, the Serbs, who have brought about the union, and who are the most interested in its stability, will pretend to the hegemony, and try to impress the Serb character upon every State institution, which endeavours will meet with resistance on the part of the sister nations, leading to repeated frictions and collisions making the collaboration sooner or later impossible...

"The Croatian nation especially will be disappointed by the Serbian rule. The great ambition of the Croatians was the union under their hegemony of the Southern-Slav territories belonging to Austria-Hungary, which undoubtedly they would sooner or later obtain, at least, so far as Croatia-Slavonia, Bosnia and Dalmatia... are concerned - Hungary desirous to live in fraternal understanding and sympathy with Croatia, was always favourable to such a plan, and our present government respecting the principle of self-determination, would have certainly acknowledged the right of the Croatians to achieve their union.

"The Croatians therefore might have aggregated - if we add the Croatian part of Istria - about 5-900.000 inhabitants... Such a political formation built up on historical, lingual, geographical and economical principles, would have had much more right to existence, and a more promising future than the "Yugoslavia to be created on the 'Great-Serbian' basis" [2].

("No cabe duda que los servios, quienes realizaron la unificación y son los más interesados en su estabilidad, pretenderán la hegemonía y procurarán imprimir el carácter servio a toda institución estatal; ese empeño será resistido por las naciones hermanas y provocara repetidas fricciones y colisiones, haciendo imposible tarde o temprano toda colaboración.

"La nación croata se sentirá especialmente decepcionada por la administración servia. La gran ambición de los croatas era la unión, bajo su dirección de los territorios sureslavos pertenecientes a Austro-Hungría que, indudablemente, han de alcanzar, tarde o temprano por lo menos en lo que concierne a Croacia-Eslavonia, Bosnia y Dalmacia. Hungría, deseosa de vivir en comprensión y simpatía fraternal con los croatas, siempre favoreció ese plan y nuestro gobierno actual respetando el principio de autodeterminación, reconocería, a buen seguro, derecho de los croatas a realizar su unión.

"Los croatas pues pueden reunir - si agregamos la parte croata de Istria- alrededor de 5.400.000 habitantes... Semejante formación política, asentada sobre los principios histórico, geográfico, lingüístico y económico, habría tenido más derecho a existir y un futuro más prometedor que 'Yugoeslavia', que ha de crearse sobre la base de la 'Gran Servia' ").

El tratado de Trianón no se había firmado todavía cuando se produjo el ataque de la Unión Soviética contra Polonia. El gobierno francés sugirió establecer contacto secreto con el gobierno húngaro, único entre los gobiernos de la Europa Central dispuesto a brindar a Polonia apoyo armado. Cuando, en el curso de las conversaciones, se vislumbró la posibilidad de una eventual revisión del tratado de paz de Trianón, el gobierno húngaro aprovechó esta ocasión para pedir se aplicase el derecho de autodeterminación también al pueblo croata[3].

VÍNCULOS HÚNGARO-CROATAS ENTRE LAS DOS GUERRAS MUNDIALES

a) La relación entre Budapest y Belgrado. El problema croata.

El propósito principal perseguido por los gobiernos húngaros entre las dos guerras mundiales era dislocar la unidad de la alianza llamada "Pequeña Entente", que cercaba a Hungría. Sin que asomara la menor posibilidad de un arreglo, tanto con Rumania como con Checoeslovaquia, Hungría intenta dos veces llegar a un acuerdo con Yugoeslavia, tratando de separarla de la "Pequeña Entente", puesto que a esta última le cupo la parte más modesta del botín. Se hicieron ambas tentativas únicamente cuando mejoraron provisionalmente las relaciones entre Belgrado y Zagreb, pudiéndose colegir que la política basada sobre la separación de Croacia de Yugoeslavia no era practicable. El primer intento se reflejó en el discurso pronunciado por Nicolás Horthy, regente de Hungría, con motivo del 400° aniversario de la batalla de Mohac. Ese intento se hizo sólo después de haberse incorporado Radic con su partido al parlamento de Belgrado, saliendo de su "abstención"; aun más, había aceptado provisionalmente un cargo ministerial. El gobierno yugoeslavo, ponderando su posición en la política internacional de aquel entonces, no estimaba todavía necesario un arreglo con Hungría.

