DOS POESÍAS

Viktor Vida

Studia Croatica, volumen 3-4, 1961

ELEGIA

I.

Cuando los grillos cantan

suavízanse los muertos en beatitud

escuchando el crecimiento de las hierbas,

la caída de las castañas,

los llamados de la noche...

Esta música emociona lo que yo llamaba

"mi corazón".

Corazón imperfecto.

No toda voz armoniosa retumbaba en él.

Armoniosa voz de los hombres, mis hermanos.

Sé que es de noche por la queja de las aguas

en el jardín; aguas que sollozan.

Y cuando el relámpago ara el cielo desierto,

una gota humedece

los ojos de mi imagen sobre la cruz de piedra.

Temía tanto a la noche... Ser un Angel oscuro.

Mas la vida va siendo en lo alto del árbol de muerte

y todo es un cálido aliento; sueños de vivos y de muertos

y el claro de luna amarillea la tierra,

reflejo de nieve y silencio.

En el cielo profundo: Deus Absconditus

entre flores de hielo.

II

Cuando era joven me despertaba,

iba hacia el espejo. En sus profundidades

reposaba el cuarto luminoso. Y la alboreda polvorienta del verano.

Y nacía la pregunta: ¿También esos ojos serán muertos?

Y posaba las manos sobre la piedra suave. Y las miraba:

¿También esas manos serán muertas?

No soñarán ya entre las hierbas,

no jugarán sus dedos entre rayos luminosos.

Grande ha sido la tristeza de la vida,

y la dicha opaca el no comprendido llamado del cielo.

Aspiración constante.

Todo ha pasado como el otoño. Como la telaraña

en el cielo azul.

Padre, no soy digno de Ti por la inconstancia

de mi amor en la tierra.

Pero te agradezco por la nieve y la luz

que recuerdo.

 

Buenos Aires, 1960.

Viktor Vida.

 

LA SEGUNDA MUERTE

 

Por lunas fenecidas que guiñaban

a escombros bajo nubes escarlatas;

allá con bosques de fuego de verano,

aquí con estuarios de siniestro humo

tu figura no dejó de reflejarse

en el río lento del vivir.

Mas, de pronto, alma, te perdía,

una madrugada entre bastidores

de carcazas y témpanos celosos

rumbo a bahías de la mala suerte.

Flotando en el eje del recuerdo,

sostenida de lágrimas linternas,

tu imagen clara de antaño

por los horizontes se ha ido esfumando.

Relegada a neblinas de sosiego,

dormirás sin días ni estrellas

con leal constancia encendidas,

junto al murmullo casto de la nada,

en trémulas tristezas del otoño.

De ti quizá recordará tan solo

el rito silencioso allá lejos

de besos entre rocas y estaños

de la isla que contigo, vespertina,

también, y para siempre,

ha sido sumergida.

Buenos Aires, 1960. Viktor Vida.

(Estas dos poesías del poeta croata V. Vida, inesperadamente fallecido en 1960, fueron escritas en castellano.)