El segundo intento del gobierno húngaro tuvo lugar cuando, después de la avenencia Cvetkovic- Macek, de 1939, parecía que el pueblo croata resolvería sus problemas dentro del Estado yugoeslavo. En aquel momento Europa estaba en llamas, Checoeslovaquia se había desmoronado y en semejante situación el gobierno yugoeslavo consideró necesario hacer un gesto amistoso a los húngaros: otorgar los derechos básicos a la minoría húngara de medio millón de habitantes, obligados a vivir en Yugoeslavia; hasta estaba dispuesto a hacer cesiones territoriales[4]. Este acercamiento fue propiciado tanto por Alemania, que tenía intereses económicos en los Balcanes, como por Italia, que después del fracaso militar en Albania, deseaba ver neutral a Yugoeslavia. Así se llegó al acuerdo húngaro-yugoeslavo en diciembre de 1940 (pacto de amistad), que en breve tiempo iba a resultar el paso más desacertado de la diplomacia húngara entre las dos guerras mundiales. Pronto se llegó a comprobar que Yugoeslavia, mejor dicho la Iglesia ortodoxa servia y la casta militar servia, estaban lejos de seguir la prudente política de su propio gobierno, que trataba de ajustarse a la realidad. Con el golpe de estado producido el 27 de marzo de 1941, sobrevino, pues, el fracaso rotundo de la política basada en la amistad con Yugoeslavia.

Salvo esas dos tentativas, Hungría, en su política exterior con respecto a Yugoeslavia, fue guiada principalmente por el propósito de apoyar a Croacia en su lucha por la soberanía nacional.

La separación definitiva de Croacia habría causado automáticamente la desintegración total de Yugoeslavia y, por ende, el desmoronamiento del orden establecido por el tratado de Trianón en la cuenca de los Cárpatos.

b) Relaciones húngaro-croatas entre 1920-1929.

Hungría, en la primera década posterior al tratado de Trianón, debatiéndose en una aguda crisis económica. consecuencia de la primera guerra mundial, y en vista de la superioridad militar de las naciones miembros de la "Pequeña Entente", no disponía de poder suficiente como para apoyar a los croatas en su lucha por la independencia, iniciada el mismísimo día de la proclamación de la unión sureslava. Además, hizo cuanto estaba a su alcance para manifestar su simpatía por la causa croata. Ya en la Conferencia de la Paz abogó por los derechos soberanos de Croacia. La prensa húngara ni un momento deja de afirmar que esa simpatía no era tan sólo la política oficial, sino el sentimiento de la entera nación húngara. El Dr. José Bajza, joven profesor húngaro, encabezaba esa campaña croatófila de prensa. Fue precisamente él quien, en vísperas de la primera guerra mundial, había señalado los errores fatales de la política húngara, exigiendo se diese apoyo al Partido de Derecho Croata. En el otoño de 1918 participó en las deliberaciones con los tres representantes del mencionado partido croata, celebradas en Viena y Budapest, en las que se hizo la última tentativa de solucionar el problema sureslavo desde el punto de vista croata y dentro de la monarquía de los Habsburgos.

Un indicio harto significativo de la actitud croatófila por los años 1920 lo constituye el deseo expresado por los profesores de la Universidad de Budapest de que ocupase la cátedra de historia y literaturas sureslavas, momentáneamente vacante, el intelectual más prominente del nacionalismo moderno croata, Dr. Milan Sufflay. El profesor Sufflay aceptó la cátedra ofrecida pero las autoridades yugoeslavas le negaron el pasaporte. Si entonces el profesor Sufflay se hubiera trasladado a Budapest, habría podido evitar su martirio[5] y contribuir a que su nación recuperase la independencia. Por último, dicha cátedra fue ocupada por el profesor Bajza, quien seguía abogando por la amistad húngaro-croata, no sólo en la prensa, sino también educando a una nueva generación de historiadores. Mientras él, en la conferencia inaugural pronunciada en la Sociedad de San Esteban, sintetizaba la historia de la disolución de la unión húngaro-croata[6], su más eminente discípulo, el doctor José Deér, escribió un ensayo exhaustivo acerca de los orígenes de dicha unión, conformando las concepciones croata y húngara sobre el Pacta Conventa, problema muy disentido[7].

Junto a Viena, Budapest se había convertido en uno de los centros más importantes de los exilados políticos croatas de entonces. Mientras en Viena se reunían mayormente los dirigentes del levantamiento militar del 5 de diciembre de 1918, Budapest era el centro del grupo del Dr. Ivo Frank, que militaba en el Partido de Derecho.

c) Las relaciones húngaro-croatas de 1929 a 1941.

Después del horrendo atentado, cometido en el parlamento de Bélgica el 20 de junio de 1928, y la implantación de la dictadura monárquica, esta vez no disimulada (6/1/1929), las relaciones croata-servias entraron en su fase crítica. Era evidente el fracaso de la idea de un Estado yugoeslavo. El terrorismo servio en Croacia alcanzó su punto culminante. Incesantemente crecía el número de los croatas obligados a buscar asilo en el exterior. Los impelidos a expatriarse ya no eran únicamente los políticos, sino la humilde gente del pueblo. El Dr. Ante Pavelic, dirigente del Partido de Derecho, diputado por Zagreb, organizó el movimiento Ustasa para oponerse a la violencia servia y para luchar con armas por la libertad de la nación croata. Al lado de Italia y Austria, fue Hungría el centro más importante de esta nueva y numerosa ola de exilados. Para proveer de los efectos más necesarios a los fugitivos que cruzaban el río Drava, los exilados croatas organizaron un campo de orientación y abastecimiento en Jankapuszta, cerca de la ciudad de Nagy Kanizsa. Tras breve estada en ese campamento, la mayoría de los refugiados se trasladaban a los grandes centros industriales de la Europa Occidental. Una parte de ellos fueron trasladados a los campos de enseñanza y adiestramiento militar que el movimiento Ustasa poseía en Italia. Quienes no querían alejarse a mayor distancia de su patria, encontraron trabajo en la hacienda Jankapuszta y en sus alrededores.

Este hecho lo aprovechó el gobierno yugoeslavo para acusar a Hungría de haber organizado el atentado de Marsella, puesto que el Quai d'Orsay hizo presión sobre Yugoeslavia para que no incriminase ante el Consejo de la Sociedad de Naciones al gobierno italiano, que dio refugio al jefe del movimiento Ustasa. Además de Yugoeslavia, también los dos países restantes que integraban la "Pequeña Entente" aprovecharon esa oportunidad para destruir a Hungría, dado que el gobierno de Julio Gömbös había incluido con carácter oficial en su programa de la política exterior la exigencia de la revisión de los tratados de paz. Con el ánimo de aumentar la psicosis bélica, el gobierno yugoeslavo expulsó a varios millares de húngaros, radicados en Bachka, y al mismo tiempo dio plena libertad de acción a los grupos de los chetniks y dobrovoljci (las formaciones paramilitares servias. N. de la R.), que las autoridades hicieron radicar en las zonas fronterizas con Hungría, para cometer actos de violencia contra los pobladores húngaros de la región.

Durante las vehementes discusiones en el Consejo de la Sociedad de Naciones, el Dr. Tibor Eckhardt, primer delegado húngaro ante ese organismo internacional, probó que era imposible no ya solamente mantener la situación creada por el tratado de paz de Trianón, sino que era necesario también solucionar el problema croata. Una vez más Hungría fue el único país europeo en plantear el problema de la independencia de Croacia ante el loro internacional, cuya misión específica consistía en dar solución a tales problemas. Únicamente gracias a la enérgica intervención de Inglaterra se pudo frustrar la acción militar encaminada a desmembrar a Hungría, esta vez en forma definitiva[8].

Era natural que el estallido de la crisis servio-croata de 1928-29 obligase al gobierno húngaro a tomar contacto con los dirigentes croatas, asegurándoles que la nación húngara estaba con la nación croata y que ipso facto reconocería la independencia de Croacia de ser conquistada por la lucha en el frente interno o por la acción de los exilados.

Ya en 1929 se llegó a un acuerdo en principio, en el curso de las conversaciones reservadas, celebradas entre el Dr. Vlatko Macek, presidente del Partido Campesino Croata, líder del frente interno y el diplomático húngaro, barón Gabriel Apor. En dichas conversaciones el Dr. Macek se refirió a la posibilidad de una unión personal entre Hungría y Croacia. Sin embargo, el barón Apor, a pesar de ser un político legitimista, se negó a discutir acerca de la posibilidad de la unión personal, declarando que Hungría se sentiría enteramente satisfecha si Croacia lograra constituirse como Estado libre[9].

Recién en 1934 se concertó un convenio similar con los dirigentes de los exilados croatas, no obstante conversaciones frecuentes y relaciones cordiales. Sin embargo mientras que el convenio estipulado con el Dr. Macek era verbal el Dr. Tibor Eckhardt (a la sazón delegado de Hungría ante la Sociedad de las Naciones) firmó un convenio escrito, en nombre de la Liga Revisionista Húngara, con el Dr. Ante Pavelic, jefe del movimiento revolucionario Ustasa[10]. Según lo convenido, tanto con el Dr. Macek como con el Dr. Pavelic, Croacia, en caso de conseguir su independencia, mantendría en su posesión Medjimurje (región entre los ríos Drava y Mura), renunciando, en cambio, a las demás reclamaciones territoriales en la Hungría meridional. Además, el Dr. Macek se había comprometido a persuadir a los bunjevci (en Bachka) para que optaran por Hungría.

El Dr. Ivo Frank formuló el punto de vista croata sobre la política revisionista húngara, en los siguientes términos:

"Wir wollen mit den Ungarn Schulter an Schulter kämpfen für den Revisionsgedanken, wir wollen unseren ganzen Einfluss -und der ist nicht gering- in der Bachka Baraña untl im Banat geltend machen, die kroatische Enclaven da und im Burgenlande aufforden, ihr Bestes herzugeben, damit Westungarn und die Voivodina wieder mit dem ungarischen Mutterlande vereinigt wird. Wir wollen für euch, mit euch kämpfen bis zum Sieg oder Untergang - aber als freie, unabhängige Nation.[11]

d) Estado Independiente de Croacia y Hungría.

El golpe de estado producido en Belgrado el 27 de marzo de 1941 fue una sorpresa ingrata no sólo para los jefes políticos y militares de Alemania, sino también para el gobierno húngaro. Se hizo patente el fracaso total de la política exterior, basada en el tratado de amistad húngaro-yugoeslavo, apenas pocas semanas después de su ratificación.

La jefatura militar alemana, en vísperas de la campaña militar contra la Unión Soviética, no pudo conformarse con la situación creada, viendo amenazadas desde Yugoeslavia vías de abastecimiento, importaciones de petróleo y cobre, renglones tan importante para su industria bélica. Por esta razón Hitler decidió ese mismo día 27 de marzo eliminar a Yugoeslavia.

En la nueva situación estratégica, cobró gran importancia, desde el punto de vista alemán, la actitud de Hungría. Por un lado había que reforzar a las tropas alemanas que se hallaban estacionadas en Rumania, destacando fuerzas suplementarias, en primer lugar en la región de Banato, lo que era posible únicamente atravesando el territorio húngaro y, por el otro, la participación activa de Hungría en la campaña planeada aseguraría un éxito más rápido. Hitler invitó a una audiencia a Döme Sztójay, ministro plenipotenciario húngaro en Berlín, y lo envió en un avión especial a Budapest para que entregara al regente Horthy su mensaje. En dicho mensaje Hitler prometía no sólo la reintegración a Hungría de los territorios de la Hungría meridional, anexados por Yugoeslavia (en 1918-19), sino que estaba dispuesto a dejarle a Hungría la libertad de acción completa en Croacia- Eslavonia, haciendo asimismo alusión a la posible restitución a Hungría de la ciudad de Rijeka (Fiume), que en aquel entonces pertenecía a Italia[12].

Si bien el regente Horthy estaba, en principio, dispuesto a apoyar íntegramente la acción alemana, en la sesión del Consejo de la Corona, celebrada el 1° de abril, se fijaron las distintas condiciones de Hungría:

a) Hungría iniciaría la acción militar sólo cuando Croacia proclame su independencia y con ello Yugoeslavia cese de existir de hecho;

b) El honvéd (ejército húngaro) marcharía únicamente hasta las fronteras meridionales de Hungría, propiamente dicha, es decir, hasta la línea del Danubio y del Drava, sin invadir el territorio croata[13].

El primer ministro de Hungría, conde Pablo Teleky, artífice del tratado de amistad húngaro- yugoeslava, abrigaba la esperanza hasta último momento de que Hungría podría mantenerse neutral. Mas comprendió que semejante actitud se volvía insostenible, cuando se enteró, leyendo el informe del cónsul húngaro en Zagreb, Ladislao Bártok, de las conversaciones entabladas entre los dirigentes políticos de la Hungría meridional y el jefe de la minoría alemana en Croacia, Altgayer. Los resultados de dichas conversaciones eran que los dirigentes de la minoría alemana en Yugoeslavia, evidentemente de acuerdo con los jefes del partido nacional-socialista, proyectaban formar lo que denominaban Prinz Eugen Gan (un Estado danubiano) bajo la tutela de Berlín. Hungría entonces se vio obligada a actuar si quería impedir la creación de un Estado alemán adversario en las fronteras meridionales, y evitar que fuesen hollados los derechos del medio millón de húngaros incorporados con anterioridad y por la fuerza al Estado yugoeslavo[14].

Cuando, al cuarto día de la guerra germano-yugoeslava, el 10 de abril de 1941, se proclamó en Zagreb la independencia de Croacia, fue Hungría el primer país en reconocerla por intermedio de su cónsul en Zagreb, Ladislao Bartók - El regente Nicolás Horthy, en una declaración dada a publicidad el mismo día, dijo:

"We greet this decision with sincere joy and we are going to respect it in every way. For a thousand years we have been living together with the Croatian nation in bad and good times, respecting and helping each other, and now we wish that the noble Croatian people should find happiness and prosperity in its independence."

("Saludamos esta decisión con sincera alegría y vamos a respetarla en todo sentido. Durante mil años hemos convivido con la nación croata en los tiempos malos y buenos, respetándonos y ayudándonos mutuamente, y ahora deseamos que el noble pueblo croata encuentre su felicidad y prosperidad en su independencia")[15].

Si bien el Dr. Ante Pavelic, al regresar a Croacia, se había expresado ante la delegación húngara que acudió a Karlovac a saludarle, en términos amistosos con respecto a Hungría y la actitud húngara para con los exilados croatas, muy pronto se enfriaron las relaciones entre los dos países. La razón de este cambio imprevisto radicaba en el problema territorial de Medjimurje[16]. El gobierno croata consideraba la ocupación de Medjimurje por Hungría y su posterior anexión como una violación de los convenios ya mencionados: el celebrado con el Dr. Macek y el convenio firmado con el Dr. Pavelic. La ocupación militar de Medjimurje se llevó a cabo en virtud de lo ya convenido en noviembre de 1910 por los estados mayores húngaro y alemán. El gobierno húngaro, incluso el primer ministro Lázlo Bárdossy, se mostraron dispuestos a reconocer los intereses del Estado croata en Medjimurje. No obstante, en Medjimurje cesó de funcionar la administración civil croata. Luego, al tomar el poder el 9 de julio de 1941 los húngaros, Bárdossy tuvo que ceder a los que opinaban que, por una parte, Hungría era bastante moderada al apoyar la independencia de Croacia pese a la oferta de Hitler, y, por otra parte, no podía dejar de reclamar todos los territorios de la Hungría histórica, precisamente porque del Banato se habían apropiado los alemanes[17].

Los reiterados esfuerzos del gobierno húngaro para mantener, por encima del problema de Medjimurje, relaciones de buena voluntad con Croacia, no dieron resultados hasta terminar la guerra.. Esa tirantez se debe también a la actuación del embajador alemán en Zagreb, Kasche, quien lo hizo todo para alimentar el ambiente espiritual de desconfianza entre Hungría y Croacia y reservar de ese modo, en caso de un final victorioso de la guerra, el derecho de arbitraje a Alemania también en lo que atañe a las relaciones de esos dos países[18]. Asimismo, a esa política cabe atribuir el hecho de que cuando Croacia reclamó el distrito de Novi Pazar, Alemania desestima su pedido, aunque la anexión de dicho distrito a Croacia haya sido lógica, incluso desde el punto de vista estratégico, por cuanto con ello habrían quedado separados Servia y Montenegro[19].

El punto más bajo en las relaciones húngaro-croatas durante la guerra mundial fue marcado por el hecho de que, a principios del año 1943, algunos funcionarios croatas exteriorizaron cierta simpatía. por la acción del gobierno rumano tendiente a crear una nueva "Pequeña Entente" contra Hungría, participando en esa alianza Rumania, Eslovaquia y Croacia. Detrás de la acción rumana se escondía la intención de recuperar a Transilvania del Norte, reintegrada a Hungría en virtud del arbitraje de Viena del mes de agosto de 1940. Los dirigentes políticos de Zagreb debieron comprender, primero, que la agravación del problema de Transilvania era el resultado de las intrigas políticas alemanas y, en segundo lugar, que Transilvania para Hungría reviste, por lo menos una importancia tan vital como Bosnia- Herzegovina para Croacia y, por último que la defensa de la línea de los Cárpatos encierra una importancia trascendental no sólo para Hungría, sino para todo el espacio cárpatodanubiano, sobre todo después de la catástrofe del Don, cuando la marea rusa estaba avanzando sobre el Occidente[20].

Parece ironía del destino que pocos meses después de ese gesto inamistoso, el gobierno húngaro, a pedido de la dirección militar alemana, debía contemplar la posibilidad de que las tropas alemanas estacionadas en Croacia fueran relevadas por las tropas húngaras. Unas semanas antes del armisticio italiano, el primer ministro húngaro, Nicolás Kállay, tuvo que incluir en sus cálculos, por motivos obvios, la invasión eventual de los Balcanes por las tropas Aliadas. Cuando Jorge Bakách- Bessenyey, embajador de Hungría en Berna, supo durante sus conversaciones con los encargados del servicio secreto norteamericano en Suiza Allan Dulles y Royal Tyler la negativa rotunda de los Aliados a invadir los Balcanes, Kállay renunció definitivamente a la ejecución del proyecto alemán[21].

***

Tuvo que cumplirse la última y trágica fase de la guerra para que las naciones vecinas comprendieran, en la última hora antes de la catástrofe, el peligro común y para que eliminasen, con el espíritu tradicional de una larga historia común, vieja de ocho siglos, las controversias y rencillas, alimentadas por fuerzas externas. De acuerdo al comunicado oficial del ministro húngaro de las relaciones exteriores, referente a las conversaciones celebradas los días 20 y 21 de febrero de 1945:

"... fueron discutidos todos los problemas militares, políticos, sociales y económicos de interés común de Hungría y Croacia. Entre otras cosas, se llegó a un perfecto acuerdo en lo concerniente a la situación, las posibilidades de desarrollo y la organización de los croatas y de los húngaros, radicados en ambos países como asimismo en lo referente al uso del idioma, la enseñanza y la educación, la impresión y difusión de diarios, periódicos y libros en los idiomas respectivos y en lo que atañe a la colaboración recíproca cultural y de prensa..." [22].

El conde Esteban Tisza declaró en octubre de 1918 a los delegados del Partido de Derecho Croata, que le visitaron, que Hungría reconoce el derecho de autodeterminación de la nación croata y deja a los croatas la decisión de si en el futuro desearán o no mantener relaciones con Hungría y en qué forma. En cambio, el pueblo húngaro debe apoyar con todos sus medios disponibles a la nación croata en su lucha por la existencia[23].

Entre las dos guerras mundiales, la nación húngara cumplió fielmente con el testamento político del conde Esteban Tisza. Igualmente, los actuales exilados húngaros opinan que ése es el único camino viable para el futuro, pues es lo que exigen nuestros intereses comunes y nuestras tradiciones históricas comunes.

Cleveland, U.S.A.

 

 



[1] a) Elemér Homonnay, Las relaciones húngaro-croatas y el orden en la cuenca danubiana, Buenos Aires, 1955, pág. 6 (en húngaro); b) Elemér Homonnay, Croacia y Hungría. Hrvatska Misao, N° 12. Buenos Aires, 1955, págs. 4-5 (en croata); c) Croacia: Datas geográficos, e históricas, Studia Croatica, Año 1, N° 1, Buenos Aires, 1960, pág. 80: "... los croatas, en virtud de Pacta Conventa de 1102, entran en unión personal con el reino de Hungría, a fin de resistir unidos con mayor eficacia, las pretensiones de Bizancio y Venecia".

[2] Hungarian Peace Negotiations, Budapest, 1920, Note XII, Annex 6, Vol. I, páginas 426-427.

[3] Papers and Documents Relating to the Foreign Relations of Hungary, Vol. I, 1919-1920. Note N° 242. Instructions for the Special Representative of the Hungarian Government for negotiations with ambassador Paléologue, Budapest, 23/4/1920.

[4] C. A. Macartney, October Fifteenth, Edinburgo, University Press, 1957, Vol. I, pág. 467.

[5] El 18 de febrero de 1931 los agentes secretos del régimen dictatorial del rey Alejandro asesinaron al profesor Sufflay ante su domicilio en Zagreb. Ese crimen vil dio motivo a un sinnúmero de protestas elevadas por instituciones y personalidades de renombre mundial, entre las que figura la de la Liga para la Defensa de los Derechos del Hombre y la de AIberto Einstein. (N. de la R.)

[6] Dr. José Bajza, La disolución de la unión húngaro-croata, Budapest, 1925 (en húngaro).

[7] Dr. József Deér, Los principios de la comunidad estatal húngaro-croata, Budapest 1981 (en húngaro). En alemán, ver: Archivum Europa Centro Orientalis, 1984; en francés ver: Revue d'Histoire Comparée, 1943.

[8] Rudolf Kizsling, Die Kroaten, Graz-Köln, 1956, pág. 152.

[9] C. A. Macartney, Op. cit., Vol. I, pág. 86.

[10] Informe del Dr. Tibor Eckhardt.

[11] ("Lucharemos con Hungría hombro a hombro por la idea revisionista, haremos valer nuestra influencia - que no es exigua - en Bachka, Baraña y Banat y recomendaremos a los islotes croatas allí y en Burgenland para que hagan todo lo posible a fin de que la Hungría Occidental y Voïvodina se reúnan nuevamente con Hungría, su madre patria. Vamos a combatir por vosotros, con vosotros hasta la victoria o la derrota, pero como nación libre e independiente") Dr. Ivo Frank, La revisión y la nación croata, Budapest, 1933, pág. 20 (en húngaro).

[12] Ullein-Reviczky Antal, Guerre Allemande-Paix Russe, Neuchatel, 1947, pág. 89. Richard K. Burke, Two Teleky Letters, Journal of Central European Affairs, abril 1947, págs. 68-73

[13] Manual Húngaro de Informaciones, Budapest, 1945 (en húngaro).

[14] C. A. Macartney, October Fifteenth, Edinburgo, University Press, 1957, t. I, pág. 479

[15] Keesing's Contemporary Archives, Vol. IV, 1940-1948, Londres, pág. 4560.

[16] La región entre los ríos Drava y Mura desde el punto de vista étnico netamente croata. De 1867 a 1918 formaba parte de un condado de Hungría, pero en la jurisdicción eclesiástica pertenecía a la arquidiócesis de Zagreb (N. de la R.).

[17] En cuanto a los pormenores del problema de Medjimurje, ver:
a) Dr. Milan Blazekovic, Medjimurje en Las relaciones croata-húngaras (en croata). Anuario del Hogar de la Defensa Croata Buenos Aires, 1954;
b) Elemer Homonnay, El problema de Medjimurje, Magyarok Utja, 1954, 30/6 y 19/7 (en húngaro);
c) Dr. Milan Blazekovic, La pertenencia histórica de Medjimurje, Hrvatska Misao, Nos. 14-15, Buenos Aires, 1955 (en croata)
d) Antal Munczi, Datos para la historia de Medjimurje, Lármafa, 1959, N° 4 (en húngaro);
e) Károly Maróthy- Meizler, Mindszenty, regenerador del país, Kárpát, enero 1958, año I, N° 1, págs.
10- 11.

[18] Rudolf Kiszling, Die Kroaten, Graz-Köln, 1956, pág. 174.

[19] John A. Lukács, The Great Powers and Eastern Europe, Chicago, University Press. 1953, Pág. 451.

[20] Eugen Kvaternik, Desde el encuentro de Viena hasta la firma de los Pactos de Roma, La Revista Croata, junio 1953 (en croata).

[21] Miklos Kállay, Hungarian Premier, Columbia University Press, Nueva York, 1954, pág. 318-319.

[22] El periódico Vasvármegye (en húngaro), Szombathely, febrero 24, 1945.

[23] Dr. Ivo Frank, Op. cit. pág. 8.